La Fe de Abraham - Edir Macedo - E-Book

La Fe de Abraham E-Book

Edir Macedo

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Beschreibung

En esta edición de La Fe de Abraham, Edir Macedo analiza la importancia de una fe sustentada en la base sólida de la Palabra de Dios – la fe que tiene calidad. "La falta de calidad de la fe es justamente la razón por la cual la mayoría de los religiosos no obtienen buenos resultados prácticos, aun teniendo fe en Dios. La vida depende de la fe, pero si la fe no tiene calidad, la vida tampoco tendrá calidad." En 104 páginas repletas de referencias bíblicas, el autor muestra cómo Abraham usó el coraje y la audacia para materializar su fe. Teniendo como sustentación la fidelidad y la sinceridad de su corazón, el patriarca Abraham se tornó heredero de todas las promesas de Dios, elevando su fe a un nivel de calidad superior. Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Génesis 15.5

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Seitenzahl: 95

Veröffentlichungsjahr: 2017

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Copyright ©2001 Unipro EditoraReservados todos los derechos. Esta publicación no puede ser reproducida en su totalidad o en parte sin el permiso expreso del editor.

Dirección general: A. Lobato

Editor: Mauro Rocha

Coordinación de creación: Paulo S. Rocha Jr.

Diagramación: Handerson Theodoro / Josias Finamore

Traducción: Francisco Intriago Alvarez, Maribel Salvo y Marta Angélica Corvino (Universal)

Revisión: Marta Angélica Corvino (Universal)

Asistente editorial: Regina Dias

A282R

Macedo, Edir, 1945-

La fe de Abraham/Edir Macedo; traducción de Francisco Intriago Alvarez, Maribel Salvo y Marta Corvino. — Rio de Janeiro: Unipro Editora, 2018.

Traducción de: A fé de Abraão.

ISBN 978-85-7140-838-8

1. Abraham (Patriarca hebreo). 2. Fe — Doctrina bíblica.

I. Alvarez, Francisco Intriago, Trad. II. Salvo, Maribel, trad. III. Marta Corvino

III. Título.

CDD 220-6

Estrada Adhemar Bebiano, 3.610 — InhaúmaCEP 20766-720 — Rio de Janeiro — RJ, BrasilTEL.: (00 55 21) 3296-9300www.unipro.com.br

 

:: LA ELECCIÓN DE ABRAHAM

:: EL LLAMADO DE ABRAHAM

:: LAS RIQUEZAS DE ABRAHAM

:: LA VISIÓN DE LOT

:: LAS DOS NATURALEZAS

:: DIOS HACE ALIANZA CON ABRAHAM

:: ABRAHAM HACE ALIANZA CON DIOS

:: EL NACIMIENTO DE ISAAC

:: DIOS PRUEBA A ABRAHAM

El objetivo de este estudio es lanzar el fundamento de lo que se puede llamar fe beneficio.

La mayoría de las personas tiene fe en Dios; pero no todas han logrado éxito en su fe, simplemente por la falta de sustento de la misma. Cuando la fe está fundamentada en la base sólida de la Palabra de Dios, tiene calidad, y es justamente esa fe la que podemos llamar cualitativa, que promueve la vida de calidad.

La falta de calidad de la fe es justamente la razón por la cual la mayoría de los religiosos no obtienen buenos resultados prácticos, aun teniendo fe en Dios. La vida depende de la fe, pero si la fe no tiene calidad, la vida tampoco la tendrá.

Tomemos el ejemplo de nuestro padre en la fe, Abraham, por las siguientes razones: el Señor nos enseña, diciendo: “Mirad a Abraham…”, (Isaías 51:2). Significa que debemos imitarlo en la creencia y en la obediencia.

