Incursiones Ontológicas VIII - Newfield Consulting - E-Book

Incursiones Ontológicas VIII E-Book

Newfield Consulting

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Beschreibung

La Escuela de Coaching Ontológico de Rafael Echeverría (ECORE) ha sido pionera en el continuo aporte a la disciplina, muestra de eso es la evolución permanente de sus programas de formación. Un elemento importante de la formación de nuestros coaches a nivel senior es su desarrollo de competencias para realizar una profunda introspección en temas existenciales. Esta obra recopila una parte de los trabajos realizados por los alumnos de nuestro programa Avanzado.

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INCURSIONES ONTOLÓGICAS VIII.

© Carlos Villanueva, 2023

© EDP SUD, junio 2023

EDP SUD

San Sebastián 2957, Las Condes

Santiago de Chile

ISBN Edición digital: 978-956-6230-06-9

Diagramación digital: ebooks [email protected]

La reproducción total o parcial de este libro queda prohibida, salvo que se cuente con la autorización del editor.

Índice

Prefacio

Mi camino hacia la libertad de ser yo misma

La propia validación para existir

El gran limitante del ser autosuficiente , camino al reencuentro con mi suficiencia

En la seguridad de mi silencio

Mi obediencia como medio para obtener amor

Soltando el lastre de la baja autoestima para hacerme cargo de mí mismo

Descubrir mi Soledad, caminar hacia la Trascendencia.

El aprendizaje y la búsqueda, mis dos motores de supervivencia

¿Tengo que ser el mejor?

Mi soledad, un mecanismo de defensa ante la perdida.

La obediencia, el candado de mi ser libre y consciente.

La insuficiencia, un camino de incertidumbre

Discernimiento y libertad de ser.

La Injusticia y sus narrativas

Gerundio

Visible e invisible: dos caras de una misma moneda

9 V. Pero quisiera modificarla antes de publicar

Compasión por las villana y heroína que habitan en mí

PREFACIO

La vida puede ser una montaña rusa de altibajos y, a veces, puede parecer que los tiempos difíciles nunca terminarán. Sin embargo, la historia nos ha demostrado que los humanos tenemos una increíble capacidad de resiliencia y la capacidad de superar incluso los desafíos más difíciles. Es en estos momentos de adversidad que nos vemos obligados a profundizar y aprovechar nuestra fuerza interior para salir adelante.

Este libro es una colección de experiencias personales de personas que se han enfrentado momentos difíciles y, como resultado, han salido más fuertes y resilientes. Estas historias ofrecen un vistazo al espíritu humano y al poder de la determinación y la perseverancia.

A través de estos relatos, vemos que a pesar de los desafíos que podemos enfrentar en la vida, todos tenemos la capacidad de trascenderlos y superarlos. Esperamos que estas historias inspiren y animen a los lectores que pueden estar pasando por sus propias luchas a nunca darse por vencidos y seguir adelante.

En última instancia, este libro es una celebración del espíritu humano y un testimonio del poder de la esperanza y la resiliencia. Que estas historias sirvan como un recordatorio de que no importa cuán difícil parezca la vida, siempre hay una luz al final del túnel.

Mi camino hacia la Libertad de ser yo misma

Autora: JULIA

Índice

I.Introducción

II.El mundo que me recibió

III.En busca de la mirada perdida

IV.Escucho a mi cuerpo

V.Sobre mi propia dignidad

VI.Una declaración fundamental para mi vida

VII.Amor propio: me presento

VIII.Construyendo mi futuro con la libertad de ser yo misma

IX.Bibliografía

I.Introducción

Cuando inicié el Programa Avanzado de Coaching Ontológico en Newfield Consulting, comencé un camino de auto-indagación y aprendizaje que me permitió renovar el sentido de mi vida.

Siento que estoy controlando dirigiendo el timón de un barco que conduzco desde el lugar que habité hasta ahora, caracterizado por la búsqueda de reconocimiento y validación, hacia la tierra que quiero conquistar.

Veo en el horizonte, cada vez más cercano, un territorio fértil en el que vivo con la libertad de ser yo misma y en donde me amoy valoro, independientemente de la mirada de los demás.

Me despido con amor y gratitud de la “Isla de la Invisibilidad”,sabiendo que cada experiencia me permitió llegar hasta acá. En este acto de despedida recorreré momentos de mi existencia, observando el territorio que dejo desde una nueva mirada.

Ilumino distintas áreas de esa Isla con la linterna de mi consciencia, comenzando por el momento de mi llegada al mundo.

II.El mundo que me recibió

Este es un espacio en donde no me sentí bien acogida. Mi mamá estaba muy enfocada en su trabajo, al punto de que, cuando rompió la bolsa, no quería ir a parir. Según su propio relato, los clientes la echaban de su oficina y detuvieron un taxi para que fuera a la clínica, porque si no, ella hubiese seguido trabajando.

Recordarlo me genera tristeza y me conecta con una sensación de vulnerabilidad. Siento que mi llegada al mundo, más que una alegría, fue una molestia para mi madre, quien no quiso (o no pudo) hacerse cargo de mí, y me dejó al cuidado de mi abuela materna durante los primeros años.

Esta situación fue gestando en mí cierta sensación de fragilidad y búsqueda de la mirada y valoración por parte de otras personas, a lo largo de mi vida.

III.En busca de la mirada perdida

Cuando empecé a ir al colegio, busqué ser mirada (y querida) por mis amigas. Muchas veces hice cosas sin tener ganas de hacerlo, buscando ser apreciada y para que me quisieran. Por ejemplo, hacía grandes esfuerzos por conseguir que entráramos todas, sin invitación, a una fiesta. Cuando les contaba lo que había conseguido, todas se alegraban, me agradecían y felicitaban. En ese momento, yo me sentía importante.

Recuerdo que, desde mis 8 años, hasta finalizada la adolescencia, soñaba con ser una actriz famosa. Me imaginaba en el escenario, cantando, bailando o actuando, sintiendo el calor y el clamor del público (tal vez buscando el calor materno que no encontré cuando llegué al mundo). Soñaba con que me reconocieran en la calle, que me pidieran autógrafos; en otras palabras, recibir y dar mucho amor a través del arte. Finalmente, luego de recurrir a orientación vocacional, me decidí por la carrera de Licenciatura en Relaciones Públicas. Esta elección me permitió desempeñar funciones de gran visibilidad y conocer a muchas personas.

A medida que voy iluminando distintos sectores de la “Isla de la Invisibilidad”, me doy cuenta que todos están atravesados por un profundo deseo de hacerme visible.

En el plano profesional, siempre me esforcé por destacarme. Trabajé -como lo sigo haciendo-, con responsabilidad y pasión, lo que me llevó a ocupar cargos de dirección en empresas multinacionales. También di entrevistas en diarios, revistas y radioemisoras.

Me sentía muy valiosa cuando me convocaban para hablar de Comunicación o dar una clase abierta en la Universidad, le avisaba a mis padres y amigas para que me viesen o escuchasen. En esos momentos lograba captar su atención y recibía comentarios elogiosos, que alimentaban, temporalmente, la confianza en mí misma.

En el ámbito del deporte, también busqué sobresalir. De chica tenía buen estado físico y cierta destreza para el hockey, el tenis, la natación y el atletismo. Participé de varios torneos, en los cuales obtuve medallas. Vivía esos premios como mimos al alma. Disfrutaba al ver a mis padres sentados en la platea, observándome y pensando que podrían sentirse orgullosos de mí. En esos momentos, me hacía “visible” para ellos.

Actualmente imparto talleres de Coaching & Comunicación en distintos espacios (grupos de emprendedoras, clubes, universidades, empresas y entidades del sector público; también de manera particular). Cuando brindo los talleres, si bien son muy participativos, me siento mirada, respetada. Estos espacios refuerzan mi seguridad.

También doy cursos en la universidad sobre comunicación. La docencia me permite “ser vista”, y me ubica en un lugar de respeto y reconocimiento.

Desde los ejes ético-emocionales de la ontología del lenguaje, veo un tránsito de la baja autoestima a la confianza en mí.

