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"Allí, entre las tinieblas, vamos sentadas una al lado de la otra sin articular palabra. Dentro del túnel, el tren succiona el aire de detrás produciendo un ruidoso remolino de viento que suena como un rugido en el exterior de la ventanilla. Pero nosotras seguimos en silencio, su mano sobre mi regazo. "-
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Katja Slonawski
La sensación de su presencia
LUST
La sensación de su presencia
Original title:
Känslan av henne
Translated by Begoña Romero
Copyright © 2018 Katja Slonawski, 2020 LUST, Copenhagen.
All rights reserved ISBN 9788726273649
1st ebook edition, 2020. Format: Epub 2.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
La sensación de su presencia
Ante nuestros ojos va desfilando, inadvertido, el bosque. Minúsculos pueblecitos, diminutas ciudades, ovejas de algodón en una pradera solitaria… En ocasiones siento mareos por mirar las cosas de cerca, y entonces fijo la mirada en algún objeto distante con el propósito de descansar la vista, al igual que en el día a día: el centro de nuestra atención debe siempre ser aquello que nos estimula y nos llena de energía en un momento determinado.
De vez en cuando nos sobresalta alguna sacudida, y con «nos» me estoy refiriendo a los escasos pasajeros de este tren que, a bordo de un mismo vagón, nos dirigimos hacia diferentes destinos. El vagón se tambalea, lo que hace que uno de los viajeros alce la vista. Yo estiro ligeramente el cuello, tratando de encontrar una postura más cómoda en aquel asiento que no deja de chirriar y que parece especialmente diseñado para impedir conciliar el sueño; de hecho, no me sorprendería que ese fuese su propósito. Siempre que viajo en tren insisto en mirar por la ventanilla; aunque sé que me provoca rigidez de cuello, soy incapaz de evitarlo.
La llovizna se posa ligera sobre el campo abierto como un lento y lánguido beso, mientras el aguacero espera su turno en las nubes, listas para la inminente descarga de una tromba de agua. Las nubes van adquiriendo un tono oscuro, negro azulado, preparándose para abrir las compuertas del diluvio y descargar toda su furia sobre nuestras cabezas, protegidas por este gran gigante de acero acolchado por dentro. ¡Cómo me gustaría dejarme bañar por esa lluvia, despojarme de la ropa y, acostada, esperar a que los cielos se vaciasen sobre mí! El vagón se tambalea una vez más sobre las oscuras vías y en esta ocasión soy yo quien levanta la mirada.