Fue a través de su coraje y audacia que él materializó la fe del corazón, cuando ofreció a su hijo Isaac.1 Además de tener una fe intrépida, él era paciente para esperar el cumplimiento de la promesa.2

Abraham tuvo el privilegio de haber sido el primero en recibir la promesa de Dios con juramento.3 A través de él todos los que creen son bendecidos.4 Solamente los que son de la fe son de verdad sus hijos y herederos.5

No es mediante la Ley que los descendientes de Abraham heredarán sus bendiciones, sino a través de la misma calidad de fe que él manifestó en Dios.6

Por la naturaleza de su fe, Abraham se tornó amigo de Dios y heredero de todas Sus promesas.7 Fue elegido por Él a causa de la sinceridad de su corazón y, finalmente, por causa de la Alianza.8

La pregunta es: ¿por qué Dios escogió a Abraham? O mejor, ¿qué movió Su corazón en esa elección? Fidelidad. Sí, positivamente la fidelidad fue una característica significativa en la vida de ese hombre.

Aun viviendo en una tierra pagana donde la promiscuidad era motivo de cultos y alabanzas a los dioses, Abraham se mantuvo fiel a su única esposa. Amada y respetada, Sara, a su vez, correspondía a la fidelidad de su marido, al punto de considerarlo su señor.

¡Ciertamente Dios vio que si Abraham podía ser fiel a su mujer, aun siendo ella estéril, también Le sería fiel a Él como siervo! Esta es una de las razones de la diferencia entre siervos y siervos, cristianos y cristianos…

Antes de que la persona sea elegida, primero tiene que ser candidata. Elegido es aquel que, habiendo pasado por el proceso de la elección, es aprobado. El Señor Jesús mismo dijo que “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.” (Mateo 20:16; 22:14).

Podríamos tomar esa palabra como “muchos son los candidatos, pero pocos los elegidos”; y al escoger a los candidatos para la elección se sugiere que la persona sea, por encima de todo, fiel. Si la persona no logra ser fiel a quien ve, ¿cómo lo será a Quien no ve?

Las promesas de Dios están claramente dirigidas a los elegidos, o sea, a aquellos que se mantienen fieles hasta el fin: “Sé fiel hasta la muerte, y Yo te daré la corona de la vida”, (Apocalipsis 2:10).

Para estos está determinado:

“No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de Mi pueblo, y Mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos”, (Isaías 65:22).

¿Un padre rico confiaría su herencia en las manos del hijo fiel o del infiel? Tampoco Dios puede confiar Sus bendiciones ilimitadas en las manos de hijos infieles. Por lo tanto, antes de que alguien se disponga a exigir la fidelidad de Dios en el cumplimiento de Sus promesas, es necesario que se examine y vea si está siendo fiel a su conducta cristiana.

Después de haber elegido a Abraham en Su corazón, Dios lo llamó y le dijo claramente:

“Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré”, (Génesis 12:1).

Esa fue la primera prueba de Abraham. Él tenía que salir de su tierra pagana, de su parentela pagana y de la casa pagana de su padre. Dejar su tierra natal, sus propiedades, sus costumbres, sus amigos, en fin, abandonarlo todo.

Su entrega a Dios significaba la separación de su mundo. El plan divino exigía que se fuera de aquel lugar. El Señor no podría perfeccionarlo, de acuerdo con Su voluntad, mientras estuviera sujeto a las influencias de esa sociedad.

Sacarlo de allí y enseñarle a vivir en la dependencia de su fe en las promesas de Dios era fundamental para la creación de una nación fuerte, invencible e inquebrantable.

Por otro lado, salir por el desierto en dirección a una tierra indefinida, sin mapa y sin ruta era realmente un desafío a su creencia. A primera vista, Dios no le dio ninguna orientación de por dónde debería comenzar, mucho menos la dirección norte, sur, este u oeste.

Primero él tendría que salir de donde estaba, y a partir de entonces el Señor lo iría encaminando. Abraham tendría que aprender a depender del pan nuestro de cada día, día tras día, por el desierto.

Es como el Señor Jesús nos enseña: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”, (Mateo 16:24).

¿Pero seguir hacia dónde? ¡No importa! Quien quiera seguirlo no necesita saber hacia dónde, basta solo con confiar en Su liderazgo. El cristiano vive por la fe, o sea, ¡en la certeza de que Dios hará exactamente lo que prometió que haría!

Ur era una ciudad de la Mesopotamia, tierra de los caldeos, ubicada entre los ríos Éufrates y Tigris, próspera e importante debido a su desarrollo.

