Entre mares abiertos - Cristina Pascual de la Calle - E-Book

Entre mares abiertos E-Book

Cristina Pascual de la Calle

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Beschreibung

Lola es una mujer de 35 años con gran sentido del humor y que no cumple las expectativas sociales. Soltera, rodeada de fracasos sentimentales y camino de la crisis de los cuarenta decide apuntarse a terapia, apoyada por sus amigas Maya y Ceci. Allí conocerá a Paul, su terapeuta y unos de los grandes amores de su vida, en una época en la que su país atraviesa un momento complicado a raíz de una enfermedad devastadora que se está cobrando la vida de muchas personas. Sin perder la esperanza y mirando siempre a la vida con optimismo, viajará a Oporto con la acuciante necesidad de creer en sí misma. Contará con la ayuda del Señor X, un hombre joven que le sirve vino habitualmente y con el que se enfrentará a hombres que no tratan bien a las mujeres.

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Cubierta y diseño editorial: Éride, Diseño Gráfico

edición eBook diciembre, 2023

Entre mares abiertos

© Cristina Pascual de la Calle

© Éride ediciones, 2022

Éride ediciones Espronceda, 5 28003 Madrid

ISBN: 978-84-10051-01-0

Diseño y preimpresión: Éride, Diseño Gráfico

eBook producido por Vintalis

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Cristina Pascual de la Calle (Segovia, 1979), es licenciada en Periodismo, tiene un máster en Ciencia, Tecnología y Sociedad; realizó los cursos de doctorado y su suficiencia investigadora en el departamento de didáctica de las ciencias experimentales de la universidad complutense de Madrid.

Ha trabajado como investigadora en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y como periodista en distintos medios locales y nacionales; Cadena Ser, Adelantado de Segovia, Agencia de Difusión de la ciencia y tecnología, Canal 4 e Informativos Tele 5.

Una de sus grandes vocaciones es la escritura y de esa reflexión nace su primera novela en el 2018 «El Sombrero de Terciopelo Verde». Su segunda novela «Entre Mares Abiertos» hace incursión en las librerías con el nacimiento del año 2022.

A mis seres de luz,

que me acompañan allá donde vaya.

Mi A; mi doble M; mi N; mi J; mi V

A mis amigos,

porque sin ellos la vida

sería infinitamente aburrida

«Al final siempre acabas encontrando

a aquellas personas que vibran como tú»

CAPÍTULO 1. El despertar a mi soledad

Esta mañana me he levantado más pronto de lo habitual. El sol asomaba por mi ventana y el reflejo de la luz se apoyaba ligeramente sobre mi codo izquierdo. Tenía ganas de vomitar, dicen que las despedidas amorosas son de lo más desagradables y doy prueba de ello, puesto que no pude comer nada hasta bien entrada la mañana.

Tengo ganas de llorar, y mi hermana Maya dice que cuando lloro me pongo de lo más fea, se me empieza a irritar la cara y me salen unos granitos rojos tipo sarampión, que la gente piensa que pueden ser contagiosos. Así que, además de sentirme mal, solo por el hecho de llorar me tiro dos días sin salir de casa con mi manta en el sofá, y con mi perra Luna a mis pies comiendo las sobras de comida basura que caen alrededor de la alfombra.

He de reconocer que soy una mujer un tanto enamoradiza, en estos cinco años he vivido varias historias de amor no del todo correspondidas, y por ello a día de hoy sigo sola con mi perra.

Marc es el último chico con el que he salido, llevamos cerca de siete meses juntos y anoche pusimos punto y final a nuestra relación. Tengo 35 años, y el resto de mis amigas ya llevan una vida más asentada que la mía. Vamos, que se han casado con el mismo chico que empezaron en el instituto, y cada vez que coincidimos en una reunión, todas me suelen decir «Lola maja, que ya es hora de que dejes a un lado los cuentos de hadas». Pero vamos, me entra por un oído y me sale por el otro, pues si algo he heredado de mi madre es la cabeza bien dura y que a testaruda no hay quien me gane.

¡Cuántas veces me acuerdo de mi amigo Aitor! Que siempre me decía: «¡Lola hija espabila, que la vida real no es como la de los cuentos!», pero ninguno se da cuenta de que mi trabajo no es otro, sino que el de fotografiar las vidas ajenas, y pillar infraganti a un montón de parejas desplegando su amor por Cupido. Y digamos que el mundo amoroso es uno de mis temas favoritos, y sino que se lo digan a Ceci que la tengo frita con todos mis fotos, ya que siempre es ella mi auténtica musa y también una de mis mejores amigas.

Volviendo a Marc, que se me va la cabeza de nuevo, lo que más me gusta de él es su atractivo francés.

¡Por más que quiera ponerse serio se le pone una cara loro…! Sí, especie papagayo en extinción, que me hace desternillar de risa. Su cara es graciosa, tiene una boca grande, en la que asoman unos dientes blancos y simétricos que la alegran por completo. La nariz para ser un hombre es demasiado chata y tiene unas pequitas de lo más saladas alrededor de su cara. Siempre me ha llamado la atención de un chico, que llene con su conversación una cena romántica, puesto que he tenido varias parejas que contestaban con monosílabos a mis preguntas y me ponían de lo más nerviosa.

