Hacienda Rupanco - Paz Neira - E-Book

Hacienda Rupanco E-Book

Paz Neira

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Beschreibung

Hacienda Rupanco constituye un ejemplo emblemático de la historia agraria y rural de Chile. A través de su historia podemos constatar las distintas políticas estatales en relación al territorio y la tenencia de la tierra, constituyéndose en la historia del despojo.

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HistoriaA cargo de esta colección:Julio Pinto

© Lom Ediciones Primera edición, julio 2023 Impreso en 1.000 ejemplares ISBN Impreso: 978-956-00-1722-2 ISBN Digital: 9789560017611 RPI: 2023-a-7003 Las publicaciones del área de Ciencias Sociales y Humanas de Lom ediciones han sido sometidas a referato externo. imagen de portada: fotografía de Ivan Csillag, "yunta de bueyes". © Colección Museo Histórico Nacional Edición y maquetación Lom ediciones. Concha y Toro 23, Santiago Teléfono: (56-2) 2860 68 [email protected] | www.lom.cl Tipografía: Karmina Impreso en los talleres de Lom Miguel de Atero 2888, Quinta NormalSantiago de Chile

A los dirigentes y mujeres que han dado una lucha tremenda en defensa de su tierra y que nos entregaron su testimonio.

Al dirigente Pablo Martínez, que no alcanzó a ver este libro.

A Daniel, Maritchu y a toda la familia que nos ayudó en la publicación.

Glosario

BHC

Banco Hipotecario y de Fomento de Chile.

CDE

Consejo de Defensa del Estado.

CERA

Centro de Reforma Agraria.

CEPRO

Centro de Producción.

CIDA

Comité Interamericano de Desarrollo Agrícola, FAO,OEA,CEPAL, IICA.

CONADI

Corporación Nacional de Desarrollo Indígena.

CONAF

Corporación Nacional Forestal.

COFOMAP

Corporación Forestal Maderera Panguipulli.

CORMA

Corporación Chilena de la Madera.

CORFO

Corporación de Fomento y Reconstrucción.

CORA

Corporación de la Reforma Agraria, perteneciente al Ministerio de Agricultura.

COTAM:

Comisión de Trabajo Autónoma Mapuche, Informe para la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato.

has

Hectáreas.

ICIRA

Instituto de Capacitación e Investigación en Reforma Agraria.

INDAP

Instituto de Desarrollo Agropecuario.

IPS

Instituto de Previsión Social.

MAPU-OC

Movimiento de Acción Unitaria Obrero Campesino.

ODENA

Oficina de Normalización Agraria, entidad que reemplazó a la CORA.

ODEPA

Oficina de Planificación Agrícola.

SAG

Servicio Agrícola y Ganadero.

SARA

Sociedades Agrícolas de Reforma Agraria.

SIIC

Sistema de Información Integrada CONADI.

UOC

Confederación Nacional Unión Obrera y Campesina.

Presentación

Liliana Barría, socióloga que trabajó con campesinos desde la época de la Reforma Agraria, y Paz Neira, antropóloga social, han recogido antecedentes sobre la historia de uno de los mayores latifundios del sur de Chile desde la época postcolonial hasta nuestros días, y con ellos han elaborado este libro-documento que aquí presentamos. Se trata de la Hacienda Ñuble-Rupanco, como se llamó anteriormente, que con cerca de 50 mil hectáreas, ubicadas en la Región de Osorno, ha constituido uno de los mayores latifundios del país, solo comparable en extensión con las grandes estancias magallánicas de comienzo del siglo XXI.

La historia de esta hacienda va desde 1904 hasta el presente, cuando se llamó Sociedad Colonizadora Rupanco. Esta entregó la isla Coihueco a Amadeo Heiremans, la que se transformó, entre 1905 y 1969, en Sociedad Colonizadora Agrícola y Ganadera Ñuble-Rupanco, que explotó la hacienda por 64 años,

En 1969-70 la hacienda es expropiada de acuerdo con la ley de Reforma Agraria por la CORA, constituyéndose el Asentamiento Rupanco, con 47.342 hectáreas que se asignaron a la Cooperativa de Reforma Agraria, conformada por 850 familias campesinas.

Esta cooperativa funcionó durante siete años hasta 1977, cuando fue intervenida y disuelta por la dictadura militar, traspasándose la hacienda a ODENA, sucesora de la CORA.

Entonces comenzó su explotación por parte de CONAF, que duró hasta 1979, licitándose la hacienda a varios propietarios privados entre los cuales se contaba un jeque árabe, el Banco de Chile y la compañía INDUS.

En 2006 se vende una parte de la hacienda a Forestal Mininco (13.198 hectáreas) para su explotación forestal y el resto continúa como explotación ganadera y lechera (19.524 hectáreas).

En 1987, 513 socios de la cooperativa campesina entablan un juicio de nulidad de lo obrado durante la dictadura, pero a pesar del apoyo de la Cámara de Diputados nada obtienen. Con la vuelta a la democracia nada logran tampoco. En 2020, aún permanecían 51 de estas familias viviendo al interior de la hacienda, 43 años después del despojo.

A lo largo del texto que las autoras han elaborado, se puede seguir en detalle las consecuencias de la intervención militar, la disolución de la cooperativa asignataria, la explotación por la CONAF, las acciones de Julio Ponce Lerou, designado director de la CONAF por el régimen militar, la defensa de los campesinos, los esfuerzos frustrados de compensación, y finalmente la subdivisión de la hacienda Rupanco y la situación actual.

A veces el lector queda desbordado por la lectura de la acumulación de negocios privados que impiden resarcir a los campesinos, y la lucha de intereses entre los diversos grupos económicos que se mueven en torno a la hacienda.

En definitiva, este texto sumamente rico y detallado permite ver, una vez más, el poder de los grupos económicos privados que existían y siguen existiendo antes y después de la Reforma Agraria y consolidados por la dictadura militar.

Jacques ChoncholExministro de Agricultura

Prólogo

¿Será posible que el estudio de una hacienda en particular pueda reflejar elementos de la cultura y de la historia rural del sur de Chile? Este notable texto puede contribuir significativamente a ello. Es el fruto de la investigación sistemática, inteligente y prolongada de sus autoras, Liliana Barría Iroumé, socióloga, y Paz Neira Barría, antropóloga. La motivación de ambas ha sido, sin duda, de carácter profesional, unido a un compromiso vital por el estudio y análisis de las culturas rurales. Tiene además una motivación de carácter familiar, ya que el padre de Liliana y abuelo de Paz fue el destacado abogado don Daniel Barría Sánchez, quien se entregó con infatigable dedicación al servicio del campesinado como subsecretario de Agricultura desde 1964 a 1967. Posteriormente, durante veinte años defendió a los socios de la Cooperativa de Reforma Agraria Rupanco cuando sufrió la usurpación de las tierras pertenecientes a más de 800 campesinos.

Este estudio tiene la virtud de cubrir la historia completa de un espacio bien acotado en el sur del país, en las cercanías de Osorno, denominado Isla Coihueco, que con el transcurso del tiempo llegó a pertenecer, de muy mala forma, a la hacienda Rupanco. Constituye en lo esencial un estudio de caso en que el análisis sigue un itinerario histórico que le imprime un gran valor. Posiblemente entre todos los ensayos o análisis de esta naturaleza puede ser considerado como una obra notable. Es interesante observar la amplitud con que las autoras se hacen cargo del contexto de la evolución de la hacienda, cubriendo dimensiones tanto políticas y geográficas como socioeconómicas. Logran así mostrar los hechos teniendo en cuenta las dinámicas del conjunto social.

La fundamentación de esta obra es muy sólida, con una amplia bibliografía, archivos históricos, citas de diarios y revistas, páginas web y antecedentes en propiedad de las autoras que respaldan cada afirmación. Además del estudio de hechos objetivos, se matiza con testimonios de hombres y mujeres que han sido testigos de lo ocurrido con la hacienda.

