Entrenamiento para el tiempo del fin - Randy Maxwell - E-Book

Entrenamiento para el tiempo del fin E-Book

Randy Maxwell

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Beschreibung

Utilizando la poderosa analogía del campo de entrenamiento, Maxwell repasa hábilmente los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14 a través de la lente de un carácter a semejanza del de Jesús. El resultado es un llamado fresco y provocativo para un entrenamiento de transformación gracias a las profecías, no solo de información sobre profecías. "Entrenamiento para el tiempo del fin" es un libro que busca generar un cambio radical, que te inspirará a darlo todo por Jesús. ¿Estás listo para aceptar el desafío?

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Entrenamiento para el tiempo del fin

¿Aceptas el desafío?

Randy Maxwell

Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.

Tabla de contenidos
Tapa
Dedicatoria
Reconocimientos
Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Epílogo

Entrenamiento para el tiempo del fin

¿Aceptas el desafío?

Título del original: Boot Camp for the Last Days, Pacific Press Publishing Association, Nampa, ID, EE.UU., 2016.

Dirección: Pablo M. Claverie

Traducción: Natalia Jonas

Diseño del interior: Giannina Osorio

Diseño de tapa: Andrea Olmedo Nissen

Ilustración: Shutterstock (Banco de imágenes)

Libro de edición argentina

IMPRESO EN LA ARGENTINA - Printed in Argentina

Primera edición, e-Book

MMXIX

Es propiedad. Copyright de la edición en inglés © 2016 Pacific Press® Publishing Association, Nampa, Idaho, USA. Todos los derechos reservados. Esta edición en castellano se publica con permiso del dueño del Copyright.

© 2018 Asociación Casa Editora Sudamericana.

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.

ISBN 978-987-701-967-4

Maxwell, Randy

Entrenamiento para el tiempo del fin : ¿Aceptas el desafío? / Randy Maxwell / Dirigido por Pablo M. Claverie. – 1ª ed. – Florida : Asociación Casa Editora Sudamericana, 2019.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: online

Traducción de: Natalia Jonas.

ISBN 978-987-701-967-4

1. Escatología. I. Claverie, Pablo M., dir. II. Jonas, Natalia, trad. III. Título.

CDD 236

Publicado el 08 de julio de 2019 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).

Tel. (54-11) 5544-4848 (Opción 1) / Fax (54) 0800-122-ACES (2237)

E-mail: [email protected]

Web site: editorialaces.com

Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor.

Dedicatoria

A la familia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Kuna, Idaho, EE.UU., que se arriesgó con este pastor novato, y nos permitió a Suzette y a mí servirlos por diez años. Gracias. Permanezcan preparados.

A mi tía, Bárbara Barker, que pasó al descanso cuando este libro estaba en las últimas etapas de publicación. Ella se distinguió en el entrenamiento de Dios. No puedo esperar para ver que esta “madre de Israel” y guerrera de la oración reciba su “medalla de honor” de Cristo aquel “día de graduación”.

Reconocimientos

Jason Whitson: Sin tu aliento (o, mejor dicho, ¡insistencia!), este libro quizá nunca hubiera llegado a ser publicado. Gracias por el empujón.

Amanda Withers: Estoy feliz de que mi séptimo libro terminó estando entre tus primeros proyectos como editora. (¡La misma tarea a la que me llamó Dios hace treinta años! ¿No es divertido servir a Dios?) Te queda bien. ¡Gracias!

Introducción

Unas tres horas antes de sentarme a escribir esta introducción, recibí un mensaje de texto de una amiga cuyo hijo sirve en el Ejército de los Estados Unidos. Percibí en su mensaje un dejo de ansiedad, al leer la noticia de que la base en la que estaba su hijo sería cerrada de emergencia a causa de un ataque inminente. No se le permitía a nadie salir de la base. El enemigo (sí, estoy siendo ambiguo de manera intencional) estaba acopiando armas para un ataque a gran escala en contra de la base.

Inmediatamente, le solicité al Dios del cielo que proveyera un escudo de protección alrededor de este soldado, a quien había tenido el privilegio de pastorear y ver crecer. Oré para que los planes del enemigo fallaran, y ni el joven ni los demás soldados de la base fueran heridos. Todo su entrenamiento ahora iba a entrar en juego en una situación real de vida o muerte.

