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¿Puede alguien perder la salvación? ¿Cómo presentan las Escrituras la compleja interacción entre la Gracia y el Libre albedrío? Ni siquiera aquellos que defienden que las Escrituras deben determinar nuestras respuestas se ponen de acuerdo sobre lo que éstas enseñan en cuanto a este tema. Y, en la mayoría de las ocasiones, las diferentes posiciones no se escuchan las unas a las otras. Sea cual sea tu línea de pensamiento, este libro te dará qué pensar, y te ayudará a conocer mejor tu propia posición, y la posición de los demás. Este libro pertenece a una serie que se dedica a exponer las diferentes posiciones que hay sobre diversos temas. En él encontramos los argumentos de la perspectiva del calvinismo clásico, la del calvinismo moderado, la del arminianismo reformado, y la del arminianismo wesleyano; todas ellas acompañadas de los comentarios y la crítica de las posiciones opuestas.
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Veröffentlichungsjahr: 2006
La seguridadde la salvación
Cuatro puntos de vista
Michael S. Horton – una postura calvinista clásicaNorman L. Geisler – una postura calvinista moderadaStephen M. Ashby – una postura arminiana reformadaJ. Steven Harper – una postura arminiana wesleyana
Editor general: J. Matthew Pinson
Editorial CLIE
C/ Ferrocarril, 8
08232 VILADECAVALLS (Barcelona) ESPAÑA
E-mail: [email protected]
Internet: http://www.clie.es
LA SEGURIDAD DE LA SALVACIÓN: CUATRO PUNTOS DE VISTA
J. Matthew Pinson, ed.
Originally published in the U.S.A.
under the title Four Views on Eternal Security
© 2002 by J. Matthew Pinson
Grand Rapids, Michigan
© 2006 por Editorial Clie para esta edición en castellano.
Todos los derechos reservados.
Director de la colección: Dr. Matt Williams Traducción:
Traducción:
Pedro L. Gómez Flores
Equipo editorial (revisión y corrección):
Nelson Araujo Ozuna
Anabel Fernández Ortiz
Dorcas González Bataller
Diseño de cubiertas: Ismael López Medel
ISBN: 978-84-8267-487-2
eISBN: 978-84-8267-674-6
Clasifíquese: 18 TEOLOGÍA: Soteriología
C.T.C. 01-01-0018-14
COLECCIÓN TEOLÓGICA CONTEMPORÁNEA:libros publicados
Estudios bíblicos
Michael J. Wilkins & J.P. Moreland (editores), Jesús bajo sospecha
F.F. Bruce, Comentario de la Epístola a los Gálatas
Peter H. Davids, La Primera Epístola de Pedro
Murray J. Harris, 3 preguntas clave sobre Jesús
Leon Morris, Comentario del Evangelio de Juan, 2 volúmenes
Estudios teológicos
Richard Bauckham, Dios Crucificado: Monoteísmo y Cristología en el Nuevo Testamento
George E. Ladd, Teología del Nuevo Testamento
Leon Morris, Jesús es el Cristo: Estudios sobre la teología joánica
N.T. Wright, El verdadero pensamiento de Pablo
Clark H. Pinnock, Revelación bíblica: el fundamento de la teología cristiana
Estudios ministeriales
Bonnidell Clouse & Robert G. Clouse, eds. Mujeres en el ministerio. Cuatro puntos de vista
Michael Green & Alister McGrath, ¿Cómo llegar a ellos? Defendamos y comuniquemos la fe cristiana a los no creyentes
Wayne. A. Grudem, ed., ¿Son vigentes los dones milagrosos? Cuatro puntos de vista
J. Matthew Pinson, ed., La Seguridad de la Salvación. Cuatro puntos de vista
Dallas Willard, Renueva tu Corazón: Sé como Cristo
Índice
Presentación de la Colección Teológica Contemporánea
INTRODUCCIÓN
J. Matthew Pinson
CAPÍTULO 1:UN PUNTO DE VISTA CALVINISTA CLÁSICO
Michael S. Horton
RESPUESTAS
Norman L. Geisler
Stephen M. Ashby
J. Steven Harper
CAPÍTULO 2:UN PUNTO DE VISTA CALVINISTA MODERADO
Norman L. Geisler
RESPUESTAS
Michael S. Horton
Stephen M. Ashby
J. Steven Harper
CAPÍTULO 3:UN PUNTO DE VISTA ARMINIANO REFORMADO
Stephen M. Ashby
RESPUESTAS
Michael S. Horton
Norman L. Geisler
J. Steven Harper
CAPÍTULO 4:UN PUNTO DE VISTA ARMINIANO WESLEYANO
J. Steven Harper
RESPUESTAS
Michael S. Horton
Norman L. Geisler
Stephen M. Ashby
Glosario
Autores
Índice de textos bíblicos
Bibliografía en castellano
Presentación de laColección Teológica Contemporánea
Cualquier estudiante de la Biblia sabe que hoy en día la literatura cristiana evangélica en lengua castellana aún tiene muchos huecos que cubrir. En consecuencia, los creyentes españoles muchas veces no cuentan con las herramientas necesarias para tratar el texto bíblico, para conocer el contexto teológico de la Biblia, y para reflexionar sobre cómo aplicar todo lo anterior en el transcurrir de la vida cristiana.
Esta convicción fue el principio de un sueño: la “Colección Teológica Contemporánea.” Necesitamos más y mejores libros para formar a nuestros estudiantes y pastores para su ministerio. Y no solo en el campo bíblico y teológico, sino también en el práctico –si es que se puede distinguir entre lo teológico y lo práctico–, pues nuestra experiencia nos dice que por práctica que sea una teología, no aportará ningún beneficio a la Iglesia si no es una teología correcta.
Sería magnífico contar con el tiempo y los expertos necesarios para escribir libros sobre las áreas que aún faltan por cubrir. Pero como éste no es un proyecto viable por el momento, hemos decidido traducir una serie de libros escritos originalmente en inglés.
Queremos destacar que además de trabajar en la traducción de estos libros, en muchos de ellos hemos añadido preguntas de estudio al final de cada capítulo para ayudar a que tanto alumnos como profesores de seminarios bíblicos, como el público en general, descubran cuáles son las enseñanzas básicas, puedan estudiar de manera más profunda, y puedan reflexionar de forma actual y relevante sobre las aplicaciones de los temas tratados. También hemos añadido en la mayoría de los libros una bibliografía en castellano, para facilitar la tarea de un estudio más profundo del tema en cuestión.
En esta “Colección Teológica Contemporánea,” el lector encontrará una variedad de autores y tradiciones evangélicos de reconocida trayectoria. Algunos de ellos ya son conocidos en el mundo de habla hispana (como F.F. Bruce, G.E. Ladd y L.L. Morris). Otros no tanto, ya que aún no han sido traducidos a nuestra lengua (como N.T. Wright y R. Bauckham); no obstante, son mundialmente conocidos por su experiencia y conocimiento.
Todos los autores elegidos son de una seriedad rigurosa y tratan los diferentes temas de forma profunda y comprometida. Así, todos los libros son el reflejo de los objetivos que esta colección se ha propuesto:
Traducir y publicar buena literatura evangélica para pastores, profesores y estudiantes de la Biblia.
Publicar libros especializados en las áreas donde hay una mayor escasez.
La “Colección Teológica Contemporánea” es una serie de estudios bíblicos y teológicos dirigida a pastores, líderes de iglesia, profesores y estudiantes de seminarios e institutos bíblicos, y creyentes en general, interesados en el estudio serio de la Biblia. La colección se dividirá en tres áreas:
Estudios bíblicos
Estudios teológicos
Estudios ministeriales
Esperamos que estos libros sean una aportación muy positiva para el mundo de habla hispana, tal como lo han sido para el mundo anglófono y que, como consecuencia, los cristianos –bien formados en Biblia y en Teología– impactemos al mundo con el fin de que Dios, y solo Dios, reciba toda la gloria.
Queremos expresar nuestro agradecimiento a los que han hecho que esta colección sea una realidad, a través de sus donativos y oraciones. “Tu Padre ... te recompensará”.
