Inteligencia emocional - Marta Guerri - E-Book

Inteligencia emocional E-Book

Marta Guerri

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Beschreibung

¿Quién ha dicho que las personas somos como somos y que no podemos cambiar? 

¿Acaso tenemos que resignarnos con lo que nos ha “tocado vivir”? Por fortuna, ya hace bastante tiempo que sabemos que los seres vivos somos una mezcla de información genética heredada y conductas aprendidas. De manera que esta gran parte de hábitos, sentimientos y, por qué no, emociones que reflejan nuestra personalidad no son para nada inamovibles. Debemos dejar a un lado la creencia de que solamente en la niñez se forma el carácter, ¿verdad que cada día aprendemos algo nuevo? Una noticia sobre la actualidad en el mundo, una receta de cocina, cómo utilizar el móvil… ¡Nunca paramos de aprender! Aprendamos pues a mejorar nuestra vida dirigiendo y equilibrando nuestras emociones a través de la Inteligencia emocional. Esta guía, clara y amena, te dará todas las herramientas necesarias para que lo consigas de una manera fácil e, incluso, divertida. 

Reconocerás los sentimientos propios y ajenos, a la vez que descubrirás las fórmulas para manejarlos adecuadamente con el fin de crear la vida de felicidad que tanto deseas.

SOBRE LA AUTORA

Marta Guerri nació en Barcelona. Titulada en Enfermería y Psicología, Máster en Terapia de la Conducta y la Salud. Es psicóloga clínica, especializada en trastornos de ansiedad, trastornos del estado del ánimo, depresión, distimia, duelo, problemas de autoestima, trastornos de alimentación, problemas de relaciones sociales, conflictos de pareja, trastornos del sueño y problemas escolares. Colabora en las revistas “MujerHoy.com” y “Educar Bien”. Actualmente es gestora de contenido de la web PsicoActiva.com.

SOBRE LA COLECCIÓN SUPÉRATE Y TRIUNFA

Vivimos en una época de estrés y de depresión profunda a causa de la crisis mundial que nos azota. Hemos perdido, en cierta manera, el norte como sociedad y vamos dando bandazos, caminando por la vida sin ilusiones, con una tendencia negativa que se refleja en nuestro rostro, en las relaciones con los demás y nuestros trabajos. Este planeta se ha convertido en un mundo gris, triste y desamparado. Cada día escuchamos decenas de historias que nos encogen el corazón y muy pocas que nos hagan emitir una sonrisa. Es una realidad.

Por eso, desde Mestas Ediciones buscamos cada día una manera de revertir esta situación, aportando nuestro pequeñito grano de arena. De ahí nace esta colección, Supérate y Triunfa, que contiene una serie de libros con los cuales queremos añadir optimismo y todas las demás herramientas necesarias para conseguir una vida plenamente feliz, en todos los aspectos posibles. De ahí el carácter heterogéneo de la colección, que tocará temas tan importantes como el económico, el amor, la salud, entre otros muchos. Y lo haremos de la mano de autores de primer orden, formados con gurús y conferencistas motivacionales mundialmente reconocidos, coaches tan importantes como Anthony Robbins, T. Harv Eker o John Demartini. Esperamos que os guste y que os sirva para disfrutar de la vida con la máxima pasión diaria y sonreír cuantas más veces, mejor.

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A mis hijos Víctor, Marc y Núria, fuente inagotable de emociones y creatividad, con ellos todo es posible.

AGRADECIMIENTOS

Escribir un libro es algo realmente interesante e incluso gratificante, dado que puedes exponer ideas y conocimientos que tienes previamente, pero dándoles forma para que puedan ser entretenidos además de cercanos para otras personas.

Es un trabajo que fluye desde el interior personal hacia el exterior, lo que no deja de ser una tarea complicada, pues no siempre las ideas que tienes las sabes plasmar exactamente como desearías, y en ocasiones aquello que piensas que se entiende fácilmente, resulta que no es así. Por eso resulta de tremenda ayuda tener una segunda, o tercera, o incluso cuarta opinión, siempre y cuando éstas sean claras y sinceras.