La amenaza inminente que enfrenta mi joven feligrés no es más que un microcosmos de la amenaza inminente que nuestra nación y nuestro mundo enfrentan de un enemigo cósmico. “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efe. 6:12, RVR).

Al escribir esto, no pasa una semana en que no haya un acto de terrorismo importante en el extranjero y en mi nación (los EE.UU.). Las banderas flamean a media asta tan a menudo ahora, que aquella se ha convertido en la posición predeterminada. Los disparos de oficiales de policía a ciudadanos que no realizaron provocación alguna y las emboscadas en represalia a esos oficiales nos han horrorizado y han puesto a la nación al límite. El temor a que organizaciones terroristas extranjeras creen caos en suelo estadounidense puede verse desplazado ante ciudadanos estadounidenses que combaten unos contra otros con retórica y con armas.

“Y el derecho se retiró,

y la justicia se puso lejos;

porque la verdad tropezó en la plaza,

y la equidad no pudo venir” (Isa. 59:14, RVR).

Lo que está sucediendo literalmente en cada parte del planeta no es una prueba. Es una verdadera emergencia, y este libro trata acerca de estar espiritualmente preparados para lo que vendrá. Es un “entrenamiento básico” para los últimos días y, como todos saben, el entrenamiento básico ocurre en un campo de entrenamiento. ¡Bienvenido a este campo!

El entrenamiento transforma a un civil en un soldado. Es un momento de enfoque, intensidad y disciplina, y un momento para aprender habilidades de supervivencia. Como mi joven amigo está descubriendo en este momento, su entrenamiento fue real porque la guerra es real. Nuestro entrenamiento también debe ser real, porque la guerra en la que estamos involucrados, visible e invisible, es igual de real.

Pero ¿qué “entrenamiento básico” necesitamos? La Palabra de Dios, con toda seguridad; y más específicamente, los mensajes de los tres ángeles en Apocalipsis 14. Estos mensajes especiales, los últimos que fueron dados para los habitantes de la Tierra antes del regreso de Jesús, contienen tanto instrucciones como el entrenamiento necesario para afrontar la crisis venidera.

Aunque el capítulo 14 de Apocalipsis puede ser territorio conocido para ti, por favor no asumas una actitud de sabelotodo. Espera. Quiero repasar estos mensajes a través de la lente de un carácter semejante al de Jesús. Este no es otro campo de entrenamiento de información sobre profecías. Es un campo de entrenamiento de transformación gracias a las profecías. Todo tiene que ver con el carácter; y si nos perdemos eso, somos vulnerables al ataque. No nos sirve absolutamente de nada conocer la identidad de la bestia, si no conocemos a Jesús.

Más que un bloqueo de emergencia, es hora de resguardarnos... de resguardarnos en el evangelio verdadero y eterno; de resguardarnos en el verdadero descanso sabático; de resguardarnos en la Palabra, y de resguardar nuestro compromiso; de resguardarnos en una relación real con Dios que permita que Jesús sea evidente en todo lo que hacemos y decimos.

Este es el punto principal de este libro: si Jesús no es evidente en mi vida, si no es el deseo y la obsesión de mi corazón, puedo perderme el verdadero propósito de la profecía: prepararme para estar con aquel a quien amo. No solo nos estamos preparando para la guerra; también nos estamos preparando para una boda. ¿Estás listo?

Como hago por mi joven amigo que está en peligro, oro al Dios del cielo por un escudo de protección alrededor de nosotros al entrar en su campo de entrenamiento. Oro para que los planes del enemigo fallen, y que nada nos impida la transformación de carácter que necesitamos con el fin de estar listos para la boda y tomarnos en serio la guerra.1

1 Los textos bíblicos utilizados han sido extraídos mayormente de la Nueva Versión Internacional, salvo donde se indique otra versión, como por ejemplo la Reina-Valera Revisada de 1960 (RVR).

Capítulo 1

En forma para el cielo

“Por eso, dispónganse para actuar con inteligencia; tengan dominio propio; pongan su esperanza completamente en la gracia que se les dará cuando se revele Jesucristo” (1 Ped. 1:13).

