Guía para proyectar espacios sustentables - Javier del Río Ojeda - E-Book

Guía para proyectar espacios sustentables E-Book

Javier del Río Ojeda

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En la presente publicación se aborda el diseño de ambientes sustentables en arquitectura. Se presenta material de clases dictadas por el autor, escritos en prensa sobre sustentabilidad en arquitectura y casos de proyectos asesorados, con el fin de entregar información desde diversas perspectivas para abordar el tema de la manera más amplia posible. Así, lo que se constata en el mundo profesional es materia para los estudiantes, del mismo modo, lo que se experimenta en docencia es útil para resolver problemas reales a los que los profesionales pueden verse enfrentados. Estos apuntes dan una referencia general e introductoria a todos los interesados que desean reflexionar o participar de este nuevo objetivo primordial de la sustentabilidad y del confort ambiental en las edificaciones para concebir los edificios con preocupación por sus moradores y medioambiente: tratando de aclarar el panorama que se nos viene del cómo habitar juntos y en consideración de los problemas de los tiempos que corren.

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EDICIONES UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE

Vicerrectoría de Comunicaciones y Extensión Cultural

Av. Libertador Bernardo O’Higgins 390, Santiago, Chile

[email protected]

www.ediciones.uc.cl

GUÍA PARA PROYECTAR ESPACIOS SUSTENTABLES

Apuntes para arquitectos y diseñadores para concebir ambientes confortables

Javier del Río Ojeda

© Inscripción N° 2023-A-2498

Derechos reservados

Mayo 2023

ISBN 978-956-14-3118-8

ISBN digital 978-956-14-3119-5

Diseño: versión productora gráfica SpA

Diagramación digital: ebooks Patagonia

www.ebookspatagonia.com

[email protected]

CIP – Pontificia Universidad Católica de Chile

Río, Javier del, autor.

Guía para proyectar espacios sustentables: apuntes para arquitectos y diseñadores para concebir ambientes confortables / Javier del Río Ojeda.

Incluye bibliografía.

1. Arquitectura sustentable - Diseño y construcción.

2. Edificios sustentables - Diseño y construcción.

I. Tít.

2023 720.47 + DDC23 RDA

La reproducción total o parcial de esta obra está prohibida por ley. Gracias por comprar una edición autorizada de este libro y respetar el derecho de autor.

CONTENIDOS

Una delgada línea

Prefacio

Capítulo 1. El medio que nos rodea

Capítulo 2. ¿Qué es la sustentabilidad?

Capítulo 3. ¿Por qué optar por una edificación sustentable?

Capítulo 4. Claves conceptuales para proyectar edificios sustentables

Capítulo 5. Expresión de la energía en las edificaciones

Capítulo 6. El confort humano

Capítulo 7. El clima como determinante del diseño

Capítulo 8. Pauta base diseño arquitectura sustentable

Capítulo 9. La envolvente de los ambientes interiores

Capítulo 10. La proteccion solar

Capítulo 11. Fachadas de doble piel

Capítulo 12. Conceptos del traspaso de energía y balance térmico

Capítulo 13. Expresiones o modalidades de la sustentabilidad

Capítulo 14. Reflexiones para lo que vendrá

Lecturas recomendadas

UNA DELGADA LÍNEA1

He dictado clases de sustentabilidad o acondicionamiento ambiental, tanto en escuelas de arquitectura como de diseño (de interiores). En ambas los estudiantes están muy interesados por saber cómo ayudar desde sus carreras respectivas a bajar los consumos energéticos y las correspondientes afectaciones al medio ambiente. Para ambas disciplinas trato los temas de latemperatura, luz natural, ventilación y lo básico en acústica. Lo más complejo es cómo traspasar estas ondas invisibles (la temperatura no se ve, el sonido nunca, la ventilación tampoco y la luz solo se la ve cuando es recibida por un cuerpo), por ello es fácil cometer errores ambientales en los espacios ideados: cómo proyectar bien con elementos invisibles es la pregunta. Todo mediante clases expositivas con explicaciones, definiciones generales, rangos ideales y varios otros aspectos. Para hacer “visibles” estas ondas, generalmente se realizan estudios de la propia vivienda (identificando y explicando por qué hay áreas interiores gratas y/o ingratas), más ciertos modelos abstractos de pruebas, bajo modalidad de concursos (p. ej. juntar más temperatura, cambiar de color la luz, absorber mejor un sonido, hacer pasar más aire por un ducto con ayuda del sol, etc.).

