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Cada año, un cacique llena una balsa de valiosos objetos de oro y ordena que los arrojen al fondo de una laguna. Durante tres largos días con sus noches, un guerrero carga sobre sus hombros el tronco de un roble gigantesco. Un misterioso ser con cara humana y cuerpo de lobo marino protege a los peces y las focas… Relatos recreados por Sergio Andricaín, que nos conducen por una fascinante geografía mágica: desde las selvas tropicales hasta los picos nevados de los Andes, de las costas del Pacífico Sur a las orillas del lago Maracaibo. Hace muchísimo tiempo que estos cuentos, mitos y leyendas de América Latina viajan de un lado para otro, deslumbrando y divirtiendo a cuantos los escuchan o los leen.
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Seitenzahl: 58
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Andricaín, Sergio, 1956-
Hace muchísimo tiempo / Sergio Andricaín; ilustraciones Esperanza Vallejo. --Bogotá : Panamericana Editorial, 2005.
136 p. ; 21 cm. -- (Literatura juvenil)
ISBN 978-958-30-1642-41. Mitología latinoamericana 2. Mitología colombiana 3. Leyendas latinoamericanas 4. Leyendas colombianas I. Vallejo, Esperanza, il. II. Tít. III. Serie.398.2098 cd 20 ed.AJA8178
CEP-Banco de la República - Biblioteca Luis Ángel Arango
Hace
muchísimo tiempo
Décima reimpresión,abril de 2014
Primera edición,abril de 2005
© Sergio Andricaín
© 2014 Panamericana Editorial Ltda.
Calle 12 No. 34-30
Tel.: (57 601) 3649000, Fax: (57 601) 2373805
www.panamericanaeditorial.com
Bogotá D. C., Colombia
Editor
Panamericana Editorial Ltda.
Edición
Mireya Fonseca Leal
Ilustraciones
Esperanza VallejoDiagramaciónMartha Isabel Gómez
ISBN DIGITAL 978-958-30-6627-6
Todos los derechos reservados.
Prohibida su reproducción total o parcial
por cualquier medio sin permiso del Editor.
Ilustraciones
Esperanza Vallejo
Sergio Andricaín
Hace
muchísimo tiempo
Para Toni,
para mis padres y abuelos
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Contenido
Flores de ayer
El oro
de Guatavita
COLOMBIA
Acoya-napa y
la hija del Sol
PERÚ
Caupolicán
CHILE
La leyenda del lago
de Maracaibo
VENEZUELA
La leyenda
de la yerba mate
URUGUAY, PARAGUAY y ARGENTINA
69
79
89
101
115
125
La leyenda del Millalobo
CHILE
La leyenda del nopal
MÉXICO
Las princesas guacamayas
ECUADOR
Ñucu, el que
sostiene el Cielo
BOLIVIA
La leyenda del lagarto de oro NICARAGUA
La leyenda de
La Sayona
VENEZUELA y COLOMBIA
En este libro se reúnen mitos, leyen-das y cuentos populares provenientes de distintos países de Centroamérica y América del Sur. Se trata de historias antiguas: unas, de cuando aún los espa-ñoles no habían llegado a estas tierras; otras, de los tiempos de la conquista y de la colonia. Durante siglos, se transmitieron de padres a hijos, de forma oral, y después hallaron en la palabra escrita y en los libros cobijo y perdurabilidad.
Estas reescrituras pretenden poner a niños y jóvenes en
Flores de ayer
contacto con la riqueza cultu-ral autóctona de América Latina. Reflejan las creencias, la historia, las costumbres y los sueños de los poblado-res de este continente durante muchas generaciones.
“Hay que tratar con cuidado las historias viejas; se parecen a rosas mar-chitas que se deshojan al menor con-tacto”, escribió la autora sueca Selma Lagerlöf. Ojalá que nuestra recopilación ayude a conservar la lozanía y la fragancia de estas flores de la tradición popular.
