Homo viralis - Jorge Zirulnik - E-Book

Homo viralis E-Book

Jorge Zirulnik

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Beschreibung

Los buenos libros abren discusiones, no las cierran. Esta obra de Zirulnik ofrece una ventaja adicional: durante su lectura, muchas veces levantamos la mirada, señal de que nos hace reflexionar, según decía Barthes. Por eso se trata de un texto filosófico en el sentido socrático, pues "una vida sin reflexión no merece ser vivida". Este libro nos introduce en autores de la envergadura de Sontag, Foucault y Baudrillard con una claridad meridiana pero también con un sentido crítico propio de una mente como la de Zirulnik, que reflexiona sobre lo no dicho en lo ya dicho, sobre lo no escrito en lo ya escrito; en este sentido el autor es un hermeneuta. El diálogo imaginario con Hanna Arendt representa un hallazgo, pues imaginar es sumar nuevas imágenes, en este caso de una gran escritora que Zirulnik re-crea como defensora de los derechos humanos de pacientes con sida; más que como enfermos, como personas kantianamente consideradas. Esto es, que tienen dignidad y no precio, que son sujetos y no objetos, que son un fin en sí mismo y no un medio. Una lectura imprescindible para aquellos que consideran a un enfermo tal como lo definió Unamuno: "un ser humano de carne y hueso, que sufre, piensa, ama y sueña". Positivistas, biologicistas y lombrosianos abstenerse. Borges decía que comentar un libro es un brindis. En este caso brindo para que vos, querido Jorge, nos sigas regalando libros que nos hagan reflexionar. Paco Maglio

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Seitenzahl: 97

Veröffentlichungsjahr: 2021

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Jorge Luis Zirulnik

Homo Viralis

Historia biointelectual del SIDA

Prólogo de Pedro Cahn

Zirulnik, Jorge

Homo viralis : historia biointelectual del SIDA . - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Libros del Zorzal, 2014.

E-Book.

ISBN 978-987-599-362-4

1. Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida. 2. Ensayo. I. Título

CDD 616.979 2

© Libros del Zorzal, 2012

Buenos Aires, Argentina

Printed in Argentina

Hecho el depósito que previene la ley 11.723

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<[email protected]>

Asimismo, puede consultar nuestra página web:

<www.delzorzal.com>

Índice

Prólogo

Mis tres encuentros con Jorge Zirulnik | 5

Capítulo 1

Homo Viralis | 11

Capítulo 2

La confesión de Foucault | 30

Capítulo 3

Escrituras del SIDA | 44

Capítulo 4

El VIH y los nuevos parias . Diálogo imaginario sobre el SIDA con Hannah Arendt | 63

Epílogo

Las imágenes mentales del SIDA | 72

Prólogo

Mis tres encuentros con Jorge Zirulnik

En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio.

Albert Camus, La peste.

Durante los últimos veinte años, conocí diversas facetas de Jorge Zirulnik en tres circunstancias diferentes. La primera tuvo lugar cuando tímidamente –creo que esperando un rechazo– se presentó en el Servicio de Infectología del Hospital Fernández manifestando su deseo de ser parte de él, en su condición de psiquiatra. No me costó mucho dar una respuesta afirmativa, dada mi convicción acerca de la necesidad del abordaje inter y transdisciplinario de la salud y su contraparte inevitable, la enfermedad. Si esta perspectiva es válida para atender al ser humano sano o enfermo en general, la situación VIH / SIDA es sin duda paradigmática, pues no puede ser considerada desde el ángulo estrecho de los enfoques biomédico, psicológico o social, sino a través de la integración de ellos en una síntesis superadora, que por cierto es mucho más que la suma de las partes.

El segundo encuentro, que se reproduce día a día, se celebra en el trabajo cotidiano en el hospital. Su labor como psiquiatra que sabe medicina y médico que conoce con profundidad las teorías y corrientes que generan apasionados debates en el área de salud mental no sólo le permite dialogar con los infectólogos sobre las opciones de tratamiento antirretroviral, sino también discutir la aplicabilidad del pensamiento de Jacques Lacan en la práctica del hospital público. En ese encuentro, aprendimos los conceptos de identidad VIH e identidad HAART, no concebidas como resignación pasiva a la enfermedad y su tratamiento, sino como adaptación positiva y sanadora, en la medida en que ellas permiten al paciente vivir con el virus y proyectar su vida, resignificando su contenido, en lugar de morirpor el virus, clausurando toda perspectiva personal y, por ende, social.

Creí conocer a Jorge a través de ese perfil, sumado al de cinéfilo, agudo crítico del cine comercial y fuente de referencia para el cine de culto. Por si fuera poco, su sufrimiento de casi todos los lunes por su amado Racing Club completa de un modo curioso su perfil académico.