Siempre explicando y recordando que el fin último de estas disciplinas es dejar los ambientes gratos para los usuarios, para así evitar o reducir el gasto energético. Los arquitectos ven el tema desde afuera y los diseñadores desde el interior y, en los años que llevo en docencia, he notado que no coinciden: muchas veces hasta se contradicen, o no están coordinados. Las carreras se imparten por lo general muy separadas, cada una muy independiente y con sus propias pautas de lo que es la sustentabilidad.

En ambas se realizan muy interesantes y atractivos aportes formales por sí solas, pero si se juntan ya no lo son: siendo algo bastante inapropiado para el mundo real, o para el usuario o destinatario. Dentro de los típicos casos vistos: pisos y cortinas oscuros interiores para un edificio acristalado exteriormente; o pisos de baja inercia térmica en terrenos calurosos; pisos aislantes (madera o alfombras) sobre losas radiantes; salidas directas de aire acondicionado sobre algún escritorio; aumento del ruido interior debido a aleros; reflejos y/o encandilamientos interiores como resultado de una cortina tipo veneciana interior malamente colocada; entre muchas otras.

Casi se podría afirmar que falta una disciplina justo en el medio: alguien que enseñe cómo resolver la fina línea que separa los exteriores de los interiores, en el fondo, a hacer una envolvente (muros y ventanas) que funcione bien tanto para afuera como para adentro, estéticamente bien resuelta e idealmente a un costo razonable.

PREFACIO

Cuando egresé de la enseñanza media mi mayor anhelo era entrar a estudiar ingeniería, lo cual fue logrado, pero al cumplir un año allí me di cuenta de que las matemáticas eran demasiado racionales: solo se podía llegar a un resultado en general. El camino podía ser diverso, pero el resultado único. Meditándolo bastante, luego de un semestre decidí cambiarme internamente a mi segunda opción: arquitectura. En esta carrera noté que podía haber muchos caminos para llegar a muchos resultados posibles; muy opuesto a lo anterior, pues ni siquiera había una receta o patrón a seguir. Esto fue realmente interesante, pero a la vez decepcionante, pues ante una misma propuesta de edificio había profesores que me felicitaban y otros que lo reprochaban, todo era discutible y desgastante.

Prácticamente al final de mis estudios en arquitectura fui ayudante de talleres de proyectos, otra pasión, pues aprendí que enseñando también se aprendía y, ya titulado, opté por seguir estudiando en un posgrado. Busqué esta vez un área de estudio que combinara la exactitud de la ingeniería con la subjetividad de arquitectura, siendo un último y certero ajuste. Fue así que di con el programa de Energía en Arquitectura de la Architectural Association de Londres. En esos años, mediados de los 80, solo se conversaba de la contaminación y escasez de energía en general, pero no del cambio climático ni de los grandes daños a nuestro planeta; tema actualmente conocido como sustentabilidad en las edificaciones, aspecto que ha tomado muchísima relevancia a nivel mundial.

Se consideró solo Inglaterra, esto básicamente por ser de alto nivel de precisión combinado con atractivos diseños; por el práctico y conciso idioma; por su nivel de humor y orden a la vez; por el clima templado-frío (quizás demasiado) y por estar en Europa, pero algo apartado por ser isla.

Después de dos intensos años volví a la Escuela de Arquitectura de la UC a dictar clases y, por otro lado, a empezar con una oficina de asesorías de ahorro de energía: es así que desde los inicios se fue combinando la teoría con la práctica, o la academia con la profesión. Ambas miradas se han entrecruzado excelentemente desde entonces, cada una de ellas retroalimenta a la otra, y de ambas sigo aprendiendo hasta hoy.

