La escucha transforma los vínculos - Fundación Vincular - E-Book

La escucha transforma los vínculos E-Book

Fundación Vincular

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Beschreibung

Este libro comparte el profundo impacto de la escucha activa en contextos extremos como lo son las cárceles y donde la Fundación Vincular ha trabajado por más de una década. A través de historias reales de internos y formadores, se desentrañan los retos y logros en la búsqueda de la transformación personal y comunitaria. Las experiencias reflejan cómo una práctica simple puede desencadenar cambios profundos en las relaciones humanas y ofrecer esperanza en lugares donde parece no existir. Los lectores podrán encontrar los contenidos y materiales de los cursos que despliega la Fundación Vincular. Estos son un insumo formidable para cualquier lector que quiera vivir y compartir la práctica de la escucha en todos los ámbitos de su vida y constatar, por sí mismo, su poder transformador.

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Seitenzahl: 302

Veröffentlichungsjahr: 2025

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FUNDACIÓN VINCULAR

La escucha transforma los vínculos

Nuestra experiencia en cárceles

Fundación Vincular La escucha transforma los vínculos nuestra experiencia en cárceles / Fundación Vincular. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025. Libro digital, EPUB

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-6634-8

1. Ensayo. I. Título. CDD A860

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice

Prólogo

Presentación

PRIMERA PARTE

LA CÁRCEL: LO HORRIBLE Y TERRIBLE, CAPAZ DE TRANSFORMARSE Y TRANSFORMARNOS

1.- Una historia de encuentros - Alejandro Flores

2.- Siete barreras antes del encuentro - Juan Pablo Berra

3.- “¿A qué vienen?”

4.- “¿Quién viene por nosotros?”

5.- Tres esperas

6.- Toto y el dolor del mundo

7.- Los parias entre los parias

8.- Mi encuentro en la Cárcel con las dos personas más malas

9.- “Me morí el día que maté”

10.- La vuelta a casa o la vuelta a la Cárcel

11.- Ir y venir como equipo. Estar como equipo. Ser equipo

12.- El decálogo de La Fraternidad, Pabellón 3 Unidad 47… y otros más

SEGUNDA PARTE

TESTIMONIOS DE VIDA

I.- Testimonios de formadores externos

1.- Antes, durante y después de la pandemia - Julieta Yañez

2.- La furia y la venganza - Delfina Castro Videla

3.- Un bien para mí - Osvaldo Pozzi

4.- Escucharnos, hasta lo más hondo - Meme Ayerza

5.- Cada semana, encuentros que transforman - Victoria Quirno

6.- Todos somos todo - Alejandro Alvarez Ochoa

7.- Siempre una sorpresa - Alejandro Di Paola

8.- Hay esperanza - Marcela Rodríguez Onetto

9.- Una llama encendida - Alejandro Quiroga

10.- “Mis zapatillas son mis hijos”- Cecilia Figueiras

11.- Presas del dolor - Delfina Castro Videla

12.- Y… ¿por qué a mí no? - Carmen Aragone

13.- A todos los rincones del Pabellón - María Busco

14.- A todos los rincones del mundo - María Busco

15.- Un tiempo de escucha también para ellos - Delfina Castro Videla

16.- Con todo y en todo, agradecido - Eduardo Adrogué

17.- Vernos en un espejo - Mariana Mujía

18.- El impacto de cada encuentro - Sandra Estellano (Uruguay)

19.- Recibimos más de lo que damos - Silvia Santamarina

20.- Del rechazo a la gratitud - Dolores Castro Videla

21.- Un Pabellón literario para la libertad - Patricia Cernadas

II.- Testimonios de personas privadas de la libertad y formadores internos

1.- Experiencias de transformación - Francisco, Ezequiel, Leonardo, Gabriel y Damián

2.- Intentarlo una y otra vez. Todo es posible - Elián

3.- Llevo a la escucha conmigo - Mikaela

4.- El día que todo cambió - Luis (Formador interno U 47 Pabellón 2)

5.- Una posibilidad de transformación - Franco (Formador interno Unidad 37 Barker)

6.- La escucha nos abre el corazón - Germán

7.- Aprendí a escuchar y a que me escuchen - Aldo

8.- Un equipo de formadores internos U 48 Pabellón 7: Gustavo, Ezequiel, Fernando, César, Rodrigo y Alan

9.- Formador interno y miembro de la fraternidad - Santiago

10.- Formador interno en mi Pabellón y en otros - Marcelo

III.- Testimonios de personas que recuperaron su libertad

1.-¡Soy libre! - Gonzalo Formador ya en libertad

2.- El alma… de la transformación - Micaela

3.- Para la libertad de otros - Guillermo

TERCERA PARTE

CURSOS DE FUNDACIÓN VINCULAR EN CÁRCELES

1.- Introducción

2.- Nuestra propuesta de intervención

3.- Perfil y rol del equipo formador

4.- Respecto de la evaluación de los Cursos: indicadores de cumplimiento

5.- La secuencia simbólica de cada encuentro

Curso I: “Nuestros vínculos”

