La sociedad argentina en la pospandemia - Agustín Salvia - E-Book

La sociedad argentina en la pospandemia E-Book

Agustín Salvia

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Beschreibung

Mientras se van moderando los ecos de la crisis sanitaria provocada por el covid-19, sus consecuencias económicas y sociales más profundas están todavía lejos de haberse revelado por completo. ¿Qué cambios fueron coyunturales y cuáles significaron transformaciones duraderas que modificarán nuestra imagen y nuestra experiencia de la sociedad argentina? Este libro, que reúne los hallazgos de un verdadero experimento de ciencias sociales en tiempo real, busca establecer los alcances del impacto del covid-19 en la estructura social y el mercado de trabajo en la Argentina, marcados desde hace décadas por desigualdades que parecen imperturbables. A partir de datos recopilados entre 2019 y 2021 por el Indec y el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, investigadores e investigadoras de todo el país muestran en estas páginas cómo el covid-19 marcó un nuevo ciclo de acumulación de desventajas para los más vulnerables y, al hacerlo, puso de manifiesto la fragilidad en la que gran parte de los hogares de nuestro país reproducen sus vidas. Sin embargo, no cabe culpar solo al virus. La pobreza crónica, las persistentes brechas distributivas y la marginalidad estructural afectan a la sociedad argentina desde hace décadas, y se han vuelto en buena medida independientes de las crisis periódicas. Sobre ese andamiaje de desigualdad, esta radiografía de la Argentina en la pospandemia describe un mercado de trabajo heterogéneo y crecientemente informalizado, pone en evidencia las disparidades en la organización del trabajo doméstico y de cuidados, muestra las desigualdades regionales y analiza el impacto positivo pero insuficiente de las políticas implementadas por el Estado para contener la emergencia. Este libro, necesario y urgente, viene a enriquecer con números confiables y análisis fundados un debate actualizado por la pandemia. Y aspira así a hacer honor a aquella prevención del politólogo José Nun, inspirador del marco conceptual que guio la escritura de estas páginas: "El mayor éxito que puedan alcanzar las advertencias en las ciencias sociales es el de inspirar soluciones para evitar que se cumplan".

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Índice

Cubierta

Índice

Portada

Copyright

Presentación (Agustín Salvia, Santiago Poy, Jésica Lorena Pla)

Introducción. Coordenadas teórico-metodológicas para el estudio de las consecuencias sociales de la pandemia de covid-19 en la Argentina (Santiago Poy, Jésica Lorena Pla)

1. Sobre el desarrollo fallido, los regímenes políticos y las políticas sociales (Agustín Salvia)

2. Heterogeneidad de la estructura ocupacional y calidad del empleo (Eduardo Donza)

3. Estructura ocupacional y calidad del empleo en las regiones urbanas (María Albina Pol, Valentina Ledda, Lucía Bagini)

4. Pobreza y desigualdad: el papel del mercado de trabajo y las políticas sociales (Ramiro Robles, María Noel Fachal)

5. Movilidad ocupacional: transiciones de la informalidad estructural y la pobreza entre 2018 y 2020 (Miguel Oliva, Diego Masello, Martina Zubarán, Rodrigo Alejandro Segovia, Nara Alvarez)

6. Trabajadores pobres en tiempos de pandemia (2019-2021) (Santiago Poy, Camila A. Alfageme)

7. Dinámicas de la estructura de clases (Jésica Lorena Pla, Manuel Riveiro, Eugenia Dichiera)

8. El trabajo doméstico de varones y mujeres (Gabriela Gómez Rojas, Danila Borro, Sofía Jasín, Manuel Riveiro)

9. Clases sociales y brechas digitales (Silvana Galeano Alfonso, Jésica Lorena Pla)

Epílogo (Agustín Salvia, Santiago Poy, Jésica Lorena Pla)

Referencias

Acerca de las y los autores

Agustín SalviaSantiago PoyJésica Lorena Pla

compiladores

LA SOCIEDAD ARGENTINA EN LA POSPANDEMIA

Radiografía del impacto del covid-19 sobre la estructura social y el mercado de trabajo urbano

Autores: Camila Alfageme, Nara Alvarez, Lucía Bagini, Danila Borro, Eugenia Dichiera, Eduardo Donza, María Noel Fachal, Silvana Galeano Alfonso, Gabriela Gómez Rojas, Sofía Jasín, Valentina Ledda, Diego Masello, Miguel Oliva, María Albina Pol, Manuel Riveiro, Ramiro Robles, Rodrigo Segovia, Martina Zubarán

La sociedad argentina en la pospandemia / Agustín Salvia; Santiago Poy; Jésica Lorena Pla [comps.].- 1ª ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina, 2022.

Libro digital, EPUB - (Sociología y Política)

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-801-189-9

1. Sociología. 2. Sociedades. 3. Pandemias. I. Título.

CDD 303.4909

Este libro ha sido realizado con el apoyo financiero de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, Desarrollo Tecnológico e Innovación (Agencia I+D+i), en el marco de los proyectos PICT 2016-4641, bajo la dirección del Dr. Agustín Salvia, Pisac Covid-19 n°14, bajo la dirección de la Dra. Leticia Muñiz Terra, y PICT 2018-3355, bajo la dirección de la Dra. Jésica Lorena Pla

© 2022, Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A.

<www.sigloxxieditores.com.ar>

Diseño de portada: Ariana Jenik

Digitalización: Departamento de Producción Editorial de Siglo XXI Editores Argentina

Primera edición en formato digital: septiembre de 2022

Hecho el depósito que marca la ley 11.723

ISBN edición digital (ePub): 978-987-801-189-9

Presentación

La irrupción de la pandemia de covid-19 en la Argentina a partir de marzo de 2020 abrió un escenario inédito. El desconocimiento acerca de las características del virus SARS-CoV-2, su gran capacidad de propagación y la inexistencia de estrategias ya sea de atención o de vacunación requirieron de duras medidas de aislamiento y distanciamiento humano que trastocaron las formas de trabajar, de estudiar, de organizar la vida cotidiana de los hogares y, prácticamente, todas las dimensiones de la vida social. A más de dos años de la instalación de ese escenario inédito, aún resulta una tarea compleja comprender cuáles han sido cambios coyunturales y cuáles fueron transformaciones duraderas que modificarán tanto nuestra imagen de la sociedad argentina como la propia realidad que atraviesan millones de personas a diario.

Todas las disciplinas científicas debieron adecuar sus agendas para tratar de aportar a una mejor comprensión de las consecuencias de este incierto escenario. En ese marco, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (I+D+i), junto con el Programa de Investigación sobre la Sociedad Argentina Contemporánea (Pisac), lanzaron la convocatoria a proyectos de investigación en ciencias sociales para generar conocimientos sobre los efectos de la pandemia en la sociedad argentina y para aventurar reflexiones acerca de la “pospandemia”.

