Heidegger y su obra - Leticia Monteverde Basso - E-Book

Heidegger y su obra E-Book

Leticia Monteverde Basso

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Este libro surge de la preocupación compartida por avanzar en la comprensión de la estructura argumentativa de la obra de Martin Heidegger. En virtud de esta cuestión, se requiere acordar una manera para acceder al nudo problemático de su pensar y avistar formas de emprender un recorrido por su obra. Una obra que parece bifurcarse en diversos caminos y modos de filosofar, pero que entraña un motivo vital y una pregunta permanente. De este modo, Heidegger y su obra. Ensayos en torno a la unidad de su pensar responde a la necesidad de despejar ciertas regiones de la selva heideggeriana para vislumbrar algunos puntos panorámicos de su entramado. El volumen contribuye con una reflexión acerca de los factores a considerar, si se quiere defender la idea de la unidad de la propuesta del filósofo. Aquí se sostiene que el sentido específico de la continuidad de su pensar permanece oscuro y que la idea de una autointerpretación no fue ampliamente desarrollada. Por lo tanto, se destaca la necesidad de indagar en este tema para responder: ¿por qué puede hablarse de una continuidad en la obra de Heidegger? ¿Qué aporta dicha continuidad al desarrollo de la obra? Y ¿cómo se mantiene o transforma la obra para sostener su unidad?

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HEIDEGGER Y SU OBRA

 

Este libro surge de la preocupación compartida por avanzar en la comprensión de la estructura argumentativa de la obra de Martin Heidegger. En virtud de esta cuestión, se requiere acordar una manera para acceder al nudo problemático de su pensar y avistar formas de emprender un recorrido por su obra. Una obra que parece bifurcarse en diversos caminos y modos de filosofar, pero que entraña un motivo vital y una pregunta permanente.

De este modo, Heidegger y su obra. Ensayos en torno a la unidad de su pensar responde a la necesidad de despejar ciertas regiones de la selva heideggeriana para vislumbrar algunos puntos panorámicos de su entramado. El volumen contribuye con una reflexión acerca de los factores a considerar, si se quiere defender la idea de la unidad de la propuesta del filósofo. Aquí se sostiene que el sentido específico de la continuidad de su pensar permanece oscuro y que la idea de una autointerpretación no fue ampliamente desarrollada. Por lo tanto, se destaca la necesidad de indagar en este tema para responder: ¿por qué puede hablarse de una continuidad en la obra de Heidegger? ¿Qué aporta dicha continuidad al desarrollo de la obra? Y ¿cómo se mantiene o transforma la obra para sostener su unidad?

Leticia Basso Monteverde es doctora en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires e investigadora adjunta del Conicet. Docente de Filosofía en la Facultad de Psicología y directora del Proyecto de Investigación en Fenomenología y Hermenéutica (PIFyH) en la Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Mar del Plata (Argentina). Es investigadora responsable de un PICT (2016-2754) en la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, dedicado a la argumentación de la unidad de la obra de Heidegger. Miembro de la Sociedad Iberoamericana de Estudios Heideggerianos (SIEH) y la Asociación Argentina de Investigaciones Éticas (AAdIE). Autora de La unidad de la diferencia: acerca del acontecer en la obra de Heidegger (2017), coeditora del volumen VII de Studia Heideggeriana “Tiempo y Espacio” (2018) y de varias obras colectivas dedicadas al pensamiento de Heidegger, la fenomenología y la hermenéutica.

LETICIA BASSO MONTEVERDE(Editora)

HEIDEGGER Y SU OBRA

Ensayos en torno a la unidad de su pensar

Hoy, en marzo de 1932, estoy con toda claridad ahí desde donde se me ha vuelto extraña toda esa producción anterior de escritos […]Extraña como un camino que ha quedado fuera de servicio y que se ha ido desdibujando llenándose de hierbas y matorrales; un camino que, sin embargo, conserva para sí el hecho de que conduce hasta el “ser ahí” como temporalidad.

Martin Heidegger, Cuadernos negros 1931-1938

Índice

CubiertaAcerca de este libroPortadaEpígrafeIntroducción. Una vía de acceso a la selva heideggeriana: sobre la articulación de su obra y la unidad de su pensar, Leticia Basso MonteverdeInmanencia y trascendencia: dos estrategias de lecturas posibles de la obra de Martin Heidegger. Un comentario del apéndice de Der Ursprung des Kunstwerkes, Adrián Bertorello1. Planteamiento del problema: el autor y el lector de Der Ursprung des Kunstwerkes2. Los conceptos de lectura en inmanencia y en trascendencia3. Lectura en inmanencia y en trascendencia del apéndice de Der Ursprung des Kunstwerkes4. Consideraciones finales: lectura propia e impropiaNuevos elementos relacionados con el inacabamiento de Ser y tiempo, François Jaran1. Las interpretaciones heideggerianas del inacabamiento de. Ser y tiempo2. ¿Por qué Ser y tiempo quedó sin acabar?3. El gran enemigo4. El silencio5. Conclusión: la imposibilidad de una publicación silenciosaLa discontinuidad del pensamiento de Heidegger acerca de la técnica, Luciano Mascaró1. Introducción2. El aporte de Ser y tiempo3. Las restricciones de “La pregunta por la técnica”4. ConclusiónExperiencia, objetividad, historia: Heidegger y el “Sistema de los principios” kantiano, Alejandro G. Vigo1. Introducción2. El redescubrimiento de Kant, en el entorno de Ser y tiempo3. Kant, reinterpretado en perspectiva ontohistórica4. Historización de la concepción kantiana5. La orientación general de la concepción kantiana6. Objetividad y experiencia según el “Sistema de los principios”7. A modo de conclusiónLa interpretación de la correlación fenomenológica como invariante, Roberto J. Walton1. La irrupción de la correlación2. El centramiento en torno del mundo-del-sí mismo3. La relación del Dasein con el mundo4. Dejar-estar-delante y tomar-en-consideración5. La primacía del llamado y el término medio ineludibleLa historiografía como técnica: de la destrucción de la ontología a la superación de la metafísica, Ángel Xolocotzi Yáñez1. Introducción2. La historicidad ontológico-fundamental3. Destrucción de la historiografía como ciencia4. El carácter técnico de la historiografía5. Historia e historiografía en la diferencia de su esencia6. La dimensión ontohistórica de la filosofía7. ConclusiónLos autoresCréditos

