Juego limpio - Tove Jansson - E-Book

Juego limpio E-Book

Tove Jansson

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Beschreibung

Mari es escritora, Jonna es artista. Mari y Jonna comparten la vida desde hace décadas, una vida de trabajo, pero también de deleite y a veces de consternación. Discuten, sobre arte, sobre sus padres. Se critican el trabajo, a veces con amabilidad, otras con dureza. Se ríen, ven películas, recuerdan su juventud, pasan tiempo en la cabaña de la isla, o viajan por los Estados Unidos. Cada una conoce perfectamente los hábitos de la otra y los respeta. Pero de vez en cuando aparecen personas o cosas que alteran el equilibrio. Saben que no todo se puede controlar, incluso en la isla más pequeña. Se ponen celosas. Se vuelven irascibles. Pero ante todo siguen su impulso estético y creativo, siempre. Juego limpio es un retrato de la más íntima de las relaciones humanas. Una novela sobre el amor entre dos mujeres que simplemente envejecen, convencidas de que lo que importa es el viaje y la compañía, la libertad y el juego, y el acuerdo mutuo. Una novela en la que no parece suceder mucho, ni decirse demasiado. Pero se trata de Tove Jansson: la contracara de ese silencio es una voz insoslayable, y la otra cara de que en apariencia no pase mucho, es que absolutamente todo está pasando. Y así es como una vida se convierte en arte. "Esta novela trata de la creatividad: de cómo tomar un día y hacerlo realmente nuevo y fresco, sin importar la edad que tengas o la vida que lleves" (Ali Smith). "Jansson revela las ambigüedades de cada encuentro. No hay juicios morales fáciles. Sólo el mejor arte puede mostrarnos tantos matices psicológicos y hacerlos visibles con tanta claridad" (Harper's). "Un libro sobre el amor, tierno, excéntrico y ferozmente independiente. Es un privilegio leerlo" (Esther Freud). "La honestidad y el espíritu de juego son el corazón de esta deliciosa novela... Jansson tiene la capacidad de incluir ingenio y sabiduría en relatos aparentemente sencillos. Estas astutas y luminosas historias son tan refrescantes como un chapuzón en los fríos mares finlandeses" (The Guardian).

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Sobre Juego limpio

Mari es escritora, Jonna es artista y comparten la vida desde hace décadas. Una vida de trabajo, pero también de deleite y a veces de consternación. Discuten, sobre arte, sobre sus padres, se critican sus obras, a veces con amabilidad, otras con dureza. Se ríen, ven películas, pasan tiempo en la cabaña de la isla, viajan por los Estados Unidos. Cada una conoce perfectamente los hábitos de la otra y los respeta. De vez en cuando aparece algo que altera el equilibrio. Saben que hay cosas incontrolables, incluso en la isla más pequeña. Se ponen celosas. Se vuelven irascibles. Pero ante todo siguen sus impulsos estéticos y creativos, siempre.

Juego limpio es un retrato de la más íntima de las relaciones humanas. Una novela sobre el amor entre dos personas que simplemente envejecen convencidas de que lo que existe es el viaje y la compañía, la libertad y el juego, y el acuerdo mutuo.

Una novela de acciones mínimas, donde no parece decirse demasiado. Pero se trata de Tove Jansson: la contracara de ese silencio es una voz insoslayable, y el reverso de la aparente calma, la efervescencia de las emociones, la evidencia de que absolutamente todo está pasando. Y así es como una vida se convierte en arte.

Tove Jansson

Escritora y artista finlandesa, alcanzó la fama como la creadora de las historietas de los Mumin, escritas e ilustradas entre 1945 y 1970 y traducidas a lo largo de los años a más de 50 idiomas. Pero los Mumin son solo una parte de su prodigiosa producción. Ya admirada en los círculos artísticos nórdicos como pintora, dibujante e ilustradora, escribiría en la última etapa de su vida una serie de novelas y cuentos para adultos, entre ellos El libro del verano (1972), sin duda su obra más emblemática de ese período, y que puede verse como reflejo de su minuciosa observación de los sonidos, imágenes y sensaciones de los veranos pasados en la isla en la que vivió gran parte de su vida, en íntimo contacto con el mundo natural. Su amor por la naturaleza y su insistencia en la libertad de perseguir su arte atraviesan toda su obra. Su lema era “Trabajo y amor” y lo sostuvo con intransigencia y alegría hasta el final.