1.- Introducción

2.- Objetivo general

3.- Resultados esperados del Curso I

4.- Secuencia del Curso I: “Nuestros vínculos”

5.- Fuentes o medios de verificación

6.- Materiales de trabajo para el CURSO I “Nuestros Vínculos”

Los siete niveles de comunicación

Curso II: “Talentos y oportunidades para la transformación”

1.- Introducción

2.- Objetivo general

3.- Resultados del proyecto

4.- Fuentes o medios de verificación

5.- Secuencia del Curso II

6.- Materiales para el Curso II

Curso III: “La transformación de las heridas de la vida”

1.- Introducción

2.- Objetivo general

3.- Resultados esperados

4.- Secuencia del Curso III: “La transformación de las heridas de la vida”

5.- Indicadores de cumplimiento

Indicadores del objetivo II: incorporar al propio estilo de vida la práctica de herramientas de comunicación

6.- Materiales del Curso III

Curso IV: “La transformación más difícil: la violencia padecida y provocada ‘no a la violencia, sí al buen uso de la agresividad’”

1.- Introducción

2.- Objetivo general

3.- Secuencia del Curso IV: “No a la violencia, sí al buen uso de la agresividad”

4.- Indicadores de cumplimiento

5.- Materiales Curso “Buen uso de la agresividad”

Conclusión

Agradecimientos

A quienes quieren cruzar el muro que separa

lo posible de lo imposible.

A la memoria de Javier Aragone, Ernesto Allaria y Nelson Mandela.

Sus testimonios inspiran y animan estas páginas.

Prólogo

Recuerdo muy bien aquel año 2005, en el que Juan Pablo, en el salón de actos colmado del Colegio Guadalupe (CABA), nos contaba su experiencia con los talleres de comunicación que promovía con su equipo como antídoto ideal para hacer frente al avance de las adicciones y la violencia.

También recuerdo alguna reunión de los EPPA (Equipo Promotor de Prevención de Adicciones y Violencia) en los que aprendíamos los hoy ya míticos Siete Niveles de la Comunicación y luego, con el correr de los encuentros, nos íbamos sumergiendo en las habilidades de la interescucha y la autoescucha. Ya habíamos tomado conciencia que la calidad de vida puede medirse por la calidad de nuestros vínculos y que la calidad de nuestros vínculos se mide por el nivel de comunicación que tenemos con ellos.

En alguna presentación entusiasta de Juan Pablo, yo no pude con mi genio un poco desconfiado y le pregunté: “¿qué estructura jurídica tenés?”. Yo trataba de preguntarle algo así como: “¿y a vos quién te patrocina?”. Como si existiera alguna motivación ideológica, política, religiosa o de alguna organización atrás que quisiera “vender” alguna idea o producto. Rápidamente descubrí que su búsqueda era genuina y libre de “sponsors” o de intenciones comerciales o políticas.

A partir del año 2006, en el que Inés y Juan Pablo habilitaron la primera camada de la Escuela de Creadores de la Nueva Humanidad, los ecos me llegaban semanalmente a través de Bettina (mi esposa) y varios amigos y amigas que se fueron sumando a la “ola de la escucha” y sus efectos en la transformación de sus vínculos.

Finalmente llegó la “estructura jurídica” con su hermoso nombre “Fundación Vincular”, luego de años de trabajos en colegios, clubes, parroquias y barrios vulnerables, en los que pregonaron sus grandes pilares de la escucha atenta, con sus clásicas reglas de atención plena, no interrupción, tiempos iguales, y confidencialidad, presente como propuesta de fondo en cualquiera de los desafíos a los que fueran convocados. Fue así que surgieron itinerarios de transformación de los Consumos Problemáticos en Consumos Saludables, la transformación de la violencia, en sus manifestaciones de destrato, maltrato y bullying, hasta alcanzar el recorrido que hace posible gestar Acuerdos de Convivencia entre miembros de un grupo en particular o Instituciones en general.

Fueron años de seguir de cerca cada iniciativa y procurar acercarme de algún modo para recibir el derrame de bendiciones que se percibe cada vez que se forma parte de un equipo que busca mejorar los vínculos en cualquier ámbito, incluyendo los más difíciles.

Cuando Inés y Juan Pablo me contaron hace más de diez años la iniciativa de llevar esa práctica tan constructiva a un espacio tan sórdido como las Cárceles, algo se conmovió en mí. El fundador de la empresa donde trabajo hace más de treinta años, tenía un especial don de ir a las Cárceles a dialogar con aquellos internos a los que nadie visitaba1. Recuerdo sus relatos de encuentros con gente que su única alegría era esa visita. Posiblemente con una estructura de contenido mucho menos sofisticada que los Cursos que este libro pone a disposición de todos los lectores, pero con la misma actitud intuitiva de escucha atenta.