Justamente en esta publicación se presentan de modo enlazado estas dos variantes, combinando clases dictadas, apuntes de clases, artículos escritos en prensa y proyectos asesorados, con el fin de facilitar y aclarar la tarea en varios problemas que la sustentabilidad en el diseño de ambientes se plantea. De esta manera, lo que se constata en el mundo profesional es materia para los estudiantes, y lo que se experimenta o idea en la docencia, sirve para resolver problemas reales.

Estos apuntes dan una referencia general e introductoria a todos los interesados que desean reflexionar o participar de este nuevo objetivo primordial de la sustentabilidad y del confort ambiental en las edificaciones para concebir los edificios con preocupación por sus moradores y medioambiente: tratando de aclarar el panorama que se nos viene del cómo habitar juntos.

CAPÍTULO 1

EL MEDIO QUE NOS RODEA

Desde siempre el hombre por medio del diseño de ambientes ha tratado de relacionarse adecuadamente con el medioambiente, esto como uno de los fines básicos para lograr interiores gratos para sus moradores sin dañar la naturaleza.

Antiguamente se empleaban estrategias muy ingeniosas y al mismo tiempo obvias, una obviedad que hoy se ha olvidado y ha llevado a confiar desproporcionadamente en equipos de climatización, no importando (o desconociendo) el impacto que tienen en los usuarios, tanto en lo económico como en su salud. Hoy en día es más relevante hablar del autor de una obra de arquitectura, o sobre todo del cómo es por fuera formalmente, que del cómo es la vida al interior; de que si es fresca en verano, tibia en invierno, con buena ventilación, buena iluminación natural, de que si es fácil de mantener, etc. Incluso muchos se basan en dominar el cuánto vale 1 m2 construido, más que en pensar cuánto cuesta mantener en el tiempo de vida de la edificación, ese m2.

Arquitectura vernácula: Capadocia, China y Pakistán(B. Rusedsky, Arquitectura sin arquitectos).

Con el actual y creciente déficit energético, sus costos cada vez más altos y daños al ambiente, esta situación ha requerido de severos ajustes, tanto en normas de eficiencia energética, desarrollo de nuevos materiales y sistemas constructivos, nuevos sistemas de climatización y de una nueva manera de enfocar la enseñanza de la arquitectura.

Lo que antes era fácil de lograr, ahora no lo es. Todo se ha ido dejando en manos de otros “especialistas” por lo que, en general, los arquitectos han perdido terreno, dejando a sus clientes enfrentándose solos a cómo reducir gastos que la obra conlleva por su diseño. Ahondando en esto último, generalmente se piensa solamente en cuánto valen los metros cuadrados construidos (que en todo caso es relevante), pero nunca se considera el valor de mantención de esa superficie. Las edificaciones están ideadas para durar entre treinta a setenta años, lo que cuesta entender es que mantenerse en ese edificio puede ser equivalente a entre tres y cuatro veces el costo inicial, pudiendo ser más aun, debido a las últimas alzas de costos energéticos y personal o servicios de mantención, sin contar crisis económicas o conflictos mundiales, ni tampoco catástrofes naturales que afectan la producción de energías.

Otra gran ventaja de la reducción de la energía es la de poder alejarse de los sistemas artificiales para así lograr interiores naturales; la luz del día es más grata que la artificial, una ventilación natural es mejor que una artificial, mirar al exterior sin complejos vidrios con film es muy atractivo, una calefacción sin emisiones de gas al interior es más sano, etc. Como diría L. M. van der Rohe: “menos es más”.

Por lo tanto, si es de relevancia el concebir una buena edificación desde el punto de vista de sus moradores, hay que recordar que la arquitectura es un servicio a la comunidad y se debe estar atento a los tiempos vigentes; las formas deben de surgir a partir de estos principios, no de imposiciones o modas.

El panorama es más complicado si en el país no existen grandes recursos energéticos de tipo convencionales, o si no es un país de recursos económicos abundantes, o si el daño al medioambiente no es menor y para lograr un crecimiento esperado se debe de gastar mucha energía o se es poco eficiente: en general, esa es la situación de Chile actualmente, la que por un lado es frágil, pero por otro lado abre un gran desafío para ser creadores de una buena arquitectura.