DR. MATTHEW C. WILLIAMS
Editor de la Colección Teológica Contemporánea
Profesor en IBSTE (Barcelona) y Talbot School of Theology
(Los Angeles, CA., EEUU)
Lista de títulos
A continuación presentamos los títulos de los libros que publicaremos, DM, en los próximos tres años, y la temática de las publicaciones donde queda pendiente asignar un libro de texto. Es posible que haya algún cambio, según las obras que publiquen otras editoriales, y según también las necesidades de los pastores y de los estudiantes de la Biblia. Pero el lector puede estar seguro de que vamos a continuar en esta línea, interesándonos por libros evangélicos serios y de peso.
Estudios bíblicos
Nuevo Testamento
D.A. Carson, Douglas J. Moo, Leon Morris, Una Introducción al Nuevo Testamento [An Introduction to the New Testament, rev. ed., Grand Rapids, Zondervan, 2005]. Se trata de un libro de texto imprescindible para los estudiantes de la Biblia, que recoge el trasfondo, la historia, la canonicidad, la autoría, la estructura literaria y la fecha de todos los libros del Nuevo Testamento. También incluye un bosquejo de todos los documentos neotestamentarios, junto con su contribución teológica al Canon de las Escrituras. Gracias a ello, el lector podrá entender e interpretar los libros del Nuevo Testamento a partir de una acertada contextualización histórica.
Jesús
Murray J. Harris, 3 preguntas clave sobre Jesús [Three Crucial Questions about Jesus, Grand Rapids: Baker, 1994]. ¿Existió Jesús? ¿Resucitó Jesús de los muertos? ¿Es Jesús Dios? Jesús es uno de los personajes más intrigantes de la Historia. Pero, ¿es verdad lo que se dice de Él? 3 preguntas clave sobre Jesús se adentra en las evidencias históricas y bíblicas que prueban que la fe cristiana auténtica no es un invento ni una locura. Jesús no es un invento, ni fue un loco. ¡Descubre su verdadera identidad!
Robert H. Stein, Jesús, el Mesías: Un Estudio de la Vida de Cristo [Jesus the Messiah: A Survey of the Life of Christ, Downers Grove, IL; Leicester, England: InterVarsity Press, 1996]. Hoy en día hay muchos escritores que están adaptando el personaje y la historia de Jesús a las demandas de la era en la que vivimos. Este libro establece un diálogo con esos escritores, presentando al Jesús bíblico. Además, nos ofrece un estudio tanto de las enseñanzas como de los acontecimientos importantes de la vida de Jesús. Stein enseña Nuevo Testamento en Bethel Theological Seminary, St. Paul, Minnesota, EE.UU. Es autor de varios libros sobre Jesús, y ha tratado el tema de las parábolas y el problema sinóptico, entre otros.
Michael J. Wilkins & J.P. Moreland (editores), Jesús bajo sospecha, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 4, 2003. Una defensa de la historicidad de Jesús, realizada por una serie de expertos evangélicos en respuesta a “El Seminario de Jesús,” un grupo que declara que el Nuevo Testamento no es fiable y que Jesús fue tan solo un ser humano normal.
Juan
Leon Morris, Comentario del Evangelio de Juan [Commentary on John, 2nd edition, New International Commentary on the New Testament; Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishers, 1995]. Los comentarios de esta serie, New International Commentary on the New Testament, están considerados en el mundo anglófono como unos de los comentarios más serios y recomendables. Analizan el texto de forma detallada, deteniéndose a considerar temas contextuales y exegéticos, y el sentido general del texto.
Romanos
Douglas J. Moo, Comentario de Romanos [Commentary on Romans, New International Commentary on the New Testament; Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishers, 1996]. Moo es profesor de Nuevo Testamento en Wheaton College. Los comentarios de esta serie, New International Commentary on the New Testament, están considerados en el mundo anglófono como unos de los comentarios más serios y recomendables. Analizan el texto de forma detallada, deteniéndose a considerar temas contextuales y exegéticos, y el sentido general del texto.
Gálatas
F.F. Bruce, Comentario de la Epístola a los Gálatas, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 7, 2004.
Filipenses
Gordon Fee, Comentario de Filipenses [Commentary on Philippians, New International Commentary on the New Testament; Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishers, 1995]. Los comentarios de esta serie, New International Commentary on the New Testament, están considerados en el mundo anglófono como unos de los comentarios más serios y recomendables. Analizan el texto de forma detallada, deteniéndose a considerar temas contextuales y exegéticos, y el sentido general del texto.
Pastorales
Leon Morris, 1 & 2 Tesalonicenses [1 & 2 Thessalonians, rev. ed., New International Commentary on the New Testament; Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishers, 1991]. Los comentarios de esta serie, New International Commentary on the New Testament, están considerados en el mundo anglófono como unos de los comentarios más serios y recomendables. Analizan el texto de forma detallada, deteniéndose a considerar temas contextuales y exegéticos, y el sentido general del texto.
Primera de Pedro
Peter H. Davids, La Primera Epístola de Pedro, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 10, 2004. Los comentarios de esta serie, New International Commentary on the New Testament, están considerados en el mundo anglófono como unos de los comentarios más serios y recomendables. Analizan el texto de forma detallada, deteniéndose a considerar temas contextuales y exegéticos, y el sentido general del texto. Davids enseña Nuevo Testamento en Regent College, Vancouver, Canadá.
Apocalipsis
Robert H. Mounce, El Libro del Apocalipsis [The Book of Revelation, rev. ed., New International Commentary on the New Testament; Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishers, 1998]. Los comentarios de esta serie, New International Commentary on the New Testament, están considerados en el mundo anglófono como unos de los comentarios más serios y recomendables. Analizan el texto de forma detallada, deteniéndose a considerar temas contextuales y exegéticos, y el sentido general del texto. Mounce es presidente emérito de Whitworth College, Spokane, Washington, EE.UU., y en la actualidad es pastor de Christ Community Church en Walnut Creek, California.
Estudios teológicos
Cristología
Richard Bauckham, Dios Crucificado: Monoteísmo y Cristología en el Nuevo Testamento, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 6, 2003. Bauckham, profesor de Nuevo Testamento en St. Mary’s College de la Universidad de St. Andrews, Escocia, conocido por sus estudios sobre el contexto de los Hechos, por su exégesis del Apocalipsis, de 2ª de Pedro y de Santiago, explica en esta obra la información contextual necesaria para comprender la cosmovisión monoteísta judía, demostrando que la idea de Jesús como Dios era perfectamente reconciliable con tal visión.
Teología del Nuevo Testamento
G.E. Ladd, Teología del Nuevo Testamento, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 2, 2002. Ladd era profesor de Nuevo Testamento y Teología en Fuller Theological Seminary (EE.UU.); es conocido en el mundo de habla hispana por sus libros Creo en la resurrección de Jesús, Crítica del Nuevo Testamento, Evangelio del Reino y Apocalipsis de Juan: Un comentario. Presenta en esta obra una teología completa y erudita de todo el Nuevo Testamento.
Teología joánica
Leon Morris, Jesús es el Cristo: Estudios sobre la Teología Joánica, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 5, 2003. Morris es muy conocido por los muchos comentarios que ha escrito, pero sobre todo por el comentario de Juan de la serie New International Commentary of the New Testament. Morris también es el autor de Creo en la Revelación, Las cartas a los Tesalonicenses, El Apocalipsis, ¿Por qué murió Jesús?, y El salario del pecado.
Teología paulina
N.T. Wright, El verdadero pensamiento de Pablo, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 1, 2002. Una respuesta a aquellos que dicen que Pablo comenzó una religión diferente a la de Jesús. Se trata de una excelente introducción a la teología paulina y a la “nueva perspectiva” del estudio paulino, que propone que Pablo luchó contra el exclusivismo judío y no tanto contra el legalismo.
Teología Sistemática
Millard Erickson, Teología sistemática [Christian Theology, 2nd edition, Grand Rapids: Baker, 1998]. Durante quince años esta teología sistemática de Millard Erickson ha sido utilizada en muchos lugares como una introducción muy completa. Ahora se ha revisado este clásico teniendo en cuenta los cambios teológicos, igual que los muchos cambios intelectuales, políticos, económicos y sociales.
Teología Sistemática: Revelación/Inspiración
Clark H. Pinnock, Revelación bíblica: el fundamento de la teología cristiana, Prefacio de J.I. Packer, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 8, 2004. Aunque conocemos los cambios teológicos de Pinnock en estos últimos años, este libro, de una etapa anterior, es una defensa evangélica de la infalibilidad y veracidad de las Escrituras.
Estudios ministeriales
Apologética/Evangelización
Michael Green & Alister McGrath, ¿Cómo llegar a ellos? Defendamos y comuniquemos la fe cristiana a los no creyentes, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 3, 2003. Esta obra explora la Evangelización y la Apologética en el mundo postmoderno en el que nos ha tocado vivir, escrito por expertos en Evangelización y Teología.
Discipulado
Gregory J. Ogden, Discipulado que transforma: el modelo de Jesús
[Transforming Discipleship: Making Disciples a Few at a Time, Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2003]. Si en nuestra iglesia no hay crecimiento, quizá no sea porque no nos preocupemos de las personas nuevas, sino porque no estamos discipulando a nuestros miembros de forma eficaz. Muchas veces nuestras iglesias no tienen un plan coherente de discipulado y los líderes creen que les faltan los recursos para animar a sus miembros a ser verdaderos seguidores de Cristo. Greg Ogden habla de la necesidad del discipulado en las iglesias locales y recupera el modelo de Jesús: lograr un cambio de vida invirtiendo en la madurez de grupos pequeños para poder llegar a todos. La forma en la que Ogden trata este tema es bíblica, práctica e increíblemente eficaz; ya se ha usado con mucho éxito en cientos de iglesias.
Dones/Pneumatología
Wayne. A. Grudem, ed., ¿Son vigentes los dones milagrosos? Cuatro puntos de vista, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 9, 2004. Este libro pertenece a una serie que se dedica a exponer las diferentes posiciones que hay sobre diversos temas. Esta obra nos ofrece los argumentos de la perspectiva cesacionista, abierta pero cautelosa, la de la Tercera Ola, y la del movimiento carismático; cada una de ellas acompañadas de los comentarios y la crítica de las perspectivas opuestas.
Hermenéutica/Interpretación
J. Scott Duvall & J. Daniel Hays, Entendiendo la Palabra de Dios [Grasping God’s Word, rev. ed., Grand Rapids: Zondervan, 2005]. ¿Cómo leer la Biblia? ¿Cómo interpretarla? ¿Cómo aplicarla? Este libro salva las distancias entre los acercamientos que son demasiado simples y los que son demasiado técnicos. Empieza recogiendo los principios generales de interpretación y, luego, aplica esos principios a los diferentes géneros y contextos para que el lector pueda entender el texto bíblico y aplicarlo a su situación.
Soteriología
J. Matthew Pinson, ed., La Seguridad de la Salvación. Cuatro puntos de vista [Four Views on Eternal Security, Grand Rapids: Zondervan, 2002]. ¿Puede alguien perder la salvación? ¿Cómo presentan las Escrituras la compleja interacción entre la Gracia y el Libre albedrío? Este libro pertenece a una serie que se dedica a exponer las diferentes posiciones que hay sobre diversos temas. En él encontraremos los argumentos de la perspectiva del calvinismo clásico, la del calvinismo moderado, la del arminianismo reformado, y la del arminianismo wesleyano; todas ellas acompañadas de los comentarios y la crítica de las posiciones opuestas.
Mujeres en la Iglesia
Bonnidell Clouse & Robert G. Clouse, eds., Mujeres en el ministerio. Cuatro puntos de vista [Women in Ministry: Four Views, Downers Grove: IVP, 1989]. Este libro pertenece a una serie que se dedica a exponer las diferentes posiciones que hay sobre diversos temas. Esta obra nos ofrece los argumentos de la perspectiva tradicionalista, la que aboga en pro del liderazgo masculino, en pro del ministerio plural, y la de la aproximación igualitaria; todas ellas acompañadas de los comentarios y la crítica de las perspectivas opuestas.
Vida cristiana
Dallas Willard, Renueva tu Corazón: Sé como Cristo, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 13, 2004. No “nacemos de nuevo” para seguir siendo como antes. Pero: ¿Cuántas veces, al mirar a nuestro alrededor, nos decepcionamos al ver la poca madurez espiritual de muchos creyentes? Tenemos una buena noticia: es posible crecer espiritualmente, deshacerse de hábitos pecaminosos, y parecerse cada vez más a Cristo. Este bestseller nos cuenta cómo transformar nuestro corazón, para que cada elemento de nuestro ser esté en armonía con el reino de Dios.
Introducción
J. Matthew Pinson
El tema de la perseverancia de los santos está entre los más controvertidos de la historia de la teología cristiana. Puede que el intenso interés que siempre ha despertado se deba a que la doctrina de la perseverancia está estrechamente vinculada con la seguridad de la salvación. Con frecuencia, los cristianos relacionan la pregunta «¿Cómo puedo estar seguro de que soy salvo?» con la que plantea «¿Me ofrece mi salvación una seguridad eterna?». La respuesta que demos a cualquiera de las dos a menudo influye en la otra. Quizá por esta razón tan práctica (afecta a la médula misma de la experiencia cristiana), la doctrina de la perseverancia ha sido una fuente muy importante de controversia.
Además de la larga historia de este tema y de su conexión integral con la espiritualidad cristiana, la doctrina de la perseverancia sirve como indicador de nuestra posición teológica ya que afecta a otras muchas enseñanzas: el Libre Albedrío, la Gracia, la Predestinación, la Expiación, la Justificación, la espiritualidad, etc. Por ello, la forma en que alguien se acerque a este tema dirá mucho respecto a su posicionamiento en el espectro teológico. Observar el modo en que los teólogos presentan la doctrina de la perseverancia, nos da una idea de su manera de hacer teología.
Un libro como éste es necesario. Conocer las doctrinas de la perseverancia según tradiciones teológicas distintas de la nuestra nos ayudará a entender mejor la idea bíblica de la Salvación en Cristo. Tal conocimiento nos librará de una excesiva dependencia de nuestras propias tradiciones y de recurrir a ellas de un modo indebido. Además, nos ayudará a refinar nuestras propias posiciones en vista de las críticas planteadas desde otras tradiciones doctrinales. Por último, la consideración de cuatro perspectivas acerca de la doctrina de la perseverancia comparadas y contrastadas la una con la otra, ayudará a clarificar algunas ideas un tanto turbias que, con demasiada frecuencia, caracterizan la enseñanza popular evangélica respecto a este tema.
Las perspectivas que aquí se van a debatir representan cuatro posiciones protestantes históricas (dos calvinistas y dos arminianas). Cada una de estas perspectivas está arraigada en unas circunstancias intelectuales, históricas y culturales determinadas y, asimismo, cada una de ellas ha sido modelada por siglos de debates teológicos y de experiencias espirituales de distintas comunidades cristianas. Todas estas perspectivas fluyen del amplio caudal de la teología reformada. El punto de vista calvinista clásico surge del pensamiento de Juan Calvino y de sus sucesores reformados tanto en la Europa continental como en Gran Bretaña. El enfoque calvinista moderado emerge durante los siglos XIX y XX en contextos donde se reelabora la herencia teológica calvinista, especialmente entre calvinistas bautistas y otros grupos de iglesias libres. La perspectiva arminiana reformada comienza con el teólogo reformado holandés Jacobo Arminius y el movimiento general bautista que se originó en la Inglaterra del siglo XVII. La posición arminiana wesleyana tiene sus raíces en las enseñanzas de John y Charles Wesley y los primeros pensadores metodistas de la Inglaterra del siglo XVIII.