Este libro presenta los resultados de un trabajo de investigación encarado por seis nodos universitarios de distintas regiones del país en el marco del proyecto Pisac Covid-19 nº 14 “Heterogeneidad estructural y desigualdades persistentes”. En este ámbito se conformó una subred de investigación cuantitativa integrada por investigadores e investigadoras de la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Nacional de Mar del Plata, la Universidad Nacional de Cuyo, la Universidad Nacional de Catamarca, la Universidad Nacional de Tres de Febrero y la Universidad Católica Argentina.

Durante más de un año, quienes participamos en la elaboración de este libro establecimos una dinámica de trabajo periódica bajo la modalidad de sesiones plenarias. Para llevar a cabo la tarea fue necesario no solo discutir la orientación teórica, sino también encarar problemas metodológicos y técnicos. El objetivo general de este libro es entonces analizar los impactos de la coyuntura abierta por el covid-19 en términos de desigualdad social. Para ello se toman como ejes de indagación los efectos sobre el mercado de trabajo, la pobreza y la desigualdad de ingresos y los cambios en la estructura social y la organización del trabajo doméstico y de cuidados. Se utilizó una metodología cuantitativa con información proveniente de encuestas de hogares bajo un enfoque teórico-metodológico coherente y compartido. Los capítulos terminaron de redactarse en diciembre de 2021.

Este libro se compone de una introducción, nueve capítulos y un breve epílogo. La introducción presenta algunas coordenadas teóricas que orientaron la investigación, información relevante sobre el contexto socioeconómico argentino antes y durante el período 2020-2021, el diseño metodológico y las características de las fuentes de datos. Los capítulos presentan resultados de investigación y reflexiones que aportan a una mejor comprensión del período analizado. El epílogo propone un balance de los resultados y ofrece algunas claves para pensar el tiempo por venir. Si bien el libro es un producto integral, los capítulos pueden leerse de manera independiente.

Agradecemos la confianza académica y el apoyo institucional de la Agencia I+D+i y de Pisac, la Universidad Nacional de La Plata, la Universidad Católica Argentina y el Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires. Agradecemos en especial a Juan Ignacio Piovani, Leticia Muñiz Terra y Agustina Coloma, así como a todas aquellas personas que participaron en las distintas actividades académicas y seminarios que posibilitaron la realización de este libro. También agradecemos muy especialmente a los y las colegas que oficiaron de evaluadores anónimos y colaboraron de manera generosa con la calidad académica de esta publicación. A través de sus dictámenes, hicieron que los capítulos que componen la obra mejoren ostensiblemente, sean más claros en su redacción, en los objetivos plausibles de alcanzar y en la descripción de los resultados encontrados.

Este libro ha significado un esfuerzo colectivo en un contexto inédito y adverso, del cual no hemos estado exentos como personas. Ese esfuerzo implicó horas de trabajo en contextos de aislamiento y distanciamiento social, la reconversión de nuestros hogares en espacios de trabajo y la transformación de las rutinas familiares en sentidos imposibles de imaginar antes de la pandemia. Significó también “conocernos” y aprender a trabajar en espacios virtuales, pues al momento la mayoría de los colegas con quienes compartimos esta aventura no nos conocíamos cara a cara (y en muchos casos seguimos sin hacerlo).

No sabemos si salimos mejores de esta pandemia, pero sí hemos emergido como un grupo de trabajo que ha puesto lo mejor de nuestras herramientas, trayectoria y experiencias para producir información rigurosa que aporte a la construcción de un conocimiento propio, retomando las tradiciones más ricas de las ciencias sociales latinoamericanas. La publicación de los resultados de este proyecto busca también poner en discusión nuestro enfoque, nuestras herramientas conceptuales y metodológicas y nuestras hipótesis, en una apuesta a la construcción de un conocimiento colectivo. Asimismo, la difusión de los resultados tiene por objeto visibilizar las principales problemáticas de nuestra sociedad, para que quienes diseñan e implementan políticas públicas puedan tomarlos como insumo y pensar intervenciones que permitan construir un país más justo e igualitario. Esos son los objetivos del Pisac que nos convocó en primera instancia. Esperamos que los aportes de este libro sean leídos en ese sentido.

Agustín Salvia, Santiago Poy, Jésica Lorena Pla

Buenos Aires, abril de 2022

Introducción

Coordenadas teórico-metodológicas para el estudio de las consecuencias sociales de la pandemia de covid-19 en la Argentina

Santiago Poy, Jésica Lorena Pla

Si bien la pandemia tiene un sustrato biológico y ha adquirido un carácter global, pocas dudas caben acerca de que la forma en la cual los países la transitaron –y, al parecer, la seguirán transitando– no puede desligarse de sus particulares configuraciones históricas y sociales. En América Latina se han observado nuevos retrocesos en un corto período de tiempo en materia de bienestar social y económico (Cepal, 2021c). De acuerdo con las evidencias disponibles, el impacto sin precedentes de las medidas de restricción sobre la dinámica económica y el funcionamiento del mercado de trabajo fue el principal canal de transmisión de esta situación crítica (Maurizio, 2021). En el caso argentino, el escenario abierto por la pandemia de covid-19 ha profundizado las preocupaciones sobre los problemas vinculados a la pobreza, la marginalidad y las desigualdades sociales, que históricamente se han asentado sobre desequilibrios económicos estructurales.

El libro que aquí presentamos sintetiza los aportes de investigadores e investigadoras de distintas regiones de la Argentina que procuraron analizar en tiempo real los efectos de la irrupción de la pandemia de covid-19 sobre la desigualdad, a partir de las herramientas de la estadística social y el uso de dos encuestas de hogares: la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) y la Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA) del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA-UCA).

Esta introducción plantea una serie de claves teórico-metodológicas que organizaron de manera general las discusiones y el plan de trabajo, y ofrece así un marco contextual en el que inscribir los capítulos que componen el libro. El supuesto que organiza estas contribuciones es que la desigualdad socioeconómica se ha constituido en una matriz estructural del sistema social argentino en las últimas décadas, con consecuencias en términos de integración productiva, social y territorial de la fuerza de trabajo, y que el ciclo covid-19 implicó una acentuación de los desequilibrios preexistentes.