Fotografía: ©Moomin Characters™

COMPAÑÍA NAVIERA ILIMITADA es una editorial que apuesta por la buena literatura, por las buenas historias bien contadas. Con la convicción de que los libros nos vuelven mejores y nos ayudan a soñar, a ver el mundo, y todos los mundos dentro de él, de otra manera. A pensar que un mundo diferente es posible.

Los autores, editores, diseñadores, traductores, correctores, diagramadores, programadores, imprenteros, comerciales, administrativos y todos los demás que de alguna manera colaboramos para que los libros de Naviera lleguen a los lectores de la mejor forma ponemos mucho trabajo y amor.

Tu apoyo es imprescindible.

Seamos compañeros de viaje.

Juego limpio

Tove Jansson

Traducción del sueco por Christian Kupchik

Jansson, Tove

Juego limpio / Tove Jansson.

1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Compañía Naviera Ilimitada, 2022.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

Traducción de: Christian Kupchik.

ISBN 978-987-48191-7-8

1. Literatura Contemporánea. 2. Narrativa Finlandesa. 3. Novelas. I. Kupchik, Christian, trad. II. Título.

CDD 894.5413

This work has been published with the financial assistance of FILI – Finnish Literature Exchange

Título original: Rent Spel

© Tove Jansson, 1989

Published in the Spanish language by arrangement with Rights & Brands and Casanovas & Lynch

© Compañía Naviera Ilimitada editores, 2021, 2022

© Christian Kupchik, de la traducción, 2021

Diseño de tapa: Ariana Jenik

Primera edición impresa: diciembre de 2021

Primera edición digital: marzo de 2023

ISBN de edición impresa: 9978-987-48191-6-1

ISBN de edición digital: 978-987-48191-7-8

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin la autorización por escrito del editor.

Compañía Naviera Ilimitada editores

Pje. Enrique Santos Discépolo 1862, 2º A

(C1051AAB), Ciudad de Buenos Aires, Argentina

[email protected]

www.cianavierailimitada.com

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Índice

Cambiar imágenes

Videomanía

Sobre la idea del cazador

Alimento para gatos

Una vez en junio

Niebla

Killing George

Viajes con la Konica

Western clase B

En la gran ciudad de Phoenix

Wladyslaw

Fuegos artificiales

Cementerios

La alumna de Jonna

Viktoria

Estrellas

La carta

Cambiar imágenes

Jonna tenía la feliz costumbre de despertarse cada mañana como si una nueva vida se extendiera ante ella intacta, limpia, hasta el anochecer, rara vez ensombrecida por las preocupaciones o los errores del día anterior.

Otra cualidad, o más bien un don igual de sorprendente, era la abundancia de ideas inesperadas e independientes unas de otras que le surgían y florecían con una fuerza extraordinaria durante un tiempo hasta que de repente eran barridas por un nuevo impulso que reclamaba su indiscutible lugar. Como ocurría ahora con este asunto de los marcos. Varios meses atrás, Jonna había decidido enmarcar algunas obras de otros artistas que Mari tenía en las paredes. Quedaron muy bonitas, pero cuando ya estaban listas para colgar, nuevas ideas se apoderaron de Jonna y los cuadros quedaron olvidados en el piso, desparramados aquí y allá. “Por el momento”, dijo Jonna. “Y por cierto, toda tu colección debería cambiar de lugar, de arriba abajo. Así como está resulta irremediablemente convencional”.

Mari esperó y no dijo nada. En realidad, se sentía bien teniendo cosas sin terminar a su alrededor, un poco como si acabara de mudarse y no encontrara motivos para tomarse las cosas tan en serio. A lo largo de los años había aprendido a no interferir en los planes que Jonna trazaba con una misteriosa mezcla de perfeccionismo y despreocupación, una extraña combinación que nadie puede comprender de la manera correcta. A algunas personas simplemente no se las debe molestar con respecto a sus inclinaciones, ya sean grandes o pequeñas; un recordatorio inoportuno puede hacer que el entusiasmo se convierta al instante en malestar y todo se estropee.