IV.Escucho a mi cuerpo

Durante muchos años viví con poco registro de mi cuerpo, tal vez porque sentía que funcionaba bien. Siempre gocé de buena salud y logré cierta destreza física.

A partir de mi formación como Coach Ontológica, comencé a registrar mi corporalidad de manera diferente, logré un mayor nivel de detalle y profundidad en relación a mis posturas, rigideces, respiración, y ritmo de mi andar.

Es muy llamativo cómo cambia mi postura corporal cuando me siento valorada. Mi cuerpo se pone más erguido, mis hombros se abren y mi cabeza se endereza. Esto no es habitual, ya que generalmente mis hombros y pecho se cierran y mi cabeza se inclina hacia el costado izquierdo.

Siento que, en la carrera hacia una mayor visibilidad, por un profundo deseo de sentirme amada, fui perdiendo en el camino risas y momentos de disfrute. Me fui desconectando de mi costado más libre y genuino, para adaptarme a los deseos y expectativas de los demás.

El libro El Gozo sostiene que la niñez sana se caracteriza por dos cualidades generadoras de alegría: la libertad y la inocencia. Cuando crecemos y pasamos a la adultez, podemos ganar libertad externa, pero esta no es suficiente. También hay que lograr la libertad interna, o sea, la libertad para expresar abiertamente los propios sentimientos. Lowen, A. (2005).  El Gozo. Argentina, Era Naciente

Conectando lo antedicho con mi propia experiencia, veo a lo largo de mi vida, en mis comportamientos y expresiones la falta de libertad interna. Actúo de la manera enque creo que el otro va a valorarme, y no siempre de acuerdo a mis deseos más profundos. En esta búsqueda deaceptación, comprometo la libertad de ser yo misma.

Recuerdo que durante la adolescencia cuando había que elegir, por ejemplo a dónde salir a cenar, generalmente respondía “me da lo mismo”. En general los demás solían elegir y yo me adaptaba. Realmente estaba contenta con una u otra opción, pero viéndolo en perspectiva me ubicaba en un lugar débil o inferior.

Tomando el concepto de “self”, que refiere al grado de conciencia que tenemos sobre nosotros mismos y de la integración de nuestros diferentes procesos cognitivos, veo la pérdida de una parte de mi self. Hay sectores de mi cuerpo, como ser hombros, brazos, manos y cara, que permanecen rígidos. Me cuesta relajarlos. Según el libro El Gozo, en donde hay tensión hay enojo reprimido. Me cuesta expresar abiertamente mi descontento, poner límites, decir que “no” o “basta”.Todo lo que no puedo expresar, queda reprimido en mi cuerpo. Lowen, A. (2005).  El Gozo. Argentina: Era Naciente

A partir del nacimiento de mis hijos, mi cuerpo comenzó a hablar cada vez más fuerte, al punto de manifestar, en distintas oportunidades, gritos de dolor.

Mi marido me pidió dejar por un tiempo mi carrera profesional, para quedarme en casa con mis hijos, petición que acepté con entusiasmo y dudas, a la vez. Estaría dejando un espacio que disfrutaba y en el que me sentía valorada. Mi trabajo me aportaba independencia, desafíos y proyección.

A partir de ese momento, me aboqué por completo a mi familia y comencé a sentirme muchas veces desdibujada.

Los quehaceres domésticos nunca fueron mi fuerte y pasé a tener un jefe más exigente que el que tenía en la oficina. La mirada rigurosa e inflexible de mi marido fue carcomiendo mi autoestima. Si las cosas no se hacían a su manera, estaban mal hechas.

Así la desvalorización que sentía frente a los ojos de mi mamá, se extendía a la mirada de mi marido. Por momentos volvía a sentirme la niña que trataba de complacer y cumplir con las expectativas ajenas.

Rafael Echeverría nos habla de: observadores de enfoque único y observadores de enfoque múltiple. Echeverría, R. (1994). Ontología del Lenguaje. Chile: Granica

Para los observadores de enfoque único, su manera de ver las cosas es la correcta. Buscan que los demás acepten su visión de la realidad. Sus acciones están orientadas a subordinar, convencer, buscando eliminar enfoques diferentes. Expresiones como “Esto no es así”, “Cómo que no entiendes” son frecuentes.

Por otro lado, los observadores de enfoque múltiple consideran que su manera de ver las cosas es solo una de las tantas posibles. Entienden que hay múltiples formas de ver las cosas y cada una tiene sus fortalezas y debilidades, incluso la suya.

Expresiones propias de este enfoque son: “No lo había visto así, puede ser una alternativa interesante” o “esa no es la forma como yo observo la situación, sin embargo…”.

Mientras los primeros, lo más que pueden es tolerar otro punto de vista, los segundos entienden que las diferencias son legítimas y que apreciaciones distintas a las suyas les permiten expandir sus posibilidades.

Tomando esta clasificación, puedo decir que mi marido tiene un enfoque único, porque busca imponer su punto de vista permanentemente. Durante varios años, la mayor parte de las decisiones familiares fueron tomadas por él. Yo cedí ante su iniciativa, para evitar discusiones – me invisibilicé - hasta que comencé a sentir la necesidad de volver a conectar con mis deseos y expresarlos.

Para ese entonces, me detectaron un nódulo de tamaño significativo en la tiroides; el bulto en mi garganta me hizo pensar que había mucho por hacer: salir, expresarme, poner límites…

Paralelamente, me diagnosticaron una hernia de disco en la zona lumbar, a partir de distintos episodios de lumbalgia aguda, en los que me quedé rígida y con intensos dolores. No solo estaba sintiendo mucha exigencia, sino que por momentos, incluso sentí socavada mi dignidad.

V.Sobre mi propia dignidad

En la Isla de la Invisibilidad, hubo ocasiones en las que me sentí indigna.

A medida que me iba desdibujando en pos de satisfacer los deseos de los demás, principalmente de mi marido e hijos, iba perdiendo autonomía y poder de decisión. Sentí que mi valor estaba en función de lo que “podía hacer por los demás”. Me sentí “un medio para” y no como un fin absoluto.

Peter Bieri, un su libro La dignidad humana,sostiene que la dignidad del hombre es una manera determinada de vivir una vida humana. Es un modelo del pensar, del vivir y del hacer. Bieri, P. (2017).  La dignidad humana una manera de vivir. Colombia: Herder

Plantea que, en la forma de vida de la dignidad, se pueden distinguir tres dimensiones:

1. Una de ellas es la manera como yo soy tratado por los demás. Puedo ser tratado por ellos de una manera tal que mi dignidad queda garantizada; y ellos pueden tratarme de una manera que destruye mi dignidad. En este caso, la dignidad es algo que determinan los demás.

2. La segunda dimensión concierne de nuevo a los otros seres humanos con los que convivo. Pero esta vez no se trata de cómo ellos me tratan a mí. Se trata de cómo yo los trato a ellos, más ampliamente, del modo como yo estoy en relación con ellos: del tipo de actitud que yo tengo hacia ellos. Se trata de la manera como ellos, desde mi perspectiva, aparecen en mi vida. Ahora la dignidad es algo que no determinan otros, sino yo misma.

En la primera dimensión, la responsabilidad para mi dignidad radica en los demás: es su hacer el que preserva o destruye mi dignidad.

En esta segunda dimensión, la responsabilidad radica única y exclusivamente en mí: en mis propias manos está el que consiga o no una vida en dignidad.

3. También en la tercera dimensión soy yo misma quien decide sobre mi dignidad. Se trata de la manera como yo estoy en relación conmigo misma. La pregunta que una debe hacerse es: ¿qué manera de verme, valorarme y tratarme a mí misma me da la experiencia de la dignidad? ¿Y cuándo tengo la sensación de echar a perder mi dignidad por la manera como me comporto frente a mí misma?

En mi caso, considero que es esta última dimensión la que cobra más fuerza. Muchas veces, yo misma me sentí indigna, y desde ese lugar me ubiqué ante personas y situaciones. Cuando me pongo al servicio de los demás, cuando accedo a hacer cosas que no tengo ganas, cuando permito que otros tomen decisiones por mí – por lo general mi marido – atento contra mi propia dignidad, la cual siento que fui perdiendo, a medida que comencé a depender económicamente de él.

