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Este libro cuenta la historia de 64 grandes momentos de los deportistas que brillaron en el atletismo cubano, quienes en el fragor de las competencias lograron al menos una medalla de cualquier color, en los más exigentes eventos del calendario internacional. En sentido general, las disciplinas de campo atesoran la mayor cantidad de premios dorados conquistados por los atletas cubanos en las competencias mundiales y olímpicas, lo que da la medida del avance alcanzado por los criollos en este complejo y subyugante mundo de tiempos y marcas. De interés para todo tipo de lector, el libro recuerda e informa más sobre los atletas cubanos más famosos del campo y pista.
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Seitenzahl: 262
Veröffentlichungsjahr: 2017
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Edición base: Lic. Neyda Izquierdo Ramos
Edición para e-book: Lic. Aldo Gutiérrez Rivera
Diseño de cubierta y realización: Yuleydis Fernández Lago
Diseño interior: Elvira Corzo Alonso
Fotografía: Armando Hernández
Corrección: Clara Dolores Macías Fernández
Emplane: Madeline Martí del Sol
©Juan Velázquez Videaux, 2011
© Sobre la presente edición:
Editorial Científico-Técnica, 2016
ISBN 978-959-05-0860-8
INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO
Editorial Científico-Técnica
Calle 14, # 4104, e/ 41 y 43, Playa, La Habana, Cuba
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Era un empeño serio, pues el atletismo nacional tiene una larga y rica historia. Por eso, este libro pretende ofrecer a los lectores el acercamiento a los más vibrantes momentos de este importante deporte en Cuba.
Los cultores del músculo en la Perla del Caribe, desde la segunda mitad del siglo xx, luego de recibir la ayuda de los otrora países del campo socialista, convirtieron a esta nación en una hermosa excepción de la regla, en el firmamento internacional.
Nuestro pueblo, a pesar de vivir en un país pobre, de apenas once millones de habitantes, desarrolló su propio sistema de entrenamientos y, gracias a ello, se ha ubicado varias veces entre lo más valioso del deporte rey a nivel olímpico y mundial.
Merced a la colosal entrega de los técnicos de casa y al inagotable manantial que representan los juegos escolares nacionales, Cuba ha soportado, con estoicismo, el robo de talentos, practicado sin distinción por las naciones capitalistas.
Los atletas criollos, tras brillar como soles en los más exigentes eventos del planeta, a pesar del bloqueo económico de Estados Unidos, constantemente luchan por consolidar a su patria entre los primeros pabellones en las competiciones cumbres.
Tan meritorios avances no fueran posibles sin el apoyo del Gobierno Revolucionario y, en especial, por la constante preocupación del Comandante en Jefe, Fidel Castro, en impulsar el deporte.
Los estudios en el Instituto Superior de Cultura Física Comandante Manuel Fajardo, así como el desarrollo de intercambios entre los técnicos de casa en el extranjero con avezados especialistas, formaron la estrategia que posibilitó la realización del milagro cubano.
Este esfuerzo editorial, en lo personal, además del posible prestigio que presume, constituye una inmensa deuda con la Revolución, el pueblo cubano, mi generación y con el deporte.
El atletismo cubano cuenta con 125 años de historia (según las investigaciones del desaparecido estadístico, Basilio Fuentes Ferrer, comenzó en 1886); sin embargo, su verdadero esplendor se produjo después de la segunda mitad del siglo xx.
De ahí que para poder resumir, en apretada síntesis, la tradición alcanzada por los mejores exponentes de este deporte, fue preciso consultar, entre otros, los documentos oficiales de varias instituciones deportivas internacionales.
Ello se reflejó, fehacientemente, en el cómputo de 64 grandes momentos contentivos de las hazañas de quienes, en el fragor de las competencias, lograron, al menos, una medalla de cualquier color en los más exigentes eventos del calendario internacional.
La mirada revisora se depositó en las Memorias del Comité Olímpico Internacional (COI), en los libros de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF, siglas en inglés), y en anuarios y resúmenes de los certámenes mundiales (bajo techo y al aire libre).
También se pasó revista a las copas planetarias, a los juegos mundiales universitarios, los desaparecidos juegos de la Buena Voluntad y, por si fuera poco, a los campeonatos iberoamericanos de atletismo.
