Historia verdadera de la conquista de la Nueva España - Bernal Díaz del Castillo - E-Book

Historia verdadera de la conquista de la Nueva España E-Book

Bernal Díaz del Castillo

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Beschreibung

Bernal Díaz del Castillo (1496 – 1584) fue un conquistador español que participó en la conquista de México en el siglo XVI.
"Historia verdadera de la conquista de la Nueva España" es una obra de estilo cautivador desde las primeras líneas. Nos narra el proceso de la conquista de México de una manera ruda, aunque sencilla, ágil y directa. Cada página es un retrato pintoresco plagado de detalles. Leer su libro es transportarse al pasado y vivir al lado de un soldado todos los sucesos de la conquista: descripciones de lugares, relatos de personajes, anécdotas, críticas agudas y angustiantes relaciones de fatiga y peligros enfrentados.

Es considerado uno de los libros más importantes de la literatura universal. Es también un testimonio de valor único sobre los hechos de la Conquista.

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Historia verdadera de la conquista de la Nueva España

Bernal Díaz del Castillo

FV ÉDITIONS

Índice

Nota preliminar

1. Comienza la relación de la historia

2. Cómo descubrimos la provincia de Yucatán

3. Cómo seguimos la costa adelante hacia el poniente, descubriendo puntas y bajos y ancones y arrecifes

4. De las guerras que allí nos dieron estando en las estancias y maizales por mí ya dichos

5. Cómo acordamos de nos volver a la isla de Cuba, y de los grandes trabajos que tuvimos hasta llegar al puerto de la Habana

6. Cómo desembarcamos en la bahía de la Florida veinte soldados con el piloto Alaminos a buscar agua, y de la guerra que allí nos dieron los naturales de aquella tierra, y de lo que más pasó hasta volver a La Habana

7. De los trabajos que tuve hasta llegar a una villa que se dice la Trinidad

8. Cómo Diego Velázquez, gobernador de la isla de Cuba, ordenó de enviar una armada a las tierras que descubrimos, y fue por capitán general della un hidalgo que se decía Juan de Grijalva, pariente suyo, y otros tres capitanes, que adelante diré sus nombres

9. Cómo fuimos la derrota según y de la manera que lo habíamos traído cuando lo de Francisco Hernández de Córdoba, y fuimos a desembarcar a Champotón, y de la guerra que allí nos dieron y lo que más avino

10. Cómo seguimos nuestro viaje y entramos en un río muy ancho y grande, que le pusimos Boca de Términos, y por qué entonces le pusimos aquel nombre

11. Cómo llegamos al río de Tabasco, que llaman de Grijalva, y lo que allí nos avino

12. Cómo seguimos la costa adelante, hacia donde se pone el sol, y llegamos al río que llaman de Banderas, y lo que en él pasó

13. Cómo llegamos en el paraje del río de Banderas y de lo que allí se hizo

14. Cómo llegamos aquella isleta que agora se llama San Juan de Ulúa, e a qué causa se le puso aquel nombre, y lo que allí pasamos

15. Cómo Diego Velázquez, gobernador de Cuba, envió un navío en nuestra busca, y lo que más le sucedió

16. Cómo fuimos descubriendo la costa adelante, hasta la provincia de Pánuco, y lo que pasamos hasta volver a Cuba

17. Cómo Diego Velázquez envió a España para que Su Majestad le diese licencia para rescatar y conquistar y poblar y repartir la tierra desque estuviese de paz

18. De los borrones y cosas que escriben los coronistas Gómara e Illescas acerca de la cosas de la Nueva España

19. Cómo vinimos con otra armada a las tierras nuevas descubiertas y por capitán de la armada el valeroso y esforzado Don Hernando Cortés, que después del tiempo andado fue Marqués del Valle, y de las contrariedades que tuvo para le estorbar que no fuese capitán

20. Cómo Cortés se apercibió en las cosas que convenían se despachar con el armada

21. De lo que Cortés hizo desque llegó a la villa de la Trinidad, y de los soldados que de aquella salieron para ir en nuestra compañía, y de lo que más le avino

22. Cómo el gobernador Diego Velázquez envió en posta dos criados a la villa de la Trinidad con poderes y mandamientos para revocar a Cortés el poder y no dejar pasar el armada y lo prendiesen y le enviasen a Santiago

23. Cómo el capitán Hernando Cortés se embarcó con todos los soldados para ir por la banda del Sur a la Habana, y envió otro navío por la banda del Norte, y lo que más le aconteció

24. Cómo Diego Velázquez envió a un su criado, que se decía Gaspar de Garnica, con mandamientos y provisiones para que en todo caso se prendiese a Cortés y se le tomase el armada, y lo que sobre ello se hizo

25. Cómo Cortés se hizo a la vela con toda su compaña de caballeros y soldados para la isla de Cozumel, y lo que allí le avino

26. Cómo Cortés mandó hacer alarde de todo el ejército, y de lo que más nos avino

27. Cómo Cortés supo de dos españoles que estaban en poder de indios en la punta de Cotoche, y lo que sobre ello se hizo

28. Cómo Cortés repartió los navíos y señaló capitanes para ir en ellos, y ansimismo se dio la instrucción de lo que habían de hacer a los pilotos, y las señales de los faroles de noche y otras cosas que nos avino

29. Cómo el español que estaba en poder de indios, [que] se llamaba Jerónimo de Aguilar, supo cómo habíamos arribado a Cozumel, y se vino a nosotros, y lo que más paso

30. Cómo nos tornamos a embarcar y nos hicimos a la vela para el río de Grijalva, y lo que nos avino en el viaje

31. Cómo llegamos al río de Grijalva, que en lengua de indios llaman Tabasco, y de la guerra que nos dieron, y lo que más con ellos pasamos

32. Cómo mandó Cortés a dos capitanes que fuesen con cada cien soldados a ver la tierra dentro, y lo que sobre ello nos acaesció

33. Cómo Cortés mandó que para otro día nos aparejásemos todos para ir en busca de los escuadrones guerreros, y mandó sacar los caballos de los navíos, y lo que más nos avino en la batalla que con ellos tuvimos

34. Cómo nos dieron guerra e una gran batalla todos los caciques de Tabasco y sus provincias, y lo que sobre ello sucedió

35. Cómo envió Cortés a llamar todos los caciques de aquellas provincias, y lo que sobre ello se hizo

36. Cómo vinieron todos los caciques e calachonis del Río de Grijalva, y trujeron un presente, y lo que sobre ello pasó

37. Cómo Doña Marina era cacica, e hija de grandes señores, y señora de pueblos y vasallos, y de la manera que fue traída a Tabasco

38. Cómo llegamos con todos los navíos a San Juan de Ulúa, y lo que allí pasamos

39. Cómo fue Tendile a hablar a su señor Montezuma y llevar el presente, y lo que se hizo en nuestro real

40. Cómo Cortés envió a buscar otro puerto y asiento para poblar, y lo que sobre ello se hizo

41. De lo que se hizo sobre el rescatar del oro, y de otras cosas que en el real pasaron

42. Cómo alzamos a Hernando Cortés por Capitán General e Justicia Mayor hasta que Su Majestad en ello mandase lo que fuese servido, y lo que en ello se hizo