En general, el clima no es el problema, aunque este pueda ser muy extremo: el problema está en el proyectista de las edificaciones, el arquitecto o el diseñador. Ya sea por su ignorancia al respecto o por su total inclinación a las modas o tendencias plásticas. Una construcción mal concebida desde el punto de vista energético es muy difícil o costosa de corregir, de aquí el concepto de estar atentos al panorama futuro, como ya lo hacen varios países desarrollados.

El cómo lograr este objetivo no es fácil, ni tampoco difícil, se debe ser muy sensible al medioambiente, entender las estrategias vernáculas locales, estar atentos a los requerimientos de los usuarios, entender los conceptos básicos expuestos en estos apuntes y poseer una gran capacidad de imaginación.

Prácticamente, hasta hace poco, todo lo concerniente al ahorro energético en edificaciones se basa en recetas generales provenientes de guías con recomendaciones que interactúan con el diseño arquitectónico una vez ya proyectado; a veces improvisadamente, como último recurso.

Esto ha cambiado radicalmente con el devenir del tiempo, ahora se trata de entender el mecanismo fundamental que gobierna los intercambios entre el edificio y los elementos medioambientales. Es un área que está en desarrollo y que está abriendo nuevas formas de ver la arquitectura.

El proceso dinámico de la climatización que ocurre en cualquier edificio, y que hemos padecido por su mal y difícil control en muchos proyectos, ahora está siendo comprendido (tarde en algunos casos). Experiencias recientes han demostrado que, con una buena elección de formas, materiales, orientaciones, protecciones y otros, se puede alcanzar niveles adecuados de confort con un mínimo de requerimientos energéticos y de equipos, con las consecuentes ventajas.

“La arquitectura del siglo XX se caracteriza por su énfasis exagerado sobre la tecnología, excluyendo otros valores. Esta tendencia se manifiesta en el ámbito constructivo, incluso en los materiales empleados, tales como plásticos y sintéticos. Existe una dependencia total respecto al control mecánico del ambiente interior. En parte, nos hemos convertido en prisioneros de complicados sistemas mecánicos hasta el punto de prohibirnos abrir ventanas, que deben permanecer condenadas a permanecer cerradas a fin de facilitar el funcionamiento de las instalaciones de aire acondicionado. Todavía hoy se presta muy poca atención a la diversidad y particularidad de los climas regionales, así como a los materiales de construcción locales. Hoy puede verse un mismo tipo constructivo desde una u otra óptica, la conservación o el crecimiento”.

Mazria, Edward. El libro de la energía solar pasiva. Ediciones G. Gili.

Lo anteriormente citado llega a extremos en que muchas veces el ambiente interior climatizado auxiliarmente es menos grato que un exterior sin ningún grado de climatización. La sustentabilidad es el concepto clave del siglo XXI, el siglo XX fue de los economistas y políticos, el siglo XIX de las industrias y los imperios.

La protección del medio ambiente es hoy un aspecto clave. En 1987, la Comisión Mundial del Medio Ambiente y Desarrollo mostró el concepto de desarrollo sustentable en la agenda internacional. En 1992, fue el tema central de la conferencia de las Naciones Unidas en Río de Janeiro, comúnmente denominada como la “Cumbre de la Tierra”. Esta fue la primera conferencia que trató el futuro del medioambiente a nivel de jefes de Estado. La conferencia llamó a los gobernantes a tomar medidas nacionales tendientes a adoptar estrategias para un “desarrollo sustentable”. De particular importancia fue la llamada “Agenda 21” y la “Convención de Cambio Climático”.

Desde ese entonces, la conciencia general pública al respecto ha sido evidente; esto se ha visto por ciertos cambios en las compras, intereses por reciclar (papeles, latas y botellas en basureros separados) y en mejoras en las edificaciones (certificaciones energéticas).