Patrones estructurales de la desigualdad

A poco de iniciarse la pandemia de covid-19, algunos autores postulaban que el virus sería un factor “igualador” (Milanovic, 2020). A partir de las lecciones de otras pandemias y grandes guerras, se conjeturaba que la enfermedad provocada por el nuevo SARS-CoV-2 podría propiciar procesos de igualdad económica en el largo plazo. Sin embargo, esta impresión fue perdiendo sustento de manera relativamente rápida (Bull y Robles Rivera, 2020). Incluso en términos sanitarios está claro que las probabilidades de contagio y de muerte han sido muy disímiles entre sectores, clases sociales y regiones (Alsan, Chandra y Simon, 2021; Benitez, Courtemanche y Yelowitz, 2020; Canales, 2021), y posteriormente la evolución de las campañas de vacunación evidenció fuertes disparidades entre países y regiones de diverso grado de desarrollo.

América Latina ha sido la región más golpeada por la pandemia de covid-19 en múltiples dimensiones. De acuerdo con las cifras de Our World in Data y la Organización Mundial de la Salud (OMS), en diciembre de 2021 la región concentraba las mayores tasas de fallecidos por millón de habitantes y el 28,4% del total de muertos por covid-19 del mundo, con solo el 8,4% de la población mundial. En términos económicos, mientras que en 2020 el producto bruto interno (PBI) mundial se contrajo 3,3%, el PBI regional se redujo casi el doble (-7%) (FMI, 2021), lo que reveló la fragilidad estructural de la región con respecto a los flujos comerciales y financieros globales. Por último, en materia laboral, las estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo indican que la región latinoamericana es la que más empleo perdió entre 2019 y 2020 (-9,5%) en comparación con otras regiones con distintas configuraciones institucionales de sus mercados laborales, como Europa (-2%) o América del Norte (-5,8%).[1]

El aporte de las ciencias sociales en este peculiar contexto tiene que ver con la posibilidad de arrojar luz sobre los mecanismos que explican estos disímiles impactos de la pandemia en relación con las configuraciones estructurales e institucionales específicas de nuestros países. En este sentido, en este libro se propone articular los procesos de desigualdad social emergentes de la pandemia en nuestros países con los fuertes clivajes socioeconómicos, productivos y tecnológicos que se expresan en términos de concentración de rentas, recursos, poder y privilegios. Recogemos la tradición del estructuralismo latinoamericano, que propone vincular los desequilibrios económicos y productivos con la dinámica socioocupacional y los modelos de bienestar. Siguiendo este enfoque, el patrón de desarrollo de los países periféricos se caracteriza por la coexistencia de estratos de productividad muy diferenciados y la insuficiente capacidad de los sectores de mayor productividad para absorber al conjunto de la fuerza laboral disponible (Bárcena y Prado, 2016; Pinto, 1976; Prebisch, 1981).

Esta “heterogeneidad estructural” propicia desigualdades socioeconómicas a partir de la fragmentación estructural que opera sobre los mercados de trabajo. La existencia de una heterogeneidad ocupacional extendida en los países periféricos expresa las condiciones productivas típicas del subdesarrollo y se manifiesta en la configuración de situaciones laborales muy disímiles en materia de productividad, calidad y remuneraciones. Entre los rasgos arquetípicos de esta configuración se encuentra la prevalencia que mantiene el sector de microunidades o informal de muy baja productividad, las actividades de autoempleo de baja calificación y las actividades informales de subsistencia. A los vectores tradicionales de fragmentación de los mercados laborales periféricos se suman los cambios económicos provocados por la globalización y la deslocalización productiva, que alteraron las relaciones laborales y promovieron la inseguridad laboral y la precarización del empleo, en particular en economías con baja competitividad sistémica. En síntesis, la perspectiva estructuralista subraya la reproducción de una segmentación estructural del mercado de trabajo y la cristalización de procesos de exclusión laboral, los cuales se acentúan frente a dinámicas de bajo crecimiento o crisis en el capitalismo periférico.

En esta clave teórica, la nueva crisis generada por la irrupción del covid-19 representaría para el caso argentino una acentuación de los desequilibrios sociolaborales preexistentes, con consecuencias en términos de cristalización de trayectorias de marginalidad sociolaboral.

Desde esta mirada, es posible argumentar que los procesos de heterogeneidad ocupacional se imbrican con las condiciones de vida y el acceso al bienestar por parte de trabajadores y hogares. La existencia de fuerza de trabajo inserta en estratos de productividad muy diferenciados es determinante de la matriz de desigualdad socioeconómica, al tiempo que el amplio volumen de empleo en actividades de muy baja productividad se liga con la persistencia de la pobreza (Salvia, 2012). Dichos efectos están mediados por los comportamientos sociodemográficos, reproductivos y laborales de los grupos domésticos en los que vive la población ocupada (Oliveira y Salles, 2000; Torrado, 2006 [1982]) y por una trama más amplia en la que se intersecan el Estado, las relaciones de mercado y la comunidad (Esping-Andersen, 1999; Filgueira y Kaztman, 1999; Martínez Franzoni, 2008b). Por lo tanto, es en esta compleja red de interacciones que proponemos inscribir el análisis de las desigualdades generadas por el covid-19 en la estructura social.

La fragmentación económico-ocupacional se relaciona con otras dimensiones de la desigualdad social. La segmentación estructural de los mercados de trabajo, derivada de la heterogeneidad productiva, se articula con las brechas de género en el trabajo remunerado y no remunerado (Bárcena y Prado, 2016). Los procesos de segregación ocupacional por género suelen expresarse en la existencia de ramas o sectores altamente feminizados que concentran peores condiciones laborales y de ingresos. Es decir que los procesos de segregación que experimentan las mujeres se agravan en el contexto de mercados de trabajo heterogéneos. Específicamente, las mujeres tienen una mayor probabilidad de tener ocupaciones inestables, precarias y de baja intensidad horaria. Pero estas desigualdades se ven profundizadas, además, por la escasa oferta de sistemas de cuidados que posibiliten una mayor participación laboral femenina en actividades remuneradas.

Otra dimensión relevante de análisis se refiere a las disparidades regionales. La concentración productiva y tecnológica típica de las estructuras económicas periféricas tiene consecuencias en el plano territorial. Las disparidades se expresan en la relevancia que adquiere la cuestión territorial para explicar el acceso al bienestar, a la calidad de los empleos y al progreso material. En América Latina, las diferencias de PBI per cápita entre regiones son muy superiores a las que existen en los países desarrollados (Cepal, 2016b: 62), de manera que el lugar de residencia se torna un aspecto estructurante de la pauta de desigualdad. En cierto punto, la heterogeneidad territorial reproduce la heterogeneidad estructural, en tanto que sistemas económicos territorialmente situados capturan o concentran el progreso tecnológico y la productividad, mientras que otros sistemas son dependientes de aquellos o bien no tienen capacidad para promover y dinamizar el cambio tecnológico.