Los colaboradores de este volumen han sido seleccionados para representar sus respectivas tradiciones teológicas. Sin embargo, ello no implica que todos los que se adhieren a una tradición específica hayan de estar completamente de acuerdo con lo que dice quien aquí se encarga de exponer tal tradición. Sí significa, no obstante, que cada uno de los colaboradores intentará plantear una posición que esté dentro de los límites de la corriente de opinión dominante entre los eruditos de su propia tradición. En el resto de esta introducción, quiero hablar brevemente del trasfondo histórico y teológico de cada uno de los puntos de vista presentados, así como resumir el enfoque fundamental de cada uno de los colaboradores.
Calvinismo clásico
El enfoque calvinista clásico de la doctrina de la perseverancia en la salvación procede del pensamiento de Juan Calvino, el reformador suizo del siglo XVI. Calvino desarrolló un sistema doctrinal, con raíces en el pensamiento de Agustín, que había establecido la Soberanía de Dios como principio organizador clave del pensamiento cristiano. Puesto que Dios es soberano sobre su Creación —argumentaba Calvino—, Él debe ser el único actor en la Salvación de sus criaturas humanas. Cualquier respuesta de un ser humano depravado, anterior a la Regeneración, mermaría la Soberanía de Dios en la redención humana.
Por ello, la Gracia de Dios es la expresión de su Soberanía. En su Gracia, Dios escoge, o predestina, a quienes quiere que se salven (los elegidos) y a quienes quiere que se condenen (los reprobados). Dios mismo atrae a sí de un modo irresistible y regenera a aquellos a quienes predestina para Salvación. Produce en ellos fe en Jesucristo y, por medio de esta fe, los regenerados son justificados mediante la justicia imputada de Cristo. La idea que tiene Calvino del plan redentor de Dios produce una perspectiva que ve a los elegidos preservados —y, por tanto, perseverando— en la fe y la santidad hasta la muerte. Para Calvino, la elección para salvación es incondicional y, por tanto, la perseverancia en la Salvación también lo es. Aquellos a quienes Dios llama eficazmente serán preservados de un modo irresistible en un estado de Gracia.
Una generación después de Calvino, comenzó a aflorar el desacuerdo oficial acerca de la doctrina de la predestinación entre las iglesias reformadas de la Europa continental. Esta controversia giraba alrededor de Jacobo Arminio, que había desarrollado un acercamiento a la Predestinación y a la Gracia completamente opuesto al de Calvino. En oposición a Arminio y a sus seguidores, las iglesias reformadas celebraron el Sínodo de Dort entre 1618 y 1619, que expulsaba a los seguidores de Arminio (remonstrantes). Este sínodo sistematizó la teología de la salvación de Calvino sintetizándola en lo que, desde entonces, se ha dado en llamar los «cinco puntos del calvinismo» o «las doctrinas de la Gracia»:
Depravación total
Elección incondicional
Expiación limitada
Gracia irresistible
Perseverancia de los santos
Los calvinistas de nuestros días debaten si Calvino enseñó o no la «doble predestinación». Esta doctrina sostiene que Dios escoge a algunos para salvación, de manera incondicional, sin tener en cuenta la fe o las buenas obras de que pudiera tener conocimiento por su presciencia. Predestina también a los reprobados de manera igualmente incondicional, sin tener en cuenta la incredulidad o el pecado que pudiera prever su presciencia. En otras palabras, el meollo del debate es: ¿Deja Dios simplemente a los no elegidos en su estado natural permitiendo que se condenen por su pecado, o predestinó a algunos para condenación sin tener en cuenta su pecado?1
Los calvinistas tampoco están de acuerdo sobre si Calvino creía en una expiación limitada o particular (que Cristo murió solamente por los escogidos) o en una general o ilimitada (que Cristo murió por toda la Humanidad). El calvinismo clásico, dado que se configuró en el marco de la teología escolástica de los siglos XVI y XVII, sí se adhirió a una redención particular y, por tanto, a la expiación limitada. Muchos defensores de la posición que se conoce como «calvinismo cuatropuntista» se ven también a sí mismos como calvinistas clásicos. Este punto de vista halló su primera expresión en el pensamiento del teólogo reformado francés del siglo XVII Moise Amyraut. Su sistema, conocido como amiraldismo, enseñaba la universalidad de la Expiación aunque seguía sosteniendo las demás doctrinas de los Cánones de Dort. Amyraut y sus colegas insistían en el hecho de que lo único que habían hecho era sencillamente recuperar el espíritu mismo de Calvino, quien —decían ellos—, sostenía una expiación universal. Amyraut fue juzgado tres veces por herejía, sin embargo nunca fue condenado. No obstante, la Formulación del Consejo Helvético (1675) se oponía categóricamente a sus doctrinas.2
Aunque el amiraldismo jugó un papel poco relevante en la escena teológica reformada,3 el calvinismo de Dort se consolidó en la teología escolástica reformada de los siglos XVII y XVIII. Sigue presente en confesiones de fe tales como la de Westminster, que apareció a mediados del siglo XVII y ejerció un efecto sin precedentes en el desarrollo de la teología reformada.4 Este acercamiento a la Salvación influyó en las iglesias reformadas del continente y de Gran Bretaña (especialmente en los puritanos, presbiterianos, independientes y separatistas). También se convirtió en la creencia de los bautistas particulares, que se originaron en Inglaterra en el siglo XVII a partir de los independientes. Estos bautistas calvinistas revisaron la Confesión de Westminster (suprimiendo el paidobautismo y la eclesiología presbiteriana) en la segunda Confesión de Londres de 1689.5
En el primer capítulo, S. Horton ofrece una interpretación contemporánea del punto de vista del calvinismo clásico. Puesto que la Escritura enseña que la elección para Salvación es incondicional —arguye Horton—, la perseverancia es una necesaria consecuencia de ello. Puesto que los creyentes no han hecho nada para entrar en un estado de Gracia, tampoco pueden hacer nada para salir de él. Si la Gracia es irresistible antes de la conversión, sigue siendo irresistible después de ella. La perseverancia final es una parte cierta y necesaria del orden de la salvación (ordo salutis) que Pablo presenta en Romanos 8:29–30. Aquellos que el Padre ha elegido y que el Hijo ha comprado por medio de su muerte y a quienes el Espíritu Santo ha atraído de un modo irresistible, han de perseverar necesariamente.
Horton sostiene que ésta es la enseñanza de la Sagrada Escritura. Utiliza la Teología del Pacto como marco explicativo para interpretar los pasajes del Nuevo Testamento relativos a la «seguridad eterna» y los que registran las advertencias acerca de caer. Para entender estos textos, hemos de presuponer el paradigma bíblico del pacto de la Redención, el pacto de las obras, y el pacto de la Gracia. Haciendo esto, dice Horton, podemos entender mejor los versículos aparentemente contradictorios acerca de la seguridad eterna y la apostasía a que apelan respectivamente los calvinistas y los arminianos. Entonces —argumenta— se hace claro que los pasajes de advertencia del Nuevo Testamento no se dirigen a los creyentes. Representan, más bien, un aviso para los no creyentes que han participado en el pacto en virtud de su bautismo y de su membresía en la Iglesia. Por ello, Horton encaja perfectamente en la tradición de la teología calvinista del pacto.
Calvinismo moderado
«Calvinismo moderado» es la expresión que he escogido para designar a quienes proceden de una herencia calvinista, pero han moderado su calvinismo de forma significativa, especialmente los elementos relativos a la predestinación. La mayoría de los bautistas de nuestros días encajan en esta descripción, así como un buen número de evangélicos de las congregaciones, denominaciones, y grupos paraeclesiales libres. La forma más corriente de calvinismo moderado se adhiere a una versión moderada de las doctrinas de la depravación total y de la perseverancia de los santos. Sin embargo, o bien se deshace por completo de los tres puntos intermedios, o bien los reinterpreta de un modo que difiere radicalmente del calvinismo clásico.