Quisiera destacar, de manera muy sintética, algunos procesos claves que surgen de su lectura. Una contribución interesante es la presentación del pueblo huilliche que habitaba el territorio denominado Huillimapu, dando a conocer los sucesos que en él ocurrieron durante la Colonia. Nos adentra en la resistencia que opuso este pueblo al avance conquistador. El último levantamiento huilliche en defensa de sus tierras, ya al finalizar el período colonial, sucede en 1792.

En el Parlamento de Canoas, los lonkos huilliches se ven obligados a ceder amplios territorios y a aceptar el repoblamiento de Osorno, que fue refundado en 1796. Con posterioridad se intensifica el proceso de apropiación y acaparamiento de las mejores tierras de los Llanos de Osorno. Con los inicios de la República, se opera un cambio en el trato a los lonkos y a sus comunidades. En 1820 llegan al Huillimapu las tropas chilenas avanzando hasta el Seno de Reloncaví. Posteriormente, en 1826, logran independizar Chiloé.

Entre 1824 y 1832, se procedió de parte del Gobierno de Chile a entregar Títulos de Comisarios a nombre de los lonkos, reconociendo así legalmente la propiedad de las tierras pertenecientes aún a los huilliches.

Esta política de reconocer mediante títulos las tierras en posesión de lonkos y sus aillarehues se va debilitando en la misma medida que avanza el propósito colonizador con familias extranjeras y también chilenas. Para ello el Estado se apropia de extensos territorios declarándolos «tierras fiscales», lo que constituyó en gran medida un proceso de usurpación.

En 1853 se funda Puerto Montt y se crea el Territorio de Colonización de Llanquihue, que cubre desde Río Bueno al sur. Se potencia con estas instituciones el establecimiento de grandes propiedades agrícolas sobre tierras huilliches mediante las mismas técnicas aplicadas antaño: engaño por embriaguez, hipotecas, remates judiciales, sesión de algunos derechos quedándose con el total de ellos, donación de poderes para litigar y transacciones por especies.

Uno de los peores períodos en que se acentúan los procesos de usurpación es el de la llamada República Oligárquica (1891 a 1925), en que las arbitrariedades vienen del Estado, puesto enteramente al servicio de la oligarquía, empleando instrumentos públicos para incrementar sus riquezas y mantener sus privilegios.

Se realizaron 46 concesiones que abarcaron 4,7 millones de hectáreas, tanto en el sur como en el extremo austral.

En 1904 se entregó, en concesión, la denominada Isla Coihueco, de 41.100 hectáreas, a un ciudadano belga con el propósito de formar colonias mixtas nacionales y extranjeras. Un año después, éste vende todos sus derechos a la Sociedad Colonizadora Agrícola y Ganadera de Rupanco.

El contrato oficial, que estipulaba el número de inmigrantes que se debían asentar en ese territorio, nunca se cumplió. No se trajo a los colonos, quedándose la Sociedad con la totalidad de las tierras. ¿Quiénes se quedaron con ellas? La «crema» de la oligarquía santiaguina que controlaba dicha Sociedad y que estaba compuesta por socios que eran ministros, embajadores y numerosos parlamentarios y personas bien conocidas, con fortunas de origen minero, financiero e industrial. Del incumplimiento de un contrato formal con el Estado nace la Hacienda Rupanco, ubicada en los llanos de Osorno, situada entre el río Rahue y el lago Rupanco por el norte y el río Coihueco por el sur, alcanzando por el oriente hasta la precordillera. En la actualidad esta área forma parte de la comuna de Puerto Octay.

Desde el primer año de operación de esta Sociedad, las tropelías y agresiones no se hacen esperar. Las denuncias realizadas por diputados y senadores son elocuentes. El Parlamento se vio obligado a constituir una comisión investigadora la que tenía entre sus miembros a algunos diputados que a la vez eran socios de ella. A esta comisión acudieron muchos huilliches y colonos en busca de amparo, sin resultado alguno.

En diciembre de 1911 ocurrieron los «Sucesos de Rupanco»: un desalojo a favor de la sociedad concluye con cuatro campesinos muertos y también un policía. La Corte de Apelaciones de Valdivia liberó a los autores sin cargos.

Ese mismo año un editorial del diario La Época de Temuco aborda el tema de las grandes concesiones, que resulta apropiada para entender lo que ocurrió con ellas: «Esta es la verdad. Si algún día se escribiera la Historia Verdadera de la Colonización Nacional en las tierras de Arauco, sería muy interesante leer la serie de escandalosos negociados por medio de los cuales se han despojado, a sus legítimos poseedores primero i después al fisco i a los pequeños colonos chilenos, de inmensas riquezas pasadas en pocas manos al amparo de altas influencias personales i políticas de la banalidad de jueces i funcionarios públicos i de abusos i de violencias de todo orden i calibre».

Un hecho importante para el desarrollo de la economía agraria de las tierras al sur del Bío-Bío fue la penetración del ferrocarril. En 1906 Osorno queda unido en forma directa con Santiago, abriendo nuevas oportunidades a esa región.

A fines de los años 1920, adquiere parte importante de las acciones de la Hacienda el empresario del salitre Pascual Baburizza, acelerando la transformación de la misma e instalando en ella el tradicional sistema de inquilinaje de manera similar al existente en sus numerosos predios en el norte y centro del país. Se otorga así un trato distinto y se tiende a arraigar en ella a las familias de los inquilinos, mejorando con ello las condiciones de vida de las mismas (habitaciones y regalías). Algunos miembros de la familia Baburizza continuaron en labores directivas hasta su expropiación en 1969 por razones de extensión (47.342 hectáreas), y a su vez por ser una persona jurídica la propietaria de la Hacienda.

La Corporación de Reforma Agraria entrega las tierras en propiedad en 1970 a la Cooperativa de Reforma Agraria Asignataria Rupanco Limitada. Los campesinos asentados en ellas permanecieron en posesión de las mismas durante siete años. La gestión de las estructuras establecidas para la administración actuaron de manera eficiente, logrando incrementos notables en la producción y realizando importantes inversiones en infraestructura y aumentando significativamente los ingresos de la Cooperativa y de sus socios. La organización de los campesinos fue progresando y el apoyo de las instituciones del Estado contribuyó a elevar la situación humana, cultural y económica de sus miembros.

En 1973 todo cambia drásticamente. Algunos días después del golpe de Estado las fuerzas militares intervienen la Cooperativa e inician persecuciones, amedrentamientos y arrestos. Uno de los socios fundadores de la misma fue detenido-desaparecido. Los socios de ésta pasaron a ser peones de la misma: no recibieron sueldos por largos meses y las mujeres decidieron hacer un paro en noviembre de 1976 –en plena dictadura– por la situación que sufrían.

La dictadura procede a disolver más de doscientas cooperativas de reforma agraria. La liquidación de la Cooperativa Asignataria Rupanco Limitada no se hizo para asignar individualmente las tierras a las familias campesinas, sino para despojarlas de ellas. Muchos de los socios tuvieron que huir: alrededor de doscientos se fueron a Argentina y otros quedaron a la deriva en Osorno. Se remataron a vil precio los bienes de la Cooperativa: maquinarias, equipos, ganados e incluso los enseres de numerosas familias cooperadas. En mayo de 1978 los liquidadores oficiales vendieron el predio a la Corporación de Reforma Agraria y en marzo de 1979 fue traspasado en propiedad a la CONAF, quien lo vendió a Cabildo S.A.

Lo que sigue a continuación es caótico y vergonzoso. Verdaderos truhanes ligados a la dictadura hacen de las suyas, no sólo en Rupanco, sino que en otros grandes predios reformados, como el Complejo Panguipulli y otros fundos ubicados en la Región de la Araucanía.

La única manera, para un lector interesado, de conocer los hechos que ocurrieron es leer con atención el texto de Liliana y Paz, quienes muestran en él con precisión lo acontecido.

