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"Es bueno que existas". "Estás bien hecho". "Eres un don". "Tu vocación es el amor". "Dios sana". "Él hace nuevas todas las cosas". "El amor vence siempre" … Estas son algunas de las verdades que más repetimos en los cursos de Teología del cuerpo. Desde hace años somos testigos de cómo resuenan profundamente en los corazones de quienes las escuchan y los llenan de alegría y esperanza. Una de las reacciones más frecuentes entre ellos, es decir: "¿Por qué no me lo han dicho antes?". "¿Por qué siempre me he sentido insuficiente?". "¿Por qué el amor me produce miedo?". "¿Por qué la formación que recibí en mi familia y en la Iglesia relativa al amor y la sexualidad tenía -en muchos casos- un enfoque negativo, normativo y anticuado?".
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Seitenzahl: 286
Veröffentlichungsjahr: 2025
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Jaime Rodríguez Díaz | Enrique Tapia Sanz, 2025
© 2025 Editorial UFV
Universidad Francisco de Vitoria
www.editorialufv.es // [email protected]
Ilustraciones y diseño:Amor seguro España + Santiago M. López PiumaaliasSamlo, 2025
Dirección creativa:Amor seguro España + Santiago M. López PiumaaliasSamlo, 2025
Dirección Editorial :Amor seguro España
ISBN 979-13-87731-04-5
ISBN edición EPUB 979-13-87731-14-4
Depósito Legal M-10562-202
Impresión Imedisa Artes Gráficas S.L.
Printed in Spain | Impreso en España
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Impreso en España – Printed in Spain
Introducción
Primeraparte
Capítulo 1 |El hombre originario
1. Comencemos por el principio
2. Acercándonos a Génesis 1
3. Continuamos con Génesis 2
4. Significados del cuerpo: filial, esponsal, fecundo
Capítulo 2 |El hombre histórico
1. Cristo apela al corazón del hombre
2. La vergüenza
3. La concupiscencia
4. El corazón bajo sospecha
5. Eros y ethos
6. El misterio de la Redención restituye nuestra verdad originaria
7. El amor derramado en el corazón, don del Espíritu Santo
8. La pureza del corazón
Capítulo 3 |El hombre escatológico
1. La pregunta por el fin
2. Las realidades últimas
3. El encuentro de Cristo con los saduceos
4. El cuerpo de la resurrección
5. La espiritualización del cuerpo
6. La divinización del cuerpo
7. La visión beatífica
8. El cumplimiento del significado esponsal del cuerpo
9. La comunión de los santos
Segundaparte
Capítulo 4 |Virginidad cristiana
1. Virginidad cristiana, celibato y continencia por el reino de los cielos
2. Las palabras de Cristo
3. La fecundidad que viene del Espíritu
4. Soledad y comunión
5. Complementariedad entre matrimonio y virginidad
6. El significado esponsal del cuerpo como fundamento de la continencia
7. Dimensión escatológica del celibato
8. El celibato de los sacerdotes, ¿por qué?
9. ¿Qué decir de la soltería?
Capítulo 5 |Matrimonio cristiano
1. El cantar de los cantares
2. El matrimonio de Tobías y Sara
3. Efesios 5, 21-33
4. Breve excursus sobre las personas que experimentan atracción al mismo sexo (AMS)
5. Conclusión
Capítulo 6 |Amor y fecundidad
1. Buscando la verdad del lenguaje del cuerpo
2. Paternidad y maternidad responsables
3. Espiritualidad conyugal
4. Conclusión
Conclusión
AL
Francisco, Amoris Laetitia, 2016.
CDC
Código de Derecho Canónico, 1983.
CIC
Catecismo de la Iglesia Católica, 1992.
DCE
Benedicto XVI, Deus Caritas est, 2005.
DV
Juan Pablo II, Dominum et Vivificantem, 1986.
EV
Juan Pablo II, Evangelium Vitae, 1995.
FC
Juan Pablo II, Familiaris Consortio, 1981.
GS
Gaudium et Spes, 1965.
HV
Pablo VI, Humanae Vitae, 1968
LS
Francisco, Laudato Si’, 2015.
PDV
Juan Pablo II, Pastores Dabo Vobis, 1992.