INTRODUCCIÓN Una vía de acceso a la selva heideggeriana: sobre la articulación de su obra y la unidad de su pensar

Leticia Basso Monteverde

En este apartado se realiza una breve presentación del asunto central al cual este texto se dedica. La propuesta inicial que dio pie a este volumen surgió de la preocupación compartida por avanzar, desde algún punto específico, en la comprensión de la estructura argumentativa de la obra de Martin Heidegger. La magnitud de este ejercicio no es para nada menor, ya que comprende una labor que difícilmente pueda ser ultimada. Por esto mismo, debe aclararse que aquí no se pretende ofrecer una suerte de manual, que por completo defina la obra de Heidegger. Por el contrario, con este texto se procura descubrir o, por qué no, acordar una manera para acceder al nudo problemático de su pensar y avistar formas de emprender un recorrido por su obra.

De otro modo, estaría en falta la misión que el propio filósofo nos legó y que, a su vez, él mismo precedió con el interés de dar a entender sus pretensiones y modos de abordar los aspectos fundamentales de su pensar. Pues bien, fue Heidegger quien nos encomendó el monumental esfuerzo de reconstruir el sentido y la finalidad de su obra. Esa parece bifurcarse en diversos caminos y modos de filosofar, contradictorios a simple vista, pero que entraña un motivo vital y una pregunta permanente que soporta el peso entero de su historia. Por esta razón, aquí se plasman las colaboraciones de varios estudiosos de la obra de Heidegger que, en conjunto, emprenden la tarea de una revisión temática y metodológica de ella. Las expectativas responden a la necesidad de despejar ciertas regiones de la selva heideggeriana,1 que esperamos permitan vislumbrar algunos puntos panorámicos de su entramado.

En principio, sostenemos que para poner de relieve el problema de la unidad de la obra de Heidegger es conveniente retomar las advertencias que el filósofo hace en 1962 en una carta al padre William Richardson, publicada en el libro Heidegger: Through Phenomenology to Thought (2003). Allí Heidegger comenta que la maduración del complejo temático (Sachverhalt) estudiado produjo la Kehre (viraje, inflexión, vuelta) en su pensar. A pesar de que la noción aparece de manera pública en Carta sobre el humanismo de 1947, ella mueve su pensamiento desde una década atrás. De hecho, la Kehre no implica una modificación del punto de vista del Dasein al Seyn, sino que comporta la inversión de todo el complejo temático: de Ser y tiempo (de 1927) a Tiempo y ser (de 1962).

Algunos intérpretes de la obra heideggeriana consideran que la Kehre significa un cambio en el modo de encarar los temas fundamentales que le preocupaban a Heidegger, aunque este cambio deja entrever la fuerte continuidad de su pensar. Por el contrario, otros investigadores intuyen que la Kehre genera un corte abrupto en el trabajo del filósofo, tanto en los modos como en los temas elegidos. Lo cierto es que la gran variedad de problemáticas que se despliegan con el debate contemporáneo en torno a la obra de Heidegger parte de las tensiones inherentes a la discusión entre la continuidad o la discontinuidad de su pensar.

Algo de esto reflotó con el conocimiento de algunos comentarios del filósofo en el primer tomo editado en 2014 de los Cuadernos negros (1931-1938). Hay varios pasajes de este “diario filosófico” que insisten en la falta de comprensión y crítica fundada de su trabajo; Heidegger llega a sostener que no se ha logrado rechazarlo. Pues, “para eso habría sido necesario entender el «objetivo», o diciéndolo más precisamente, el espacio (el «ahí») al que el camino pretendía conducir y trasladar” (Heidegger, 2015: 24). Cualquier reflexión acerca de este tema, sea a favor o en contra de la unidad de su obra o de la continuidad de su programa, deberá primero establecer un punto de partida. Esto es así debido a que dicho punto modelará el tipo de investigación que se lleve a cabo. Así pues, la posición se verá determinada por ciertos factores que se derivan de una lectura fragmentaria o una visión integradora de la obra del pensador de la Selva Negra.