Curiosamente, los primeros en sostener tales puntos de vista comenzaron siendo bautistas generales (los bautistas arminianos que se originaron en la Inglaterra de comienzos del siglo XVII). Un grupo de bautistas generales comenzó a moderar su arminianismo a finales del siglo XVII. Se moderaron hasta tal punto que pasaron de creer en la posibilidad de la apostasía de la vida cristiana a aceptar la perseverancia incondicional de los santos. Como los demás bautistas generales, también ellos habían afirmado siempre la depravación total del ser humano. Tras este cambio a la perseverancia incondicional, siguieron sosteniendo la elección condicionada por la fe que ve la presciencia, la expiación general (ilimitada) y la Gracia resistible. Expresaron esta perspectiva en una confesión de fe denominada «El Credo Ortodoxo« (1689).6
Es dudoso, sin embargo, que estos primeros bautistas que creían en la expiación general tuvieran alguna conexión con los calvinistas moderados de la tradición bautista posterior. El calvinismo moderado es un fenómeno de los siglos XIX y XX. Algunos historiadores arguyen que, en el siglo XIX, los bautistas de Norteamérica comenzaron a suavizar los cortantes filos del calvinismo tradicional. Este cambio doctrinal, afirman, coincidió con la propagación del movimiento de los bautistas separados y la amplia aceptación de la Confesión de Fe de New Hampshire.7
Los teólogos bautistas tanto del Norte como del Sur seguían un tipo de calvinismo tan enérgico como el que sostenían sus colegas presbiterianos de Princeton. No obstante, los bautistas, inflamados con las llamas de los movimientos revivalistas, comenzaron a moderar el estricto calvinismo de sus predecesores.8 Otros historiadores sitúan la erosión del calvinismo tradicional bautista a comienzos del siglo XX con maestros como E. Y. Mullins y L. R. Scarborough.9 En cualquier caso, el calvinismo moderado se convirtió en la posición mayoritaria entre los bautistas a finales del siglo XIX y comienzos del XX. En grupos como los Hermanos de Plymouth y el movimiento de las Iglesias Bíblicas, muchos dispensacionalistas moderaron también considerablemente su calvinismo.
Algunos de aquellos a quienes me he referido como calvinistas moderados han comenzado recientemente a referirse a sí mismos como arminianos moderados.10 Y aun otros, dentro de la Convención de los Bautistas del Sur, por ejemplo, profesan ahora un verdadero arminianismo que incluye la posibilidad de la pérdida de salvación.11
En el capítulo 2, Norman Geisler presenta la perspectiva calvinista moderada. Geisler argumenta que la idea de la predestinación del calvinismo clásico, así como su concepción de la extensión de la Expiación, y del llamamiento eficaz no tienen ningún apoyo bíblico. Subraya que el Nuevo Testamento enseña que Dios preservará en la Gracia a todos los que han sido regenerados. Por ello, la pérdida de la salvación es imposible. La seguridad eterna de los cristianos se fundamenta en la imputación de la justicia de Cristo y las promesas incondicionales de Dios al creyente. Sin embargo, en lugar simplemente de descartar la formulación tradicional de los cinco puntos del calvinismo, Geisler los reinterpreta argumentando que cada uno de ellos puede sostenerse dándole un acento moderado o extremo.
También se desliga tanto del calvinismo clásico como del arminianismo en su manera de entender el concepto de certeza. Arguye que, aunque el calvinismo extremo ofrece seguridad a los creyentes, no puede ofrecer en el presente la certeza de que alguien pertenezca sin ninguna duda a los escogidos. Y aunque el arminianismo sí puede ofrecer esta certeza en el presente, no puede ofrecer seguridad. El calvinismo moderado, sigue afirmando Geisler, tiene todas las ventajas, puesto que solo esta posición ofrece la verdadera certeza y la seguridad. Geisler presenta un modelo que sostiene en tensión tanto la libertad de los seres humanos para resistir la Gracia que Dios ofrece antes de la conversión, como la absoluta seguridad eterna de aquellos que han recibido a Cristo por medio de la fe. De esta manera, intenta mantener un equilibrio entre el calvinismo clásico y el arminianismo.
Arminianismo reformado
El arminianismo reformado tiene sus raíces en el pensamiento del teólogo holandés Jacobo Arminio, que fue la figura central del movimiento anticalvinista de la Iglesia Reformada Holandesa a finales del siglo dieciséis. La mayoría de los intérpretes de Arminio creen que éste era un calvinista supralapsario que rechazó la teología reformada tras un intento de refutar al anticalvinista Dirck Coornheert. Sin embargo, Carl Bangs ha argumentado correctamente que lo que hizo Arminio fue sencillamente reflejar y sistematizar una corriente anticalvinista subyacente que ya había estado presente en las iglesias reformadas, especialmente entre los laicos, desde los días de Calvino.12
A esta posición se le llama arminianismo reformado, puesto que Arminio se definió a sí mismo como un teólogo reformado enmarcado dentro del Catecismo de Heidelberg y de la Confesión de Fe Belga.13 Bangs presenta a «Arminio como un teólogo reformado» que, a finales del siglo dieciséis, ocupaba un espacio más amplio que el del predestinacionismo calvinista dentro de las iglesias reformadas de la Europa continental.14 Esta perspectiva contradice la tendencia corriente de atribuir a Arminio lo que fueron doctrinas arminianas posteriores. Desde este enfoque, sus ideas teológicas representan más bien un desarrollo de la teología reformada que un alejamiento de ella. Muchos confunden el arminianismo posterior con el de Arminio. Por tanto, no se dan cuenta de que, si bien Arminio se alejó del calvinismo en la cuestión de cómo se llega al estado de Gracia (predestinación, libre albedrío, y Gracia), retuvo, no obstante, las categorías reformadas por lo que respecta al significado del pecado y de la Redención.
Ha habido cierta confusión acerca de si Arminio creía posible la apostasía de una persona regenerada debido a algunas de las declaraciones que encontramos en su Declaración de Sentimientos. Sin embargo, todos están de acuerdo en que Arminio puso, al menos, el fundamento para la enseñanza arminiana que afirma la posibilidad de que el cristiano caiga de la Gracia. Arminio creía que no todos los regenerados son escogidos, a quienes él definía como aquellos regenerados que perseveraban en un estado de Gracia hasta el final de su vida: «Puesto que la elección para salvación comprende no solamente la fe, sino asimismo la perseverancia en la fe... es incorrecto identificar a los creyentes con los elegidos».15
Estas palabras muestran que para Arminio la apostasía era algo posible; de otro modo, hubiera dicho que todos los regenerados son también escogidos. Este tipo de afirmación ha llevado a eruditos como Bangs y R. T. Kendall a concluir que Arminio creía en la posibilidad de la apostasía.16 Sin embargo, su posición no implica que el pecado produzca la pérdida de la salvación en un creyente. La única forma en que un cristiano puede perder la salvación es renunciando a su fe en Cristo. Arminio declaró que es «imposible para los creyentes, mientras sigan siendo creyentes, caer de la salvación».17
Los arminianos reformados siguen el ejemplo del propio Arminio y difieren, por tanto, de la corriente principal del arminianismo posterior. Son reformados en su idea del pecado original, la depravación, la incapacidad humana, la naturaleza de la Expiación, la Justificación, la Santificación y la vida cristiana. Los arminianos reformados suscriben la idea de la satisfacción penal de la Expiación y de la Justificación mediante la imputación al creyente de la obediencia activa y pasiva de Cristo. Por ello, únicamente cuando se aparta de Cristo por incredulidad —un acto decisivo de apostasía— puede un cristiano perder la salvación. Arguyen además, que la apostasía es un estado irrevocable.18 Estas ideas separan a los arminianos reformados de la corriente principal del pensamiento arminiano, puesto que la mayoría de los arminianos se oponen a las interpretaciones reformadas de la Expiación, la Justificación, y la Santificación.
Los bautistas generales ingleses, que surgieron a comienzos del siglo XVII bajo el liderazgo de Thomas Helwys, recogieron las ideas de Arminio. Helwys abandonó a su compatriota John Smyth, porque éste había rechazado las doctrinas del pecado original, la satisfacción penal, y la sola imputación de la justicia de Cristo para la Justificación. Algunos teólogos como, por ejemplo, Thomas Grantham y John Griffith mantuvieron la tradición del arminianismo reformado de Helwys. La mayor parte del pensamiento arminiano fue más influenciado por John Wesley y otros que por el propio Arminio o los bautistas generales. No obstante, la tradición de los bautistas generales sigue viva en algunos grupos bautistas arminianos como el de los bautistas del libre albedrío.