Por este motivo quiero manifestar mi más sincero agradecimiento a aquellas personas que, directa o indirectamente, me han ayudado a realizar este libro. En primer lugar a mi amado, respetado y más que abnegado marido Alex, ya que sin él no hubiera encontrado ni siquiera el tiempo material para llevarlo a cabo, pues se ha encargado de los niños en los momentos que más lo he necesitado para poderme dedicar a escribir fuera de mi horario laboral. Ha leído y ha opinado sobre mi obra con tremenda paciencia y sin “endulzar” su opinión sobre la misma, haciendo críticas siempre constructivas. A mis hijos Víctor, Marc y Núria, fuente inagotable de inspiración diaria y gracias a los cuales he podido vivir muchas de las cosas que cuento en primera persona. No quiero olvidarme de mi hermana Mónica, que gracias a nuestras innumerables discusiones sobre la vida y las personas, nuestros sentimientos, conductas y como no, emociones, siempre me ha ofrecido una visión abierta y comprensiva de los demás. Por suerte o por desgracia ella siempre me ha llevado “un paso más allá”. A mis padres Carles y Margarita, por apoyarme y escucharme en todo momento.

Por último no quiero olvidar agradecer a la editorial y en especial a Raül Pere por confiar en mí y ofrecerme esta valiosa oportunidad de escribir.

PRÓLOGO

En la actualidad vivimos en la llamada “sociedad del conocimiento”, en donde los nuevos inventos, los avances, la tecnología y los descubrimientos progresan casi exponencialmente. Es un mundo que nuestros abuelos ni siquiera hubieran podido soñar, en el que disfrutamos de muchas comodidades y tenemos a nuestro alcance miles de opciones de ocio y de consumo. Pero también es un mundo saturado de obligaciones hacia nosotros mismos y hacia los demás, un mundo invadido por la información que no siempre somos capaces de gestionar correctamente, en el que continuamente nos vemos sometidos a tensiones y exigencias que afectan a nuestra forma de vivir y sobre todo a nuestra forma de relacionarnos con otras personas.

Pero las personas no hemos evolucionado biológicamente al mismo ritmo que nuestra tecnología, por desgracia no somos tan rápidos. Especialmente en el ámbito de las relaciones sociales y la comunicación, en muchos aspectos estamos al mismo nivel que hace miles de años. Por poner un ejemplo, en numerosas ocasiones, cuando nos surge un problema dentro de una determinada situación, existe la tendencia a actuar de una forma que, quizás anteriormente, nos ha funcionado y nos ha dado una solución satisfactoria, por eso no es de extrañar que apliquemos soluciones a problemas cotidianos con las mismas estrategias que una vez nos funcionaron, basándonos en la ilusión de que al hacer “lo mismo de siempre” conseguiremos iguales resultados, y muchas veces esto no es así.

Hemos de tener presente que en el fondo somos personas de costumbres, y no siempre es fácil introducir cambios profundos tanto en nuestra forma de pensar como en la de actuar.

Estos intentos de realizar una y otra vez las mismas e ineficaces soluciones dan lugar, finalmente, a un complejo proceso de conductas en las que los esfuerzos por lograr el cambio mantienen inmutable la situación problemática. Desde este punto de vista podríamos decir que las soluciones hasta ahora intentadas por nosotros se convierten en el propio problema.

Seguramente si nos paráramos un poco más a pensar antes de actuar nuestras conductas serían más lógicas y racionales. No es extraño preguntarse por qué a veces actuamos de forma irracional en nuestras vidas cotidianas, ¿acaso no somos seres racionales? Teóricamente lo somos, aunque algunos comportamientos ponen en duda nuestra supuesta racionalidad. En cualquier caso, sería incierto decir que no somos racionales, en realidad somos seres racionales que en ocasiones piensan y actúan de forma irracional. Entonces, ¿por qué lo hacemos? El secreto está en las emociones.

¿QUÉ SON LAS EMOCIONES?

No olvidemos que las pequeñas emociones son los capitanes de nuestras vidas y las obedecemos sin siquiera darnos cuenta.

Vincent Van Gogh

Las emociones son definidas como un estado mental que surge espontáneamente, es una sensación o estado afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato, influidos por la experiencia. No es un esfuerzo consciente.

Históricamente el término emoción viene del latín movere, que significa “movimiento o impulso”, “aquello que te mueve hacia”, por lo tanto, es también una tendencia a actuar en función de un estímulo, que puede ser una percepción de algo externo, un pensamiento, o ambos.

Las emociones, de acuerdo con el filósofo y psicólogo William James, son causadas por nuestras interpretaciones de los eventos que desencadenan en una reacción psicológica. Principalmente tienen una función adaptativa de nuestro organismo a lo que nos rodea, es un estado que sobreviene súbita y bruscamente, en forma de crisis más o menos violenta y más o menos pasajera.