Juan Pablo cada tanto compartía conmigo el impacto que producía en los internos la práctica de la escucha y me insistía en ir a una de las Cárceles para que lo viviera en primera persona. Fui al Complejo Penitenciario de San Martín y visité en la Unidad 47, los Pabellones 2 y 3. Ante mi incertidumbre inicial acerca de cómo manejarme, su única sugerencia fue: “participá como uno más”.

Les transmito lo que sentí y les dije a ambos grupos en el momento de la compartida: “Llegué pensando en un lugar al que uno tiene miedo de entrar y al estar acá ya no tengo ningún miedo”. Se vivía un clima real de fraternidad, de intento de acompañarse en los desahogos que esa vida requiere y de ayudarse a mantener la esperanza de poder salir y convertirse en una persona mejor que la que los llevó hasta ahí. Todo ello sin ignorar nada de su real condición de estar privados de la libertad y de historias tan similares de familias que convivieron con la violencia extrema, la marginalidad y el delito. Me tocó vivir la emoción y la expectativa de un chico de unos treinta años o algo más, que estaba a dos semanas de salir en libertad, y que contaba sus temores, pero también sus ganas de construir una vida mejor con lo aprendido en los Cursos de Vínculos. Quería ir por la reconstrucción de sus vínculos rotos. Me fui enormemente agradecido por la vivencia. Y sugiero a quien pueda hacerlo, que lo haga.

Si en ese contexto se pueden lograr esos diálogos que se derraman en esos comportamientos, todo lo que hay por hacer en materia de mejora de los vínculos es infinito y nada resulta imposible.

Al leer este libro encuentro algunas maravillas que sugiero presten atención:

1. La invitación a modificar la mirada preponderante en nuestra sociedad respecto de la manera en la que se propone combatir el delito, yendo por detrás de los acontecimientos, sin una política real de recuperación (tal vez no podemos creer que sea posible), priorizando la idea de castigo contra lo actuado.

2. Las historias relatadas en este libro, con experiencias terribles y muchas veces trágicas, llenas de violencia física, psicológica y emocional. A cualquiera de nosotros también podría llevarnos a lo más bajo que el ser humano puede vivir.

3. La invitación a confiar en el método probado de la escucha como base de todo encuentro y como oportunidad para derribar los encierros interiores. El accionar metódico y permanente de la escucha a través del diseño de estos Cursos que efectivamente permite la reconstrucción de los vínculos.

4. Los testimonios de un oficial del servicio penitenciario, de los Formadores Internos, de los Formadores Externos, todos ellos atravesados por la transformación y la esperanza que las prácticas de escucha les han generado. Los relatos del horror que se vive en esos lugares y la terrible carga que arrastran los que habitan ahí, nos da una mirada mucho más comprensiva y misericordiosa de la que uno podría tener antes de acercarse a estas vivencias.

5. Los testimonios de los Formadores Internos que ya han recuperado su libertad son conmovedores. Por sus historias previas, sus búsquedas y sus nuevas vidas “en la calle”, conviviendo con todo lo que eran antes y el entorno alrededor que los llama nuevamente al mismo modo de vida. En particular, el testimonio de Guillermo me resultó un himno a la transformación y un verdadero ejemplo de que nada es imposible. Es realmente imperdible y quien quiera saltearse alguna página, no deberían ser esas (cfr. pág.152-158).

6. La Tercera Parte, en la que se explicita de manera muy detallada los Cuatro Cursos de Vínculos, el método a seguir, los pasos a dar, en qué orden, las advertencias de lo que hay que cuidar que no pase, y aquello que hay que asegurarse que ocurra, la fundamentación teórica y la validación de los resultados del método me resultaron un canto a la entrega. Todo ello, manifestación de esa vocación que siempre sentí presente en Juan Pablo y en Inés y que vibra en todo el equipo de la Fundación Vincular, de dar, dar y dar, sabiéndose ellos los primeros beneficiados. Y su intención de entregarlo a otras personas, grupos, Organizaciones, para replicar en otras Cárceles, comunidades vulnerables y hasta grupos de amigos, lo que ellos viven.

7. El soplo de entusiasmo que transmiten los testimonios y la conclusión, vibra de tal manera, que es imposible no sentirse contagiado. E impulsa a otros a expandir estas prácticas y estas ideas. Gran generosidad, que está irradiada en los Formadores Externos y Formadores Internos, haciendo que su tarea transformadora tenga una onda expansiva que los trasciende y contribuya a ser miembros de una sociedad menos juzgadora y más integradora que simplemente descubra que la calidad de vida de todos nosotros depende de la calidad de nuestros vínculos, y que esos vínculos se construyen sanamente (y algunas veces necesitan reconstruirse) escuchándonos atentamente.

En definitiva, un libro para leer y dejarse contagiar. Y ojalá, sirva de impulso para llevar a la propia vida, la práctica de la escucha.