En 1979 la CONAF llama a una licitación internacional para la venta de la hacienda. El financiamiento para la sociedad compradora vino del jeque saudita Suleimán Abdul Aziz Al Rahji, quien posteriormente adquirió la mayor parte de Cabildo S.A., permaneciendo hasta 1997 en esa Sociedad. Otros socios fueron el Banco de Chile y la compañía industrial Indus, perteneciente al grupo BHC y un grupo de empresarios de origen árabe-chileno.

La Hacienda Rupanco entró, a partir del año 2006, en un proceso de división: un lote de 14 mil hectáreas fue vendido a una empresa forestal; otro lote de 19 mil 500 a una ganadera, y el resto de las 50 mil hectáreas permaneció en manos de la rebautizada Nueva Cabildo S.A. con propósitos inmobiliarios.

Según información recogida por las autoras, la empresa forestal que compró las tierras pidió a Nueva Cabildo S.A. que le entregara la propiedad sin gente habitando en ella, convirtiéndose en un factor de desarraigo y de emigración. A su vez, y según el texto, la empresa ganadera también expulsó a la mayor parte de las familias que permanecían arraigadas a la tierra, llegando al extremo de destruir o quemar sus viviendas hace muy poco tiempo, en 2016. En cambio, estableció un sistema de trabajo en el que las personas van al predio durante doce días y regresan después por tres días a sus casas, la mayor parte ubicadas en Osorno. Este sistema, y otros muy parecidos, han dañado la vida familiar e impedido la constitución de nuevos hogares. Con el paso del tiempo las familias expulsadas a ciudades y pueblos han perdido su condición rural, y por lo mismo ha disminuido la disponibilidad de mano de obra para labores en el campo. Después de instalar esta forma de trabajo, los dirigentes empresariales gimen por la falta de trabajadores para las faenas agrícolas más intensivas.

El proyecto de Reforma Agraria que pretendía el acceso de los campesinos a la tierra fue drásticamente cancelado, y en su reemplazo las empresas agrícolas o forestales que se hicieron de la tierra en general han creado una agricultura sin arraigo, expulsando a una parte importante del campesinado a pueblos y ciudades. El caso de Rupanco, en este sentido, es bien elocuente.

Después de este extenso recorrido histórico es fácil constatar un denominador común presente a lo largo del texto: es la vigencia casi permanente de una cultura de la usurpación. En ella se entrelazan la esfera pública, la administrativa y sectores privados poderosos.

La palabra usurpación es definida por la Real Academia de la Lengua Española como «un hecho o sucesión de hechos que conducen a apoderarse de una propiedad o un derecho que legítimamente pertenece a otro, por lo general con violencia». Esta definición a mi juicio corresponde al alcance que las autoras utilizan en su análisis.

La sucesión de testimonios recogidos en este texto logra comunicar al lector la verdadera impotencia que habrán sentido quienes sufrieron agresiones y abusos. Impotencia de quienes fueron arrancados de sus tierras y obligados a emigrar a ciudades o al extranjero. Impotencia de familias y organizaciones que lo perdieron todo.

La lectura completa de esta obra, en muchos de sus pasajes, muestra el desamparo que ha sufrido la gente más modesta del campo cuando recurre a las autoridades o a las instituciones del Estado: muy frecuentemente no encuentran acogida y tampoco respuesta. El juicio entablado por Daniel Barría encontró toda clase de dificultades y no tuvo éxito.

En distintos momentos, y a veces por períodos muy extensos, desde el Estado se han realizado intervenciones contrarias a los intereses del campesinado. El amparo de algunos gobiernos a sociedades y empresas privadas ha permitido a las mismas cometer graves abusos y agresiones. En el medio rural se han generado resentimientos y rencores que han conducido a conflictos larvados o abiertos.

Siento que la publicación de este texto adquiere, en estos tiempos que vivimos, una resonancia especial, ya que el lector descubre muchas humillaciones, violencia y muerte, olvidadas por el paso del tiempo. Ayuda sin duda a crear conciencia respecto a los conflictos en que los perdedores son siempre los mismos. Si la ruralidad tiene algún rasgo determinante es su fragilidad, y si sufre de injusticias y postergación, se la destruye. En momentos en que se ha creado un paréntesis, no sólo para la reflexión, sino para pensar y proyectar el país hacia el futuro, es necesario reconocer que hay situaciones en nuestro pasado común que no se pueden repetir. El país puede buscar y hacer caminos más humanos y justos para una sana convivencia democrática y debe curar heridas que aún están abiertas.

Finalmente quisiera destacar el trabajo y dedicación de las autoras, quienes cumplieron una labor minuciosa buscando paso a paso los procesos que se prolongaron por tan largo tiempo en el espacio de la Isla Coihueco, de la que se apropió indebidamente la Hacienda Rupanco a principios del siglo XX. Este estudio permite comprender mejor la historia rural del sur del país.

Emiliano Ortega RiquelmeExministro de Agricultura

Fuente: Elaboración Maiché Ortega Barría

Introducción

La Hacienda Rupanco se ubica en la Región de Los Lagos, provincia de Osorno, comuna de Puerto Octay, ocupando el 26,17% de dicha comuna (470 km cuadrados). Limita hacia el norte, con el lago Rupanco y el río Rahue, al este con una línea recta desde después de la península del Islote hasta el río Coihueco. Al sur, con el río Coihueco, y al oeste con el río Coihueco hasta su confluencia con el río Rahue.

Esta Hacienda, que llegó a explotar 47.000 hectáreas, fue uno de los predios más grandes de Chile y constituye un ejemplo emblemático de la historia agraria de este país. A través de su historia podemos constatar las distintas políticas estatales en relación al territorio y la tenencia de la tierra: desde la constitución de la propiedad en el sur de Chile, la entrega a una Sociedad Colonizadora, el paso por Sociedad Anónima, el proceso de Reforma Agraria desde 1969, la Contrarreforma Agraria, y finalmente la privatización y subdivisión de las tierras.

En el capítulo I describimos la historia de la constitución de la propiedad en la Región de Los Lagos, en la provincia de Osorno, y específicamente en la zona de Rupanco, desde la época de la colonia. Se describe el territorio huilliche. Cómo los historiadores logran comprender y dibujar la geografía del territorio de Rupanco recién en la segunda mitad del siglo XIX, cambiándole el nombre al lago, de Llauquihue a Rupanco. Hacia 1852 se reconoce la propiedad fiscal de la Isla Coihueco, que el Estado remata, creándose conflictos con los campesinos e indígenas que estaban asentados en él. En 1896 el Estado entrega las tierras a un extranjero para que trajera a cinco mil familias inmigrantes, experiencia que fracasa y donde vuelven las tierras a poder del Estado. Se describen los títulos de merced en la provincia de Osorno y específicamente en la zona de estudio, la Isla Coihueco, destacándose los conflictos y usurpaciones de las que fueron objeto las familias huilliches del territorio.

En el capítulo II analizamos la constitución de las sociedades colonizadoras del sur, y específicamente de la Sociedad Agrícola y Colonizadora Rupanco, creada en 1904 y ubicada en la Isla Coihueco. Se describe la vinculación de sus socios con el poder de la oligarquía santiaguina, profundizándose en los diversos despojos de las poblaciones huilliches en el territorio, descritos en sesiones de la Cámara de Diputados desde 1905 e investigados en profundidad por la Comisión Parlamentaria de 1910-1912.

