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Libro en Lectura Fácil. Newland Archer pertenece a la alta sociedad de la Nueva York de finales del siglo XIX. Y está felizmente prometido a May Welland. No obstante, un día la condesa Ellen Olenska, prima de May, regresa de Europa. La condesa es independiente, valiente; muy diferente al resto de mujeres. Newland se verá involucrado en el misterio de Ellen, y deberá luchar contra los convencionalismos de la alta sociedad, y de su propio corazón. La edad de la inocencia, ganadora de un Premio Pulitzer, es una historia de gran pasión, que critica las costumbres de la alta sociedad neoyorquina.
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LA EDAD DE LA INOCENCIA
LA EDAD DE LA INOCENCIA
Edith Wharton
Adaptación de Clàudia Sabater Baudet
Primera edición: octubre 2019
Adaptación a Lectura Fácil: Clàudia Sabater Baudet
Revisión pautas Lectura Fácil: Elisabet Serra
Ilustraciones: Dani Soms
Imagen de la portada: An evening at home, Edward John Poynter
Editorial La Mar Fàcil, S.L.
C/ Cuba, 18, entresuelo
08030 Barcelona
www.lamardefacil.com
© Editorial La Mar Fàcil, S.L.
Depósito legal: B 24124-2019
ISBN: 978-84-120425-4-2
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para personas con dificultades lectoras.
Lo otorga la Asociación Lectura Fácil.
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Índice
PRIMERA PARTE
1. Un regreso inesperado
2. El baile más feliz
3. La visita de compromiso
4. Una defensa apasionada
5. Un mundo de apariencias
6. La cena de los Van der Luyden
7. Una petición imprevista
8. Un noviazgo largo
9. Consultas y principios
10. Una conversación confidencial
11. Impulsos irresistibles
12. Una mirada inolvidable
13. Sentimientos revelados
SEGUNDA PARTE
14. Marido y mujer
15. Luna de miel en Europa
16. Un matrimonio normal
17. Encuentro en Boston
18. Una vida falsa
19. El emisario europeo
20. Desaprobación familiar
21. Una ruina deshonrosa
22. Mentiras descubiertas
23. Decisiones difíciles
24. Un regreso inevitable
25. La cena de despedida
26. Un hombre anticuado
¿Comentamos el libro?
PRIMERA PARTE
1. Un regreso inesperado
En una fría noche de enero, hacia 1870,
los carruajes más lujosos
atravesaban las calles nevadas de Nueva York.
La alta sociedad de la ciudad se reunía en la Ópera
para asistir a la representación de Fausto.
Muy elegante, con chaleco blanco y una gardenia en el ojal,
Newland Archer entró en su palco algo tarde.
Llegar pronto a la ópera no estaba bien visto
entre la alta sociedad de Nueva York.
Y, además, le causaba un gran placer entrar
en el justo momento en que los cantantes
entonaban su fragmento favorito de la obra.
El joven miró al otro lado del teatro.
Frente a su palco estaba el de la anciana Manson Mingott.
En él vio a la encantadora May Welland,
acompañada por su madre, la señora Welland,
y su tía, la señora Lovell Mingott.
Archer recordó con satisfacción que, aquella misma tarde,
May Welland se había convertido en su prometida.
Se imaginaba ya en su luna de miel,
instruyendo a la inocente joven
para que llegara a ser una admirada mujer casada.
De pronto, observó que había alguien más en aquel palco.
Era una mujer joven y delgada, de pelo castaño y rizado.
Llevaba un vestido de terciopelo azul oscuro
algo pasado de moda.
Archer tardó unos minutos en reconocerla
y, al hacerlo, se sintió incómodo.
Se trataba de la prima de May Welland,
que acababa de llegar de Europa
y a la que todos llamaban “la pobre Ellen Olenska”.
A Archer no le molestaba que May tratara bien
a su desdichada prima en privado,
pero aquella aparición en público le parecía intolerable.
Le escandalizaba el amplio escote del vestido de Ellen,
que consideraba una ofensa al buen gusto.
Y le enfurecía que aquella mujer pudiera influir
en su prometida, la ingenua May.
En aquel momento, Lawrence Lefferts,
el caballero más elegante de la ciudad,
comentaba con otro joven la historia de Ellen Olenska:
―Su marido, el conde Olenski, era un canalla.
Ella se fue con su secretario. Pero duró poco tiempo.
Unos meses más tarde, vivía sola en Venecia.
Era muy infeliz.
»Comprendo que su familia quiera ayudarla,
pero traerla a la Ópera es demasiado.
No cabe duda de que su abuela, la anciana Manson Mingott,
está dispuesta a protegerla.
En la Ópera se notaba una agitación generalizada
por la presencia de Ellen Olenska.
Sin embargo, Archer decidió entrar en aquel palco
y proclamar, ante todos, su compromiso con May Welland.
Al verlo entrar, la señora Welland le tendió la mano
y le preguntó:
―¿Conoce usted a mi sobrina, la condesa Olenska?
Ellen Olenska inclinó la cabeza
y Archer la saludó con una ligera reverencia.
Después, se sentó al lado de su prometida
y le dijo en voz baja:
―Espero que le hayas contado a madame Olenska
que estamos prometidos.
Quiero que todo el mundo lo sepa.
Voy a anunciarlo en el baile de esta noche.
―Cuéntaselo tú mismo a mi prima