PH
Congregación para la Doctrina de la Fe, Persona Humana, 1975.
PL
Patrología Latina, J.P. Migne (ed.), París 1841-1864.
RAE
Real Academia de la Lengua Española.
RH
Juan Pablo II, Redemptor Hominis, 1979.
SC
Sacrosanctum Concilium, 1963.
TDC
Juan Pablo II, Hombre y mujer los creó, catequesis sobre el amor humano Ediciones Cristiandad, Madrid 2010².
VC
Juan Pablo II, Vita Consecrata, 1996.
VS
Juan Pablo II, Veritatis Splendor, 1993.
Las citas de documentos del Magisterio de la Iglesia (Concilio Vaticano II y papas) y de la RAE están tomadas de www.vatican.va y www.rae.es.
Vosotros, hermanos míos, decidme:
¿Qué anuncia vuestro cuerpo de vuestra alma?
F. Nietzsche
Tu cuerpo es templo de la naturaleza y del espíritu divino.
Consérvalo sano; respétalo; estúdialo; concédele sus derechos
Henri Fréderic Amiel
Tenemos Sabiduría Divina en el cuerpo mortal
Paracelso
Yo no me avergüenzo de que tengo curvas y que estoy gorda, me gusta mi cuerpo
Alicia Keys
Hemos de comportarnos no como si tuviéramos que vivir para el cuerpo, sino como quien no puede vivir sin él
Séneca
Mi cuerpo está encadenado, pero ellos no tienen ningún poder sobre mi alma
A. Solzhenitsyn
El cristianismo es de las pocas religiones (¿la única?) que afirma la bondad del cuerpo, del matrimonio, del sexo, del placer humano…
C.S. Lewis
“Es bueno que existas”. “Estás bien hecho”. “Eres un don”. “Tu vocación es el amor”. “Dios sana”. “Él hace nuevas todas las cosas”. “El amor vence siempre”…
Es bueno que existas. Él, sí hace nuevas todas las cosas
Estas son algunas de las verdades que más repetimos en los cursos de Teología del cuerpo. Desde hace años somos testigos de cómo resuenan profundamente en los corazones de quienes las escuchan y los llenan de alegría y esperanza.
Una de las reacciones más frecuentes entre ellos es decir: “¿Por qué no me lo han dicho antes?”. “¿Por qué siempre me he sentido insuficiente?”. “¿Por qué el amor me produce miedo?”. “¿Por qué la formación que recibí en mi familia y en la Iglesia relativa al amor y la sexualidad tenía -en muchos casos- un enfoque negativo, normativo y anticuado?”.
ALÉGRATE
Porque leyendo este libro, ya no podrás decir que no te lo han dicho.
Atrévete a maravillarte como Elena de las respuestas que vas a encontrar.
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Elena (hemos cambiado el nombre de estas personas para respetar su privacidad) es una mujer joven con una discapacidad que le impide caminar, pero con una fuerza interior que le ha permitido hacer una carrera y tener hoy un buen puesto de trabajo. A medida que sus amigas se iban enamorando y casando, ella se iba sintiendo más y más sola. “¿Por qué yo no tengo un esposo que me quiera? ¿Por qué me ha tocado a mí esta discapacidad?” La Teología del cuerpo le respondió muchas preguntas y le cambió la mirada acerca de sí misma y de su cuerpo enfermo. Sigue luchando para levantarse y superarse cada mañana, pero hoy es una mujer alegre que ha aprendido a acogerse, abrazarse y dar gracias cada día, porque cuando Dios la creó, vio que era “muy buena” (Gén 1, 26). Hoy está convencida de que su vida es un don y ha convertido su vida en un don para los que la rodean.
Alex es un joven de treinta años con un gran corazón. Tenía sus ojos llenos de dolor e interrogantes. Había vivido una vida afectiva muy desordenada, con todo tipo de excesos y comportamientos extremos. Lejos de encontrar la felicidad, se sentía totalmente roto y vacío, lleno de dudas sobre sí mismo, escéptico del amor, temeroso del futuro. Cuando escuchó hablar sobre las heridas del pecado, comprendió qué era lo que le pasaba. Todo está en Génesis 3 y en el Sermón de la montaña. Al terminar el curso nos dijo: “Eso que habéis explicado es la Verdad que yo siempre he buscado. ¿Qué tengo que hacer para vivirla?”. Lleva tres años en camino, sanando y aprendiendo a amar.