Trabajar de forma profesional en una reclusión sagrada, libre de cualquier tipo de interrupciones. Jugar y dar forma a todo tipo de materiales, un juego que, de improviso, de manera casi caprichosa, parecía volverse irresistible hasta excluir cualquier otra actividad. Ponerse a arreglar todo lo que se rompía en la casa, o incluso en la casa de amigos poco hábiles para las cuestiones prácticas, como si la invadiera una necesidad repentina por hacer algo útil, ya sea para embellecerlo o, tan solo, y para alivio de todos, descartarlo. Períodos de intensa lectura, obstinada, día tras día. Otros en los que no importaba nada más que escuchar música. Por nombrar solo algunos de los períodos de Jonna. Y cada uno estaba claramente delimitado por un par de jornadas de extrema inquietud y aburrimiento, días indefinidos que buscaban un nuevo rumbo. Siempre era igual y no podía ser de otra manera: durante esos días vacíos, libres de toda intrusión, cualquier sugerencia o consejo era totalmente impensable.

En cierta ocasión, Mari dijo: “Solo haces lo que te gusta”. “Por supuesto”, dijo Jonna, “claro que sí”. Y le sonrió a Mari un poco sorprendida.

Ahora había llegado aquel día de noviembre en que todo en el estudio de Mari sería renovado, reorganizado y dotado de un significado completamente nuevo. Gráficos, pinturas, fotografías, dibujos infantiles y un montón de pequeños y preciados objetos colgados con reverencia y que con el paso del tiempo habían perdido memoria y sentido. Mari ya se había provisto de martillos, clavos y ganchos para cuadros, alambres de acero, un nivel y otra gran cantidad de herramientas. Jonna solo había agarrado la cinta métrica.

—Comenzaremos con el muro de honor —dijo Jonna—. Por supuesto, todo debería guardar la más estricta simetría. Pero la abuela y el abuelo están demasiado lejos el uno del otro; además, puede llover sobre el abuelo por el caño de la calefacción. Y la pequeña acuarela de tu madre ahí se pierde, tendría que estar más arriba. Ese espejo de mano es una idiotez, no encaja, debemos mantener cierta austeridad. La espada funciona, aunque es un poco patética. Toma esto y mide, serán seis y medio o siete. Dame las cosas.

Mari le dio el punzón y vio cómo la pared recuperaba un equilibrio que ya no era el tradicional, sino uno casi desafiante.

—Ahora —dijo Jonna—, ahora quitaremos estas pequeñas cosas que en realidad no te importan. Hay que liberar las paredes. Esta será una exhibición sin tantas chucherías por todas partes. Ponlas en una de tus cajas de mimbre o envíalas a algún museo infantil u otra institución por el estilo.

Mari pensó rápidamente si debía sentirse ofendida o aliviada. Como no podía decidirse, no dijo nada.

Jonna siguió adelante. Bajó algunas cosas de las paredes y las volvió a colocar; sus martillazos marcaban el comienzo de una nueva era.

—Lo sé —dijo—, no es fácil negar lo que se supone es parte de uno. Pero sin embargo descartamos palabras, páginas enteras, historias largas e imposibles y se siente bien una vez que lo hemos hecho. Lo mismo sucede cuando descartamos una imagen, la justificación de una imagen para estar colgada en una pared. La mayoría de esto ha estado aquí durante tanto tiempo que ya no lo ves. Las mejores cosas que tienes no las ves. Y se anulan unas a otras porque están colgadas de forma incorrecta. Mira, acá hay algo mío y ahí un dibujo tuyo. Fíjate cómo chocan, cómo se molestan. Necesitan distancia, es fundamental. Los diferentes períodos deben estar separados por cierta distancia, a menos que se junte para crear algún efecto. Es algo que sencillamente debería sentirse... Cuando la gente pasea sus ojos por una pared cubierta de imágenes, debería encontrarse con algo que la sorprenda. No hay que ponérselo demasiado fácil. No hay que permitirles recuperar el aliento, sino lograr que vuelvan a mirar, que no lo puedan evitar, que se detengan a pensar, que se enojen incluso... Ahora vamos a darle una mejor iluminación a nuestros colegas. ¿Por qué dejaste tanto espacio aquí?

—No lo sé —dijo Mari. Pero sí lo sabía. De pronto, comprendió muy bien que en el fondo no le agradaban en absoluto los colegas que habían hecho esas obras innegablemente buenas. Mari se dio cuenta. Mientras observaba a Jonna colgar de nuevo las imágenes, sintió que ahora muchas cosas, incluida su vida en común, encontraban la perspectiva adecuada y su lugar, un resumen expresado en distancia o agrupamiento evidente. La habitación cambió por completo.

Cuando Jonna se llevó la cinta métrica a casa, Mari se quedó pensando maravillada toda la noche lo fácil que es al final entender las cosas más simples.