En el tercer capítulo de esta obra, Stephen M. Ashby define y defiende la posición arminiana reformada. Ashby comienza explicando lo que significa la expresión y en qué se distinguen los arminianos reformados de los calvinistas y los demás arminianos. A continuación, muestra que las presuposiciones soteriológicas de Arminio dan como resultado un acercamiento a la doctrina de la seguridad que permite que el creyente, tras su conversión, pueda resistir la Gracia. Ashby analiza los diferentes textos bíblicos relacionados con el tema, que le llevan a plantear la posibilidad de la apostasía. Describe, luego, el modo en que el arminianismo reformado difiere del wesleyano y de otras formas de arminianismo respecto a la percepción del modo en que puede perderse la salvación.
Arminianismo wesleyano
El arminianismo wesleyano es el sistema teológico que surgió de la asimilación crítica que hizo John Wesley de las incontables tradiciones teológicas que éste tenía a su disposición en la Iglesia de Inglaterra del siglo XVIII. Se le llama así, no solo porque representa un acercamiento anticalvinista a la doctrina de la salvación, sino también porque el propio Wesley quiso identificarse con el nombre de Jacobo Arminio. Con el deseo de plantear una postura no calvinista en medio de las controversias respecto a la predestinación que rugían en el temprano metodismo de aquel entonces, Wesley lanzó The Arminian Magazine (la Revista Arminiana) en 1778. Sin embargo, el uso del término «arminiana» no indica forzosamente que Wesley se apoyara en los escritos de Arminio.19 La doctrina de la salvación de Wesley era una creativa amalgama de diversas procedencias de su crianza anglicana. Aunque podemos asumir que Wesley leyó algo de la obra de Arminio, hay más pruebas de que fue influenciado por el anticalvinismo inglés del siglo XVII.
Wesley heredó el arminianismo anglicano de sus padres, Samuel y Susana, como puede apreciarse en numerosas cartas y estudios.20 Samuel Wesley hablaba de Hugo Grotius, que había llegado a Inglaterra procedente de Holanda, como de su comentarista bíblico preferido. Grotius resultó ser una fuente teológica más relevante para Wesley y su círculo de la Universidad de Oxford de lo que lo sería Arminio.21 Susana Wesley animó a su hijo a leer a Jeremy Taylor y a otros autores de la escuela anglicana de la «vida de santidad». Wesley comenzó a leer a Taylor en 1725 y, posteriormente, se referiría a él como una «influencia inestimable» para su vida. Puede decirse, sin duda, que Taylor fue el vehículo por medio del cual Wesley fue introducido en el anticalvinismo inglés del siglo XVII.22
Wesley fue también grandemente influenciado por el teólogo independiente John Goodwin.23 En su escritos, Wesley hizo numerosas referencias positivas a Goodwin, y en 1765 reeditó la obra de Goodwin Imputatio Fidei, or, A Treatise of Justification (Imputatio Fidei o, Un Tratado de la Justificación) (1642). En esta obra, Goodwin disiente radicalmente de Arminio y se apropia de la idea gubernamental de la Expiación y de la Justificación que expone Hugo Grotius. Puede que Goodwin influyera más en la doctrina de la Justificación de Wesley durante los últimos treinta años de su vida que ningún otro escritor.
Teniendo en cuenta la diversidad de las fuentes del «arminianismo» de Wesley no es de extrañar que el arminianismo wesleyano sea, en cierto modo, distinto del arminianismo original de Arminio. Aun así, Wesley y sus seguidores compartieron muchas creencias con Arminio, como por ejemplo: la Elección condicional, la Expiación universal, la posibilidad de resistir la Gracia y la posibilidad de la apostasía. No obstante, a pesar del acuerdo general en las líneas esenciales de las creencias arminianas, Wesley y algunos de sus primeros discípulos como Adam Clarke, John Fletcher y Richard Watson, matizaron su teología de maneras que divergían del pensamiento de Arminio y que en muchos sentidos estaban más de acuerdo con el pensamiento remonstrante posterior.
Arminio, por ejemplo, se adhirió tenazmente a una teoría de la satisfacción penal de la Expiación (cf. la sección anterior). Wesley, sin embargo, fusionó este concepto con el de la Expiación gubernamental y otros acercamientos a este tema. Clarke, Fletcher, Watson y los teólogos metodistas del siglo diecinueve suscribieron la teoría gubernamental de la Expiación, rechazando la idea de la imputación de la Justicia de Cristo a los creyentes en la Justificación. Este acercamiento a la Expiación y a la Justificación, junto con las doctrinas de la «segunda bendición» y la completa santificación, produjeron un acercamiento distinto a la vida cristiana, a la doctrina de la seguridad, y a la de la perseverancia en la salvación que el que formuló Arminio. Mientras que para Arminio la pérdida de la salvación se producía únicamente al dejar de creer en Cristo, los wesleyanos sostenían que esto era también posible tanto por la incredulidad como por el pecado no confesado. Sin embargo, la apostasía podía remediarse mediante un nuevo arrepentimiento.
En nuestros días, el arminianismo wesleyano puede encontrarse en los diferentes organismos metodistas, en los grupos de Santidad como la Iglesia del Nazareno, la Iglesia Wesleyana, y el Ejército de Salvación, y también en la mayoría de las denominaciones tradicionales pentecostales y carismáticas, que tienen una herencia teológica, en gran medida, wesleyana.24
En el capítulo 4, Steve Harper nos ofrece una reflexión sobre el punto de vista arminiano wesleyano de la doctrina de la seguridad. Lo hace mediante un análisis de los escritos de John Wesley, permitiendo con ello que Wesley hable «por sí mismo». Después de desarrollar los aspectos del contexto histórico y teológico de Wesley, Harper investiga las doctrinas preparatorias de la Depravación, la Gracia, la Expiación, y la Justificación. A continuación, ofrece una exposición del acercamiento wesleyano a la apostasía, arguyendo que los creyentes pueden perder la salvación por dos causas: (1) la apostasía por incredulidad y (2) el pecado no confesado. Harper sugiere que los creyentes tienen la libertad de rechazar a Cristo y que los pecados deliberados y voluntarios, en tanto que violaciones de la ley conocida de Dios, se convierten en mortales si no hay arrepentimiento de ellos. Por la radical generosidad de Dios, la pérdida de la salvación puede remediarse mediante un nuevo arrepentimiento y una nueva fe.
Estas cuatro perspectivas no representan los únicos acercamientos cristianos a la doctrina de la seguridad eterna. Sin embargo, sí son las que mejor representan lo que la mayoría de protestantes han creído tradicionalmente respecto a la doctrina de la perseverancia. Me he esforzado al máximo para dar a cada uno de los colaboradores la libertad para plantear su punto de vista del modo que considere más apropiado. El resultado es un intercambio animado y, en ocasiones, sorprendente que tengo la esperanza de que estimulará un diálogo más productivo acerca de la doctrina de la perseverancia y de la apostasía.
1 Joel E. Hampton presenta un convincente argumento para demostrar que Calvino creía en esta última opción en «The Equal Ultimacy Question in Calvin’s View of Reprobation: Is Predestination Really ‘Double’?», Integrity: A Journal of Christian Thought 1 (2000): 103–13.
2 Ver la obra de Brian Armstrong, Calvinism and the Amyraut Heresy (Madison, Wis.: Univ. of Wisconsin Press, 1969).
3 El amiraldismo influyó en el desarrollo de la teología protestante en los Estados Unidos, especialmente entre los bautistas y los dispensacionalistas.
4 Uno de los mejores tratamientos breves de la soteriología calvinista clásica es el Ensayo Introductorio («Introductory Essay») de J. I. Packer, a la obra del autor puritano John Owen, The Death of Death in the Death of Christ (Londres: Banner of Truth, 1959).