Isabel era una empresaria muy exitosa y madre de dos hijos. Conoció la Teología del cuerpo cuando su matrimonio atravesaba una prueba difícil, de esas que uno piensa que no va a poder resolver. Estaban a punto de poner punto final… El libro de Tobías le abrió los ojos y comprendió la batalla espiritual que libran los esposos, especialmente en los momentos de intimidad. Volvió transformada y se armó de valor y paciencia para transmitir a su marido toda la belleza que había descubierto, sin que él pensara que se había vuelto loca. Desde entonces han tenido otros tres hijos. Oírlos hablar, es tocar con la mano la fuerza de la redención.
Pensando en ellos, en cientos de experiencias parecidas y en muchas otras personas que se pueden ver beneficiadas por este regalo, hemos escrito Es bueno que existas, una guía para comprender la Teología del cuerpo. Esperamos que estas páginas te sirvan de ayuda para asomarte a uno de los mayores legados de Juan Pablo II, el Papa polaco que nació en Polonia en 1920 y murió en Roma el 2 de abril de 2005.
Elegido Papa el 16 de octubre de 1978, dedicó los primeros años de su pontificado a impartir unas importantes audiencias generales, publicadas con el título Hombre y mujer los creó, catequesis sobre el amor humano y más conocidas como Teología del cuerpo. Este conjunto de enseñanzas constituye una profunda reflexión teológica y filosófica sobre el cuerpo humano, el amor y la sexualidad, y ofrece una visión renovada y enriquecida de la dignidad y la vocación del ser humano en su masculinidad y en su feminidad.
DESCUBRE
Tu ser cuerpo. Varón o mujer.
Tu ser sexuado, para ser capaz de amar
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Según su sucesor, el Papa Benedicto XVI, “Juan Pablo II ofreció al problema un nuevo tipo de enfoque antropológico, personalista, al desarrollar una visión muy diversa de la relación entre el yo y el tú del hombre y de la mujer”1. Se trata - afirma - de “un patrimonio riquísimo que todavía no ha sido suficientemente asimilado en la Iglesia”2 y señala que “existe todavía un gran trabajo por hacer de traducción de los grandes dones de la fe al lenguaje de hoy, al pensamiento de hoy”3. El Papa Francisco, por su parte, considera que “algo hermoso es aprender a interpretar y enseñar la riqueza del mensaje de san Juan Pablo II en la Teología del cuerpo” (AL 150).
George Weigel, biógrafo del Papa polaco, reconoce que “hay pocos teólogos contemporáneos que hayan aceptado el desafío implícito en la dramática propuesta de Juan Pablo”. Entre los factores que explican esta situación, señala la densidad de la aportación del Papa y la ausencia de textos que ayuden a traducir su pensamiento a unas categorías y un vocabulario más comprensibles. En efecto, la lectura de esta obra presupone una elevada cultura filosófica y teológica, lo que la convierte en algo inaccesible para muchos. “La Teología del cuerpo de Juan Pablo II es categóricamente incompatible con la época de las declaraciones de veinte segundos, o con un entorno mediático donde las ideas deben llevar la etiqueta de liberal o conservador”4.
REFLEXIONA
Tu cuerpo es un signo que comunica verdades profundas sobre tu identidad, tu vocación al amor y sobre Dios.
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Como veremos, a través de estas audiencias generales, el Papa no sólo aborda cuestiones de moral sexual y familiar, sino que también presenta una antropología teológica que resalta la sacramentalidad del cuerpo. Es decir, el cuerpo no sólo es visto como una entidad biológica, sino como un signo que comunica verdades profundas sobre la identidad humana y la vocación al amor. El cuerpo humano, en su masculinidad y feminidad, revela algo fundamental sobre Dios y sobre su plan de amor para la humanidad.
