La Palabra de Dios y la Biblia - Jonatan De Marco - E-Book

La Palabra de Dios y la Biblia E-Book

Jonatan De Marco

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Beschreibung

"La Palabra de Dios y la Biblia" es, en general, una serie de críticas y reflexiones a una mirada ortodoxa y dogmática de la Biblia y al concepto al que la Palabra de Dios se refiere. Pero por sobre lo anterior, es también en mayor medida, una reinterpretación y una exégesis del término a lo largo de las Escrituras Cristianas. Integrando un entendimiento más objetivo, intentaremos lograr en este libro que la "Palabra de Dios" como concepto se deje entrever con más claridad y pueda manifestar mejor la vida a la que alude por allí algún autor anónimo de las Escrituras: … Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Hebreos 4:12

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JONATAN DE MARCO

La Palabra de Dios y la Biblia

De Marco, Jonatan La palabra de Dios y la Biblia / Jonatan De Marco. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2022.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-3111-7

1. Ensayo. I. Título. CDD 220.04

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Tabla de contenidos

Prefacio

Introducción

La Palabra de Dios y Jesús

La Palabra de Dios y la Biblia

La Palabra de Dios, el Tiempo y la Creación.

La Palabra de Dios, la Poesía y la Profecía

De la Revelación y su continuidad

De la Inspiración y su extensión

Del Canon y su propósito

La Palabra de Dios y la Ortodoxia Evangélica

La Palabra de Dios y el cristiano

Conclusión

Apéndice I - Teorías Sobre la Inspiración

Apéndice II - Conceptos de Inerrancia Bíblica

Apéndice III - Fuentes y Redacción del NT

Apéndice IV - Historia del Canon Protestante y los Deuterocanónicos

Apéndice V – Presupuestos Teológicos que deducimos de este trabajo.

Prefacio

Las líneas en estas páginas, no pretenden ser una palabra definitiva, ni una palabra calificada sobre el tema. Son mis propias reflexiones teológicas que se me presentaron al ponerme a estudiar la naturaleza de las Escrituras y de la Palabra de Dios. Ni si quiera son definitivas para mi mismo. Al escribir este prefacio, ya tengo algunos puntos de evolución sobre varios de los temas abordados, avanzando desde mi punto de partida anterior y conservando el sentido de avance de este libro. Soy un cristiano que convive con muchas dudas y preguntas, pero también, con muchas certezas, producto de la reflexión y la búsqueda en oración de respuestas. La teología (la Palabra de/sobre Dios1) no es mi área de especialización, pero si, es mi pasión tratar de entender mejor a Dios, su obrar y sus propósitos para mí. En esa búsqueda, no he encontrado satisfactorios, ciertos axiomas y presuposiciones que la Teología Evangélica Contemporánea tiene. De ahí partieron estas reflexiones. Lamentablemente, los temas tratados en este libro no son por lo general tratados en las Iglesias Evangélicas hoy, con grados mayores de objetividad y sinceridad. Pero gracias a la comunión que tenemos en el cuerpo de Cristo, he encontrado varias personas con las cuales habar y reflexionar sobre el tema sin pelos en la lengua. El dialogo en la iglesia formal de hoy, es una materia que nos ha quedado pendiente, y estoy seguro de ello, porque he degustado la delicia del mismo fuera de esa formalidad, entre otros pares con los que tenemos las mismas búsquedas, aunque diferentes puertos de llegada.

La duda no es un pecado en sí mismo, sino un gran disparador intelectual, su faceta negativa está dada por ser una arena movediza para aquello que se quiere construir sobre ella. El creer en algo firmemente sin una convicción correctamente desarrollada, y montar toda clase de decisiones (y doctrinas) encima, es una empresa demasiado peligrosa. A lo largo de mi vida cristiana me he dado cuenta que mucho de la teología que la cristiandad ha construido alegando absoluta seguridad, está apoyada sobre fundamentos dudosos, no falsos, pero tampoco seguros. Lo que se alega, muchas veces no es necesariamente lo que del fundamento de cierta convicción se deduce. Y por lo tanto una doctrina apoyada sobre un fundamento poco seguro, cae en una lectura teológica distorsionada de la realidad. Lógicamente hasta en cualquier estudio académicamente histórico, se debe emplear cierto grado de fe para sostener que cosas del pasado realmente ocurrieron, aun teniendo gran cantidad de evidencia de ello, por lo que quiero que quede claro, que la historia del cristianismo, no es teología. Lo que quiere decir, que como cristianos podemos estar seguros de nuestra fe en Cristo, pero sabiendo que la ciencia solo ratifica la realidad histórica del cristianismo, no sus dogmas. Nunca ratificará la resurrección o los milagros, pero no por ello, no son verdaderos. En estas páginas, no nos ocuparemos de ese tema, sino de algunos dogmas teológicos que creo se han convertido en un vicio de la cristiandad.

Muchas personas lamentablemente pueden angustiarse o preocuparse al tener que lidiar con los tópicos de este libro, pero esto es producto de una educación cristiana defectuosa y estructurada. Más fundamental que ellos es la comunión y la unidad de la Iglesia Global y Local. Muchos grupos del cristianismo pueden ser llamados fundamentalistas por considerar fundamental absolutamente todos los dogmas. Y generalmente a causa de ello se provocan las rupturas y los cismas de la Iglesia. Considero que deberíamos poder lograr la convivencia y el trabajo en conjunto por aquello que realmente es importante, aun en la diversidad de opiniones en temas secundarios, pero en muchos círculos evangélicos, todavía no se ha logrado distinguir que es lo fundamental y que es lo secundario.

Para no tener que encontrarse con la propuesta principal del libro más adelante y tener que esperar por ello, adelanto la tesis principal ahora. Aquí se plantea que la Palabra de Dios, es una información que está contenida en las Revelaciones Especiales de Dios, ya sean objetivas o subjetivas, y/o en la Revelación General. Que las Escrituras Inspiradas, son un registro de las mismas en el marco de un recorte espacio-temporal específico, siendo este incompleto en abarcar toda la obra de Dios. En otras palabras, la Biblia y la Palabra de Dios son cosas diferentes. Por tanto, se rompe con la idea de que las Escrituras Bíblicas sean una revelación en sí misma. Se intenta explicar la naturaleza de las dos, y meditar superficialmente en la naturaleza y mecánica de la inspiración, la cual consideraremos, pero en términos diferentes a los establecidos por las teologías más fundamentalistas. Se considerará el registro Bíblico como una compilación de libros con caracteres diversos, con las formas y herramientas literarias de su época, pero no por ello, con menor valor de verdad teológica.

El resultado de esta reflexión no quitará valor de verdad al postulado de que Dios realmente intervino de diferentes maneras para que las Escrituras sean lo que son. Pero si, se confronta la idea de que Dios es el autor último de la Escritura en un sentido diferente, del de cómo es autor de la historia de la humanidad. Dios en ese sentido es autor primario de la historia de la humanidad y por tanto de la Escritura como consecuencia de ello, pero no de la Escritura especialmente diferente de cómo es autor de la historia humana. Dios es la causa de todo lo que existe, pero la historia de la humanidad y la de la composición de las Escrituras está atravesada por la acción humana imperfecta. Las Escrituras logran un grado aparente de perfección, tal que muchos cristianos la hemos confundido con una obra directamente hecha por Dios. Pero lo mismo puede pasar con ciertas obras de arte, de arquitectura, y literatura. La perfección que vemos en las Escrituras es producto de la Inspiración Divina, pero a raíz de ello, también del Arte Literario y la conservación de la verdad teológica esencial. Ello le da una armonía indiscutible, pero que se extiende al obrar de Dios actual. No debemos caer en el error de confundir esa armonía con la propia naturaleza divina. Así como Dios no habita en templos humanos, tampoco la naturaleza divina está objetivizada en un libro. La Creación da cuenta de un Creador trascendental, por lo tanto, no es el creador. Aunque pueda parecer duro, la cristiandad de hoy, está sumergida en una profunda bibliolatría inconsciente. A tal punto, que, en algunos casos, no practica sus principios por defender su literalidad. Se ha perdido el análisis crítico para ciertas cosas, de manera tal que el fundamentalismo religioso, ha mistificado el entendimiento de muchos cristianos sinceros. No quiero con esto decir, que no se debe usar más la Biblia como eje del estudio de la Palabra Divina y de la teología. Al contrario, en ella está plasmada esa búsqueda. En este libro se pretende, lograr poner un poco los pies en tierra respecto a la naturaleza de la Biblia.

Para tranquilidad del lector profundamente cristiano, proponemos después de estas reflexiones y de este intento de desmitificación de la naturaleza de las Escrituras, una respuesta sobria y racionalizada de cómo un creyente promedio puede hacer contacto con la Palabra de Dios sin la falsa simplificación de que leer la Biblia es leer esta Palabra2.

Por otro lado, es necesario resaltar que contrario a una deducción simple que pueda surgir, efectivamente la Biblia es un registro que está atravesado de diferentes carismas sobrenaturales. Y que en diversos capítulos trataremos de identificarlos, sobre todo a la hora de hablar de la profecía bíblica como Palabra divina.

Espero este material pueda ser una buena excusa, para que como pueblo de Dios podamos entender mejor, la naturaleza del obrar divino, y mejorar la definición de la imagen que nos hacemos de Dios a través de ello.

1 Teología, deriva del griego theos (Dios-deidad), y logos (estudio-palabra). No apela al termino que vamos a tratar de desarrollar en el libro, sino a el conjunto de conocimientos que tratan la idea de Dios.

2 Capítulo: El Cristiano y la Palabra de Dios

La Palabra de Dios y Jesús

Cómo Jesús usaba el término “Palabra de Dios”

Toda esta palabra de Dios en Cristo es la Palabra a la que la teología ha de escuchar y responder. Es la palabra de Dios hablada en la conexión de la historia de Israel con la historia de Jesucristo y en la conexión de la historia de Jesucristo con la historia de Israel.8

Karl Barth

Cuando Jesús quería hablar sobre la Biblia (la de su época) como algo objetivo, utilizaba la terminología “Escrituras”. (Marcos 12:10 – 14:49 - Mateo 22:29 – 26:54 – Lucas 4:21 – Juan 13:18 17:12, etc.). Cuando Jesús quería hacer referencia al mensaje de Dios, (información sobre Dios o proveniente de Dios mismo), utilizaba el término “Palabra” o “Palabra de Dios” (Marcos 4:14 7:139 – Lucas 8:11, 11:28 - Juan 14:24 - 17:17)

Notemos empezar, como Jesús en este texto, utiliza el término Escrituras para referirse a los libros sagrados y no el término Palabra de Dios:

Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas.

S. Lucas 24:44-48 RVR1960

Un texto que puede dejar aún más clara la distinción entre “Escritura” y “Palabra de Dios” puede ser el siguiente:

También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto, ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis. Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida. Gloria de los hombres no recibo. Más yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis. ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único? No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?

S. Juan 5:37-47 RVR1960

Acá vemos como Jesús hace una distinción entre las Escrituras, la Voz de Dios, y sus Palabras.

- La voz y el aspecto de Dios el Padre: Dios, no tiene boca ni tiene rostro, pero utiliza diferentes maneras para revelarse o para hacerse ver y oír. Sueños, epifanías, visiones, etc. Son aquellas revelaciones sobrenaturales o especiales con las que Dios se da a conocer. Como ya veremos, su creación, contrariamente, es la revelación natural o general con la que solo podemos deducir su existencia y algunos específicos propósitos suyos, como por ej., el desarrollo de la vida. Mediante la observación de la creación, podemos llegar a conocer a Dios (Rom. 1:21), pero no podemos llegar a Salvarnos (a causa de haber pecado), y por ello, Nosotros, necesitamos que Dios mismo intervenga para Salvarnos, de ahí que Dios intervenga la historia con revelaciones extraordinarias y sobrenaturales, lo que podríamos denominar Hechos de la Revelación Especial dentro de la Historia real. Dios podría hacernos escuchar su voz, pero, ¿entenderíamos lo que dice? La Voz de Dios en este caso es el hecho factico de la revelación. Podríamos escucharla, pero no por ello entenderla. Por ello, se abre otro campo dentro del hecho de la revelación.

- La Palabra de Dios el Padre: En cada revelación de las que mencionamos hay un lenguaje y un contenido. Es decir, la revelación transmite información. Esta Información que transmite la revelación puede abarcar conocimientos variados: la naturaleza de Dios, su pensamiento, su voluntad, su deseo, sus propósitos. Todo esto, particular y primariamente para con él ser humano y luego en extensión para con cada parte del universo según su grado de valor. El Evangelio, es la Información más completa mediante la cual el hombre pecador puede Salvarse. La razón última de la revelación es salvar al hombre, y para eso se ha revelado la Promesa de Salvación (Gn. 12:2-3), la Ley Civil y Moral de Dios (Éxodo 20:1-17 - Lv. 1:1-2) y el Evangelio (Mr. 1:1-15). Una vez que detectamos la Voz de Dios, es necesario descifrar el mensaje. El mensaje o Información que la revelación contiene es “la Palabra de Dios”

- Las Escrituras: Dijimos que las revelaciones son Hechos concretos de Dios, por medio de los cuales se hace ver, oír, escuchar y sentir, que transmiten una determinada Información a cerca de él, en relación directa con el ser humano. Y las Escrituras por tanto son los Registros de esas revelaciones con su respectiva información, que, a lo largo de la historia, los seres humanos en contacto con él fuimos compilando, movidos por el Espíritu, la Voluntad y los Propósitos de Dios.

Como podemos observar, Dios siempre que se reveló a lo largo de la historia, fue muy claro en transmitir lo que quería. Podemos ver tal cosa en Éxodo capítulo 3, cuando Dios se revela a Moisés, por medio de una zarza en llamas de fuego. Dios le dice quién era él (Yo Soy, el Dios de Abraham Isaac y Jacob), que quería (que Moisés sacara al pueblo judío de Egipto a causa de la esclavitud), lo que pasaría (que Faraón no dejaría que el pueblo escape) y que haría (extendería su mano contra Faraón para que deje ir al Pueblo). Por tal motivo (la claridad con la que Dios se expresa), no fue difícil para los autores de la Biblia, hacer un registro fehaciente de las revelaciones, conservando muy bien el sentido y el significado de lo que Dios quería transmitir, aun cuando muchos de ellos eran como dice Hch. 4:13, hombres del vulgo y sin letras. Estos solo debían transmitirnos su experiencia de vida en relación al obrar de Dios.

Ahora, retomando la conversación entre los Fariseos y Jesús, vemos cuán importante es guardar en el corazón, es decir, atesorar y valorar la información que Dios nos transmite por medio de las revelaciones y que los hombres dejaron registradas en el texto bíblico, sin perder el foco principal de esta: lo que quiere Dios para nuestra vida, sus propósitos y su voluntad para nosotros hoy. Los fariseos no valoraban ni atesoraban estas cosas en sus corazones (no tenían la Palabra de Dios morando en ellos - ver 1 Juan 1:10). Ellos (no todos) tenían las Escrituras como un complejo, pero completo manual religioso. Es decir, una herramienta que por sus conocimientos les permita estar en un status social por encima del ser humano promedio dentro del pueblo de Dios, y además les permitía así satisfacer su propio orgullo. Para ellos, la vida eterna, vendría por seguir este manual, que contenía la tradición de Moisés, (la cual no era solamente para ellos el registro escrito por él mismo, sino también, los mandamientos humanos superpuestos a la ley) y no por recibir a aquel a quien Moisés anunciaba:

Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo. Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días.

Hechos 3:22-24 RVR1960

En Mateo 15, vemos como Jesús, les llama la atención nuevamente sobre este asunto, mostrándoles que se estaban colocando en el lugar de Dios, al alterar a su gusto sus mandamientos y su misma Palabra, lo cual ya había denunciado el profeta Isaías en el capítulo 29, verso 13.

Pero vosotros decís: Cualquiera que diga a su padre o a su madre: Es mi ofrenda a Dios todo aquello con que pudiera ayudarte, ya no ha de honrar a su padre o a su madre. Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición. Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.

S. Mateo 15:5-9 RVR1960

Otro texto donde Jesús también discrimina entre Palabra de Dios y Escritura es el de “la tentación en el desierto”:

Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.

S. Mateo 4:2-7 RVR1960

Jesús estaba siendo tentado por satanás, en forma directa (o por lo menos así lo presentan los evangelistas). Satanás, lo insta a hacer un milagro para saciar una necesidad suya, cosa que podría ser legitima para Jesús, ¿cuál sería el pecado si lo hacía? Obviamente ninguno, sin embargo, Jesús no hace caso de las palabras de satanás “Si eres Hijo de Dios di…“ en cambio, le replica con una frase que Moisés, hablándole a la congregación de Israel a la salida del desierto, le dice al pueblo cuando les enuncia por segunda vez todas aquellas cosas que Dios le había dicho en el monte las cuales puso por escrito él.

Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no solo de pan vivirá el hombre, más de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.

Deuteronomio 8:3 RVR1960

Jesús le replica a Satanás con esta frase, aducida por “escrito está”, como si le dijera a satanás: “esto ya es sabido, está registrado y es historia, si estoy en el desierto por voluntad del Espíritu Santo, es con un propósito, como en su momento para el pueblo de Israel lo fue, no voy a perder el objetivo saciando mi hambre milagrosamente, ya el Padre me mostrará que hacer”; a lo cual podríamos agregar el texto de San Juan 4:34:

Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.