Videomanía

Vivían cada una en el extremo opuesto de un departamento ubicado en un gran edificio cerca del puerto. Entre sus estudios se encontraba el ático, una impersonal tierra de nadie de pasillos altos con puertas de madera cerradas a ambos lados. A Mari le gustaba vagar por el ático, dibujaba un necesario intervalo de neutralidad entre sus dominios. Podía detenerse en el camino para escuchar la lluvia sobre el techo de chapa, observar cómo la ciudad se iba iluminando, o bien detenerse ahí por el simple placer de hacerlo.

Nunca se preguntaban: “¿Pudiste trabajar hoy?”. Tal vez lo hacían veinte o treinta años atrás, pero poco a poco aprendieron a no hacerlo. Hay espacios vacíos que deben ser respetados; esos períodos con frecuencia largos en los que uno no logra ver una imagen o encontrar las palabras y necesita estar solo.

Cuando Mari entró, Jonna estaba subida a una escalera colocando estantes en el pasillo. Mari sabía que cuando Jonna comenzaba a poner nuevos estantes, se acercaba un período de trabajo. Estaba claro que el vestíbulo era increíblemente pequeño y estrecho, pero ese dato parecía irrelevante. La última vez fueron estantes en el dormitorio y el resultado había sido una muy buena serie de grabados en madera. De pasada, miró hacia el baño, pero Jonna no había puesto el papel de impresión en remojo. Aún no. Siempre antes de poder dedicarse en paz a su trabajo gráfico destinaba un tiempo a la impresión de series anteriores que había descuidado, que había dejado de lado para concentrarse en nuevas ideas. Se sabe que los momentos de gracia creativa pueden ser breves. De repente y sin previo aviso, las imágenes desaparecen o son ahuyentadas por alguna interferencia, alguien o algo que corta de manera irremediable el frágil deseo de capturar una observación, una intuición.

Mari volvió al pasillo y dijo que había comprado leche y papel de cocina, dos bifes y un cepillo de uñas, y que estaba lloviendo.

—Bueno —dijo Jonna, aunque en realidad no había escuchado nada—. ¿Podrías sostener la otra punta un segundo? Gracias. Es un nuevo estante para videos. Nada más que videos. ¿Mencioné que esta noche tenemos a Fassbinder? ¿Qué te parece? ¿Deberían llegar hasta la puerta?

—Sí, mejor. ¿A qué hora?

—Nueve y veinte.

A las ocho en punto recordaron la invitación de Alma. Jonna la llamó.

—Lamento llamar para cancelar tan tarde, pero esta noche está Fassbinder. Y es la última vez. ¿Qué dijiste? ¿Cómo? No, no funcionará. Tenemos que estar para cortar las publicidades. Por supuesto que es una pena, pero sabes cómo odio esos comerciales, pueden arruinar toda la película. Saluda a los demás. Nos vemos... Bueno, lo haré. Diviértanse. Adiós.

—¿Se enojó? —preguntó Mari.

—Bueno, algo. La pobre aparentemente no tiene idea de quién es Fassbinder.

—¿Deberíamos desconectar el teléfono?

—Como quieras... igual, nadie va a llamar. Ya aprendieron. Y en todo caso, no hace falta contestar.

Las tardes de primavera eran más largas y resultaba difícil oscurecer la habitación. Se sentaron cada una en su silla a esperar a Fassbinder en silencio como señal de respeto. De la misma manera habían esperado sus encuentros con Truffaut, Bergman, Visconti, Renoir, Wilder y los demás invitados de honor, cada uno seleccionado y coronado por Jonna, el mejor regalo que podía darle a su amiga.

Con el tiempo, esas noches de video se habían vuelto muy importantes en la vida de Jonna y Mari. Cuando las películas llegaban al final, hablaban de ellas, en detalle y con toda seriedad. Jonna colocaba el video en un estuche previamente decorado con textos e imágenes, copias de la filmoteca que había reunido a lo largo de toda su vida. El video ocupaba entonces su lugar de privilegio en los estantes reservados para ellos; una hermosa superficie continua de colores apagados y oro; una pequeña bandera en la parte posterior indicaba el país donde se había realizado la película. Era muy raro que Jonna y Mari tuvieran tiempo para volver a ver esas películas por segunda vez. Había una avalancha de nuevos films que aguardaban ser atendidos. Hacía tiempo que todos los estantes de la casa estaban colmados. Los del pasillo, en realidad, eran una necesidad.

Las películas más cercanas al corazón de Jonna