Era necesario tener coraje y audacia para no escuchar a familiares ni a amigos, sino solo a Dios. El propio Señor lo guiaría por el desierto y le mostraría la tierra prometida. La certeza absoluta de que Él iba a cumplir lo que había prometido era lo único latente en su corazón.

La verdad es que si alguien se dispone a cosechar los frutos de la fe de Abraham tiene que pagar su precio, tal como él lo pagó. Es extremadamente importante notar, en su llamado, la primera palabra usada por Dios: “vete”.

Podemos admirar la grandeza de fe y sus resultados en la vida de Abraham durante sus cien años de comunión con Dios, pero no podemos olvidar que su primera actitud en relación al Señor fue su obediencia irrestricta, cuando dejó su tierra, su parentela y la casa de su padre.

Con eso aprendemos que antes de que Dios nos transforme en una bendición, estamos obligados a dejar “nuestra tierra”, que simboliza nuestros hábitos pecaminosos; dejar “nuestra parentela”, que tipifica nuestras malas costumbres y tradición religiosa y, finalmente, dejar “la casa de nuestro padre”, o sea, dejar el liderazgo de la voz paterna en nuestro corazón y sustituirla por la voz de Dios.

Muchas personas se han resistido ferozmente a salir de su vida incorrecta para ir al encuentro de Dios; pero luchan con todas sus fuerzas para que Dios salga de Su trono y los bendiga en el pecado en que viven.

En el tiempo de Abraham, solamente las personas extremadamente pobres y fugitivas abandonaban a los familiares y a la tierra natal.

Él no era ningún “don Nadie”, que no tuviera nada que perder al dejar su tierra, su parentela y la casa de su padre. ¡No! El hecho de que el nombre Sarai signifique “princesa”, y Abram “padre exaltado”, trae la idea de que Abraham pertenecía a una familia importante entre sus contemporáneos.

A los ojos de la razón, dejar la propia patria significaba renunciar a la herencia patrimonial de los padres; dejar la parentela significaba renunciar al clan, y dejar la casa paterna significaba renunciar a la responsabilidad de liderar la familia. Ciertamente Abraham iba a ser el sustituto de su padre en el establecimiento de las generaciones futuras.

¡Y Abraham salió de su tierra, de su parentela y de la casa de su padre con una mujer estéril! Si hubiera permanecido entre sus familiares, hubiera podido incluso haber engendrado hijos entre su parentela, y así hubiera conservado su descendencia, pero abandonar todo en obediencia a la Palabra de Alguien aún desconocido era, humanamente hablando, una locura. ¡Como la fe! “La fe es locura para los que se pierden”, (1 Corintios 1:18).

Hoy tenemos abundantes ejemplos de la fidelidad de Dios en cuanto al cumplimiento de Sus promesas. Pero a Abraham no le sucedió lo mismo. ¿En qué ejemplo podría reflejarse para creer? ¿Qué garantía le había dado el Señor para que dejara todo? Dios le ordenó que se fuera de su tierra y que dejara a su parentela y a la casa de su padre desde el primer momento en que Se le reveló.

Por lo tanto la obediencia de Abraham hacia Dios no era algo tan simple como se ha imaginado. Él dejó toda su responsabilidad de lado, sus sueños, su futuro, para dirigirse a una tierra aún indefinida, por lo menos en el momento en que fue llamado.

Nadie puede pretender ser un jarro en la mano de Dios sin abandonar el estado en que se encuentra, y renunciar a sus planes para un supuesto futuro promisorio.

La persona no puede querer servir a Dios y a sí misma al mismo tiempo. Si quiere servir a Dios, tiene que abandonar la vida de pecado; crucificar su voluntad, sus codicias personales; sacrificar su futuro; en fin, tiene que morir para sí misma, para los parientes y sobre todo para el mundo. Además, ese es exactamente el precio que el Señor Jesús les cobra a Sus seguidores.9

Las promesas que el Señor le hizo a Abraham eran sobremanera grandes, mucho más de lo que él podía imaginar. No tenía ni idea de la grandeza ni de la extensión de ellas, pero con certeza tener un hijo con Sara era su idea fija.Veamos cada una de esas promesas:

“DE TI HARÉ UNA GRAN NACIÓN” — ¿Pero, cómo hacer una gran nación de alguien fiel a una única mujer, siendo esta estéril?