S. Juan 4:34 RVR1960

Notemos como en este texto, sumado al anterior, la voluntad expresa de Dios, para Jesús, y el término “Palabra de Dios” puede compatibilizarse, ya que como dijimos antes, la Palabra de Dios por definición, contienen información que Dios nos quiere trasmitir a los hombres.

Ahora, vayamos a dicho momento donde Moisés habla con el pueblo antes de entrar en la tierra prometida y les encomienda el “Deuteronomio”:

Llamó Moisés a todo Israel y les dijo: Oye, Israel, los estatutos y decretos que yo pronuncio hoy en vuestros oídos; aprendedlos, y guardadlos, para ponerlos por obra. Jehová nuestro Dios hizo pacto con nosotros en Horeb. No con nuestros padres hizo Jehová este pacto, sino con nosotros todos los que estamos aquí hoy vivos. Cara a cara habló Jehová con vosotros en el monte de en medio del fuego. Yo estaba entonces entre Jehová y vosotros, para declararos la palabra de Jehová; porque vosotros tuvisteis temor del fuego, y no subisteis al monte. Dijo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de tierra de Egipto, de casa de servidumbre.

Deuteronomio 5:1-6 RVR1960

Acá vemos como Moisés apela al término “Palabra de Dios” como aquella expresión directa de Dios a él en el monte. En otros términos, podemos decir con seguridad que gran parte de todo lo que está escrito en Levítico, en Deuteronomio, y en los demás libros del pentateuco que apelan a expresiones divinas fueron realmente tales palabras:

Y Jehová dijo a Moisés: Escribe tú estas palabras; porque conforme a estas palabras he hecho pacto contigo y con Israel.

Éxodo 34:27 RVR1960

Haciendo un poco más de exégesis, sobre la frase “no solo de pan vivirá el hombre sino también de toda palabra que salga de la boca de Dios”, notaremos que la frase apela a un pan físico, y un pan espiritual. Es cierto que todo aquel hombre que obedezca la Ley de Dios, (no el mandamiento humano, sino la ley moral de Dios, la cual realmente fue expresada verbalmente por él y por lógica es “la palabra de Dios) vive por obedecerla (Lv. 18:5). Ahora, dado el pecado humano, y su mortalidad espiritual, no le basta al hombre para vivir (eternamente) la obediencia parcial a “la Palabra”, por lo cual, Dios regenera y da nueva vida al hombre a través de una Palabra aún más poderosa que una parcial expresión informativa (Santiago 1:18 - 1 Pedro 1:23 - 1 Cor. 15:22), el “Evangelio”, el cual propone a Jesús como el Pan espiritual (Juan 6:35) que vivifica y sacia la espiritualidad del hombre (Juan 6:54).

Ahora, también hay un caso en la vida de Jesús, que muchos teólogos confunden, y nos dará pie para continuar con nuestra travesía a través de la Biblia para entender que significa en profundidad el término “Palabra de Dios”.

Como parcialmente hemos mencionado, la Palabra de Dios es Información. Ahora esta información puede venir de varias maneras, una zarza, una voz audible en la naturaleza, y también un libro, una persona o cosas que a veces no imaginaríamos. Como veremos más adelante, puede haber impresiones de la Palabra de Dios en la propia naturaleza (Salmo 19:3), y en las propias y naturales acciones humanas (Rom. 2:15). En Mateo 19:4 Jesús debate el asunto del divorcio con unos fariseos en Judea. Le preguntaron si un hombre podía divorciarse por cualquier tipo de causa, a lo que él responde:

¿No habéis leído? que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto dejará el hombre a su padre y se unirá a su mujer y serán una sola carne. Así que no son ya dos, sino uno.

Mateo 19:4-5

Rápidamente los fariseos, retrucaron con otra Escritura mosaica:

“¿Por qué pues mando Moisés a dar carta de divorcio y repudiarla?” (Dt. 24:1-4). Como ya el debate escritural estaba empatado, Jesús apela a las realidades objetivas dando una respuesta más etiológica sobre el asunto.