¡Jesús vuelve pronto! ¡Oh, basta de eso! Si no vino a finales de 2015, ¿cuándo vendrá? Para muchos, las condiciones no podían haber sido más adecuadas. Septiembre de 2015 fue una perfecta tormenta apocalíptica. Un papa jesuita llegó a los Estados Unidos y se dirigió al Congreso de ese país, algo que ningún papa había hecho. La cuarta “luna roja” ocurrió el 27 de septiembre. El año shmita (sabático) terminó. El rapto debía ocurrir durante Rosh Hashanah, y el mundo debía terminar a manos de CERN, una instalación científica nuclear ubicada en Suiza que experimentaba con separar la llamada partícula de Dios. Algunos predijeron que la Tierra sería vaporizada el 23 de septiembre.

Pero la perfecta tormenta apocalíptica pasó, y los incrédulos levantaron sus copas para brindar por sobrevivir en otra fiesta del fin del mundo más. Seamos realistas. La mayoría de las personas ni siquiera eran conscientes de todos esos matices del tiempo del fin. Fue simplemente un mes más.

¿Jesús vuelve pronto? Sí, seguro.

Había incrédulos en cuanto al primer advenimiento de Jesús; había incrédulos en cuanto a su resurrección; y hay incrédulos hoy, en cuanto a su segunda venida. No es nada nuevo. Pero, si nos contamos entre quienes creen que él volverá, ¿de qué manera esa creencia tiene un impacto en nuestra vida? Esta es una pregunta importante, que amerita estudio y discusión más extensos.

¿Por qué es importante procesar lo que significa estar listos para la venida de Cristo, y cómo afecta nuestra vida diaria? Porque muchos están perdiendo la fe en el momento en que más necesaria es. Este libro nos llevará a un examen introspectivo; uno que nos deja en el campo de entrenamiento de Dios para los últimos días.

Cuando escuchas las palabras campo de entrenamiento, probablemente pienses en disciplina, entrenamiento riguroso y trabajo duro... y estarías en lo correcto. ¿Qué hace que los campos de entrenamiento sean diferentes? La diferencia está en el enfoque y en la intensidad. Tengo un DVD de ejercicios para bajar de peso que contiene tres tipos de ejercicios: cardiovascular, fortalecimiento muscular y entrenamiento. Comencé a investigar sobre los entrenamientos, y decidí probar este. Inmediatamente noté una diferencia: ¡tenía un ritmo más rápido, con menos descansos e intensidad creciente!

Se lleva a cabo un entrenamiento fuera de lo común para producir un resultado fuera de lo común. El entrenamiento es ponerse serio sobre aquello que tomas en serio. No hay un entrenamiento para vivir en el sofá; ¡y tampoco hay un entrenamiento para sentarse a calentar un banco de iglesia!

En las Fuerzas Armadas, el entrenamiento también se conoce como entrenamiento básico. Por muchas preguntas y comentarios que he escuchado, es evidente que nos vendría bien un entrenamiento básico sobre qué creemos y por qué; cómo buscara Cristo diligentemente durante los días de espera antes de su regreso.

Le pregunté a un miembro de mi congregación llamado Brian (un veterano de la Guerra de Irak) sobre su experiencia en el campo de entrenamiento. Él confirmó el aspecto transformador del entrenamiento, al contarme que te convierte, de un individuo, en algo que el Ejército considera educable. Dijo que el objetivo que tienen es destruir todo pensamiento independiente, lo cual se alinea perfectamente con algo que leí en Internet: “Los programas de entrenamiento están diseñados científica y psicológicamente para destruir al ‘civil’ y construir desde cero un miembro de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos orgulloso, dedicado y en buena condición física”.2

Aprendes a ser un adulto. Aprendes disciplina. Te dan un uniforme y un corte de cabello, y ni siquiera has conocido todavía a un sargento instructor. De hecho, puede que te den el corte de cabello y el uniforme un par de horas antes de presentarte al sargento instructor; todo para enseñar la disciplina de la espera. Te enseñan lo básico sobre ser un soldado: cómo hacer tu cama, cómo obedecer instrucciones; porque si no puedes obedecer instrucciones sobre las cosas mundanas, no obedecerás instrucciones bajo fuego enemigo.