Juan Politi

Vicepresidente de Allaria

1 Se refiere a Ernesto Allaria, a quien se dedican estas páginas (Nota del Editor).

Presentación

Con emoción y gratitud estamos cumpliendo veinte de nuestra Escuela de Creadores de Nueva Humanidad y diez años de nuestra presencia en Cárceles.

Queremos compartir contigo el camino de transformación personal y comunitario vivido en las Cárceles gracias a las prácticas de escucha.

En el mismo andar, ofreciendo nuestros Cursos en Unidades penitenciarias, nos fuimos dando cuenta de que “la Escucha transforma nuestros Vínculos”. Esa es la razón del título de esta publicación2.

Nuestra intención fue siempre compartir con otros lo que habíamos aprendido respecto de la escucha. Al leer estas páginas ojalá sientas la curiosidad de conocer más en profundidad esta herramienta y te lleve a practicarla en tu vida, contigo mismo y con todos tus vínculos3.

Aspiramos a que te sientas estimulado por los relatos de transformación con las que te vas a encontrar. Y ojalá te sientas convocado a ser protagonista de este sueño que está en marcha.

El libro tiene tres partes.

La Primera apunta a sumergirnos en la realidad carcelaria y conocer los desafíos que implica realizar allí una tarea formativa. Comienza con el testimonio de un referente del Servicio Penitenciario Federal y le siguen algunos relatos escritos por Juan Pablo Berra que revelan cómo es vivir privado de la libertad.

La Segunda Parte está dedicada a dar cuenta del título de este libro. La afirmación acerca de que “la escucha transforma los vínculos” necesita ser fundamentada y demostrada. Intentamos concretarlo respondiendo a siete preguntas: 1.- A quiénes transforma la escucha. 2.- En qué aspectos los transforma. 3.- Cómo los transforma. 4.- Cuándo y dónde. 5.- Por qué los transforma. 6.- Cuáles son los frutos y 7.- Cuál es la revelación última de esta transformación.

El mejor modo de contestar estas preguntas es a través de testimonios de vida. Constatar el impacto de la práctica en la vida misma. Lo muestran tres grandes grupos de testimonios: comenzamos con testimonios de nuestro equipo de Formadores de la Fundación (Formadores Externos), le siguen testimonios de algunos Formadores Internos (son aquellos que se comprometieron particularmente con las prácticas y se prepararon para replicar los Cursos a otros integrantes de su Pabellón o de otros Pabellones) y culminan con los testimonios de algunos que hicieron los Cursos de Vínculos y ya recuperaron su libertad. Esta secuencia de testimonios ya muestra una secuencia transformadora.

Los Formadores Externos son en su gran mayoría egresados o participantes de Nuestra Escuela de Creadores. Hemos sido los primeros beneficiados en practicar la escucha. Participar como formadores de los Cursos contribuyó a nuestra transformación personal. Los testimonios de personas privadas de la libertad, que con el tiempo se convirtieron en Formadores Internos, habla por sí mismo de la potencia transformadora de lo que los Cursos provocan, generando en algunos el deseo de vivirlos de manera protagónica. Concluir esta segunda parte con los testimonios de Formadores que ya recuperaron la libertad nos señala el horizonte: uno de ellos está dando actualmente los Cursos de Vínculos en una comunidad parroquial. Hemos incluido también el testimonio de un miembro de nuestra Escuela que se sumó al Programa de “Pabellones literarios” y de algunos de sus beneficiarios. Impactantes resultados de una intervención realizada de manera virtual.

En la Tercera Parte te vas a encontrar con los Cuatro Cursos de Vínculos. Podrás conocer en detalle los “Objetivos”, “Secuencias”, “Contenidos”, “Grillas Evaluativas” y “Materiales” de cada uno de ellos. Es el itinerario de formación que transitamos para practicar la escucha y llevarla a la vida de cada día. Te entregamos de manera sistematizada lo que aprendimos. Y lo hacemos para que puedas replicar en cualquier ámbito, el contenido y la metodología que aquí mostramos.

Con los Cursos queríamos alcanzar un horizonte muy ambicioso: comprobar la potencia de la escucha en un itinerario de transformación y ser testigos de procesos de maduración y sanación humana. Pero realizar la secuencia completa de los cuatro Cursos nos llevó mucho más lejos de lo que nos animamos a imaginar: algunos Pabellones han acordado Valores y Normas de convivencia y, en dos de ellos, las prácticas de escucha los llevaron a conformar una “Fraternidad de escuchadores”. Al finalizar algunos capítulos, hemos agregado QR que te llevan a videos para mostrarte en imágenes lo que aquí está escrito.