El capítulo III profundiza en la consolidación de la propiedad en manos de la Sociedad Ñuble y Rupanco a partir de 1920, observándose nuevamente el despojo de cerca de doscientas familias que habitaban el territorio. Se termina de consolidar la propiedad de la hacienda cuando entra como uno de sus propietarios principales el empresario del salitre Pascual Baburizza, quien concibe la hacienda como proveedor de carne y de productos agrícolas para el abastecimiento de las minas del Norte, y específicamente de las salitreras. Lo anterior es constatado a través del análisis de las memorias de la Sociedad a partir de 1935. Estas muestran un sostenido crecimiento de las utilidades. Hacia 1943, el proyecto de construir un ramal de la línea férrea de Osorno a Rupanco muestra lo importante que era para la zona esta actividad. Dicho proyecto se suspende en 1950. Es ésta una época de expansión de la agricultura y de la ganadería: entre 1935 y 1960 se convierten los campos en lecherías; en la zona se instala la transnacional Nestlé y se construye el frigorífico de Osorno, entre otros.

En Rupanco se crea la Colonia de Rupanco como un proyecto de la Caja de Colonización del Estado, en los terrenos colindantes con los de la Sociedad Ñuble y Rupanco hacia la cordillera. Finalmente, en este capítulo se entregan los testimonios de dirigentes y de mujeres que relatan cómo eran las condiciones de trabajo y las regalías en la época de la Hacienda.

El capítulo IV muestra el proceso de Reforma Agraria en la Hacienda Rupanco. Se inician reformas agrarias en todos los países de América Latina con el objeto de realizar reformas estructurales tendientes a superar los altos niveles de desigualdad y pobreza en el campo. En Chile, en 1967 se aprueba la ley de Reforma Agraria, durante el Gobierno del presidente Eduardo Frei Montalva. La Hacienda Rupanco, por ser sociedad y ser muy grande en extensión, es expropiada, de acuerdo con la nueva ley, en 1969. Las tierras fueron entregadas en propiedad a la Cooperativa Asignataria Rupanco Ltda., constituida por 850 campesinos, en 1970. Los campesinos reciben emocionados la tierra; se describe la organización inicial en Asentamiento, la forma de organización del trabajo y sus dificultades, los sueldos y regalías a través de testimonios de los dirigentes y mujeres, la defensa de los socios de su cooperativa al haber un intento del Gobierno de cambiar el modelo cooperativo, su lucha y logros en este conflicto.

El capítulo V describe el proceso de contrarreforma Agraria en la Cooperativa Rupanco. El Gobierno Militar interviene y liquida la Cooperativa, aplicando un decreto que dispuso que el Ejecutivo podía disolver mediante decreto a las cooperativas de Reforma Agraria. La gran mayoría de las cooperativas asignatarias fueron disueltas y entregadas en propiedad individual. Específicamente, en este caso, se pretendió parcelar, pero con la intervención de las más altas autoridades de la dictadura, ésta fue intervenida, liquidada y despojada de la tierra y de sus bienes en 1977. Argumentaron la causal de mala administración contable, comprobándose posteriormente que esto no era efectivo. Había suficientes activos en la Cooperativa. Los socios alcanzaron a ser dueños de la tierra durante siete años. Son dramáticos los testimonios de las mujeres sobre la intervención en los inicios de la Dictadura. Ese mismo año, la Hacienda fue traspasada a CONAF, dirigida por Julio Ponce Lerou, yerno del dictador Pinochet. Este organismo se hizo cargo de las tierras de la excooperativa con todos sus inventarios y la explotó durante dos años, contrató a los exsocios como obreros, y obtuvo tremendas ganancias. Los campesinos socios perdieron la tierra y los bienes. Las ganancias por la venta del predio no fueron traspasadas a ellos, sino que quedaron en poder del FISCO o de otros actores. Los exsocios debieron emigrar a las poblaciones en Osorno o hacia Argentina, quedando algunos al interior de la hacienda Rupanco.

El capítulo VI aborda la privatización de la Hacienda, que se inicia con su licitación internacional en 1979, por parte de CONAF. Fue adjudicada a una sociedad anónima, Cabildo SA, que a esa fecha sólo tenía deudas, pero contaba con una parte importante de capital extranjero. Parte de las acciones eran del Banco de Chile. Se profundiza en las circunstancias en que entró el jeque arabe Sulaiman Abdul Aziz Al Rahji, como socio capitalista, invitado por Ponce Lerou; se describen sus negocios a nivel internacional; el nuevo aporte de capital en 1984 a la Sociedad Cabildo, acogiéndose al capítulo XIX sobre capitalización de deuda externa; los vínculos de Julio Ponce con el grupo de Javier Vial y el Banco de Chile, la intervención del Banco Andino de Panamá. Finalmente se describe la venta de los capitales árabes en la sociedad a un grupo económico chileno en 1997, intercalando testimonios de los trabajadores sobre la situación en la Hacienda en esos años.

En el capítulo VII se profundiza en los primeros negocios de Julio Ponce Lerou en el rubro agropecuario en el sur de Chile, y especialmente en lo relacionado a predios cercanos a la Hacienda o bien que tuvieron su origen en la Reforma Agraria. Se describen diversos negocios en el rubro ganadero, los que comienzan de forma paralela a sus cargos de director nacional de CONAF y CORFO, cuando a través de enormes préstamos comenzó su negocio de crianza de ganado, posicionándose como unos de los principales abastecedores de carne en Chile. Diversas fuentes y testimonios apuntan a que esta crianza de animales se hizo a través del uso para beneficio personal de distintos predios que habían sido de la Reforma Agraria, y que estaban en manos de ODENA o CONAF, Entre ellos se analiza el Complejo Maderero y Forestal Panguipulli, laHacienda Nueva Etruria de Pitrufquén, la compra de la Sociedad Agrícola y Forestal Río Blanco en Puyehue, diversos conflictos con centrales hidroeléctricas en la comuna de Puyehue y con la Comunidad Mapuche Llanquilef, también de la misma comuna.

El capítulo VIII relata los enormes esfuerzos que realizaron los campesinos y sus dirigentes por recuperar la Hacienda. En 1987 los campesinos, con apoyo de la Confederación Nacional Campesina, presentaron una demanda judicial que representó a 513 exsocios para revertir la situación respecto a sus tierras y bienes perdidos. El juicio se prolongó por veinte años y los campesinos perdieron en todas las instancias. La primera instancia concluyó la demanda en 1995; la Corte de Apelaciones dictó sentencia en el año 2005 y la Corte Suprema en el 2007. Se describen todos los esfuerzos realizados también ante otras instancias de Gobierno: Ministerio de Agricultura, Consejo de Defensa del Estado, SAG como institución heredera de CORA, en especial para recuperar tres predios que fueron de ellos y que estuvieron en manos del Estado hasta el 2011. Se presentan los análisis y acuerdos en la Cámara de Diputados que, en tres ocasiones diferentes, con apoyo de todas las bancadas, solicitó al Ejecutivo una reparación para los campesinos despojados, sin resultados. Finalmente, se describen los logros ante la Contraloría General, que reconoce el carácter político de las exoneraciones y aprueba que los socios puedan postular a los beneficios de la ley de exonerados políticos.

En el capítulo IX nos referimos a la situación actual del territorio de la Hacienda, hoy dividido en tres grandes propiedades con vocaciones totalmente diferentes: una ganadera y lechera (en manos de Manuka S.A,), otra forestal (en manos de Mininco) y otra turística y agrícola (aún en manos de Cabildo S.A.) Además, mostramos cómo los cambios en la tenencia y explotación de la tierra han reconfigurado el territorio: la disminución de las familias ha obligado a cerrar colegios, no hay espacios para las familias, ni iglesias, ni canchas de fútbol ni lugares de recreación. El sistema de trabajo es similar al de la minería, con sistemas de trabajo con estadías largas y algunos días de descanso. Existen bastante menos familias que en las épocas anteriores. Se describe la permanencia de 51 familias dentro del predio sin poseer tierras, y los intentos por expulsarlos de éste en base a los relatos de mujeres, los que han sido publicados.

El Anexo 1 describe las sucesivas transferencias del predio, una línea de tiempo, y el Anexo 2 sintetiza los principales hitos en la defensa de los campesinos.