Usualmente se evalúa la obra del filósofo y se traza una línea entre el trabajo del primer Heidegger y el segundo, como si los períodos fueran inconciliables. La lectura tradicional de la Kehre acostumbra a focalizarse en la distinción de su pensar en períodos, etapas o fases. Del mismo modo es común, entre los comentaristas de la filosofía de Heidegger, basarse primordialmente en la escritura del segundo período y además insistir en su separación de la obra temprana, al punto de entender esta etapa como un producto fallido y abandonado que se encuentra bajo la influencia cartesiana y kantiana. Por otro lado, también existe una vertiente de análisis que opta por focalizarse en los trabajos del joven Heidegger. Dicha vertiente prefiere el estilo analítico, sistemático, lógico y proposicional de esa etapa por sobre el talante poético, asistemático y críptico del segundo pensar.

Sin embargo, Heidegger aclara en la carta a Richardson que tal distinción solo puede plantearse a condición de que para entender a Heidegger II es preciso acceder a lo pensado en Heidegger I y que Heidegger I solo es posible si está contenido en Heidegger II. En este sentido, vemos que el propio filósofo visualiza una correspondencia interna entre las dos partes de su obra. Es decir, hay una suerte de esquema funcional al sentido de su itinerario, que hace a la obra en sí misma y a la interreferencia (Wechselbezug) de sus partes. Esta forma de correspondencia puede estudiarse haciendo foco en aspectos precisos de su teoría o examinando el entramado en su conexión general; es de esta manera como puede atenderse al problema de su unidad.

Friedrich-Wilhelm von Herrmann (1964, 1991) es un referente esencial para llevar a cabo esta tarea. Él plantea un sentido de la Kehre diferente de su comprensión habitual, ya que considera que es la estructura que, de hecho, abarca y comprende la configuración de su pensar. A propósito, se entiende que la Kehre encarna la transformación del método fenomenológico, llevada a cabo por Heidegger en más de una ocasión. Pues bien, en ella se plasma y reestructura la constitución de todo el complejo temático.

Teniendo esto en cuenta, esta compilación se aventura en una posible comprensión de la Kehre como el fenómeno que visibiliza las notas peculiares de dicha manifestación. Esta cuestión sumamente intrincada es el punto nodular de este texto. Para trabajarla fue condición obligada practicar una lectura de la obra heideggeriana atendiendo a las pistas que dejó von Herrmann, por la razón de que él inicia la línea de interpretación del pensar de Heidegger que abre una comprensión del todo unitario de la obra y considera lamentable el estudio exclusivo de alguna de las etapas del autor alemán. A su vez, encamina la mirada hacia una explicación de la transformación del pensar que detecta los focos argumentativos para defender y reposicionar el objeto y el tratamiento heideggeriano en un campo de análisis concreto.

Ahora bien, estimamos que este volumen podrá contribuir a repensar los factores por considerar si efectivamente se quiere defender la existencia de una unidad en la propuesta de la obra heideggeriana. Esto se debe a que la perspectiva de la continuidad no se explicitó en todo su entramado significativo, ya que solo se descubrieron rasgos internos de la continuidad que tienen que ver, más bien, con el seguimiento de algún concepto a lo largo de la obra. Por esta razón, se sostiene que el sentido específico de la continuidad permanece oscuro y que la idea de una autointerpretación no fue ampliamente desarrollada. Esto genera que los períodos de la obra heideggeriana se mantengan disociados y la meta fundamental del filósofo quede desatendida. Entonces, destacamos la necesidad de indagar en esta cuestión para responder: ¿por qué puede hablarse de una continuidad en la obra de Heidegger?, ¿qué aporta dicha continuidad al desarrollo de la obra? Y ¿cómo se mantiene o transforma la obra para sostener su unidad?

En suma, esta publicación parte de la discusión acerca de si existe o no una continuidad en la obra heideggeriana con la intención de presentar y argumentar elementos que permitirían defender su unidad. Con esta finalidad, se tendrán por referencia las reflexiones que el propio Heidegger oportunamente realizó en algunos ensayos y en el diálogo con su recepción. Para concretar este cometido los escritos de la compilación se concentran en una lectura metateórica de la obra heideggeriana y una revisión de conceptos internos a su teoría que dan cuenta de la consistencia e integridad de su pensar. Por ejemplo: la idea de una autointerpretación de su camino filosófico; la función y el estatuto ontológico de la Kehre; la transformación formal, sistemática o estilística de la obra; la interreferencia de sus partes; las rupturas y/o continuidades entre los dos períodos marcados; el aporte de alguna noción para articular el proceder de la obra; la comparación de nociones representativas de cada período; la desubjetivación de su objeto de estudio; la destrascendentalización del programa o la posible transformación de las coordenadas que constituyen el fenómeno en cuestión. De este modo, aquí se presentan seis artículos que atienden a alguno o varios de estos tópicos con el objetivo que aquí detallamos.