Los Cursos de Vínculos en la actualidad se ofrecen, no solamente en varias Cárceles de Argentina. También en Uruguay, la agrupación “Halcones” y la “Fundación Fénix”, están ofreciendo los Cursos con resultados formidables en la convivencia y contribuyendo en la transformación de vínculos familiares. Y los Cursos que comenzaron dándose en Cárceles, hoy se utilizan también en centros de rehabilitación de adicciones, comunidades parroquiales, grupos vulnerables, organizaciones y hasta grupos de amigos. Ojalá te sirva de insumo para nutrir algunos de tus grupos de pertenencia. Y compruebes, como nosotros lo hemos experimentado, la capacidad que tiene la escucha para constituir una comunidad de vida, una comunidad de aprendizaje, una comunidad de escuchadores, en todos los casos, oportunidades de compartir con otros la vida, con sus alegrías, angustias, búsquedas y sueños.

Como Fundación Vincular hemos intentado articular nuestro servicio con otras organizaciones. Esta articulación ha generado enormes beneficios a los destinatarios conformando un menú de alternativas de crecimiento muy consistente. Y nos ha enriquecido a cada Organización sabiéndonos valiosas en lo que cada una aporta, pero a la vez insuficientes, a la hora de una propuesta transformadora que contemple la mayor cantidad de variables posible. Particular mención queremos hacer a Moksha (la combinación de la práctica del yoga con la práctica de escucha es de una potencia notable); a la Fundación Espartanos (muchos de los Cursos los ofrecemos en pabellones donde están presentes con la práctica del rugby y otros aportes como el rezo del rosario y la salida laboral); con la capellanía de cada Unidad. Es un privilegio para nosotros compartir con todas ellas este desafío enorme de generar oportunidades de transformación.

Quizá la lectura de estas páginas modifique tus creencias acerca de lo que es posible y de lo que es imposible. En el ámbito más violento y más tóxico que existe como es una Cárcel, los testimonios dan cuenta de que la transformación propia y de los otros, siempre es posible. Y el itinerario y el método de la escucha están aquí descriptos para contribuir a tu propia transformación y a la de los otros, allí donde te lo propongas.

Lo vivido en estos años tan intensos nos hace sentir agradecidos y comprometidos. Gratitud, por tantos compañeros de camino con quienes compartimos las búsquedas y los sueños, tantas experiencias de encuentro y tantos aprendizajes; compromiso con toda la humanidad en su conjunto y con cada ser humano. Necesitamos hacerles saber, a cuantos podamos, el poder transformador de la escucha.

Ojalá esta Publicación sea un aliento para tu propio camino. Esta vez, con la posibilidad de contar con una herramienta más y nuevos compañeros de viaje.

¡Ojalá nos encontremos en cualquier punto del camino!

Por lo pronto, en este QR podrás conocer a los grupos de la Escuela de Creadores durante 2024

En el QR de más arriba podrás conocer algunos testimonios de Formadores Externos y Formadores Internos de los Cursos de Vínculos.

Inés Gramajo

Presidenta

FUNDACIÓN VINCULAR

www.fundacionvincular.ar

[email protected]

2 Es la leyenda que figura en la remera que nos identifica cuando ingresamos a las Cárceles como miembros de la Fundación Vincular.

3 A lo largo de esta publicación, innumerables veces, aparece la expresión “práctica de escucha”. Nos referimos específicamente a los métodos de la Interescucha y de la Autoescucha tal cual como están descriptos en el libro “Los siete Niveles de la Comunicación” Agape 6° ed. (2023) y el método de la Escucha Amante, descripta en el libro “De heridos a Amantes”, Agape 2024 (7° ed.). Ambos de Juan Pablo Berra.

Primera parte

La Cárcel: lo horrible y terrible, capaz de transformarse y transformarnos

1.- Una historia de encuentros - Alejandro Flores

Soy oficial del Servicio Penitenciario Federal, con más de veinte años de experiencia en tareas de seguridad y programas destinados a las personas privadas de libertad.

En el trans Curso de mi carrera, uno aprende a distinguir entre las iniciativas que realmente buscan impactar y aquellas que, lamentablemente, solo parecen orientadas a una foto. Así fue que, cuando conocí a la Fundación Vincular, lo hice casi por casualidad, o al menos eso pensaba. Durante una actividad de la Fundación Espartanos, conocí a Juan Pablo a Delfina y a otros miembros de la Fundación. Al principio pensé que era una de esas actividades más, de las tantas que solemos ver en este tipo de contextos, donde parece que importa más la apariencia.

Pero ese día, todo comenzó de manera diferente. La propuesta de Juan Pablo nos sorprendió desde el principio. En lugar de la clásica presentación con diapositivas y un relato de éxitos, nos invitó a vivenciar la experiencia de lo que ellos hacían en los Cursos de Vínculos. De repente, en un auditorio preparado para una exposición magistral, las cosas comenzaron a desordenarse, o quizás a ordenarse, según cómo se mire. Siguiendo las indicaciones de Juan Pablo, el salón se transformó en pequeños grupos de personas que no se conocían entre sí, una situación que generó una extraña rigidez inicial. Y ahí, en círculos de ocho personas, comenzó el verdadero ejercicio: escucharnos, compartir sin interrumpirnos, con confidencialidad y equidad en los tiempos. Hablamos de vínculos, de aquellos que nos cuidaron, de lo positivo en nuestras vidas.