Invitamos a los lectores entonces a conocer esta historia, una historia que nos ayuda a comprender cómo, a través de los siglos, ha cambiado la ocupación –social, espacial, tenencia y producción– del territorio, cambios estrechamente relacionados con los procesos políticos y económicos de nuestra historia política y económica. Esperamos que este trabajo sea una contribución al estudio de la realidad rural del sur de Chile.

Advertimos a quienes leen que esta no es una historia alegre ni tiene un final feliz. Pero es una historia necesaria, que explicita la desigualdad estructural de este país a lo largo de su historia.

Metodología

El objetivo de este estudio es profundizar en la historia de un territorio específico que tiene todos los elementos de buena parte de la historia del Chile rural, desde la Colonia hasta el día de hoy, específicamente quisimos sistematizar y difundir la historia y memoria de la Hacienda Rupanco, poniendo especial énfasis en las fases de Reforma, Contrarreforma Agraria y privatización de la misma.

Esta investigación se realizó a partir de la revisión de diversas fuentes:

1. Fuentes primarias:

Se realizaron entrevistas a dirigentes, campesinos y personas vinculadas directamente al proceso de Reforma Agraria y la Hacienda Rupanco. También a vecinos del sector; entrevistas a exautoridades, funcionarios estatales vinculados al proceso de la Reforma y Contrarreforma Agraria; entrevistas a expertos que hubieran estudiado el caso de la Hacienda Rupanco.

2. Fuentes secundarias:

Archivos históricos: Revisión de archivos históricos (Archivo Nacional, Archivo de la Administración, Archivo Regional, Archivos Judiciales). Fue importante la revisión de las memorias de la Hacienda Ñuble y Rupanco en la Biblioteca Nacional, los documentos de la Superintendencia de Valores y Seguros, hoy Comisión para el Mercado Financiero. Fuentes de archivos del Estado: Ministerio de Agricultura, CORA, ODENA, SAG, Ministerio del Interior, Contraloría General de la República.Fuentes bibliográficas (documentos, libros, etc.).Artículos de prensa, principalmente de Revistas Análisis, Diario El Mercurio, Diario La Prensa de Osorno, Diario Austral, Revista Ercilla, Diario La Época. etc.Archivos judiciales. Tesis y libros con testimonios de dirigentes y mujeres de la ex Cooperativa Rupanco que dan cuenta de cómo vivieron los sucesos las personas al interior de la Hacienda; ellos y ellas nos dan las vivencias y opiniones muy emotivas de lo que sucedió en este territorio. Entre las publicaciones hay que destacar dos: una de ellas es la tesis de Verónica Angulo «Cooperativa de Reforma Agraria Asignataria Rupanco Limitada: una historia oral. Entrega, consolidación y disolución, 1970-1977», que entrevista a ocho dirigentes que describen sus vivencias y opiniones sobre los distintos períodos. La segunda es el libro Memoria que resiste, recopilado por Jacqueline Lagos, con los testimonios desgarradores de cuatro mujeres que vivieron los procesos como mujeres de la hacienda y cooperativa, y que al día de hoy mantienen su lucha y sus convicciones de una sociedad más justa y solidaria, a pesar del tiempo pasado.

Archivo Daniel Barria Sánchez

Como familia, hemos tenido acceso a los archivos del juicio que durante más de veinte años llevó adelante el abogado Daniel Barría como representante de los campesinos, todo este material que se refiere a documentos de los ministerios y sus reparticiones; de documentos de la Corporación de la Reforma Agraria, como el Acta de expropiación de las tierras, el Acta de la Asignación de tierras a los campesinos, el Listado de socios de la Cooperativa, el listado de campesinos que interpusieron la demanda, las inscripciones en el Registro de propiedades del Conservador de Bienes Raíces de Osorno, las escrituras públicas de las transferencias del predio, documentos del Consejo de Defensa del Estado, precautorias, sentencias del poder judicial, proyectos de acuerdos de la Cámara de Diputados, entre otros.

Este archivo fue denominado «Archivo Daniel Barría» y quedará guardado en los archivos de la Universidad de Los Lagos, en la ciudad de Osorno, provincia donde se ubica la ex-Hacienda Rupanco. Daniel Barría se desempeñó como miembro del Consejo Directivo de esa universidad en la década de los noventa.

Capítulo ITerritorio huilliche y constitución de la propiedad

1. El territorio huilliche

Lo que hoy es la Región de Los Lagos forma parte del Wallmapu, territorio ancestral mapuche que iba desde el valle central hasta la isla de Chiloé, y desde el océano Pacífico hasta el Atlántico. En este inmenso territorio se distinguían identidades locales, tantas como los territorios mismos; sin embargo, se destacan elementos comunes que permiten hablar de un mismo pueblo. Una de ellas es la lengua, que si bien varía en función de los diversos territorios, tiene una raíz común. Otros de los elementos comunes son las costumbres, ritos y tradiciones.

Tradicionalmente se reconocen cuatro grandes identidades del pueblo mapuche, basadas en su ubicación en el territorio: en el sur, Huillimapu, viven los huilliches; en el oriente viven los pehuenches; y más allá de la cordillera, en el Puelmapu, los puelches. Al norte del río Bío-Bío viven los picunches; y en el poniente, en el Lafquenmapu, viven los lafquenches.

El territorio que nos ocupa en este libro forma parte del territorio tradicional mapuche huilliche, el Futahuillimapu o grandes tierras del sur, el cual se extendía desde el río Toltén hasta la Isla Grande de Chiloé1, y dentro de la cual se identifican dos regiones: la primera que va desde el seno de Reloncaví hasta el río Maipué2, donde la población había sido reducida por expediciones esclavistas y malocas3 que venían de la colonizada isla de Chiloé en el siglo XVII. Y la segunda región, desde el río Maipué hasta el río Bueno, donde estaban las pampas o llanos de Osorno, con una mayor población que ocupaba distintas zonas ecológicas4, y que, como veremos, siguió siendo un territorio autónomo desde la Colonia hasta fines del siglo XIX.

Alcamán sostiene que los relatos de cronistas y misioneros franciscanos hablan de tres entidades territoriales mapuche-huilliches5:

Cuncos: Desde el desagüe del río Bueno hasta la desembocadura del río Maullín, por la cordillera de la costa, donde recolectaban productos marinos. Huilliches: Ubicados en el valle central desde Huequecura hasta el río Maipué, como en los márgenes de la cordillera de la costa y los lados ponientes de los lagos Ranco, Puyehue y Rupanco, donde se extendían los llanos de Valdivia y Osorno, separados por el río Pilmaiquén. Huilliches serranos: Ubicados en las regiones precordilleranas y lacustres. Sostiene que surgieron de la fusión entre los puelches (que habitaban desde Villarrica hasta el lago Nahuelhuapi por Argentina) y los huilliches que escapaban de los españoles en el siglo XVII. Los huilliches serranos se distinguían por ser semi-sedentarios o nómades, moviéndose en función de la disponibilidad de la caza y las malocas de animales6.

Estas identidades territoriales tenían especificidades, pero también elementos transversales, como el cultivo de determinados alimentos como el maíz, las papas y la quínoa, y la crianza de ganado mayor (vacunos, caballares) y menor (cerdos, ovejas, gallinas).

1.1. El ayllarewe Coihueco

En el completo informe elaborado por la Comisión de Trabajo Autónoma Mapuche (COTAM) para la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato, pudimos encontrar algunos antecedentes acerca de los antiguos huilliches de estas tierras.

Señala este documento que Latcham hizo una revisión de la organización social mapuche en el siglo XVI en el que señala la existencia del Futalmapu de Chawra Kawin, una gran extensión territorial que iba desde el Río Bueno hasta el Seno de Reloncaví, dentro de la cual se encontraba –entre varios otros– el ayllarewe (extensión territorial de nueve rehues) de Coihueco, ubicado al sur de Osorno y en las inmediaciones del río del mismo nombre7.

Recordemos que Coihueco –o isla de Coihueco– es la extensión territorial que se sitúa entre los ríos Coihueco por el sur y Rahue y lago Rupanco por el norte. El mismo territorio que luego sería entregado a la Hacienda Rupanco.