Lo que no está visualizado, sin embargo, es que los edificios, en su proceso constructivo, emplean y botan numerosos materiales y gastos energéticos que impactan el ambiente. Las edificaciones tienen un impacto muy grande en el entorno, tanto por la energía que consumen para operarlos como por la que se tuvo que emplear para edificarlos.

Torres de ventilación permanente en Irán.(B. Rusedsky, Arquitectura sin arquitectos).

El calentamiento global mundial es uno de los muchos aspectos que han hecho noticia en estos últimos años, así como lo están siendo la destrucción de la capa de ozono, la pérdida de áreas forestales, la contaminación del aire, agua y otros; es tan urgente y delicada la situación, que las empresas, instituciones y usuarios están cambiando el régimen de vida drásticamente al interior de las edificaciones, dando paso así a una nueva tendencia de exigencias arquitectónicas.

Es por esto que la arquitectura pasiva (o bioclimática, o sustentable) es la respuesta más adecuada frente a estas condiciones climáticas y forma una parte fundamental del buen diseño arquitectónico.

Existen pocas reglas universales para concebir una edificación que tenga empatía con el entorno y la mayoría están relacionadas con lo que no se debe hacer.

Sujetos a la relación rítmica de los elementos, una ventana, un muro y una cubierta van a actuar muy diferente una del otro y su desempeño individual se va a mezclar con el otro; y lo anterior va a depender de la manera en que están dispuestos, de su orientación solar, su calidad constructiva, la hora del día, de la estación del año, del clima, de su ubicación dentro del edificio, de su ocupación interior, del régimen de climatización, entre otros. El número y complejidad de la interacción, aun en el edificio más simple, puede generar un problema analítico complejo (manejable con la tecnología actual) y presenta por otro lado un desafío educacional y práctico para el que quiera lograr una buena obra.

Por otra parte, es evidente que la energía no solamente tiene importancia bajo el punto de vista energético, sino que, además, políticamente, es una prioridad, tanto para los países industrializados como para los países en vías de desarrollo. A través de la energía se puede mantener el crecimiento económico y se puede ayudar o conceder una asistencia técnica a países que todavía se encuentran en retraso de desarrollo. En cualquier caso, no debe perderse de vista que la energía está asociada a los impactos medioambientales generados por su uso.

A nivel mundial nos enfrentamos con una situación de desempleo y con un desequilibrio de desarrollo entre las diversas regiones, situación geopolítica en continua evolución que va a evolucionar más aún en los próximos años. Por lo tanto, una política energética, concienzuda y previsora, podría contribuir significativamente a crear empleo, a equilibrar el desarrollo entre regiones, etc., y a conseguir los objetivos fijados en el tratado de Maastrich.

La mayor parte del problema ocurre en las zonas urbanas. La ciudad es el mayor complejo social, no son solamente datos estadísticos (habitantes, actividades, usos de suelos…). Prácticamente todo se resuelve desde ellas, todas las decisiones se toman desde ahí.

Los problemas parecen crecer en proporción al incremento urbano y a su mala planificación y baja en calidad de espacios públicos. Es en donde más se desarrolla la racionalidad y a la vez la irracionalidad.

Muchos de los problemas urbanos actuales son los mismos de antes, son variantes nuevas de viejos temas. Constituyen un eterno proceso de ajustes, mediante errores y aciertos.

Esto comenzó hace unos doce mil años atrás, ya Homo sapiens indiscutible, debido a nuestro cambio de estilo de vida: de cazadores-recolectores pasamos a agricultores en un lento proceso. Con ello nos asentamos para el cuidado y manejo de los cultivos, y con ello aparecieron las aldeas. No hay casi tiempo para el ocio, el agricultor trabaja muy duro, luego creció la población, con ello más cultivos, más dependencia de los suelos, los cuales hay que proteger y manejar. La agricultura garantizó la alimentación, pero no siendo rica ni variada en nutrientes, una sola peste o sequía mataba la cosecha y así también a todo el grupo, había que prever y manejar el paisaje (canales, terrazas de cultivos, deforestar…). En cambio, los cazadores-recolectores tenían muchas alternativas de alimentación y no acumulaban. Casi como una contradicción, o trampa, los agricultores mantenían más gente viva, pero en peores condiciones, tenían más enfermedades, muchos problemas higiénicos, multitudes complejas de organizar, también aparece la idea de guardar elementos de valor y protegerse de posibles robos.