En apenas treinta minutos, se sintió una conexión inesperada con quienes momentos antes eran desconocidos. Terminamos la actividad abrazándonos, con la sensación de haber compartido algo profundamente humano. Al día siguiente, me crucé con algunas de las personas con las que había compartido el círculo. Nos saludamos con una sonrisa cómplice, de esas que no necesitan palabras. La sensación de estar ahí, de estar dispuestos a escuchar si era necesario, se había quedado con nosotros. Y ahí me di cuenta del verdadero impacto de lo que había pasado.

Con Juan Pablo y Delfina, la conexión fue inmediata. Rápidamente, nos pusimos de acuerdo en llevar esta experiencia al Servicio Penitenciario Federal, especialmente a aquellos que trabajan a diario con jóvenes de entre 18 y 21 años, chicos y chicas que están privados de libertad. Como suele suceder con este tipo de capacitaciones, al principio hubo cierta resistencia, lo supe desde que me pasó a mí la primera vez. Pero con el tiempo, los resultados fueron evidentes. Los capacitados del Servicio Penitenciario, no solo vivenciaron algo transformador, sino que también comenzaron a aplicar lo aprendido con los jóvenes.

Lo curioso fue cómo esos mismos jóvenes, que inicialmente se resistieron, comenzaron a involucrarse. Jóvenes que, por cuestiones de seguridad, no podían reunirse, de repente se comprometían a respetarse entre sí durante las actividades de Vínculos. Poco a poco, empezaron a gestarse pequeños acuerdos de convivencia, donde se escuchaban, acordaban espacios, formas y reglas que luego cumplían. Además, establecieron formas no violentas para intervenir cuando alguien no respetaba esos acuerdos. Se dieron cuenta de que tenían más en común de lo que imaginaban: historias de desafiliación familiar, abuso, violencia, consumo. Desde ese lugar, se abrió una puerta a interacciones más amenas, respetuosas y mucho menos violentas.

Una anécdota graciosa que me comentaron es que, cuando alguien levantaba la voz o comenzaba una disputa, el resto de los presentes gritaba a coro “¡Vínculos, vínculos!”, como una manera de recordar que debemos relacionarnos de otra manera, que existen otros formatos para resolver los conflictos.

Para el personal, significó una nueva forma de mirar a esos chicos y chicas que, muchas veces, son etiquetados como problemáticos, conflictivos. Entender que su forma de relacionarse era la respuesta a una vida que siempre les fue hostil y dolorosa, fue un cambio radical en la manera de interactuar con ellos.

La Fundación Vincular no solo nos conecta con los demás, sino también con lo bueno que a veces no vemos en nosotros mismos y en el entorno. Nos invita a detenernos, a repensar nuestras relaciones y a reconectar con todo lo positivo que nos rodea. En un mundo donde todo corre demasiado rápido, donde la tecnología parece habernos desconectado más de lo que nos une, Vincular nos ofrece una pausa necesaria para volver a lo esencial: los vínculos humanos.

Cuando uno se detiene a escuchar de verdad, cuando se abre a compartir desde el corazón, es imposible no sentir el cambio. Y eso, precisamente, es lo que nos regala la Fundación Vincular.

2.- Siete barreras antes del encuentro - Juan Pablo Berra4

Son muchas las barreras y las rejas que hay que atravesar en una Cárcel hasta llegar a un Pabellón. Es el camino necesario a transitar si queremos dar nuestros Cursos, si pretendemos encontrarnos corazón a corazón con otra persona.

Un día las conté. Curiosamente en todas las Cárceles que he ido, son siete. Siete obstáculos que, si logramos identificarlos y los podemos atravesar, nos ayudan a descubrir el recorrido al que estamos llamados a vivir para la plenitud de un encuentro.

He tenido la fortuna de atravesar esas vallas muchas veces. Y vivir experiencias de encuentro, a veces, fascinantes, otras veces tremendas, siempre transformantes.

Lo que sigue ojalá los ayude a ir confiados a una Cárcel por primera vez. Pero también contribuya a identificar los pasos que son necesarios dar por uno mismo si en verdad queremos encontrarnos en profundidad con alguien a través de una práctica de escucha.

La primera puerta a atravesar es la de la propia casa. Disponerse a dejar la zona de confort y salir de sí mismo. Ponerse en camino. Animarse a la aventura. Arriesgarse a una experiencia que nunca se sabe del todo qué sucederá ni cuál será su resultado. Vamos a tierra desconocida, por su misma naturaleza, hostil, fea, desagradable. Pero tomamos la decisión y no pocas veces, nos asalta el desgano, la desconfianza y el temor. Cuando nos animamos a salir, nos arriesgamos a la intemperie. “Salir de sí” es la apertura a recibir lo inesperado, lo impensado, disponerse a caminar por paisajes nuevos, sorprendentes.

