La historia a través del arte y el arte a través de la historia - José Cardoso - E-Book

La historia a través del arte y el arte a través de la historia E-Book

José Cardoso

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Beschreibung

¿Cuál es el sentido del desarrollo histórico? ¿Qué es Arte? ¿Qué es cultura? ¿Por qué no existió el arte paleolítico? ¿Cuándo, cómo y porqué las mujeres pasaron de reinas a esclavas, y cómo se relaciona esto con los Bronces Rituales de las dinastías chinas Xia y Shang? ¿Cómo guardaban los pueblos precolombinos bibliotecas enteras en unos pocos trozos de soga? A través de un lenguaje simple, coloquial y de fácil comprensión, el autor nos propone una serie de herramientas para investigadores, docentes, estudiantes y aficionados a la Historia, la Sociología, la Antropología y el Arte. Durante el desarrollo del texto se analizan, desde los recursos que nos brinda la antropología, conceptos cruciales y pocas veces definidos con precisión: arte, religión, desarrollo histórico, cultura, reificación, estética. A partir de los mismos se sigue un desarrollo histórico a través del planteo de algunas problemáticas propias de las materias mencionadas, pero siempre relacionándolos a la imagen artística y, eventualmente, recurriendo a estilos poco estudiados en occidente. En resumen, un conjunto de recursos analíticos y disparadores para el lector interesado en abordar el estudio y análisis tanto del Arte como de la Historia; un texto no con información para la reflexión sino con herramientas para la acción. Un libro apasionado y hasta quizá polémico, a la vez que riguroso y profundo.

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Producción editorial: Tinta Libre Ediciones

Córdoba, Argentina

Coordinación editorial: Gastón Barrionuevo

Diseño de tapa: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Diseño de interior: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Cardoso, José Guillermo

El arte a través de la historia y la historia a través del arte : análisis y desarrollo desde una perspectiva antropológica / José Guillermo Cardoso. - 1a ed. - Córdoba : Tinta Libre, 2020.

286 p. ; 22 x 15 cm.

ISBN 978-987-708-745-1

1. Ensayo. 2. Historia. 3. Arte. I. Título.

CDD 306.47

Prohibida su reproducción, almacenamiento, y distribución por cualquier medio,

total o parcial sin el permiso previo y por escrito de los autores y/o editor.

Está también totalmente prohibido su tratamiento informático y distribución

por internet o por cualquier otra red.

La recopilación de fotografías y los contenidos son de absoluta responsabilidad

de/l los autor/es. La Editorial no se responsabiliza por la información de este libro.

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Impreso en Argentina - Printed in Argentina

© 2021. Cardoso, José Guillermo

© 2021. Tinta Libre Ediciones

A mi hija Milena, a quien amo tanto y es la que ya hace casi treinta años es el faro que me orienta en esta vida embravecida.

JOSÉ CARDOSO

La historia a través del arte y el arte a través de la historia

Análisis y desarrollo desde una perspectiva antropológica

Se dice que hay varias maneras de mentir; pero la más repugnante de todas es decir la verdad, toda la verdad, ocultando el alma de los hechos. Porque los hechos son siempre vacíos, son recipientes que tomarán la forma del sentimiento que los llene.

Juan Carlos Onetti, El Pozo

Nuestro único deber con la historia es escribirla de nuevo.

Oscar Wilde

Contenido

Agradecimientos

Todo trabajo, aunque parezca individual, tiene mucho más, siempre, de colectivo. Y en este en particular, mucha gente —algunos ni siquiera lo sospechan— e instituciones han aportado lo suyo.

Si tengo que comenzar por el principio, debería agradecer en primer lugar a la Lic. Leticia Leonardi y al Prof. Marcelo Ferrari, ambos directores de los institutos ISPED D-149 e ISA D-162 respectivamente, instituciones en las cuales trabajo y que siempre, desde la totalidad de sus cuerpos directivos, me dieron el apoyo necesario para mis trabajos e investigaciones.

También al principio se encuentran la Lic. Sonia Ortega Bravo, de área de Relaciones Internacionales de la Universidad de las Artes de Cuba (ISA), quien generosamente coordinó mi encuentro con la MSc Nadiesha Barceló Reyna y el Prof. Alejandro Rojas, pues fue en las charlas que generosamente compartieron conmigo, en oportunidad de visitarles a propósito de mis primeras investigaciones, donde surgió la idea de realizar este trabajo; de hecho, comencé a escribir las primeras notas al calor de las noches del invierno habanero, en el balcón de un departamento que ocupaba en esos días sobre la avenida Galiano, en Centro Habana.

También quiero agradecer especialmente al Museo Chileno de Arte Precolombino (MCAP), en la persona de su Intendenta, Mónica Marín Schmidt, como así también al Departamento de Clásicos de la Universidad de Cincinnati, en la persona de Carol R. Hershenson, Curadora de la Colección de estudios de clásicos y registros de excavación. Ambas instituciones me cedieron generosamente algunas imágenes imprescindibles, estudios científicos y textos de consulta.