El aporte característico de este libro es presentar información rigurosa que analice los modos en que estos procesos estructurales se han expresado en el marco de la crisis provocada por el covid-19. El conjunto de capítulos que lo componen plantea que las desigualdades sociales estructurales que caracterizan al capitalismo periférico argentino en la actual etapa de globalización y estancamiento constituyen una matriz a través de la cual se procesó la irrupción de la pandemia y las medidas restrictivas implementadas.

Una tesis general que atraviesa a estas contribuciones es, por consiguiente, que el ciclo covid-19 tuvo efectos diferenciados que acentuaron la inequidad de corto y mediano plazo ligada a las condiciones de heterogeneidad estructural, segmentación laboral, las brechas territoriales y de género, empobreció de forma selectiva las capacidades de reproducción social de los grupos más vulnerables y propició, por lo tanto, un nuevo ciclo de acumulación de desventajas. Las contribuciones que reúne este libro evalúan los impactos de esta coyuntura inédita en términos de desigualdad social, y procuran identificar nuevos clivajes que marcarán el tránsito hacia la pospandemia.

Pandemia de covid-19 en la Argentina: la crisis dentro de la crisis

Como señalamos anteriormente, la expansión por todo el planeta del covid-19 en diciembre de 2019 instaló una nueva realidad económica y social.[2] La rápida velocidad de los contagios y del número de fallecidos obligó a tomar inéditas medidas de prevención y aislamiento. Estas medidas permitieron disminuir la velocidad de los contagios y limitar el colapso de los sistemas sanitarios, pero paralizaron la actividad económica. A partir de 2021, la vacunación masiva posibilitó una mayor circulación humana, lo cual viabilizó la recuperación de la economía mundial en 5,9% (FMI, 2021).[3]

Ante los primeros casos de covid-19 el gobierno argentino decretó la “emergencia sanitaria” el 12 de marzo de 2020 (DNU 260/2020) y el 20 de marzo puso en vigencia el “aislamiento social preventivo y obligatorio” (ASPO) (DNU 297/2020). Este período de confinamiento incluyó el cierre de todo tipo de actividades y la prohibición de la circulación, del que solo quedó eximido un conjunto de personas definidas como “esenciales” (particularmente quienes desempeñan sus tareas en actividades tales como servicios de salud, cuidados, transporte y comunicaciones, así como las fuerzas de seguridad).

A partir de entonces, se sucedieron medidas de restricción a la circulación con distinto alcance territorial, que tuvieron efectos sociales y económicos dispares. El 8 de junio, se introdujo la figura del “distanciamiento social preventivo y obligatorio” (DISPO) (DNU 520/2020), que comenzó a flexibilizar las restricciones. Estas medidas no rigieron sobre todo el territorio nacional, y algunos aglomerados como el Área Metropolitana de Buenos Aires, Bariloche y General Roca (Río Negro), San Fernando (Chaco), Rawson (Chubut) y la ciudad de Córdoba permanecieron bajo el ASPO. Recién en noviembre de 2020, el DISPO se extendió a casi todo el país (gráfico I.1). El inicio de la campaña nacional de vacunación a partir de diciembre de 2020 hizo posible una creciente flexibilización de las medidas implementadas, si bien fue necesario reintroducir severas restricciones entre el 22 de mayo y el 5 de junio de 2021 para frenar una nueva ola de contagios.

Gráfico I.1. Número de casos confirmados de covid-19 por mes y medidas de restricción implementadas

Fuente: Elaboración propia a partir de Organización Mundial de la Salud, Boletín Oficial y diarios La Nación y Clarín.

El efecto más sustantivo de la irrupción de la pandemia en términos económicos fue la reducción del producto bruto interno (PBI) de 9,9% en 2020. La caída del PBI se concentró sobre todo en el segundo y el tercer trimestre del año (-19% y -10,1%, respectivamente) (Indec, 2021b). La tasa de actividad tuvo una inédita caída de 8 puntos porcentuales y se perdieron más de 2,5 millones de empleos, y se registró un indicio de recuperación recién en el cuarto trimestre del año (Indec, 2020b). La tasa de desocupación se incrementó de forma más moderada (pasó de 10,4% a 13,1% entre el primer y el segundo trimestre de 2020), lo que evidenció que muchos trabajadores pasaron directamente a la inactividad.[4] A partir de 2021 se apreciaron indicios de fuerte recuperación: de acuerdo con cifras preliminares del Indec, al tercer trimestre la economía crecía 9,8% interanual en promedio (Indec, 2021c) y se recuperaban las tasas de empleo y de actividad (Indec, 2021b).

En el caso argentino, el escenario socioeconómico abierto por la pandemia de covid-19 constituye una crisis dentro de la crisis más general que venía transitando el régimen de acumulación a partir de la segunda década de los 2000. Tras la salida de la convertibilidad, en un contexto mundial favorable por la mejora de los términos de intercambio (derivada del boom de las commodities), la economía argentina se expandió de forma sostenida, se redujo el desempleo, la pobreza y la desigualdad de ingresos. Sin que se operase un cambio estructural en el perfil productivo del país (Castells y Schorr, 2015), a partir de 2012 reapareció la “restricción externa” (es decir, la insuficiencia de divisas para sostener el ritmo de crecimiento), debido a la contracción de exportaciones por la reversión de los términos de intercambio y por un deterioro de la balanza energética. Hasta 2015, la política económica estuvo dirigida a imponer regulaciones financieras en el acceso a divisas para limitar este desequilibrio externo. A partir de 2016, en cambio, se liberalizó el sector externo, lo que redundó en un nuevo proceso de valorización financiera que no implicó un ciclo de acumulación sostenible (Wainer, 2021).

De esta forma, el ciclo de estancamiento tuvo episodios cortos de crecimiento y recesión entre 2013 y 2017, hasta que, en 2018, se trastocó en crisis abierta y general. A partir del segundo trimestre de 2018, el PBI argentino se contrajo de manera sistemática (2,5% en 2018 y 2,2% en 2019). La fuerte retracción económica de los últimos años estuvo acompañada de la devaluación del peso y de una aceleración de la inflación, que pasó de 23,3% a 51,2% interanual en el cuarto trimestre de 2017 y 2019, respectivamente. En 2020 y con fuerte caída del PBI la inflación fue de 36,1%, pero ya en 2021 se ubicó otra vez en 50,9%. Y, por último, la pandemia de covid-19 encontró al país en una frágil situación sociolaboral, caracterizada por un estancamiento en la creación de empleo y por un deterioro de la calidad del empleo existente. En los últimos años se consolidó una caída del poder adquisitivo, profundizada a partir del segundo trimestre de 2018. Si bien se aprecia una leve recuperación de los salarios en el primer trimestre de 2020, estos eran, en promedio, 12,9% inferiores que los de similar período de 2017 (y 14,1% más bajos que en 2010).

