Languidez - Alfonsina Storni - E-Book

Languidez E-Book

Alfonsina Storni

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Beschreibung

Poemario de Alfonsina Storni que recibió el Premio Municipal de Poesía y el Premio Nacional de Literatura en Argentina. En estos poemas, Storni expresa su frustración por la desigualdad que viven las mujeres y los estereotipos de género. -

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Alfonsina Storni

Languidez

VERSOS

Saga

Languidez

 

Copyright © 1920, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726642551

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

A los que como yo. nunca realizaron uno so lo de sus sueños.

Este libro cierra una modalidad mía. Si la vida y las cosas me lo permiten, otra ha de ser mi poesía de mañana.

Inicia este conjunto, en parte, el abandono de la poesía subjetiva, que no puede ser continuada cuando un alma ha dicho, respecto de ella, todo lo que tenía que decir, por lo menos en un sentido.

Tiempo y tranquilidad me han faltado, hasta hoy, para desprenderme de mis angustias y ver así lo que está a mi alrededor.

Pero, si continúo escribiendo, he de procurarme el tiempo y la tranquilidad que para ello me harán falta.

A. S.

MOTIVOS LÍRICOS E ÍNTIMOS

EL LEÓN

A Clemente Onelli.

Entre barrotes negros, la dorada melena

Paseas lentamente, y te tiendes por fin

Descansando los tristes ojos sobre la arena

Que brilla en los angostos senderos del jardín.

Bajo el sol de la tarde te has quedado sereno

Y ante tus ojos pasa, fresca y primaveral,

La niña de quince años con su esponjado seno:

¿Sueñas echarle garras, oh goloso animal?

Miro tus grandes uñas, inútiles y corvas;

Se abren tus fauces; veo el inútil molar,

E inútiles como ellos van tus miradas torvas

A morir en el hombre que te viene a mirar.

El hombre que te mira tiene las manos finas,

Tiene los ojos fijos y claros como tú.

Se sonríe al mirarte. Tiene las manos finas

León, los ojos tiene como los tienes tú.

Un día, suavemente, con sus corteses modos

Hizo el hombre la jaula para encerrarte allí,

Y ahora te contempla, apoyado de codos,

Sobre el hierro prudente que lo aparta de ti.

No cede. Bien lo sabes. Diez veces en un día

Tu cuerpo contra el hierro carcelario se fué:

Diez veces contra el hierro fué inútil tu porfía.

Tus ojos, muy lejanos, hoy dicen: para qué.

No obstante, cuando corta el silencio nocturno

El rugido salvaje de algún otro león,

Te crees en la selva, y el ojo, taciturno,

Se te vuelve en la sombra encendido carbón.

Entonces como otrora, se te afinan las uñas,

Y la garganta seca de una salvaje sed,

La piedra de tu celda vanamente rasguñas

Y tu zarpazo inútil retumba en la pared.

Los hijos que te nazcan, bestia caída y triste,

De la leona esclava que por hembra te dan,

Sufrirán en tu carne lo mismo que sufriste,

Pero garras y dientes más débiles tendrán.

¿ Lo comprendes y ruges? ¿ Cuándo escuálido un gato

Pasa junto a tu jaula huyendo de un mastín

Y a las ramas se trepa, se te salta al olfato

Que así puede tu prole ser de mísera y ruín?

Alguna vez te he visto durmiendo tu tristeza,

La melena dorada sobre la piedra gris,

Abandonado el cuerpo con la enorme pereza

Que las siestas de fuego tienen en tu país.

Y sobre tu salvaje melena enmarañada

Mi cuello delicado sintió la tentación

De abandonarse al tuyo, yo como tú, cansada,

De otra jaula más vasta que la tuya, león.

Como tú contra aquélla mil veces he saltado.

Mil veces, impotente, me volví a acurrucar.

¡ Cárcel de los sentidos que las cosas me han dado!

Ah, yo del universo no me puedo escapar.

Y entre los hombres vivo. De distinta manera

Somos esclavos; hazme en tu cuello un rincón.

¿Qué podrías echarme? ¿Un zarpazo de fiera?

Ellos, de una palabra, rompen el corazón.

En el Zoo de Buenos Aires, 1920.

EL SILENCIO

¿Nunca habéis inquirido

Por qué, mundo tras mundo,

Por el cielo profundo

Van pasando sin ruido?

Ellos, los que traspiran

Las cosas absolutas,

Por sus azules rutas

Siempre callados giran.

Sólo el hombre, pequeño,

Cuyo humano latido

En la tierra, es un sueño,

¡Sólo el hombre hace ruido!

MI HERMANA

Son las diez de la noche; en el cuarto en penumbra

Mi hermana está dormida, las manos sobre el pecho;

Es muy blanca su cara y es muy blanco su lecho.

Como si comprendiera la luz casi no alumbra.

En el lecho se hunde a modo de los frutos

Rosados, en un hondo colchón de suave pasto.

Entra el aire a su pecho y levántalo casto

Con su ritmo midiendo los fugaces minutos.

La arropo dulcemente con las blancas cubiertas

Y protejo del aire sus dos manos divinas;

Caminando en puntillas cierro todas las puertas,

Entorno los postigos y corro las cortinas.

Hay mucho ruido afuera, ahoga tanto ruido.

Los hombres se querellan, murmuran las mujeres,

Suben palabras de odio, gritos de mercaderes:

Oh, voces, deteneos. No entréis hasta su nido.

Mi hermana está tejiendo como un hábil gusano

Su capullo de seda: su capullo es un sueño.

Ella con hilo de oro teje el copo sedeño:

Primavera es su vida. Yo ya soy el verano.

Cuenta sólo con quince octubres en los ojos,

Y por eso los ojos son tan limpios y claros;