De igual forma, fueron investigadas las Memorias de la ODEPA con los resultados de los juegos deportivos panamericanos y los de la ODECABE, representativa de los juegos deportivos centroamericanos y del Caribe desde sus comienzos, en 1951 y 1926, respectivamente.
En sentido general, las disciplinas de campo atesoran la mayor cantidad de premios dorados conquistados por cubano alguno en convites mundiales y olímpicos y ello da la medida del avance alcanzado por los criollos en este complejo y subyugante mundo de tiempos y marcas.
Los del sexo masculino constituyen los máximos exponentes de éxitos en los juegos olímpicos (6 de 10 participaciones) y en campeonatos mundiales (32 de 80 participantes). En las citas estivales, la gran fuerza reside en el sector femenino; mientras en las del orbe, el vigor pertenece a los caballeros.
La pista presenta 4 coronas; 2 de ellas las conquistó Alberto Juantorena, ganador de los 400 m planos y 800 m planos, en los Juegos Olímpicos de Montreal, Canadá (1976); este insigne campeón representa el máximo acumulador individual de títulos en el campo y pista cubano.
Referente a las cumbres del planeta, los saltadores (de triple, largo, alto) en uno y otro sexo, componen la avanzada del deporte rey, con 21 jerarcas. Les secundan, las disciplinas de pista (800 m y 400 m con vallas femenino) y asimismo, los 110 m con vallas y 60 m planos en la rama masculina.
Entre los titanes hechos en casa, descolló Iván Pedroso, en salto de longitud, un pequeñín, con la gigantesca cosecha de 9 títulos universales (5 al aire libre y 4 bajo techo); también brilló Javier Sotomayor, dos veces triunfante, al aire libre (2-2-0) y cuatro en sala (4-1-1), en salto de altura.
Estas dos luminarias conquistaron, además, un título olímpico per cápita, y 15 cetros del planeta en las justas al aire libre y en salas donde participaron. Sus cosechas, sumadas, equivalen a 46,87 % de los títulos logrados por Cuba, en 12 eventos del orbe a cielo descubierto y 13 en sala.
Como colofón, es digno señalar que los atletas de la mayor de Las Antillas se han ubicado 7 veces entre los 10 primeros participantes en las cumbres del planeta; y en Berlín (2009), refrendaron la mejor actuación de siempre, con la conquista de la tercera plaza por medallas.
Desde hace mucho tiempo, los criollos clasifican sobre la décima en las cumbres techadas; lo han hecho en 8 oportunidades de 13 posibles y su desempeño supremo por puntos resultó el cuarto sitial, en Barcelona, España (1995), ante 211 naciones, afiliadas a la IAAF.
Al parecer, los atletas del patio están determinados a no cejar en el empeño de figurar, sostenidamente, entre los cinco primeros pabellones de los convites universales; y, de manera perpetua, a prepararse siempre en pos de conquistar un gran sueño.
El autor
A todas luces, Dayron Robles, flamante campeón olímpico y recordista mundial en 110 metros con vallas, clasifica como uno de los atletas supremos de Cuba, en todos los tiempos.
La obtención del título en los juegos estivales de Beijing, China (2008), y el récord universal, unido a la conquista de varias pruebas en La Liga de Oro del atletismo, atestiguan su espectacular grandeza.
Los convites de los cinco aros, en el país de la gran muralla, fueron el escenario de su consagración, pues resultó uno de los campeones más aplaudidos en el pomposo estadio Nido de Pájaro, ante más de 90 mil espectadores.
Su principal rival, el local y titular de la cita anterior, Liu Xiang, a la hora cero, hizo deslucir la que pudo ser la carrera del siglo. Se presentó a la arrancada, como si fuera a dar la batalla, pero, repentinamente, desistió de correr, debido a una fuerte lesión en la pierna de ataque.
Seguro de sí mismo, el astro criollo, de elevada talla (1,91 m/ 91 kg), a los 22 años de edad, corrió como si los obstáculos no existieran. Arrancó en punta y, con una técnica casi perfecta, llegó primero a la meta para merecer el añorado título olímpico.
Venció el trayecto en 12,93 segundos y quedó a seis centésimas de su primado universal. Con esa actuación, hizo “rugir” al majestuoso estadio, a la vez que fue protagonista de un espectáculo casi mágico, lo suficientemente grande para robarse el show de la magna cita.