La agricultura nos llevó a la prosperidad, pero, al mismo tiempo, a la perdición.

El orden social iniciado por el Homo sapiens es imaginado, no está en el ADN como p. ej. la colmena para las abejas; es uno artificial (política, religión, castas…), difícil de mantener hasta hoy. De aquí se puede decir que parte nuestra insustentabilidad o alejamiento de la naturaleza.

En un inicio éramos animales de exteriores, pero con los años nos convertimos en otros, ahora somos de interiores, no podemos estar expuestos a las condiciones exteriores si no se cuenta con dispositivos de protección.

Se ha sustituido lo salvaje por lo doméstico.

Este cambio nos obligó a diseñar una envolvente, con la que se deben de solucionar los problemas que antes no existían.

Y esta envolvente no puede solucionarlo todo, por ello, además, se deben considerar otros factores, todos estos en general afectan al entorno: son insustentables (el gran problema, en especial si son para muchos).

Ahora con urgencia se necesita descubrir un nuevo modo de vida, pero sustentable y en armonía con el exterior, un modelo que devuelva la relación armónica con la naturaleza. La pregunta es cómo tener un crecimiento verde, sin CO2 y sin daños al medio ambiente.

Actualmente los seres humanos tipo urbanos pasamos entre el 80 y 90% de un día promedio dentro de algún interior (vivienda, oficina, estudios, compras, comidas, trasporte…): el exterior poco se lo utiliza. De aquí la necesidad de resolver muy bien los interiores construidos.

A continuación, se presentan artículos con opiniones críticas del autor relacionadas con el capítulo, publicado en Revista Más Deco del diario La Tercera.

Salud y arquitecturaLa Tercera, Más Deco, ECONCIENCIA, junio 2016, N° 684

Si las personas son saludables o no está determinado por sus circunstancias y el medio ambiente. En general, factores como dónde se vive, el estado del medio ambiente, genética, niveles de educación e ingresos, más la relación con amistades y familia tienen grandes impactos en la salud.

El diseño de nuestro ambiente construido afecta nuestra salud y bienestar, y tiene implicancias a largo plazo en nuestra calidad de vida. El comportamiento humano está altamente influenciado por el contexto, de aquí que una arquitectura ambientalmente grata nos hará más humanos, una mala, por el contrario, nos hará más agresivos.

La OMS define ahora salud no solo como la ausencia de enfermedades, sino que como un estado completo de bienestar físico, mental y social; esta definición ahora involucra la interrelación con los otros. La salud no es solo un simple tema de acceso a la medicina, sino que además es un tema relacionado con nuestro ambiente construido o artificial.

En el área de la sustentabilidad, siempre se habla de sus tres aristas: física, económica y social, ahora en el de la salud, el nuevo paradigma de diseño, estas serían: salud (ausencia de enfermedades), confort (satisfacción) y felicidad (emociones positivas).

La relación entre arquitectura y salud históricamente ha recibido poca notoriedad (aparte de las normas típicas: niveles de ventilación, tamaños de ventanas, espesores de aislantes,…), esta tendencia en la actualidad ha ido moviéndose a otro enfoque, para todos los programas posibles (oficinas, educación, fabricas, viviendas, hospitales,…), el cual se basa en espacios que logren:

– permitir mayor conectividad entre las personas al interior (que hablen, se organicen…, menos puertas).

– mantener activas a las personas, permitir desplazamientos (poder pararse y caminar, gimnasio…).

– estar informados, comunicar (planes, decisiones, dónde está el otro…).

– permitir aprender para mejorar, capacitar permanentemente (no solo de su trabajo, sino que en otros campos: la música, el arte, idiomas…).

– fomentar el altruismo, enfocar más a lo social que a lo individualista, hacer que los ocupantes se dediquen al otro más que a sí mismos (planear de otra manera las tareas).