Cuadro I.1. Medidas de política social, laborales y socioeconómicas ante la pandemia de covid-19

Nombre de la medida

Instrumentación

Fecha

Medidas de protección social

Refuerzos en la política alimentaria, planes sociales y AUH

DA 443/2020

3/2020

Ingreso Familiar de Emergencia (IFE)

DCTO 310/2020

3/2020

Bonos a jubilados y pensionados y titulares AUH

DCTO 309/2020

3/2020

Refuerzo Tarjeta Alimentar

s.d.

4/2020

Medidas productivas y laborales

Créditos a MiPyMEs para el pago de sueldos

Comunicación BCRA 6937

3/2020

Prórroga de vencimientos de deudas para MiPyMEs

Decreto 316/2020

3/2020

Prohibición de despidos y suspensiones

Decreto 329/2020

3/2020

Fondo de garantías para la MiPyMEs

Decreto 326/2020

3/2020

Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción

Decreto 332/2020 y 376/2020

4/2020

Créditos a tasa 0% para trabajadores independientes

DA 1133/2020

6/2020

Créditos a tasa subsidiada empresas de menos de 800 empleados

Resol. 4831/2020

10/2020

Otras medidas socioeconómicas

Suspensión temporaria del corte de servicios públicos por falta de pago

DNU 311/2020 y 426/2020

3/2020

Pagos extraordinarios al personal sanitario y de seguridad

DNU 315/2020 y 318/2020

3/2020

Congelamiento de alquileres y prohibición de desalojos

DNU 320/2020

3/2020

Congelamiento de cuotas hipotecarias y suspensión de ejecuciones

DNU 319/2020

3/2020

Extensión del período de gracia de créditos Anses

Resol. Anses 1/2020

4/2020

Programa “Previaje”

Resol. 305/2021

10/2020

Aporte Solidario y Extraordinario (Grandes fortunas)

Ley 27.605

12/2020

Fuente: Adaptado de Salvia y Poy (2020).

El gobierno argentino implementó una serie de medidas dirigidas a atender el efecto económico de las restricciones (cuadro I.1). Entre las medidas de política social más tempranas, se dispusieron refuerzos presupuestarios para comedores escolares y comunitarios, un bono especial para jubilados y pensionados y para beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo (AUH) (el equivalente a una asignación) y un refuerzo especial de la Tarjeta Alimentar (de monto variable según la composición familiar). La medida de protección social más relevante implementada por el gobierno fue el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). El IFE fue un pago de $ 10.000[5] dirigido a personas de 18 a 65 años desocupadas, ocupadas en la economía informal, o monotributistas de las categorías más bajas (A y B). En una primera etapa, 2,4 millones de personas recibieron el pago de forma automática por ser beneficiarios de la AUH (IFE 1); en una segunda etapa, 5,5 millones de personas fueron seleccionadas para cobrarlo según el cumplimiento de los requisitos estipulados (IFE 2). Se estima que, en total, cobraron el IFE unos 9 millones de personas (Anses, 2020).

Por último, el gobierno implementó medidas dirigidas al mercado de trabajo y la actividad productiva. Se prohibieron los despidos y las suspensiones y hubo inciativas dirigidas a estimular el consumo, créditos para las microempresas y pymes para el pago de sueldos y distintas facilidades fiscales. La iniciativa más relevante fue el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP). El programa priorizó a las empresas más afectadas por las consecuencias del ASPO, e incluyó la postergación del pago de contribuciones patronales y su reducción de hasta el 95% durante el mes de abril (con posibilidad de prórroga), así como la introducción de un “salario complementario”. Mediante este instrumento, el Estado se hizo cargo de hasta el 50% del salario neto de los trabajadores, hasta un máximo de dos salarios mínimos. Por otra parte, el Programa ATP también incluyó créditos a tasa cero para monotributistas y autónomos y una ampliación de la prestación por desempleo.

Fuentes de datos

En términos metodológicos, los trabajos que se presentan en este libro responden a un enfoque global compartido. Como ya se dijo, se trabajó con dos fuentes de datos: la EPH del Indec y la EDSA del ODSA-UCA (con módulos específicamente relevados para este proyecto de investigación).

La EPH es un programa de producción de información estadística periódica que brinda datos sobre actividad, ocupación, ingresos y condiciones de vida a nivel de personas y hogares residentes en 31 aglomerados urbanos (representativos de alrededor del 62% de la población del país). Si bien la EPH mantuvo su esquema de relevamiento trimestral durante el período de ASPO y DISPO, se cambió la forma del relevamiento, que pasó de la modalidad presencial a la telefónica. Ello acarreó sesgos asociados al modo de administración del cuestionario, pero también otros vinculados con el muestreo. Con este propósito, el Indec realizó correcciones en la forma tradicional de cálculo de los factores de expansión, tomando en cuenta la propensión a responder el cuestionario (Indec, 2020b). El organismo indicó que “el cambio en el modo de recolección de la información en las encuestas puede traer consigo sesgos en las estimaciones […] [y que] las estimaciones no son estrictamente comparables con las de trimestres anteriores” (2020: 20).

En esta investigación resultó central el carácter temporal del diseño. Al respecto, se apeló a dos estrategias. Por un lado, se implementó un diseño de sección cruzada a partir de los microdatos de la EPH correspondientes a todos los trimestres comprendidos entre 2019 y 2021 que se encontraban disponibles al momento de elaborarse los capítulos en su versión final. Por otro lado, se utilizó –en algunos casos– un diseño de tipo longitudinal, explotando el panel de la EPH. La EPH tiene una estructura de solapamiento muestral que permite seguir a individuos y hogares durante un año y medio (Indec, 2003). Para este estudio, se construyeron paneles de individuos que fueron entrevistados con un año de diferencia. Esta aproximación se empleó para el estudio de cambios ocupacionales de corto plazo y transiciones hacia la pobreza.

