Jesús ¿realidad o ficción? - John Dickson - E-Book

Jesús ¿realidad o ficción? E-Book

John Dickson

0,0

Beschreibung

En Jesús ¿realidad o ficción? el historiador John Dickson expone cómo funciona la historia para que tengamos las herramientas para evaluar lo que podemos decir con confianza sobre figuras como el emperador Tiberio, Poncio Pilatos, el sumo sacerdote Caifás y, por supuesto, Jesús de Nazaret. John Dickson pregunta: ¿Qué podemos saber con certeza sobre el pasado? ¿Se puede considerar algo de la historia antigua como "hecho"? En particular, ¿con qué seriedad podemos tomar las fuentes históricas para la vida, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret? ¿Realmente vivió en Galilea y Judea del primer siglo, o es una figura legendaria? En este oportuno libro, el historiador Dr. John Dickson revela cómo funciona el campo de la historia, brindando a los lectores las herramientas para evaluar por sí mismos lo que podemos decir con confianza sobre figuras como el emperador Tiberio, Alejandro Magno, Poncio Pilato y, por supuesto, Jesús de Nazaret. Presenta la evidencia, los métodos y las conclusiones de los académicos convencionales, tanto cristianos como no, y hace algunas preguntas contemporáneas pertinentes, sin ofrecer respuestas insistentes: si Jesús realmente existió, ¿qué debemos hacer con sus propias afirmaciones y las de sus seguidores, y ¿qué significaría algo para nosotros hoy? Con la característica claridad y excelencia de la erudición, John Dickson examina las evidencias históricas de Jesús. Su estilo accesible y fuentes actualizadas hacen que sea una lectura obligada para cualquiera que se tome en serio la investigación de Jesús.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 220

Veröffentlichungsjahr: 2021

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Jesús

¿realidad

o ficción?

John Dickson

Editorial CLIE

C/ Ferrocarril, 8

08232 VILADECAVALLS

(Barcelona) ESPAÑA

E-mail: [email protected]

http://www.clie.es

Publicado originalmente en inglés por The Good Book Company, bajo el título Is Jesus History? por John Dickson.

© 2019 por John Dickson.

Traducido y publicado con permiso de The Good Book Company.

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917 021 970 / 932 720 447)».

El texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. Utilizado con permiso.

© 2021 por Editorial CLIE

JESÚS ¿REALIDAD O FICCIÓN?

ISBN: 978-84-18204-02-9

eISBN: 978-84-18204-03-6

Teología cristiana

Apologética

Acerca del autor

John Dickson es Licenciado en teología, Doctor en filosofía y juez de paz.

John comenzó su carrera como letrista profesional de canciones, pero ahora trabaja como escritor, conferenciante, historiador y presentador de medios. Es autor de más de quince libros y presentador de tres documentales televisivos sobre la historia del cristianismo. Entre 2007 y 2017 Fue director fundador del Australia’s Centre for Public Christianity.

Imparte un curso sobre los orígenes del cristianismo en la Universidad de Sídney y es Distinguished Fellow y Senior Lecturer in Public Christianity en el Ridley College, Melbourne. Es académico visitante en la Facultad de clásicos de la Universidad de Oxford (2017-2020), donde investiga el uso de la mnemotecnia en la educación del mundo antiguo.

En todo lo que hace John se esfuerza por abogar públicamente por la fe cristiana en una época de escepticismo. John, que cuando era pequeño perdió a su padre en un accidente aéreo, siempre ha sentido afinidad por las preguntas y las dudas más profundas de nuestro mundo. John vive en Sídney y valora a su esposa y a sus tres hijos por encima de cualquier otra cosa en su vida.

Este libro es una justificación clara, realista y amena para tener fe en el Jesús histórico. Está actualizado con la información académica más reciente, pero no confunde al lector con argumentos innecesarios. Lo recomiendo sinceramente.

Alanna Nobbs, profesora emérita

Departmento de Historia Antigua, Macquarie University, Sídney

John Dickson examina las evidencias históricas de Jesús haciendo uso de su claridad característica y sus excelentes conocimientos. Su estilo accesible y sus fuentes actualizadas convierten este libro en una lectura obligatoria para todos los que investiguen seriamente la figura de Jesús.