En mi pueblo, Gualeguaychú, un gran, gran agradecimiento a Tomás Almeida, guía en el Museo Arqueológico Manuel Almeida, quien con la generosidad de siempre, me ha permitido fotografiar algunas piezas patrimonio del museo, necesarias para ilustrar este libro.

En la era de la internet, también, por supuesto, tienen su lugar aquí Bella Agossou, del blog sobre África “El armario de Yaivi”; Laia San José Beltrán, historiadora y creadora del blog “The valkyries vigil” sobre cultura vikinga; Noemí Villaverde Maza, Antropóloga y autora del libro (y blog) “Una antropóloga en la luna”. Todas ellas han aportado desinteresadamente artículos, estudios e imágenes.

Supongo que no es habitual, pero quiero mencionar también la inmensa obra que realizan Wikipedia y Wikicommons para la socialización del conocimiento. He pensado, si hubiera escrito este libro unos pocos años antes, hubiera sido imposible contar con tantos recursos, no solo en información, sino especialmente en este trabajo, con la cantidad de imágenes específicas tan necesarias en un libro sobre arte. En estos tiempos en que tantas publicaciones científicas cobran dinero por el acceso a estudios e investigaciones, que tanta gente aporte tanto de su tiempo y recursos para compartir lo que sabe, construyendo desde la pluralidad, es algo que no debemos pasar por alto. He visto en esta web mucho mayor rigor científico y objetividad que en unos cuantos tratados de esos indiscutibles. Será por algo que desde ciertos ambientes se la combate.

Finalmente, damos paso a las personas cercanas, quienes han tenido que soportar ser revisores de este trabajo: Adriana Peralta, mi entrañable amiga y correctora; mi colega, el profesor Carlos Elgart; mi guía preferido durante mis andanzas por el Perú, Juan Huamán Zagárate, quien además de brindarme valiosa información, ha oficiado de traductor del quechua.

Y para terminar, las gracias más especiales a mi compañera, mi tan querida Johana Rendón Giménez, quien ha revisado punto por punto el manuscrito, y tanto que me ha hecho reescribirlo una y otra vez. Si algo le debe el lector, es la claridad que, creo, tiene este trabajo, y una estructura mucho más coherente que la que inicialmente tenía.

Muchos más, directa e indirectamente han colaborado, sin saberlo y la lista de nombres sería infinita; aun así, no puedo dejar de mencionar a todos mis alumnos de tantos años, quizá los que más me motivaron a escribir este ensayo. A todos ellos, mi agradecimiento más sentido.

Introducción

Los inicios

Hace ya muchos años que vengo cada vez más, peleándome con la historia y con el arte, sobre todo en mis ambientes académicos. Tanto ha sido así que hube de comenzar a elaborar mis propios textos para las materias que me toca dictar, visto que los usuales dan una visión de la historia y del arte que deja mucho que desear en cuanto a objetividad, rigor científico y construcción de una realidad, digámoslo de una vez, bien acomodada a los intereses de ciertos amos del mundo, en detrimento de los del resto de los mortales.

Comencé tardíamente mi trabajo como docente, en tiempos en que había olvidado casi por completo lo aprendido durante mi formación, por lo cual tuve que comenzar casi de cero. Mis variopintos trabajos desde que egresé del profesorado en artes, nada tuvieron que ver con lo artístico, estético ni nada que se le pareciera; siendo así, lo poco o mucho que había aprendido fue, al pasar de los años, pasto para el olvido.

La primera cátedra que debí dictar, ya faltando poco para mis cuarenta, fue Estética y critica del arte y, unos años después, Arte, cultura y sociedad (anteriormente llamada Historia del arte). Me acordaba de las catedrales del gótico, de que Kant era fundamental (pero no sabía por qué, ni siquiera recordaba que decía Kant) y poca cosa más. ¡Ah! y de las cuevas de Altamira.

El caso es que el poder ver, de conjunto y de un tirón la historia del arte, a través de las enciclopédicas Historias Universales del Arte que tuve que devorarme a una velocidad inaudita, me permitió percibir que algo no andaba bien, cosa que no me había sucedido en mis tiempos de estudiante.

Lo primero que percibí fue que la Historia Universal era sobre arte europeo; al resto del mundo, se le dedicaban, a regañadientes, unas pocas páginas.

Lo segundo que percibí fue que todo lo que no oliera a europeo era medio primitivo y rústico, cuando no directamente diabólico.

Lo tercero, fue que todo era muy descriptivo y muy desconectado, sin procesos, sin contextos: empezaba la prehistoria, terminaba la prehistoria; luego un día todo el mundo se despertaba gótico, y comenzaba el gótico. El 12 de octubre de 1492 todos se pusieron de acuerdo y comenzaron el humanismo y el renacimiento. Mmm… algo huele mal en Dinamarca.

Nunca se terminaba de entender de dónde salían los estilos y las formas, solo quedaba la sensación de que el arte europeo salía de la cabeza de grandes genios, y el del resto del mundo, del temor a fuerzas naturales incomprendidas, ciertas magias para lograr fecundidades, lluvias y buena caza, o cosas así, y rituales bastante demoníacos que incluían sacrificios humanos.