5 Ver la obra de Thomas J. Nettles, By His Grace and for His Glory: A Historical, Theological, and Practical Study of the Doctrines of Grace in Baptist Life (Grand Rapids: Baker, 1986), y la de Samuel Waldron, A Modern Exposition of the 1689 Baptist Confession of Faith (Durham, Inglaterra: Evangelical Press, 1989).
6 «The Orthodox Creed», en William L. Lumpkin, ed., Baptist Confessions of Faith (Valley Forge, Pa.: Judson, 1959), 297–334.
7 Lumpkin, ed., Baptist Confessions of Faith, 360; H. Leon McBeth, The Baptist Heritage: Four Centuries of Baptist Witness (Nashville: Broadman, 1987), 210–11, 704, 774.
8 W. Wiley Richards, Winds of Doctrines: The Origin and Development of Southern Baptist Theology (Lanham, Md.: Univ. Press of America, 1991), 45–59, 124–27, 193–94.
9 Tom Nettles, By His Grace and for His Glory, 246–64; Tom Nettles, «The Rise and Demise of Calvinism Among Southern Baptists», The Founders Journal 19/20:6–21. Cf. Clark R. Youngblood, «Perseverance and Apostasy», in Has Our Theology Changed? Southern Baptist Thought Since 1845, ed. Paul Basden (Nashville: Broadman & Holman, 1994), 114–34.
10 Ver, por ejemplo, la obra de W. Wiley Richards, Why I Am Not a Calvinist (Graceville, Fla.: Hargrave, 1999).
11 Ver la obra de Dale Moody, Apostasy: A Study in the Epistle to the Hebrews and in Baptist History (Greenville, S.C.: Smyth & Helwys, 1997). (El difunto Dale Moody fue expulsado del Seminario Teológico de los Bautistas del Sur por su creencia en la posibilidad de la apostasía. Desde entonces, algunos bautistas del Sur han aceptado sus ideas acerca de la doctrina de la perseverancia. Esto muestra la importancia de la doctrina de la seguridad eterna en la mayor denominación protestante del país). Estos son cambios interesantes, dado el resurgir del calvinismo clásico en la Convención de los Bautistas del Sur, que se evidencia por el crecimiento de la Founders Conference (Conferencia de los Fundadores), una asociación organizada para la difusión del calvinismo ortodoxo (ver la obra de Youngblood, «Perseverance and Apostasy», 124–28).
12 Carl Bangs, «Arminius and the Reformation», Church History 30 (1961): 155–60; Carl Bangs, Arminius: A Study in the Dutch Reformation (Grand Rapids: Zondervan, 1985), 141–42. Esta postura anticalvinista se manifestó principalmente entre los laicos y magistrados, pero estuvo también presente entre el clero.
13 Carl Bangs, «Arminius As a Reformed Theologian», en la obra The Heritage of John Calvin, ed. John H. Bratt (Grand Rapids: Eerdmans, 1973), 216–17.
14 Además de las obras citadas anteriormente, Carl Bangs, «Arminius and Reformed Theology» (Tesis Doctoral, University of Chicago, 1958).
15 James Arminius, The Works of James Arminius, traducida por James Nichols y William Nichols, 3 vols. (Grand Rapids: Baker, 1986), 2:68.
16 Bangs, «Arminius and Reformed Theology», 186–87; ver también la obra de R. T. Kendall, Calvin and English Calvinism to 1649 (Oxford: Oxford Univ. Press, 1978).
17 Arminio, Obras, 1:742.
18 La idea arminiana reformada de que la pérdida de la salvación es únicamente resultado de la apostasía por incredulidad y de que tal apostasía es irrevocable la comparten eruditos de nuestro tiempo como Dale Moody, I. Howard Marshall, y Scot McKnight.
19 Ver la obra de Luke L. Keefer Jr., «Characteristics of Wesley’s Arminianism», Wesleyan Theological Journal 22 (1987): 88–100. Prueba de ello es el hecho de que, a pesar de la afición de Wesley por publicar versiones condensadas de obras teológicas anteriores para su difusión, nunca reeditó nada de Arminio. Sin embargo, sí publicó de nuevo algunos de los escritos soteriológicos de autores anticalvinistas ingleses anteriores, como por ejemplo el independiente John Goodwin.
20 Martin Schmidt, John Wesley: A Theological Biography, 3 vols. (New York: Abingdon, 1960), 1:44. Aunque sería técnicamente más exacto hablar de «anticalvinismo anglicano» en lugar de «arminianismo anglicano», puesto que el arminianismo anglicano no se apoyaba en Arminio, utilizaré aquí este último término teniendo en cuenta su amplia utilización.
21 Ver la obra de Richard P. Heitzenrater, ed., Diary of an Oxford Methodist: Benjamin Ingham, 1733–34 (Durham, N.C.: Duke Univ. Press, 1985).
22The Works of John Wesley, ed. Thomas Jackson, 14 vols. (Londres: Wesley Methodist Book Room, 1872; reimpreso, Grand Rapids: Baker, 1986), 11:366; Richard P. Heitzenrater, The Elusive Mr. Wesley, 2 vols. (Nashville: Abingdon, 1984), 2:23; John Deschner, Wesley’s Christology: An Interpretation (Dallas: Southern Methodist Univ. Press, 1960), 197.
23 «Independiente» es la palabra que se utilizaba para calificar a los puritanos cuyas congregaciones eran independientes de la Iglesia de Inglaterra.
24 Los anabaptistas (por ej., los menonitas, los hermanos) y los restauracionistas (por ej., las Iglesias de Cristo, las Iglesias Cristianas, y los Discípulos de Cristo) han tendido tradicionalmente hacia doctrinas de la salvación cercanas a las del arminianismo wesleyano (sin afirmar, sin embargo, una «segunda bendición» y la santificación completa). No obstante, siempre ha habido algunas personas de estos grupos que han adoptado puntos de vista más afines al arminianismo reformado. Muchos luteranos tradicionales también afirman la posibilidad de la apostasía y de una nueva conversión.
Capítulo 1
Un punto de vista calvinista clásico
Michael S. Horton
«Esta Gracia [Dios] la depositó ‘en Cristo en quien hemos obtenido muchísimos beneficios, habiendo sido predestinados según el propósito de Aquel que hace todas las cosas’. Y de este modo, igual que hace que vayamos a Él, hace igualmente que no nos apartemos de Él».1 En su obra La Predestinación de los Santos, Agustín explicó con paciencia y defendió con verdadera pasión la radical generosidad de Dios en Cristo. Los receptores de esta epístola eran dos importantes monjes que habían expresado una honda preocupación por las controversias que se habían suscitado en sus monasterios acerca de estas cuestiones. Algunos tenían el temor de que las Buenas Nuevas fueran demasiado buenas como para ser verdaderas; otros estaban convencidos de que la propia Escritura advertía explícitamente en contra de la confianza de considerar la Salvación como algo ya cierto y seguro.
El tema que tenemos ante nosotros tiene sus orígenes, no en Calvino o en el Sínodo de Dort, ni de hecho tampoco en Agustín. Es más bien una cuestión de interés perenne para cualquiera que indaga en la Palabra de Dios en busca de una enseñanza bíblica unificada acerca de una de las preguntas más prácticas y con mayores implicaciones: ¿Cuál es la base para vivir en la esperanza de la Salvación prometida por Dios? En el breve espacio de este capítulo, defenderé la idea de que la Teología del Pacto explica todos los aspectos del testimonio bíblico de manera más consistente de lo que lo han hecho los arminianos o cualquier otra posición respecto a la seguridad eterna.
Muchos de quienes hemos crecido en círculos evangélicos conocemos a personas que se autodenominan calvinistas, sencillamente porque creen en la seguridad eterna, aunque no aceptan la Depravación total, la Elección incondicional, la Redención particular, y la Gracia irresistible. Por ejemplo, Norman Geisler se presenta a sí mismo como «calvinista moderado» aunque la posición que ha expresado, muy recientemente en su obra Chosen But Free (escogido, pero libre), representa en gran medida la idea del arminianismo clásico: «La Gracia de Dios opera sinérgicamente con el libre albedrío... Dicho de otro modo, la Gracia de Dios que justifica actúa, no de manera operativa sino cooperativa».2 En otro lugar escribe: «Ciertamente, Dios salvaría a todos los hombres si pudiera... Dios llevará al cielo al mayor número de personas que pueda... Por lo que respecta a la Salvación, cada criatura es libre de aceptar o rechazar la Gracia de Dios. Por supuesto, Dios sabía desde toda la eternidad quiénes creerían y quiénes no».3 Sin embargo, Geisler califica repetidamente de «calvinistas extremistas» a quienes, de hecho, abrazan los así llamados cinco puntos del calvinismo.