Sin embargo, no fue hasta que recibí la distinción de prologar este libro que conocí por tercera vez a Jorge. Sabía de su erudición y voracidad para la lectura, pero sólo a través del contacto con las páginas de Homo Viralis pude apreciar en su real magnitud la profundidad de su análisis.

Jorge Zirulnik se propuso un ambicioso desafío: aportar a un campo apenas trabajado, el de la biofilosofía del SIDA. Tras introducir al lector en la genealogía de la identidad VIH, capítulo indispensable para sumergirse en el core del texto, el autor nos propone vivir con Foucault su peculiar relación con la enfermedad, coherente en lo heterodoxo con las relaciones que establece con otros aspectos de su vida, como pensador, militante, historiador, filósofo; en definitiva, como persona, o según su propia definición, como artificiero (provocador intelectual). Sin embargo, su condición rupturista y desafiante del establishment intelectual de su época no fue lo suficientemente fuerte como para permitirle asumir en público su enfermedad VIH, y con ella su identidad. Lejos de ser un comentario crítico, este párrafo es un llamado de atención para todos nosotros: si Foucault no pudo con el prejuicio, con todo su formidable bagaje intelectual, su prestigio y el respeto ganado en la sociedad pensante, ¿qué queda para los anónimos pacientes con escasos recursos simbólicos e intelectuales que cubren de modo mayoritario las estadísticas mundiales (y nacionales) del VIH / SIDA?

El tercer capítulo, titulado “Escrituras del SIDA”, compara las lecturas (escrituras) que Susan Sontag y Jean Baudrillard hacen del fenómeno VIH / SIDA. Sontag, ensayista estadounidense, autora del conocido texto La enfermedad y sus metáforas –libro que escribió después de que se le diagnosticó un cáncer–, tuvo temprano contacto con el par de binomios salud / enfermedad y vida / muerte, al perder a su padre a los cinco años de edad a causa de otra peste, la tuberculosis. Ser excepcional, lectora de la obra completa de Shakespeare a los nueve años, enemiga implacable de toda aventura guerrera, en especial de las de su país natal, fue corresponsal de guerra en Vietnam, cineasta (dirigió una película en las alturas del Golán durante la guerra en Medio Oriente) y comprometida con su pensamiento antibélico. De hecho, montó Esperando a Godot, de Samuel Beckett, con un elenco multiétnico después de impartir clases en la Academia Dramática de Sarajevo. Su posición contraria a Bush, crítica de su política belicista y de la tortura, le valió amenazas de muerte que sólo la leucemia pudo concretar a los 71 años de edad.

Jean Baudrillard fue contemporáneo de Susan Sontag: nació cuatro años antes y murió tres años después. Filósofo, sociólogo y crítico, abordó la posmodernidad como objeto de estudio, temática que también estudió Foucault. Describió la dinámica de la sociedad de consumo, basada en la adquisición de signos antes que de objetos. Así, el consumidor no adquiere un objeto por su valor de uso sino por su significado colectivo, aquel que hace que el otro vea signos, por ejemplo, de prestigio social y opulencia económica, lo que implica jerarquizar el parecer por encima del ser. Su concepción de la hiperrealidad lo llevó a decir que “la Guerra del Golfo no tuvo lugar”, acusando a los medios de comunicación occidentales de cómplices, por reciclar imágenes de guerra presentándolas en tiempo real. Mientras tanto, Saddam Hussein, casi invicto, terminó esa guerra en el poder, con la insurgencia kurda derrotada por Irak, por lo cual, según Baudrillard, los vencedores no salieron victoriosos, y por lo tanto, no hubo guerra. Si la hubo, tuvo más de videojuego que de combate real, salvo para los pocos desgraciados que sufrieron sus consecuencias. Ya se encargaría EE.UU. de transformar el videojuego en guerra real una década más tarde, sumando y mezclando la manipulación mediática con el horror sobre el ser humano.

Pero su idea de la hiperrealidad no se limita al plano social. Por el contrario, profundiza en lo individual cuando habla de aquellos que viven obsesionados por la perfección y el paso del tiempo, ya que reemplazan la autenticidad en la sustitución del sujeto por su copia y terminan creyendo que la copia es lo real. Cualquier semejanza con el furor contemporáneo por caras aniñadas, senos voluminosos y glúteos firmes aunque artificiales es bienvenida. Dado que la realidad se extingue bajo el modelo virtual, ya sólo quedan los simulacros: de aquí en adelante, los simulacros precederán a cualquier acontecimiento, o más exactamente, a cualquier suceso que ocurra en la hiperrealidad.