En el mismo trabajo de la COTAM se sostiene, en base a las crónicas del fraile Francisco Xavier Ramírez, quien en el año 1805 informa a los Reyes Católicos sobre la distribución y población del territorio Mapuche. Señala que en el Huilli Mapu, que comprendía los Ayjarewe de Toltén, Mariquina, Ganigue, Niebla, Valdivia, Arique, Quinchilca, Río Bueno, Cudico, Dagpulli y Osorno, estaba compuesto por más de 150 rewes, con una población estimada de 12.000 habitantes.

El documento de la COTAM presenta un mapa realizado por Andrés de Baleato a fines de la Colonia, en 1793, explicitando las identidades territoriales. En este documento se señala:

En el Wijimapu, se reconocía la existencia de un Fütalmapu extendido en la «Región entre el Río Bueno y el seno de Reloncaví», el cual habría estado conformado por los Aillarehues denominados Coihueco, Cunco, Quilacahuin, Trumao, Lipihue, Lepilmapu, Carelmapu y Calbuquén. En cuanto a estos Aillarehues, se ubica a Coihuecoal sur de la ciudad de Osorno, en las inmediaciones del río Coihueco, y comprendía aparentemente la llamada Isla de Coihueco; Cunco habría comprendido desde Valdivia hasta más al sur de La Unión; Quilacahuin, estaba entre los ríos Rahue y Bueno, y por el sur alcanzaba, más o menos, hasta el estero Folilco, y por el poniente hasta el mar; Trumao limitaba con la costa al poniente, con el río Bueno por el sur y por el norte con el río Chaihuín; Lipihue estuvo entre los ríos Llico y Maullín; Lepilmapu, al parecer se encontraba al sur y al oriente de Lipihue, siguiendo la línea de la costa; Carelmapu se habría extendido desde la costa norte del canal de Chacao hasta el río Maullín y el río San José; Calbuquén habría comprendido la isla de Calbuco y zonas aledañas.8

Según otros autores, el Aullarehue de Coihueco, habría pertenecido al Butalmapu (territorio) Cunco, y no de Chauracahuin (Osorno)9.

Dado los antecedentes antes mencionados, sabemos, a partir de los primeros cronistas que penetraron en el territorio, de la existencia del Aillarehue de Coihueco. Este reconocimiento territorial mapuche antiguo es de gran relevancia, ya que establece la importancia de este territorio al interior del antiguo Huillimapu.

2. Ocupación del territorio en la Colonia

A partir del Siglo XVI la colonia española inició un avance en los territorios del sur. Llegaron a territorio huilliche por primera vez en 1544, primero en misiones de reconocimiento y luego de asentamiento. Así, Pedro de Valdivia llega en 1551 a la región y funda la ciudad que lleva su apellido en 1552. Desde Valdivia, se realizan expediciones al sur. La expedición comandada por García Hurtado de Mendoza acompañado por Alonso de Ercilla llega en 1558 al Canal de Chacao, y cuando iba de vuelta hacia Valdivia funda la ciudad de Osorno.

Uno de los cronistas que los acompañaban sostuvo que la ciudad de Osorno era una de las mejores de la zona, «por ser villa de más de 80 mil indios y tener ochenta vecinos y ser muy fértil de comida y muy más de oro»10.

Las intenciones de la colonia con el asentamiento en territorio Huilliche eran, entonces, aprovechar la abundante mano de obra mapuche para ser sometida a encomienda –una forma de decir, esclavitud– para explotar el oro, ya que esta zona era:

La mejor, más rica y de mayor contratación de todo el reino de Chile, porque demás de la abundancia que había de todos los frutos de la tierra, era riquísima en oro de subida ley, que en cualquier parte se sacaba, y de las minas conocidas sacaban los indios cada día 25 y 30 pesos de oro11.

Durante lo que queda del siglo XVI, se inicia el ciclo de explotación minera, que somete a la población Huilliche a la encomienda y la expropia de su territorio, especialmente en los lugares cercanos a las minas de Ponzuelo en Osorno, Madre de Dios y Corral en Valdivia12.

Esta situación dura hasta 1598, con una gran rebelión mapuche que se inicia en 1598 en Curalaba y que arrasa y destruye todos los enclaves españoles entre el Bío Bío y el seno de Reloncaví. El famoso guerrero Mapuche Pelentaro junto con el cacique Huilliche Paillamacha destruyen Valdivia en noviembre de 1559, y Osorno en enero del 1600. Osorno fue recuperado por las tropas españolas en 1602, pero luego de un largo sitio por parte de las tropas mapuche huilliche fue definitivamente abandonada en marzo del año 1604.

Durante gran parte del siglo XVII, el Huillimapu vive en relativa autonomía, aunque luego de la destrucción de Valdivia, Chiloé se vuelve el único enclave español en el sur de Chile, y desde ahí se desata una verdadera guerra esclavista que durará todo este siglo, y que tuvo como consecuencia es despoblamiento indígena del territorio entre el río Maipue (cercano a Purranque) y el río Maullín por el sur.

Las campañas que los españoles de Chiloé emprendían en el siglo XVII, contra los indios Juncos y Poyas –Malocas, campeadas, corredurías, trasnochadas y reencuentros– tenían como objetivo castigar a los rebeldes, talar sus sementeras y tomar prisioneros. El escenario más frecuentado era el espacio comprendido entre los fuertes chilotes de tierra firme y las comarcas de la destruida ciudad de Osorno, extendiéndose en ocasiones hasta el lago Puyehue y el río Bueno. Por el noreste se maloqueaba hasta NahuelWapi [poyas]13.

Mientras estas arremetidas intermitentes se daban por el sur, desde Chiloé, desde Valdivia (que había sido refundada en 1645) se daba una penetración militar y religiosa a través del establecimiento de misiones católicas14. Estas avanzadas, por las fronteras norte y sur, fueron agotando la resistencia mapuche, lo que posibilitó el avance por el norte desde Valdivia hasta el lado norte del río Bueno.

Uno de los principales objetivos de la penetración colonial del territorio era abrir el paso de un camino desde Valdivia hasta Chiloé. En una parlamento con los principales caciques, realizada en febrero de 1789 los españoles logran el acuerdo para abrir el camino, acuerdo que duraría poco tiempo ya que los españoles comenzarían a acaparar tierras y abusar y maltratar a las poblaciones Huilliches del sector. De forma paralela, comienza el avance –mediante compras muchas veces fraudulentas– de la concentración de tierras Huilliches en manos de Españoles en la zona de los Llanos de Valdivia, al norte del Río Bueno.

Estos agravios contra sus tierras, animales y familias, condujo en 1792 a una rebelión Huilliche de los lonkos del río Bueno, que en alianza con los ayllarehues cordilleranos atacaron la misión de Río Bueno. La contraofensiva española fue brutal, siendo asesinados los lonkos que participaron de la revuelta junto a sus familias, en los sectores de Cudico (cerca de La Unión) Dagllipulli, entre otros:

Además fueron incendiados los poblados indígenas de Ranco, Cham Cham, Copihue y Trumao, logrando pasar a la banda sur del río Bueno, donde prosiguió arrasando todo cuanto hay entre el río Bueno y el Rahue, acabando con todos los cómplices, de siete años para arriba. Como medida preventiva en esta zona mataron a veinte Pewenches y Wijiches a pesar de que no constaba su participación en la revuelta. También fueron decapitadas cuatro mujeres y dos niños15.

Esta contraofensiva acaba de forma definitiva con la resistencia armada mapuche huilliche. Se redescubren las ruinas de Osorno, ciudad que es ocupada militarmente para su refundación.