Adrián Bertorello reflexiona sobre una pregunta metodológica general: ¿cómo leer a Heidegger? Su propuesta presenta dos modos posibles de leer esa obra. La reflexión toma como punto de partida un pasaje del apéndice de Der Ursprung des Kunstwerkes donde Heidegger establece dos estrategias interpretativas opuestas respecto de su tratado. A partir del análisis de ese texto introduce las nociones de lectura en inmanencia y trascendencia. La determinación y precisión de estos conceptos será el tema del segundo momento de la argumentación. Por último, ejemplifica estas dos estrategias de lecturas tomando como objeto de análisis el apéndice de Der Urspung des Kunsterkes. Si bien el comentario se ciñe a un texto en particular, intenta sacar conclusiones que puedan extrapolarse a la totalidad el corpus heideggeriano. El objetivo de Bertorello es precisar el sentido de la estrategia interpretativa de un lector que siempre se sitúa en una posición externa a la obra de Heidegger y la confrontación de esta estrategia con las pretensiones interpretativas que el propio autor establece para su texto.

François Jaran en su texto propone una interpretación original de la inexistencia de la tercera sección de Ser y tiempo, basada en la publicación reciente de los Cuadernos negros. Después de una breve presentación de la historia de la publicación de la obra de 1927, analiza las entradas de los primeros Cuadernos negros en las cuales Heidegger habla del inacabamiento de su magnum opus. En su “diario filosófico”, Heidegger se expresa más abiertamente sobre su relación con sus contemporáneos y explica las razones por las cuales ha preferido guardar silencio en vez de entregar la tercera sección de Ser y tiempo.

Luciano Mascaró en su ensayo intenta mostrar que “la pregunta por la técnica” no se interroga la tecnicidad de los artefactos; por ello, una filosofía de la tecnología que se interese por la estructura de los objetos técnicos no obtendrá mucho al detenerse en la consideración de la conferencia homónima. Por el contrario, los aportes verdaderamente fructíferos a la filosofía de la tecnología en tanto pregunta por la estructura ontológica de los entes del mundo del trabajo se encuentran en las obras del primer período del pensar de Heidegger. Para esto, en primer lugar, Mascaró delinea resumidamente los aportes de Ser y tiempo a esta temática; y, en segundo lugar, muestra que la ausencia de la pregunta por los artefactos en la conferencia de 1953 lleva a Heidegger a una interpretación sesgada de la técnica moderna. Por último, propone una manera de interpretación de la máquina que ve en ella una posibilidad de escape al modo solicitante y provocador de la relación del ser humano con el mundo y los entes.

Alejandro Vigo realiza una interpretación que traza una curva evolutiva de la confrontación productiva que Heidegger mantiene con Kant. Dicha curva evolutiva presenta claramente dos puntos de inflexión que marcan los momentos decisivos en los cuales tal confrontación productiva adquiere, en cada caso, un impulso nuevo, que le imprime su dirección característica. Sobre esta base, Vigo presenta el redescubrimiento de Kant de 1925 y su incorporación en la concepción que adquiere su expresión sistemática más elaborada en Ser y tiempo, y que prolonga su desarrollo hasta alcanzar el límite de sus posibilidades en los escritos que van desde 1927 hasta comienzos de la década de 1930. A continuación introduce la evidencia textual y las razones que avalan la tesis de la existencia de un segundo punto de inflexión que da lugar a una nueva manera de interpretar a Kant, que resulta solidaria con la orientación que adquiere el pensamiento de Heidegger a mediados de los años 30, y que encuentra expresión, por primera vez, de modo nítido en la lección de 1935-1936, la cual hasta el presente no ha recibido en la investigación la atención que merece en razón de su importancia. Vigo afirma que esta nueva manera de interpretar el pensamiento kantiano trae consigo un claro distanciamiento crítico respecto de la interpretación llevada a cabo anteriormente, en los escritos de la época de Ser y tiempo. Finalmente, ofrece una visión de algunos de los aspectos más relevantes de la interpretación de Kant que Heidegger elabora en la lección de 1935-1936 y concluye con unas observaciones generales sobre el alcance y las consecuencias de la interpretación desarrollada por Heidegger.

Roberto J. Walton sostiene en su escrito que son tres las figuras que revisten la correlación entre un polo experienciante y un polo experienciado como momento de unidad en los análisis de Heidegger. En los cursos tempranos aparece en la forma de una “notable relación recíproca” entre el cómo de la manifestación del mundo de la vida y el mundo del sí-mismo. En la época de Ser y tiempo, la correlación se muestra en el análisis del “estar fuera de sí” mediante el enraizamiento del Dasein en una temporeidad que fundamenta la unidad de la estructura del estar-en-el mundo. Luego del viraje, el ser del ente interpretado como venir a la presencia de lo presente requiere un correlativo despliegue del pensar en el modo del “dejar-estar-delante y tomar-en-consideración” y una correlativa modalización del ánimo. En esta etapa, a pesar de la primacía otorgada al polo experienciado, el término medio en torno del cual oscilan los polos de la correlación mantiene su papel fundamental.

Ángel Xolocotzi Yáñez explica en su artículo que a partir de la publicación de los Cuadernos negros se han aclarado una serie de cuestiones centrales en torno al pensar ontohistórico, las cuales dejan ver con mayor cercanía múltiples asuntos en torno a la cuestión de la historia y su relación con la historiografía. Su escrito busca acercarse a dicha tematización mediante una revisión de la idea de destrucción de la historia de la ontología tal como fue planteada en Ser y tiempo para posteriormente cuestionar la idea de ciencia en el pensar ontohistórico, pues desde ahí se entiende mejor el tipo de relación que se establece entre la historia y la historiografía. En la ontología fundamental la historiografía se deriva de la historia; mientras que, en el pensar ontohistórico, se trata de orígenes radicalmente diferentes. Con ello se podrá apreciar el camino unitario del pensar heideggeriano, así como las transformaciones que se dieron en el trayecto. De esa forma se evitarán generalizaciones como aquellas del supuesto fracaso de Ser y tiempo y la ontología fundamental.

Referencias bibliográficas

BASSO MONTEVERDE, L. (2017), La unidad de la diferencia: acerca del acontecer en la obra de Heidegger, Buenos Aires, Biblos.

HEIDEGGER, M. (2015), Cuadernos negros. Martin Heidegger 1931-1938. Reflexiones II-VI, Madrid, Trotta.

HERRMANN, F-W. von (1964), Die Selbstinterpretation Martin Heideggers, Meisenheim am Glan, Verlag Anton Hain.

– (1991), Heideggers “Grundprobleme der Phänomenologie”. Zur “Zweiten Hälfte” von “Sein und Zeit”, Fráncfort del Meno, Vittorio Klostermann.

RICHARDSON, W. (2003), Heidegger: Through Phenomenology to Thought, Nueva York, Fordham University Press.

1. Este elocuente término es empleado por Adrián Bertorello en el prólogo al libro de la editora de este texto, titulado La unidad de la diferencia: acerca del acontecer en la obra de Heidegger (Basso Monteverde, 2017: 21).

Inmanencia y trascendencia: dos estrategias de lecturas posibles de la obra de Martin Heidegger Un comentario del apéndice de Der Ursprung des Kunstwerkes

Adrián Bertorello

En el siguiente trabajo intentaré reflexionar sobre una pregunta metodológica general: ¿cómo leer a Heidegger? Ciertamente que no cometeré la torpeza de dar una respuesta cerrada a este interrogante; tan solo me limitaré a reflexionar sobre dos modos posibles de leer su obra. La reflexión toma como punto de partida un pasaje del apéndice de Der Ursprung des Kunstwerkes donde Heidegger establece dos estrategias interpretativas opuestas respecto de su tratado. A partir del análisis de ese texto introduciré las nociones de lectura en inmanencia y en trascendencia. La determinación y precisión de estos conceptos será el tema del segundo momento de la argumentación. Por último, ejemplificaré estas dos estrategias de lecturas tomando como objeto de análisis el apéndice de Der Urspung des Kunsterkes. Si bien el comentario se ciñe a un texto en particular, intentaré sacar conclusiones que puedan extrapolarse a la totalidad del corpus heideggeriano.

1. Planteamiento del problema: el autor y el lector de Der Ursprung des Kunstwerkes

En el párrafo final del apéndice de Der Ursprung des Kunstwerkes, Heidegger hace la siguiente afirmación:

 

Permanece como una necesidad [Notstand] inevitable que el lector, que naturalmente [Natürlicherweise] llega desde afuera [Von aussen] al tratado, se represente e interprete de modo inmediato y por mucho tiempo lo que está en cuestión [Die Sachverhalte], no a partir del callado ámbito originario [Verschiegener Quellbereich] de lo que se debe pensar. Sin embargo [Aber], para el autor mismo permanece la necesidad de hablar [Sprechen] en el habla propicia y adecuada [In der gerade günstigen Sprache] a cada una de las diferentes estaciones del camino. (Heidegger, 1994: 74)

 

El texto se organiza de acuerdo con una oposición. El conector adversativo “sin embargo” distingue dos espacios que se caracterizan por dos rasgos diferentes: la oposición espacial adentro y afuera, que es justamente la que establece la diferencia, y el rasgo modal de la necesidad, que es precisamente lo que tienen en común ambos espacios. El afuera es el lugar que ocupa la posición del lector. El adentro, por el contrario, describe la posición del autor. El texto habla de la situación de enunciación. Describe el conflicto que surge cuando se confrontan dos necesidades diferentes: las de un lector que viene desde afuera, ingresa al texto y se encuentra con un conjunto de contenidos (Sachverhalte) que le exige un tiempo prolongado para interpretarlos, y las de un autor que habita en el interior del texto porque habla el mismo lenguaje de los contenidos temáticos.

La estructura enunciativa de Der Ursprung des Kunstwerkes, con sus puntos de vista exterior e interior, lleva consigo la idea de que el texto del tratado es un espacio perimetrado a partir del cual se puede establecer la diferencia entre lo externo y lo interno. El tratado se concibe como un espacio transicional, como una mediación, como un “entre” en el que se cruzan el lector y el autor. Este encuentro no es inmediato, y lleva consigo una tensión cuyo sentido es la diferencia espacial entre el afuera y el adentro del texto.

Querría detenerme brevemente en cómo Heidegger describe esta tensión. La razón por la que el lector requiere un tiempo prolongado para interpretar los contenidos temáticos radica en que se sitúa en un lugar no originario. La idea de la exterioridad del lector tiene que ver con que no se coloca inmediatamente en la fuente (verschiegener Quellbereich) de donde surge cada uno de los enunciados del texto, aquello que Heidegger describe como “lo que se debe pensar”. Esta exterioridad se contrapone tensivamente a la posición del autor que precisamente está situado en esa fuente originaria. Heidegger da cuenta de este punto de vista interno mediante un recurso estilístico que lo caracterizó desde sus primeras lecciones en Friburgo,1 el pleonasmo “hablar en el habla propicia y adecuada”.2 Y mediante la estrategia argumentativa que propone para resolver la ambigüedad de la expresión “la comprobación de la verdad” (Festellen der Wahrheit), a saber, interpretarla tomando como criterio “el texto total del tratado” (Heidegger, 1994: 70).