Marc siempre ha sido capaz de hacerlo, es un conversador nato y tiene un discurso muy fluido y alegre. Yo por el contrario soy bastante tímida y un poco insegura, y es por ello por lo que siento debilidad por los chicos extrovertidos y con mucha confianza en sí mismos. Sí que es verdad que tienen mucha más facilidad para entablar amistad con el sexo femenino, que los que somos tímidos como un armario.

Ceci siempre me dice que hay muchos peces esperando un bombón como yo. ¡Claro para ella es muy fácil decirlo porque es una rubia, de ojos verdes y pechos generosos! En cambio yo, no paso del metro cincuenta y eso de que alguna vez me hayan llamado taburete no me ha hecho ni pizca de gracia. Vamos que me cambiaba una semanita por ella… que iba arrasar con los hombres. Pero eso solo pasa en una de esas pelis en las que cambias las galletitas con un mensajito oculto con tu amiga y al día siguiente te has convertido en ella. No me queda más remedio que buscar un complemento más visible y atractivo en mi vida, y en este caso entra en escena Marc.

¡Qué gracia me hace cuando me dice la buena de ella!, que busco en el sexo opuesto mi otra parte del yo, y que tengo que trabajar mi amor propio. Yo la voy a dar amor propio, cuando me he criado con amigas que medían quince centímetros más que yo. Vamos, que a las que primero se las veía era a ellas, y quizá sea por eso por la que tenga debilidad por los hombres altos. Pues si me pusiese a pensar en serio la larga lista de relaciones amorosas y no amorosas creo que no ha habido ninguno que midiese menos de metro ochenta.

Pero lo que empieza a alarmarme es que mis mejores amigas coinciden en algo, y es que me tengo que querer más a mí misma. Pero esto es comparable a la que es adicta a los bombones., ¡Y yo tengo hambre a todas horas…! Estoy muy cansada de que casi todas coincidan en el mismo pensamiento y que no es otro que a mi edad… sea una bonita madre de familia, de esas que calientan la comida a su marido a la llegada del trabajo, y de las que pasan el plumero los fines de semana. De las que te cuentan que su hijo Mateo es muy listo y que va a llegar muy lejos…. Cuando mis óvulos empiezan a hacerse mayores y ya no sé si serían productivos. ¡Razón y más por la que además de hombre altos también los quiero jóvenes, para que me echen a mí menos años! Y si como me dicen veo en mis parejas el espejo de una parte de mí en la que algún día me gustaría convertirme, bienvenida sea. Pero no creo que sea Marc el espejo en el que deba mirarme puesto que me ha puesto lossss, cómo decirlo educadamente… cuernazoooosss. Y así, fracaso, tras fracaso enlazo una relación tras otra con el mismo final en todos los casos.

No es la primera vez que un hombre corta conmigo, pero sí que es la primera vez en la que parece que me he pillado de verdad. Nunca pensé que el adorable de mi novio llegaría a convertirse en un cretino, idiota, arrogante e inmaduro… y creo que todavía me falta algo más.

A los dos meses de conocernos le entregué las llaves de mi piso más convencida de lo que había estado nunca. «Y eso no se debe de hacer nada más conocer a un chico», palabras textuales de mi madre.

Ella ejerce un gran peso en mi vida, es un ejemplo a seguir, pero la verdad es que no es de esta época. En la suya la gente se enamoraba de por vida. En la mía la gente se enamora continuamente y cambia de pareja con una rapidez pasmosa. Y cuando te han criado en el amor tradicional, en el que una persona es el sol y tú orbitas alrededor de él, es muy difícil concentrarte en que tú eres una galaxia aparte.

Además, cuando eres de esas personas que no tienen un sentido de pertenencia de las cosas muy aferrado, es un problema puesto que los hay muy listos y se acaban apropiando de lo suyo y de lo ajeno. Y el cretino se ha llevado mi ordenador portátil, mi pequeño Audi rojo, mi Ipad… ahora ve y dile que me lo devuelva todo. Vamos, que me va a tocar pedir a Ceci que me acompañe a su casa, para no tener que suplicarle que me lo devuelva. Porque a veces soy tan tonta, que por no entrar en conflicto soy capaz de no pedirle lo que es mío.

Marc es un tipo de esos, bastante guapo de cara y con las cosas claras, «sus propios objetivos». Yo sin embargo, me entrego al amor sin reservas, vamos, que si Marc quiere el plato más grande, pues yo se lo doy sin ningún reparo, que si el coche suyo es más grande que el mío, el suyo duerme en el garaje y el mío lo hace en la calle a la intemperie. Si yo le digo mil veces te quiero, él pronuncia la frase mágica solo cuando se siente muy necesitado. Y es que cuando todo el mundo repite que a los hombres hay que darles una de cal y una de arena es por algo.