Y así transcurría la historia, empezamos en las cavernas (europeas, por supuesto) y terminamos en la edad contemporánea, todos juntos y a un tiempo, como en una coreografía pergeñada por vaya a saber que dios o que demonio —menos los africanos, que no logran nunca salir de la edad de piedra, ni sacarse esas máscaras extrañas que inspiraran al cubista Picasso—. Entonces me puse a estudiar historia, por lo del contexto ¿vio? No me entraba en la cabeza que los estilos artísticos surgieran de la nada, a lo sumo como “reacción al período anterior”. Tampoco me entra en la cabeza que nos consideremos la cúspide de la evolución, viendo cómo va nuestro globalizado planeta; no sé, pero me parece que para la cúspide falta un poco. O mucho.

La cuestión es que, como dicen por ahí, siempre me faltaban cinco para el peso; fue así que para tener una visión un poco más de conjunto, abarcadora, me decidí a iniciar estudios en antropología cultural. Sentía que algo me faltaba para terminar de comprender, no solo a la historia, sino también al arte, y estudiando antropología me comenzaron a caer las fichas. La primera que me cayó, es que, si no comprendía, cabalmente, el sentido de los procesos históricos sociales, nunca podría comprender el sentido del arte de un tiempo o una región o una persona. Solo podría describirlo, que es lo que habitualmente hacemos.

Finalmente, pude comenzar a viajar y estudiar (más bien vivir o sentir) la vida y el arte de diversas culturas, sobre todo lo poco que va quedando de primitivo, pero ya con los aportes de la antropología. Así la vida me llevo a Europa, varios lugares de áfrica, convivencia con algunas tribus, y por supuesto, América (la del norte y la hispánica). Poco a poco, me terminaron de cerrar las ideas que hoy dan forma a este libro. El hecho de poder conocer de manera directa, de primera mano, diversas formas culturales, me condujo a percibir la conexión profunda entre el arte y la vida, no ya a través de interpretaciones de diversos autores que, evidentemente, nunca se movieron de su escritorio y que, por tanto, no podían interpretar sino a través de sus pautas culturales. Y no hay que interpretar, dentro de lo posible. Hay que ver, tocar, sentir, conocer y, sobre todo, preguntar. Me parece.

Los resultados

Este trabajo intenta ser algo así como un pequeño manual para mostrar lo que podría ser un recorrido general, no a través de sucesiones temporales —aunque ciertamente y de conjunto, vamos atravesando más o menos ordenadamente grandes períodos históricos—, sino de temas y problemáticas utilizadas como disparadores (a partir de los cuales se puede profundizar, donde les resulte de interés) para introducirnos al estudio de la historia y del arte; mi modesta intención es pasar de las cronologías y líneas de tiempo para dar cuenta de lo que creo es lo importante: cómo se ha desarrollado la historia de la humanidad, cuál es el sentido de los hechos. En ese camino nos topamos con el arte, a través del cual vamos contando la historia, o es la excusa para contar la historia. Pues lo determinante aquí, resulta ser el proceso histórico, y a este hay que volver a estudiarlo, con mucho mayor rigor científico que el que habitualmente se tiene al estudiar la historia del arte.

A su vez la idea es contar la historia de un modo más o menos diferente al usual, no cómo la gesta de grandes hombres (o artistas) sino deteniéndonos a mirar las formas sociales que la humanidad se ha ido dando a los fines de satisfacer sus necesidades. Los grandes hombres o, mejor dicho, las grandes personalidades, son importantes, pero no siempre determinantes. Me doy a pensar que las grandes personalidades no son la causa, sino el resultado. Pero, en fin, que cómo funciona eso, ya lo veremos más adelante.

También sería diferente la forma de ver el desarrollo histórico, no a partir de una línea de tiempo —convención bastante falaz, por cierto— sino de las formas de desarrollo social y tecnológico, independientemente de en qué momento se den. Para dar un simple ejemplo, en la américa precolombina no hubo edad de los metales.

¡Ups! ¿Qué hacemos con los Mayas? No los podemos tirar bajo la alfombra de la historia. La solución ha sido mandarlos al cajón de los primitivos, prehistóricos y salvajes (¡hacían sacrificios humanos!). Bueno, a mí no me convence.

Cómo y para quién

¿Cómo leer este libro? Bueno, la idea es que sea fácil. Aquí trato de utilizar un lenguaje accesible, sin terminologías raras ni retorcimientos lingüísticos, intelectuales o espirituales. Vamos a ir pegados a la tierra. A los hechos concretos nos remitiremos y, a partir de estos, iremos sacando conclusiones y tratando de entrever el sentido de las cosas. Sobre todo, del arte, que parece siempre flotar por encima de los hombres. Y de las mujeres, en menor grado, como a una sociedad patriarcal corresponde.

Es así que, dentro de lo posible, iremos viendo el desarrollo de diversas formas sociales y a partir de allí, estudiar algún ejemplo del arte que fueron generando. Todo eso asumiendo que estudiamos las formas sociales y el arte que generan los hombres, no los espíritus. Aquí no encontrarán fuerzas sobrenaturales ni energías raras que determinen nada. Todo se va definiendo a partir de las necesidades de los hombres de carne y hueso, y de cómo se han ido dando maña para resolverlas. Es decir, vamos a asumir que las ideas suceden a las problemáticas de la vida real y concreta, y vale aclararlo, pues muchas veces se asume que las anteceden.