Aunque este acercamiento puede ser eficaz a efectos de retórica, representa, no obstante, una considerable confusión de las posiciones históricas. Quienes sostienen la seguridad eterna, no son por ello calvinistas (ni siquiera calvinistas moderados). De hecho, la doctrina de la seguridad eterna no es una enseñanza propiamente calvinista sino que, al menos expresada del modo en que me es familiar, descansa en presuposiciones arminianas respecto a la Gracia y al libre albedrío. Si esto es así (como espero que se irá haciendo más evidente a medida que avancemos), entonces nuestro editor ha hecho una inteligente distinción entre la posición reformada con respecto a este tema y los puntos de vista tanto arminianos como de la seguridad eterna.
¿Cuál sería, entonces, la exposición calvinista o reformada de la doctrina de la perseverancia de los creyentes? Examinaremos primero los pasajes que utilizan quienes proponen la posición de la seguridad eterna, después realizaremos un análisis de aquellos textos que aducen los arminianos y, a continuación, concluiremos con el acercamiento a la Teología del Pacto.
Los pasajes de la «Seguridad Eterna»
Lewis Sperry Chafer introduce su defensa de la seguridad eterna haciendo referencia al debate entre calvinistas y arminianos; los primeros —según Chafer— representan la posición de la seguridad eterna.4 Cabe asumir, por tanto, que Chafer se identifica con el calvinismo. Sin embargo, tan solo unas páginas más adelante, durante la exposición del tema de la Salvación, escribe: «Dios escogió el plan como un todo, no de manera gradual. Él sabía de antemano, antes de escoger cualquier plan, quién sería salvo dentro de este plan y quién no lo sería. Por la fe hemos de asumir que Dios escogió el mejor plan posible». Chafer añade expresamente que «la Salvación puede entenderse como procedente de la Omnisciencia de Dios».5
¿Cómo entiende entonces Chafer la doctrina de la seguridad del creyente? Aunque relaciona la solidez de este plan con el hecho de que es una obra conjunta del Padre, del Hijo y del Espíritu, no se refiere sin embargo a la Salvación en el primer caso o la Gracia eficaz en el tercero. En lugar de ello, surge un punto de vista de la Salvación un tanto mecánico, en el que Chafer arguye que una vez una persona ha sido regenerada (lo cual es resultado de la decisión humana)6 el proceso no puede revocarse. Por un lado, Chafer insiste en que tal seguridad descansa en el hecho de que la Salvación es obra de Dios de principio a fin. Sin embargo, arguye por otro lado que ésta descansa en el hecho de que Dios conoce de antemano la respuesta humana y responde a tal decisión concediendo nueva vida. Por ello, creo que la pregunta de los arminianos coherentes, está perfectamente justificada: ¿por qué es irreversible el nuevo nacimiento si, al menos en parte, éste descansa sobre la voluntad humana? Si somos nosotros mismos quienes nos ponemos en las manos de Dios, sin duda podemos también situarnos fuera de ellas.
No obstante, Chafer apela a sólidos textos de prueba de la doctrina de la Seguridad de la Salvación. El Evangelio de Juan está lleno de firmes y famosas promesas: A los creyentes se les da «vida eterna» (Juan 3:16). «En verdad, en verdad os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida». (5:24) «Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que viene a mí, de ningún modo lo echaré fuera... Y esta es la voluntad del que me envió: que de todo lo que Él me ha dado yo no pierda nada, sino que lo resucite en el día final» (6:37–39). Leer simplemente Romanos 8:29–39 parece suficiente para zanjar cualquier debate: ante la visión de la indestructible cadena de la Salvación, el propio apóstol es conducido a las alturas de la doxología. Juan 10:29; Romanos 4:21; 8:31, 38-39; 14:4; Efesios 1:19-21; 3:20; Filipenses 3:21; 2 Timoteo 1:12; Hebreos 7:25; Judas 24, defienden que Dios es capaz de guardar a los creyentes.
Además, reconocer la posibilidad de perder la Salvación equivale a negar la suficiencia de la obra salvífica de Cristo (Romanos 3:25-26; 1 Juan 2:2).7 Cristo ha cargado con todos los pecados de todos los tiempos; la Gracia divina no es derrotada por el pecado (Romanos 5:20–21). Además de esto, la resurrección de Jesús trajo consigo la consecución de una vida nueva y eterna (Romanos 6:23; Colosenses 2:12; 3:1), y el creyente que está «en Cristo» no está ya bajo ninguna forma de condenación puesto que Jesús no lo está (Romanos 8:1). Chafer también se refiere a la intercesión actual de Cristo como abogado nuestro, un papel en el que Jesús habría fracasado si se perdiera cualquiera de aquellos por quienes Él intercede. La obra regeneradora del Espíritu no puede revocarse (Juan 1:13; 3:3–6; Tito 3:4–6; 1 Pedro 1:23; 2 Pedro 1:4; 1 Juan 3:9), y el Espíritu es la posesión permanente de todo creyente (Juan 7:37–39; Romanos. 5:5; 8:9; 1 Corintios. 2:12; 6:19; 1 Juan 2:27).
Por supuesto, se podrían aportar más textos, pero éstos son sin duda suficientes para zanjar la cuestión de que la obra salvífica de Dios en favor de los pecadores es perfecta. Los creyentes tienen toda confianza para acercarse al trono de Dios sabiendo que su Salvación está firmemente establecida en los lugares celestiales (Efesios 2:1–5). Pero están también los otros pasajes.
Los pasajes «arminianos»
Citando a Wesley, a Wakefield y a otros, el teólogo arminiano H. Orton Wiley reconoce que el arminianismo niega la idea de la imputación de la obediencia de Cristo a los creyentes. Wesley dijo: «El juicio de un Dios perfectamente Sabio está siempre de acuerdo con la verdad; y no es compatible con su inerrante Sabiduría pensar que soy inocente, juzgar que soy justo o santo porque otro lo sea. No puede confundirme con Cristo más de lo que puede hacerlo con David o con Abraham».8 El propio Wiley concluye: «Las acciones personales de Cristo eran de un carácter demasiado sublime como para poder ser imputadas a la Humanidad», y cabe acusar a quienes pretenden estar vestidos del «glorioso atuendo del Divino Redentor» de una actitud que «no es característica de la humildad del auténtico cristiano».9
A pesar de los comentarios de Wesley que parecen apoyar la doctrina evangélica de la Justificación, observaciones como las anteriores representan las críticas del Concilio de Trento contra la enseñanza de los reformadores. Desde el punto de vista reformado, la negación arminiana de la perseverancia de los santos es una implicación de su sinergismo (es decir, la consideración de la Salvación como un proceso de cooperación entre Dios y el creyente). Muchas de las mismas razones por las que Roma tuvo dificultades con la insistencia de los reformadores en la objetividad de una salvación llevada a cabo completamente por Dios, son las que llevan a la teología arminiana a considerar «antinomiana» una doctrina de la Justificación basada por completo en la justicia imputada de Cristo.10
El quinto punto de los artículos remonstrantes (arminianos) afirma lo siguiente:
Que quienes están unidos a Cristo por la fe están, por ello, equipados con abundante fortaleza y suficiente ayuda para poder triunfar sobre las seducciones de Satanás y los engaños del pecado; no obstante pueden, descuidando tales ayudas, caer de la Gracia y, de morir en tal estado, pueden finalmente perecer. Este argumento comenzó en un principio con ciertas reservas, sin embargo, se convirtió más adelante en una doctrina plenamente establecida.11