En cuanto llegamos a cualquier Cárcel seguramente nos espera una barrera. Es el segundo obstáculo a atravesar. A veces revisan el auto, pero siempre habrá que presentar credencial o documentos. Para transponer la barrera hay que acreditar quién eres y a qué vas. Es el momento de presentar la “chapa”, en donde se manifiestan nuestros roles, saberes, funciones, nuestra trayectoria. Desde hace muchos años que en las Cárceles donde vamos, contar con la credencial de la Fundación Vincular es una llave que nos da paso fácilmente a esa barrera. Nos conocen. Saben quiénes somos. Los saludamos, intercambiamos saludos y afecto. La credencial es nuestro pasaporte. Hace saber a qué vamos y cuál es nuestra función. Lo conquistamos luego de años de ir una y otra vez. No fue fácil al principio: desconfianza, dudas, inquietud. Éramos los desconocidos. El documento o la credencial es el “rostro” con el que nos presentamos.

Al menos si vas al Penal 48 del Complejo San Martín tendrás que recorrer unos doscientos metros y te espera la segunda barrera, el tercer paso a atravesar. Una vez más la credencial, pero esta vez habrá que especificar a qué Pabellón vas y qué Curso vas a dar. Aquí posiblemente otra espera, nuevas preguntas y otra vez la “chapa” como pasaporte. Parece una repetición de lo anterior y en algún punto lo es. Pero aquí se pone de manifiesto que, para encontrarme con alguien en profundidad, para entrar a su corazón, tierra sagrada, tengo que aprender a pedir permiso. Y esperar lo que haga falta para recibirlo. Los guardias primero, y los integrantes de un Pabellón después, tienen el poder de decidir si quieren o no quieren. Y aquí se nos empieza a revelar una gran verdad: ya sabemos que para una experiencia profunda de encuentro la “chapa”, la credencial, no nos alcanzará. Revestirse de ese rol permitió llegar hasta allí. Sirve. Y mucho. Otra vez habla de todo un recorrido previo, de mucha fidelidad y compromiso. Pero ya sabemos de sobra que apoyarse en ello no alcanzará, es más, puede ser un obstáculo infranqueable. Queremos vivir un encuentro. Pero para ello la primacía la tiene el otro. El encuentro, si en verdad lo es, es un don, un regalo. Nadie puede ir a él obligado.

Ya estamos más cerca. Pero nos espera ahora un enorme portón. Es la entrada del Penal.

Los altos muros de la Cárcel son oscuros, fríos, intimidantes.

En la garita de acceso hay que presentarse otra vez, pero ahora hay que entregar el documento. Es un cuarto paso esencial. Entregar el documento es como un momento de despojo, animarse a dejar la identidad, las máscaras, dejar lo que nos identifica y nos da seguridad. Es el momento de entregar aquello en lo que somos reconocidos, valorados y tenidos en cuenta. Es una primera experiencia de desnudez y de intemperie. Lo que nos había permitido llegar hasta allí y nos daba protección hasta ahora, ya no nos alcanza para seguir viaje. Hasta aquí fuimos nosotros con lo que en el camino logramos conquistar. Pero llegamos ahora a terreno ajeno, extraño. Vamos a cruzar el umbral. Y paradójicamente, al entregar el documento, llegamos hasta allí, de la mejor manera: arribamos como seres humanos. Y vamos al encuentro con otros seres humanos.

Cuando trasponemos el gran portón de entrada, ya estamos adentro de la Cárcel. A los pocos metros, nos espera una gran reja cerrada con candado. Es la quinta barrera. Cuando se va por primera vez es imposible no sentir miedo, inquietud, temor. Vamos al encuentro sin las seguridades que nos sostienen y vamos temerosos. Es lo que sucede en cada encuentro profundo con una persona o un grupo de personas que no conocemos. Cuantas más veces vamos al Penal, esta barrera la atravesamos con mayor celeridad. Es una gimnasia fuerte e intensa esto de ir despojado de todo, como seres humanos. Experiencias de encuentro anteriores nos aseguran que una vez más volveremos a experimentarlo. Pero el miedo no es zonzo y es importante registrarlo y escucharlo. Como cualquier ser humano tenemos temor a ser dañados y no sabemos lo que nos vamos a encontrar. Vamos al encuentro portando nuestra vulnerabilidad, nuestras propias necesidades y deseos, angustias, desalientos y pesares.