En principio, está dirigido a docentes y estudiantes, pero al final cualquiera más o menos curioso ya sea de la historia, ya sea del arte, lo podrá leer, espero, sin ningún problema.

Durante los tres primeros capítulos, aclaramos algunas cuestiones. Cómo vamos a analizar la historia, qué vamos a entender aquí por arte, qué por cultura, el problema de la magia y cosas así. A partir de ahí nos metemos con la historia y el arte, siguiendo una línea que se basa en cómo se han dado las diferentes formas sociales, de lo más simple a lo más complejo. Ni siquiera hace falta seguir el orden de los capítulos, ya que en realidad se van planteando diferentes problemáticas con la interpretación de la historia.

Debo advertir al incauto lector que la historia se le va a acabar más o menos por el dos mil antes de Cristo. Sucede que no es mi intención hacer un libraco de esos que dan miedo por lo gruesos, así que lo vamos a dividir en tres sucesivos volúmenes, este, obvio, es el primero.

El criterio de división de los volúmenes ha sido el siguiente: detenernos ante sucesos que van a afectar más o menos a todo el planeta, sobre todo a la parte occidental y cristiana que es sobre la que más nos vamos a centrar, aunque hay de todo un poco.

La primera parte, este volumen, termina hacia el final del período de la barbarie, o de la edad de los metales, como prefieran periodizar. Por lo demás, atravesamos todos los estadios de desarrollo social, la familia, desde antes de su existencia —la horda— hasta la monogámica patriarcal, como también del desarrollo de las fuerzas productivas, los avances tecnológicos y el trabajo, desde que bajamos de los árboles —salvajismo, comunismo primitivo, paleolítico—, hasta la organización tribal gentilicia y finalmente, apenas mencionados, pues lo seguiremos desarrollando en el segundo volumen, lo que llamamos civilización, la formación de los estados en sus formas asiática y esclavista.

El segundo volumen llegará más o menos hasta la revolución francesa (otro hecho que marcó un antes y un después) y finalmente, el tercer volumen, hasta nuestros días.

Aquí encontrarán, además, una serie de anexos, estos sí dirigidos a docentes y futuros docentes —y padres, por qué no—. Es que hay algunas cuestiones que me pareció importante traer a cuento sobre cómo se da el proceso de enseñanza-aprendizaje, así que hay alguna cosita sobre la didáctica, la selección de materiales, el proceso cognitivo y cosas así. El último anexo, que por algo fue a parar al fondo, aclaro que es medio… teórico (quise evitar la palabra aburrido), pero no por esos menos importante; un poco del proceso de génesis y estructura, el cual debemos tener en cuenta al estudiar historia, arte, biología, matemáticas o lo que sea.

Con respecto a las referencias y bibliografía, he procurado sustentar los datos expuestos con sus correspondientes estudios. La estructura de análisis se basa mayormente en Piaget, Morgan y Engels, los que van a ser citados cada dos por tres. Ninguno de estos autores se ocupó de la historia ni del arte, pero tuvieron una claridad innegable para comprender, cada uno en su campo, las dinámicas de los procesos de desarrollo, las que aquí combinamos, y pueden entonces aplicarse a casi todo en general.

Cabe aclarar un poco más mi elección, dado que algunos autores (Morgan y Engels para ser claros) se consideran actualmente superados1; a mi modesto entender, esto dista mucho de ser real, lo atribuyo más a las construcciones necesarias para el sostenimiento del occidente cristiano. Ni Levy-Strauss, ni todas las teorías sociológicas actuales (muchas neomarxistas, tan neo que creo que el marxista Marx no estaría muy de acuerdo con lo que se pretende hacer con sus teorías superadas) se basan en la materialidad concreta y mucho, sí, en el mundo de las ideas2, tan subjetivo y manipulable por cierto. Por lo demás, intentamos aquí combatir la mirada eurocentrista que tanta influencia tiene en nuestro mundo académico, no para proponer una mirada americocentrista (creo que no existe esa palabra), sino para, a través del rigor científico, arrimarnos, dentro de nuestras posibilidades, a las realidades culturales de los diversos pueblos y regiones, haciendo a un lado la necesidad de justificar unas sobre otras, pero sin dejar de marcar cuando esto se produce, que es casi siempre.

También encontrarán gran cantidad de citas transcriptas directamente desde sus originales, pues si quiero plantear algo que ya alguien desarrolló, y con mejor prosa y claridad de la que yo pudiera tener, pues leamos el original; de poco sirve fundamentar con una referencia bibliográfica que casi nadie va a leer o es difícil de encontrar. Además, evito en lo posible interpretar; me parece más correcto dejar las versiones originales a partir de las cuales construyo, para que cada quien pueda hacer su propia construcción, la que podría diferir de la mía.

A consecuencia de lo anterior, y contraviniendo las normativas que a veces vienen disfrazadas de sugerencias para la elaboración de textos académicos, la principal bibliografía está muy lejos de los seis u ocho años de antigüedad máxima recomendada para las fuentes; esto tiene su razón, y es que las fuentes más actuales, en mayor o menor medida se basan en interpretaciones de fuentes más antiguas, y eso de la interpretación es un tema un poco ríspido, así que prefiero, siempre que es posible, basarme en los originales.