43. Cómo la parcialidad de Diego Velázquez perturbaban el poder que habíamos dado a Cortés, y lo que sobre ello se hizo

44. Cómo fue acordado de enviar a Pedro de Alvarado la tierra adentro a buscar maíz y bastimento, y lo que más pasó

45. Cómo entramos en Cempoal, que en aquella sazón era muy buena poblazón, y lo que allí pasamos

46. Cómo entramos en Quiaviztlan, que era pueblo puesto en fortaleza, y nos acogieron de paz

47. Cómo Cortés mandó que prendiesen aquellos cinco recaudadores de Montezuma, y mandó que desde ahí adelante no le obedesciesen ni diesen tributo, y la rebelión que entonces se ordenó contra Montezuma

48. Cómo acordamos de poblar la Villa Rica de la Vera Cruz y de hacer una fortaleza en unos prados junto a unas salinas y cerca del puerto del nombre feo, donde estaban anclados nuestros navíos y lo que allí se hizo

49. Cómo vino el cacique gordo e otros principales a quejarse a cortés cómo en un pueblo fuerte, que se decía Cingapacinga, estaban guarniciones de mejicanos y les hacían mucho daño, y lo que sobre ello se hizo

50. Cómo ciertos soldados de la parcialidad de Diego Velázquez, viendo de hecho queríamos poblar y comenzamos a pacificar pueblos, dijeron que no querían ir a ninguna entrada, sino volverse a la isla de Cuba

51. Lo que nos acaesció en Cingapacinga, y a la vuelta que volvimos por Cempoal les derrocamos sus ídolos, y otras cosas que pasaron

52. Cómo Cortés mandó hacer un altar y se puso una imagen de Nuestra Señora y una cruz, y se dijo misa y se bautizaron las ocho indias

53. Cómo volvimos a nuestra Villa Rica de la Vera Cruz, y lo que allí pasó

54. De la relación e carta que escrebimos a Su Majestad con nuestros procuradores Alonso Hernández Puerto Carrero e Francisco de Montejo, la cual carta iba firmada de algunos capitanes y soldados

55. Cómo Diego Velázquez, gobernador de cuba, supo por cartas muy de cierto que enviábamos procuradores con embajadas y presentes a nuestro rey y señor, y lo que sobre ello se hizo

56. Cómo nuestros procuradores, con buen tiempo, desembocaron la Canal de Bahama y en pocos días llegaron a Castilla, y lo que en la corte les avino

57. Cómo después que partieron nuestros embajadores para Su Majestad con todo el oro y cartas y relaciones, lo que en el real se hizo y la justicia que Cortés mandó hacer

58. Cómo acordamos de ir a Méjico y antes que partiésemos dar todos los navíos al través, y lo que más pasó, y esto de dar con los navíos al través fue por consejo e acuerdo de todos nosotros los que éramos amigos de Cortés

59. De un razonamiento que Cortés nos hizo después de haber dado con los navíos al través y [cómo] aprestábamos nuestra ida para Méjico

60. Cómo Cortés fue adonde estaba surto el navío, y prendimos seis soldados y marineros que del navío hobimos, y lo que sobre ello pasó

61. Cómo acordamos de ir a la ciudad de Méjico, y por consejo del cacique fuimos por Tascala, y de lo que nos acaesció, ansí de reencuentros de guerra como otras cosas que nos avinieron

62. Cómo se determinó que fuésemos por Tascala, y les enviábamos mensajeros para que tuviesen por bien nuestra ida por su tierra, y cómo prendieron a los mensajeros, y lo que más se hizo

63. De las guerras y batallas muy peligrosas que tuvimos con los tascaltecas, y de lo que más pasó

64. Cómo tuvimos nuestro real asentado en unos pueblos y caserías que se dice Teoacingo o Tevacingo, y lo que allí hicimos

65. De la gran batalla que hobimos con el poder de tascalteca, y quiso Dios Nuestro Señor darnos vitoria, y lo que más pasó es lo siguiente

66. Cómo otro día enviamos mensajeros a los caciques de Tascala, rogándoles con la paz, y lo que sobre ello hicieron

67. Cómo tornamos a enviar mensajeros a los caciques de Tascala para que vengan de paz, y lo que sobre ello hicieron y acordaron

68. Cómo acordarmos de ir a un pueblo que estaba cerca de nuestro real, y lo que sobre ello se hizo

69. Cómo desque volvimos con Cortés de Cinpancingo con bastimentos, hallamos en nuestro real ciertas pláticas, y lo que Cortés respondió a ellas

70. Cómo el capitán Xicotenga tenía apercibidos veinte mil guerreros escogidos para dar en nuestro real, y lo que sobre ello se hizo

71. Cómo vinieron a nuestro real los cuatro principales que habían enviado a tratar paces, y el razonamiento que hicieron, y lo que más pasó

72. Cómo vinieron a nuestro real embajadores de Montezuma, gran señor de Méjico, y del presente que trajeron

73. Cómo vino Xicotenga, capitán general de Tascala, a entender en las paces, y lo que dijo y lo que nos avino

74. Cómo vinieron a nuestro real los caciques viejos de Tascala a rogar a Cortés y a todos nosotros que luego nos fuésemos con ellos a su ciudad, y lo que sobre ello pasó

75. Cómo fuimos a la ciudad de Tascala, y lo que los caciques viejos hicieron, de un presente que nos dieron y cómo trujeron sus hijas y sobrinas, y lo que más pasó

76. Cómo se dijo misa estando presentes muchos caciques, y de un presente que trujeron los caciques viejos

77. Cómo trujeron las hijas a presentar a Cortés y a todos nosotros, y lo que sobre ello se hizo

78. Cómo Cortés preguntó a Maseescasi e a Xicotenga por las cosas de Méjico, y lo que en la relación dijeron

79. Cómo acordó nuestro capitán Hernando Cortés que todos nuestros capitanes y soldados que fuésemos a Méjico, y lo que sobre ello pasó

80. Cómo el gran Montezuma envió cuatro principales hombres de mucha cuenta con un presente de oro y mantas, y lo que dijeron a nuestro capitán

81. Cómo enviaron los de Cholula cuatro indios de poca valía a desculparse por no haber venido a Tascala, y lo que sobre ello pasó

82. Cómo fuimos a la ciudad de Cholula del gran recibimiento que nos hicieron

83. Cómo tenían concertado en esta ciudad de Cholula de nos matar por mandado de Montezuma, y lo que sobre ello pasó

84. De ciertas pláticas e mensajeros que enviamos al gran Montezuma

85. Cómo el gran Montezuma envió un presente de oro, y lo que envió a decir, y cómo acordamos de ir camino de Méjico, y lo que más acaesció sobre ello

86. Cómo comenzamos a caminar para la ciudad de Méjico, y lo que en el camino nos avino, y lo que Montezuma envió a decir

87. Cómo el gran Montezuma nos envió otros embajadores con un presente de oro y mantas, y lo que dijeron a Cortés, y lo que les respondió

88. Del grande y solene rescibimiento que nos hizo el gran Montezuma a Cortés y a todos nosotros en la entrada de la gran ciudad de Méjico