Karol Wojtyła, antes de convertirse en Juan Pablo II, ya había demostrado un profundo interés por la filosofía y la teología del amor humano. Sus obras previas, como Amor y responsabilidad (1960) y El taller del orfebre (1960), sentaron las bases para las reflexiones que desarrollaría más plenamente en la Teología del cuerpo. Las catequesis fueron pronunciadas en un contexto histórico particular: la post revolución sexual de los años 60 y 70, una época en la que las enseñanzas tradicionales de la Iglesia sobre la sexualidad se encontraron sin respuestas ante algunos interrogantes nuevos, y sin un lenguaje adecuado para el diálogo con el hombre moderno.
Tal y como señala el profesor francés Yves Semen, uno de los principales conocedores de la Teología del cuerpo:
“La Iglesia dispone ahora de un corpus teológico que le permite situarse en la vanguardia del discurso antropológico sobre el cuerpo y, por tanto, no sólo responder a los desafíos contemporáneos que desfiguran la sexualidad, deforman el matrimonio y alimentan las pretensiones ideológicas de género, sino sobre todo renovar su dinamismo misionero al servicio de la vida y de la verdad del amor, a la luz de este “Evangelio del cuerpo”5.
Creemos que la lectura de Es bueno que existas puede contribuir muy positivamente al desarrollo de la pastoral familiar y de la juventud, proporcionando una base sólida para la educación en el amor y la preparación para los retos y desafíos de la vida. Hemos querido completar las enseñanzas con una serie de testimonios vividos en los cursos de Amor seguro, escritos por una amiga común apasionada por la Teología del cuerpo, Lorea Iturrioz de Bringas, además de unas breves oraciones y llamados a la acción, que ayuden a bajar las ideas de la cabeza al corazón6.
Renovar la verdad del amor a la luz de este Evangelio del cuerpo
Esperamos así ofrecer una visión esperanzadora y redentora del cuerpo humano e invitamos a los lectores a redescubrir la profundidad y la belleza del amor tal como fue querido por Dios desde el principio. Pensamos en Elena, en Alex, en Isabel. Pensamos en otros muchos que han conocido la Teología del cuerpo y cuyas vidas se han transformado. Pensamos también en los que vendrán, en aquellos que hoy la están conociendo e inician un viaje de transformación interior, de alegría y esperanza.
La primera parte de la Teología del cuerpo responde a la pregunta de quién es el hombre. Se trata de un tratado de antropología teológica en el que Juan Pablo II reflexiona a fondo sobre la condición humana, partiendo de la lectura de tres pasajes de la Escritura y respondiendo a los interrogantes que le suscitan.
Está formada por tres ciclos, que corresponden a los primeros tres capítulos de este libro:
1. El principio. En este capítulo se analizan las palabras de Cristo cuando habla del “principio” en el Evangelio según san Mateo, refiriéndose al estado original de la humanidad. Se estudian los primeros dos capítulos del Génesis, destacando cómo la creación del hombre y de la mujer a imagen de Dios revela su vocación a la comunión y al amor. La soledad, unidad y desnudez son experiencias originarias que nos revelan el significado filial, esponsal y fecundo del cuerpo.
2. La redención del cuerpo. Tras la caída, el pecado original introduce una ruptura en la relación entre hombre y mujer, distorsionando la visión pura y desinteresada del amor. En este capítulo se examina cómo el pecado afecta la experiencia humana de la sexualidad, introduciendo el deseo desordenado y el uso del otro como objeto. Cristo, a través de su muerte y resurrección, redimió no sólo el alma, sino también el cuerpo humano. Esta redención hace posible una nueva forma de vivir la sexualidad que refleja el amor total y libre de Cristo. La pureza del corazón y la virtud de la castidad conducen a la realización plena del amor humano.
3. La resurrección del cuerpo. Este capítulo profundiza en un artículo esencial del Credo: Creo en la resurrección de la carne. En la Teología del cuerpo se explica cómo la promesa de la resurrección da una nueva dimensión a nuestra comprensión del cuerpo y la sexualidad, orientándose hacia la vida eterna, donde las relaciones humanas alcanzarán su plenitud en Dios.
Se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: «¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier motivo?». Él les respondió: «¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó varón y mujer, y dijo: ‘Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne’? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre». Ellos insistieron: «¿Y por qué mandó Moisés darle acta de divorcio y repudiarla?». Él les contestó: «Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero, al principio, no era así»
Mateo 19, 3-8
En el principio… al principio… (απ’αρχης). Todo ser humano se pregunta, alguna vez en su vida, de dónde vengo, cuál es mi origen. Sabemos que nuestro origen biológico es la fusión de dos gametos, uno masculino (espermatozoide) y uno femenino (óvulo); (por cierto, el término “gameto” proviene del griego γαμετή -esposa- y γαμέτης -esposo-).