Eventualmente espero sabrán disculpar ciertos apasionamientos que me invaden al tratar algunos temas, pero no puedo ni quiero dejar ser humano. También somos un caudal de emociones y no veo que haya que negarlo en pos de una objetividad que nunca es tal. Incluso el pretender, como en mi caso, que estas construcciones sobre la historia y el arte sean desinteresadas, también revela, en contra de otras muy interesadas, un cierto interés.

Finalmente quiero señalar que el propósito de este trabajo no es brindar información para repetir sino herramientas para analizar, y por tanto poder posicionarnos frente a los hechos históricos, y de paso frente al arte. Vamos a trabajar con el movimiento y el cambio, con una mirada un poco antropológica; la idea es brindar elementos para comprender la historia, el arte y la cultura, es decir, para comprendernos a nosotros mismos. A partir de ahí, cada uno sabrá qué hacer.

Bienvenidas serán las críticas y aportes a este incipiente proceso de construcción que, como tal, espero sea mejorado y perfeccionado, desde la seriedad analítica que la búsqueda de la verdad y la ciencia imponen. Para ello, al final del libro encontrarán la información de contacto.

Nota: todas las fechas, en años o siglos, están expresadas en referencia al año cero, esto es “–“ ó “a. C.” para todo lo acaecido antes de Cristo, y ninguna aclaración para lo referido a después de Cristo.

CAPÍTULO I

Forma y sentido del desarrollo histórico humano

¿Cómo son los procesos históricos? ¿La humanidad avanza, se mueve en círculos, retrocede, va en espiral? ¿Cuál es el criterio para juzgar a una cultura como evolucionada o atrasada?

Estas son solo algunas de las preguntas con que nos enfrentamos al estudiar la historia. No tenemos que perder de vista que la historia en cuanto ciencia, es una construcción que realizan hombres de carne y hueso, muchas veces con las mejores intenciones, otras no tanto, pero siempre, siempre, atravesados por su cultura y, por tanto, orientados a analizar de determinada manera, muchas veces poco científica los sucesos que se presentan delante.

Entonces, vamos a tratar de fijar ciertas pautas que puedan orientar nuestras conclusiones, sobre todo atentos a las comparaciones con nuestra cultura actual, lo cual nos ayudará a tomar posición sobre muchos aspectos de la realidad que nos toca vivir.

En muchos textos de historia se propone que la utilidad de estudiarla será sobre todo conocer los aciertos y errores de la humanidad, de modo de que nos sirvan de ejemplo para no repetirlos en el futuro (a los errores, supongo); tengo para mí que la historia no comete errores, en todo caso los cometen algunos hombres de carne y hueso, y jamás la humanidad toda. Y por lo demás, los errores que ven unos son igualmente los aciertos que ven otros, dependerá siempre de dónde nos encuentre parados la historia. El esclavismo ha sido y lo sigue siendo, un error garrafal de la historia (si le preguntamos a los esclavos) y un salto fabuloso en la producción de riquezas que dinamizó el comercio, el intercambio cultural y la economía en general (si les preguntamos a los amos).

Los factores determinantes del desarrollo de la historia

Si nos atenemos a nuestra simple condición de seres vivos, animales en este caso, veremos que, en última instancia (y esto se ve más claramente cuanto más nos alejamos en busca de los primitivos hombres), el factor decisivo en todo el transcurso de nuestra historia como especie, es la producción y la reproducción de nuestra vida inmediata, que se da en dos clases: la producción de alimentos, vestidos, viviendas y los insumos e instrumentos necesarios para ello, y por otro lado, la reproducción del individuo, la continuación de la especie. Esto es lo que va a determinar el orden social en cada época, con arreglo al grado de evolución de cada pueblo en lo que al trabajo y a la familia se refiere. Cuanto menos desarrollado está el trabajo, menos son los productos que la sociedad tiene y más pobre también. Así con más fuerza prevalecen los lazos familiares sobre el régimen social. Al aumentar el desarrollo de la productividad del trabajo, aumenta también la riqueza y se producen por tanto diferencias, nace la propiedad y la diferencia de fortuna; también la posibilidad de emplear trabajo ajeno y con ello los antagonismos de clase. Todo ello hará estallar el antiguo régimen social basado en la familia, remplazándose por una sociedad basada en el estado que, a través de muchos cambios, es la que tenemos hoy en día. Por tanto, al analizar la marcha de la historia, tomaremos cada período con arreglo al desarrollo de las fuerzas productivas, que son las que en última instancia provocarán los grandes cambios sociales. Estas fuerzas son la técnica, la naturaleza y el hombre, es decir, hablaremos de desarrollo de las fuerzas productivas en tanto el hombre desarrolle técnicas que le permitan dominar la naturaleza con la consecuencia de un bienestar generalizado.