Hay un énfasis importante en el ejercicio de formación de equipo para enseñarte cómo depender de tus colegas soldados. Te forman en parejas con un compañero de batalla (generalmente, tu compañero de barraca). Llegas a depender de él; conversan hasta tarde en la noche; y forman un vínculo. En la iglesia de Dios, ¿no necesitamos también compañeros de batalla? Personas con las que formamos vínculos, personas a las que animamos, personas con las que oramos, personas a las que ayudamos en las vicisitudes de la experiencia cristiana.

Luego de siete meses, Brian se encontró en una zona de guerra. Me dijo que el entrenamiento básico lo había preparado, pero no lo comprendió hasta que les dijeron que se prepararan para disparar mientras cruzaban un puente. Pensó para sus adentros: Caramba, quizá tenga que dispararle a alguien, y alguien podría dispararme a mí. Y agregó: “El entrenamiento básico me ayudó; hubiera entrado en pánico. Las Fuerzas Armadas hacen un muy buen trabajo en convertirte en soldado”.

Y ¿en qué clde ase cristiano adventista del séptimo día nos están convirtiendo a ti y a mí? ¿Lo sabemos acaso? Nuestro texto bíblico base es el Folleto de Reclutamiento: “Por esto, arremánguense, preparen su mente, estén totalmente listos para recibir el don que recibirán cuando Jesús llegue. No vuelvan perezosamente a aquellas malas costumbres que tenían, a hacer solo lo que tienen ganas de hacer. Entonces no conocían una forma mejor; pero ahora sí. Como hijos obedientes, permitan ser guiados a una forma de vida acorde a la vida de Dios, una vida enérgica y brillante en santidad. Dios dijo: ‘Yo soy santo; sean ustedes santos’ ” (1 Ped. 1:13-16, The Message).

¡Completamente dedicados!

Estamos siendo entrenados para la santidad, y eso significa que tenemos que pasar por una transformación. Así como un campo de entrenamiento militar transforma a civiles en soldados, nosotros necesitamos una transformación de feligreses “civiles” a discípulos del Señor Jesucristo completamente dedicados. Discípulos que estén listos para su regreso; discípulos que estén comprometidos con hacer la voluntad de Dios en lugar de la suya propia; discípulos que no entren en pánico cuando las flechas encendidas del enemigo comiencen a volar; discípulos que estén en forma para el cielo. El entrenamiento tiene que ver con estar listos para la boda y tomarse en serio la guerra.

Comencemos nuestro entrenamiento con una historia conocida. De cierta forma, es un entrenamiento nupcial que prueba que las bodas son un asunto serio; especialmente esta:

El reino de los cielos será entonces como diez jóvenes solteras que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran insensatas y cinco prudentes. Las insensatas llevaron sus lámparas, pero no se abastecieron de aceite. En cambio, las prudentes llevaron vasijas de aceite junto con sus lámparas. Y, como el novio tardaba en llegar, a todas les dio sueño y se durmieron.

A medianoche se oyó un grito: “¡Ahí viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!”

Entonces todas las jóvenes se despertaron y se pusieron a preparar sus lámparas. Las insensatas dijeron a las prudentes: “Dennos un poco de su aceite porque nuestras lámparas se están apagando”.

“No –respondieron estas–, porque así no va a alcanzar ni para nosotras ni para ustedes. Es mejor que vayan a los que venden aceite, y compren para ustedes mismas”.

Pero mientras iban a comprar el aceite llegó el novio, y las jóvenes que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas. Y se cerró la puerta.

“Después llegaron también las otras. “¡Señor! ¡Señor! –suplicaban–. ¡Ábrenos la puerta!”

“¡No, no las conozco!”, respondió él.

Por tanto –agregó Jesús–, manténganse despiertos porque no saben ni el día ni la hora (Mat. 25:1-13).

La parte que molesta es cuando el anfitrión dice: “No las conozco” (vers. 12). ¿Por qué lo dice? Nos da una pista de que estar en forma para el cielo tiene que ver con nuestra relación con Dios.

