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El "Interruptor para Apagar Internet" o "Internet Kill Switch" como se lo conoce mundialmente, surge como una medida de defensa. Se trata de la capacidad de los gobiernos de restringir o directamente bloquear el acceso a Internet: apagar toda señal y conexión. Teniendo en cuenta lo que Internet implica en nuestra vida cotidiana es un arma poderosísima. Algunos presentan la cuestión como una herramienta clave para la seguridad nacional, ya que permite a los gobiernos dar respuesta inmediata en momentos de crisis o ante ciberataques. Otros, temen un potencial abuso de autoridad, afirmando que infringe las libertades civiles y los valores democráticos. ¿Es posible implementar esta medida como un modo de reconfiguración global? ¿Y por qué hacerlo?
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Seitenzahl: 35
Veröffentlichungsjahr: 2024
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La idea de la existencia de un “Internet Kill Switch” surge, tanto a niveles locales como a escala global, como una especie de “contramedida” de protección. Su traducción podría ser “Interruptor para Apagar Internet”. Se trata de la capacidad de los gobiernos de restringir o directamente bloquear el acceso a Internet: apagar toda señal y conexión. Si tenemos en cuenta todo lo que Internet supone en nuestras vidas cotidianas, es un arma poderosísima.
“Internet Kill Switch” es más un término descriptivo o discursivo que un nombre formal o técnico. Es un concepto que ocupa un rol central en los debates acerca de las relaciones entre Internet, el control estatal y las libertades individuales. Las aguas se dividen entre quienes afirman que se trata de una herramienta esencial para la seguridad nacional, ya que permite a los gobiernos dar respuesta inmediata en momentos de crisis o ante ciberataques, y quienes afirman que se trata de una herramienta para un potencial abuso de autoridad, que además infringe las libertades civiles y los valores democráticos.
La sola idea de que un gobierno pueda “apagar Internet” genera intriga y controversia. Son varios los países que han usado esta herramienta en momentos de “crisis”: por ejemplo, fue utilizada durante la “Primavera Árabe”, el levantamiento que terminó con el gobierno de Mubarak en Egipto, en el año 2011.
Pero hay aún otro nivel de apagón posible: uno global. Cuando sectores influyentes y poderosos como el World Economic Forum sugieren la posibilidad de pensar en un apagón global de Internet, el tema adquiere una nueva dimensión. Debemos aquí pensar en mucho más que respuestas ante eventuales crisis: podría tratarse de una medida de reconfiguración global, lo que ellos mismos han dado a conocer como el “gran reinicio”.
Desde comienzos de la Guerra Fría se forjó la idea de que los líderes de las principales potencias (Estados Unidos y Rusia) tenían en sus despachos un botón, que además muchos imaginaban de color rojo y protegido por una tapa transparente, con el que se dispararía la orden de llevar adelante un ataque nuclear. La imagen del líder solitario que en un arrebato podría desatar él mismo, con sólo presionar un botón, una guerra nuclear, es tan poderosa que ha quedado en nuestro imaginario, y también ha sido recogida por distintas películas.
Desde luego, tal botón nunca existió, y de hecho los protocolos para llevar adelante ataques nucleares requieren de varias instancias de aprobación, y de ningún modo podrían responder al criterio o capricho de una única persona. O al menos no debería suceder de ese modo. Las tensiones entre Trump y Kim Jong-un de Corea del Norte, avivaron esta polémica: en 2018 el líder norcoreano aseguró que su país había completado las fuerzas nucleares, y que tenía el “botón de lanzamiento” sobre su escritorio. El entonces presidente norteamericano respondió a través de su cuenta de Twitter, que él también tenía un botón nuclear, sólo que “más grande y poderoso”.
Es cierto que un ataque nuclear podría destruir no sólo un país determinado, sino también buena parte del planeta Tierra, con efectos a mediano y largo plazo devastadores, tal como aprendimos de las bombas arrojadas en Hiroshima y Nagasaki en 1945.
Pero en las últimas décadas ha surgido otro “botón”, y esta vez amenaza con apagar una de nuestras más queridas y omnipresentes herramientas: Internet. Recordemos tan solo la sensación de aislamiento y angustia cuando no tenemos señal en el teléfono móvil, o cuando en nuestros hogares y trabajos no hay conexión por algún motivo. Nos desesperamos con el correr de los minutos, y pronto caemos en la cuenta de cuánto necesitamos estar conectados, ya sea por los motivos más superfluos como ver redes sociales o mandar un mensaje, ya sea por trabajo, para realizar actividades financieras, comerciales, logísticas, etcétera.
Un apagón de Internet supone otro tipo de destrucción, una que podría silenciar, aniquilar o suprimir a países o a sectores enteros de la economía, por ejemplo, pero también a individuos o grupos específicos. Traemos aquí el recuerdo del “botón nuclear” como metáfora de un arma de destrucción masiva, potencialmente al alcance de una única mano, o de un pequeño grupo de manos. ¿Quién o quiénes tendrían el Internet Kill Switch a su alcance, o bajo su poder?