Considero que la dignidad se alimenta, entre otras cuestiones, de la autonomía económica. Al dejar mi trabajo para abocarme a la familia,fui perdiendo libertad de decisión y muchas veces no me permití darme gustos, por no haber generado yo misma el dinero para ello. Me resultaba muy incómodo pedir dinero para gastos que no eran estrictamente para la organización familiar, sino para mí, sobre todo cuando estaban ligados al disfrute o a la satisfacción de la moda.

VI.Una declaración fundamental para mi vida

El Libro Ontología del Lenguaje nos habla de distintos actos lingüísticos básicos. Uno de ellos son las declaraciones, a través de las cuales generamos un nuevo mundo. La palabra genera una realidad diferente. Echeverría, R. (1994). Ontología del Lenguaje. Chile: Granica

Después de haberse dicho lo que se dijo, el mundo ya no es el mismo de antes. Este fue transformado por el poder de la palabra.

Hay declaraciones que son fundamentales para la vida, que no requieren una concesión social de autoridad para ser válidas, sino que están asociadas a la propia dignidad de la persona humana. Una de ellas es la declaración del “no”. Es una de las más importantes que un individuo puede hacer, refleja el valor que nos damos a nosotros mismos. Con cada “no” o cada “basta” que no puedo decir, mi dignidad se ve comprometida.

A lo largo de mi vida he omitido infinidad de “no”. Lo veo claramente en mi dificultad para poner límites a mi marido e hijos, pero me ha pasado y sigue ocurriendo – en menor medida - en distintos dominios.

Me cuesta, por ejemplo, decir que no cuando mis padres necesitan ayuda con algún tema que no es urgente y en el momento dejo lo que estaba haciendo, porque su pedido pasa a ser mi prioridad. Podría decirles que una vez que finalice con lo mío los ayudaré, pero lo que me sale automáticamente es ponerme en segundo lugar.

Cuando, ante algunos pedidos, decido decir que no, lo hago dando muchas vueltas y explicaciones, nunca de manera directa.

Cuando me pongo al servicio o hago grandes sacrificios, busco en el reconocimiento de los demás el valor que no me estoy dando a mí misma.

En lo que hace al vínculo con mis hijos, soy muy dócil. Sus deseos están por encima de los míos. Busco ser valiosa para ellos a partir de mi entrega e incondicionalidad.

Rafael Echeverría, en su libro El observador y su mundo Vol. I, nos habla de identidad como la expresión de cómo somos en la opinión de las personas, dentro de las cuales nos incluimos a nosotros mismos. Echeverría, R. (2009). El observador y su mundo Volumen I. Chile: Granica

Cada individuo desarrolla dos tipos de identidad: la identidad pública - lo que los demás opinan de nosotros –; y la identidad privada - lo que yo opino de mi misma-.

Indagando sobre mi identidad pública a diferentes personas de mi entorno, puedo ver cómo los juicios que emiten sobre mí son bastante más positivos que los que yo emito sobre mí misma, y ello tiene que ver con mi sub-valoración, con mi falta de amor propio.

Louise L. Hay, en su libro Usted puede sanar su vida, dice: “El desconocimiento del propio valor es otra forma de expresar que no nos amamos a nosotros mismos”. Para la autora, el amor a uno mismo comienza con la disposición a no criticarse.Y yo suelo ser muy dura conmigo misma. Hay, L. (1988).  Usted puede sanar su vida. España: Urano

En palabras del psiquiatra Enrique Rojas, el amor propio o autoestima sería “el juicio positivo sobre uno mismo al haber conseguido un entramado personal coherente basado en los cuatro elementos básicos del ser humano: físicos, psicológicos, sociales y culturales”.

Branden, N., autora del libro Los seis pilares de la autoestima considera que, si bien la base principal de la autoestima se crea durante la infancia y la adolescencia, las vivencias y el trabajo personal durante los años posteriores pueden reforzar o modificar nuestra visión de nosotros mismos. Barden, N. (1994). Los 6 pilares de la autoestima. España: Paidós

Para la autora “la autoestima (alta o baja) tiende a generar las profecías que se cumplen por sí mismas”. Es decir, la percepción que tenemos de nosotros mismos viene determinada por las vivencias personales; estas, a su vez, condicionan nuestros pensamientos que nos llevarán a realizar unas u otras acciones; el resultado de dichas acciones reforzará (o creará, en el caso de ser incongruentes) nuestras creencias personales que, de nuevo, condicionarán nuestros pensamientos, acciones, etc. y así sucesivamente.

Aquí, precisamente, radica la importancia del nivel de amor propio alcanzado:

Niveles bajos (negativos) de autoestima nos llevarán a tener pensamientos de subvaloración personal; estos generarán conductas perjudiciales hacia nosotros mismos (autoboicoteo o inhibición de conductas) que confirmarán las creencias iniciales de baja valoración de uno mismo, la profecía autocumplida, tal y como afirma la autora.

De manera contraria, un alto nivel de autoestima, reforzará nuestros esquemas mentales y nuestra voluntad hacia la acción positiva, cuyo resultado confirmará la valoración respetuosa hacia nosotros mismos.

VII.Amor propio: me presento

La mirada ontológica me está ayudando a transitar, de la baja autoestima al amor propio.

Nietzsche dice que los seres humanos tenemos la capacidad de transformarnos a nosotros mismos, de convertirnos en aquello que nos proponemos ser. Echeverría, R. (2013).  Mi Nietzsche. Chile: Granica

Él considera que la dependencia de otros encierra el peligro de comprometer nuestro propio pensamiento. Recomienda evitar situaciones y relaciones que puedan condenarnos a una suerte de suspensión de nuestra “libertad” y capacidad de iniciativa, y convertirnos en meros reactores.

Volviendo a Louis L. Hay, ella sostiene que cuando uno se ama y aprueba a sí mismo, creándose un espacio mental de seguridad, confianza, mérito y aceptación, eso tiene un impacto positivo en todos los ámbitos de la vida.

Lentamente me estoy acercando a la “Isla del Amor Propio”, en donde encuentro mi libertad. Habito el amor propio sin necesidad de visibilidad y reconocimiento por parte de los demás.

Vivo este espacio con liviandad al dejar de ponerme al servicio o hacer grandes esfuerzos para sentirme querida o sobresalir.

La “Isla del Amor Propio” es un espacio que requiere ser generado. La filosofía de Nietzsche nos muestra la posibilidad de diseñarlo nosotros mismos, colocando en el centro doselementos clave: la transformación y el poder de la palabra.

Los seres humanos estamos en permanente transformación. Nos transformamos a nosotros mismos por medio del aprendizaje, y, al mismo tiempo, al emprender, vamos transformando el mundo con nuestras acciones. No es posible transformar el mundo sin transformarnos simultáneamente a nosotros mismos.

A medida que desembarco enla “Isla del Amor Propio”voy incorporando nuevas declaraciones que no tenían tanto espacio en la “Isla de la Invisibilidad”: “No”, “Me quiero” y “Me perdono”.

Me voy sintiendo más competente para decir que no, cuando considero que lo que me piden u ofrecen no está en línea con mis los propios deseos o necesidades.

Estoy aprendiendo a decirme “Te quiero”, alimentando así mi amor propio y autocompasión.

Cada vez soy menos crítica conmigo misma y me puedo perdonar por los errores que cometo.

En la “Isla del Amor Propio”comienzo a vivir con un mayor nivel de confianza en mí misma.