89. Cómo el gran Montezuma vino a nuestros aposentos con muchos caciques que le acompañaban, e la prática que tuvo con nuestro capitán

90. Cómo luego otro día fue nuestro capitán a ver al gran Montezuma, y de ciertas práticas que tuvieron

91. De la manera e persona del gran Montezuma, y de cuán grande señor era

92. Cómo nuestro capitán salió a ver la ciudad de Méjico y el Tatelulco, ques la plaza mayor, y el gran cu de su Huichilobos, y lo que más pasó

93. Cómo hicimos nuestra iglesia e altar en nuestro aposento, y una cruz fuera del aposento, y lo que más pasamos, e hallamos la sala y recámara del tesoro del padre del Montezuma, y de cómo se acordó prender al Montezuma

94. Cómo fue la batalla que dieron los capitanes mejicanos a Juan de Escalante, y cómo le mataron a él e al caballo y a seis soldados y a muchos amigos indios totonaques que también allí murieron

95. De la prisión del Gran Montezuma y lo que sobre ello se hizo

96. Cómo nuestro Cortés envió a la Villa Rica por teniente y capitán a un hidalgo que se decía Alonso de Grado, en lugar del alguacil mayor Juan de Escalante, y el alguacilazgo mayor se lo dio a Gonzalo de Sandoval, y desde entonces fue alguacil mayor, y lo que sobre ello pasó diré adelante

97. Cómo estando el gran Montezuma preso, siempre Cortés y todos nuestros soldados le festejamos y regocijamos, y aun se le dio licencia para ir a caza, e fue esta licencia para ver su intención

98. Cómo Cortés mandó hacer dos bergantines de mucho sostén e veleros para andar en la laguna, y cómo el gran Montezuma dijo a Cortés que le diese licencia para ir a hacer oración a sus templos, y lo que Cortés le dijo, y cómo le dio la licencia

99. Cómo echamos los dos bergantines al agua y cómo el gran Montezuma dijo que quería ir a caza y fué en los bergantines hasta un peñol donde había muchos venados y caza, que no entraba a cazar en el persona ninguna, con grave pena

100. Cómo los sobrinos del gran Montezuma andaban convocando e atrayendo a sí las voluntades de otros señores para venir a Méjico y sacar de la prisión al gran Montezuma y echarnos de la ciudad y matarnos

101. Cómo el gran Montezuma, con muchos caciques y principales de la comarca, dieron la obidiencia a su majestad, y de otras cosas que sobre ello pasó

102. Cómo nuestro Cortés procuró de saber de las minas del oro y de qué calidad eran, y ansimismo en qué ríos estaban, y qué puertos para navíos había desde lo de Pánuco hasta lo de tabasco, especialmente el río grande de Guazaqualco, y lo que sobre ello pasó

103. Cómo volvieron los capitanes que nuestro Cortés envió a ver las minas e a sondear el puerto y río de Guazaqualco

104. Cómo Cortés dijo al gran Montezuma que mandase a todos los caciques de toda su tierra que tributasen a Su Majestad, pues comunmente sabían que tenían oro, y lo que sobre ello se hizo

105. Cómo se repartió el oro que hobimos, así de lo que dio el gran Montezuma como lo que se recogió de los pueblos, y de lo que sobre ello acaesció a un soldado

106. Cómo hobieron palabras Juan Velázquez de León y el tesorero Gonzalo Mexía sobre el oro que faltaba de los montones antes que se fundiese, y lo que Cortés hizo sobre ello

107. Cómo el gran Montezuma dijo a Cortés que le quería dar una hija de las suyas para que se casase con ella, y lo que Cortés le respondió, y todavía la tomó, y la servían y honraban como hija de tal señor

108. Cómo el gran Montezuma dijo a nuestro capitán Cortés que se saliese de Méjico con todos los soldados, porque se querían levantar todos los caciques y papas y darnos guerra hasta matarnos, porque ansí estaba acordado y dado consejo por sus ídolos, y lo que Cortés sobre ello hizo

109. Cómo Diego Velázquez, gobernador de Cuba, dio muy gran priesa en enviar su armada contra nosotros, y en ella por capitán general a Pánfilo de Narváez, y cómo vino en su compañía el licenciado Lucas Vázquez de Ayllón, oidor de la real audiencia de Santo Domingo, y lo que sobre ello se hizo

110. Cómo Pánfilo de Narváez llegó al puerto de san Juan de Ulúa, que se dice la Veracruz, con toda su armada, y lo que le sucedió

111. Cómo Pánfilo de Narváez envió con cinco personas de su armada a requerir a Gonzalo de Sandoval, que estaba por capitán en la Villa Rica, que se diese luego con todos los vecinos, y lo que sobre ello pasó

112. Cómo Cortés, después de bien informado de quién era capitán, y quién y cuántos venían en la armada, y los pertrechos de guerra que traía, y de los tres nuestros falsos soldados que a Narváez se pasaron, escribió al capitán y a otros sus amigos, especialmente Andrés de Duero, secretario del Diego Velázquez; y también supo cómo Montezuma enviaba oro y ropa al Narváez, y las palabras que le envió a decir al Montezuma; y de cómo venía en aquella armada el licenciado Lucas Vázquez de Ayllón, oidor de la Audiencia Real de Santo Domingo, e la instrucción que traía

113. Cómo hobieron palabras el capitán Pánfilo de Narváez y el oidor Lucas Vázquez de Ayllón; y el Narváez le mandó prender y le envió en un navío preso a Cuba o a Castilla, y lo que sobre ello avino

114. Cómo Narváez, después que echó preso al oidor Lucas Vázquez de Ayllón e a su escribano, se pasó con toda la armada a un pueblo que se dice Cempoal, que en aquella sazón era grande, y lo que en él concertó, y lo que nuestro cortés y todos nosotros hecimos estando en Méjico, e cómo acordamos ir sobre Narváez

115. Cómo el gran Montezuma preguntó a Cortés que cómo quería ir sobre Narváez siendo los que traía el Narváez muchos e Cortés pocos, e que le pesaria si nos viniese algún mal

116. Cómo acordó Cortés con todos nuestros soldados que tornásemos a enviar al real de Narváez al fraile de la Merced, que era muy sagaz y de buenos medios,

117. Cómo el fraile de la Merced fue a Cempoal, donde estaba el Narváez e todos sus capitanes, e lo que pasó con ellos, e les dio la carta

118. Cómo en nuestro real hecimos alarde de los soldados que éramos, e cómo trajeron docientas e cincuenta picas muy largas con dos hierros de cobre cada una, que Cortés había mandado hacer en unos pueblos que se dicen los chinantecas, e nos imponíamos cómo habíamos de jugar dellas para derrocar la gente de a caballo que tenía Narváez, y otras cosas que en el real pasaron

119. Cómo vino Andrés de Duero a nuestro real y el soldado Usagre y dos indios de Cuba, naborías del Duero, y quién era el Duero y a lo que venía, y lo que tuvimos por cierto, y lo que se concertó

120. Cómo llegó Juan Velázquez de león e un mozo despuelas de Cortés, que se decía Juan del Río, al real de Narváez, y lo que en él pasó