En septiembre de 1793 se realiza el «Parlamento de las Canoas» al que asisten casi todos los lonkos del Huillimapu, y en el que se llega a acuerdo en algunos puntos centrales: la cesión del territorio a los españoles, el repoblamiento de Osorno, la amistad y libre tránsito entre el pueblo Huilliche y el Español, sometimiento a la justicia española, la aceptación del establecimiento de misiones en sus territorios16.

El informe de la COTAM sostiene que la cesión de terrenos sólo comprendía los llanos de Osorno hacia la cordillera, sin comprender el territorio de la Cordillera de la Costa, donde sólo se aceptaron misiones religiosas.

En 1793 se refunda Osorno, y en 1796 se forma una colonia con pobladores provenientes de Chiloé, Valdivia, Concepción, entre otras ciudades. A su refundación seguiría un rápido crecimiento urbano y poblacional.

A partir de esa fecha, comienza el proceso de acaparamiento de las mejores tierras huilliches. Primero en las zonas cercanas a los llanos Osorno, para luego extenderse por otras tierras, dejando el territorio mapuche huilliche fragmentado y reducido a las zonas de la Cordillera de la Costa y las zonas altas del río Pilmaiquén y Lago Ranco –hasta Panguipulli– por la cordillera. Grandes haciendas se formaron en los territorios de Llanquihue, que como vimos estaba porco poblado de lof mapuche por la guerra esclavista y malocas que la habían azotado desde Chiloé durante el Siglo XVII.

3. Colonización del territorio en la República

En 1820 las tropas independentistas llegaron al Huillimapu, tomando posesión de las ciudades de Valdivia y Osorno y hasta el Seno de Reloncaví, tomando posesión de Chiloé en 1826. El territorio en ese entonces estaba dividido entre las tierras en manos de Españoles –principalmente la zona del Valle central, los llanos de Valdivia, La Unión y Osorno– y tierras mapuches, que permanecían bajo el control de los lonkos.

Las tierras indígenas ya comenzaban a ser presionadas por los habitantes –ya no españoles– sino que chilenos. Durante todo el siglo XIX esta presión se intensificará, llevando a un proceso de usurpación de tierras huilliches provocada por la expansión de la propiedad chilena y de colonos extranjeros17.

En el sector que nos interesa, la propiedad hacendal se estableció en los «Llanos de Osorno», territorio ubicado en el valle central y la precordillera, al oriente del río Rahue y al sur hasta el río Maipué. Al sur del río Maipué, y hasta el Canal de Chacao, la propiedad hispana se había constituido después del despoblamiento huilliche debido a las malocas y guerra esclavista del siglo XVII.

Mapa: Cuenca del río Maipue18

Fuente: Memoria Chilena. Autor: Luis Risopatrón, año 1910.

Como vemos en este mapa, la zona del Rio Maipué corre de sur a norte hasta desaguar en el río Negro, al poniente y muy cerca del sector de Coihueco. Por esto creemos que es muy posible que el poco poblamiento mapuche de este sector se deba justamente a las guerras esclavistas chilotas del siglo XVII.

La nueva república de Chile creó en 1826 la Provincia de Valdivia, que abarcaba desde el río Toltén hasta el Seno de Reloncaví. Entre 1824 y 1832 en el área de Osorno y Río Bueno fueron entregados Títulos de Comisario a nombre de los lonkos (caciques o gulmenes) en representación de sus lof (familias extendidas), de grandes extensiones de terrenos en La Unión, Remehue, San Juan de la Costa, Pilmaiquén y lago Ranco19, reconociendo así legalmente parte de las tierras Huilliches. Sin embargo en la zona de Valdivia, hasta el año 1834 no se habían entregado tierras indígenas, generando una desprotección y usurpación acelerada de las tierras huilliches20.

Luego de la entrega de los Títulos de Comisario, se inicia en la zona de Osorno un proceso de división de la propiedad y continuación de la radicación a través de la entrega de Títulos de Juez y Títulos de Alcalde (1832-1850)21.

Parte de las usurpaciones fueron hechas a través de personas que crearon empresas privadas de colonización. Tal es el caso de Juan Renous y Francisco Kindermann, miembros de la Empresa de Colonización Stuggard y que mediante métodos fraudulentos y abusivos se adueñaron de prácticamente toda la Cordillera de la Costa a la altura de Osorno y La Unión constituyendo un enorme fundo de 85.000 hectáreas llamado «Llesquehue y Cordillera de Río Blanco»22. Se sostiene que entre 1847 y 1848 Kindermann y Renous compran a los caciques de los llanos de Osorno, cerca de 15.000 hectáreas. mediante engaños y con la complicidad de notarios regionales. El mecanismo para adquirir estas tierras es comentado por el mismo Renous a Rodolfo Philippi, quien en ese entonces era el comisionado para la inmigración.

Ud. no me creerá [le dice a Rodulfo Philippi] cuánto me ha costado comprar estos terrenos a los indios, no es poca cosa embriagarse con ellos diariamente con chicha de manzana por espacio de varias semanas para introducirle confianza23.

Fue tan escandalosa la adquisición de estas tierras, que el Fiscal a cargo hace una denuncia en su contra, alegando que los terrenos eran fiscales (y desconociendo los títulos de comisario que sobre ellos habían). Finalmente, el FISCO desiste de seguir con la demanda, quedando las personas antes mencionadas como dueñas de estas tierras.

Mencionamos este caso como ejemplo de este proceso de usurpación de tierras y porque, como veremos más adelante, Renous estuvo implicado en un intento de usurpación de tierras de la familia Currieco en la Isla de Coihueco.

El 9 de Julio de 1856 el Estado establece, con el fin de controlar los abusos cometidos contra mapuches, que toda venta de éstos dentro del territorio de colonización de Llanquihue debía ser autorizada por el intendente de Llanquihue. Sin embargo, ésta y otras leyes con los mismos principios que le seguirían fueron sistemáticamente burladas en desmedro de las tierras indígenas.

Ricardo Donoso y Fanor Velasco, en su libro «Historia de la Constitución de la Propiedad Austral», el año 1928, hacen una completa reseña sobre el tema. Sostienen que el año 1849, el gobierno le encargó a Guillermo Flirck y Agustín Olavarrieta la determinación y medición de las tierras fiscales de la provincia de Valdivia. El objetivo era saber de qué tierras disponían para la campaña de colonización extranjera, además de determinar las tierras aún fiscales y que se habían salvado de la salvaje apropiación realizada por particulares en el sur. Como la colonización venía con más fuerza desde el norte, se encontraron con que las tierras de la zona de Valdivia ya estaban tomadas, debiendo fijar sus miradas en el sur. En uno de los comunicados entre el gobierno y los agentes encargados, se sostiene:

El gobierno tiene noticia de que en la parte oriental del departamento de Osorno existen terrenos conocidos por baldios, cuyo carácter nadie disputa. Le conviene conocer a punto fijo su extensión, calidad, accidentes topograficos y demás circunstancias. Probablemente ellos serán los que están más expeditos para dar acogida a los colonos que se esperan de pronto, de manera que se hace indispensable verificar sin demora algunos trabajos en ella para el fin indicado24.

En 1849 Guillermo Flirck envía al gobierno un extenso informe sobre la provincia, enumerando los predios fiscales. Sostiene sobre la zona:

De los terrenos que se hallan al este de la ciudad de Osorno, los más inmediatos son pertenecientes a la Municipalidad, mientras que los terrenos fiscales principian a distancia de algunas leguas del pueblo y se extienden hasta la cordillera. Tomó origen este dominio del Fisco y de la ciudad en una cesión que hicieron los caciques Iñil y Caniu a don Ambrosio O’Higgins de Ballenar (siendo don Juan Maquena superintendente de la colonia de Osorno) del terreno situado entre el rio Rahue y el de las Damas hasta la cordillera, para beneficio de los pobladores, y en las compras que hizo O’Higgins en esta parte del departamento.