Durante esa contienda, Robles superó a los estadounidenses David Payne (13,1) y David Oliver (13,18), y dejó a todos, anfitriones y visitantes, con la miel en la boca, tras una espectacular victoria.
Dayron Robles.
Robles, alumno aventajado de Santiago Antunez, el mismo especialista que convirtió a Anier García en monarca olímpico, en Sydney, Australia (2000), devino segundo exponente del patio en lograr el cetro en citas estivales.
Esa proeza le convirtió, además, en el segundo vallista de casa que consiguió un tope del planeta. Antes, lo había logrado Alejandro Casañas Ramírez (13,21) en los Juegos Mundial Universitarios, celebrados en Sofía, Bulgaria, en el año 1977.
Con movimientos precisos sobre las barreras, el moreno descendiente de haitianos en la oriental provincia de Guantánamo, cuando se presenta en forma óptima, parece volar sobre los obstáculos.
Sus largas extremidades y un centro de gravedad elevado, le permiten pasar la pierna de aducción (de acercamiento) cómodamente sobre las vallas y, también, correr raudo en el limitado espacio de 9,14 metros entre las barricadas.
De igual forma, posee gran velocidad de reacción desde la arrancada al primer obstáculo (da siete pasos, uno menos que la mayoría de los rivales), y esto le permite aventajar, pronto, en la carrera, a los demás contrincantes.
Este insigne vallista ostenta el segundo mejor palmarés entre quienes han bajado de 13 segundos. Solamente le supera el estadounidense Allen Jhonson, con 10 veces en igual cifra de años (1995-2005). Sin embargo, resultaría muy aventurado vaticinar cuánto sería capaz de hacer el criollo en el hectómetro.
El espigado moreno llegó al atletismo en 2003, con 15 años de edad. Y en esa temporada resultó sexto lugar en el Campeonato Mundial de Cadetes, realizado en Sherbroke.
Tras ganar el premio de plata en la cumbre juvenil, escenificada en Grosseto, Italia (2004), con tiempo de 13,77 segundos, devino revelación de la disciplina. Sin embargo, tuvo que esperar hasta el año 2007 para su consagración.
Mientras transcurría el período de 2005, el talentoso atleta se preparó con ambición de entrar por la puerta grande en el convite universal de Helsinki, Finlandia; pero, debido a la inmadurez, solo llegó hasta las semifinales.
Una temporada más tarde se proclamó vencedor en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en Cartagena de Indias, Colombia (2006). Y, en esa misma campaña, obtuvo medalla de plata en el Campeonato Mundial Bajo Techo, realizado en Moscú, Rusia.
Ya en las contiendas de 2007 gobernó en los juegos continentales realizados en Río de Janeiro, Brasil. Y, finalmente, fue cuarto en el Campeonato Mundial de Osaka, Japón, conquistado brillantemente por el astro chino, Xiang.
Sin embargo, al cierre de ese año, el criollo ganó la final del mundial de atletismo, con sede en Stuttgart, Alemania, con un respetable tiempo de 12,92 segundos. Luego, a manera de revancha, venció estelarmente a Xiang, en Shangai, China.
Parecía listo para dominar en la cumbre cuatrienal. Pero en febrero de la temporada olímpica, presentó inestabilidad emocional y no pudo coronarse en los 60 metros con vallas, en el Mundial Bajo Techo, escenificado en Valencia, España.
Su preparador y un equipo multidisciplinario trabajaron intensamente y le potenciaron a niveles máximos la voluntad. De tal suerte, el astro de casa se presentó insuperable en el convite estival, ya que tenía en el bolsillo el récord mundial (12,87), logrado solo unas semanas antes.
Colmado de gloria acudió, en calidad de favorito, al Campeonato Mundial en sala, realizado en la ciudad de Doha, Catar (2010), y se llevó las palmas con rendimiento de 7,34 segundos, en 60 metros con vallas.
Luego asistió como figura cumbre al Campeonato Iberoamericano de Atletismo, en España, donde dejó de competir en las semifinales, víctima de una repentina lesión.
Cual suerte del destino, Yargeris Savigne Herrera, especialista en triple salto, en poco tiempo devino una de las campeonas criollas más laureadas internacionalmente.
La espigada atleta (1,68 m/59 kg), de piel morena, brilló como los astros al triunfar rotundamente en el Campeonato Mundial de Atletismo, celebrado en la cosmopolita ciudad de Osaka, Japón (2007).