Dra. Amy Orr-Ewing

Directora de The Ofxord Centre for Christian Apologetics

En Jesús, ¿realidad o ficción?, un historiador nos desvela una visión panorámica de la historia como disciplina y compara lo que sabemos de Jesús con otros materiales antiguos. Se trata de un viaje fascinante que también descubre qué dicen las fuentes antiguas sobre Jesús frente a las objeciones de quienes afirman que no existió o que podemos saber pocas cosas de él. Esta lectura es un viaje muy aconsejable. Es muy posible que te lleve a pensar de una forma muy distinta sobre acontecimientos del pasado remoto que siguen influyendo en nuestro mundo actual.

Darrell Bock, Senior Research Professor,

Dallas Theological Seminary, Estados Unidos

Jesús, ¿realidad o ficción? es un libro breve y provocador. El estilo de John Dickson es atractivo y personal; a medida que vayas leyendo, podrás imaginar que estás tomándote un café (o una cerveza) con él y riéndoos de las idiosincrasias propias del campo de los estudios bíblicos, apreciando al mismo tiempo el trabajo que hacen los expertos. La verdad es que este libro trasluce un profundo respeto por los eruditos, de modo que sirve para explicar el estado actual de los debates dentro de este ámbito, que podrían complicar el concepto del lector medio sobre quién pudo ser Jesús de Nazaret. Los resúmenes que hace Dickson de las sorprendentes preguntas que ha formulado la gente sobre Jesús son científicos y convincentes, e invitan al lector a replantearse las cosas que daba por hechas y a reencontrar al Jesús histórico en el Jesús de la Biblia.

Mariam J. Kovalishyn

Regent College, Vancouver

Esta es una introducción eminentemente amena y relevante que desmonta muchas malas interpretaciones sobre los relatos de Jesús en los Evangelios.

Dr. David Wenham

Wycliffe Hall, Oxford

John Dickson combina una erudición de alto nivel con un estilo ameno y conversacional para exponer las evidencias antiguas que rodean al Jesús histórico. Jesús, ¿realidad o ficción? compara nuestra manera de confiar en las cosas que nos dicen nuestra familia, nuestros amigos y las diferentes fuentes de noticias con nuestro modo de fiarnos de testimonios antiguos de todo tipo, incluyendo la Retórica de Aristóteles, el Evangelio de Lucas y la sexta carta de Plinio el Joven sobre la erupción del monte Vesubio. El enfoque imparcial de Dickson sobre la evidencia invita a los lectores a sacar sus propias conclusiones sobre el Jesús de la historia.

Dr. Lynn Cohick

Presidente y decano del Denver Seminary

John Dickson es actualmente uno de nuestros guías más fiables sobre el trasfondo histórico de la vida de Jesús. Combina la erudición de un académico con la accesibilidad realista del mejor de los maestros. Este libro está lleno de revelaciones; es muy posible que a muchos les sorprenda descubrir cuánto revela el registro histórico acerca del hombre que actualmente constituye el punto focal de la fe de más de dos mil millones de personas.

Sam Allberry

Conferenciante y escritor

Índice

Introducción:El problema inevitable del cristianismo

1.Historia y realidad

2.La “fe” en la historia

3.Cómo hacer que me trague mi Biblia

4.La búsqueda histórica de Jesús

5.Profeta liberal, mártir sacrificado

6.¿Qué puede enseñarnos Alejandro Magno sobre la historia?

7.Retazos de Jesús

8.Pablo: ¿una llave maestra para acceder a Jesús?

9.Excavando cosas

10.Grandes expectativas

Epílogo: Jesús ¿realidad o ficción?

Bibliografía adicional

Introducción:El problema inevitabledel cristianismo

El cristianismo tiene un problema.

Puede que digas: “¿solo uno?”

A diferencia de otras religiones, el cristianismo arriesga su plausibilidad basándola en supuestos sucesos históricos. Los cristianos no solo dicen cosas inmateriales como “Dios te ama”, “todos necesitamos el perdón” y “el cielo está abierto para todos”. Ninguna de estas cosas ni otras por el estilo se pueden confirmar o falsificar en absoluto. Podemos reírnos de estas afirmaciones espirituales, pero no podemos rebatirlas ofreciendo evidencias de lo contrario.

