Evguénie Sokolov - Serge Gainsbourg - E-Book

Evguénie Sokolov E-Book

Serge Gainsbourg

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Beschreibung

"Fue nuestro Baudelaire, nuestro Apollinaire... Elevó la canción a la categoría de arte", dijo en su entierro François Miterrand, y la comparación con los malditos le siente bien a Serge Gainsbourg. Autor de algunas de las más bellas canciones del siglo XX, también escribió una novela única, disparatada, cínica y filosófica, un homenaje a la pintura y la escatología en el París de los años sesenta. En palabras de John Zorn: "Nunca ha leído nada igual. 'Evguénie Sokolov' le dará escalofríos. Le dará risa. Es probable que también le dé asco. La visión de Gainsbourg es única: auténtica y convulsiva. Pero no olvide taparse la nariz."

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SERGE GAINSBOURG

Evguénie Sokolov Cuento parabólico

Traducción y prólogo: Guillermo López Gallego

EDITA A. Machado Libros

Labradores, 5. 28660 Boadilla del Monte (Madrid)

[email protected] • www.machadolibros.com

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni total ni parcialmente, incluido el diseño de portada, ni registrada en, ni transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electro-óptico, por fotocopia o cualquier otro sin el permiso previo, por escrito, de la editorial. Asimismo, no se podrá reproducir ninguna de sus ilustraciones sin contar con los permisos oportunos.

© Éditions Gallimard, 1980

© de la traducción y el prólogo: Guillermo López Gallego, 2008

© de la presente edición: Machado Grupo de Distribución, S.L.

DISEÑO DE LA COLECCIÓN: M.a Jesús Gómez, Alejandro Corujeira y Alfonso Meléndez

REALIZACIÓN: A. Machado Libros

ISBN: 978-84-9114-000-9

COPYRIGHT

PRÓLOGO

EVGUÉNIE SOKOLOV

Prólogo

TAL VEZ para explicar el enigmático subtítulo Cuento parabólico, Serge Gainsbourg declaró en varias ocasiones que Evguénie Sokolov es una novela autobiográfica. Las vidas de Sokolov y Gainsbourg coinciden en muchos puntos, efectivamente, entre los que destaca –si se hace caso de una lectura verosímil– que la flatulencia del primero es una metáfora de la fealdad del segundo; es decir, que ambos están aquejados de anomalías que los apartan de los demás y al mismo tiempo dan forma o impulso a su expresión artística. Tal vez esos malestares compartidos también puedan explicar la atracción que ambos personajes sienten por la autodestrucción, y que al menos en el caso de Gainsbourg señalaron casi todos los que lo conocieron más o menos de cerca. Pero es mejor empezar desde el principio.

Como Evguénie Sokolov, Gainsbourg era de origen eslavo, nacido Lucien Ginsburg, hijo de Joseph y Olia Ginsburg, que llegaron a Francia en 1921 después de un viaje largo y peligroso con origen en Crimea y largas escalas en Batum y Constantinopla. Joseph era un pintor frustrado que consideraba que la pintura era la más noble de las artes, aun cuando vivía de la música, tocando el piano en restaurantes y cabarés. Lucien aprendió música de él, y a su lado conoció la pintura y la literatura. Además, fue aficionado a los cómics desde muy pequeño, y, como Sokolov, los dibujaba –en su caso, la serie de Las aventuras del profesor Flippus–. A los trece años comenzó a acudir a la Académie Montmartre, entonces dirigida por Fernand Léger, al que Ginsburg despreciaba. A los quince, en enero de 1944, cuando la familia Ginsburg se vio obligada a abandonar París a causa de la ocupación nazi, Lucien ingresó en el internado de Saint-Léonard-de-Noblat, cerca de Limoges, experiencia tan traumática para él como lo es para Sokolov, y por el mismo motivo: la inadecuación. Un mes antes de cumplir los diecisiete, de vuelta en París, Ginsburg anunció a su familia que quería abandonar los estudios sin haber obtenido el título de bachillerato, provocando un drama resuelto inmediatamente con un subterfugio: estudiaría arquitectura en la Escuela de Bellas Artes, para lo cual entonces no era necesario ningún título; así, podía seguir dedicándose a la pintura, pero con la perspectiva de formarse para una profesión respetable, y por lo tanto aceptable para sus padres.