Adicionalmente, se utilizaron los bloques de preguntas sobre participación en las tareas del hogar y sobre el uso de tecnologías de la información y la comunicación. El bloque de preguntas sobre la participación de las tareas en el hogar de sus diferentes miembros, así como de otros ajenos a él, consta de dos preguntas que indagan sobre la realización y la ayuda en las tareas del hogar. Esta fuente tiene sus limitaciones y sus ventajas. En cuanto a las limitaciones, se trata de indicadores que descansan en la percepción de cada persona encuestada y no dan cuenta del número de horas, el tipo de tareas desarrolladas, ni de aspectos ideológicos o valorativos sobre ellas. Entre las ventajas, destaca que se trata de una pregunta relevada periódicamente desde 2003 en la principal encuesta a hogares del país, por lo que constituye una fuente imprescindible dada la escasez (y nula periodicidad) de encuestas de uso del tiempo. Además, a diferencia de buena parte de las encuestas de uso del tiempo argentinas, permite medir clases socioocupacionales y ponerlas en relación con las otras variables de la EPH.

El módulo de acceso y uso de tecnologías de la información y la comunicación, por su parte, se aplica los cuartos trimestres de cada año y releva indicadores sobre el acceso a computadora e internet en el hogar, así como sobre el uso de computadora, internet y teléfono móvil de las personas mayores de cuatro años.

Como ya señalamos, la investigación contó también con una fuente primaria, la EDSA. Para este libro se dispuso de la EDSA correspondiente a tres relevamientos: julio-octubre de 2019, 2020 y 2021. La EDSA es una encuesta multipropósito aplicada a una muestra de 5700 hogares en áreas urbanas de más de 80.000 habitantes, con información correspondiente a tres unidades de análisis: hogares, población total y población económicamente activa.[6] Esta encuesta tiene un diseño polietápico probabilístico estratificado. Un primer criterio de estratificación está definido por los dominios de análisis de acuerdo con la región y el tamaño poblacional de los aglomerados incluidos en la muestra. El segundo criterio consiste en la elaboración de un índice socioeconómico simple (a partir de información del censo 2010 a nivel de radio censal) que se organiza en deciles y se resume en seis estratos (A, que equivale al decil 10; B, deciles 8 y 9; C, deciles 6 y 7; D, deciles 4 y 5; E, deciles 2 y 3; y F, decil 1), sobre los cuales se selecciona una muestra aleatoria sistemática de radios censales. En total se seleccionan 836 radios (PM), sobre los cuales se relevan 5016 hogares totales. Esta muestra de hogares se distribuye de acuerdo con afijación no proporcional y el error global es inferior a +/-3, con un nivel de confianza de 95% bajo la hipótesis de máxima dispersión (p y q= 0.5), teniendo en cuenta un efecto de diseño igual a 2. Para mejorar la precisión en ambos extremos socioeconómicos, se asigna a este diseño una sobremuestra de 124 puntos de relevamiento y, a partir de información censal, se identifican los radios censales más pobres y más ricos y se seleccionan 744 hogares adicionales.[7]

Al igual que en el caso de la EPH, el relevamiento de la EDSA debió adaptarse a las condiciones impuestas por el ASPO. Durante 2020, se realizó íntegramente de manera telefónica.[8] Durante 2021, por su parte, el relevamiento contempló modos mixtos de implementación. Asimismo, tanto en 2020 como en 2021 el relevamiento de la EDSA se aplicó sobre una muestra panel. Esto ha permitido disponer de información transversal y longitudinal. Al respecto, se cuenta con dos paneles anuales de hogares y de respondientes mayores de 18 años (uno para 2019-2020 y otro para 2020-2021). Estos paneles incluyen alrededor de 1500 observaciones cada uno, con información sobre empleo, bienestar y condiciones de vida.

Las bases de microdatos de la EDSA se encuentran disponibles, de manera pública, para su utilización por parte de la comunidad académica. Se trata de tres bases de datos, correspondientes a las unidades de análisis relevadas. Asimismo, se incluyen materiales adicionales como el diseño de registro y una síntesis metodológica. Cabe destacar que este es un producto del proyecto que enmarca esta publicación.

Principales variables de análisis

Cada uno de los capítulos que conforman el libro plantea marcos analíticos específicos que se expresan en la construcción de variables complejas e indicadores particulares. Sin embargo, el enfoque global del proyecto otorga prioridad a una serie de constructos teóricos que se abordaron de manera transversal en las distintas contribuciones presentadas.

Una forma aproximada de medir las condiciones de heterogeneidad estructural del sistema ocupacional implica considerar la forma de inserción económico-ocupacional de la fuerza de trabajo en términos de categorías y sectores y los diferentes tipos de ingresos monetarios según fuentes (Salvia, 2012; Salvia y Vera, 2013). Utilizamos una tipología de inserciones económico-ocupacionales empleada en las investigaciones que han venido desarrollando el Programa Cambio Estructural y Desigualdad Social (PCEyDS-UBA) y el Programa Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA-UCA), dirigidos por Agustín Salvia. Esta tipología da prioridad a la pertenencia a diferentes “estratos de productividad” –aspecto central en esta perspectiva–, a las características de las unidades productivas en que se inserta la fuerza de trabajo y a la “categoría ocupacional” como aproximación a las diferentes modalidades que asumen las relaciones sociales de producción (cuadro I.2). En esta tipología se considera la pertenencia a diferentes estratos de productividad (diferenciando entre microestablecimientos, empresas medianas y grandes y establecimientos del sector público); la calificación de la tarea (distinguiendo entre profesionales y no profesionales); y la categoría ocupacional (lo que delimita asalariados de empleadores y cuentapropistas).

Como aproximación a la calidad del empleo se distingue entre puestos del segmento primario o “regulado” y empleos del segmento secundario o “no regulado”. Operativamente, el segmento regulado incluye a los asalariados con trabajo permanente e integrados a la seguridad social (con descuento jubilatorio), a los patrones o empleadores que trabajan en esa ocupación hace más de tres meses, y a los trabajadores por cuenta propia con más de tres meses de antigüedad en la ocupación que trabajaron más de 35 horas y no buscaron trabajar más horas.[9] El segmento no regulado incluye a los asalariados no integrados a la seguridad social o sin trabajo permanente, a los trabajadores independientes que tienen ocupaciones inestables (menos de tres meses en su ocupación o que están subocupados y desean trabajar más horas). Este segmento incluye también a trabajadores familiares sin salario y a todos los ocupados cuyo ingreso de la ocupación principal es inferior a la línea de pobreza individual (Salvia, Vera[] y Poy, 2015).

Cuadro I.2. Matriz económico-ocupacional: tipos de inserción económico-ocupacional de la fuerza de trabajo y su definición operacional

Sector

Inserción económico-ocupacional

Definición operativa

Formal privado

Actividades laborales de elevada productividad que conforman el mercado más concentrado o estructurado.