Durante ese certamen, la atleta criolla se comportó como una verdadera campeona fuera de serie: saltó 15,28 metros y estableció además de récord nacional absoluto, la mejor rúbrica del planeta en esa temporada.
Al año siguiente, llegó a la cita olímpica de Beijing, China, con el perfume de predilecta; pero, en la final, se le deshicieron los sueños al realizar un intento nulo: le sobrepasaron, en oleadas sucesivas, cuatro rivales. Y, con 15,05 metros, terminó en la quinta plaza.
Sin prisa y sin tregua, pero con la espinita clavada en el dorsal ante la inesperada derrota en el país de la Gran Muralla, la luminaria guantanamera puso alma, corazón y vida en la preparación, con vistas al Campeonato Mundial que se celebraría en Berlín, Alemania, en el año 2009.
Así las cosas, en la cumbre teutona del orbe, con mucha clase, ella se hizo justicia. Durante la competencia mostró una secuencia envidiable, válida para resultar una colosal e indiscutible bicampeona del planeta.
A Savigne, la alumna aventajada de Milán Matos —otrora mentor de Iván Pedroso, multicampeón universal en salto de longitud—, no le importaron sus imprecisiones en la carrera de impulso ni regalar decenas de centímetros, para vencer como lo hizo en esa ocasión.
Yargelis Savigne Herrera.
El lunes 17 de agosto, día de la final, la caribeña se presentó realmente imbatible. Y, desde el primer salto, tomó el mando de la justa, con un resultado de 14,45 metros.
Ya en la segunda vuelta, su compatriota, Mabel Gay, titular panamericana en Santo Domingo (2003), logró registro de 14,50 metros y pasó momentáneamente a liderar la prueba, mientras la rusa Tatiana Lebedeva (14,37), plata olímpica en Sydney (2000), anclaba en la tercera plaza.
A la sazón, en la siguiente ronda, Savigne, con brinco-paso-salto de 14,89 metros, pareció inalcanzable para sus rivales, pues ninguna otra mejoró de ubicación. En cambio, en la cuarta corrida, la esbelta morena criolla bajó ligeramente su rendimiento hasta los 14,85 metros.
Todavía iba delante Savigne, cuando Gay (14,61), la rusa Anna Pyatykh (14,58) y la serbia Biljana Topic (14,52) se superaron a sí mismas para repartirse la segunda, tercera y cuarta posiciones, por ese orden.
Amén de despegar detrás de la tabla de batida, la primera figura cubana “voló” como una paloma hasta una impresionante marca de 14,95 metros, que la ratificó como número uno en la lid y, de esa manera, consiguió el triunfo definitivo.
A esas alturas, la jamaicana Trecia Smith (14,48), campeona mundial de 2005, escaló hacia la quinta plaza y desplazó al sexto peldaño a Lebedeva, titular en Edmonton (2001) y París (2003), además de segunda en Helsinki (2005).
Ya en la sexta y última oportunidad, solo la ganadora realizó un salto digno, aunque mísero, de 14,39 metros, puesto que las otras, presas del estrés, nada supieron hacer y aceptaron la derrota ante la mejor atleta de la mayor isla antillana.
Al final, todas asumieron la derrota y acudieron a felicitar a Savigne. Acto seguido, la vencedora abrazó a su compatriota Gay, para celebrar en grande la proeza conseguida por ambas para gloria de su patria.
Yargeris Savigne nació el 13 de noviembre de 1984 en Niceto Pérez, provincia de Guantánamo, y debutó como especialista en salto de longitud, con el profesor Arnaldo Charadán, en su ciudad natal.
Mientras transcurría el año 2001 se consagró como campeona nacional juvenil en la especialidad inicial y, una temporada más tarde, ganó esa categoría a nivel de Centroamérica y el Caribe, en la misma especialidad.
Tenía 17 primaveras cuando acudió a los juegos continentales, en Santo Domingo, República Dominicana (2003); allí, humildemente, ocupó el tercer lugar y, sin embargo, contribuyó al 1-3 de Cuba, al conquistar su compañera, Mabel Gay, la supremacía en esas competiciones.
Dos temporadas posteriores, durante la gira por Europa, previo al Campeonato Mundial de Helsinki, debido a la falta de competencias en salto de longitud, Savinge incursionó en el salto triple, modalidad en la que inesperadamente superó los 14 metros.