Pero en realidad los cristianos no hablan así. Si escuchas con atención, a menudo les oirás decir cosas como: “Jesús vivió en la aldea galilea de Nazaret”; “tenía una gran reputación como sanador”; “en torno al año 30 d. C. provocó un escándalo en el templo de Jerusalén” o “fue ejecutado por orden de un gobernador romano llamado Poncio Pilato”; o incluso “unos días después de su crucifixión, el sepulcro, que estaba situado a las afueras de la ciudad, apareció vacío, y sus discípulos le vieron vivo”.

Este tipo de afirmaciones no son totalmente inmunes al escrutinio histórico. Hablan de épocas y de lugares que conocemos bastante bien. Interactúan con otros personajes (como Pilato) de quienes poseemos una información razonablemente sólida. Todos los supuestos sucesos tuvieron lugar dentro de un crisol cultural y político (la Galilea romana y Judea) del que conservamos miles de restos arqueológicos y cientos de miles de palabras, plasmadas en inscripciones antiguas y en documentos escritos.

Cuando alguien proclama algo tan intangible como “el amor universal de Dios”, está a salvo de todo análisis. Pero en cuanto dice que su hombre fue crucificado por el quinto gobernador de Judea, se mete en un terreno abierto a todos, y siempre habrá alguien que quiera poner en duda esa afirmación. ¡Y vaya si la ponen en duda!

ATACANDO LAS AFIRMACIONES

Ya hace unos cuantos años que algunos de los libros más vendidos han sido ataques a gran escala contra las afirmaciones del cristianismo, escritos por los ateos más brillantes de este mundo: Richard Dawkins, Christopher Hitchens, Michel Onfray, Lawrence Kraus, etc. Hitchens, que lamentablemente murió hace algunos años, hablaba de “la muy cuestionable existencia de Jesús” y de “la gran cantidad de invenciones” presentes en los relatos de los Evangelios que hablan de él, es decir, las biografías de Jesús que hoy tenemos en el Nuevo Testamento, la segunda parte de la Biblia cristiana. Hicthens seguía diciendo:

O bien los Evangelios son, en cierto sentido, una verdad literal, o todo este asunto es básicamente un fraude y, quizás ya puestos, un fraude inmoral. Bueno, puede afirmarse con certidumbre, y basándose en su propia evidencia, que los Evangelios no son, casi con toda seguridad, una verdad literal. Esto significa que muchos de los “dichos” y de las enseñanzas de Jesús son rumores de rumores de otros rumores, lo cual contribuye a explicar su naturaleza desordenada y contradictoria.1

Estas son palabras muy contundentes, y podemos encontrar afirmaciones parecidas a estas por toda la literatura atea popular escrita durante los últimos diez o veinte años. Y se trata de obras tan bien escritas (al menos, la prosa de Hitchens es fabulosa) que resulta fácil dejarse llevar y pensar que estos críticos públicos deben contar con un sólido núcleo de opiniones expertas que los respalde.

UNA FALSA IMPRESIÓN

La impresión con la que nos dejan estos escritores, adrede o no, es que los especialistas en el campo de la historia también hablan de “la muy cuestionable existencia de Jesús” o de “la gran cantidad de invenciones” presentes en los Evangelios. Pero esta impresión es radicalmente falsa. Todo el que hojee la literatura académica sobre el personaje de Jesús descubrirá enseguida que los estudiosos bien formados, independientemente de sus convicciones religiosas o irreligiosas, admiten que sabemos bastante sobre el influyente maestro de Nazaret.

A lo largo de los últimos 250 años se ha ido desarrollando toda una industria de “verificación” para validar las afirmaciones de Jesús de Nazaret. Hoy día el estudio del “Jesús histórico” es una amplia disciplina secular que figura en las principales universidades de todo el mundo, incluyendo las dos con las que he estado más estrechamente relacionado: la Universidad Macquarie y la Universidad de Sídney, en Australia.