No asalariados del sector formal privado

Patrones y empleadores de establecimientos formales

Empleadores en establecimientos de más de 5 ocupados o en microestablecimientos (hasta 5 ocupados) pero con calificación profesional

Profesionales independientes

Trabajadores por cuenta propia con calificación profesional

Asalariados del sector formal privado

Asalariados de establecimientos formales

Asalariados en establecimientos privados de más de 5 trabajadores

Público

Actividades vinculadas al desarrollo de la función estatal en sus distintos niveles de gestión.

Empleados del sector público

Empleados del sector público

Asalariados en establecimientos del sector público

Microinformal

Actividades laborales de baja productividad, fácil entrada, alta rotación de trabajadores, inestabilidad y escasa vinculación con mercados estructurados.

No asalariados del sector microinformal

Patrones de microempresas

Empleadores en establecimientos de hasta 5 ocupados sin calificación profesional

Trabajadores por cuenta propia (TCP) informales

Trabajadores por cuenta propia sin calificación profesional

Asalariados del sector microinformal

Asalariados de microempresas

Asalariados en establecimientos de hasta 5 trabajadores

Trabajadoras del servicio doméstico

Trabajadoras que prestan servicio doméstico en hogares particulares

Desocupación y programas de empleo

Desocupados y beneficiarios de programas de empleo

Beneficiarios de programas de empleo

Ocupados cuya ocupación principal es un plan de empleo

Desocupados

Personas que declaran buscar activamente un empleo

Fuente: Adaptado de Salvia y Vera (2013).

Una aproximación complementaria a las desigualdades estructurales se realiza a partir del análisis de la estructura de clases sociales. Los debates teóricos y metodológicos en torno a la operacionalización de la clase social se asientan en tres corrientes: los neomarxistas, los neoweberianos y los funcionalistas, en cada una de las cuales se propone una operacionalización específica. Sin embargo, aun frente a las diferencias teóricas, la mayoría de los esquemas de clase se basan en la ocupación, aunque luego consideren otras variables que entran en juego para la elaboración final de los esquemas clasificatorios (Francés García, 2009).

Este debate ha estado en los orígenes de las ciencias sociales argentinas, y ha atravesado las discusiones que se dieron a nivel internacional sobre la medición de las clases sociales, los modelos, grados de desarrollo y las dinámicas de acumulación del capitalismo global. Se distinguen entre los trabajos germinales los aportes de Germani (1963), De Ípola y Torrado (1976) y Torrado (1992), Acosta y Jorrat (1991) y Sautú (1992). Los aportes nacionales han estado destinados a discutir la especificidad del desarrollo capitalista en la Argentina y, por ende, las dinámicas propias de la estructura social. Sin desmerecer la importancia de estos trabajos, en los capítulos que parten de una perspectiva de la clase social, se utiliza el esquema propuesto por Erikson, Goldthorpe y Portocarero (Erikson y Goldthorpe, 1992). El uso del esquema EGP se basó no tanto en su adecuación al contexto latinoamericano, sino en su potencial comparabilidad internacional (Torche, 2014), así como en una mayor capacidad de difusión de los resultados en regiones o países no familiarizados con los debates y las especificidades de los esquemas locales.[10]

En este esquema, las clases distinguen posiciones dentro de los mercados de trabajo y de las unidades de producción en términos de las relaciones de empleo que involucran. En particular, pretenden dar cuenta de dos distinciones: entre aquellos que poseen los medios de producción y aquellos que no y, entre estos últimos, en cuanto al tipo de relación con su empleador. De este modo, la diferencia central radica entre posiciones que son reguladas por un contrato de trabajo y aquellas que se regulan por una relación de “servicio”. En la primera, hay un intercambio específico de salarios por un esfuerzo y el trabajador es supervisado en forma relativamente cercana; mientras que la relación de servicio involucra un intercambio más difuso. Las dimensiones que permiten diferenciar un tipo de relación de otro son el grado de calificación, o expertise, y la dificultad de monitoreo de la actividad. La relación de servicios involucra incentivos hacia los empleados: seguridad laboral, oportunidades de carrera, etc.

La construcción del esquema en las dos fuentes de datos utilizadas requirió de una serie de decisiones metodológicas. Para la construcción de los estratos se partió de la recomendación de Ganzeboom y Treiman (1996), que utilizan el Clasificador Internacional Uniforme de Ocupaciones versión 2008 (CIUO). Para ello, se procedió a corresponder las ocupaciones del Clasificador Nacional de Ocupaciones (CNO), a partir de las recomendaciones de Indec (2018). En el caso de la EDSA, esto implicó codificar manualmente las preguntas abiertas en las que se interroga por la tarea desarrollada por la persona ocupada. Este proceso permitió disponer de las ocupaciones clasificadas según el CIUO y elaborar el esquema de clases sociales (Pla, Poy y Salvia, 2022). Se construyeron 11 estratos de clase socioocupacional reagrupados en 5 clases o 3 clases, según el caso.

Cuadro I.3. Estructura de clases socioocupacionales y su definición operacional

Clase socioocupacional

5 clases

3 grandes clases

I. Clase de servicios nivel superior: profesionales, administradores y gerentes

Clase de servicios

Clase de servicios

II. Clase de servicios nivel inferior: profesionales, administradores y gerentes de nivel inferior, técnicos, gerentes de pequeños establecimientos industriales

III.a. Empleados no manuales rutinarios de nivel superior (administración)

Trabajadores no manuales rutinarios

Clases intermedias

III.b. Empleados no manuales rutinarios de nivel inferior (ventas y servicios)

IV.a. Pequeños propietarios con empleados

Pequeños propietarios y cuentapropistas

IV.b. Pequeños propietarios sin empleados

V. Técnicos de nivel inferior y supervisores de trabajadores manuales

Trabajadores calificados

Clase trabajadora

VI. Trabajadores manuales calificados

VII.a. Trabajadores manuales no calificados (no agrícolas)(*)

Trabajadores no calificados

VII.b. Trabajadores manuales no calificados (agrícolas) (*)

Trabajadores agrícolas

IV.c. Pequeños propietarios y otros trabajadores por cuenta propia en la producción primaria

(*) Al ser encuestas basadas en muestras urbanas, los estratos rurales tienen poca representatividad y se han utilizado solo cuando el equipo de investigación lo consideró relevante para su objeto de estudio.

Fuente: Adaptado de Goldthorpe y Heat (1992).

La clase socioocupacional se construyó en personas activas: ocupadas y desocupadas, para quienes se cuenta con datos sobre ocupación actual y última ocupación. En el caso de los capítulos que trabajan a nivel hogar, la clase social del hogar se construyó con el criterio de dominancia (Erikson, 1984): la del miembro del hogar con la clase social más alta, que no siempre se corresponde con la persona definida como principal sostén del hogar (Lombardi y otros, 2016).