Cuando le preguntan a Jesús cómo debe comportarse el hombre casado, nos remite a un origen más lejano. Más lejano aún que la ley de Moisés, sagrada para los judíos. Jesús nos remite al origen del ser humano, al origen de la creación. Es como si nos dijera: “¿Quieres saber cómo has de comportarte? Entonces lo primero que tienes que hacer es comprender quién eres, de dónde vienes, cuál es tu origen”.
PREGÚNTATE
¿Quién eres?¿De dónde vienes?¿Cuál es tu origen?
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El libro del Génesis contiene dos relatos diferentes sobre la creación del mundo y del ser humano. Pero antes de comentarlos, digamos una palabra sobre cómo se ha de interpretar la Biblia correctamente.
Una lectura fundamentalista, según la cual la Escritura debe ser leída e interpretada literalmente en todos sus detalles, no es adecuada. La Biblia ha sido escrita por autores humanos, inspirados por Dios, pero con todos los condicionamientos culturales e históricos del ser humano. Los autores de los textos bíblicos escribían según los conocimientos de su época, con el lenguaje y los géneros literarios y la cultura de su época (cosmogonías, poesías, narraciones…). No hay que confundir los aspectos humanos externos que revisten el texto bíblico con la sustancia del mensaje que Dios quiere comunicar a través del mismo.
La Biblia es una carta de amor de Dios al hombre
La Biblia no es un libro de historia, o de física, o de biología, no. Es un libro sagrado que, junto con la Tradición y el Magisterio, es la fuente de la teología, es decir, contiene el mensaje de Dios al ser humano, es como una carta de amor de Dios al hombre que le explica cuál es su origen y le revela su vocación al amor. La Biblia es un texto que nos revela, en parte, quién y cómo es Dios, y cuál es su designio de amor para el ser humano y las demás criaturas. Como escribió Galileo Galilei, los autores de las sagradas escrituras, y Dios a través de ellos, no han pretendido enseñarnos la constitución y movimientos del cielo y de las estrellas. Su intención no es enseñarnos cómo es el cielo, sino cómo se va al cielo.
Apliquemos esto a los relatos del Génesis sobre la creación: la intención del autor no es enseñarnos cuándo fue el origen del universo, o cuánto duró la formación de las estrellas, o cómo es biológicamente el hombre, o cosas por el estilo que competen a otras ciencias (astronomía, física, biología…). El mensaje, sustancialmente, es otro: que hay un Dios, creador de todo lo que existe, creador también del ser humano, modelado a imagen y semejanza de Dios, y las consecuencias que de esto se derivan.
Vayamos ahora a los textos. El primer relato de la creación del hombre (cuya fuente es llamada eloísta) dice así:
Dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y los reptiles de la tierra». Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó. Dios los bendijo; y les dijo Dios: «Sed fecundos y multiplicaos»
Génesis 1, 26-28a
Juan Pablo II califica este relato como objetivo o metafísico, en contraste con el segundo relato de Génesis 2 que califica como subjetivo o psicológico. El motivo es que, en este primer relato, se narra la creación desde una perspectiva externa, como si el narrador fuera un espectador que describe los hechos objetivos, tal y como sucedieron. Y este relato, tiene importantes enseñanzas de tipo metafísico, es decir, que van más allá de lo físico, de lo que se puede observar, y que tienen que ver con la constitución última del mundo y del hombre.
Lo primero que nos llama la atención es que Dios emplea la primera persona del plural: «Hagamos». Mientras que en la creación del sol, de la luna, de las estrellas y de los animales Dios “dijo” y con su Palabra creó, en la creación del ser humano parece como si Dios se detuviera un momento y entrara en diálogo consigo mismo. El plural, según algunos Padres de la Iglesia, nos revela que Dios es Trino. Se trata de un plural trinitario, es como si el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se detuvieran a deliberar. Se nos enseña así que lo que Dios va a crear a continuación es algo nuevo que hasta entonces no existía. Dios está creando un “tú” a quien poder revelarse y con quien podrá establecer una Alianza de amor. Es algo único en todo el universo, mejor aún, es alguien único.