Sabemos que esta es una parábola dirigida a los creyentes, porque tiene que ver con el “reino de los cielos”. Entonces, tiene que ver con la preparación para el cielo. En segundo lugar, las protagonistas de la historia son “vírgenes”. En el simbolismo bíblico, una virgen representa la pura novia de Cristo, en contraste con la prostituta de Apocalipsis 17, quien está vestida de púrpura y escarlata y monta una bestia escarlata. Ella representa una iglesia impura con doctrina impura. Por lo tanto, estas vírgenes representan la novia de Cristo, y todas son puras en su fe. La doctrina falsa o el error no es el problema. El problema es conocer o no conocer a Dios. Esto debería llevarnos a hacer una pausa, porque implica que uno puede poseer doctrina pura ¡y aun así no conocer a Dios! No había nada evidentemente diferente entre estas mujeres. Todas llevaban hermosos vestidos de boda. Todas llevaban las mismas lámparas, iban a la misma fiesta y tenían la misma invitación. Lamentablemente, el novio tardó, y a todas les dio sueño y se durmieron. Pero dormirse no fue el problema.

Cuando el novio finalmente llegó y las acompañantes adormecidas se pusieron de pie lo más rápido que pudieron, hubo una diferencia inmediata y distintiva entre las mujeres. La diferencia fue el aceite. En la Biblia, el aceite es un símbolo para el Espíritu Santo (Zac. 4:1-14). El trabajo del Espíritu Santo es guiarnos a toda verdad (ver Juan 16:13) e implantar las enseñanzas y los principios de Jesús en nuestra vida para que seamos recreados a su imagen. “[...] la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio” (Gál. 5:22, 23, NTV).

Las que tenían aceite poseían el carácter de Jesús. Las otras no poseían aceite, y esa es la razón por la cual el anfitrión no las reconoció. Sin el Espíritu Santo, su carácter no había cambiado, y sus luces no podían brillar.

“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Sal. 119:105, RVR). La Palabra de Dios es la lámpara, pero solo puede ser una luz si vivimos acorde con sus principios. El libro Palabras de vida del gran Maestro lo describe de esta manera: “Gracias al Espíritu Santo, la Palabra de Dios es una luz y al mismo tiempo llega a ser un poder transformador en la vida del receptor”.3

Sin el poder transformador del Espíritu Santo, permanecemos miembros de iglesia “civiles” sin cambio alguno, sin luz y sin vida espiritual. Nuevamente, Palabras de vida del gran Maestro dice: “Uno puede estar familiarizado con los mandamientos y las promesas de la Biblia, pero a menos que el Espíritu de Dios afirme la casa de la verdad, el carácter no será transformado. Sin la iluminación del Espíritu, los hombres no serán capaces de distinguir la verdad del error y caerán bajo las tentaciones maestras de Satanás”.4 Sin los principios de la Biblia implantados en nuestra vida, no se logra nada.

Por esto necesitamos estar en el campo de entrenamiento de Dios para los últimos días: con el fin de que nuestro carácter sea transformado para así darle gloria a Dios y no caer en las tentaciones de Satanás. ¿Qué es la gloria de Dios? ¿Recuerdas cuando Moisés oró y le pidió a Dios que le mostrara su gloria?5 Dios hizo que su bondad pasara frente a Moisés. Al pasar al lado de Moisés, declaró: “El Señor, el Señor, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad, que mantiene su amor hasta mil generaciones después, y que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, hasta la tercera y la cuarta generación” (Éxo. 34:6, 7). Básicamente, Dios dijo: “Muy bien, Moisés, ¿quieres ver mi gloria? Te diré quién YO SOY”. La gloria de Dios es su carácter, y “el último mensaje de clemencia que debe darse al mundo es una revelación de su carácter de amor. Los hijos de Dios deben manifestar su gloria. En su vida y carácter deben revelar lo que la gracia de Dios ha hecho por ellos”.6 El último mensaje que ha de ser llevado al mundo no es una profecía de tiempo ni un regreso a las ceremonias del Antiguo Testamento. El último mensaje para el mundo es una revelación del carácter de Dios ¡en tu vida! ¡Tu testimonio de su presencia en tu vida, cómo él te ha cambiado y transformado, es la luz del mundo!