Sobre los límites de estos terrenos fiscales no he podido obtener informes satisfactorios; pero en general se opina que llegan hasta la laguna de Puyehue al N., a la de Llanquihue al S. y la cordillera al este. Mas en esta extensión de tierras se hallan algunos potreros que son de particulares, como el de Chanchan, que es de varios indios, que según me refirió don Felipe Angulo, procurador de Osorno, después de un pleito que entre ellos tuvieron, se escrituraron, habiéndose comprobado por un informe del Comisario don Francisco Aburto, que todos ellos como parientes tenían derecho al expresado potrero. Según la escritura de dichos indios se extiende ese terreno hasta la misma cordillera, pero no he podido averiguar si se halla como un guapi o isla en medio de los terrenos fiscales, o si llega hasta la laguna de Llanquihue, en cuyo caso toda la orilla del norte de dicha laguna seria de dichos indios y no del Estado25.

Como vemos, en esa época ni los agentes encargados por el Estado tenían mayor idea sobre los terrenos que eran fiscales, y el lago Rupanco aún no es mencionado en las crónicas. Posiblemente porque –como veremos en el próximo apartado– aún había desconocimiento sobre este lago, o una confusión respecto al lago Llanquihue.

Sobre si los terrenos en las inmediaciones del lago Llanquihue, Flirck sostiene:

Se ve, aun de la orilla de la laguna de Llanquihue que se habia recomendado también como lugar adecuado para la primera colonia, es dudoso todavia si en realidad corresponde al fisco. En la donación al menos que hicieron los caciques no se halla comprendida, pues ya se sabe que el rio Rahue se halla al norte de éste. En todo caso, antes de disponer de los terrenos que forman la orilla de la laguna, debia el supremo gobierno esclarecer el dominio del Fisco en ellos, y mandarlas reconocer y examinar26.

Creemos que es digno de destacar lo escrupuloso que es Flirck acerca de las tierras indígenas, considerando que la tendencia de la época era desconocer sus propiedades o adueñarse de ellas mediante engaños y tretas. Flirck se cuestiona si la propiedad fiscal es la que donaron los caciques en el Parlamento de las Canoas (entre el río Rahue y el Damas) o bien abarca toda la provincia.

Vicente Pérez Rosales, ya siendo el encargado de la Colonización, escribe al ministro del Interior sobre el asunto de las tierras fiscales en 1851:

El Estado que a justo título debia de considerarse dueño de la mayor parte de los terrenos de Chiloé y de Valdivia, no tiene en el dia más que cortisimas propiedades territoriales en ambas provincias. Podia no ha muchos años disponer de extensos y feroces campos y pudiéralo aún ahora, sin los repartos arbitrarios, las mercedes y las usurpaciones que del modo más atentatorio lo han invadido todo. Semejantes abusos, autorizados por la incompetencia, y tolerados por la debilidad, tienen en el dia la sanción del tiempo en que escudarse27.

Como vemos, la usurpación de tierras fue denunciada por todos los agentes mandados por el gobierno para ver estos temas, pero poco se hizo al respecto. Pérez Rosales, con el fin de evitar la usurpación de tierras fiscales, decide arrendar algunas de ellas. Lo «curioso» es que algunas de estas tierras (península del Este de la laguna de Llanquihue) fueron entregadas arrendadas en 1855 a Juan Renous, conocido especulador y acaparador, que se había hecho dueño mediante engaños de buena parte de la Cordillera de la Costa. El mismo año, el gobierno accede a que Carlos Schilling –a quien también habían entregado en arriendo tierras– subarriende a Renous estas propiedades28. Desconocemos que pasó con la propiedad de dichas tierras.

En 1853 se funda Puerto Montt y se crea el Territorio de Colonización de Llanquihue. En 1861 se crea la Provincia de Llanquihue compuesta por el Territorio de Colonización, el Departamento de Osorno (antes de Valdivia) y el de Carelmapu. El límite entre las Provincias de Osorno y Llanquihue era el río Bueno29.

El informe de COTAM establece que colonos alemanes –así como chilenos– llegados a Valdivia, Osorno y Llanquihue establecieron grandes propiedades agrícolas sobre tierras Huilliches, mediante las mismas técnicas ocupadas antaño: engaño por embriaguez, hipotecas, remates judiciales, cesión de derechos (quedándose con el total), poderes para litigar, transacción por especies y animales, entre otros30. Esta expansión se inicia en la década de 1860, haciéndose más intensa en las décadas de 1870 y 1880.

Almonacid31 sostiene que a mediados del siglo XIX la provincia de Valdivia tenía la más baja tasa de desarrollo agrícola de Chile, debido a su baja densidad poblacional. Solamente se cultivaban las tierras cercanas a los ríos, especialmente en la depresión intermedia, y en los departamentos de La Unión y Osorno apenas un 20% de las tierras eran cultivadas. La actividad agrícola disminuía al sur de Osorno, y las hoy apetecidas costas de los grandes lagos (Puyehue, Rupanco y Llanquihue) eran selvas vírgenes32. Las tierras de la provincia de Valdivia eran las más baratas de todo Chile. Desde que se inicia la colonización alemana la propiedad rural aumenta rápidamente, subiendo los precios de las tierras después de la llegada de colonos extranjeros y chilenos que venían desde Chiloé y el centro del país.

En 1894, los lonkos de Osorno se reúnen y escriben el «Manifiesto de Llanquihue», dejando testimonio de que la violencia hacia el pueblo mapuche no sólo era en el plano legal, sino también violencia directa, donde se utilizaban métodos como el incendio de las casas y sementeras y asesinato de sus familias33. Esta situación de abuso y persecución se repetiría por muchos años, al menos hasta comienzos del siglo XIX.

Desde el año 1907 pierde fuerza la colonización extranjera, ya que el Estado empieza a privilegiar la entrega de tierras a colonos particulares chilenos. Ya desde la ley del 14 de septiembre de 1896 se habían establecido las provincias de Valdivia, Malleco y Cautín como zonas para conceder tierras a colonos tanto a nacionales como extranjeros. Entre 1908 y 1915 en Llanquihue se entregaron 1.233 hectáreas a colonos nacionales.

Para entender el impacto de la colonización alemana en la constitución de la estructura agraria del sur de Chile, consideremos que el Departamento de Osorno, tenía en el año 1915, 89 grandes propiedades, de las cuales 85 eran de propiedad de germano-chilenos, 31 de ellas de más de 1.000 hectáreas, aunque la mayor alcanzaba las 24.431 hectáreas.

Muchos de los fundos de Osorno tenían altos grados de capitalización, disponiendo de ganado fino, cientos de hectáreas de trigo, inmensas praderas, maquinarias. En la provincia de Llanquihue también había mucho capital agrícola, aunque la superficie de los predios era menor, siendo las más grandes de alrededor de 500 hectáreas34.

3.1. Exploración y cartografía del territorio

Hasta este momento, en ninguna crónica o documento histórico revisado aparece mencionado el lago Rupanco. Y esto se debe a una razón muy simple. No fue hasta la segunda mitad del siglo XIX que los exploradores y cartógrafos lograron comprender y dibujar la geografía del territorio cordillerano. Una de las razones es que las inmediaciones de los lagos Puyehue, Rupanco, Todos los Santos y Llanquihue, estaban cubiertos por densas selvas Valdivianas, las que con el tiempo fueron quemadas a medida que avanzaba la colonización del territorio.

Como hemos dicho, se ha mencionado en crónicas antiguas la existencia del Aillarehue Mapuche de Coihueco, e incluso en repetidas ocasiones se menciona a la Isla de Coihueco, pero no se menciona que el límite norte de esta isla es el Lago Rupanco.

Y esto tiene una sencilla y sorprendente razón, y es que este lago no se llamaba Rupanco, sino Llauquihue. Fue Guillermo Doll, uno de los primeros exploradores no mapuche de este territorio, quien desde 1848 recorrió y cartografío el territorio. En 1852 se realizó una expedición a la cumbre del volcán Osorno, de la que participan Philippi y Doll, y desde donde pueden ver el territorio. Señala Beringer: