La modernidad en Suárez y Descartes: articulaciones cambiantes del sujeto - Giannina Burlando - E-Book

La modernidad en Suárez y Descartes: articulaciones cambiantes del sujeto E-Book

Giannina Burlando

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Mientras los intérpretes de hoy debaten sobre el estatuto y la asociación de Francisco Suárez con la filosofía moderna, los lectores de René Descartes mantienen la descripción que lo define como the founder of modern philosophy. El presente análisis propone destacar factores principales que, posiblemente, acerquen y también distingan lo que hace moderna la modernidad de ambos filósofos. Cuestión que desarrollaré contemplando no la obra ortodoxa, sino la menos comparada aún de estos autores, a saber, aquella que concierne a su sabiduría moral y a la pregunta práctica que ambos abordan: ¿qué debo hacer? o ¿cómo debemos vivir? Cuestión que, ex hipotesis, presupone ―considerando la tesis de Bradioti― articulaciones cambiantes del sujeto, tales como la voluntariedad, los hábitos y las pasiones, bien caracterizadas por los dos filósofos como armas de la razón en cuanto conjunto de resortes para la praxis de una vida virtuosa o de una vida activa recta.

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© 2021 Giannina Burlando

© 2021 Editorial UFVUniversidad Francisco de VitoriaCrta. Pozuelo-Majadahonda, km 1,80028223 Pozuelo de Alarcón (Madrid)[email protected]

Primera edición: abril de 2021

ISBN edición impresa: 978-84-18360-75-6

ISBN edición digital: 978-84-18360-76-3

ISBN edición Epub: 978-84-10083-20-2

Depósito legal: M-3547-2021

Preimpresión e impresión: Safekat, S. L.

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.

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Impreso en España - Printed in Spain

El filósofo de la naturaleza considera las propiedades del alma investigando su esencia y el modo que tienen de brotar de tal naturaleza; y en esto consiste la investigación especulativa de las cosas. En cambio, el filósofo de la Ética considera las propiedades del alma para reconducirlas a su justo medio mediante las virtudes; y en esto consiste la investigación práctica.

Suárez, De anima, IX, 9, 5.

Así la mayor parte de los que estudian la mecánica sin la física y fabrican al azar nuevos aparatos para producir movimientos. Así también aquellos filósofos que, desdeñadas las experiencias, piensan que la verdad ha de nacer de su propio cerebro, como Minerva del de Júpiter.

Descartes, Reglas, V.

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

SUÁREZ: VOLUNTAD, HÁBITO Y PASIÓN PARA LA VIDA VIRTUOSA DEL SUJETO

Voluntad según Suárez

Los hábitos y pasiones según Suárez

Virtudes afectivas

Hábitos como virtudes según Suárez

DESCARTES: VOLUNTAD, HÁBITO Y PASIÓN EN LA VIDA VIRTUOSA DEL SUJETO

Voluntad según Descartes

Pasiones y hábitos en Descartes

Reglas de la moral en Suárez y Descartes

Escolio

BIBLIOGRAFÍA

LA MODERNIDAD EN SUÁREZ Y DESCARTES:ARTICULACIONES CAMBIANTES DEL SUJETO

GIANNINA BURLANDO

Pontificia Universidad Católica de Chile

INTRODUCCIÓN

En el caso de Francisco Suárez (1548-1617), aun cuando su obra ha sido entendida como cumbre de la escolástica y, en este sentido, como continuadora y deudora del modo de pensamiento medieval y, por lo tanto, aparentemente podría ser considerada al margen del horizonte de la cultura moderna; no es esa visión la única ni la más ajustada. Baste recordar la ponderación que de esta obra hacen dos de los mejores conocedores de la historia del pensamiento occidental, Martin Heidegger y Xavier Zubiri, como central para la constitución y desarrollo de la modernidad naciente. Es decir, aun cuando se considerase a Suárez como un autor escolástico, su obra se sitúa inmersa en el contexto epocal y cultural de la primera modernidad, aborda las grandes cuestiones discutidas de su época en materia antropológica, sociopolítica o teológica y, desde ahí, influye en el desarrollo cultural de esta, proyectando su influencia en el desarrollo de autores y escuelas muy distintas, lo cual es propio de los clásicos.1