Después de ello, la inscribieron para competir, también, en esa prueba, durante la cumbre del orbe. En el certamen fundamental resultó cuarta en salto de longitud y sorprendió en salto triple, con 14,82 metros, válidos para la medalla de plata y nuevo récord nacional absoluto.
Savigne fue la número uno de la lista mundial bajo techo, en el año 2007, además de coronarse titular universal al aire libre, con salto de 14,80 metros; lo logró, en la ciudad de Dusseldorf, en la otrora República Federal Alemana.
Durante esa misma campaña, en julio, ganó los Juegos Deportivos Panamericanos realizados en Río de Janeiro, Brasil, en la modalidad de triple salto, con récord de 14,80 metros; mas conquistó premio de bronce en salto de longitud (6,66) y, desde ese momento, devino real maravilla del deporte rey.
Con toda la gloria universal en los bolsillos, la mejor atleta del deporte cubano en el año 2008 acudió a la cumbre techada en Doha, Catar, en el año 2010, donde con resultados de 14,86 metros, concluyó en la segunda posición; pero dejó abierta su aspiración de coronarse en Londres (2012) reina olímpica.
La intrepidez del estrenado Leonel Suárez Fajardo, en la prueba de decatlón, durante los Juegos Olímpicos de Beijing, China (2008), puso a Cuba en las nubes.
El joven de 21 años de edad, nacido en la provincia de Santiago de Cuba, sorprendió al mundo tras ganar la medalla de bronce olímpica en el país del Dragón, con 5 521 puntos y, de paso, el récord nacional absoluto, en un concurso difícil y agotador, que convoca en diez pruebas durante dos jornadas.
Suárez, en el grupo B, hizo 10,90 segundos en los 100 metros planos y acumuló 883 puntos; logró 7,33 metros en salto de longitud (893 contables) y acopió 1 776 unidades para el sitial ocho; en la impulsión de bala logró 14,49 (758 puntos) y sumó 2 534 rayas para resultar duodécimo entre los presentes.
En salto de altura burló el listón en 2,05 metros, con 850 contables y acumulado de 3 384, legítimos para el lugar noveno; corrió los 400 metros en 47,91 segundos (913 cómputos) y almacenó 4 297 unidades y escaló al sexto lugar, todo ello, durante la primera jornada.
En la segunda fecha alcanzó 14,15 segundos en 110 metros con vallas y amontonó 955 puntos para totalizar 5 252; así ascendió al quinto lugar; después, en envío del disco, tiró 44,45 metros, con los que archivó 756 guarismos para totalizar 6 008 espacios, con los que descendió al séptimo escaño.
Tras concursar en salto con pértiga, retornó al sexto sitial; en esa ocasión llegó a 4,70 metros (819 unidades) y ancló en el sexto lugar; lanzó 73,98 metros en la jabalina (950 puntos) para totalizar 7 777 componentes y se catapultó empatado al tercer peldaño.
Por último, corrió los 1 500 metros planos, en un tiempo de 4:29,17 minutos (750 puntos), y llegó a 8 527 elementos contables, que le hicieron merecedor de la presea de bronce en el magno evento olímpico.
Este delgado y fibroso atleta, nacido el 1 de septiembre de 1987, es de esos escasos talentos fuera de serie que —contrario a la inmensa mayoría de los vencedores— en el segundo día de competencia, cuando los acecha el agotamiento, suelen rendir más.
Es decir, en el instante en que casi todos languidecen, debido al lógico agotamiento derivado de los titánicos esfuerzos en las cinco primeras pruebas realizadas el día anterior, el cubano se crece y rinde como si empezara a competir.
Con progresos vertiginosos, este flamante jerarca criollo terminó en el cuarto lugar de la lista del orbe, durante esa temporada de los juegos estivales. Y, desde entonces, tiene la mente puesta en nuevas y más complejas conquistas.
Convertido en el as número uno de la mayor isla antillana, Suárez pasó a la historia como el primer decatleta del patio en subir al podio, en unos juegos olímpicos. Al parecer, todo apunta a que en el convite de Londres (2012) podría ir por el oro.
Leonel Suárez Fajardo.