Lo interesante de este hecho, es que Jesús dice “el que los hizo al principio (…) dijo”, y esto determina que Jesús está proponiendo que la siguiente frase realmente la dijo Dios, y en el contexto, es parte del relato del autor y no de la voz de Dios en él. Aunque el famoso teólogo J. L. Packer diga que tal frase es “un comentario al margen del escritor”10para hacer ver que Jesús considera un dicho cualquiera de la Escritura como Palabra Divina, en realidad, no es así, sino que tal frase es la conclusión a la propuesta divina de vivir en complementariedad con una mujer, en lo relacional, lo cotidiano, lo sexual y cada área de la vida del hombre. Adán, después de que Dios le presentara toda clase de parejas, entendió lo que Dios le quería decir al presentarle a Eva. Dios le estaba diciendo a Adán “te creé sexuado y necesitas una pareja.”. En Efesios 5:21-32, el Apóstol Pablo retoma este “misterio”, para mostrarnos el propósito de Dios en tal acción: Manifestar una imagen del amor de Cristo por sus Iglesia y de Dios por su pueblo en el matrimonio, con fines netamente proféticos11. El evangelio de esta manera quedaría impreso en la cotidianeidad humana. Tal cosa puede cumplirse solo si y solo si, tal hombre ama a su mujer como Dios quiere, y si y solo si, la mujer respeta a su marido como Dios quiere. Esto no quiere decir que la mujer no deba amarlo y que el hombre no deba respetarla, simplemente son connotaciones que quizás el apóstol quería remarcar por ver ciertas costumbres culturales negativas contra la cuales combatir. Por esto Jesús les dice a los fariseos: “No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado” (Mt 19:11), apelando a que, si el matrimonio tiene tal propósito tipológico, no cualquiera está capacitado para llevarlo a cabo como Dios quiere, dada nuestra pecaminosidad. Así que es correcto resaltar que la frase “Por esto dejará el hombre a su padre y se unirá a su mujer y serán una sola carne, así que no son ya dos, sino uno” es Palabra divina, ya que es la conclusión correcta ante la Revelación de Dios. Adán, entendió correctamente lo que Dios le estaba diciendo, y así lo expresa el escritor de Génesis. Luego, tal frase no es un comentario marginal, sino casi, un mandamiento de Dios.

Estas no son las únicas apelaciones de Jesús al tema, pero a medida que avancemos en el análisis, daremos cuenta de algunas más, y como veremos, la creación está llena de cosas en las que Dios imprimió su Palabra, y nos dejó información que quiere trasmitirnos para darse a conocer y darnos a conocer sus propósitos.

Recapitulación:

Jesús apela a la Palabra de Dios con frases que descansan en Revelaciones Objetivas12 o Subjetivas13. Jesús por lo general, apela a la Palabra de Dios para acentuar el origen del contenido de la Ley dada a Moisés, ya que el decálogo fue escrito por Dios en tablas y la ley levítica le fue dictada por Dios en el tabernáculo. Por otro lado, Jesús también hace la distinción entre Revelación, Palabra de Dios y Escrituras, como conceptos diferentes, siendo la Revelación, hechos en que Dios se manifiesta. La Palabra de Dios, Información que, en la revelación, Dios mismo trasmite al hombre (de ahí que técnicamente sea “de Dios”), y Escrituras, el registro parcial pero inspirado de la Revelación y la Palabra de Dios.

8 Karl Barth, Introducción a la Teología Evangélica - p.41 - Ediciones Sígueme, Salamanca 2006

9 Ver Exegesis de Mr. 7:13 en el capítulo “La Palabra de Dios y la Ortodoxia Evangélica”. Jesús apela a la Palabra de Dios, referenciando un mandamiento expresado por él (Dios) mismo “Honra a tu Padre y a tu Madre”

10La voz del Dios santo. J. L. Packer. Editorial Vida 2007 - Pág. 91

11Ver Romanos 2:12-16, 2 Corintios 3:2, Juan 14:11, donde las obras y la forma de vida que llevamos son la comprobación de la veracidad de nuestro predicar.

12 Manifestaciones divinas a las que cualquier persona tendría acceso por medio de sus sentidos estando presente. Podría ser la zarza que vio Moisés en el desierto o los milagros extraordinarios que denotan el poder de Dios indudablemente.

13 Manifestaciones divinas a las que solo una persona tiene acceso aun estando presente otras personas. Podrían ser Visiones, Sueños o cualquier experiencia espiritual, de carácter personal a las que otros no tienen acceso, como la voz que oyó Pablo yendo a Damasco, o la voz que escucho Samuel durmiendo en el templo. No implica que varias personas no puedan vivenciarlo al mismo tiempo mientras sea restringido a otros.