121. De lo que se hizo en el real de Narváez después que de allí salieron nuestros embajadores

122. Del concierto y orden que se dio en nuestro real para ir contra Narváez, y del razonamiento que Cortés nos hizo, y lo que le respondimos

123. Cómo después de desbaratado Narváez según y de la manera que he dicho, vinieron los indios de Chinanta que cortés había enviado a llamar, y de otras cosas que pasaron

124. Cómo Cortés envió al puerto al capitán Francisco de Lugo, y en su compañía dos soldados que habían sido maestres de navíos, para que luego trujesen allí a Cempoal todos los maestres y pilotos de los navíos y flota de Narváez y que les sacasen las velas y timones e agujas porque no fuesen a dar mandado a la isla de Cuba a Diego Velázquez de lo acaescido, y cómo puso almirante de la mar, y otras cosas que pasaron

125. Cómo fuimos a grandes jornadas ansí Cortés como todos sus capitanes y todos los de Narváez, eceto Pánfilo de Narváez y el Salvatierra, que quedaban presos

126. Cómo nos dieron guerra en Méjico, y los combates que nos daban, y otras cosas que pasamos

127. Desque fue muerto el gran Montezuma acordó Cortés de hacello saber a sus capitanes y principales que nos daban guerra, y lo que más sobre ello pasó

128. Cómo acordamos de nos ir huyendo de Méjico, y lo que sobre ello se hizo

129. Cómo fuimos a la cabecera y mayor pueblo de Tascala y lo que allí pasamos

130. Cómo fuimos a la provincia de Tepeaca y lo que en ella hicimos, y otras cosas que pasaron

131. Cómo vino un navío de Cuba que enviaba Diego Velázquez, e venía en él por capitán Pedro Barba, y la manera quel almirante que puso nuestro Cortés por guarda de la mar tenía para los prender, y es desta manera

132. Cómo los indios de Guacachula vinieron a demandar favor a Cortés sobre que los ejércitos mejicanos los trataban mal y los robaban, y lo que sobre ello se hizo

133. Cómo aportó, al peñol y puerto que está junto a la Villa Rica un navío de los de Francisco de Garay, que había enviado a poblar el río de Pánuco, y lo que sobre ello más pasó

134. Cómo envió Cortés a Gonzalo de Sandoval a pacificar los pueblos de Xalacingo y Cacatami, y llevó docientos soldados y veinte de caballo y doce ballesteros, y para que supiese qué españoles mataron en ellos y que mirase qué armas les habían tomado, y qué tierra era y les demandase el oro que robaron

135. Cómo se recogieron todas las mujeres y esclavas y esclavos de todo nuestro real que habíamos habido en aquello de Tepeaca y Cachula y Tecamachalco, y en Castil Blanco, y en sus tierras, para se herrar con el hierro que hicieron en nombre de Su Majestad, y de lo que sobre ello pasó

136. Cómo demandaron licencia a Cortés los capitanes y personas más principales de los que Narváez había traído en su compañía para se volver a la isla de Cuba, y cortés se la dio, y se fueron, y de cómo despachó cortés embajadores para Castilla y para Santo Domingo y Jamaica, y lo que sobre cada cosa acaesció

137. Cómo caminamos con todo nuestro ejército camino de la ciudad de Tezcuco, y lo que en el camino nos avino, y otras cosas que pasaron

138. Cómo fuimos a Iztapalapa con Cortés, y llevó en su compañía a Cristóbal de Olí y a Pedro de Alvarado, y quedó Gonzalo de Sandoval por guarda de Tezcuco, y lo que nos acaesció en la toma de aquel pueblo, y otras cosas que allí se hicieron

139. Cómo vinieron tres pueblos comarcanos de Tezcuco a demandar paces y perdón de las guerras pasadas y muertes de españoles, y los descargos que daban sobre ello; y de cómo fue Gonzalo de Sandoval a Chalco y Tamanalco en su socorro contra mejicanos, y lo que más pasó

140. Cómo fue Gonzalo de Sandoval a Tascala por la madera de los bergantines, y lo que más en el camino hizo en un pueblo que le pusimos por nombre el Pueblo Morisco

141. Cómo nuestro capitán Cortés fue a una entrada al pueblo de Saltocán, questá de la ciudad de Méjico obra de seis leguas, puesto y poblado en la laguna, y desde allí a otros pueblos. Y lo que en el camino pasó diré adelante

142. Cómo el capitán Gonzalo de Sandoval, fue a Chalco e a Tamanalco con todo su ejército, y lo que en aquella jornada pasó dire adelante

143. Cómo se herraron los esclavos en Tezcuco y cómo vino nueva que había venido al puerto de la Villa Rica un navío, y los pasajeros que en él vinieron, y otras cosas que pasaron diré adelante

144. Cómo nuestro capitán Cortés fue una entrada y se rodeó la laguna y todas las ciudades y grandes pueblos que alrededor hallamos, y lo que más pasó en aquella entrada

145. De la gran sed que tuvimos en este camino, y del peligro en que nos vimos en Suchimilco con muchas batallas y reencuentros que con los mejicanos y con los naturales de aquella ciudad tuvimos, y de otros muchos reencuentros de guerras que hasta volver a Tezcuco pasamos

146. Cómo desque llegamos con Cortés a Tezcuco con todo nuestro ejercito y soldados de la entrada de rodear los pueblos de la laguna tenían concertado entre ciertas personas de los que habían pasado con Narváez de matar a Cortés y todos los que fuésemos en su defensa,

147. Cómo Cortés mandó a todos los pueblos nuestros amigos que estaban cercanos de Tezcuco que hiciesen almacén de saetas e casquillos de cobre para ellos, y lo que en nuestro real mas se ordenó

148. Cómo se hizo alarde en la ciudad de Tezcuco en los patios mayores de aquella ciudad, y los de a caballo y ballesteros y escopeteros y soldados que se hallaron, y las ordenanzas que se pregonaron, y otras cosas que se hicieron

149. Cómo Cortés buscó los remeros que habían de menester para remar los bergantines y les señaló capitanes que habían de ir en ellos, y de otras cosas que se hicieron

150. Cómo Cortés mandó que fuesen tres guarniciones de soldados de caballo y ballesteros y escopeteros por tierra a poner cerco a la gran ciudad de Méjico, y los capitanes que nombró para cada guarnición, y los soldados y de a caballo y ballesteros y escopeteros que les repartió, y los sitios y ciudades donde habíamos de sentar nuestros reales

151. Cómo Cortés mandó repartir los doce bergantines, y mandó que se sacase la gente del más pequeño bergantín, que se decía «Busca Ruido», y lo que más pasó

152. De las batallas y reencuentros que pasamos, y del desbarate que Cortés tuvo en su real, y de otras muchas cosas que pasaron en el nuestro de Tacuba, e le llevaron sesenta e seis soldados, que sacrificaron

153. De la manera que peleamos, y de muchas batallas que los mejicanos nos daban, y las pláticas que con ellos tuvimos, y de como nuestros amigos se nos fueron a sus pueblos, y de otras muchas cosas que pasaron