HAGAMOS
Dios se detiene, los tres dialogan, TÚ, eres llamado a ser y existir.
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En el primer capítulo del Génesis, al final de cada día de la creación, se repite que lo que Dios crea (el cielo, la tierra, las plantas, los animales, etc.) es bueno. Hay una bondad ontológica en todas las criaturas; en otras palabras, todo lo que existe es -al menos en parte- bueno, participa de la bondad de Dios. Dios no se equivoca al crear, no crea basura. Todo lo que crea es bueno. Y en medio de toda la creación, el hombre es la única criatura que Dios crea a su imagen. Cuando Dios crea al ser humano, la Biblia no dice solamente que era bueno, sino que era “muy bueno”. Todos nosotros podemos volver al momento de nuestra creación, cuando pasamos de la nada al ser, y escuchar la voz de Dios que nos dice: “te he creado porque te amo”, “estás bien hecho”, “es bueno que existas”.
ESCÚCHALO
Te he creado por amor y eres muy bueno.
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La felicidad última del hombre no es tanto el fruto de hacer cosas buenas, sino de volver al origen, al acto creador de Dios. La felicidad según el Génesis no es sólo el resultado de una vida ética y virtuosa, sino una condición del hombre que ha sido creado por amor y que está bien hecho. Según la Biblia, no valemos por las cosas buenas que hacemos, sino por quiénes somos. Todo hombre puede remontarse al “hágase” original y agradecer al Creador por el don de existir. Es lo que Juan Pablo II denomina radicarse en el Amor: es como decir, echar las raíces en el fundamento del Amor del que venimos.
La frase “a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó” es quizá de las más profundas de toda la Biblia
La frase “a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó” es quizá de las más profundas de toda la Biblia. Diversos autores han explicado que la imagen de Dios está en el hecho de que el hombre, a diferencia de los animales, es autoconsciente y libre. También han señalado que el hombre es creado el último día, en la cúspide de toda la creación. Está por ello en medio, entre Dios y los demás animales y criaturas, ocupando un lugar singular y único. El hombre aparece como el lugarteniente de Dios, como aquel que hace las veces de Dios y está llamado a gobernar la tierra en su nombre: “llenad la tierra y sometedla” (Gén 1, 28). San Pablo escribirá: “todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios” (1 Cor 3, 16). Evidentemente, todos estos aspectos tienen que ver con la imagen de Dios en el ser humano.
Es llamativo el paso del singular al plural: lo creó, los creó
ALÉGRATE
Te creó a su imagen, varón te creó, mujer te creó.
Déjate amar primero por tu creador, sé imagen suya, sé fecundo, sé comunión con otro.
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Pero además, el Génesis une la imagen al hecho de que el ser humano es creado como varón y mujer, ya que aquí radica la apertura a la comunión de las personas. Es llamativo el paso del singular al plural: lo creó, los creó. Creó al ser humano a su imagen, varón y mujer los creó. Esto significa que en la masculinidad del varón y en la feminidad de la mujer hay una imagen especial de Dios. Por eso Juan Pablo II enseña que si queremos indagar en el origen de la diferencia sexual nos tenemos que remontar al Misterio trinitario de Dios. Además, este versículo afirma que la imagen de Dios no es sólo el varón, o sólo la mujer, sino también que “varón y mujer” juntos son imagen de Dios. En la comunión de personas entre el hombre y la mujer se da, está llamada a darse, la imagen de la comunión trinitaria de amor de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios no es masculino ni femenino, no es varón ni mujer. Es una comunión fecunda de personas divinas. Pero cuando crea al ser humano, los crea varón y mujer, para permitirles convertirse ellos también en una comunión fecunda. El Credo enseña que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, es fruto del amor entre el Padre y el Hijo7. Lo que sucede en la Trinidad fuera del tiempo, sucede también en la familia cuando el amor del padre y de la madre se personifica en el hijo que procede de ambos.