Claramente la tensión enunciativa que describe el final del apéndice de Der Ursprung des Kunstwerkes radica en que el conjunto de enunciados que describe la textualidad del tratado se presenta como una frontera que delimita el espacio de tránsito, fija las dos posibilidades de recorrerlo y le asigna a cada uno de los roles subjetivos de la enunciación una de estas dos posibilidades: al lector le atribuye una mirada trascendente al texto. Al autor, una perspectiva inmanente.

El conector adversativo que organiza semánticamente el texto confronta la trascendencia de la posición del lector y la inmanencia de la posición del autor. Es una confrontación en cierta medida inevitable ya que le atribuye a cada uno de estos roles el rasgo modal de la necesidad. La tensión no quiere decir que ambos puntos de vista sean absolutamente irreductibles. De hecho, el sentido argumentativo del apéndice y del epílogo es aclarar una serie de ambigüedades conceptuales a fin de que el lector pueda asumir el mismo punto de vista que el del autor. Asimismo, el texto citado anteriormente no le atribuye al lector ningún impedimento estructural para interpretar los contenidos temáticos a partir de su fuente originaria. Tan solo afirma que requiere un determinado plazo temporal. Después de mucho tiempo y de resistir a una comprensión inmediata del texto el lector podría alcanzar el mismo punto de vista del autor.3 Con ello se aclara que la necesidad y la naturalidad con que el lector siempre llega al texto desde afuera no tiene el sentido de una imposibilidad lógica, sino tan solo pretende describir una situación fáctica de enunciación.

Esta descripción de la tensión enunciativa, a la que se enfrenta todo lector de Der Ursprung des Kunstwerkes, puede extrapolarse a toda la obra de Heidegger. Siempre el lector llega desde afuera a su obra, es decir, desde una posición externa a la fuente originaria de su pensamiento. Se podría cuestionar hasta qué punto el lector no guarda siempre una cierta posición externa a las pretensiones que el autor fija y establece para su propia obra. Por más que fácticamente sea posible que un lector, después de muchísimo esfuerzo y tiempo, logre situarse en el punto de vista originario, uno podría preguntarse si también, en ese caso, no hay una tensión estructural, que hace que un lector dócil4 mantenga siempre una distorsión de su perspectiva. Es decir, que su punto de vista mantenga siempre una referencia externa a las fuentes originarias de donde surgen los contenidos temáticos.

En el presente trabajo intentaré precisar el sentido de la estrategia interpretativa de un lector que siempre se sitúa en una posición externa a la obra de Heidegger y la confrontación de esta estrategia con las pretensiones interpretativas que el propio autor establece para su texto. A cada una de estas estrategias las denominaré como lecturas en trascendencia y en inmanencia. Los conceptos de lectura en trascendencia e inmanencia no proceden del propio vocabulario de Heidegger, sino de una terminología que, si bien expresa lo que él quiere decir mediante la expresión “desde afuera” y el uso del pleonasmo, es extraña a su pensamiento. Por ello, el próximo paso de este trabajo consistirá en aclarar el sentido que tienen estas dos estrategias.

2. Los conceptos de lectura en inmanencia y en trascendencia

En el punto anterior quedó claro que el apéndice de Der Ursprung des Kunstwerkes establece dos estrategias interpretativas diferentes: la posición externa del lector y la posición interna del autor. Heidegger designa explícitamente a la posición enunciativa de lectura como un “llegar al tratado desde afuera” (Von außen an die Abhandlung geraten). Hay una referencia literal a la exterioridad del lector. La posición interna del autor no está dicha literalmente. Se infiere a partir del pleonasmo “hablar en el habla propicia y adecuada”, y a partir del hecho de que la posición del autor siempre es la opuesta de la del lector. El conector adversativo expresa justamente esta oposición.

En este punto voy a conectar la exterioridad de la posición del lector y la interioridad de la posición del autor con los conceptos de Yuri Lotman de texto bilingüe y monolingüe y con los conceptos de Gérard Genette de trascendencia e inmanencia. La finalidad que persigo es sacar a la luz las consecuencias que se siguen de la diferencia de relaciones espaciales que encierran las dos estrategias de lectura.

2.1 El texto bilingüe y el texto monolingüe

Existen para Lotman (1996c: 102; 1998: 14) dos tipos de situaciones comunicativas. Cada una de ellas da lugar a un determinado tipo de texto. La primera situación es aquella donde el vínculo entre el emisor y el receptor está mediado por un texto (mensaje) que puede ser traducido de manera unívoca. Es decir, se trata de una situación en la que hay dos textos. La relación entre ellos es de traducción. Pero se concibe de modo tal que hay una reversibilidad entre ambos. Por ende, en esta primera situación comunicativa no hay información nueva. El texto segundo es equivalente y reversible con respecto al texto primero. El ideal de este tipo comunicativo son los textos en lenguajes artificiales. Lotman los define como textos monolingües.