154. Cómo Cortés envió tres principales mejicanos que se habían prendido en las batallas pasadas a rogar a Guatemuz que tuviséemos paces, y lo que el Guatemuz respondió, y lo que más pasó

155. Cómo Guatemuz tenía concertado con las provincias de Mataltzingo e Tulapa y Malinalco y otros pueblos que le viniesen ayudar y diesen en nuestro real, ques el de Tacuba, y en el de Cortés, y que saldría todo el poder de Méjico, entretanto que peleasen con nosotros, y nos darían por las espaldas, y lo que sobre ello se hizo

156. Cómo Gonzalo de Sandoval, entró con los doce bergantines a la parte, que estaba Guatemuz y le prendió, y lo que sobre ello pasó

157. Cómo después de ganada la muy gran ciudad de Méjico y preso Guatemuz y sus capitanes, lo que Cortés mandó que se hiciese, y ciertas cosas que ordeno

158. Cómo vinieron cartas a Cortés, cómo en el puerto de la Veracruz había llegado un Cristóbal de Tapia con dos navíos y traía provisiones de Su Majestad para que gobernase la Nueva España, y lo que sobre ello se acordó e hizo

159. Cómo Cortés y los oficiales del rey acordaron de enviar a Su Majestad todo el oro que le había cabido de su real quinto de los despojos de Méjico, y cómo se envió por sí la recámara del oro y joyas que fue de Montezuma y Guatemuz, y lo que sobre ello acaesció

160. Cómo Gonzalo de Sandoval llegó con su ejército a un pueblo que se dice Tustepeque, y lo que allí hizo, y después pasó a Guazacualco, y todo lo que más que le avino; que uno es Tustepeque e otro es Tutctepeque

161. Cómo Pedro de Alvarado fue a Tututepeque a poblar un villa y lo que en la pacificación de aquella provincia y poblar la villa le acaesció

162. Cómo vino Francisco de Garay de Jamaica con grande armada para Pánuco, y lo que le acontesció, y muchas cosas que pasaron

163. Cómo el licenciado Alonso de Zuazo venía en una carabela a la Nueva España y dio en unas isletas que llaman las Víboras y lo que más le acontesció

164. Cómo Cortés envió a Pedro de Alvarado a la provincia de Guatimala para que poblase una villa y los atrajese de paz, y lo que sobre ello se hizo

165. Cómo Cortés envió una armada para que pacificase y conquistase las provincias de Higueras y Honduras, y envió por capitán a Cristóbal de Olí y lo que pasó diré adelante

166. Cómo los que quedamos poblados en Guazacualco siempre andábamos pacificando las provincias que se nos alzaban, y cómo Cortés mandó al capitán Luis Marín que fuese a conquistar e a pacificar la provincia de Chiapa e me mandó que fuese con él, y lo que en la pacificación pasó

167. De cómo estando en Castilla nuestros procuradores recusaron al obispo de Burgos, y lo que más pasó

168. Cómo fueron ante Su Majestad Pánfilo de Narváez y Cristóbal de Tapia y un piloto que se decía Gonzalo de Umbría y otro soldado que se llamaba Cárdenas, y con favor del obispo de Burgos, y aunque no tenía cargo de entender en cosas de Indias, que ya le habían quitado el cargo y sestaba en Toro, todos los por mí memorados dieron ante Su Majestad muchas quejas de Cortés, y lo que sobre ello se hizo

169. En lo que Cortés entendió después que le vino la gobernación de la Nueva España, cómo y de qué manera repartió los pueblos de indios, y otras cosas que pasaron, y una manera de platicar que sobre ello se ha declarado entre personas dotas

170. Cómo el capitán Hernando Cortés envió a Castilla a Su Majestad ochenta mil pesos en oro y plata, y envió un tiro que era una culebrina muy ricamente labrada de muchas figuras, y en toda ella, y en la mayor parte era de oro bajo revuelto con plata de Mechuacán, que por nombre se decía «El Fénix», y también envió a su padre, Martín Cortés, sobre cinco mil pesos de oro. Y lo que sobre ello avino diré adelante

171. Cómo vineron al Puerto de la Veracruz doce frailes franciscanos de muy santa vida, y venía por su vicario y guardián fray Martín de Valencia, y era tan buen religioso que había fama que hacia milagros; era natural de una villa de Tierra de Campos que se dice Valencia de don Juan, y sobre lo que en su venida Cortés hizo

172. Cómo Cortés escribió a Su Majestad y le envió treinta mil pesos de oro, y cómo estaba entendiendo en la conversión de los naturales e reedificación de Méjico,

173. Cómo sabiendo Cortés que Cristóbal de Olí se había alzado con la armada y había hecho compañía con Diego Velázquez, gobernador de Cuba, envió contra él a un capitán que se decía Francisco de las Casas. y lo que le sucedió diré adelante

174. Cómo Hernando Cortés salió de Méjico para ir camino de las Higueras en busca de Cristóbal, de Olí y de Francisco de las Casas y de los demás capitanes y soldados que envió; y de los caballeros y qué capitanes sacó de Méjico para ir en su compañía, y del aparato y servicio que llevó hasta llegar a la villa de Guazacualco, y de otras cosas que pasaron

175. De lo que Cortés ordenó después que se volvió el fator y veedor a Méjico, y del trabajo que llevamos en el largo camino, y de las grandes puentes que hicimos, y hambre que pasamos en dos años e tres meses que tardamos en el viaje

176. Cómo hobimos llegado al pueblo de Ziguatepecad, y como envió por capitán a Francisco de Medina para que, topando a Simón de Cuenca, viniese con los dos navíos, ya otra vez por mi memorados, al Triunfo de la Cruz o al Golfo Dulce, y lo que más pasó

177. En lo que Cortés entendió después de llegado a Acala, y cómo en otro pueblo más adelante, sujeto al mismo Acala, mandó ahorcar a Guatemuz, gran cacique de Méjico, y a otro cacique, señor de Tacuba, y la causa por qué, y otras cosas que pasaron

178. Cómo seguimos nuestro viaje, y lo que en él nos avino

179. Cómo Cortés entró en la villa a donde estaban poblados los de Gil González de Ávila, y de la gran alegría que todos los vecinos hobieron, y lo que Cortés ordenó

180. Cómo otro día, después de haber llegado aquella villa, que yo no le sé otro nombre sino san Gil de Buena Vista, fuimos con el capitán Luis Marín hasta ochenta soldados, todos a pie, a buscar maíz y descubrir la tierra. Y lo que pasó diré adelante

181. Cómo Cortés se embarcó con todos los soldados, cuantos soldados había traído en su compañía y los que habían quedado en san Gil de Buena Vista, y fue a poblar a donde ahora llaman Puerto de Caballos, y le puso nombre la Natividad, y lo que ende hizo

182. Cómo el capitán Gonzalo de Sandoval comenzó a pacificar aquella provincia de Naco, y lo que más hizo

183. Cómo Cortés desembarcó en el puerto de Trujillo, y como todos los vecinos de aquella villa lo salieron a rescibir y se holgaron mucho con él, y lo que allí hizo

184. Cómo el capitán Gonzalo de Sandoval, que estaba en Naco, prendió a cuarenta soldados españoles y a su capitán, que venían de la provincia de Nicaragua y hacían mucho daño y robos a los indios de los pueblos por donde pasaban