El doctor Russ Harris, en su libro Cuestión de Confianza, dice que si queremos hacer algo con confianza, ya sea pintar, hacer un deporte o relacionarnos, tenemos que hacer el trabajo nosotros mismos. Tenemos que practicar las habilidades necesarias una y otra vez hasta que se conviertan en algo natural. Cada vez que practicamos estas habilidades, es un acto de confianza: un acto de apoyarte a ti mismo. Y una vez que has empezado una acción, y sigues una y otra vez, hasta que alcanzas la capacidad de conseguir los resultados que querías, entonces es cuando empiezas a percibir la sensación de confianza. Harris, R. (2012).  Cuestión de confianza. España: Sal Terrae

El autor enumera cinco razones por las que se pierde la confianza:

1. Expectativas demasiado altas.

2. Juzgarse con excesiva severidad.

3. Preocuparse por el miedo.

4. Falta de experiencia.

5. Falta de habilidades.

En la “Isla de la Invisibilidad”, yo vivía con expectativas demasiado altas y juzgándome con excesiva severidad.

VIII.Construyendo mi futuro con la libertad de ser yo misma

Hoy, comenzando a recorrer con los pies descalzos la “Isla del Amor Propio”,siento que se abren nuevas posibilidades para mí. Me hago varias preguntas que guían en mi devenir:

¿En qué me comportaría de distinta manera?¿Qué haría para divertirme, trabajar o funcionar de otro modo?¿De qué otra manera trataría a los demás: marido, hijos, padres, amigos, compañeros de trabajo?¿Cómo me trataría a mi misma de forma distinta?¿Cómo trataría mi propio cuerpo?¿Qué clase de cosas empezaría a hacer?¿Qué dejaría de hacer?¿Qué objetivos me pondría? ¿Viviendo con más amor propio y libertad, qué diferencia me ayudará a marcar en el mundo?

Voy respondiendo una por una, volcando mi mirada hacia un futuro más luminoso.

En la Isla del Amor Propio comienzo a comportarme de manera más libre y desenvuelta. Van apareciendo risas espontáneas y más momentos de disfrute. Lentamente, voy soltando la autoexigencia, ya no necesito demostrar ni demostrarme que soy capaz. Puedo verme vulnerable, imperfecta y errática; así me acepto.

Vuelvo a bailar desvergonzadamente, como lo hacía cuando era niña, dejo que la música me atraviese y me entrego. Siento el ritmo en mi piel, mientras muevo mi cuerpo me siento más viva que nunca.

Desde esta conexión conmigo misma me vinculo con todo lo demás.

Me divierto mientras trabajo, ya no pienso tanto en el resultado sino en conectar. Escucho para comprender, para acompañar, para entregar lo que el otro necesita desde el amor. Amándome tengo mucho más para compartir. Mi faceta competitiva se va diluyendo.

Puedo poner límites de manera asertiva, mis deseos y necesidades son tan valiosos como los de los demás. Puedo alejarme de personas y situaciones que no me hacen bien. Me preservo.

En la Isla del Amor Propio me propongo vivir más intensamente, con mayor consciencia de mi cuerpo y emociones. También me propongo hablarme más amorosamente, suelo ser muy dura conmigo misma, no así con los demás, siempre me exigí más a mí. Por eso en ese nuevo espacio me propongo darme más “permisos”: permitirme “no hacer” si no tengo ganas o dedicar más tiempo para mí. Puedo verme con límites firmes, sin sentirme desdibujada.

Si bien aún estoy dando mis primeros pasos por la Isla del Amor Propio, comienzo a obtener resultados diferentes. Siento que mi voz es cada vez más escuchada en el ámbito familiar. Participo de las decisiones, sabiendo que mi opinión es tan válida como la de mi marido. No tengo miedo a confrontar, sabiendo que puedo hacerlo con respeto y utilizando la comunicación asertiva. Siento que me estoy parando desde otro lugar, con mayor autoridad, autoridad que yo misma me otorgo.

En el plano social tal vez tengo menos amigas, pero de las buenas. Elijo compartir con quienes me siento cómoda. Ya no participo de salidas “por compromiso”, vivo con mayor consciencia respecto de lo que quiero.Ya no me esfuerzo por encajar, sino que me puedo mostrar tal cual soy, sabiendo que pueden elegirme o no, y eso no me quita valor. El estar menos pendiente de la mirada ajena, me dio más tiempo para mí, ya no tengo que hacer esfuerzos para conquistar a nadie, sino simplemente fluir y conectar con quienes lo sienta.

Me doy cuenta, cuando practico deportes, que estoy menos competitiva, no me preocupo tanto por ganar sino por disfrutar el momento. ¡Qué bien se siente!

Hoy me siento digna, y tal vez esa sea mi mayor contribución para el mundo.

Espero que este escrito sea un aporte para quienes viven pendientes de la mirada de los demás. Para quienes se desviven por agradar y están a merced de las necesidades de otros. Cuando reconocemos nuestro valor, nos aceptamos y amamos a nosotros mismos, ahí sí comenzamos a vivir en libertad.

IX.Bibliografía

Lowen, A. (2005). El Gozo. Argentina: Era Naciente

Echeverría, R. (1994). Ontología del Lenguaje. Chile: Granica

Echeverría, R. (2009). El observador y su mundo Volumen I. Chile: Granica

Hay, L. (1988).  Usted puede sanar su vida. España: Urano

Bieri, P. (2017).  La dignidad humana una manera de vivir. Colombia: Herder

Sanchis, S. (21 de Mayo del 2020). Qué es el amor propio, su importancia y cómo construirlo. [Tenemos que favorecer la construcción y consolidación del amor propio]. Recuperado de https://www.psicologia-online.com/que-es-el-amor-propio-su-importancia-y-como-construirlo-4953.html

Echeverría, R. (2018).  Ética y Coaching Ontológico. Chile: Granica

Harris, R. (2012).  Cuestión de confianza. España: Sal Terrae

Echeverría, R. (2013).  Mi Nietzsche. Chile: Granica

PROYECTO DE INVESTIGACIÓN ONTOLÓGICA (PIO): LA PROPIA VALIDACIÓN PARA EXISTIR

Autora: Marisa del Milagro Molinelli Obregón

Índice

ANTECEDENTES EMERGE LA GRIETA EXISTENCIAL

Pasado: ME MIRAN, LUEGO EXISTO  PRIMERA MITAD DE MI VIDA: 0 a 50 años OSAR

Pasado reciente: ME MIRO, LUEGO EXISTO CAOS / SOBREVIVIR: 50 a 57 años OSAR 

Presente/ Futuro : DESDE MI EXISTIR, EXISTIENDO CON OTROS , PUEDO MIRAR EL MUNDO E INTERVENIR EN ÉL SEGUNDA MITAD DE MI VIDA: Transformación / Renacimiento: 58 años y contando OSAR

LA SALIDA DEL LABERINTO: LA RECONSTRUCCIÓN desde la ONTOLOGÍA EMERGENTE

IMPACTOS EN EL COACHING ONTOLÓGICO

CONCLUSIONES

A MODO DE EPÍLOGO

AGRADECIMIENTOS

BIBLIOGRAFÍA

Emerge la grieta existencial

Luego de podar el texto anterior, creo que estoy empezando a ver mi coherencia ontológica, perfil unitario, descubriendo mis incompetencias genéricas y asomando a los aprendizajes existenciales. He demorado demasiadas décadas en poder asomar a mi dolor reprimido, reconocer el enojo, que estoy aprendiendo a distinguir cuando aparece, transitarlo, y aceptarlo. Componente válido y necesario para mi posibilidad de transformación. El miedo paralizante a expresarme, y si fuera necesario, defender mi posición, respetando la del otro y siendo respetada por un otro, era una materia pendiente en mi vida. Con todo lo que implica. Estaré finalizando el programa con otra mirada, con otra parada, sintiendo un enorme desplazamiento que posibilita acciones que a su vez habilitan nuevas experiencias y enormes aprendizajes. La espiral ahora es ascendente. Y virtuosa.

Viví una experiencia en el cuarto regional, que pude analizar con la camarita encendida, y observándome, incorporar enorme aprendizaje existencial que se encargó de barrer con mis juicios obsoletos, derribar juicios maestros limitantes y, con mucho dolor, pero también con mucho amor, construir una nueva mirada que posibilita, expande, valida, incluye y es reparadora, sanadora, constructiva y generadora. Mi mirada fue mutando, cambiando, evolucionando. Movimiento hacia adelante. En construcción.