Muchos años antes de la llegada de los españoles a América, los pueblos muiscas diseminados por las selvas colombianas tenían fama de aguerridos. Sin embargo, todos admitían, a su pesar, que ninguno de ellos contaba con hombres tan valerosos como los de una prós-pera tribu asentada en las inmediaciones de la laguna de Guatavita. Era tal el respeto que des-pertaban entre los indígenas vecinos, que éstos no sólo no se atrevían a hacerles la guerra, sino que, para evitar enfrentamientos que pudieran
El oro de GuatavitaCOLOMBIA
Colombia
Sergio Andricaín
perjudicarlos, les pagaban puntualmente gene-rosos tributos. Todos estaban convencidos de que algún dios poderoso protegía al cacique de Guatavita y a sus súbditos.
El cacique, aunque respetado y dueño de grandes riquezas, no era del todo feliz. Des-pués de traer al mundo a una hermosa niña, su joven y bella esposa había comenzado a comportarse de manera extraña. Aunque no lo comentaba con nadie, ni siquiera con sus familiares más cercanos, el cacique temía que su amada estuviera perdiendo la razón. Por ello,
El oro de Guatavita
dio instrucciones a dos sirvientas para que la acompañaran discretamente adondequiera que fuese.
Una tarde, al volver de un largo paseo, la mu-jer del cacique buscó a su marido para narrarle, con la respiración entrecortada por la emoción, algo extraordinario. Ese día había ido hasta la laguna con el propósito de recoger algunas de las hermosas flores que crecían allí y, mientras su hijita y las criadas jugueteaban en las már-genes, había visto emerger de las aguas una gigantesca serpiente con el cuerpo recubierto de esmeraldas. Cuando se propuso avisar a sus acompañantes de la presencia del extraño animal, éste se sumergió en el acto, como si leyera sus pensamientos, sin que una sola onda rompiera la tranquila superficie del agua. Tan desconcertada se sintió la joven, que prefirió no hacer comentarios ante la servidumbre. Él era la primera persona a quien se lo contaba. El marido observó, con preocupación, el extra-ño brillo de los ojos de su mujer. Nunca antes había escuchado hablar de aquella serpiente. ¿Serían fantasías de ella? Procuró tranquilizar a su esposa y, para sus adentros, se dijo que al día siguiente impartiría severasórdenes para
Sergio Andricaín
que la servidumbre redoblara la vigilancia sobre su mujer.
Pero no pudo hacerlo. Esa madrugada, mien-tras el cacique dormía, su esposa abandonó la cabaña en puntas de pie, para no hacer ruidos, llevando a la niña en brazos, y corrió hacia la oscuridad. Sin que nadie se percatara de su hui-da, se dirigió a la laguna de Guatavita. Como no había luna, tropezó varias veces con las piedras y las raíces, cayó y se levantó una y otra vez durante el trayecto hasta que finalmente logró su propósito. Al lle-gar a la laguna, se aproximó a la ori-lla y contempló las silenciosas aguas.
El oro de Guatavita
Le pareció que, desde lo hondo, la extraña ser-piente la miraba, exigiéndole que se reuniera con ella de inmediato. Sin poderse contener, obedeciendo a un misterioso impulso, la joven se arrojó al fondo de la laguna, arrastrando consigo a su hija.
Al amanecer, el cacique notó la desaparición de ambas y dio la voz de alarma. Toda la tribu, presa de la mayor agitación, comenzó a bus-carlas. Hombres y mujeres, niños y ancianos, recorrieron el poblado y sus alrededores, tra-tando, infructuosamente, de dar con ellas. Fue una de las servidoras quien encontró, al cabo
Sergio Andricaín
de
El oro de Guatavita
una
Sergio Andricaín
–Aún no es el momento –respondió éste–. Cuando llegue tu hora final, el espíritu de la la-guna te permitirá abrazar a quienes tanto amas. Entretanto, debes gobernar con justicia y velar por la seguridad de tu pueblo.
No obstante, advirtió que la serpiente re-clamaba una ofrenda. Todos los años, el go-bernante debería reunir una gran cantidad de hermosos objetos de oro y arrojarlos en el centro de la laguna. Sólo así los muiscas continuarían gozando de la protección del espíritu.
El ritual se cumplió al pie de la letra. Una hermosa balsa, arreglada con gran lujo y llena
El oro de Guatavita
de innumerables riquezas, se adentró, algunas noches más tarde, en la laguna de Guatavita. En cada uno de los extremos de la embarcación ardían cuatro fogatas de maderas perfumadas. Los más nobles guerreros, encargados de con-ducir la embarcación, movían los remos con destreza. El jefe, de pie,