La Palabra de Dios y la Biblia

Lo que nos dice la Biblia sobre la Palabra de Dios

Para introducir esta sección, donde ahondaremos aún más en el término desde la Escritura, quisiera exponer algunas realidades respecto a nosotros los cristianos como receptores del mensaje de Dios. Dios habló primero a su pueblo en la Ley (Levítico) y después habló también a todas las naciones a venir a él, por medio de su Pueblo y los Profetas (1 Reyes 8:60). Pero también, Dios habla personalmente con cada individuo que le busca. Para esta última clase, tenemos los ejemplos de todos los profetas. Ahora, durante nuestra vida cristiana, si las Palabras que Dios le habla a cada creyente deben ser a través de (1) leer la Ley y sus exégesis (Las Escrituras), y (2) tomar criterios de revelaciones divinas hechas a otras personas (profetas); entonces no hay una llegada directa de Dios a nosotros sino una indirecta. Es decir, en realidad Dios no nos habla. En este caso, Dios no te muestra ni te cuenta su plan para vos, solo te dejó indicios y criterios a lo largo de la historia para que puedas discernir su voluntad. Ahora si realmente creemos que Dios nos habla hoy, no podemos limitar sus Palabras a la Biblia porque en ese caso, estaríamos dentro de la descripción antes mencionada. Así que en la Biblia solo tenemos un registro del plan general para el hombre, del cual tomar particularidades para nosotros, pero necesitamos de algo más para poder llegar al plan particular que Dios tiene para cada uno de nosotros. (Juan 16:13 - Lucas 14:26).

En la antigüedad, el pueblo de Israel, no tenía más que la Torá. Y realmente en la Torá, podía hallarse contenida la Palabra de Dios ya que por ejemplo el Libro de Levítico, es casi íntegramente dictado por Dios a Moisés, pero en ciertas circunstancias, los Israelitas, hacían uso de otras herramientas a maneras de Oráculo para poder determinar cuál era la voluntad de Dios para una circunstancia específica, es decir, para conocer la Palabra de Dios sobre algo que no estaba revelado (ver 1 Samuel 28:6). Por ejemplo, la suerte, aunque no era una práctica únicamente de los Israelitas (ver Jonás 1:7) era muy utilizada para determinar entre algunas opciones varias (ver 1 Samuel 14:41-42) y en algunas ocasiones hasta era indicada por Dios (Lev. 16:8 – Nm. 26:56 – Josué 14:2). En sentido último, la suerte obviamente depende de Dios (Salmo 16:5 – Pr. 16:33, 18:18) ya que él es el creador y conocía cada suceso natural o voluntariamente causal que habría de darse en el universo, pero ello no implica que uno pueda abusar de tal hecho tentando así a Dios (Dt. 6:16).

También el Efod sacerdotal era utilizada de manera similar (1 Samuel 23:6-12 – Éxodo 28:30 – Lv.8:8). Si bien el efod es la vestidura del sacerdote, en el pectoral llevaba unas piedras denominadas Urim y Tumim. Estas tablas propiamente dichas era la utilizada para oficiar consultas a Dios a manera de Oráculo. La palabra “Urim” es una traducción casi literal de un derivado de la palabra hebrea que significa “Luces” (en plural), y la palabra “Tumim”, de la raíz de la palabra “Perfecciones”, también literalizada y plural del hebreo. Que se use estas palabras para hacer referencia a las gemas o piedras que la tabla en el Efod contenía, la cual se utilizaban para los oráculos, nos intenta simbolizar algunos conceptos más profundos que desembocan en Dios. Por ejemplo, la Luz es asociada a la sabiduría de Dios sobre algo oculto, lo que podemos asociar con la Revelación, y la Perfección, más bien a veces traducida como completitud o totalidad, la podemos asociar a la suficiencia de Dios, o a que él tiene la última palabra o la Verdad. (Ver Salmo 119:105 - Salmo 36:9 - Isaías 9:2 - Job 37:16 - Deuteronomio 32:4 - Salmo 19:7)

Según el judaísmo, cuando las palabras que aluden a objetos específicos, pero se las nombran de manera plural se debe a que se intenta resaltar cierto valor o majestad de tal objeto (lo cual también se aplica a Dios ya que, en el relato de la Creación en Génesis, se usa la palabra Elohim para referirse a Dios la cual tiene una connotación plural). De esa, manera, aunque no hay mucha certeza de cómo era y se usaba el Urim y el Tumim, podemos visualizar que cumplía el rol de Oráculo, sin lugar a dudas.