A pesar de la ingente producción de Suárez en el ámbito de la teología moral, la obra que trata, teórica y unitariamente, los temas de la moral aún permanece en estado de preparación, de traducción y edición crítica completa. Se trata de sus Tratados morales, publicada en Lyon en 1628. La compuso Suárez con ocasión del curso impartido, entre 1580 y 1582, sobre esta materia en el Colegio Romano. Según Raúl Scorraille (1917), se trata de «cinco tratados muy conexos entre sí, que podían haberse juntado con el título común: Del camino del hombre hacia su fin o, también, De los principios generales de la moral». De hecho, su unidad se construye por el estudio de la misma materia moral que aborda santo Tomás en la Suma teológica, «Sección Primera» de la «Parte Segunda».2 La estructura de la obra, publicada póstumamente por el editor Baltasar Álvarez en 1627, incluye un proemio y cinco libros:

— Tratado o libro primero: De útimo fine hominis; dieciséis disputas o capítulos.

— Libro segundo: De voluntario et involuntario in genere, deque actibus voluntariis in speciali; diez capítulos.

— Libro tercero: De bonitate et malitia humanorum actuum; doce capítulos.

— Libro cuarto: De actibus, qui vocantur pasiones, tum etiam de habitibus, praesertim studiosis, ac vitiosis; cuatro capítulos.

— Libro quinto: De vitiis et peccatis; nueve capítulos.

En nuestra presentación, nos abocaremos principalmente a esta obra, dada su relevancia para el estudio comparativo que queremos esbozar.

En lo que se refiere a René Descartes (1596-1650), sus estudiosos no ponen en duda, con toda razón, su sitial en la modernidad. Bertrand Russell dice lo siguiente al respecto:

Generalmente se lo considera el fundador de la filosofía moderna, es el primer hombre de alta capacidad filosófica cuya perspectiva se ve profundamente afectada por la nueva física y astronomía. Si bien es cierto que retuvo gran parte de la escolástica, no acepta los cimientos establecidos por los predecesores, sino que se esfuerza por construir un edificio filosófico completo de novo. Esto no había sucedido desde Aristóteles, y es un signo de la nueva confianza en sí mismo que trajo como resultado el progreso de la ciencia.3

Entre los lectores cartesianos, a partir de los años ochenta del siglo pasado, se multiplican los que reconsideran a Descartes no solo como un metafísico o un epistemólogo, sino como un pensador de la moral. La mayoría4 basa sus estudios en el Discurso sobre el método, Las pasiones del alma, los Principios de la filosofía y una selección de su correspondencia. Nuestra lectura de Descartes estará lejos de estructurar su reflexión moral necesariamente en términos de una ética de primer y segundo orden,5 o en los términos metódicos cartesianos propuestos por la regla VII.6 Consideraré, en cambio, la obra señalada para destacar la investigación psicológica de Descartes, estudiando ante todo sus ideas de la voluntad, las pasiones, los hábitos y virtudes del sujeto para advertir la posibilidad real de cambio moral en el sujeto y notar, a su vez, una posible coordinación teórica con el pensamiento moral del jesuita granadino Francisco Suárez.