Otras lo que les dan es mucha cama, los tratan como meros objetos, y eso en el fondo es lo que les mola. Esa especie de femme fatale de largas piernas y que les habla mal. Y aquí es cuando entra la tercera en discordia, Lisi para sus amigas. Porque para las que no lo somos te puede clavar una estaca y salir corriendo por donde puedas. Que si Marc esto, que si Marc lo otro, que si hago que tengo diez años menos, cuando en verdad no pronuncio mi edad para que no salgas corriendo… pero como me inyecto bótox una vez al mes puedo presumir y fingir lo que no soy. Y en este jueguecito de aquí te pillo y aquí te mato, se los encuentra Silvia en el baño de la cafetería dándolo todo.

Menuda... mmmmm cazadora de cretinos. Todo para ella, si en el fondo me hace un favor y la voy a tener que dar hasta las gracias. Yo a esta mujer ni la conocía, no sé si sería su entrenadora personal o su masajista los fines de semana.

Pero bueno, ¡no es necesario mostrar aquí mi rabia, ni mi ira, ni mis ganas de lanzarle el libro de setecientas hojas en la cabeza cuando aparezca por el rellano!, porque la verdad que para estar de decoración le puedo usar como arma arrojadiza.

«Respira hondo y proyecta la calma», me digo a mí misma. Pero es queeeee en el fondo y solo por unos días me gustaría parecerme a una femme fatale de largas piernas, y sacar todas mis armas de mujer.

Moño fuera, pelo al viento, escote generoso, y taconazos negros…. Pero imaginándome la escena seguro que me tropezaría en el hall de entrada y el golpe sería terrible. Además se me vería más de lo que quiero enseñar y me pasaría toda la tarde comiendo dulces.

Creo que la imaginación a veces me juega malas pasadas, y aunque quisiese ser fría y poderosa, yo estoy hecha de otra pasta. De todas mis amigas la que mejor encarna la female fatal es mi amiga Mara que tiene cinco hijos. Conocía a Mario desde hacía ocho años y se comprometió con él a los seis meses de conocerse, y tuvo a sus cinco retoños uno tras otro. También es verdad que tuvieron que contratar a una nany a tiempo completo porque llegó un momento en que la situación era bastante caótica. Cuando acababa de dar de comer a uno, se hacía pipí el otro, y así vuelta a empezar. No me extraña nada que se haya quedado más delgada que antes de los embarazos, parece una adolescente. Y a pesar del poco tiempo libre del que dispone una pareja de familia numerosa, su marido aún la mira y la coge de la mano.

Yo no sé si conseguiré un hombre parecido a ese, lo que sí que sé es que el cretino no es el elegido. Que desde que acabo de cumplir los treinta y tantoosss me niego a aceptar a un chico que no me cuide como a una reina, porque en el fondo todas necesitamos sentirnos especiales, y cuando no lo conseguimos empezamos a cabrearnos y a comparar su comportamiento…. y es que hay veces en la vida que aunque no queramos darnos cuenta se está mucho mejor sola que mal acompañada. Y de pronto te levantas una mañana y te das cuenta de que se acaba todo de repente... sin ninguna palabra de despedida, sin ningún grito, sin ninguna mirada especial, simplemente se desvanece como el humo en el viento. Es en ese momento en el que descubres que estabas rota por dentro, que algo te faltaba, que te dolía el corazón y sin saber cómo, encuentras un anuncio en el periódico local en el que pone «conócete a ti mismo, descubre tu amor propio», ahí es cuando decides que por primera vez te debes a ti misma, a tu conocimiento interior y que no necesitas estar rodeada de hombres, porque necesitas bucear en tu inmenso océano para hallar respuestas.

Pero antes de nadar a la intemperie prometo arrancar la mitad del pelo superior al cretino, le quiero calvo como una cebolleta. Y a Lisi o como la llamen a esa madurita sin escrúpulos también la quiero calva… Ahhhh estoy fatal, sí que puede que necesite terapia para superar este trance.

Pero ese es otro capítulo de mi vida que dejo abierto.

CAPÍTULO 2. Buceando en mi interior

Llevo varios días apuntando en mi cuaderno un montón de pensamientos y frases que me hagan empezar desde algún punto en concreto. Algunas de las conclusiones que empiezo a extraer es que estoy bastante enfadada con el mundo. Cuando llegas a una edad como la mía te das cuenta que las únicas preguntas que giran a tu alrededor son si tienes marido, si has formado una familia, y si tienes un buen puesto laboral. La incesante pregunta de «¿Lola no tiene novio?, y ¿novia?». Vamos, que parece que mi vida privada está expuesta a recorrer todas las ramblas y parte de la Barceloneta. ¡Qué pesadez!

Pregunto yo a los demás, si llegados los sesenta y cinco ¿sufren impotencia, ¿o si sus hijos se han separado porque el amor se acabó después de quince años? Hay gente que se cree en el derecho de acceder a tu vida y lo peor de todo, de juzgarla. Un día voy a salir y voy a despachar a diestro y siniestro… en definitiva, me voy a convertir en una fierecilla a la que no la hagan preguntas impertinentes.

Parece que las mujeres solo hemos venido al mundo a tener hijos, que es nuestra misión. Y que la que no logra realizarlo es una infeliz o tiene que sentirse incompleta. ¡Estoy muy harta de escuchar tantas sandeces!