Aunque sin duda hay muchos cristianos dedicados a esta subdisciplina de la historia antigua, en ella también trabajan muchos cristianos a medias, ex cristianos y expertos judíos (hay muchos eruditos que profesan esta religión), así como agnósticos y ateos confesos. Esto dificultad sobremanera que cualquiera que escriba y trabaje en este campo se salga con la suya si publica teología disfrazándola de historia, o dé prioridad a los documentos bíblicos antes que a los que no lo son, o afirme que podemos “demostrar” la mayoría de cosas que dice el Nuevo Testamento sobre Jesús.

Es posible que el proceso de revisión por pares (según el cual los expertos publican sus trabajos en diarios profesionales solo después de que los hayan verificado dos o más eruditos probados, independientes y anónimos) no sea infalible, pero sin duda filtra todo ensayo propagandístico. También reduce el riesgo de que surjan tesis fraudulentas, y hace que los eruditos sean conscientes en todo momento de las reglas del juego de la historia.

LOS INTERESES CREADOS

Al mismo tiempo, fuera de las universidades y en la calle, este tema está envuelto en tantas emociones e intereses creados que algunas personas no están dispuestas a aceptar ninguna declaración que apunte, aunque sea vagamente, en la dirección de la historicidad de Jesús. El otro día colgué en una red social una famosa afirmación sobre Jesús que hizo el gran Albert Einstein, y provocó una tremenda reacción por parte de mis amigos y seguidores escépticos.

El gran físico fue entrevistado en 1929 por el periodista George Viereck y, entre muchas otras cosas, este le hizo preguntas sobre algunos temas religiosos. Es bien sabido que Einstein despreciaba “la religión revelada” tachándola de pueril; ni siquiera le atraía el concepto de un Dios personal. Su postura religiosa consistía en poco más que en una difusa intuición de que más allá de las leyes naturales debía haber “algún espíritu infinitamente superior y dotado de raciocinio”. Me parece una conclusión justa.

Pero lo que molestó a mis amigos ateos fue la admiración que sentía Einstein por el personaje histórico (sí, personaje histórico) que figuraba en los Evangelios del Nuevo Testamento. Este es un extracto de la entrevista:

Viereck:¿Hasta qué punto se ha visto influido por el cristianismo?

Einstein:De niño recibí instrucción tanto sobre la Biblia como sobre el Talmud. Soy judío, pero me siento cautivado por la figura luminosa del Nazareno.

Viereck:¿Acepta la existencia histórica de Jesús?

Einstein:¡Es incuestionable! Nadie puede leer los Evangelios sin sentir la presencia real de Jesús. Su personalidad late en cada palabra. No hay ningún mito que posea tanta vida. Qué diferente es, por ejemplo, la impresión que recibimos cuando leemos un relato de los héroes legendarios de la antigüedad, como Teseo. Teseo y otros héroes de su estilo carecen de la auténtica vitalidad de Jesús.2

La admiración que sentía Einstein por Jesús y su confianza en que Jesús era un personaje histórico suponen un agradable contraste frente al dogmatismo más reciente de los ateos que escriben libros superventas, y quizá este sea el motivo por el cual mis amigos escépticos de las redes sociales se resistieron tanto a aceptar que el gran físico llegase a pronunciar aquellas palabras tan halagadoras sobre el fundador del cristianismo.

Hubo algunos que, literalmente, me sugirieron que la entrevista misma de Viereck era un fraude, aunque (como les indiqué) aparece publicada en una de las revistas más leídas en Estados Unidos en el siglo XX.

Tuve que escarbar entre los archivos y publicar fotos de las páginas relevantes de la entrevista para que algunos se creyeran que Einstein concedió esa entrevista. Ni siquiera entonces sé si otras personas lo aceptaron o no. ¡Este es el poder que tienen nuestras preferencias para moldear nuestras creencias! Más adelante seguiremos hablando de este problema.

En parte, este libro es una arrojada defensa de la materia misma de la historia, además de ser (espero) una exposición imparcial sobre una vida histórica en concreto. Pregunto: “Jesús, ¿realidad o ficción?”, pero también “¿cómo y por qué funciona la historia como disciplina?”