Este enfoque asume desde un principio que hay un vínculo central entre la pasión y la vida virtuosa, que los sujetos experimentan pasiones moderadas. En lo que sigue pretendo establecer que, en la modernidad naciente en la que se sitúan Suárez y Descartes, ambos adhieren a esta visión, se muestran de acuerdo con los críticos del estoicismo ortodoxo7 y defienden un neoestoicismo moderno.8 Ellos representan la tendencia de la mayoría de los pensadores cristianos del siglo XVII, pues se adhieren a la idea de que «no hay pasiones que sean inservibles a la virtud, cuando son gobernadas por la razón, y aquellos que las han lamentado nos dejan ver que nunca conocieron su uso y valor».9

De manera que tanto Suárez como Descartes manifiestan estar de acuerdo en que las pasiones son experiencias vitales útiles para nuestra sobrevivencia y bienestar. Así, en vez de embarcarse en una lucha inútil por erradicarlas, la sabiduría moral de ambos pensadores las sitúa entre los poderes de la razón.10 Ellos mismos, en cuanto figuras preeminentes de la época del resplandor de la razón, son conscientes de la dificultad filosófica que surge del racionalismo radical del estoicismo. Por lo que reconocen que mantener un total control racional sobre las pasiones es extremadamente difícil. Admiten que la razón, por sí sola, nunca puede vencer a la pasión; que el intelecto solo no tiene la fuerza del impulso; que el entendimiento tiene sus límites, y que la certeza y las virtudes intelectuales no cooperan necesariamente al progreso moral. En este predicamento, las pasiones no son persuadidas por argumentos racionales. Por consiguiente, surge la cuestión práctica: ¿Qué debo hacer?, ¿cómo debo vivir?, cuestión que abordan desde sus teorías morales.

Claramente, la propuesta de ambos autores para responder la pregunta normativa presupone sus metafísicas. En Suárez, supone querer saber quién es el ser humano. Su formulación lo sintetiza como subjectum substantiale. Con lo cual quiere significar la naturaleza substancial de los seres humanos, constituida de materia y forma. Aunque lo novedoso en la fórmula es que sujeto (subiectum) agrega la condición de las acciones del agente (sit tamen conditio per se requisita ex parte recipientis; hac enim ratione dicuntur passiones propie esse suppositorum, sicut et actiones).11 El sujeto agente de Suárez es, por lo demás, libre, finito, sujeto de pasiones, que se autoafirma y realiza socialmente en comunidad.12

Por su parte, la metafísica que presupone Descartes radicaliza el cogito, «sostiene una verdad de la que no podemos escapar fácilmente y que es a la vez central para cualquier comprensión de su moralidad. Este es el hecho de nuestra propia agencia y autonomía. Descartes creía que lo que se revelaba en el cogito podía interpretarse como un ser sustancial, un alma, con la propiedad del libre albedrío. Gran parte de la teoría moral de Descartes, aunque no toda, puede sostenerse en esta interpretación metafísicamente derivada del cogito».13

Así pues, a partir de tales premisas nos preguntamos cómo configuran Suárez y Descartes los poderes de la mente para resolver la cuestión de la praxis moral. A este asunto atiendo, en primer lugar, para enfrentar la dificultad central, es decir, la relativa a los límites de la razón: notaremos cómo Suárez y Descartes modifican la estructura de los poderes de la razón. Es cierto que confieren a la voluntad un mayor poder, eficacia y autonomía, pero lo importante y definitorio es que vinculan las pasiones a las virtudes dándoles notoriedad y una decisiva conexión antropológica.

SUÁREZ: VOLUNTAD, HÁBITO Y PASIÓN PARA LA VIDA VIRTUOSA DEL SUJETO

Voluntad según Suárez

En el sentido moderno, Suárez propone la libertad humana como poder del sujeto para generar sus propias leyes morales y tomar decisiones racionales sobre la base de dichas leyes, independientemente de influencias externa. Mientras que piensa la voluntad como dimensión interna, de decisión autónoma e incondicionada. En las Disputaciones metafísicas, Suárez distingue dos funciones bien definidas de la voluntad humana. Una de ellas tiene que ver con lo que es la voluntad humana. La naturaleza de la voluntad no la expresa en términos del apetito intelectual, tampoco como un poder de volición, sino en términos de un estado mental interno de afección, que Suárez denomina deseo vital (desiderium elicitum vitaliter)