El joven Leonel Suárez, un espigado moreno (1,81 m/76 kg) llegó al metting Götiz —el evento más importante de la especialidad—, el 1 de junio de 2008, e inesperadamente, impuso su primer récord nacional absoluto de los tres que logró esa temporada y superó a reconocidas figuras de la especialidad.
Sus actuaciones, pruebas por pruebas, fueron sorprendentes: 11,23 segundos en 100 metros; 7,16 metros en salto de longitud; 13,89 segundos en impulsión de la bala; 2,09 metros en salto de altura; y 48,37 segundos en 400 metros planos; todo durante la fecha inicial.
Al siguiente día, cuando debe aparecer el agotamiento debido a los esfuerzos, el antillano se comportó como un consagrado y mejoró sus marcas personales, para hacer deslucir a los experimentados contrincantes teutones.
A propósito de esa ocasión, logró: 14,42 segundos en 110 metros con vallas; 44,64 metros en el lanzamiento del disco; 4,60 metros en salto con pértiga; 70,64 metros en lanzamientos de la jabalina y 4:16,70 minutos en la agotadora prueba de los 1 500 metros planos.
Suárez, aun cuando comenzó en el atletismo en el año 2000, con 12 primaveras de nacido, no tuvo las oportunidades de participar en los campeonatos mundiales juveniles ni en eventos de igual rango, en la categoría de Cadetes.
Sin embargo, en el ámbito nacional concursó en las pruebas combinadas del octatlón (ocho pruebas), en calidad de integrante de la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar (EIDE), de la provincia de Holguín, y lo hizo bajo la conducción del preparador Eladio Ríos.
Después pasó a las manos de otro mentor, Rodolfo Rojas. Y, más adelante, creció extraordinariamente con su actual preparador, Gabino Arzola. Pues, aumentó de 7 357 hasta 8 156 puntos, en el año 2007.
Durante la siguiente campaña competitiva comenzó con cosecha de 8 050 contables, en La Habana, en la prueba de confrontación del equipo nacional, realizada en marzo. Posteriormente, en junio, compitió en Götzis, Suiza, donde mantuvo su sumatoria elevada, con saldo de 8 366 puntos.
Después, nuevamente en Europa, sorprendió al mundo cuando recolectó 8 451 unidades, en la ciudad de Ratingen, Alemania. A partir de entonces, fuera de los cálculos, se convirtió en fuerte candidato a premios en la magna cita estival.
Desde el año 2005, el estudiante de licenciatura en Cultura Física comenzó en la agotadora prueba, y debutó con un cómputo de 7 267 rayitas. En la temporada siguiente, las extendió hasta 7 357. Y en el año 2007 superó, por vez primera, las 8 000, con 8 156 puntos.
Con más físico de velocista y saltador que para pruebas múltiples, el carismático atleta, en 2008, se “coló” sin pedir permiso para ocupar su lugar en el selecto grupo de los ases más completos del campo y pista mundial.
Todo un consagrado, Suárez llegó a la cumbre mundial de Berlín (2009) entre los favoritos y no defraudó. Se creció al máximo para mejorar su acumulado histórico y, también, el tope criollo, hasta 8 640 puntos; de esa forma, obtuvo el premio plateado para ratificarse como un grande del decatlón universal.
Cuando Yarelis Barrios Castañeda ganó, contra todo pronóstico, la medalla de bronce en el Campeonato Mundial de Atletismo, celebrado en la ciudad de Osaka, en Japón (2007), varios entendidos, escépticos, le atribuyeron un tiro de suerte.
Sin embargo, la carismática lanzadora de disco cubana, pronto destrozó aquel argumento. Un año más tarde, en los Juegos Olímpicos de Beijing, China (2008), obtuvo brillantemente, de nuevo, el premio plateado.
Lo cierto es que, en apenas dos temporadas, Barrios pasó del anonimato al estrellato y se convirtió, por méritos propios, en continuadora de un pasado glorioso de la Isla en los convites de los cinco aros, en tan compleja especialidad técnica.
Sus antecesores en los anales del deporte criollo fueron: Maritza Martén, titular en Barcelona, España (1992), entre las damas; así como Luis Mariano Delís, bronce en Moscú, Rusia (1980), por los hombres, aunque Roberto Moya también subió como tercero, en la propia edición de la Ciudad Condal.
Alrededor de 90 mil personas presentes en el deslumbrante estadio Nido de Pájaro, en la capital China, observaron la consolidación definitiva de la estelar atleta caribeña, en el concierto de la élite universal, en tan exigente y dura especialidad.