Volví a sentir impotencia cuando me sentí no “escuchada”, no “mirada”, invisible para el otro, (mi grieta ) y nuevamente percibir el prejuicio en la mirada de un otro (grande), que permito invalide mi estar siendo (chiquito) porque me sentí “invisible, inexistente“, y esa falta de comprensión hacia mi persona tomó forma en el dolor que lacera, ese dolor en el que me hundo y desaparezco, porque ante el juicio de un otro “grande“ que invalida, yo “chiquita “ no existo, desaparezco, me desintegro, no sé qué hacer, la parálisis me toma , soy un cuerpo inerte, sin vida ni reacción. Minimizado a la mínima expresión, sin espacio para ser, ni sentir, ni expresar, ni vivir.

¿Qué me pasó diferente? Descubrí que, a pesar de que esto me sucediera con quienes son autoridad en la escala jerárquica, personas de conocimiento (padres, jefes, docentes), son sólo miradas, diferentes miradas, también factibles de inconsistencias y gaps en coherencia con sus propias sombras. Ante la repetición fortuita de situaciones donde mi invisibilidad se materializó, lo observé, me puse en escena y me escuché. A pesar de discrepar con la mirada de un otro que ejerce la autoridad, donde me siento invalidada y ninguneada, la confianza en mí apareció y creció (autoconocimiento a través de la observación, fenomenología, separando juicios de afirmaciones, volviendo una y otra vez a observar lo sucedido, para descubrir que de mí se pone en juego ahí), porque también aprendí que sólo puedo intervenir en lo que de mí dependa y pueda distinguir. Y en ese movimiento, opuesto a estar paralizado, la magia, el milagro, sucedieron. Empecé a ver lo que sola no podía ver de acuerdo al observador que era. Las nuevas distinciones me permiten incorporar nuevas miradas, ampliar posibilidades y acciones. El observador paralizado que era, se transforma en el observador movilizado que estoy siendo. Con nuevas posibilidades, acciones y resultados. ¿No es esto interesante?

Comencé el programa, muerta de miedo en la vida real personal y profesional. Estoy a punto de finalizar, habiendo desarrollado cierta confianza en mí, con acciones que posibilitaron aprendizajes de 1ro y 2do orden, metanoia, aprendizaje transformacional. No soy la misma que ingresó. Luego de un extenso y profundo recorrido, puedo decir que aquí y ahora habitando mi presente puedo tomar acciones que me sacan de los lugares donde no quiero estar (callar para evitar el conflicto, ceder para cuidar al otro, desaparecer para evitar el gaslighting ) y llegar a los lugares donde sí quiero estar, ejerciendo mis derechos, hablando para ser escuchada, y si, eso no sucede, irme sin culpas ni autoreproches. Puedo elegir donde y con quienes estar. Puedo decir prefiero. No es en contra de nadie, es a favor mío.

Volví a leer las principales incompetencias en torno a los juicios para distinguir y clarificar en mi propia historia y presente. Y aquí los transcribo, tomado de “EL ARTE DE LA RETROALIMENTACIÓN EN LOS EQUIPOS DE ALTO DESEMPEÑO”. Rafael Echeverría, Ph.D. Newfield Consulting,. Febrero de 1999.

1 El no saber distinguir juicios de afirmacionesy, por lo tanto, el considerar, en algunas oportunidades, a determinados juicios como si fueran verdaderos y en otras, como si fueran falsos. Quizás pueda decirse que no son ni lo uno ni lo otro, sino precisamente todo lo contrario.

2 El no saber discriminar a cuáles juicios les otorgamos autoridad y a cuáles no. Esto es motivo de mucho sufrimiento.

3El vivir permanentemente de los juicios de los demás y no de los juicios propios. Hay muchos momentos en la vida en los que tenemos que despegarnos de los juicios de los demás y resolver a partir de nuestros propios juicios. Muchas personas tienen dificultad para hacerlo. Ello no sólo es motivo adicional de sufrimiento, sino que compromete a la vez el sentido de autenticidad y dignidad de la persona humana, impactando seriamente en su identidad.

4 El no saber fundamentar (fundar) nuestros juicios o no saber preguntarse por el fundamento del juicio ajeno.Quien vive de juicios infundados, incrementa los riesgos que enfrentará en la vida y hace más incierto el futuro. No es de extrañarse que esa persona pase de un fracaso en otro, pues actúa a partir de juicios infundados. Ello tendrá un fuerte impacto en su manera de ser (identidad), en sus relaciones y en su vida. Esa persona tendrá el tipo de vida que espera a los que no fundan sus juicios.

5 El no saber compartir sus juicios con los demás y, por lo tanto, no contribuir a crear una cultura de convivencia sustentada en la creación de un trasfondo compartido de inquietudes y juicios. Esto último es condición de sana convivencia. Quien no tiene esta competencia siempre se sentirá algo extraño en las experiencias de comunidad. Relacionados con lo anterior, están los casos de aquellos que viven sus juicios en silencio, sin saber hacerlos públicos y compartirlos con otros. Estas personas suelen tener problemas para trabajar en equipo con otros. Corregir esto es cuestión de aprendizaje.

6 Los dos puntos que siguen se dirigen a reconocer que los juicios sobre las personas tienen una doble referencia. Primero, como todo juicio, ellos remiten al observador que los emite. Esta es su primera y fundamental referencia. El juicio que hago sobre otro, tiene que ver con lo que me pasa a mí y con el particular observador que yo soy. Muchas veces emito mis juicios sobre el otro, desconociendo la referencia que el juicio guarda conmigo. Cuando lo hacemos así, no debe extrañarnos que el otro pueda reaccionar defensivamente.

7 Pero los juicios tienen siempre dos caras. La segunda cara remite a lo observado. El juicio surge del encuentro de un observador con una determinada experiencia o fenómeno. Cuando se trata de un juicio que compromete a una persona es importante reconocer que dicho juicio remite al comportamiento de dicha persona, a sus acciones. No es una propiedad del “ser” de esa persona. O, dicho de manera más rigurosa, el “ser” de toda persona no es sino la articulación que hacemos de los juicios suscitados por su comportamiento, por sus acciones. Es una incompetencia el emitir nuestros juicios sobre otro como si fueran sobre su persona y no sobre sus acciones.

8 Lo anterior nos conduce a reconocer que no estamos atrapados en los juicios que se hacen de nosotros, ni en aquellos que hacemos de nosotros mismos. Por el contrario, podemos modificar tales juicios a través de la ejecución de acciones diferentes y podemos acceder a dichas acciones a través del aprendizaje. Acción, reiteramos, mata juicio. Pero no sólo mata juicio, la acción nos permite acceder a nuevas modalidades de ser. Muchas personas no reconocen esta relación entre juicios, acción, aprendizaje y ser. Reconocerlo genera una gran liviandad en la vida.

9 Todo lo anterior nos ayuda a evitar a vernos atrapados en los mecanismos defensivos que solemos generar espontáneamente cuando recibimos juicios críticos. Muchas personas sufren las consecuencias negativas de sus mecanismos defensivos y es importante aprender a disolverlos.

Me miran, luego existo. Me miro, luego existo. Si me miro y existo, puedo mirar el mundo e intervenir en él.

Yo miraba al otro desde mi necesidad de amor. Desde mi hambre de amor. Que tampoco es mirar al otro. Miraba a ese otro importante para mí y que yo amaba. Miraba al otro y estaba pendiente de sus deseos. Y fui complaciente sin saberlo, esperando ser vista, aceptada. Y amada.

También dependí de la mirada del otro. Una mirada que no me veía, que no me registraba, que no alcanzaba a ver lo que yo hacía, o para la que lo que yo hacía no era suficiente. Una mirada de no validación. Y esa fue mi construcción, mi aprendizaje temprano: ser mirada sin ser vista, y yo mirar sin ver, mirar sin verme.

Grieta Existencial, Perfil Unitario, Coherencia Ontológica.

Incompetencias Genéricas, Sombra.

Grieta Existencial: Si me miran, luego existo. La Invalidación.

Pasado: Me miran, luego existo.PRIMERA MITAD DE MI VIDA: 0 a 50 años.