Zirulnik aborda el desafío de releer a estos dos formidables pensadores a través de sus respectivas lecturas sobre el VIH / SIDA. Fiel a sus ideas, describe cómo se filtra el lenguaje militar en el discurso médico, donde campañas, defensas, ataques e invasiones ocupan una parte sustancial. Como señala, con acierto, el autor de este libro, ese uso no es inocente, ya que para la ultraconservadora sociedad norteamericana de los tiempos de Reagan, el SIDA es la metáfora perfecta, el castigo divino al enemigo pecador, homosexual, drogadicto, con frecuencia negro o latino, lógico objeto de estigma y discriminación. El hemofílico, el transfundido o el recién nacido infectado son en este contexto víctimas inocentes, como las de los daños colaterales de las guerras supuestamente justas.

Se opone Baudrillard a la idea del SIDA como metáfora y lo vincula con la idea de metonimia. Según el diccionario, este concepto implica dar o poner un nuevo nombre a algo, o indica la designación de una cosa o idea con el nombre de otra, sirviéndose de alguna relación semántica existente entre ambas. Baudrillard lee (escribe y describe) al SIDA como metonimia. Así como la tecnología expone al extremo la virtualidad (navegamos desde un teléfono en un café con wi fi, leemos sin papel a través de un I-pad, dialogamos por el chat, tenemos sexo –¿sexo?– virtual), la virtualidad a su vez se expone a la viralidad. En Baudrillard, el VIH es al sexo lo que los virus informáticos son a la parafernalia electrónica. Y coherente con su visión de virtualidad que lleva a la viralidad nos dice: “Cuando se entrega el cuerpo tanto a las prótesis artificiales como a las fantasías genéticas se desorganizan sus sistemas defensivos y se rompe su lógica biológica”. Su particular y polémica conclusión es que el SIDA es una abreacción (aparición en el campo de la conciencia de un afecto hasta entonces reprimido de la especie) defensiva de la especie contra el riesgo de una promiscuidad total, de una pérdida total de la identidad en la proliferación y aceleración de las redes. Curiosa voltereta ideológica que podría terminar llevando, de manera involuntaria, claro está, agua al molino de la mirada conservadora, la que (por suerte) difícilmente lea a Baudrillard.

Hacia el final, al estilo de los reportajes del historiador Felipe Pigna a San Martín, Moreno o Belgrano, Zirulnik dialoga de un modo imaginario con Hannah Arendt sobre el SIDA. El diálogo es doblemente imaginario, porque Arendt murió en 1975, y por lo tanto ni pudo dialogar con Zirulnik, ni fue contemporánea de la epidemia. Pero a diferencia de Pigna, que formula preguntas a las que responde con citas textuales de los personajes que entrevista, el autor asume el riesgo de poner en boca de Hannah Arendt conceptos sobre un tema que no conoció. Indudable gesto de audacia intelectual, a través del cual nos relata su propia visión sobre el SIDA, que culmina con una afirmación-proclama: “Que todos los enfermos de SIDA sean pacientes ciudadanos con plenos derechos”. Por desgracia, para el 70% de las personas que viven con VIH en el mundo esto no es aplicable, sólo por haber nacido en el país equivocado y en el momento equivocado.

El libro de Zirulnik ayuda a comprender el drama humano de la epidemia aportando sobre ella una visión original, recreando las ideas de cuatro de los más influyentes pensadores del siglo XX. Imprescindible lectura para todo aquel que quiera pensar más allá de lo obvio.

Pedro CahnJefe de Infectología del Hospital FernándezPresidente de Fundación Huésped, Buenos Aires

Capítulo 1

Homo Viralis

Genealogía de la identidad VIH

La genealogía es gris, meticulosa y pacientemente documental. Trabaja con pergaminos embrollados, borrosos, varias veces reescritos.

Foucault, Michel, Nietzsche, la genealogía, la historia, Valencia, Pre-Textos, 2004.

Este breve ensayo no se propone como una historia del SIDA. Tampoco como una hermenéutica psicológica o sociológica del fenómeno VIH. Se trata de un intento de análisis genealógico de la identidad que se pliega sobre el sujeto infectado con el virus de la inmunodeficiencia humana. Como se verá, no resulta unívoca, ni engendrada de una vez para siempre, sino que su precipitación recorre discontinuidades, momentos de transición, fragmentaciones o desvíos. Aunque también reconoce la consolidación, pero siempre atravesada por un determinado espectro de influencias contemporáneo a su emergencia.

No trabajaremos de un modo exhaustivo sobre las fases de la infección, sus enfermedades asociadas o marcadoras, o los sucesivos procedimientos terapéuticos, sino sólo en función de hurgar en la historia efectiva –la wirkliche Historia de Nietzsche–, traída de manera brillante por Michel Foucault a sus investigaciones médico-histórico-filosóficas del siglo XX de la identidad VIH.1