En el ser humano la experiencia de una emoción generalmente involucra un conjunto de cogniciones, actitudes y creencias sobre el mundo, que utilizamos para valorar una situación concreta y, por tanto, influyen en el modo en el que se percibe dicha situación.

De modo que, el origen de nuestras emociones y por lo tanto de nuestras alteraciones emocionales, radica en nuestro pensamiento y no en el mundo exterior. Esto nos otorga un alto grado de control sobre las mismas, lo que supone una gran noticia, pero también una gran responsabilidad.

Apenas tenemos unos meses de vida y ya empezamos a adquirir rápidamente emociones básicas como el miedo, el enfado o la alegría. Algunos animales comparten con nosotros esas emociones tan básicas, pero es en los humanos donde éstas se van haciendo más complejas principalmente gracias al uso de lenguaje, símbolos, signos y significados.

Cada individuo experimenta una emoción de forma particular, dependiendo de sus experiencias anteriores, aprendizaje, carácter y de la situación concreta. Algunas de las reacciones fisiológicas y comportamentales que desencadenan las emociones son innatas, mientras que otras pueden adquirirse.

Aunque lo que más influye en las emociones es su componente afectivo, en realidad hablamos de conducta porque cada emoción está vinculada a elementos fisiológicos concretos como la respiración, el tono muscular, el pulso cardíaco, la presión arterial, la postura, los movimientos y las expresiones faciales. Todas estas respuestas son en sí mismas conductas, pero además, cada una de ellas nos prepara para actuar. Por ejemplo, cuando escuchamos un fuerte ruido que nos sobresalta, nos produce sorpresa y desconcierto, esa incertidumbre hace que intentemos buscar la fuente del ruido para reconocer si es bueno o malo para nosotros.

Las emociones poseen tres componentes básicos:

Una situación: que genera sentimientos, ideas o recuerdos.

El estado de ánimo subjetivo.

Un componente fisiológico.

Durante mucho tiempo las emociones han estado consideradas poco importantes y siempre se le ha dado más relevancia a la parte más racional del ser humano. Pero las emociones, al ser estados afectivos, indican estados internos personales, motivaciones, deseos, necesidades e incluso objetivos. De todas formas, es difícil saber a partir de la emoción cual será la conducta futura del individuo, aunque nos puede ayudar a intuirla.

¿CUÁL ES LA FUNCIÓN DE LAS EMOCIONES?

Los sentimientos y las emociones son el lenguaje universal que debe ser honrado. Son la expresión auténtica de quiénes somos.

Judith Wright

En condiciones normales, las emociones tienen una función adaptativa, ya que nos permiten ajustarnos y relacionarnos con nuestro entorno. Por ejemplo, en las épocas prehistóricas, un estímulo peligroso como podía ser la presencia cercana de un depredador, nos producía miedo, y dicho miedo hacía que se acelerase el pulso cardiaco, enviando más sangre a los músculos preparando a éstos para una eventual huida.

Ya en su momento Charles Darwin observó cómo los animales, especialmente los primates, tenían un extenso repertorio de emociones, y que la manera en que las expresaban tenía una función eminentemente social, pues colaboraban en la supervivencia de la especie. Tienen, por tanto y como hemos comentado, una función principalmente adaptativa.Sin embargo, en ocasiones las emociones, lejos de producir ese ajuste adaptativo, nos incapacitan y bloquean por completo o hacen que esa relación con nuestro entorno sea desajustada, causándonos además un enorme sufrimiento interno, es entonces cuando hablamos de “alteración emocional”.

Las emociones están implicadas directamente en todos los aspectos de la vida del ser humano; cualquier tarea o pensamiento que emprendamos llevará además implícito un componente afectivo.

No existe acción sin pensamiento (aunque este último sea más o menos racional y elaborado), primero viene el pensamiento o idea y luego nuestros actos. Estos dos elementos están íntimamente ligados entre sí y a su vez lo están a un tercer elemento clave, que es la emoción. Cada uno de estos tres elementos influye en los otros dos y viceversa. De esta manera, todo lo que sentimos influye en lo que pensamos y en lo que hacemos.

En definitiva la percepción, el pensamiento y la emoción están íntimamente ligados entre sí, ninguno puede vivir sin el otro.

Por último, conviene señalar que las emociones tienen un componente cualitativo que indica qué sentimos (miedo, ansiedad, ira, enfado, tristeza, alegría, curiosidad, etc.) y un componente cuantitativo que indica con qué intensidad lo sentimos (mucho, poco, nada, etc.).

Existen 6 categorías básicas de emociones.

MIEDO: Es la anticipación de una amenaza o peligro que produce ansiedad, incertidumbre, inseguridad.