A veces pienso, que mi infancia lo ha marcado un poco todo y que me he convertido en una mujer codependiente de mis parejas. Porque, si analizo más detalladamente puedo llegar a comprobar que en todos estos años no he pasado sola ni siquiera un mes. Y toda esta autocomplaciencia que siento en parte con el sexo masculino esconde una inseguridad más grande de lo que pensaba. Por esta razón, y tras los comentarios de mi querida hermana y de mi amiga Ceci he decidido apuntarme a algún tipo de terapia que dé con la clave del problema y que me ayude a resolver todas las incógnitas que me rodean. Es por ello por lo que he fijado en mi agenda una fecha y una hora, 24 de enero, y he decidido por fin empezar a tratarme.

Mi primer taller comienza un martes a las siete de la tarde. El terapeuta, un hombre alto, de tez morena, pelo negro y de carácter muy alegre y simpático nos presentó a todos. Lo más gordo es cuando se acercó el momento de presentarme ante tantos desconocidos, que parecía que me estaban viendo completamente desnuda.

Empecé a tartamudear y mi nerviosismo dio paso a un exceso de sudoración que se acumuló en la parte interior de mis axilas, hasta que por fin me decidí… «Me llamo…. Lola, tengo treinta y cinco años años y estoy aquí por falta de…» me quedé medio en blanco, cómo iba a decir delante de siete personas desconocidas que no sabía qué es realmente lo que me pasaba, que me enamoraba y desenamoraba de distintos perfiles complicados…. Que me sentía como una mujer que aún no había conocido el amor y a pesar de ser atractiva, inteligente y culta… no encontraba por ningún sitio aquello que andaba buscando.

Pero del fondo de mi garganta no salió absolutamente nada, ni un superfluo agggg.

Los demás simplemente me miraron y siguieron diciendo sus nombres y las razones por las que estaban allí. Casi todos eran por falta de amor, rupturas amorosas, conflictos internos… Pufff un sinfín de patologías con las que me podía identificar y que a la vez me angustiaban. Me sentí como esas personas que salen en la tele en un programa de alcohólicos anónimos y dicen «me llamo Martín, soy alcohólico», y todos les dan la enhorabuena.

En mi caso, primero debía aceptar cuál era el problema, cosa que por el momento no tenía demasiado claro, razón por lo que me levanté de la sala, pedí disculpas y me marché sin mirar atrás.

CAPÍTULO 3. Empezando a conocerme

Después de aquel día no paraba de dar vueltas en mi cabeza, de dónde me podía venir la inestabilidad y la inseguridad a la hora de escoger pareja. Al tener el día libre en el estudio fotográfico decidí acercarme a la librería Mecanic y buscar libros relacionados con este tema.

El objetivo de este próximo año lo tenía cada vez más claro «quererme y respetarme a mí misma».

Hasta que no llegase a un autoconocimiento más completo de qué es lo que me sucedía no me iba a dar por vencida. Tampoco podía responsabilizar a mis numerosas parejas de todos aquellos años de relaciones que habían acabado francamente mal. Quizá en el fondo yo también era responsable en algún modo de no cuidar las relaciones, de no dar una estabilidad… no lo sé, fallaba algo y decidí dedicarme más tiempo a mí misma para descubrir la palabra «autoestima».

Nunca fui una niña completamente segura, quizá se deba a que he crecido con dos padres divorciados y con ideas distintas de la vida, y la información básica que me han pasado sea un poco controvertida. Mi madre es más bien liberal, y mi padre bastante conservador. Así que del agua y del vino ha nacido una hija un poco contradictoria.

He buscado el amor y la seguridad en todos los chicos con los que he salido, y lo único que a estas alturas he conseguido han sido unos cuantos encuentros sexuales en los que la profundidad brillaba por su ausencia.

Con Marc pensé que todo iba a ser distinto y lo único de lo que me he dado cuenta que he conseguido en todo este tiempo ha sido engañarme a mí misma. Cuando uno busca algo en los demás que le falta a uno mismo, no acaba encontrándose más que con la desilusión de un sueño. Y creo que ya es hora de cambiar de aires.

Desde pequeños nos enseñan a amar, pero la idea del amor, no nos la explican del todo. Decía Oscar Wilde que «el amor hacia uno mismo es una historia de amor eterna». Y quizá la única responsable de todos mis despropósitos sea yo misma, y aunque me cueste reconocerlo no haya madurado lo suficiente.

Como he crecido con largas ausencias de mi padre, la verdad es que siempre he buscado un referente masculino; maduro, seguro de sí mismo, y con un gran espíritu de protección; pero hasta ahora los hombres con los que me he cruzado han sido inmaduros, irresponsables, a lo que les gustaban todas las mujeres del planeta, y para colmo, egocéntricos.

Llegados a este punto, y si me pongo a pensar en la razón, de porqué llevo tanto tiempo en Barcelona, sin viajar a otros lugares, todo desemboca en Marc. Llevo viviendo diez años en la ciudad, gracias a la bondad de mi tía Simona y a la compañía de mi hermana Maya y de mi amiga Ceci. Ellas han sido mi pequeña tribu en los malos momentos, y también en los buenos. Mi bandera, mi patria, mi hogar. Pero creo que he llegado a un punto antes de cambiar de década (ahhhhhh), en la que sería bueno viajar y vivir sola un tiempo.