Recorremos unos metros y en el lugar central del Penal nos espera otra reja con candado. Es la sexta valla. Atravesarla nos posibilita llegar al Pabellón al que nos dirigimos. Una vez más, otro guardiacárcel y más espera. Estamos allí con cierto temor, sin el soporte de todo lo que nos llevó hasta allí, vulnerables, a la intemperie, con el anhelo de un encuentro. Es una de las puertas más importantes. Si hicimos todo el recorrido nos falta un paso decisivo. Es posiblemente el más difícil de todos. Yo lo asocio con entregar nuestros prejuicios. Vamos desprovistos de todo, pero los prejuicios nos acompañan porque están en nuestro corazón. No nos lo pueden arrancar, no los podemos dejar tan fácilmente. Se transmiten en los gestos, las miradas, las palabras. Cuando vamos a las Cárceles nunca preguntamos a los internos por qué están allí ni cuánto tiempo llevan o cuánto tiempo tienen de condena, a no ser que ellos lo digan. Los prejuicios nos sirven ilusoriamente para protegernos y acorazarnos. Es el momento de dejarlos, si queremos en verdad encontrarnos. Por más que nos den paso, los prejuicios no nos abandonan. Pero la gimnasia de atravesar esta puerta nos sirve para ir entregándolos, porque una y mil veces comprobamos que los prejuicios solo sirven para separarnos y distanciarnos.

La séptima puerta es la del Pabellón. Al llegar a ella el guardacárcel pregunta si nos van a recibir y si están en condiciones. Los que están con el torso desnudo se ponen una remera, normalmente nos esperan con las sillas dispuestas en redondo donde celebraremos nuestro encuentro. Al entrar saludamos y nos saludan con afecto y sin muchos preámbulos iniciamos nuestras prácticas de comunicación. Y allí mismo la magia del encuentro. De persona a persona, compartiendo nuestra humanidad. Cómo es y cómo está. En cuanto ven que compartimos las prácticas de escucha como uno más, también ellos comparten.

En toda Cárcel hay códigos. Pactamos con ellos las reglas de la escucha y aprenden a cumplirlas: ofrecer la mayor atención posible, no interrumpir al otro cuando habla, cada uno la misma cantidad de tiempo para hablar, y la confidencialidad absoluta de lo que se comparte. Estas son nuestras normas. Todas ellas nos aseguran la experiencia inédita de un encuentro.

Las primeras veces el relato de los internos no llega ni a los treinta segundos. Pero es impactante comprobar cómo van registrando y compartiendo cada vez más profundo.

Y nos encontramos. Corazón con corazón. Vida con vida. Y juntos celebramos el encuentro. El Curso es una excusa para celebrar encuentros cada vez más profundos. Transformantes.

Nunca nos vamos igual que cuando llegamos; nunca se quedan tal cual como comenzaron. Como repiten tantas veces: en el encierro, la posibilidad de experimentar muy hondo la libertad.

Por nuestra parte, cuando volvemos y atravesamos nuevamente las siete barreras, nos damos cuenta, sorprendidos y agradecidos, que hemos recibido una clase más en este Curso intensivo en humanidad. Para ello es necesario atravesar siete puertas. Y volveremos a atravesarlas una y mil veces. Cada encuentro lo vale. Cada uno de ellos es una experiencia de transformación.

En este QR podrás recorrer junto a nosotros algunas de las siete puertas

3.- “¿A qué vienen?”

La visita de civiles en las Cárceles está muy restringida. En algunas es imposible por su régimen y por las distancias. En algunas es posible recibir la visita de familiares cada diez días; en otras, una vez al mes.

Sobre todo, van las madres. “las madres tumberas”: aquellas que van a la “tumba” donde, en este caso, están “enterrados” sus hijos.También van las parejas, si la tienen, o mujeres para tener sexo. Casi nunca van los hijos, si son pequeños, para no ver a sus padres encarcelados; si son adolescentes, no van porque le tienen bronca o el vínculo está quebrado. Los amigos y “la junta”, desaparecen. Para las mujeres detenidas es mucho peor: si tienen pareja, nunca van y al poco tiempo las abandonan. El desgarro que sienten al no ver a los hijos, lo viven todas las horas de todos los días y de todas las noches y se hace insoportable en los cumpleaños y las fiestas.

En algunas Cárceles es más fluida la presencia de civiles por los Cursos que se ofrecen. Pero la presencia de gente que no son familiares, siempre les llama la atención, los sorprende y los interpela. Y de muy diferentes maneras, lo agradecen.

Pero algunas veces les genera desconfianza. Y en algunos casos, la expresan sin filtro.

Recuerdo una vez que un interno me encaró directamente y me preguntó: “ustedes, en verdad ¿a qué vienen? ¿Les pagan por venir?”.

Se sorprendió aún más y le costó creerme que todos íbamos de manera voluntaria5 y nadie nos daba un peso por ir a encontrarnos con ellos. Y entonces insistió: “pero ¿a qué vienen? ¿Qué buscan?”.

Hay tantas respuestas a estas preguntas como voluntarios. Varían enormemente.

En mi caso personal pedí durante varios años que nadie me hiciera esa pregunta porque sencillamente no tenía clara la respuesta.

Ahora, luego de ir durante diez años, una o dos veces por semana, creo saberlo, aunque lo sigo descubriendo.