SORPRESA: Es el sobresalto, el asombro, el desconcierto. Es una emoción muy transitoria. Puede dar una aproximación cognitiva para saber qué pasa.

AVERSIÓN: Es el disgusto o el asco, solemos alejarnos del objeto que nos produce aversión.

IRA: Es la rabia, el enfado, el resentimiento, la furia, la irritabilidad y todo aquello que nos hace sentir enojo.

ALEGRÍA: Es la diversión, la euforia, lo que nos da una sensación de bienestar y de seguridad.

TRISTEZA: Es sinónimo de pena, sentimiento de soledad y pesimismo.

Si tenemos en cuenta la finalidad adaptativa de las emociones, podríamos decir que tienen las siguientes funciones:

MIEDO: Tendemos hacia la protección.

SORPRESA: Ayuda a orientarnos frente a la nueva situación.

AVERSIÓN: Nos produce rechazo hacia aquello que tenemos delante.

IRA: Nos induce hacia la destrucción.

ALEGRÍA: Nos induce hacia la reproducción (deseamos reproducir aquel suceso que nos hace sentir bien).

TRISTEZA: Nos motiva hacia una nueva reintegración personal.

Los humanos tenemos 42 músculos diferentes en la cara. Dependiendo de cómo los movemos expresamos unas determinadas emociones u otras. Hay sonrisas diferentes, que expresan diferentes grados de alegrías. Esto nos ayuda a expresar lo que sentimos, que en numerosas ocasiones nos es difícil explicar con palabras. Es otra manera de comunicarnos socialmente y de sentirnos integrados en un grupo social. Hemos de tener en cuenta que el hombre es el animal social por excelencia.

Existen diferentes expresiones faciales que son internacionales, ya que dentro de las distintas culturas hay un lenguaje similar. Podemos observar como en los niños ciegos o sordos cuando experimentan las emociones lo demuestran de forma muy parecida a las demás personas, tienen la misma expresión facial. Posiblemente existan unas bases genéticas y hereditarias, ya que un niño que no ve no puede imitar las expresiones faciales de los demás. Aunque las expresiones también varían un poco en función de la cultura, el sexo, el país de origen, etc. Por otro lado, las mujeres tienen más sensibilidad para captar mejor las expresiones faciales o las señales emotivas y esta sensibilidad aumenta con la edad. Otro ejemplo de diferencia cultural son los rostros de los orientales, especialmente los japoneses, que nos parecen bastante inexpresivos, pero es de cara a los demás, porque a nivel íntimo expresan mejor sus emociones.

Las expresiones faciales también afectan a la persona que nos está mirando alterando de este modo su conducta. Si observamos a alguien que llora nosotros nos ponemos tristes o serios, e incluso podemos llegar a llorar como esa persona. Por otro lado, se suelen identificar bastante bien la ira, la alegría y la tristeza de las personas que observamos. Pero se identifican peor el miedo, la sorpresa y la aversión.

Así pues, las emociones poseen unos componentes conductuales particulares, que son la manera en que éstas se muestran externamente. Son en parte controlables, basados en el aprendizaje familiar y cultural de cada grupo, como por ejemplo:

Expresiones faciales

Acciones y gestos

Distancia entre personas

Componentes no lingüísticos de la expresión verbal (comunicación no verbal)

Los otros componentes de las emociones son fisiológicos e involuntarios, iguales para todos:

Temblor

Sonrojarse

Sudoración

Respiración agitada

Dilatación pupilar

Aumento del ritmo cardíaco

Estos últimos componentes son los que están en la base del polígrafo o del “detector de mentiras”. Se supone que cuando una persona miente siente o no puede controlar sus cambios fisiológicos, aunque hay personas que con el adecuado entrenamiento sí pueden llegar a hacerlo.

Pero, ¿Hasta qué punto podemos influir de forma voluntaria en nuestras emociones, pensamientos y acciones? ¿Podemos controlar nuestras emociones? ¿Son evitables las alteraciones emocionales? La respuesta es SI. Es posible tener un mayor control emocional y es posible mantener a raya las alteraciones emocionales.

¿QUÉ ES LA INTELIGENCIA EMOCIONAL?

Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso ciertamente, no resulta sencillo.

Aristóteles

El término Inteligencia Emocional se refiere a la capacidad humana de sentir, entender, controlar y modificar los estados emocionales de uno mismo y también de los demás. Inteligencia Emocional no significa ahogar las emociones, sino dirigirlas y equilibrarlas.

Es un tipo de aptitud psicológica que gobierna y dirige nuestras emociones en todos los aspectos. Es la actitud para disfrutar de los acontecimientos de la vida, a partir de un estado de tranquilidad y auto aceptación, que le permite al sujeto actuar sobre sus carencias y expandir sus fortalezas con sentido crítico y constructivo.

También implica motivación hacia otros y hacia uno mismo, buscando resultados, tomando decisiones bajo presión, con una clara visión del futuro. Nos permite tomar conciencia de nuestras emociones, comprender los sentimientos de los demás, tolerar las presiones y frustraciones que soportamos en el trabajo, acentuar nuestra capacidad de trabajar en equipo y adoptar una actitud empática y social, que nos brindará más posibilidades de desarrollo personal.

La Inteligencia Emocional es la forma que tenemos los seres humanos para relacionarnos con nuestro entorno de forma positiva, es decir, controlando nuestras emociones, comunicándonos de forma asertiva y proyectando una actitud optimista ante la vida. También es la capacidad que desarrollamos para solucionar eficazmente problemas que se presentan de vez en cuando, como la muerte de un familiar, una discusión o una crisis de pareja. En otras palabras, es tener el sentimiento correcto, en el momento correcto y saber expresarlo. En definitiva, es la capacidad que uno tiene para adaptarse a su entorno social, cultural, psicológico y económico.

Además, la Inteligencia Emocional tiene diversas aplicaciones prácticas que son útiles para cuatro áreas fundamentales de nuestra vida:

Psicológica: Es la base de nuestro bienestar mental, ayudando al desarrollo armónico y equilibrado de nuestra personalidad.

Física: Contribuye a nuestra buena salud física, moderando o eliminando patrones y/o hábitos psicosomáticos dañinos o destructivos, y previniendo enfermedades producidas por desequilibrios emocionales permanentes como depresión, ansiedad, ira, irritabilidad, etc.

Motivacional: Favorece nuestro entusiasmo y motivación. Motivación y emoción tienen la misma raíz latina motere, que significa moverse (acercarse hacia lo agradable o alejarse de lo desagradable). Gran parte de nuestra motivación en distintas áreas de la vida está basada en estímulos emocionales.

Social: Permite un mejor desarrollo de nuestras relaciones con otras personas, tanto en el área familiar, como afectiva y profesional. La Inteligencia Emocional es sinónimo de llevar un nivel óptimo de relación entre las personas, determinando qué tipo de relación mantendremos con nuestros subordinados (liderazgo), con nuestros superiores (adaptabilidad) o con nuestros iguales (trabajo en equipo). Las emociones nos marcan cómo respondemos, nos comunicamos, nos comportamos y funcionamos en el trabajo y/o la empresa.

Las personas que poseen alto nivel de Inteligencia Emocional suelen ser extravertidas, alegres, socialmente equilibradas, poco predispuestas a la timidez y a darle vueltas a sus preocupaciones. Demuestran estar dotadas de una notable capacidad para comprometerse con las causas y las personas, suelen adoptar responsabilidades, mantienen una visión ética de la vida, son afables y cariñosas en sus relaciones. Su vida emocional es rica y apropiada, se sienten a gusto consigo mismos, con sus semejantes y con el universo social en el que viven, tienen visión positiva de sí mismos, y la vida siempre tiene sentido.

Dotados de los mecanismos cognoscitivos y otras habilidades de aprendizaje, hoy día se hace indispensable un buen manejo y conocimiento de la Inteligencia Emocional. De nada vale saber mucho si no tenemos control pleno de nuestros impulsos.

DIFERENCIA ENTRE INTELIGENCIA E INTELIGENCIA EMOCIONAL

La inteligencia consiste no sólo en el conocimiento, sino también en la destreza de aplicar los conocimientos en la práctica.

Aristóteles

El término inteligencia proviene del latín intelligentia, que a su vez deriva de inteligere. Esta es una palabra compuesta por otros dos términos: intus (entre) y legere (escoger). Por lo tanto, el origen etimológico del concepto de inteligencia hace referencia a quien sabe elegir, puesto que la inteligencia posibilita la selección de las alternativas más convenientes para la resolución de un problema. Así pues, de acuerdo a lo descrito en la etimología, un individuo es inteligente cuando es capaz de escoger la mejor opción entre las posibilidades que se presentan a su alcance para resolver un problema.

Oficialmente el Diccionario de la Lengua española de la Real Academia Española define la inteligencia, entre otras acepciones, como la “capacidad para entender o comprender” y como la “capacidad para resolver problemas”.