Necesito poner distancia con el imbécil y si es necesario nadar en un océano y afincarme a muchísimos kilómetros de distancia, en un lugar en el que no tenga la tentación ni siquiera de verle. Estoy dispuesta a zambullirme en un mar helado.

Soy Lola, una mujer poderosa, atractiva con gran espíritu de lucha y de superación, y de hoy en adelante voy a sacar la mejor versión de mí misma.

Esta tarde voy a quedar con Maya, y le voy a preguntar por los mejores cursos de superación, introspección y conocimiento que haya en la ciudad. Y sin lugar a dudas me voy a apuntar. Después vendrá la pregunta del millón, «¿Lola por qué te quieres apuntar a estos cursos?». Luego tendré que contarles la humillación que he vivido y la infidelidad del imbécil. Una postura más bien incómoda, puesto que les hablaba de él como el hombre de mi vida. Me siento idiota… ellas me abrazarán y me dirán «mira que te lo dijimos Lola». Y yo me acurrucaré y lloraré nuevamente en un brazo amigo.

Lo siguiente que puede que comente es que voy a dejar mi piso de la Barceloneta y voy a cambiar de destino, quizá incluso me vaya del país. A fin de cuentas, ¿qué es lo que realmente me ata? Mis amigos me seguirán donde vaya, son muchos los años que llevo viviendo en Barcelona y siempre han estado a mi lado, en los buenos y en los malos momentos siempre han sido mi apoyo, pero esta vez no va a ser como las otras veces.

Maya de nuevo, intentará consolarme y hacerme entender que estas cosas pasan en todas las parejas y que no debo dar tanta importancia a lo que nos ha pasado. Vamos, que en un par de días seguro que nos hemos reconciliado... pero lo que ninguna sabe es que esta vez todo es distinto, que yo ya empiezo a madurar, y que me estoy cansando de todos los golpes que llevo. Que por primera vez me apetece romper con todo, y quizá empezando en un nuevo sitio descubra realmente quién soy yo.

Cuando a uno no le gusta algo simplemente tiene que cambiarlo. Mi mejor amiga dice que «cada uno es dueño de su destino», y por primera vez quiero tomar la iniciativa de mi presente. Puede que me llamen loca, pero mejor una loca volcada en una causa, que una loca sin ilusión ninguna. Y yo soy una eterna enamorada de la vida, de las puestas de sol y cuando todo se vuelve del revés trato de pensar que mañana será otro día y todo se volverá del derecho. Aunque sé que estoy en un momento de bajón terrible y que mis mocos me llegan a la barbilla, un cambio de aires sienta bien a cualquiera.

Creo que es hora de poner tierra de por medio, y Barcelona se me ha quedado pequeña. Además, es un buen momento, últimamente estamos saliendo en las noticias más que en media vida. Las huelgas son continuas, y cada vez me cuesta más trabajo llegar al curro en hora punta.

Somos muchos los que estamos pensando en mudarnos, pues no es la época más tranquila de mi ciudad.

Mi hábitat parece haberse levantado en llamas, y siento que ardo por dentro.

Bien podría viajar a un país de habla inglesa y practicar un poco el idioma que buena falta me haría, pero creo que lo más idóneo va a ser documentarme un poco, y encontrar trabajo en el nuevo país que me acoja.

La suerte que tengo es que mi pequeño piso de la Barceloneta es herencia de mi tía soltera Simona que siempre nos ha adorado a Maya y a mí. Y como tía soltera que es, nos donó un piso a cada una de nosotras, y vamos que, nos solucionó medio futuro. Pues gracias a ella he podido elegir una profesión un poco inestable, pero que me encanta, y mi hermana Maya se dedica a la terapia. Es una profesión que ejerce con pasión y, que decidió volcarse en ella a tiempo completo. Yo creo que como paciente soy su favorita ya que me conoce tanto que nos saltamos parte del protocolo cada vez que tengo una crisis, y la Lola tranquila, trabajadora y alegre, se vuelve contradictoria, más tímida de lo normal y muy insegura. Pero ante todo sé que soy una buena persona. Y aunque el diván sea uno de los lugares que me encantan, muchas veces me cuesta visitar a mi hermana.

Ella pasa consulta tres días a la semana en su piso azul de la Barceloneta. Su decoración huele a mar, a salitre y a viento al igual que la propia Maya. Adecentó una habitación muy chiquitita, sobre la que colocó un diván blanco para sus pacientes, enfrente de un ventanal desde el que puede observarse la playa. Yo creo que el secreto de su éxito profesional no radica tanto en las vistas, como en la calidez y el respeto que les muestra mi hermana.

Todos los jueves a las ocho de la tarde quedamos las dos con Ceci y nos tomamos un vinito en un garito llamado el Percebe. Es la mar de chulo, con sus vistillas a la playa y sus mesitas de madera blanca.

¡Es nuestra hora feliz del día! Además, la camarera es muy agradable y está de paso, bueno ese fue el primer comentario que nos hizo la primera vez que charlamos. Ella viene del centro y es una mujer que pone ilusión a todo lo que hace. Siempre está dispuesto a echar unas parrafadas con cualquiera de nosotras. Es uno de los momentos del día más especiales en el que nos contamos cómo fueron nuestros trabajos, y yo retrato el momento con mi cámara Réflex. Luego voy pegando cada una de nuestras fotos en un súper álbum que las regalo al finalizar el año, y en el que nos partimos de risa recordando todas las anécdotas.