Barrios, natural de la provincia de Pinar del Río, en la magna lid estival, mostró una estabilidad envidiable. Lanzó, todo el tiempo, por encima de los 62 metros (63,17; 63,64; 62,22; 62,12; falta 60,30), y evidenció estar en gran forma para merecer la medalla de plata olímpica.
Yarelis Barrios Castañeda.
La secuencia de tiros de la atleta criolla resultó superior a la conseguida por la estadounidense, Stephanie Brown Traffon (64,74; falta; 58,39; 61,30); sin embargo, con un primer mejor disparo, la rival de habla inglesa se llevó el metal dorado.
Cabe recordar aquí que, tras 26 años de ausencia cubana en los podios de la más exigente competición cuatrienal, Yarelis, una robusta morena (1,72 m/98 kg), sorprendió a todos con credenciales suficientes para engrandecer la historia del lanzamiento del disco en la mayor de Las Antillas.
Prueba fehaciente de su maestría se constató en que, apenas unas semanas después de Beijing, la también reina de los Juegos Mundiales Universitarios, en Bangkok, Tailandia, dominó la final del Mundial de Atletismo, celebrada en la ciudad de Stuttgart, Alemania.
Esta colosal disparadora de platos se prepara como los soldados de tropas especiales, esos que hacen lo correcto en el lugar dado y en el momento determinado. Merced a ello, desde hace varios años, sobresale, cual meteoro, entre las punteras en los eventos cumbres del calendario internacional.
Es que a la llamada hora de la verdad, la campeona, nacida el 12 de julio de 1983, apela a su arrojo competitivo para ofrecer batalla a cualquier contrincante, sin importar la experiencia y la calidad que posea, lo cual le ofrece siempre muchas posibilidades de éxitos.
La alumna aventajada de Raúl Calderón lanzó 63,90 metros en el mundial de Osaka, Japón (2007). Y a decir de ella, se sintió segura de sí misma y, por esa razón, no le sorprendieron los rendimientos logrados en la cumbre nipona, porque los esperaba al estar lista para mayores empeños.
Yarelis resulta una estrella todavía en evolución. Téngase en cuenta que a los 27 años de edad —cuando deben alcanzarse los mejores rendimientos en esta especialidad—, logró la estabilidad necesaria sobre los 65 metros, en el año 2010.
No obstante, los expertos aseguran que por su juventud y fortaleza física, la Barrios está llamada a convertirse en la número uno del mundo a todos los niveles, en esta difícil, pero atractiva especialidad.
De hecho, desde 2008 sobrepasó con creces el límite de los 65 metros, con envío de 66,68, en una lid previa a los juegos estivales de Beijing. Sin embargo, en esa oportunidad la IAAF (siglas en inglés de la Federación Internacional de Atletismo), no reconoció el registro, pues se trataba de un evento sin el rigor para la homologación de resultados.
Después lanzó, nuevamente, 66,13 metros, al participar como invitada en el Campeonato Nacional de Lanzamientos, en Portugal. Este registro sí le fue reconocido por la máxima entidad del campo y pista internacional.
Avalada o no aquella marca, la Barrios, demostró ser un peligro de cuidado, capaz de rebanarles los sueños a las actuales líderes en los venideros certámenes mundialistas. Con su actuación en Beijing, a fuerza de coraje y técnica, reubicó a Cuba en el contexto universal.
Prueba de lo dicho aconteció en el Mundial de Berlín, Alemania (2009), donde la cubanita envió el plato a la distancia de 65,31 metros y logró, en una ocasión más, la medalla de plata; sin dudas, clara señal de que permanece al asedio de la primera posición del planeta.
Por último, en el Campeonato Iberoamericano de Atletismo, realizado en San Fernando, España, en el año 2010, la mejor discóbolo de casa, ancló nuevamente en la segunda plaza, aunque esta vez, y de forma inesperada, lo hizo con un discreto disparo de 59,96 metros.
Sin lugar a dudas, además de un buen desempeño técnico, el secreto de la insigne atleta del patio radica en la descomunal fortaleza natural que trajo al mundo y esta suerte de talento, a juzgar por su juventud, la sitúa en inmejorables condiciones para convertirse, pronto, en la estrella principal del disco.