La segunda situación comunicativa es aquella en la que los dos textos también guardan una relación de traducción, pero no hay reversibilidad entre ellos. Es decir, no hay una equivalencia semántica entre ambos. Más bien, se trata de textos diferentes que entran en contacto entre sí, que chocan, se yuxtaponen, y como resultado de semejante operación surge un tercer texto que no puede ser identificado plenamente con ninguno de los dos. Por eso, Lotman afirma que en esta segunda situación comunicativa hay novedad. Los textos que están en contacto guardan una relación de cercanía y de lejanía. Cercanía que posibilita la traducción. Y lejanía que da como resultado la distorsión del sentido y, por lo tanto, la producción de un nuevo mensaje. Lotman (1998: 13) lo dice así:

 

La condición mínima consiste en la presencia de dos lenguajes, lo suficientemente cercanos como para que la traducción sea posible, y tan distantes como para que esta no resulte trivial […] El texto […] es más rico y complejo que cualquiera de los lenguajes, puesto que presenta un dispositivo en el que los lenguajes chocan y se yuxtaponen.

 

El tercer texto aparece en la cita bajo el nombre de un dispositivo que encierra de manera conflictiva dos lenguajes. La cercanía permite la tarea de traducción. La lejanía hace que la traducción no sea trivial. Lotman define el carácter no trivial de la traducción por dos rasgos. En primer lugar, el texto nuevo no es predecible. No puede ser anticipado a partir del texto principal. Y, en segundo lugar, la razón de la impredicibilidad del texto radica en que el nuevo mensaje no puede ser alcanzado mediante algún algoritmo de transformación textual (Lotman, 1998: 13). La producción de un nuevo texto, de acuerdo con esta segunda situación comunicativa, surge por dos mecanismos: los errores y las casualidades,5 y por el mecanismo de diferencia e intraductibilidad. Me interesa detenerme brevemente en este segundo mecanismo. El carácter no trivial del significado, es decir, el hecho de que un texto no pueda ser anticipado, radica fundamentalmente en la ausencia de univocidad entre el código del texto inicial y el de traducción. No hay una correspondencia total entre ambos códigos. La diferencia es la que produce el nuevo mensaje. La heterogeneidad semiótica (Lotman, 1998: 14) es el mecanismo fundamental de producción del nuevo texto.

Otra manera de referirse a esta segunda situación comunicativa está vinculada a la imagen de la relación entre los dos textos en la que uno pasa por el interior de otro. Es decir, a la idea de que el encuentro entre los textos implica no un límite infranqueable, sino más bien una frontera porosa. Esta imagen aparece cuando Lotman (1998: 15-16), refiriéndose al texto artístico, afirma:

 

[T]omado aisladamente, no produce nuevos mensajes, para ello se debe hacer pasar algún otro texto a través de él, lo cual ocurre en la práctica cuando al texto se le “conecta” un lector que conserva en la memoria algunos mensajes anteriores.6

 

Esta imagen en la que un texto pasa a través de otro corresponde conceptualmente a la noción de traductor-filtro. Uno de los textos oficia de mediador del otro. Ahora bien, no es un medio inocuo, neutral. Más bien, tiene un papel activo. Oficia de filtro que permite pasar algunas “cosas”. Y otras no pueden atravesar la malla porosa. Es la reunión de dos textos la que posibilita el tránsito de uno a otro. El ideal de esta segunda situación comunicativa son los textos artísticos (los lenguajes del arte). Pero también incluye todos los textos en lenguas naturales. A este tipo de texto los designa como textos bilingües.

A la luz de esta distinción entre dos tipos de textos (monolingüe y bilingüe) se puede enfocar el sentido del comentario de texto. Ciertamente que la tarea de un comentario tiene que ver con la idea lotmaniana de “poner en conexión dos textos”, a saber, el que es objeto de comentario y el del lector. Esta conexión da lugar a dos estrategias: la primera que sigue como idea regulativa el ideal del texto monolingüe; la segunda que adopta como idea regulativa la del texto bilingüe. Querría referirme brevemente a cada una de estas estrategias.

La primera estrategia de lectura se rige por la idea de que el texto inicial que es objeto de comentario, si bien no está escrito en un lenguaje artificial, encierra un mensaje que puede ser explicitado de manera idealmente unívoca. Con ello no quiero negar que esta estrategia pretenda reducir el texto a un único mensaje. Justamente es la complejidad y ambigüedad de los significados la que desencadena la tarea de comentario. Pero se comporta respecto del texto de manera tal que recoge lo que el texto dice sobre sí mismo. Podría decirse que esta primera estrategia se compone de dos tesis fundamentales. La primera es que comentar significa seguir las prescripciones interpretativas que el enunciador del texto propone para su lectura. La autointerpretación del enunciador se erige en el criterio principal para dirimir el sentido del texto. La segunda tesis radica en que la relación que existe entre texto y comentario es la de explicitación. En efecto, comentar significa aclarar, explicitar, desarrollar aquellos sentidos complejos u oscuros que encierra el texto. La tarea de explicitación se lleva a cabo o bien por remisión a la autointerpretación del propio enunciador, o bien por remisión a otros textos del propio enunciador que aclaran dicho pasaje. En ambos casos, el comentario se lleva a cabo con el propio vocabulario con que el enunciador expone su pensamiento. En este sentido preciso puede afirmarse que responde al ideal tipo del texto monolingüe. Esta primera estrategia claramente se sitúa en un punto de vista metatextual. El comentario es un segundo texto que está en un nivel semántico superior respecto del texto objeto. La relación metatextual es de explicitación-desarrollo. No pretende decir nada nuevo sobre el texto, sino tan solo lo que la intención del enunciador explícita o implícitamente dice sobre el texto.

