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A través de sus palabras y sus gestos, Francisco I produjo un cambio concreto en el seno de la Iglesia. Provocó un enorme apoyo popular a lo largo del mundo y fue destacado como un personaje clave por publicaciones como Time, Forbes y The New Yorker, entre otras. Las anécdotas relacionadas con su humildad y sobriedad coinciden, se multiplican y dejan en claro que la profunda reforma que impulsa el papa abre una nueva etapa de evangelización.
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Seitenzahl: 36
Veröffentlichungsjahr: 2015
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Muchos perciben asombrados la impresionante evolución del discurso de la Iglesia católica impulsada por el pontífice de origen argentino. El papa Francisco ha favorecido una mutación en las clásicas nociones transmitidas por el obispo de Roma, que tiene consecuencias concretas en la vida de los practicantes católicos y de los que no los son.
Sus dichos han combatido la doctrina del miedo al castigo final en un discurso que sostiene que la alegría es lo más significativo. Como si esto fuera poco, el nuevo pontífice propuso que el catolicismo abandonara su rígido encierro para “hacer lío en las diócesis”, tales sus palabras. Es decir, impulsó a los fieles a salir a la calle para auxiliar a los necesitados.
El viento fresco que renueva las consignas eclesiásticas ha permitido el retorno de muchos fieles que habían optado por otras alternativas espirituales.
En los últimos años del pontificado de Juan Pablo II, el corazón del Estado vaticano estuvo dominado por camarillas enfrentadas que el entonces papa ya no tenía fuerzas para combatir.
Benedicto XVI asumió la máxima posición en la Santa Sede en un momento en el que existía un vacío de autoridad, y en el que los funcionarios de la curia romana protagonizaban veladas luchas de poder dentro de la Iglesia. A su vez, el banco del Vaticano, originalmente creado para ayudar a las órdenes religiosas y agilizar la transferencia de dinero hacia regiones remotas, recibía acusaciones sobre una ingente cantidad de transacciones dudosas.
Asimismo, el hecho de que Paolo Gabriele, mayordomo del entonces papa, hubiese filtrado documentos confidenciales que hacían públicas las diferencias intestinas dentro de la curia colocó a Joseph Ratzinger en una encrucijada que requería de muchísimo empeño, y de una gran fortaleza física y mental.
Gabriele fue encontrado culpable de robo agravado y pasó tres meses en custodia hasta que fue perdonado por el entonces papa. El líder de la Iglesia comisionó una investigación para averiguar lo ocurrido. Tres cardenales produjeron un demoledor informe confidencial de 300 páginas, parte de cuyo contenido fue filtrado a la prensa italiana. Como consecuencia se produjeron más hallazgos embarazosos, esta vez con rumores sobre una red de sacerdotes homosexuales conocida como “lobby gay” que ejercían una influencia inapropiada dentro del Vaticano.
Por estos y otros factores, en febrero de 2013, Benedicto XVI sorprendió al mundo cuando se convirtió en el primer papa en renunciar al pontificado de la Iglesia católica en casi 600 años.
Pero la atención no se detuvo en las camarillas, sino que fue dirigida rápidamente a la sucesión. El nuevo pontífice tenía que llenar ese vacío de poder y trabajar denodadamente para renovar la fe.
Jorge Mario Bergoglio inició su carrera en la Iglesia a los 21 años tras recibirse como técnico químico. Fue uno de los 183 obispos de la Iglesia católica y arzobispo de Buenos Aires, además del primado de la Argentina. El periodista Marco Tosatti, vaticanista del diario La Stampa, reveló que en 2005, cuando el cónclave se reunió para designar al sucesor de Juan Pablo II, Bergoglio solicitó a sus “electores” que se abstuvieran de votarlo. En aquella oportunidad, el cardenal argentino quedó segundo en las votaciones detrás de Joseph Ratzinger.
La próxima vez, el resultado sería diferente. El 13 de marzo de 2013, los 115 cardenales electores lo eligieron como sucesor del papa Benedicto en un cónclave que duró 25 horas y media.
Asumiría el liderazgo de la Santa Sede con el nombre del santo de Asís, lo que lejos de ser una elección caprichosa se transformó en la metáfora principal del diseño de su pontificado. Francisco de Asís fue un hombre que reunió una valiente humildad con un poder de decisión innovador.
La sola llegada de Francisco al Vaticano quebró muchos moldes, incluso antes del inicio activo de su pontificado. Es el primer papa jesuita. Es el primero proveniente del hemisferio sur. Es el primer pontífice originario de América, el primero hispanoamericano y el primero no europeo desde el sirio Gregorio III, fallecido en 741.
Al iniciar la gestión, se transformó en el primer papa que no vive en el Vaticano, y el primero que tiene una revista dedicada íntegramente a su persona, (“Il mio Papa”, www.miopapa.it). El objetivo de la publicación es favorecer el intercambio con los fieles a partir de la divulgación de sus actividades, discursos y de toda la información referida a su pontificado.