185. Cómo el licenciado Zuazo envió una carta desde La Habana a Cortés, y lo que en ella se contenía es lo que agora diré

186. Cómo fueron en posta desde Nicaragua ciertos amigos del Pedrarias de Ávila a hacelle saber cómo Francisco Hernández, que envió por capitán a Nicaragua, se carteaba con Cortés y se le había alzado con las provincias, y lo que sobre ello Pedrarias hizo

187. Cómo yendo Cortés por la mar la derrota de Méjico tuvo tormenta y dos veces tornó arribar al puerto de Trujillo, y lo que allí le avino

188. Cómo Cortés envió un navío a la Nueva España y por capitán de él a un criado suyo que se decía Martín de Orantes, y con cartas y poderes para que gobernasen Francisco de las Casas y Pedro de Alvarado, si allí estuviesen, y si no el Alonso Destrada y el Albornoz

189. Cómo el tesorero con otros muchos caballeros rogaron a los frailes franciscos que enviasen a un fray Diego Altamirano, que era deudo de Cortés, que fuese en un navío a Trujillo y lo hiciese venir, y lo que ello subcedió

190. Cómo Cortés se embarcó en La Habana para ir a la Nueva España, y con buen tiempo llegó a la Veracruz, y de las alegrías que todos hicieron con su venida

191. Cómo en este instante llegó al puerto de san Juan de Ulúa, con tres navíos, el licenciado Luis Ponce de León, que vino a tomar residencia a Cortés, y lo que sobre ello pasó

192. Cómo el licenciado Luis Ponce, después que hobo presentado las reales provisiones y fue obedescido, mandó pregonar residencia contra Cortés y los que habían tenido cargos de justicia, y cómo cayó malo de mal de modorra y dello fallesció, y lo que más avino

193. Cómo desque murió el licenciado Luis Ponce de León comenzó a gobernar el licenciado Marcos de Aguilar, y las contiendas que sobre ello hobo, y cómo el capitán Luis Marín, con todos los que venimos en su compañía, topamos con Pedro de Alvarado que andaba en busca de Cortés, y nos alegramos los unos con los otros porque estaba la tierra de guerra y no poder pasar sin tanto peligro

194. Cómo Marcos de Aguilar fallesció y dejó en el testamento que gobernase el tesorero Alonso de Estrada, y que no entendiese en pleitos del fator ni veedor ni dar ni quitar indios hasta que Su Majestad mandase lo que más en ello fuese él servido, según de la manera que le dejó el poder Luis Ponce de León

195. Cómo vinieron cartas a Cortés de España del cardenal de Sigüenza, don García de Loaisa, que era presidente de Indias, que luego fue arzobispo de Sevilla, y de otros caballeros, para que en todo caso se fuese luego a Castilla, y le trujeron nuevas que era muerto su padre, Martín Cortés, y lo que sobre ello hizo

196. Cómo entretanto que Cortés estaba en Castilla con título de marqués vino la Real Audiencia a Méjico y en lo que entendió

197. Cómo Nuño de Guzmán supo, por cartas que le vinieron de Castilla, que había mandado Su Majestad que le quitasen de presidente a él y a los oidores, y viniesen otros en su lugar, acordó de ir a pacificar y conquistar la provincia de Jalisco, que agora se dice la Nueva Galicia

198. Cómo llegó la Real Audiencia a Méjico y lo que se hizo muy justificadamente

199. Cómo vino don Hernando Cortés, marqués del Valle, de España, casado con la señora doña Juana de Zúñiga y con título de marqués del Valle y Capitán General de la Nueva España y de la Mar del Sur, y del rescibimiento que se le hizo

200. De los gastos quel marqués don Hernando Cortés hizo en las armadas que envió a descubrir y cómo en todo lo demás no tuvo ventura

201. Cómo en Méjico se hicieron grandes fiestas y banquete y alegría de las paces del cristianísimo emperador nuestro señor, de gloriosa memoria, con el rey don Francisco de Francia, cuando las vistas de sobre Aguas Muertas

202. Cómo el virrey don Antonio de Mendoza envió tres navíos a descubrir por la banda del sur en busca de Francisco Vázquez Coronado, y le envió bastimentos y soldados creyendo que estaba en la conquista de la Zibola

203. De una armada que hizo el adelantado don Pedro de Alvarado desde un puerto que se llama Acajutla en la provincia de Guatimala

204. De lo quel marqués hizo desque estuvo en Castilla

205. De los valerosos capitanes y fuertes y esforzados soldados que pasamos desde la isla de Cuba con el venturoso e animoso don Hernando Cortés, que después de ganado Méjico fue marqués del Valle y tuvo otros ditados

206. De las estaturas y proporciones que tuvieron ciertos capitanes y fuertes soldados, y de qué edades serían cuando venimos a conquistar la Nueva España

207. De las cosas que aquí van declaradas cerca de los méritos que tenemos los verdaderos conquistadores, las cuales serán apacibles de las oír

208. Cómo los indios de toda la Nueva España tenían muchos sacrificios y torpedades, y se los quitamos y les impusimos en las cosas santas de buena dotrina

209. Cómo pusimos en muy buenas y santas dotrinas a los indios de la Nueva España, y de su conversión, y de cómo se bautizaron y volvieron a nuestra santa fe, y les enseñamos oficios que se usan en Castilla y a tener y guardar justicia

210. De otras cosas y proyectos que se han seguido de nuestras ilustres conquistas y trabajos

211. Cómo el año 1550, estando la corte en Valladolid, se juntaron en el Real Consejo de Indias ciertos perlados y caballeros que vinieron a la Nueva España y del Perú por procuradores, y otros hidalgos que se hallaron presentes para dar orden que se hiciese el repartimiento perpetuo. Y lo que en la junta se hizo y platicó es lo que diré

212. De otras pláticas y relaciones que aquí van declaradas y serán agradables de oír

213. Por qué causa en esta Nueva España se herraron muchos indios e indias por esclavos, y la relación que sobre ello doy

214. De los gobernadores que ha habido en la Nueva España hasta el año de quinientos y sesenta y ocho

Nota preliminar

Notando estado como los muy afamados coronistas antes que comiencen a escrebir sus historias hacen primero su prólogo y preámbulo con razones y retórica muy subida para dar luz y crédito a sus razones, porque los curiosos letores que las leyeren tomen melodía y sabor dellas, y yo, como no soy latino, no me atrevo a hacer preámbulo ni prólogo dello, porque ha menester para sublimar los heroicos hechos y hazañas que hecimos cuando ganamos la Nueva España y sus provincias en compañía del valeroso y esforzado capitán don Hernando Cortés, que después, el tiempo andando, por sus heroicos hechos fue Marqués del Valle, y para podello escrebir tan sublimadamente como es digno, fuera menester otra elocuencia y retórica mejor que no la mía; mas lo que yo oí y me hallé en ello peleando, como buen testigo de vista, yo lo escrebiré, con el ayuda de Dios, muy llanamente, sin torcer a una parte ni a otra, y porque soy viejo de más de ochenta y cuatro años y he perdido la vista y el oír, y por mi ventura no tengo otra riqueza que dejar a mis hijos y descendientes, salvo esta mi verdadera y notable relación, como adelante en ella verán, no tocaré por agora en más de decir y dar razón de mi patria y dónde soy natural y en qué año salí de Castilla y en compañía de qué capitanes anduve militando y dónde agora tengo mi asiento y vivienda.

