La dama del perrito - Antón Chéjov - E-Book

La dama del perrito E-Book

Anton Chejov

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Beschreibung

Por tópico que parezca, La dama del perrito sigue siendo el cuento más popular de Antón Chéjov, y tal vez el mismo autor lo sabía pues, aunque se publicó en 1899, su escritura empezó desde 1896, y para su publicación en la revista Pensamiento Ruso requirió cuatro revisiones del autor. Considerado el mejor cuento de la literatura universal, La dama del perrito narra la historia de un amor que toma el ritmo de la pasión a costa de todo. Es la obra más lírica de Chéjov, en la que se muestra cómo en un instante la vida puede verse transformada por el amor.

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Traducción TATIANA SHVALIOVA

ANTÓN CHÉJOV

Ilustraciones RICARDO PELÁEZ

Primera edición, 2019 [Primera edición en libro electrónico, 2020]

Coordinador de la colección: Luis Arturo Salmerón Sanginés Ilustraciones de portada e interiores: Ricardo Peláez

D. R. © 2019, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

Comentarios: [email protected] Tel.: 55-5227-4672

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

ISBN 978-607-16-6633-8 (ePub)ISBN 978-607-16-6443-3 (rústico)

Hecho en México - Made in Mexico

ÍNDICE

Portada

Portadilla

Legal

I

II

III

IV

I

Decían que en el paseo marítimo había aparecido un nuevo personaje: una dama con un perrito. Dmitri Dmitrich Gúrov, que ya había pasado dos semanas en Yalta y se había acostumbrado, empezó a interesarse por caras nuevas. Sentado en un pabellón de Varnet, vio pasar a una mujer joven y rubia, de estatura mediana, que llevaba una boina; un pomerano blanco corría detrás de ella.

Se encontró con ella otras veces, en el jardín público y en la plaza… Paseaba sola, con la misma boina y con el mismo pomerano. Nadie la conocía y la llamaban simplemente “la dama del perrito”.

—Si está aquí sin su marido y amigos —pensaba Gúrov—, no estaría mal trabar trato con ella.

Gúrov aún no había cumplido cuarenta años, pero ya tenía una hija de doce y dos más en la escuela. Lo habían casado cuando era un joven estudiante y cursaba el segundo año, y ahora su mujer parecía doblarle la edad. Ella era una mujer alta, de cejas oscuras, recta y majestuosa, y, como ella misma decía, intelectual. Leía mucho, usaba la ortografía nueva, no llamaba a su marido Dmitri sino Dimitri, y él en secreto la consideraba de cortos alcances, limitada, con falta de elegancia; le tenía miedo y no le gustaba estar en casa. Comenzó a engañarla desde hacía tiempo, lo hacía con frecuencia y probablemente por eso hablaba mal de las mujeres. Cuando empezaban a hablar de ellas en su presencia, siempre las llamaba “la raza inferior”. Creía que su experiencia amarga le permitía llamarlas como quisiera, aunque no podía prescindir de “la raza inferior” ni dos días. Estando en compañía de otros hombres se aburría, incómodo, no sabía de qué hablarles ni cómo comportarse, pero cuando se encontraba entre las mujeres, se despachaba a sus anchas, sabía qué decir y cómo portarse, se sentía a gusto incluso cuando estaba callado. En su apariencia, su carácter, en toda su naturaleza había algo atractivo, imperceptible, que atraía y encantaba a las mujeres; él lo sabía y sentía que alguna fuerza desconocida lo llevaba hacia ellas también.

La experiencia repetida, amarga de verdad, le había enseñado hacía tiempo que cualquier intimidad con la gente decente —especialmente con los moscovitas, timoratos e indecisos— que al principio enriquece agradablemente la vida y la presenta como una aventura ligera y atractiva, inevitablemente llega a ser todo un problema complicadísimo que al final se hace insoportable. Pero en cada nuevo encuentro con una mujer interesante, aquella experiencia se le olvidaba y quería vivir, y todo le parecía sencillo y divertido.