La estructura del libro

Este libro incluye nueve capítulos y un epílogo, además de la presente introducción. En el primer capítulo, Agustín Salvia analiza la relación entre las características del modelo de desarrollo periférico argentino, los ciclos políticos recientes y los instrumentos de política social que han venido predominando. Aborda el contexto de la pandemia de covid-19 en un marco de mayor duración que abarca, al menos, las últimas cuatro décadas de desarrollo político-económico y recupera el enfoque clásico de la marginalidad como una clave para pensar los dilemas que enfrenta la sociedad argentina actual en términos de convergencia socioeconómica, integración social y equidad.

A continuación, dos capítulos abordan las transformaciones del mercado de trabajo en el marco de la irrupción de la pandemia de covid-19, tanto a nivel nacional como regional. En el segundo capítulo, Eduardo Donza analiza los efectos del ASPO, su flexibilización y las diferentes etapas que se sucedieron sobre el mercado de trabajo. A partir de los datos de la EDSA, encuentra una contracción de la estructura ocupacional por pérdida de puestos de trabajo, aumento de la inactividad forzada y empobrecimiento de los trabajadores y trabajadoras. Explotando los datos de panel de la EDSA halla un deterioro de las posibilidades de mantener el empleo de los segmentos más vulnerables de la fuerza de trabajo.

En el tercer capítulo, a cargo de María Albina Pol, Valentina Ledda y Lucía Bagini, se ponen en evidencia las disparidades regionales de las principales tendencias verificadas en el primer capítulo. A partir de un enfoque comparativo a nivel regional de los datos de la EPH-Indec, demuestran que el mayor impacto de la crisis económico-sanitaria se observó en los aglomerados urbanos con mayor incidencia relativa del sector informal y/o en aquellos que sufrieron restricciones más prolongadas a la movilidad.

Siguen tres capítulos que abordan la cuestión de la desigualdad de ingresos, la pobreza y el papel de la política social en el bienestar. En el cuarto capítulo, Ramiro Robles y María Noel Fachal reconstruyen las principales características de la desigualdad por ingresos y la evolución de la pobreza monetaria a partir de la irrupción de la pandemia de covid-19. Para ello reponen el vínculo entre las unidades domésticas, el mercado de trabajo y los sistemas de protección social. Concluyen que el contexto de pandemia vino a potenciar un proceso de deterioro iniciado con la crisis macroeconómica que tuvo lugar en 2018. La pandemia impactó de manera regresiva en la desigualdad y la pobreza, profundizó la erosión de los ingresos reales de los hogares y al mismo tiempo afectó la capacidad de las unidades domésticas para preservar sus vínculos con el mercado de trabajo.

El quinto capítulo, elaborado por Miguel Oliva, Diego Masello, Martina Zubarán, Rodrigo Alejandro Segovia y Nara Alvarez, parte de la explotación de los datos de panel de la EPH. Los autores concluyen que se encuentra una fuerte estabilidad de los grupos más desfavorecidos: informales y pobres, pero no tan alta como la de quienes trabajan en el sector moderno. De esta manera, se argumenta que existe una fractura en la estructura socioocupacional según la cual trabajadores y trabajadoras del sector dinámico tienen crecientes ventajas, mientras que los informales y pobres se alejan cada vez más de la posibilidad de mejorar.

En el sexto capítulo, Santiago Poy y Camila Alfageme abordan distintos procesos subyacentes a la dinámica del empobrecimiento entre la población ocupada entre 2019 y 2021. Encuentran que la irrupción de la pandemia implicó un aumento de la pobreza entre ocupados y que se acentuaron las desigualdades estructurales en las condiciones de vida. A partir del análisis de panel de la EDSA muestran que los trabajadores informales y en ramas altamente perjudicadas por las restricciones tuvieron más propensión a entrar en la pobreza. Además, exhiben los perfiles de trabajadores pobres crónicos, que evidencian un perfil de vulnerabilidad socioeconómica: trabajadores de bajo nivel educativo, inserción en ramas de actividad ligadas al comercio y los servicios personales y tasas de dependencia altas al interior de los hogares.

Los tres capítulos siguientes tienen como hilo conductor los procesos de fragmentación y heterogeneidad social a partir de la perspectiva de las clases sociales y con fuerte énfasis en lo ocurrido con el bienestar de los hogares. En el séptimo capítulo, Jésica Lorena Pla, Manuel Riveiro y Eugenia Dichiera afirman que la excepcionalidad de la pandemia permitió observar en un período corto de tiempo una serie de transformaciones de la estructura de clases que suelen observarse en el largo plazo. A partir de los microdatos de la EPH y de la EDSA, analizan los cambios en la composición y la morfología de las clases sociales a nivel de las personas y los cambios en la capacidad de reproducción social de las personas trabajadoras, en relación con las posibilidades de desenvolverse en el mercado de trabajo y las condiciones en que lo hacen durante la pandemia.

En el octavo capítulo, Gabriela Gómez Rojas, Danila Borro, Sofía Jasín y Manuel Riveiro analizan las continuidades y rupturas en las pautas de participación en las labores domésticas a raíz de la pandemia. El capítulo muestra que los cambios en las pautas de organización del trabajo doméstico y de cuidados fueron efímeros. La irrupción de la pandemia generó una participación mayor de todas las personas del hogar en las tareas domésticas, pero las mujeres continuaron siendo quienes se hicieron cargo de esas tareas en mayor medida. La intersección de clase social y género arroja alguna luz: en la clase de servicios la brecha de participación entre mujeres y varones se redujo como efecto de la pandemia, mientras que en las clases intermedias y trabajadoras las diferencias tendieron a profundizarse. El capítulo concluye que sigue vigente una pauta tradicional de participación en el trabajo (remunerado y no remunerado) entre los géneros, que se da desde temprana edad.

Silvana Galeano Alfonso y Jésica Lorena Pla son las autoras del noveno capítulo, en el que se analizan las brechas digitales de acceso y uso de TIC según clase social y género a partir de los datos disponibles en la EPH. Las autoras concluyen que, aunque se observan brechas digitales de acceso y uso entre hogares de diferentes clases, los tipos de tecnologías presentan sus propias dinámicas y tendencias. La pandemia podría explicar algunas de las modificaciones. En particular se destaca la tendencia de reducción notoria de la brecha en relación con el acceso a internet: las clases más bajas han ido incorporando internet en sus hogares y utilizado en mayor medida los teléfonos móviles. Las clases más altas se benefician en el acceso y la utilización de la computadora. Las diferencias en el acceso material impactan en el tipo de uso y las apropiaciones que se puedan realizar en cada caso.