Mientras que la primera estrategia conecta el texto con el contexto de la autointerpretación del enunciador y con su obra a fin de garantizar una explicitación de las dificultades que encierra el texto original, la segunda estrategia produce un descentramiento, una exteriorización. Ciertamente que, tal como se desprende de la posición de Lotman, la conexión entre el texto y el punto de vista del enunciador en la primera situación y la conexión del texto con otro texto distinto se llevan a cabo por la mediación del lector. Es el lector el que o bien puede asumir él mismo la posición del enunciador del texto, o bien puede conectarlo con otros mensajes conservados en su memoria (Lotman, 1998: 15-16). Mientras que a la primera estrategia se la puede denominar lectura en inmanencia, a la segunda se la puede llamar lectura en trascendencia.

2.2. La inmanencia y la trascendencia de la obra de arte

Tomo las nociones de inmanencia y de trascendencia de la teoría estética de Genette. Querría detenerme brevemente sobre estos conceptos a fin de ganar una precisión mayor sobre el sentido de la distinción entre comentario en inmanencia y comentario en trascendencia. Voy a centrarme solo en el tratado sobre La obra de arte.7

En La obra de arte Genette desarrolla una ontología. Este término designa una determinada pregunta que se le dirige a las obras de arte, a saber, ¿en qué consisten las obras? (Genette, 1997: 15) La respuesta a esta pregunta es que las obras de arte tienen dos modos de existencia: o bien las obras de arte consisten en un único objeto, por ejemplo, la Gioconda, o bien las obras de arte cruzan los límites de un único objeto para encarnarse en varios objetos, por ejemplo, las versiones, transcripciones o traducciones de una misma obra o porque la recepción de una obra sigue siendo todavía efectiva a pesar de la destrucción de dicho objeto, por ejemplo, nuestra recepción de la estatua de Palas Atenea de Fidias. Al primer modo de existencia Genette lo llama inmanencia; al otro modo de existencia lo denomina trascendencia.

El régimen de inmanencia se caracteriza porque el modo de existencia de la obra coincide con un único objeto singular. Dentro de este régimen Genette hace una distinción basada en un criterio claramente ontológico. Hay dos objetos en los que consiste una obra: o bien un objeto físico o bien un objeto ideal. Tomando como punto de partida la terminología de Nelson Goodman, a las primeras las llama obras autográficas y a las segundas, obras alográficas. Lo que tienen en común es que ambas obras radican en un objeto, pero su diferencia estriba en que el objeto en que se encarnan las obras autográficas es un objeto físico que, como tal, tiene una identidad numérica. En cambio, el objeto en que consiste las obras alográficas es una idealidad, razón por la cual su identidad es específica.

El régimen de trascendencia se caracteriza porque las obras rebasan los límites de su inmanencia. En una nota al pie da la siguiente caracterización de la trascendencia:

 

Ni aquí ni en otro lugar doy a este término una connotación “espiritual” ni filosófica siquiera (kantiana, por ejemplo). Lo empleo en su acepción etimológica (latina) que es eminentemente profana: trascender es rebasar un límite, desbordar un recinto; como veremos más adelante, la obra con trascendencia es en cierto modo como un río salido de madre y que, para bien o para más, actúa con mayor fuerza. (Genette, 1997: 17, n. 16)

 

De acuerdo con esta cita, la trascendencia consiste en la capacidad que tiene la obra de arte de ir más allá de sus propios límites ontológicos. Trascender significa que la obra rebasa la frontera del objeto físico o ideal en que la obra consiste o inmana. Justamente para resaltar la diferencia ontológica que hay entre trascendencia e inmanencia Genette recurre a la categorización ontológica: la inmanencia describe el ser de la obra de arte, es decir, aquello que es o bien un objeto físico o bien un objeto ideal. La trascendencia, por su parte, describe el hacer de la obra, su capacidad de ejercer una acción transitiva.

La trascendencia es un “complemento” o “suplemento” de la inmanencia en la medida en que el concepto de trascendencia entendido como un rebasamiento de los límites implica necesariamente la noción de un objeto que se mantiene dentro de las fronteras de su propio ser (Genette, 1997: 187).

Hay tres tipos de trascendencia: 1) la trascendencia por pluralidad de inmanencia, que es cuando una obra no consiste en un solo objeto sino en varios que no son idénticos, por ejemplo, las versiones, adaptaciones, arreglos, traducciones de una obra; 2) la trascendencia por parcialidad de la inmanencia, es decir, cuando un objeto de inmanencia tiene una manifestación fragmentaria de una obra, por ejemplo, la Venus de Milo, y 3) la trascendencia por pluralidad operal, que da cuenta del efecto de recepción de la obra en distintos contextos.