Estudiaremos manuscritos antiguos y también métodos modernos. Examinaremos el papel de la “fe” o la “confianza” en todos los proyectos académicos, incluyendo la ciencia. También perfilaremos brevemente qué podemos decir confiadamente sobre personajes históricos como el emperador Tiberio, Poncio Pilato, el sumo sacerdote Caifás y, por supuesto, Jesús de Nazaret, todos los cuales coincidieron durante un periodo breve de sus vidas a finales de la segunda década y principios de la tercera de lo que llamamos el siglo primero.

1. Christopher Hitchens, God is Not Great: How Religion Poisons Everything (Twelve, 2007), pp.114-121. Traducido al español como Dios no es bueno: alegato contra la religión. (Editorial Debate, 2008).

2. “What Life Means to Einstein”, Saturday Evening Post, 26 de octubre de 1929.

1

Historia yrealidad

Durante aproximadamente los últimos diez años he llevado colgado de una cadena en el cuello un denarius de plata. En el siglo primero, esta moneda romana equivalía más o menos al salario de un día, aunque hoy vale un poco más. La mía lleva en una cara (el anverso) la efigie del emperador Tiberio, y en la otra (el reverso) la de su madre, Livia. Esto nos dice que la acuñaron en algún momento entre los años 14 y 37 d. C. (según parece, en la ceca de Lyon), dado que las fechas del reinado de Tiberio están firmemente establecidas.

En parte, llevo este trocito de historia romana por motivos sentimentales. Es la moneda a la que Jesús de Nazaret se refirió en una cita famosa (habló del nombre, no de mi moneda) cuando le preguntaron si los judíos de Judea tenían que pagar impuestos a Roma. “¿De quién es esta inscripción?”, preguntó señalando el denario. “De César”, respondieron todos a una. “Entonces dad a César lo que es de César”, respondió él, “y a Dios lo que es de Dios”. Es una respuesta muy astuta, que tiene todo tipo de consecuencias fascinantes para la separación entre Iglesia y Estado. Con el paso de los años, mi colgante antiguo ha provocado algunas conversaciones graciosas, normalmente cuando alguien me pregunta: “¿Qué llevas colgado al cuello? ¿Es un san Cristóbal o algo así?”.

UN PUENTE AL PASADO

Pero también llevo esa moneda por motivos más intelectuales. Para mí es un recordatorio poderoso de que el pasado antiguo es tan real y sólido (o fue otrora tan real y sólido) como ese trozo de metal que pende de mi cuello.

A menudo lo tomo entre los dedos y doy rienda suelta a la imaginación. Quizá entregaron esta moneda a un obrero tras su brutal jornada de doce horas en las minas de ceniza de Nápoles. O quizá un senador se la arrojó a sus músicos después de una ejecución especialmente lograda de “La canción de Sicilo” (todo un éxito en sus tiempos, con un estribillo que decía “disfruta de la vida mientras la tengas”). ¿Qué alimentos compró mi moneda? ¿Cuántas copas de vino bebió alguien a cambio de ella, en cuántas ciudades distintas? ¿Qué sórdidos negocios se pagaron con ella? ¿La robaron alguna vez? ¿Y quién fue el pobre desventurado que acabó perdiéndola en el lodo, de donde alguien la recuperó casi veinte siglos más tarde?

Por supuesto, podemos especular indefinidamente, pero lo que quiero decir es algo más fundamental: el trabajo, las vidas, los amores, la música, la comida, los escándalos y los accidentes del siglo I fueron en cierto momento tan reales como la moneda que llevo al cuello, y tan tangibles como todo lo que olemos, gustamos, palpamos, oímos y vemos hoy.

Mi moneda es una especie de puente al pasado. Sus inscripciones son una evidencia vívida del concepto que tenían los romanos de sus emperadores: las palabras en latín grabadas en los márgenes dicen divi Augusti filius, “hijo del dios Augusto” (el padre adoptivo de Tiberio).

El retrato es poco realista: cada emperador tiene un aspecto totalmente diferente, y según nuestra manera de pensar en su mayoría eran bastante feos. Si buscas “denario emperador Nerón” en Google me entenderás. Tiberio puso a su madre en el reverso de sus monedas, idealizada como la diosa Pax (la paz). Parece un acto de ternura, pero es algo más complejo. Es posible que él le debiera algún favor, porque abundaban los rumores de que ella se había “encargado” de un par de rivales potenciales. Más concretamente, su presencia en una moneda tan habitual subraya lo que dicen todos los escritos antiguos: aquella mujer era una participante de peso en la política de Roma, desde el momento en que se divorció de su primer marido para casarse con Augusto en el 39 a. C. hasta su muerte en 29 d. C. Estas son cosas que podemos afirmar con un alto grado de seguridad.