Por ello, Juan Pablo II considera que la masculinidad y feminidad son don y tarea. Son un don porque el ser humano es creado varón y mujer a imagen de Dios. Son tarea porque el ser humano tiene una vocación al amor, que le conduce a la comunión de personas y a convertirse en padre y en madre. Existe una analogía entre el misterio trinitario y la familia humana. Lo afirma Juan Pablo II en su primer viaje apostólico a Puebla (México) en 1979 cuando señala que en la Trinidad encontramos la paternidad, la filiación y el amor, y lo reafirma en la Carta a las familias en 1994:
El modelo originario de la familia hay que buscarlo en Dios mismo, en el misterio trinitario de su vida. El «Nosotros» divino constituye el modelo eterno del «nosotros» humano; ante todo, de aquel «nosotros» que está formado por el hombre y la mujer, creados a imagen y semejanza divina.
Juan Pablo II | Carta a las familia, 6
Esto nos permite comprender mejor a las familias partiendo de la Trinidad como su fuente y modelo, descubriendo que la comunión de las personas es una participación en la comunión trinitaria. La familia es el ámbito en el que la persona experimenta que es un fin en sí misma, pero no es fin de sí misma, porque sólo se puede realizar mediante el don sincero de sí (cf. GS 24).
ORA
Soy creado.Soy amado.Soy don.
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Aquí podemos hablar de la hermenéutica del don. En lo más hondo de su identidad, el ser humano ha sido creado como un don. La vida, la existencia, nos viene dada como un regalo gratuito, nadie ha pedido nacer… “Yo no nací, me nacieron”, según declara una frase atribuida a Unamuno. Es un hecho que la mayoría de las lenguas europeas emplean la voz pasiva para el verbo nacer: I was born, Je suis né, Io sono nato, Ich wurde geboren… Por ello, la tarea de la vida es aceptar el don de la propia existencia, es como decir “sí” a posteriori al hecho de ser quien soy. El hombre puede entenderse en su esencia más profunda solamente a través de la hermenéutica del don.
El cuerpo humano, con su sexo, con su masculinidad y su feminidad, visto en el misterio mismo de la creación, es no sólo fuente de fecundidad y procreación, como en todo el orden natural, sino que incluye “desde el principio” el atributo esponsal, es decir, la capacidad de expresar el amor: ese amor precisamente en el que el hombre-persona se convierte en don y -mediante ese don- realiza el sentido mismo de su ser y existir.
Juan Pablo II | Catequesis 15, 1 | 16 de enero de 1981
La verdad del hombre en el pensamiento antropológico de Juan Pablo II es doble:
1º “soy amado, luego existo”, soy objeto del amor incondicional de Dios;
2º “amo, luego existo”, la aceptación del amor me conduce al don de mí mismo. Por ello, “la vida encuentra su centro, su plenitud y su sentido cuando se entrega” (EV 51).
Como vemos, desde una perspectiva teológica, la sexualidad se relaciona con la imagen de Dios en el hombre, varón y mujer. Pero además, desde una perspectiva filosófica personalista, Juan Pablo II afirma que:
El sexo es constitutivo de la persona (no sólo atributo de la misma)
Juan Pablo II | Catequesis 10, 1 | 21 de noviembre de 1979
Esto significa que la sexualidad no se sitúa en el nivel accidental, en el de los atributos del hombre, sino en su nivel trascendental o personal. De esta manera se supera el reduccionismo de identificar la sexualidad con la genitalidad. No. La sexualidad es una dimensión transversal que afecta y modula todas las esferas de la persona: su cuerpo, su psique, su espíritu.
La persona humana, según los datos de la ciencia contemporánea, está de tal manera marcada por la sexualidad, que ésta es parte principal entre los factores que caracterizan la vida del hombre. Verdaderamente, en el sexo radican las notas características que constituyen a las personas como hombres y mujeres en el plano biológico, psicológico y espiritual, teniendo así mucha parte en su evolución individual y en su inserción en la sociedad.
Congregación para la Doctrina de la Fe, Persona Humana, 1975,1
•La dimensión biológica de la sexualidad es la más evidente. No sólo porque los genitales saltan a la vista, sino porque todas las células del cuerpo del varón están marcadas por el cromosoma XY, mientras que las células de la mujer lo están por el cromosoma XX (salvo anomalías cromosómicas).