Comienza la relación de la historia

Bernal Díaz del Castillo, vecino e regidor de la muy leal ciudad de Santiago de Guatemala, uno de los primeros descubridores y conquistadores de la Nueva España y sus provincias y Cabo de Honduras y de cuanto hay en esta tierra… natural de la muy noble e insigne Villa de Medina del Campo, hijo de Francisco Díaz del Castillo, regidor que fue della, que por otro nombre le llamaban «El Galán», que haya santa gloria, por lo que a mí toca y a todos los verdaderos conquistadores mis compañeros que hemos servido a Su Majestad en descubrir y conquistar y pacificar y poblar todas las más provincias de la Nueva España, que es una de las buenas partes descubiertas del Nuevo Mundo, lo cual descubrimos a nuestra costa, sin ser sabedor de ello Su Majestad.

Y hablando aquí en respuesta de lo que han dicho y escrito personas que no lo alcanzaron a saber ni lo oyeron ni tener noticia verdadera de lo que sobre esta materia hay, propusieron, salvo hablar al sabor de su paladar por… muchos y notables servicios porque no haya fama dellos… tal estima como son dignos de tener y aun como la… tal calidad, no querrían los malos retratadores que… tos y recompensados como Su Majestad lo ha mandado a sus vi… tes y gobernadores.

Y dejando estas razones aparte… tan heroicas como adelante diré no se olviden, ni más la… mente se conozcan ser verdaderas y porque se reprueben… los libros que sobre esta materia han escrito, porque van… de la verdad y porque haya fama memorable de nosotros con… historias de hechos hazañosos que ha habido en el mundo justa… tan ilustres se pongan entre los muy nombrados que han acaescido… riesgos de muerte y heridas y mil cuentos de miserias, posimos y aventuramos nuestras vidas… descubriendo tierras que jamas se había tenido noticia dellas, y de día y de noche, batallando con multitud de belicosos guerreros, y tan apartados de Castilla, sin tener socorro ni ayuda ninguna, salvo la gran misericordia de Dios Nuestro Señor, que es el socorro verdadero, que fue servido que ganásemos la Nueva España y la muy nombrada y gran ciudad de Tenuztitlan, Méjico, que ansí se nombra, y otras muchas ciudades y provincias, que, por ser tantas, aquí no declaro sus nombres. Y después que las tuvimos pacificadas y pobladas de españoles, como muy buenos y leales vasallos servidores de Su Majestad somos obligados a nuestro rey e señor natural, con mucho acato se las enviamos a dar y entregar con nuestros embajadores a Castilla, y desde allí a Flandes, donde Su Majestad en aquella sazón estaba con su corte. Y pues tantos bienes como adelante diré han redundado dello y conversión de tantos cuentos de ánimas que se han salvado y de cada día se salvan, que de antes iban perdidas al infierno, y además desta santa obra tengan atención a las grandes riquezas que destas partes enviamos en presentes a Su Majestad y han ido y van cotidianamente ansí de los quintos reales y lo que llevan otras muchas personas de todas suertes.

Digo que haré en esta relación quién fue el primero descubridor de la provincia de Yucatán, y cómo fuimos descubriendo la Nueva España, y quién fueron los capitanes y soldados que la conquistamos y poblamos y otras muchas cosas que sobre las tales conquistas pasamos que son dinas de saber y no poner en olvido, lo cual diré lo más breve que pueda, y, sobre todo, con muy cierta verdad, como testigo de vista, y si hobiese de decir e traer a la memoria parte por parte los heroicos… a las conquistas, hecimos cada uno de los valerosos capitanes y fuertes… que desde el principio en ellas nos hallamos, fuera menester hacer un gran… declarallo como conviene y un muy afamado coronista que tuviera… elocuencia y retórica en el decir, que estas mis palabras tan mal… yo y estimar tan altamente como merece, según adelante… lo que yo me hallé y oí y entendí y se me acordare… que tornaba… encumbrado y estilo delicado y se me… yo lo escribiré con la ayuda de Dios con recta verdad… de los sabios varones que dicen que la buena retórica… es decir verdad y… sublimar y decir lisonjas… ajar a otros en especial en una relación como ésta… moría della.

Y porque yo no soy latino ni sé del arte… no trataré dello, porque, como digo, no lo sé… batallas y pacificaciones como en ellas me hallé, porque yo soy el… de Cuba, de los primeros, en compañía de un capitán que se decía Francisco… trujimos de aquel viaje ciento y diez soldados, descubrimos lo… ataron en la primera tierra que saltam os, que se dice la punta de… blo más adelante, que se llama Champotón, más de la mitad de nosotros… capitán salió con diez flechazos y todos los más soldados a dos y a… ndonos de aquel arte hobimos de volver con mucho trabajo a la isla… habíamos salido con el armada y el capitán murió luego en llegando a tierra, que de los ciento y diez soldados que veníamos quedaron muertos los cincuenta y siete 1 . Después destas guerras volví segunda vez, desde la misma isla de Cuba, con otro capitán que se decía Juan de Grijalva, y tuvimos otros, grandes reencuentros de guerra con los mesmos indios del pueblo de Champotón, y en estas segundas batallas nos mataron muchos soldados, y desde aquel pueblo fuimos descubriendo la costa adelante, hasta llegar a la Nueva España, y pasamos hasta la provincia de Pánuco, y otra vez hobimos de volver a la isla de Cuba muy destrozados y trabajosos, ansí de hambre como de sed, y por otras causas que adelante diré en el capítulo que dello se tratare.

E volviendo a mi cuento, vine la tercera vez con el venturoso y esforzado capitán don Hernando Cortés, que después, el tiempo andando, fue marqués del Valle y tuvo otros ditados. Digo que ningún capitán ni soldado pasó a esta Nueva España tres veces arreo, unas tras otras, como yo; por manera que soy el más antiguo descubridor y conquistador que ha habido ni hay en la Nueva España, puesto que muchos soldados pasaron dos veces a descubrir, la uno con Juan de Grijalva, ya por mi memorado, y otra con el valeroso Hernando Cortés; mas no todos tres veces arreo, porque si vino al principio con Francisco Hernández de Córdoba, no vino la segunda con Grijalva, ni la tercera con el esforzado Cortés. Y Dios ha sido servido de me guardar de muchos peligros de muerte, ansí en este trabajoso descubrimiento como en las muy sangrientas guerras mejicanas. Y doy a Dios muchas gracias y loores por ello, para que diga y declare lo acaescido en las mesmas guerras.