De modo similar, hoy, los cristianos, levantamos la Biblia como la tabla del Efod, como esa suerte de oráculo en el que Dios nos habla, y está bien. Pero, notemos una salvedad, el efod, o el “Urim y Tumim” no son la Palabra de Dios, sino un oráculo, un medio para alcanzarla. De la misma manera, la Biblia siendo una compilación de libros registra en estas tradiciones, las respuestas que pretenden venir de parte de Dios en ellas (o por lo menos, lo que cada persona interpretaba que Dios le dictaminaba), puede llevarnos también a concluir ciertas directrices que, por fe, podemos entender, que pretenden ser de parte de Dios para nosotros hoy, aunque en un proceso mucho más racional, analítico y profundo, pero no más espiritual que en la antigüedad. Esto no implica que no podamos hacer un mal uso de la Biblia. De hecho, si leemos la historia del Rey Saúl, primer rey de Israel, veremos como hace uso de estos tipos de Oráculos a menudo, pero no por ellos logra concretar la voluntad de Dios para su vida, (aunque tampoco era la voluntad primaria de Dios que Israel tuviera Rey en ese momento). Por el contrario, Jonatán su hijo, Fiel amigo de David, en la ocasión anteriormente citada (1 Samuel 14), había logrado Servir a Dios en sus propósitos más importantes, sin la necesidad de apelar a algún tipo de oráculo y por ello gana el favor del pueblo frente a Saul. Esto nos enseña, que no debemos utilizar la Escritura para nuestros propósitos, sino, tratar de vivir conforme a los propósitos de Dios expresados en las Escrituras. Muchas veces intentamos justificar nuestras acciones con las Escrituras y lejos estamos de cumplir los planes de Dios, aunque accionemos basándonos en ellas.

En síntesis, el punto es que la Palabra de Dios no siempre es transmitida en lenguaje hablado. De hecho, es muy posible que en muchas ocasiones en las que se apela al dictamen directo de Dios en el Antiguo Testamento, se esté haciendo referencia a esta clase de oráculos. (Jueces 1:1-2; 20: 27-28; I Samuel 10:19-22; II Samuel 2:1).

Dicho esto, sigamos haciendo un poco de exégesis en diferentes pasajes de las Escrituras, para ver a que alude el término “Palabra de Dios” en ellas.

Volveos a mi reprensión; He aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, Y os haré saber mis palabras.

Proverbios 1:23 RVR 1960

En este pasaje de Proverbios, el autor poéticamente pone por momentos a hablar a la sabiduría personificada y por otros momentos al mismo Dios. Durante una personificación de Dios, el auto quiere trasmitirnos, que Dios demanda nuestro arrepentimiento de las obras malas, y que posterior a eso, en búsqueda de su presencia, Dios, derrama su Espíritu Santo, para que, por medio de él, lleguemos a entender, que nos quiere decir específicamente a nosotros. Ya sean axiomas para la vida personal o para una construcción social de su plan. Notemos que el autor, aplica la palabra Saber, por lo que cabe preguntarse, ¿el judío promedio no sabía ya, las escrituras? ¿no se las repetían en su casa? ¿no se hablaba del libro de la Ley? Seguramente sí, pero creo, el autor quiere llevarnos más allá y trasmitirnos que el secreto profético no radicaba en las características naturales de las personas sino en la comunión intima de Jehová (Salmos 25:14)

Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice Jehová. Y este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que esta sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre.

Isaías 59:20-21 RVR 1960

En este pasaje, Dios le afirma a Isaías que su Palabra estará de continuo en la boca de Isaías, y en la nuestra. Esto se ha cumplido y se sigue cumpliendo y se seguirá cumpliendo, porque gracias al registro de las Escrituras, podemos volver una y otra vez a aquellas cosas que Dios hablo a Isaías.

Pon a tu boca trompeta. Como águila viene contra la casa de Jehová, porque traspasaron mi pacto, y se rebelaron contra mi ley. Ellos establecieron reyes, pero no escogidos por mí; constituyeron príncipes, más yo no lo supe; de su plata y de su oro hicieron ídolos para sí, para ser ellos mismos destruidos. Le escribí las grandezas de mi ley, y fueron tenidas por cosa extraña. En los sacrificios de mis ofrendas sacrificaron carne, y comieron; no los quiso Jehová; ahora se acordará de su iniquidad, y castigará su pecado; ellos volverán a Egipto. Olvidó, pues, Israel a su Hacedor, y edificó templos, y Judá multiplicó ciudades fortificadas; más yo meteré fuego en sus ciudades, el cual consumirá sus palacios.

Oseas 8:1,4,12-14 RVR 1960

Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel. Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que Jehová le había mandado.