Bueno, os voy a presenta a Ceci, mi amiga de la infancia. Trabaja en una residencia de ancianos a las afueras de la ciudad. «Tú nuevo hogar», creo que es así como se llama el centro. Puff, eso de nuevo hogar podrían más bien decir, que es el hogar al que finalmente te ves abocado ya sea por la dependencia o por que tus familiares están tan ocupados con sus propias vidas, que te acaban llevando al asilo más bonito para viejos, en el que te visitan una vez a la semana y te hacen un recopilatorio de todo lo que han ido viviendo esos días.

Yo no tengo un buen recuerdo de ellos, pues la tía Simona estuvo cerca de un año en uno de esos lugares y me dio mucha penita la pobre. Y mira que la queríamos con locura, pero; entre los trabajos de mis padres, nuestras universidades, la distancia a la que vivían sus hermanos, y que la pobrecita ya no estaba del todo bien para moverse solita en un tercer piso sin ascensor…, un día sus hermanos decidieron que era el momento de llevarla a la residencia. A mí se me partió el alma, porque cuando eres niña ves que tus mayores parecen inmortales, que siempre están ahí y que te van a proteger y a cuidar. Te sientes fuerte, porque ellos te dan su fortaleza. Y aunque pasan los años, piensas que en su caso serán jóvenes eternamente, pero eso no es cierto y con el tiempo se vuelven frágiles y eres tú la que debes ser la fuerte, la que debes coger el mundo por montera y proteger a los más frágiles. A mí me pasó con la tía Simona, que a ojos vista era mi favorita. Por ese motivo, pedí a mis padres que eligiesen una residencia que no cayese muy lejos del centro de Barcelona para que Maya y yo la pudiésemos visitar continuamente. Nos turnábamos; lunes, miércoles, viernes y domingo las visitaba yo, y los martes, jueves y sábados lo hacía Maya. A la tía siempre le ha gustado viajar, cuando era joven se recorrió medio mundo y parte del otro. Solía traernos a mi hermana y a mí, pequeños detalles de todos sus viajes, y las dos los coleccionábamos como si de objetos preciosos se tratasen. Un collar de corales y un bolso de ante rojo fueron los preferidos de toda la larga serie de regalos con los que nos obsequiaba. Por ello y por su eterno amor, decidí que sus recuerdos no podían desvanecerse, y fue por lo que todas las semanas la llevaba una revista de viajes con los sitios que había visitado. Primero le leía las rutas y los sitios de interés, y luego la dejaba que me relatase las calles por las que había pasado, o con la gente que se había relacionado. ¡La verdad es que le encantaba y le hacía sentirse viva! Y así, sin más, todas nuestras tardes eran especiales, porque cada día visitábamos distintos lugares en los que perdernos, en los que respirar aire puro, y en el que seguíamos siendo jóvenes.

Viendo a tía Simona tan jovial, jamás llegué a pensar que un día se pudiese hacer mayor. Ella es de esas personas intrépidas, que no se las pone nada por medio. Si te tiene que decir algo, simplemente pronuncia las palabras con tal naturalidad que te acabas dando cuenta de que te ha resumido tu vida en pocas palabras: «Lola cambia de aires». Esas han sido sus últimas palabras en la visita del domingo.

La encontré un poco más apagada de lo normal.

—Lo que sucede es que he pasado mala noche hija, eso es todo. La compañera de habitación ha estado roncando como si no hubiese un mañana, y claro, mi sueño se ha quedado en el aire. Pero, bueno Lola, ¿qué tal te va todo? ¿Cómo andas con tus fotos, y con Marc?

De pronto sentí una punzada aún más aguda, una especie de aguijón aterrizó en mi brazo izquierdo. Se llamaba dolor.

—Bueno, tía, podríamos decir que Marc y yo ya no somos pareja.

—¿Y esta vez qué ha sucedido hija?

Lo dijo como sino le extrañase en absoluto que hubiésemos roto.

—Simplemente se acabó el amor.

—Lola hija, ¿estás segura de que eso era amor?

—¿Y por qué piensas que no nos hemos amado?

Porque cuando amas a alguien lo aceptas todo. Te mueves al unísono, es tu sol, tu centro, y es él quien te sostiene. Amas sus imperfecciones, y sus perfecciones; su voz, sus movimientos, sus miradas. Él es el lago en el que mecerte. Dejas de existir, y solo vives para él. Te levantas y te acuestas echando de menos su olor, respiras porque es la única manera de asegurar tu existencia a su lado, te doblegas, evolucionas, todo para crear la perfecta sintonía. Porque él eres tú, al final te has fundido y sus labios te envuelven y ya no sabrías distinguir donde empiezas tú y donde acaba él. Es un sentimiento incontrolable que nubla tu mente por completo.

—Lola, creo que eres una soñadora nata —me respondió tía Simona—. Quiero que esta noche cuando estés un rato a solas, escribas lo que de verdad es el amor para ti, y desarrolles todo, no te quedes con nada. Y cuando lo tengas, ven y léemelo.