OSAR

En la infancia, la validación del niño proviene de su entorno familiar. Si a los niños no se les permite expresar cómo se sienten, entonces no aprenderán cómo hacerlo ni tampoco sabrán ponerle nombre a aquello que les sucede o a las emociones que pueden estar experimentando. La invalidación emocional también conlleva el sentirse “ridiculizado” e “incomprendido”.

Por ejemplo, un bebé que nunca es atendido cuando llora por la noche, en unos años tendrá rabietas incontrolables y cuando sea más mayor y sus padres solo recalquen sus fallos, herirán la personalidad del niño de una manera muy profunda. De la invalidación familiar se aprende la invalidación personal.Según dice La teoría del apego, del Dr. Jhon Bowlby, Bowlby, 1951.

Nací en una familia donde mi hermano mayor no había dormido por dos años. Creían que esto sucedió porque, desde que nació, estuvo en brazos, y cuando lo acostaban en la cuna, lloraba y no dormía. Mi madre pasó las noches despierta. Perdió peso, se le secó la leche, se le cayó el pelo. Estaban muy preocupados.

Cuando yo nací, cuatro años después, familiares y amigos venían a conocer a la recién nacida, mis padres no permitían que me levantaran de la cuna, para que no pasara lo mismo, y cuando lloraba fuera de los horarios de comer, me dejaban llorar hasta que callara o me durmiera de cansancio. La leche de mi madre no era suficiente alimento; pasados los primeros días, la mamadera fue la solución para que estuviera bien alimentada y durmiera toda la noche. Al decir de mis padres, muy orgullosos porque no di ningún trabajo, “fui una bebé buenita”, (donde me ponían me quedaba, jugaba y entretenía, si lloraba y me quejaba, luego de un tiempo de dejarme llorar, se me pasaba rapidito…). Frase que marcó mi existencia.

La Teoría del apego del Dr. John Bowlby, (Teoría del apego, John Bowlby, año 1951.) psiquiatra y psicoanalista de niños, quien recalcó que los efectos inmediatos y a largo plazo, que median la salud mental del niño, son la resultante de una experiencia de relación cálida, íntima y continua entre la madre y su hijo, por la cual ambos encuentran satisfacción y alegría. Luego, durante los años 1969 a 1980, describe el efecto que producen las experiencias tempranas y la relación de la primera figura vincular en el desarrollo del niño, rescatando en la base de sus principios, conceptos inherentes a la etología y al psicoanálisis.

1. El apego es la primera relación del recién nacido con su madre o con un cuidador principal que se supone es constante y receptivo a las señales del pequeño o el niño de pocos años.

2. El apego no termina con el parto o la lactancia. Es un proceso que sirve de base a todas las relaciones afectivas en la vida y, en general, a todas las relaciones entre miembros de la misma especie. En los mamíferos existe apego en las diferentes especies.

3. El apego hacia personas significativas nos acompaña toda la vida, ya sean estos progenitores, maestros o personas con las cuales hemos formado vínculos duraderos.

La teoría apego en su vigencia actual nos permite asegurar que un apego seguro con un cuidador estable y continuo puede asegurar un adecuado desarrollo cognitivo y mental del niño que llegará a ser adulto, aún tomando en cuenta riesgos genéticos. Más aún, los vínculos primarios pasan a ser de primera importancia en la vejez y también en condiciones de impedimento o incapacidad física o mental a cualquier edad. Se da por supuesto ciertas características de nuestra biología en la cual buscamos apegos en tiempos de crisis, penas o necesidades (Moneta, 2003).

En 1988, el Dr. Bowlby afirmaba que, la capacidad de resiliencia frente a eventos estresantes que ocurren en el niño, es influida por el patrón de apego o el vínculo que los individuos desarrollan durante el primer año de vida con el cuidador, generalmente la madre, aunque puede ser otra persona.

De pequeña, mi hermanito cuatro años mayor disfrutaba haciéndome llorar. Molestaba, me sacaba o rompía mis juguetes/revista y seguía hasta que, llorando, buscaba la ayuda de mis padres para que me consolaran o defendieran. Me retaban por llorar y acusar a mi hermano, mandándome de regreso, con la indicación de no molestar, no mentir; cómo iba yo a decir eso de mi hermano tan bueno. Y mi hermanito, después de todo eso, se burlaba de mí cuando no lo veían. Acciones concretas que me afectaban. Hoy pienso que era una niña que necesitaba que la defendieran, o enseñaran a defenderse, y en vez de eso, era castigada. Sentía confusión, estaba siendo yo perjudicada, era injusto. ¿Por qué me castigaban a mí por quejarme de que rompía mis juguetes o sacaba mi revista? Llorar, expresar mi tristeza, frustración o enojo era invalidado y castigado.

Gaslighting: Luz de gas / Manipulación Luz de gas o gaslighting es un tipo de abuso psicológico por el que se hace a alguien cuestionar su propia realidad. Consiste en negar la realidad, dar por sucedido algo que nunca ocurrió o presentar información falsa con el fin de hacer dudar a la víctima de su memoria, de su percepción. Wikipedia

Era mucho mayor el peso de la mirada familiar que invalidaba, descalificaba, destruía, que la mirada social, colegio, pares, familia grande que validaba y contenía.

En la adolescencia, a veces quedaba fuera de alguna salida en grupo, sin saber por qué. Me preguntaba, con mucha tristeza, qué habría hecho mal para no ser incluida. Ya había empezado a sentirme culpable sin serlo. Hace poco supe que eran estrategias armadas, porque si iba tal o cual chico que gustaba a una de mis compañeras, pero que a su vez gustaba de mí, la solución era que yo no estuviera. No me animaba a preguntar por qué no me invitaban. Ya había aprendido que mi pregunta molestaba y no quería generar conflictos. Y también a sentirme culpable. Algo habré hecho mal para no ser invitada.

Cuando empecé psicopedagogía, a mis diecisiete años, supe que los primeros años de vida del niño son tan importantes para la constitución subjetiva, la constitución del sujeto, construcción de la personalidad, que me prometí que, si algún día tenía hijos, los amaría con todo mi corazón, los miraría y escucharía para conocerlos, saber que les gustaba, que querían, que necesitaban, y estaría ahí muy presente para ellos.

Lo que no sabía, era que el camino que empezaba para mí, era doloroso, y busqué ayuda, empecé terapia con una profesora de la facultad. Busqué alivio a mi dolor, de acuerdo a lo poco que podía ver, porque me sentía muy triste. Luego siguió toda una vida de búsqueda por entender, para aliviar, no repetir, y el deseo de poder encajar en algún lugar en el mundo, algún día. Hacer lo que sabía hacer, ayudar, esperar, no importunar, no preguntar, no proponer, adaptarme, agradecer, valorar, y ser buena para pertenecer, como sinónimo de no ser. Había empezado a vivir para los demás sin darme cuenta, y dependiendo de la mirada, validante o invalidante, del otro para existir. Pidiendo permiso hasta para respirar. Había comenzado sin saber un camino de codependencia que se acrecentaría y continuaría hasta estrellarme. Cuanto más grande se hacía la mirada de los otros, más y más desaparecía la propia mirada.

La Enfermedad: 47 a 48 años

A los cuarenta y siete años me diagnosticaron cáncer. Ese día vi el mundo moverse y ser observadora desde una quietud desconocida. Como si pasara una película y fuera yo espectadora que, desde la quietud sólo observaba. Supe que mi vida era sólo hoy. Aquí y ahora. Ni ayer ni mañana. Postergarme por mi amada familia, marido e hijos, mis amores, trabajo, amigos, ya no sería posible. El cuerpo no tiene repuesto y el mío estaba roto. Estaba condenada a muerte y el Cronos corría. Dejar todo ordenado por si partía. Ordenarme yo, por si sobrevivía y no era solo sanar el cuerpo. Ocuparme de lo que me estaba pasando implicaba mirar el dolor que me esforzaba por ocultar. Era una herida del alma. Vivir la invalidación de mis cercanos sumada a mi propia invalidación, me condenaba a ese círculo vicioso de estar disponible para dar, invisible para recibir, callando emociones, silenciando palabras, no existiendo para el otro y tampoco para mí. El cáncer fue el grito de mi sombra hecha cuerpo, pidiendo ser escuchada. Sentí que los resultados estaban a la vista, resultados no deseados, ¿qué de todo mi accionar me llevó a enfermar? Ver claro implicaba aprender a dejar de actuar adaptándome a los sistemas como única opción. Tomar la responsabilidad de mi existencia, más allá de los actores o circunstancias. Y las consecuencias. Me encontré en mi propio claro ontológico. No se puede ver lo que no sabemos distinguir.