No debemos nunca al analizar la cultura, el arte y la estética, aunque parezca irrelevante, dejar de lado estos dos aspectos que mueven nuestra historia como especie: producción de la vida (individual) y reproducción de la especie. Las formas en que vamos a cumplir estos dos objetivos vitales son lo que el arte y las estéticas asociadas a ellas van a reflejar: todo el entramado de relaciones de los hombres entre sí y con su entorno, sus intereses y su moral. Como mencionaremos al hablar de cultura, las formas en que aplicamos las reglas y pautas de nuestra acción social son las que, en última instancia van a definir las características del arte de cada período, con marcadísimas diferencias en los tres grandes períodos que a continuación veremos.

Los períodos históricos

A los fines de facilitar el estudio, veremos los rasgos característicos básicos de cada período histórico combinando diversos formatos, por una parte, podremos tomar los tipos de organización social (materialismo histórico); por otra parte, la periodización arqueológica y finalmente nos podrá ser de ayuda la periodización de L. Morgan, basada en el desarrollo tecnológico y tipo de familias (antropológica).

Al ser absolutamente improcedente pretender un desarrollo lineal de la historia, y más aún sin un criterio definido y preciso de qué entendemos por evolución, desarrollo, etc., nos vamos a encontrar con más de una problemática si pretendemos ser científicos en nuestro análisis; igualmente estos problemas los iremos tratando a medida que se vayan presentando.

Brevemente describimos las etapas de Morgan y los tipos de estado, amén de tener como referencia el cuadro de las diversas periodizaciones —a fin de no perdernos entre una y otra—, que se presenta al final del capítulo.

Entonces, L. Morgan, sitúa y define los períodos históricos de acuerdo al grado de desarrollo del grupo o de la sociedad. Morgan divide la historia humana en tres períodos, aunque analiza solamente los dos primeros. En cuanto a la familia, es quien explica por primera vez su origen y desarrollo, atendiendo a las formas del parentesco y la unión sexual.

Salvajismo:

Inferior: vida parcial en árboles; recolección.

Medio: pesca y uso del fuego piedra sin pulimentar (paleolítico). Lanza y maza de piedra.

Superior: arco y flecha. Piedra pulimentada (neolítico). Piraguas de tronco. Vigas y tablas.

Barbarie:

Inferior: alfarería. América siembra y cosecha; Europa cría de animales y ordeñe.

Medio: América cultivo de hortalizas por riego; adobe y piedra para construcción. Labrado de metales (menos hierro). Europa vida pastoril (cultivo para forraje), buena alimentación (carne y leche).

Superior: fundición de hierro (griegos, etruscos, germanos, vikingos). Arado y concentración de población. Pasa a la civilización a través de la escritura llevando: arado de hierro, fuelle de fragua, molino de brazo, labrado artístico de metales, barcos de tablones, carreta y carro de guerra, ciudades amuralladas con torres y almenas, arquitectura artística, epopeyas y mitología, rueda de alfarero.

Civilización:

Hasta hoy.

Para estudiar las diversas civilizaciones nos vamos a ayudar con los diferentes tipos de estado3:

Comunismo primitivo: No hay estado. Sin clases sociales4 ni castas; solo jefaturas temporales; trabajo generalizado, sin privilegios; administración comunal por asambleas.Estado asiático: surge en sociedades cuyo principal modo de producción sea el que utiliza el riego. Es dirigido por una casta burocrática organizada en instituciones (ejército, dirigentes, sacerdotes, maestros, administrativos, etc.) que administra la sociedad. No hay clases sociales ni propiedad privada de medios de producción, aunque sí las diferentes castas tienen diferentes privilegios.Estado esclavista: Aparecen las clases sociales y la propiedad privada; amos, artesanos libres y esclavos.Estado feudal: Aquí los Señores feudales dirigen la sociedad, disponen de la tierra y los siervos trabajan.Estado burgués: Aquí los capitalistas dirigen la sociedad y trabajan las burocracias y los obreros. Estado obrero o transicional: Aquí la clase obrera a través de la dictadura del proletariado dirige la sociedad con el objetivo de abolir finalmente el estado. No hay clases sociales ni propiedad privada de los medios de producción. Actualmente no existe ninguno en estado puro.

Finalmente, otro elemento que nos puede ayudar es el tipo de familia que se va dando cada organización social, y que a lo largo del tiempo ha variado notablemente, desde la primitiva horda hasta la familia monogámica patriarcal, pasando por la organización gentilicia —o tribal— y los linajes. L. Morgan se ocupó exhaustivamente de estos procesos y fue el primero en descubrir las reales relaciones de parentesco en diferentes etapas de desarrollo social.

Según Morgan, luego del estado más primitivo de promiscuidad, el grupo o familia avanza hacia lo que él llama familia consanguínea, en la cual los grupos conyugales se dan simplemente por generaciones; así los abuelos y abuelas son maridos y mujeres en común, los hijos y las hijas formarán otro grupo de relación y los nietos y las nietas un tercero. Si consideramos un avance excluir del vínculo sexual a los padres de los hijos, el siguiente progreso será excluir a los hermanos y hermanas primero y luego a los primos y primas; es aquí donde la tribu tendrá que escindirse y las nuevas generaciones buscar pareja en diferentes familias, lo que dará origen a la gens. Llamó a este primer tipo de organización gentilicia familia punalúa. Según Morgan, la gens formó la base de la mayoría o todos los órdenes sociales durante la barbarie, en todo el globo. La organización gentilicia se mantuvo hasta los orígenes de la civilización, lo que da una pauta de su importancia.