La historia es real. No hablamos de la Tierra Media o de “una galaxia muy, muy lejana”. Forma parte de la historia de este mismo planeta en el que vivimos hoy. Además, todos nosotros estamos biológicamente relacionados con las personas que vivieron en el mismo periodo (y puede que en el mismo lugar) y a las que estamos estudiando en este libro. Cada uno de nosotros tiene una tátara-, tátara- (repitámoslo unas cuarenta veces) abuela que vivió, trabajó, deseó, se lamentó y se rio en el mismo momento (a finales de la segunda década del siglo I) en que murió Livia, gobernaba Tiberio, Poncio Pilato incordiaba a los habitantes de Judea, Jesús enseñaba a las multitudes en Galilea y el prolífico escritor Plinio el Viejo (23-79 d. C) empezaba la escuela primaria.

LO QUE PUEDE DECIRNOS UN 1% DE EVIDENCIAS

La historia no es solo real: también es conocible. Por supuesto, no totalmente conocible. Probablemente hoy queda menos del 1% de los restos antiguos. Pero ese 1% basta para ofrecernos una visión muy valiosa de las vidas de los hombres y las mujeres del primer siglo. Prueba a hacer este experimento intelectual…

Imagina que unas personas que vivieran dentro de dos mil años excavasen en Londres y encontrasen el 1% de los diarios Daily Mail, un 1% de las estatuas y las inscripciones urbanas, un 1% de los tiques de Marks & Spencer, un 1% de los documentos del Parlamento en Westminster y un 1% de las cartas perdidas en el Centro Nacional de Devoluciones del Correo Real. Aunque para los historiadores del futuro buena parte de la vida en Londres en 2019 seguiría siendo una incógnita, hay muchísimas otras cosas que podrían descubrir fácil y fidedignamente.

Conoceríamos los nombres de bastantes de los líderes de Gran Bretaña y también del resto del mundo. Descubriríamos algunas de las cosas que la gente valoraba y quería recordar. Nos haríamos una idea del tipo de alimentos que tomaban las personas, cuánto costaban las cosas y, en general, cómo se gastaban el dinero los londinenses. Y gracias únicamente a una pequeña selección de documentos gubernamentales y de correspondencia privada obtendríamos una imagen bastante precisa de al menos algunas facetas de la vida en 2019.

Además de estas impresiones generales del Londres del siglo XXI, los historiadores del año 4019 tendrían retratos muy detallados de individuos concretos, algunos famosos y otros desconocidos. Como es lógico, podrían decir muchas cosas fiables sobre el Primer Ministro o sobre la reina, pero solo haría falta que se produjera el hallazgo casual de un puñado de cartas de unos pocos individuos para elaborar un relato detallado, íntimo incluso, de las vidas de los hombres y las mujeres ordinarios de esa época.

INCOMPLETO PERO ÍNTIMO

La historia antigua viene a ser así; nos frustra porque es incompleta, pero resulta notablemente íntima. Aunque, por ejemplo, disponemos de relatos biográficos formales de Tiberio, así como de monedas e inscripciones que llevan su nombre y su título, no tenemos ni un solo ejemplar de la correspondencia personal del emperador. Sin embargo, de un periodo ligeramente posterior se han conservado 121 cartas de Plinio el Joven (sobrino del Plinio mayor) dirigidas a diversos amigos y colegas, incluyendo un buen número de respuestas del emperador de su época (Trajano). Esas cartas son un valioso tesoro de imágenes entresacadas de los pensamientos, el trabajo, las cacerías, los hábitos de lectura, las vacaciones, los amores, las esperanzas y los temores de un aristócrata romano.

Por poner un ejemplo más cercano a los primeros cristianos, disponemos de una sólida evidencia general de que el rabino judío más influyente en la Judea romana fue un erudito llamado Hillel. Lamentablemente, no contamos con ninguna carta de este hombre, que fue, a decir de todos, un gigante intelectual del movimiento conocido como los fariseos.