Venía en el camino del yoga, la respiración consciente y la Meditación. Profundicé en prácticas de Meditación Trascendental, transité cirugía, quimios, rayos. El pelo de cabeza y cuerpo cayó, armadura, fortaleza y blindaje encarnado para sobrevivir, desaparecieron. Afloró la vulnerabilidad, miedo, llanto, enojo y tristeza. Escuché a mi cuerpo, dejé de cuidar de otros para ser cuidada, pedí ayuda y me bajé de la vorágine. La meditación funcionaba, las defensas respondían, realicé quimios y rayos en los tiempos pautados, acepté la realidad como venía. Sabía que necesitaba cambiar. No sabía qué, ni cómo. Un nuevo camino apareció.

Observador: ser invisible para sobrevivir. Sistema: machismo, abuso, hipocresía, psicopatía.Acción: callar, aguantar, reprimir, negar, complacer. Resultado: Círculo vicioso. Soledad. Aislamiento. Cáncer.

Pasado reciente : ME MIRO , LUEGO EXISTO . CAOS/ SOBREVIVIR : 50 A 57 años.

OSAR 

Volver la mirada a mí. Validar mi existir. Construir amor propio. Reconstrucción.

La muerte no me llevó y volver al mundo del que me había bajado, me atemorizaba. ¿Qué de todo lo que hice me llevó a contraer cáncer? ¿Cómo cambiar? ¿Cómo saber qué hacer?

Sabía ser eficiente, perfeccionista, voluntariosa, hacer un poco más, esforzarme más, no escuchar las señales del cuerpo, reprimir las emociones, callar y disimular el dolor ante la descalificación para evitar el rechazo, abandono, soledad. Ocultar mi vulnerabilidad para no ser blanco de agresiones, bulliyng , mobbing , burla. El desbalance entre autoestima y autoconfianza inexistentes, y excesivas autocrítica y autoexigencia, confundían mi distorsionada mirada, buscando el error en mí sin verlo. Que no me vieran, no era un problema ajeno si yo misma no me veía. No ser suficiente para ser vista, implicaba no ser amada, valorada. Nadie más debía cambiar, era yo quien necesitaba modificar la interpretación que hacía de mí misma. Bajar el volumen al diálogo interno, reconocer las voces del verdugo interior que habita en mi sombra y escucharlo. Comenzó un largo camino de regreso a mí. que me llevó al ABC y actualmente, a cursar el Avanzado.

Aprehender nuevos modos de relacionarme se hizo necesario y vital. Empezando por mí. En eso estaba y me descubrí aprendiendo a expresar la incomodidad y poniendo límites cuando necesitaba, con mucho esfuerzo, y también a veces cayendo nuevamente en el dolor, huida y aislamiento. Pude reconocer las voces y el enojo reprimido que guardo dentro mío. Era hora de darle salida al dolor y al enojo, darle entrada al amor y compasión para esa niña herida que habita en mí. Una vez más. Conectar con la niña divina al rescate de la niña herida, cómo lograr que convivan, se relacionen entre ellas y darle lugar a la adulta que hoy estoy siendo. Conectar con mi dignidad, derecho, grandeza, capacidad, logros y también aceptar, amar y abrazar mis sombras.

Coherencia Ontológica: No verme da como resultado la falta de confianza en mí.

Perfil unitario de la invalidación.

No mirarme / no verme.Dar más valor a lo que dice o hace el otro.Minimizar el daño recibido justificando / cuidando del otro. Luego de ser perjudicado, desaparecer para ocultar el dolor y evitar la invalidación.No ejercer el propio derecho, para no molestar al otro. Buscar un refugio para la incomprensión del otro.Juicios no fundados, no ser capaz, no ser suficiente.Polaridad bueno - malo. No ver los matices.No ser protagonista. Indefensión aprendida.Distorsión cognitiva

Incompetencias Conversacionales

Callar para no herir al otro. Evitar el conflicto. Luego estallar.No saber dar ni recibir crítico cuando se trata de lo que yo siento. Enojarme por sentirme incomprendida.Los juicios que tengo del otro y los que creo que el otro tiene de mí (conversaciones privadas). Los silencios.La competencia de diseñar conversaciones.Expectativas.Factor SOMBRA.

Incompetencias Genéricas

Poner límites sanos y amorosos para mí, para el otro y para el vínculo. Hacerme escuchar por el otro.Hacer declaraciones.Elegir lo que preferiría que sucediera.Saber que SIEMPRE tengo derecho a pedir lo que necesito.

1. El Regional de Mayo fue presencial, estaba enferma y me conecté, de modo virtual, el primer día. El segundo día, estando preparada para entrar desde las 9:00 hrs., no me conectaron; no reclamé y no se disculparon, (no ejercer el propio derecho para no molestar al otro); me avisan que estuviera lista a las 14:00 hrs., nuevamente no me conectaron; no reclamé y no se disculparon (no reconocer mi dolor / callar para no herir al otro / evitar el conflicto); me avisan que me una al zoom, siendo las 17:00 hrs. (que el otro haga como si nada hubiera pasado, no soportar el dolor, dar más valor a lo que dice o hace el otro), y cuando quise acceder, empecé a llorar (no soportar el dolor, estallar, y desaparecer para no ser invalidada nuevamente). Era el cierre, luego de un día de trabajo compartido para las comunidades; pensé en todos ellos, movilizados y conmovidos; mi maremoto emocional, angustia y desolación iba a desentonar, a romper la burbuja de las dos comunidades (minimizar el daño recibido cuidando del otro). Avisé que no podía entrar, que no me sentía bien, que no podía hablar (desaparecer para no ser invalidada).

Me sentí invisible. Sentí que me dejaron afuera. Todos, organizadores y alumnos. Pude verlo días después. En el momento, solo sentí un dolor que me partía el pecho. Y lloré y callé (indefensión aprendida) A las 20:30 hrs., mi coach me llamó por teléfono y yo no atendí, seguía llorando, estaba confundida, respondí por escrito que cuando pudiera hablar, le avisaría (desaparecer para no ser invalidada nuevamente al mostrarlo).

¿Qué estoy haciendo mal para ser invisible? ¿Qué no estoy haciendo para que me pase esto? Creí que era parte de la comunidad, que participaba activamente con mis compañeros, que estaba ocupando mi lugar, que estaba haciendo mi aporte. Había decidido aparecer, ocupar mi lugar en el mundo con mi comunidad de aprendizaje, mi esfuerzo estaba puesto en hacerme visible. Pero no lo logré.

2. Desde el domingo, a las 17:00 hrs., que lloré tanto y elegí no entrar porque me sentía muy confundida y no entendía qué me estaba sucediendo (elegí callar para evitar el conflicto), el lunes pude hacer mi aporte, a última hora, al chat de la comunidad luego de una pregunta de la coach titular por la mañana, donde conté que la no conexión del domingo me llevó a conectar con mi grieta y que me sentí muy mal, lloré y me sentí devastada (no supe hacerme escuchar por el otro, ni poner límites sanos y amorosos, escribí desde la herida) . El martes a la mañana escribí a mi coach que estaba lista para hablar, y hablar de lo que me pasó, de cómo me sentí, que me confundí, que necesité estar sola para entender y procesar mi dolor, mi herida, mi grieta y me dio hora para el jueves. Percibí una mirada de disgusto, pregunté si estaba molesta, lo negó, (ser invalidada nuevamente al mostrarlo / expectativa). Para el observador que soy, su mirada e indiferencia al hablar decían lo contrario. Se disculpó fríamente por el error humano (expectativa). Me hizo saber que yo debería haber llamado. No dijo nada de lo que expresó en el regional delante de mis compañeros, cuando se dio cuenta que se olvidó de mí todo el día y mostró mucha preocupación y angustia. A mí me demostró exactamente lo contrario y no pregunté (no quise ser invalidada nuevamente al mostrarlo).