“(…) conforme se desarrollaba la gens e iban haciéndose más numerosas las clases de “hermanos” y “hermanas”, entre quienes ahora era imposible el matrimonio, esta unión conyugal por parejas, basada en la costumbre, debió ir consolidándose. Aún llevó las cosas más lejos el impulso dado por la gens a la prohibición del matrimonio entre parientes consanguíneos. Con esta creciente complicación de las prohibiciones del matrimonio, hiciéronse cada vez más imposibles las uniones por grupos, que fueron sustituidas por la familia sindiásmica. En esta etapa un hombre vive con una mujer, pero de tal suerte que la poligamia y la infidelidad ocasional siguen siendo un derecho para los hombres, aunque por causas económicas la poligamia se observa raramente; al mismo tiempo, se exige la más estricta fidelidad a las mujeres mientras dure la vida común, y su adulterio se castiga cruelmente. Sin embargo, el vínculo conyugal se disuelve con facilidad por una y otra parte, y después, como antes, los hijos sólo pertenecen a la madre. (…) La familia sindiásmica aparece en el límite entre el salvajismo y la barbarie.” (Engels: 2000, 27).

Desde este tipo de familia, se avanza, ya en la época de griegos y romanos hacia la familia monogámica —para la mujer— patriarcal, y que ha perdurado hasta nuestros días.

Arte, moral y derecho

Las diferentes relaciones familiares y sociales que se van dando con arreglo a las características de producción, van generando toda una serie de usos y costumbres necesarias para la continuidad del grupo; téngase muy en cuenta lo anterior: los usos y costumbres (moral, pautas culturales) de una sociedad son determinados por su forma de existencia y su modo de producción, nunca al revés. La producción artística viene de algún modo a reflejar toda esta serie de costumbres e ideas que el grupo (o un sector del mismo) realiza sobre sí mismo y que van a constituir lo que llamamos su moral. Sería necesario entonces analizar un poco que es la moral y a su vez diferenciarla del derecho, pues no debemos confundirlas dado que no siempre van de la mano; más de una vez cambia el derecho, pero no es acompañado por la moral, y viceversa. Y eso tiene sus consecuencias.

Habitualmente se nos enseña que las cuestiones morales son reglas eternas, inmutables y universales (podemos citar los diez mandamientos como un ejemplo de nuestra moral occidental/cristiana o la declaración de los derechos del hombre), pero en realidad esas reglas no solo son flexibles sino hasta contradictorias, apenas comenzamos a estudiar un poco de historia o simplemente observar la realidad. De hecho, las leyes que van reflejando la moral de un sector de la sociedad (el que, precisamente, controla el estado y hace las leyes) van cambiando en cuanto cambian los intereses y relaciones de producción de estos sectores.

El problema de esta concepción, es que debería servir a toda persona, en todo tiempo y en todo lugar, por lo cual no es aplicable ya que niega el movimiento, el cambio y las diferencias, factores que son constitutivos de la vida.

Aclarémoslo con un ejemplo, que a la vez toca a la moral y al derecho:

No matarás – Prohibido matar

Esta sentencia moral, sin referencia a nada, debiera aplicarse en todo momento y en toda circunstancia, pero precisamente por no tener referencia es absolutamente inútil. Tanto así que, en cuanto sentencia moral, si la pasamos a la esfera del derecho comienza este a descubrir todos los matices y contradicciones de la misma. Cualquiera va a coincidir en que matar es algo malo y que debemos evitarlo como sea; ahora bien, hay contextos y contextos, la ley no castiga de igual manera a quien mata por ejemplo en el marco de una pelea de borrachos, en una pelea doméstica entre marido y mujer, o quien mata en defensa propia, o quien mata por ejemplo conduciendo un automóvil de forma temeraria, o en ocasión de robo. Aún podemos considerar al que mata en una guerra. Y en los países donde hay pena de muerte, el estado se arroga el derecho a matar, como un aporte al bien común. Es más, diferentes leyes de diferentes países contemplan la pena de muerte por muy diferentes razones, y a su vez, la moral implicada en esas razones no es aplicable en absoluto en diferentes sociedades y aún dentro de la misma sociedad.

Vemos por ejemplo que hay países que contemplan la pena de muerte por causa del adulterio, y en otros países con otra ley y otra moral (derivada de sus condiciones de vida) eso es... inmoral. Las causas porque puede aplicarse la pena de muerte en un ejército dentro de un conflicto bélico, por ejemplo, desobedecer ciertas órdenes, sería inaplicable en la misma sociedad, pero dentro del ámbito civil.

Pensemos que si esta ley realmente fuera universal y eterna, como se pretende, no hubieran existido guerras religiosas ni económicas, conquista de América, inquisición, pena de muerte, ni siquiera podrían existir ejércitos (de hecho, cada ejército tiene su capellán, sus armas son bendecidas, etc.) y hasta el Vaticano tiene su propio ejército, la famosa “Guardia Suiza” que porta armas de fuego y está autorizada a usarlas para defender al Papa. En fin, que como podemos ver, una regla tan obvia, simple y evidente cuando es abstracta, se torna bastante vidriosa de interpretar cuando la bajamos a la tierra y sus vicisitudes.

