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La extraña cercanía entre el supuesto lugar de origen —el mercado húmedo de Wuhan— y el Instituto de Virología de la misma ciudad fue señalada al principio como una absoluta coincidencia. Sin embargo, más tarde se confirmó que el Dr. Anthony Fauci, Director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) había derivado dinero hacia aquel Instituto en Wuhan luego de que se decidiera que las manipulaciones de patógenos de coronavirus eran demasiado peligrosas como para ser realizadas en el ámbito local. El escándalo concluiría allí si no fuera porque el propio Dr. Fauci, el CDC y un epidemiólogo llamado Ralph Baric poseen diferentes patentes sobre detección, manipulación e intervenciones terapéuticas relacionadas con diferentes coronavirus, registradas incluso años antes de la pandemia Covid 19.
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Seitenzahl: 53
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Algo apesta… y no es solo en Dinamarca
Desde el inicio de la pandemia, tanto médicos como pacientes y especialistas han alertado sobre lo incomprensible del “nuevo coronavirus”. Tanto por el modo en que se contagia como su capacidad de letalidad, y también por las excepcionales secuelas que se han registrado. Se “certificó” que el origen era natural, se colocó al mundo bajo alarma, se obligó a los ciudadanos a permanecer en sus hogares, se cerraron las actividades al aire libre o incluso la posibilidad de hacer deportes. Se nos dio una visión unívoca de la pandemia y de lo que estaba bien: el uso de mascarillas, distancia social, confinamiento. Se nos dijo que hasta que la mayor parte de la población no estuviera vacunada, no veríamos una salida a la pandemia. Se inició una campaña de vacunación masiva, aun cuando las vacunas fueran experimentales, y al mismo tiempo se negó todo tratamiento posible, incluso si se trataba de fármacos con efectos adversos casi nulos.
Son tantas las cosas las que se fueron modificando a lo largo del tiempo que es imposible no sospechar. Por ejemplo, sólo muchos meses después de iniciada la pandemia, y por denuncias en diferentes lugares, tuvo que ser reconocido que el trabajo en laboratorios para “aumentar la capacidad patógena” de los coronavirus existía y se venía llevando a cabo desde hacía mucho tiempo. Se nos dijo luego que ese trabajo era justamente para cuidar a la humanidad ante la posibilidad de mutaciones naturales que podían terminar desatando una pandemia, como efectivamente ocurrió. Si era así, ¿por qué ocultarlo? Las sospechas iniciales acerca de la extraña cercanía entre el supuesto lugar de origen, el mercado húmedo de la ciudad de Wuhan, y el Instituto de Virología de aquella ciudad donde precisamente se llevaban a cabo manipulaciones de patógenos de coronavirus de alta peligrosidad fue señalada al principio como una absoluta coincidencia, aunque más tarde se supo que los Estados Unidos subvencionaban tales estudios y que el Dr. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) canalizaba dinero hacia aquel laboratorio, luego de que se sugiriera que los estudios eran demasiado peligrosos para que se siguieran llevando a cabo en laboratorios locales (lo cual se venía haciendo al menos desde 1999, en laboratorios de Universidades y laboratorios militares).
El escándalo que supone el hecho de que el propio Dr. Fauci, junto con el CDC y un experto en coronavirus llamado Dr. Ralph Baric, posea patentes de coronavirus modificados en laboratorios, que son incluso anteriores al primer brote de SARS- CoV en 2002, es sólo uno entre muchos hechos curiosos. El manejo de la información es clave en esta historia horrorosa: con ciudadanos aterrorizados que vieron el minuto a minuto del aumento de casos y muertes en sus pantallas la manipulación fue más fácil, y también, la renuncia a derechos tan preciados como la libertad. En esta historia se mezcla un puñado de gente poderosa y visionaria que pudo predecir casi con exactitud lo que el mundo vivió desde principios de 2020, intereses económicos claros manifestados tanto en patentes como en el desarrollo de vacunas, un control de los ciudadanos, un manejo total de la censura a través de los medios y las Big tech, para que las personas sólo accedieran a “información confiable” (y no a los delirios de los “conspiracionistas”). Revisaremos en las páginas que siguen todos esos puntos que nos hacen sospechar de esta pandemia.
Tan natural como hecho a medida
El nacimiento del “nuevo coronavirus” originalmente llamado SARS-CoV2 y luego rebautizado COVID-19, se sitúa en la ciudad de Wuhan hacia noviembre o diciembre de 2019. El origen se ha señalado en el mercado húmedo de aquella ciudad, ya que los primeros casos descriptos coincidían con el hecho de trabajar allí o haber ido a comprar en los días previos a contraer la infección. Recordemos que al inicio de la pandemia hubo acusaciones cruzadas entre los Estados Unidos (entonces con Donald Trump como presidente) y China. Mientras que el gobierno estadounidense dijo que si comprobaban negligencia por parte de China alguien pagaría por esto, desde China deslizaron la posibilidad de que la delegación norteamericana que había participado de los Juegos Olímpicos Militares en las semanas previas hubiera llevado consigo el virus hacia China.
El hecho de que en la ciudad de Wuhan, y de hecho muy cerca del mercado húmedo, aun hoy se encuentre el Wuhan Institute of Virology, que posee un laboratorio de bioseguridad de nivel 4 (BSL4, que le permite el estudio de patógenos como los causantes del SARS o el Ébola), despertó muchas sospechas. También hubo información acerca de médicos chinos que habían desaparecido luego de denunciar la existencia de un virus atípico en las semanas previas a que se diera a conocer el brote, y de médicos que denunciaban que se intentaba silenciarlos. Al ser información proveniente de un Estado autoritario y de control, donde todo es supervisado por el Partido Comunista, estas noticias permanecían en la zona de los rumores incomprobables.
El llamado “Nuevo Coronavirus” (llamado por la OMS, el 11 de febrero de 2020 con el nombre de nCOVI-19; o en inglés COVID-19, “Corona Virus Disease”, al que se agrega el año 2019) fue notificado a la OMS por primera vez el 31 de diciembre de 2019: había varios casos de pacientes con neumonía, portadores de un virus desconocido en la ciudad China de Wuhan. El virus fue aislado el 7 de enero de 2020 (una rapidez inusitada que también despertó sospechas), y entonces se supo que era de la familia de los coronavirus, que incluyen la gripe y el SARS. Las autoridades chinas anunciaron la primera muerte por este virus el 11 de enero; pero el virus ya estaba esparciéndose por el mundo. El 30 de enero, la OMS declaró la emergencia global por el coronavirus, con unas 170 muertes, y el 11 de marzo declaró al virus “pandemia global”. En aquel momento se contabilizaban más de cuatro mil muertes en todo el mundo, y en especial 118 mil casos confirmados. Es importante de señalar el énfasis puesto en los casos (y no en las muertes), porque algunos años antes la misma OMS había cambiado los lineamientos para definir una pandemia basada en la cantidad de casos, y no en las muertes como se hacía hasta aquel momento.