Y demás de esto, ponderen y piénsenlo bien los curiosos letores, que siendo yo en aquel tiempo de obra de veinte e cuatro años y en la isla de Cuba, el gobernador della, que se decía Diego Velázquez, deudo mío, me prometió que me daría indios de los primeros que vacasen, y no quise aguardar a que me los diesen, siempre tuve celo de buen soldado, que era obligado a tener, ansí para servir a Dios y a nuestro rey e señor y procurar de ganar honra, como los nobles varones deben buscar la vida. Y ya de bien en mejor, no se me puso por delante la muerte de los compañeros que en aquellos tiempos nos mataron, ni las heridas que me dieron, ni fatigas ni trabajos que pasé y pasan los que van a descubrir tierras nuevas, como nosotros nos aventuramos, siendo tan pocos compañeros, entrar en tan grandes poblaciones llenas de multitud de belicosos guerreros. Siempre fui adelante y no me quedé rezagado en los muchos vicios que había en la isla de Cuba, según más claro verán en esta relación, desde el año de quinientos y catorce que vine de Castilla y comencé a melitar en lo de Tierra Firme y a descubrir lo de Yucatán y Nueva España.

Y como mis antepasados y mi padre y un mi hermano siempre fueron servidores de la Corona Real y de los Reyes Católicos, don Fernando y doña Isabel, de muy gloriosa memoria, quise parecer en algo a ellos; y en aquel tiempo, que fue año de mil y quinientos y catorce, como declarado tengo, vino por gobernador de Tierra Firme un caballero que se decía Pedrarias Dávila, acordé de me venir con él a su gobernación y conquista: y por acortar palabras no diré lo acaecido en el viaje, sino que unas veces con buen tiempo y otras con contrario, llegamos a el Nombre de Dios, porque ansí se llama. Desde a tres o cuatro meses que estábamos poblados, dio pestilencia, de la cual se murieron muchos soldados, y demás desto todos los más adolecíamos y se nos hacían unas malas llagas en las piernas. Y también había diferencias entre el mesmo gobernador con un hidalgo que en aquella sazón estaba por capitán y había conquistado aquella provincia, el cual se decía Vasco Núñez de Balboa, hombre rico, con quien el Pedrarias Dávila casé una su hija, que se decía doña Fulana Arias de Peñalosa, y después que la hubo desposado, según paresció y sobre sospechas que tuvo del yerno se le quería alzar con copia de soldados, para irse por la mar del Sur, y por sentencia le mandó degollar y hacer justicia de ciertos soldados. Y desque vimos lo que dicho tengo y otras revueltas entre sus capitanes, y alcanzamos a saber que era nuevamente poblada y ganada la isla de Cuba, y que estaba en ella por gobernador un hidalgo que se decía Diego Velázquez, natural de Cuéllar, y otra vez por mí memorado, acordamos ciertos caballeros y personas de calidad, de los que habíamos venido con el Pedrarias Dávila, de demandalle licencia para nos ir a la isla de Cuba, y él nos la dio de buena voluntad, porque no tenía necesidad de tantos soldados como los que trujo de Castilla para hacer guerra, porque no había qué conquistar, que todo estaba de paz, que el Vasco Núñez de Balboa, su yerno del Pedrarias, lo había conquistado, y la tierra de suyo es muy corta.

Pues desque tuvimos la licencia nos embarcamos en un buen navío y con buen tiempo llegamos a la isla de Cuba y fuimos a hacer acato al gobernador, y él se holgó con nosotros y nos prometió que nos daría indios, en vacando. Y como se habían ya pasado tres años, ansí en lo que estuvimos en Tierra Firme e isla de Cuba, y no habíamos hecho cosa ninguna que de contar sea, acordamos de nos juntar ciento y diez compañeros de los que habíamos venido de Tierra Firme y de los que en la isla de Cuba no tenían indios, y concertamos con un hidalgo que se decía Francisco Hernández de Córdoba, que ya le he nombrado otra vez y era hombre rico y tenía pueblo de indios en aquella isla, para que fuese nuestro capitán, porque era suficiente para ello, para ir a nuestra ventura a buscar y descubrir tierras nuevas para en ellas emplear nuestras personas. Y para aquel efecto compramos tres navíos, los dos de buen porte, y el otro era un barco que hobimos del mesmo gobernador Diego Velázquez, fiado, con la condición que primero que nos lo diese nos habíamos de obligar que habíamos de ir con aquellos tres navíos a unas isletas que estaban entre la isla de Cuba y Honduras, que agora se llaman las islas de los Guanaxes, y que habíamos de ir de guerra y cargar los navíos de indios de aquellas islas, para pagar con indios el barco, para servirse de ellos por esclavos. Y desque vimos los soldados que aquello que nos pedía el Diego Velázquez no era justo, le respondimos que lo que decía no lo manda Dios ni el rey, que hiciésemos a los libres esclavos. Y desque supo nuestro intento, dijo que era mejor que no el suyo, en ir a descubrir tierras nuevas, que no lo que él decía, y entonces nos ayudó con cosas para el armada.

Hanme preguntado ciertos caballeros curiosos que para qué escribo estas palabras que dijo el Diego Velázquez sobre vendernos su navío, porque parecen feas y no habían de ir en esta historia. Digo que las pongo porque ansí conviene por los pleitos que nos puso el Diego Velázquez y el obispo de Burgos, arzobispo de Rosano, que se decía don Juan Rodríguez de Fonseca. Y volviendo a mi materia, y desque nos vimos con tres navíos y matalotaje de pan cazabe, que se hace de unas raíces, y compramos puercos, que costaban a tres pesos, porque en aquella sazón no había en la isla de Cuba vacas ni carneros, porque entonces se comenzaba a poblar, y con otros mantenimientos de aceite, y compramos cuentas y cosas de rescate de poca valía, y buscamos tres pilotos, que el más principal y el que regía nuestra Armada se decía Antón de Alaminos, natural de Palos, y el otro se decía Camacho de Triana, y el otro piloto se llamaba Juan Álvarez el Manquillo, natural de Huelva; y ansimesmo recogimos los marineros que habíamos menester y el mejor aparejo que podimos haber, ansí de cables y maromas y guindalezas y anclas, y pipas para llevar agua, y todas otras maneras de cosas convinientes para seguir nuestro viaje, y esto todo a nuestra costa y minción. Y después que nos hobimos recogido todos nuestros soldados, fuimos a un puerto que se dice e nombra en lengua de indios Axaruco, en la banda del norte, y estaba ocho leguas de una villa que entonces tenían poblada, que se decía San Cristóbal, que desde ha dos años la pasaron adonde agora está poblada la Habana. Y ara que con buen fundamento fuese encaminada nuestra armada, hubimos de haber un clérigo que estaba en la misma villa de San Cristóbal, que se decía Alonso González, el cual se fue con nosotros; y demás desto, elegimos por veedor a un soldado que se decía Bernaldino Iñiguez, natural de Santo Domingo de la Calzada, para que si Dios nos encaminase a tierras ricas y gente que tuviesen oro o plata, o perlas, u otras cualesquier riquezas, hubiese entre nosotros persona que guardase el real quinto. Y después de todo esto concertado y oído misa, encomendándonos a Dios Nuestro Señor y a la Virgen Santa María Nuestra Señora, su bendita Madre, comenzamos nuestro viaje de la manera que diré.

1A partir de aquí, sigue el texto llano y sin faltarle nada.

Cómo descubrimos la provincia de Yucatán

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