Mi visita duró hasta las siete de la tarde, luego decidí pasear y tomar un helado. Llegué alrededor de las ocho y media de la tarde a mi piso. Sin ninguna excusa, sin más me puse a escribir lo que de verdad era el amor para mí, y decidí en aquel instante, que además de que me escuchase tía Simona, también se lo leería a aquel tipo simpático de la terapia.

Me repetía una y otra vez qué esperaba yo del amor, si era algo que podría existir en mi vida. Al coger un folio en blanco escribí las cinco palabras claves

Para mí el amor es… y de pronto todo cobró vida…

Un tren de largo recorrido, en el murmullo de tus besos, en la cotidianidad de tus días, en el deseo denuestros cuerpos.

No quiero ser una parada, ni una estación. Deseo ser el maquinista de tus atardeceres, de tus recodosde felicidad, de tus noches en vela… Lo quiero todo de ti, tus ojos ardientes, tu boca sedienta de mis besos,tus manos entre las mías extendiéndose a lo largo de mi cuerpo. El deseo poderoso de llenar ese vacíoirrefrenable que nos une, en esa oscuridad desgarradora que siento cuando no te veo, cuando noto tuausencia, la frialdad en tus ojos, el muro que has construido… Tan solo mi luz, mi calor, mi amor puedendisolverlo y volver a lo que éramos… dos almas perdidas en busca de afecto, de comprensión, de sueños.

Porque el amor, cariño mío se alimenta con el calor, tú amor, eres mi fuente de energía, la felicidad en elrecorrido de una vida en el que figuras Tú.

En el que me haces reír, sentir, vivir, juventud infinita e instante presente. ¡Y me conformo contampoco!

Estoy tan perdida en este agujero negro, que con tan solo me mires, y te detengas por un instante en unapalabra, en un gesto, en una mirada... Con ello es suficiente. No necesito más que tu compañía o lo quepuedas ofrecerme, porque mi amor se llena con muy poco, con un simple suspiro, con un atardecer juntos, conun «¿para cuándo nos vemos?», o con un simple «hasta pronto». Porque cuando amas, el tiempo se detiene,los sueños se paralizan y dejas de vivir. Porque ya no eres tú, hay alguien más, y aunque quieras obviarlo losabes. Tú eres el único espectador de nuestra historia, algo naciente que tiene nombre y que sé que está ahíesperándome, con otra forma y otra luz, un amor que no esté condenado desde el momento. Porque hay vecesen la vida que perdemos lo que queremos por miedo a perdernos. Porque el amor quema, abrasa, paraliza y ala vez es tan poderoso y perfecto, que a veces preferimos vivir en nuestra cueva personal, que en la luzcentelleante y poderosa, que nos invita a contemplar el desnudo de nuestros cuerpos y a recorrer cada recodoy cada momento como si fuese el último instante de nuestro vida. Porque al final te vas dando cuenta, de quees tan difícil controlar las emociones. Porque siempre hay uno que ama más, que necesita más que el otro, ytambién que sufre más. Y yo amor, necesito un amor libre, capaz, independiente; no un amor cerrado, posesivoy de miras cortas. Quiero un amor verde como la pradera, como la primavera naciente, como el color de tusojos, que ellos sí que saben amar. Un amor eterno, que sea perenne en los inviernos y cálido en los veranos. Enel que no se note el paso de las estaciones, sino el madurar de sus frutos.

¡Eso es para mí el amor!

CAPÍTULO 4. Confesiones

Son cerca de las ocho de la tarde, de un miércoles soleado. El mar está en calma y hay varias personas corriendo por la arena al atardecer. Me gusta mucho contemplar el atardecer tomando una cerveza fresquita y esperando a que lleguen Maya y Ceci y me comenten qué tal las ha ido el día.

Hoy tengo muchas novedades que contarlas, pues estos días me he cerrado en mi caparazón, y con escribir y escucharme he tenido suficiente. Hasta he dejado aparcado por unos días el reportaje fotográfico que me pidieron para Vogue.

«Amor en estado puro» es el título que le ha dado la editora. Paradoja, he pensado, yo rota en mil pedazos y tirando fotos de la felicidad ajena. La he llamado y la he comentado que me encuentro en un estado febril terrible, y que durante esta semana me va a ser imposible salir de casa. Ella, no me ha puesto ninguna objeción, pues sabe que soy una trabajadora incansable y me ha concedido un plazo extra de diez días. Cosa, que a esta altura agradezco muchísimo, puesto que tengo el corazón como un vaso que puede estallare en cualquier momento y necesita su tiempo para reconstruirse de nuevo.

A lo lejos, veo aparecer a Ceci y a Maya. Hace aproximadamente veinte días que no las veo. Creo que es la vez que más tiempo ha transcurrido desde que las tres nos tomamos una cerveza. Las he puesto varias excusas; que si trabajo para arriba, que si trabajo para abajo, que si Marc ha venido inesperadamente a verme, patatín, patatán.