•La dimensión psicológica de la sexualidad es menos evidente, pero también existe. Durante siglos se pensaba que el cuerpo era sexuado, pero el alma o la psique no lo era. Hoy existen numerosos estudios que hacen ver que el cerebro del varón y el cerebro de la mujer procesan de manera diferente la información y que esto influye en sus habilidades cognitivas, preferencias y comportamientos.
VÍVELO
Donarte a otro, ser comunión.
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Pero más allá de las dimensiones biológica y psicológica, Juan Pablo II se refiere al plano espiritual. La apertura relacional, que es constitutiva de toda persona, sucede en dos modos que son recíprocos y complementarios, el masculino y el femenino. Gracias a esta doble apertura existe la comunión de las personas. Por ello, el don es “la característica fundamental de la existencia personal” (TDC 14, 4).
Las consecuencias antropológicas y culturales de situar la sexualidad en el nivel constitutivo de la persona son particularmente significativas. Nos permite superar cualquier tipo de dialéctica entre los sexos o de subordinación. El género es el desarrollo cultural del sexo. La relación entre el sexo y el género viene a ser como la relación entre la persona y la cultura: se pueden distinguir, pero no se pueden separar. La diferencia sexual entre el varón y la mujer no convierte a uno en superior y a otro en inferior. Él y ella son iguales y diferentes. Son iguales en dignidad. Son diferentes y complementarios a nivel biológico, psíquico y espiritual. Los roles culturales que varones y mujeres asumen en las distintas culturas deben ser siempre conforme a la verdad de la persona y a la igual dignidad de los sexos.
La diferencia sexual entre el varón y la mujer no convierte a uno en superior y a otro en inferior
El filósofo español Julián Marías lo expresa con la imagen de las manos. Las manos del ser humano existen en una doble modalidad: la derecha y la izquierda. Si no hubiera derecha o izquierda, serían simplemente “manos”. Existe la mano izquierda porque existe la derecha, y al revés. La mano derecha puede estrecharse con la izquierda porque son iguales, en cuanto manos -una mano no podría estrecharse plenamente con un pie-, y porque son diferentes y complementarias, en cuanto izquierda/derecha.
CRÉELO
Eres una persona única, irrepetible, te enriqueces en la complementariedad con el otro que es distinto a ti.
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Según Juan Pablo II, entre el varón y la mujer existe una “recíproca complementariedad”: ambos están de algún modo incompletos e inacabados, sin el otro. No es que sean dos medias naranjas que se unen para estar completas. Son dos personas únicas, creadas a imagen de Dios, que unidas cumplen lo que solas no pueden. Esto es evidente en la procreación, porque el varón y la mujer se necesitan uno al otro para convertirse en padres. Pero el Papa polaco lo aplica también a la educación, la cultura, el trabajo, la espiritualidad… Todas las esferas de la vida deben verse enriquecidas por la complementariedad de varones y mujeres.
Leamos ahora el segundo relato de la creación del hombre, cuya fuente es denominada yahvista, porque el autor llama a Dios Yahvé. Se trata de un texto mucho más antiguo que el anterior. Lo sabemos porque utiliza un lenguaje mítico y arcaico, lleno de simbolismos y metáforas. Juan Pablo II lo denomina subjetivo o psicológico, porque el autor sagrado no sólo describe los hechos, sino que nos revela las emociones y los sentimientos de los protagonistas: Adán se siente solo, Adán se llena de estupor ante Eva, Adán y Eva no experimentan la vergüenza, etc.
Entonces el Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo e insufló en su nariz aliento de vida; y el hombre se convirtió en ser vivo
Génesis 2, 7
ASÓMBRATE
Eres polvo, barro. Eres aliento divino.
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Lo primero que nos sorprende al leer este texto es que el ser humano es polvo de la tierra y aliento divino. En Adán confluyen, se dan juntos, un elemento material, corpóreo - “modeló al hombre del polvo del suelo” - y otro elemento vital, espiritual, divino - “insufló en su nariz aliento de vida”-. Cuerpo y alma, materia y espíritu, son los dos principios vitales del ser humano en la antropología cristiana, que hunde sus raíces en el relato del Génesis.
El hombre tiene algo de divino porque vive gracias al soplo de Dios, que es su espíritu