Veamos entonces qué vamos a entender en este trabajo por moral y qué por derecho, habida cuenta de que las definiciones a que estamos acostumbrados no nos serán de total utilidad, como iremos viendo a lo largo del mismo.

Por moral entendemos el conjunto de hábitos, costumbres y normas sobre los que se asienta una comunidad determinada (puede ser un pueblo, un club, un sindicato, una religión, etc.); de que cada individuo viva de acuerdo a las normas y valores del grupo, depende que este subsista y se desarrolle. Estas normas, no están escritas, y su incumplimiento lleva a lo más una sanción social; podemos decir, si se quiere, el aislamiento o el repudio del resto del grupo hacia el individuo. Lo que prima es la presión de la opinión colectiva de la comunidad.

En cambio, cuando hablamos de derecho estamos hablando de normas o leyes escritas, que no solo rigen el comportamiento individual, sino a todo el conjunto de las relaciones que se dan en la sociedad: las entre individuos, las laborales, las sociales, etc. Y su incumplimiento conlleva un castigo efectivo, generalmente pago de dinero, pérdida de libertad, muerte.

Vale aclarar, que el derecho es del todo incompatible con las primitivas sociedades prehistóricas5, ya que sin una división social en clases la existencia del mismo es inadmisible, para que haya derecho tienen que existir clases sociales y el estado. Es importante destacar (y en esto el estado se ha mantenido igual desde sus inicios y, de hecho, es la razón de su existencia) que el derecho regula todas las relaciones sociales —individuales, grupales y entre las clases— pero en beneficio de una clase y aplicado por un estado al servicio de esa misma clase, de allí que utilice medios directamente compulsivos, mientras la moral utiliza el convencimiento y la persuasión. Podemos decir que el derecho es la moral más un garrote. De hecho, cuando una nueva clase irrumpe para cuestionar a otra, aparece en escena cuestionando la moral de la que detenta el poder, pues en esa moral se asienta el derecho que beneficia a esa clase y perjudica a la que la cuestiona. Así reflejando nuevos cambios sociales, surgieron un Espartaco, cuestionando a los esclavistas romanos; un Savonarola (cuestionando la decadencia y el amoralismo del clero dirigido por los Borgia, durante el Renacimiento) —nótese que, en este caso, el que cuestiona es un miembro del mismo sector, la iglesia— y la cuestiona para evitar que se desintegre o, poco después, un Lutero, cuestionando directamente a Roma y reflejando a una incipiente burguesía que quería disputar los privilegios económicos al Vaticano.

Finalmente, la moral se verá afectada por nuestra forma de percibir la realidad y las relaciones sociales, y esto también se va a expresar en lo artístico. No son iguales los gustos estéticos en la burguesía que en el proletariado, ni los del estanciero que los del peón del campo, todos condicionados en parte por su relación con la producción.

Para concluir, regresemos al inicio

Nos preguntábamos al comenzar, cómo y por qué se mueve históricamente el desarrollo humano; hemos tratado de analizar las causas, las razones de este movimiento, y creo que está más o menos planteado. Ahora bien, sabemos por qué y cómo se mueve nuestra historia, lo que podría resumirse así: ¿por qué? Para satisfacer nuestras necesidades de producción y reproducción de la vida. ¿Cómo? A través de las relaciones de producción de las cosas que necesitamos para ello —para producir y reproducir la vida— que se expresan en las relaciones de trabajo y familia.

La siguiente pregunta necesariamente debe ser ¿hacia dónde se despliega nuestra historia como humanidad?

En la construcción histórica oficial, la tendencia es a pensar que nos movemos hacia adelante y no hay otra posibilidad: desde lo más simple a lo más complejo; desde el salvajismo a la civilización; desde la ignorancia al conocimiento. Visto lo que planteamos en las páginas anteriores, podríamos pensar que indudablemente la historia, nuestra historia como especie, se despliega en el espacio y el tiempo, pero ¿el avance es continuo? ¿siempre nos dirigimos hacia algo mejor? Este pensamiento lineal creo que conspira con un análisis científico y más o menos riguroso. La humanidad no avanza igual en todos lados ni en todos los tiempos, hay avances y retrocesos, combinaciones insólitas de etapas históricas en un mismo momento, destrucciones masivas de fuerzas productivas, mejoras sustanciales en el bienestar general y, en fin, innumerables contradicciones. Es por ello que es preciso dejar de lado esa ideología,6 pues nos llevará a pre-juzgar todo lo antiguo como menor en ciertos aspectos, teniendo esto como consecuencia la pérdida de objetividad en nuestros análisis, cosa muy común como hemos visto y seguiremos viendo.

Cuadro de elaboración propia

CAPÍTULO II

¿De qué estamos hablando cuando decimos cultura y arte?

O sea, alguien más o menos formal diría: “Determinemos epistemológicamente nuestro objeto de estudio”.