Una fachada atractiva por el exterior, con ángulos extraños, con muchas ventanas, o con capas ventiladas para supuestamente ahorrar energía, son lo de menos; no son necesarias en este nuevo enfoque que tanto se necesita. El problema está por dentro.

Salvemos al planetaLa Tercera, Más Deco, ECONCIENCIA, octubre 2008, N° 285

Desde hace muchos años esta frase se ha visto y escuchado muchas veces, en escuelas, universidades, en empresas, campañas políticas, en propagandas, etc., y seguimos igual o peor. Claro, ahora hay conciencia de ello al menos, antes no nos dábamos cuenta del daño. Somos lentos.

Pero algo que menos saben, o ni siquiera se imaginan, es que este planeta se puede salvar solo, lamentablemente no nos necesita; este estaría sumamente agradecido si todos los humanos nos fuésemos. Para donde, no lo sé, tampoco hay tantas naves espaciales para que nos lleven a otro planeta si lo encuentran para destruirlo.

Este mundo lleva millones de años y ha pasado por todo con cero faltas; ha estado congelado, lleno de volcanes activos, terremotos, sequías, placas tectónicas que se mueven, impactos de asteroides gigantescos (el último nos dejó girando con un ángulo, pues nos impactó descentradamente por fortuna), ha existido sin oxígeno, etc.

Nuestra existencia es gracias a una infinidad de delicados y únicos sucesos repartidos en millones de años, es mucha suerte. El problema real es que es el ser humano el que podría desaparecer, al planeta no le pasará nada (todavía al sol le quedan otros millones de años para agrandarse y luego casi desaparecer), y por causa de una serie de innecesarias estupideces nuestras (contaminaciones, alimentos cancerígenos, radiaciones letales inventadas por nosotros, aguas envenenadas, guerras, deforestaciones…), estamos en problemas, todo ello en solo unos cincuenta años: nada comparado con lo que ha demorado en formarnos.

Esta historia se asemeja mucho a la sucedida, según los historiadores, en Isla de Pascua. Al principio todo bien, monumentos, progresos y luego se “gastó” la isla, con ello escasez de alimentos, guerras, canibalismo y se acabó todo, incluso ellos. No tenían a dónde ir, estaban solos, lejos de todo. Pero la isla sigue ahí, lentamente recuperándose con otros moradores.

Obviamente todos queremos salvarnos, pero de una forma imposible. Todos queremos salvar a las ballenas, usar las energías renovables, limpiar el aire, evitar las basuras, plantar árboles…, pero sin dejar el auto, los plásticos, las armas, Halloween, las bebidas gaseosas con químicos, el aire acondicionado, entre tantas e innumerables cosas y eso es imposible. En realidad, pareciera que no se lo quiere salvar.

Como muestra de ello, ahora que hay elecciones, las ciudades se están llenando de carteles, pinturas y panfletos con personas desconocidas con altos gastos, en donde nada del papel o plásticos es reciclado ni tampoco se reciclará, en vez de destinarse el dinero a planes de descontaminación, por ejemplo. En otras partes se destinan millones para salvar instituciones financieras, en vez de apoyar campañas ecológicas mundiales.

Todo en este planeta es sustentable, a excepción del ser humano. La única forma tal vez que este lo podría ser es con crisis de energía y ambiental, que frenen el desbocado “desarrollo”.

Ahorro y contaminaciónLa Tercera, Más Deco, ECONCIENCIA, agosto 2010, N° 380

El ahorro de energía tiene en general dos miradas; una es la de reducir los gastos monetarios y la otra es de mejorar la calidad del aire (reducir el CO2). Para la mayoría la primera es lo relevante y fácil de entender. La segunda apunta a mejorar la calidad de vida y reducir los daños al planeta; postura que no todos visualizan aún. Afortunadamente hoy estas coinciden, ahorrar dinero significa también mejorar el planeta o viceversa. Ya también se sabe que el descontaminar es un nuevo negocio y el contaminar se castiga con multas.