Por el contrario, tenemos cerca de 30 000 palabras de la correspondencia de un joven fariseo (solo unas pocas décadas posterior a Hillel) llamado Saulo de Tarso. Es más conocido como “el apóstol Pablo”, autor de numerosas cartas contenidas hoy en el Nuevo Testamento. Estas cartas, aunque hoy se leen principalmente por su contenido teológico, nos ofrecen una enorme cantidad de información aleatoria sobre el lenguaje, la retórica, la religión, la historia social, los viajes y las costumbres (judías, griegas y romanas) del siglo I, además de sobre la vida interior de un hombre nacido judío, educado como griego, y responsable de propagar el mensaje cristiano por toda Asia Menor (Turquía), Grecia y más allá.

Podríamos añadir muchísimos más ejemplos como este durante el resto del libro, pero seguramente la idea ya ha quedado lo bastante clara. El pasado histórico es un lugar auténtico en el mapa de la experiencia humana, tan real como la moneda que pende de mi cuello, y aunque hay muchas cosas que nunca sabremos de la antigua Roma o Jerusalén, han sobrevivido suficientes documentos y objetos de aquel periodo como para proporcionarnos juicios firmes sobre muchas cosas del siglo primero, incluyendo aquellas que constituyen el epicentro de este libro.

CÓMO SABEMOS LO QUE SABEMOS

De la misma manera que los escritores Tácito y Suetonio nos legaron un estupendo material biográfico sobre Tiberio, al menos cuatro individuos escribieron la biografía de Jesús de Nazaret. Una vez más, igual que las numerosas cartas en latín de Plinio el Joven nos ofrecen una visión excelente de la vida y el pensamiento de un romano bien relacionado y de sus amigos, un puñado de cartas en griego que redactó Saulo (convertido en Pablo) ofrece evidencias detalladas de los inicios de lo que llegaría a llamarse “cristianismo”.

Por lo que respecta al método y al juicio históricos, no existe diferencia alguna entre estos dos ejemplos. La diferencia estriba simplemente en que las afirmaciones históricas sobre Plinio no vienen cargadas con un equipaje psicológico o emocional. Por ejemplo, ¿a quién le importa que Plinio recomendase llevar libros a las cacerías en el bosque por si el cazador se aburría? Por el contrario, los juicios históricos sobre la persona de Jesús, aunque sean igual de fáciles de emitir que los juicios sobre Plinio, vienen lastrados por un incómodo bagaje sobre Dios, la vida auténtica, el cielo y el infierno, y todo lo demás.

El truco consiste en realizar una evaluación histórica sin permitir que nuestras sensibilidades psicológicas o morales se interpongan en nuestro camino o nos desvíen del rumbo. El mero hecho de que no creamos, por ejemplo, en “el pecado” o “Dios”, no quiere decir que debamos dudar de la evidencia de que Jesús habló sobre el pecado y enseñó que Dios nos ofrece el perdón.

UN LIBRO DE HISTORIA

Este es un libro de historia; es un intento de explicar cómo sabemos algo sobre un personaje histórico como Jesús o Pablo, y también algo de lo que sabemos. Utilizo el verbo “saber” deliberadamente. Las conclusiones de la historia, incluyendo la historia de Jesús, son sabidas. Por eso a la historia se la solía llamar “ciencia”, procedente del latín scientia o “conocimiento”. Es un hecho evidente que quienes se especializan en este periodo, sea cual sea su afiliación religiosa o falta de ella, están aplastantemente de acuerdo en que sabemos bastantes cosas de Jesús. La conclusión de E. P. Sanders, de Duke University, en su obra clásica La figura histórica de Jesús, sería aceptable para la mayoría de los expertos seculares que trabajan actualmente en este campo:

No existen dudas sustanciales sobre el curso general de la vida de Jesús: cuándo y dónde vivió, aproximadamente cuándo y dónde murió, y el tipo de cosas que hizo durante su actividad pública.3

A Sanders no le gusta la apologética cristiana ni la teología disfrazada de historia. Este erudito, que durante los últimos treinta años ha sido uno de los líderes seculares