—¡Lola, guapaaa! —gritan las dos al unísono mientras se acercan. Me detengo a contemplarlas. Ceci viste unos vaqueros ajustados con una americana que la sienta como a un guante. Maya por el contrario lleva un traje de seda rojo, con unas bailarinas del mismo color.

Mi look mejor ni os los describo, pues llevo unos días de bajón, y sigo con la misma coleta alta y la camiseta de hace tres días.

—¿Qué tal va todo Lola? —me pregunta Ceci.

—Bueno, pues no me puedo quejar, la verdad mucho curro. —Las dos me miran al unísono y me preguntan si estoy bien. Empiezo a llorar sin apenas darme cuenta.

—¡Hombre, bien del todo no pareces estar hermanita!, —responde Maya de la forma más natural posible.

—¿Hay algo que quieras o debas contarnos?

Las miro, me conocen mejor que yo a mí misma. Si trato de ocultarlo en menos de diez segundos me freirán a preguntas.

—Marc y yo hemos roto. —Se miran como si no les sorprendiese del todo la noticia—. Se ha liado con una compañera de trabajo, de lo más ZZZZ, no quiero decir la palabra. Me prometí a mí misma, que iba a dejar de decir tacos, pero en el caso de Lisa, hasta esa palabra sería de lo más amable. Ya que ella es fría, maleducada, calculadora, materialista, trepa y mentirosa. Vamos yo no la conozco, pero es lo que me han contado mis colegas del curro. Dicen que siempre se sale con la suya mintiendo, golfeando con quien puede. Así que, como podéis comprender, llevo unos días que no han sido los mejores de mi vida. Además, el imbécil, calificativo que a partir de ahora se ha ganado gustosamente, ha pasado por el piso a recoger lo que quedaba de sus pertenencias, y me ha mirado con cierto aire de indiferencia, como diciendo «ahí te quedas mona». Si según me miraba el cretino, bien podía parecer que era él el que me dejaba a mí y no a la inversa. ¡Maldito Marc! Cuando ha recogido todo y me he asomado por la ventana he visto que le acompañaba la lagartona pelirroja. Con la misma pinta de siempre: pelo impoluto, bien vestida, y maquillada, pero con una cara que no engaña a nadie. Si ya lo sabía yo, que seguro que me la pegaba, y mira que me habíais avisado más de una vez, pero yo cieguita de mí, me ponía las manos sobre los ojos en señal de no querer ver más allá, y date.

Todo aquello parecía un monólogo. Las dos no me interrumpieron, hasta que yo misma estuve dispuesta a detener mi perorata. Cuando por fin, desinflada de tanta rabia, ira y malestar que me recorría por el cuerpo, dejé de hablar, intervino Maya.

—Lola, no te castigues más. Los errores son parte del aprendizaje.

—¡Jobar Maya!, si es que cometo un error tras otro. A estas alturas ya debía de haber aprendido una gran lección en mi vida, y sigo igual de ingenua y con los mismos fracasos amorosos.

—Cariño, ya sabes que siempre digo a mis pacientes, que, el fracaso no existe, sino que nos enseña algo que debíamos aprender y que aún no hemos aprendido.

—Hermanita, te agradezco que me animes… pero esta vez estoy para estudio. Ninguna relación me ha funcionado en treinta y cinco años. Ya no sé, si no soy lo suficiente afectiva, atrevida, sexy o guapa. He empezado a dudar de mis capacidades…

Esta vez fue la guapa de Cecilia la que intervino.

—Como te oiga hablar así de ti misma, te voy a dar una patada en el culo. Y quizá con el dolor se te avive el ingenio. Tienes que verte como una mujer irresistible, segura, una gran profesional y una buena persona.

—¡Ceci, así es como te ves tú y te vemos las demás! Si yo tuviese tus ojos verdes, tu culo prieto, y tus largas piernas otro gallo cantaría.

—Te confundes Lola, el tener un aspecto bonito ayuda mucho, pero si tú no te modelas por dentro y crees en ti misma, estás perdida. Puedes pasar de mujer inteligente a mujer florero en cuestión de segundos. Así, me vieron a mí, muchos de los hombres con los que he salido, y un día me prometí que eso se había acabado. Yo no tenía que ser el ideal de ninguno de ellos, tan solo ser yo misma. Y el día que uno se enamorase de mis cualidades y mis defectos, y a mí me gustasen los suyos, llegaría el entendimiento, y por eso a día de hoy sigo soltera como tú, jajaja…

—Vale Ceci, puede que tengas razón, pero es que tantas relaciones fracasadas me están hundiendo un poco la autoestima. Pero por lo visto hay algunas que se enganchan a todos. ¡Pero bueno!, ¿para qué perder el tiempo pensando en dos impresentables?, que les den dos duros. Si hasta me ha hecho un favor, que se quede con semejante perlita…

Según pienso esto varias lágrimas me recorren el rostro, y esas lágrimas dan paso a más, y un mar salado me atraviesa la garganta, hasta que la camarera me pregunta si me pasa algo y sin quererlo me bebo tres vinos en diez minutos y paso del llanto a la alegría.

Mis dos amigas, me abrazan, me acarician el pelo y me dicen que no me preocupe, que todo va a salir bien. Que cuento con ellas que me quieren, que todas somos una familia, y que es mejor estar sola que mal acompañada.