Su actitud me recordó a mis padres cuando justificaban acciones perjudiciales a mi ser niña era castigada por mostrarlo. Me callaban por llorar, expresar lo que me pasaba, veía, sentía. Otra vez, en mi adultez, en un espacio supuestamente cuidado, con mi grieta a flor de piel, siento que es peligroso expresar lo que siento con lo que pasó luego de no ser conectada durante ocho horas en el día (callar para evitar el conflicto / no hacerme escuchar por el otro / no pedí lo que necesitaba). Mi coach, la autoridad en mi comunidad, quien sabe de mi dolor y quiebre existencial, se centró en lo que yo no pedí. No en lo que sucedió. Cumplió con la formalidad de disculparse fría y distante. Su accionar detonó el botón de mi desgarro. No hubo a mi parecer mirada compasiva para mí. La hubiera necesitado al menos para salir de ahí (expectativa / buscar un refugio para la incomprensión del otro / no pedí lo que necesito) y hacer los aprendizajes que sigo necesitando hacer, porque la confianza se rompió y estoy sintiendo que afecta mis posibilidades de aprendizaje. Me hago cargo de mí, de mi grieta, de mi historia, de mi sombra, y sigo buscando encontrar aquello que no estoy viendo para salir de los lugares que me incomodan, invalidan, limitan, y me impiden crecer, evolucionar.

Incompetencias Genéricas

Poner límites sanos y amorosos para mí, para el otro y para el vínculo.Hacerme escuchar por el otro.Hacer declaraciones.Elegir lo que preferiría que sucediera.Saber que SIEMPRE tengo derecho a pedir lo que necesito.

3. No le pude decir a mi coach todo lo que fui sintiendo, luego del regional y de la penosa (para mí) conversación que tuvimos (estar decidida a expresarme y luego callar para evitar el conflicto / no pedir lo que necesito). ¿Será una incompetencia mía o que la vasta experiencia a lo largo de mi vida, con personas que no pudiendo reconocer sus errores, no se disculpan sinceramente, no reparan y me trasladan la responsabilidad de lo sucedido como castigo por mostrarlo, me frena cuando voy a tener la conversación como una protección para no exponerme nuevamente porque fui invisible, invalidada y no conectada? Es un dolor más por el que no quiero pasar (evitar el dolor) Lo que pasó con lo que pasó (miedo a la invalidación de la invalidación). Dar feedback crítico es algo que necesito aprender, cuando se trata de mis sentimientos y emociones (poner límites amorosos para mí, para el otro, para el vínculo), y necesito un espacio respetuoso y cuidado. Que mi coach no soltara su rol de coach, y /o como ser humano, tuviera un gesto compasivo (expectativa) a quien estaba yo siendo en ese momento (niña herida e indefensa).

No me sentí vista, escuchada ni acompañada con lo que sucedió, que lo que detonó conectara con mi grieta y desgarro existencial (buscar refugio para la incomprensión del otro, expectativas, conversaciones privadas). Y sumado al enojo que vi en su rostro y me negó cuando se lo pregunté (disonancia cognitiva), me sentí muy perdida, muy sola en el lugar elegido para aprender y aprehender. Seguramente debería haberle preguntado distinto, tal vez estaba al mando mi niña herida. Soy yo la que no sabe y está aprendiendo. No fui conectada, necesitaba empatía para entender y aprender. Desligarse de su responsabilidad y ponerla en mí, porque no llamé ni insistí, respetando el espacio de trabajo en el que estaban, me puse en segundo lugar, para no interrumpir, me hundió en el dolor de la exigencia y confusión, a la que estuve sometida en mi infancia, juventud, adultez (no hacerse cargo, no reconocer, no reparar, gaslighting, yo asumir las culpas por algo que no hice.)

A raíz de lo vivido, para el regional siguiente (a donde tampoco pude viajar), pedí participar virtual (pedí lo que necesito), mi coach me advirtió que ella no se ocuparía de conectarme. Pregunté a mis compañeros si no entorpecía sus procesos ocuparse de mi conexión, y se ofrecieron a conectarme. Mi coach ofertó derivarme con otra comunidad virtual, y le pedí estar con mi comunidad (ejercí mi derecho a pedir lo que necesito). Otro tema fue el coaching observado; tuve que insistir para tener mi coaching observado, ya que mi coach había dicho que todos deberíamos hacer uno en el regional… pero, como yo no podía estar presencial, …no iba a tener la posibilidad. Ya era el segundo regional sin poder ser coach, porque soy virtual y pedí tener mi posibilidad de aprendizaje (ejercí mi derecho a pedir lo que necesito).

Sentí que no era justo si yo contraté un programa virtual (ejercí mi derecho a pedir lo que necesito). Reclamé mi derecho a estar con mi comunidad y a tener mi coaching observado, aunque fuera virtual (ejercí mi derecho y dignidad). Cuando me puso en situación de elegir, elegí estar con mi comunidad y renuncié al coaching virtual. Luego, el día domingo, durante el regional, me comunicó que tendría mi coaching observado fuera de los días del regional. Fue un logro conjunto, creo. A pesar de que me lo viví como una carrera con obstáculos desgastante, hubo muchos aprendizajes.

Sentí que era un costo demasiado alto, que no me estaba haciendo bien tener que pedir y re pedir por todo. ¿Por qué tan difícil? ¿Por qué conecté con mi grieta y lloré desde la niña herida? ¿Por qué no lo vi hace dos meses desde la adulta? Necesito que me guíen y acompañen, no que me castiguen por no saber. Igual que en mi infancia. Me castigaban por no saber. Por preguntar. Por pedir lo que es mi derecho. Física, emocionalmente, no está sumando a mi aprendizaje. Estoy a punto de claudicar y abandonar.

Necesito pedir ayuda dentro del programa. Llamaré a la coordinadora (mi coach me lo ofreció hace dos meses) para que me ayude a ver lo que no estoy pudiendo ver y poder tomar una decisión desde mi dignidad, por todo esto que me afecta y que, más allá de que mi coach, Juan o Pedro, hagan lo que hagan, necesito que no me afecte más. Sé que ya no soy una niña, y reacciono desde ella, que no tenía los recursos que hoy tengo. No logré aún salir del laberinto y ver claro para hacerme cargo de mi sombra desde la adulta. Y me gustaría, preferiría, elegiría que mi coach facilitara ver lo que no estoy pudiendo desde la ontología del lenguaje y el amor y compasión por el otro. Expectativa que, mientras escribo, la suelto. Sin expectativas de aquí en más. Al menos, no de comprensión y compasión.

OSAR

Observador: no he logrado salir del laberinto, expresar mi incomodidad, aunque incomode al otro, dar feedback crítico sin temer castigo / represalias, poner límites sanos y amorosos para mí, para el otro y para el vínculo. Me callo, me enojo, me angustio, me siento atrapada en un traje que ya no me queda, me oprime y asfixia. Ya no soy una niña, pero reclama la niña herida. La situación puedo ver que se repitió, ella tomó el mando y no hubo un reclamo desde la mujer adulta que soy. Necesito aprender a expresarme desde mi adultez, defender mis derechos, ejercer mi autonomía. Confiar con reservas. Poner límites claros.

Sistema:volví a sentirme víctima del sistema y no soy una víctima. Ni el sistema es el sistema de mi familia. En un sistema que creí cuidado y confié, mostrando mi vulnerabilidad, pero al momento de conectar con mi grieta y necesitar tiempo para explicarlo, reviví el no ser escuchada, el no ser comprendida y recibir frialdad, indiferencia y castigo. Es mi mirada y sentir de lo sucedido. Entiendo mis incompetencias e ignorancia para ver lo que alcanzo a ver y desde el observador que soy.

Acción: