Las cadenas fisiológicas (Tomo I) - Léopold Busquet - E-Book

Las cadenas fisiológicas (Tomo I) E-Book

Léopold Busquet

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Beschreibung

¿Cómo podemos llegar a comprender el cuerpo humano? ¿Es posible tratar, mitigar e incluso curar las tensiones que muchas personas sufren a diario? Las cadenas fisiológicas. Tomo I. Fundamentos del método, el tronco, la columna cervical y el miembro superior, de Léopold Busquet y Michèle Busquet-Vanderheyden, ofrece una descripción innovadora y precisa del cuerpo humano, que se estructura y dinamiza mediante las cadenas fisiológicas (musculares, neurovascular y viscerales). Con la ayuda de numerosos esquemas, fotografías y detalladas ilustraciones anatómicas, los distintos capítulos del libro "decodifican" el cuerpo humano en su totalidad y presentan nuevos criterios para una práctica terapéutica eficaz gracias a la comprensión renovada de la estática, el equilibrio y el movimiento humano. Paso a paso, a través de esta nueva lectura ilustrada del cuerpo, asistimos al establecimiento de un método original y ya ampliamente conocido y experimentado: el método de las cadenas fisiológicas o método Busquet, del cual este libro constituye un volumen iniciático fundamental. Al considerar por primera vez la influencia de las tensiones internas procedentes de las cavidades en las modificaciones estáticas y en las disfunciones en general, el método de las cadenas fisiológicas revela un abordaje original de la lordosis, la cifosis y la escoliosis. La escucha fiel del lenguaje del cuerpo junto con las enseñanzas y las propuestas de "Las cadenas fisiológicas. Tomo I " pueden hacernos reconsiderar la práctica terapéutica, ya que una mejor comprensión conlleva un mejor tratamiento. Léopold Busquet y Michèle Busquet-Vanderheyden son fisioterapeutas osteópatas, creadores del método de las cadenas fisiológicas, docentes con repercusión internacional y autores de numerosas obras sobre el tema.

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método

Busquet

Las cadenas fisiológicas

Fundamentos del método

Tronco, columna cervical

y miembro superior

Léopold Busquet

Michèle Busquet-Vanderheyden

Las cadenas fisiológicas

Fundamentos del método

Tronco, columna cervical y miembro superior

TOMO I

Título original: Les chaînes physiologiques. Tome I. Fondamentaux de la méthode.

Tronc, colonne cervicale et membre supérieur

© 2014, Éditions Busquet

Autores: Léopold Busquet y Michèle Busquet-Vanderheyden

Revisión técnica: Gabriela Naranjo

Traducción: Beatriz Villena

Corrección del texto: Aurora Zafra y Martín Medrano

Dibujos: Cyrille Martinet, Raoùl Ayala, Jean-Paul Latour y Léopold Busquet

Diseño de la cubierta: David Carretero

Edición: Lluís Cugota

© 2016, Editorial Paidotribo

www.paidotribo.com

E-mail: [email protected]

Primera edición

ISBN: 978-84-9910-609-0

ISBN EPUB: 978-84-9910-688-5

BIC: MFG, VX

Índice

Introducción

Mi camino hacia el método de las cadenas

Objetivos del método de las cadenas

Los fundamentos del método

Presentación de las cadenas

I. La estática

I. 1. Pliego de condiciones de la cadena estática

El tejido óseo

El tejido muscular

El tejido conjuntivo

I. 2. Descripción de la cadena estática posterior

Objetivos de la cadena estática posterior (CEP)

Trayecto de la cadena estática posterior

Composición de la cadena estática posterior

Los apoyos anteriores hidroneumáticos

I. 3. Conclusiones sobre la estática

II. El equilibrio

II. 1. La función de reequilibrado

Reequilibrado en posición estática

Reequilibrado en movimiento

II. 2. El biomimetismo

Reequilibrado de la trayectoria de un cohete

Reequilibrado de una plataforma de perforación en alta mar

Reequilibrado de la trayectoria de un avión

II. 3. Conclusión

III. El movimiento

III. 1. La organización del movimiento

La sinusoide

Las unidades funcionales

Las cadenas del tronco

Las cadenas musculares del tronco

I. La cadena estática posterior

II. Las cadenas de flexión (CF)

II. 1. Trayecto de las cadenas de flexión del tronco

II. 2. Anatomía de las cadenas de flexión del tronco

II. 3. Análisis funcional de las cadenas de flexión

Influencias dinámicas de las cadenas de flexión

Influencias estáticas de una sobreprogramación de las cadenas de flexión

II. 4. Casos clínicos

III. Las cadenas de extensión (CE)

III. 1. Trayecto de las cadenas de extensión del tronco

III. 2. Anatomía de las cadenas de extensión del tronco

III. 3. Análisis funcional de las cadenas de extensión

Influencias dinámicas de las cadenas de extensión

Influencias estáticas de una sobreprogramación de las cadenas de extensión

IV. Síntesis de la sobreprogramación de las cadenas de flexión-extensión

IV. 1. A nivel vertebral

IV. 2. En el disco

IV. 3. En los tirantes

V. Sistema antigravitatorio y sistema de autocrecimiento

VI. Las cadenas cruzadas de cierre (CCC)

VI. 1. Trayecto de las cadenas cruzadas de cierre del tronco

VI. 2. Anatomía de las cadenas cruzadas de cierre del tronco

VI. 3. Análisis funcional de las cadenas cruzadas de cierre

VI. 4. Influencias estáticas de una sobreprogramación de las cadenas de cierre

VII. Las cadenas cruzadas de apertura (CCA)

VII. 1. Trayecto de las cadenas cruzadas de apertura del tronco

VII. 2. Anatomía de las cadenas cruzadas de apertura del tronco

VII. 3. Análisis funcional de las cadenas cruzadas de apertura

VII. 4. Influencias estáticas de una sobreprogramación de las cadenas de apertura

VII. 5. Casos clínicos que confirman la existencia de las cadenas cruzadas

VIII. Resumen de las cadenas del tronco

IX. Las cadenas y el movimiento

IX. 1. La diversidad de los movimientos

IX. 2. Síntesis de cadenas y movimientos

IX. 3. Tendencias comportamentales de las cadenas

IX. 4. Complementariedad de las cadenas

X. El diafragma

X. 1. Anatomía del diafragma

X. 2. Fisiología del diafragma

El hiato aórtico

El hiato esofágico

El hiato de la vena cava

La respiración

La digestión

La circulación

La inervación

Conclusión

Las compensaciones

I. Introducción

II. Las tres leyes

III. La relación «contenido-continente». La relación entre cadenas musculares y vísceras

III. 1. El despliegue visceral

III. 2. El repliegue visceral

III. 3. Relaciones «contenido-continente» en la caja torácica

Despliegue torácico

Repliegue torácico

III. 4. Relaciones «contenido-continente» en la cavidad abdominal

Despliegue abdominal

Repliegue abdominal

III. 5. Relaciones «contenido-continente» en la cavidad pélvica

Despliegue pelviano

Repliegue pelviano

III. 6. Síntesis de la pareja diafragma-transverso

IV. Lordosis, cifosis y rectitudes

IV. 1. La lordosis

IV. 2. La cifosis

IV. 3. Las rectitudes

IV. 4. Síntesis de la lordosis y la cifosis

V. La escoliosis

V. 1. La escoliosis neurológica, genética, endocrina y metabólica

V. 2. La escoliosis idiopática

Las tensiones internas musculoesqueléticas

Las tensiones internas craneales

Las tensiones internas viscerales

Escoliosis de despliegue

Escoliosis de repliegue

V. 3. Preguntas sobre la escoliosis

V. 4. Síntesis de la escoliosis

La curvatura principal

Las curvaturas secundarias

Influencias de la escoliosis en la estática global

V. 5. Conclusiones

La columna cervical

I. La cadena estática

I. 1. Trayecto de la cadena estática del cuello

I. 2. Anatomía de la cadena estática del cuello

I. 3. Análisis funcional de la cadena estática

II. Las cadenas de flexión

II. 1. Trayecto de las cadenas de flexión del cuello

II. 2. Anatomía de las cadenas de flexión del cuello

II. 3. Análisis funcional de las cadenas de flexión del cuello

El plano posterior prevertebral situado detrás del eje aerodigestivo

El plano anterior situado delante del eje aerodigestivo

III. Las cadenas de extensión

III. 1. Trayecto de las cadenas de extensión del cuello

III. 2. Anatomía de las cadenas de extensión del cuello

III. 3. Análisis funcional de las cadenas de extensión

IV. Las cadenas de apertura

IV. 1. Trayecto de las cadenas cruzadas anteriores del cuello

IV. 2. Anatomía de la cadena cruzada anterior derecha del cuello

IV. 3. Análisis funcional de la cadena cruzada anterior derecha del cuello

V. Las cadenas de cierre

V. 1. Trayecto de las cadenas cruzadas posteriores del cuello

V. 2. Anatomía de la cadena cruzada posterior derecha del cuello

V. 3. Análisis funcional de la cadena cruzada posterior derecha del cuello

VI. El hueso hioides

Los miembros superiores

I. La cadena estática

I. 1. Trayecto de la cadena estática del miembro superior

I. 2. Anatomía de la cadena estática del miembro superior

I. 3. Análisis funcional de la cadena estática

I. 4. Disfunción de la cadena estática

II. La cadena de flexión

II. 1. Trayecto de la cadena de flexión del miembro superior

II. 2. Anatomía de la cadena de flexión del miembro superior

II. 3. Análisis funcional de la cadena de flexión

En el hombro

En el codo

En la muñeca

En manos y dedos

III. La cadena de extensión

III. 1. Trayecto de la cadena de extensión del miembro superior

III. 2. Anatomía de la cadena de extensión del miembro superior

III. 3. Análisis funcional de la cadena de extensión

En el tronco

En los brazos

IV. La cadena de apertura (supinación)

IV. 1. Trayecto de la cadena de apertura del miembro superior

IV. 2. Anatomía de la cadena de apertura del miembro superior

IV. 3. Análisis funcional de la cadena de apertura

V. La cadena de cierre (pronación)

V. 1. Trayecto de la cadena de cierre del miembro superior

V. 2. Anatomía de la cadena de cierre del miembro superior

V. 3. Análisis funcional de la cadena de cierre

VI. Síntesis de la programación de las cadenas de los miembros superiores

Conclusión

Bibliografía

Introducción

Han pasado treinta años desde la primera aparición del tomo I de Las cadenas musculares. Hoy he decidido retomar la escritura de los primeros libros de esta serie. El camino recorrido desde entonces me ha permitido ver con perspectiva, enriquecer, precisar, simplificar y aportar una mayor coherencia a estos primeros escritos.

Las cadenas fisiológicas constituyen una lectura anatómica y fisiológica del cuerpo humano.

No es una teoría.

No es una filosofía.

Como fisioterapeuta desde 1968 y osteópata desde 1979, he impartido clases en el Colegio de Osteopatía Sutherland hasta 1994, cuando sentí la necesidad de dar un paso atrás, sintetizar todo lo que había aprendido, iniciar un trabajo de integración y dar coherencia a todos esos conocimientos. En ese momento, la idea de descodificar el cuerpo en un sistemade cadenas que funcionaran a todos los niveles se hizo evidente. En la práctica, este planteamiento se ha convertido en el hilo conductor de toda mi investigación.

El proyecto puede parecer anacrónico, lo sabemos, la medicina moderna evoluciona desde hace décadas hacia la especialización. Esta especialización ha permitido identificar mejor las diferentes patologías y no negaremos que puede ser una fuente de progreso, aunque presenta un problema importante: segmenta el cuerpo del paciente.

El método de las cadenas fisiológicas, al poner en evidencia las interrelaciones entre todas las partes del cuerpo, va en contra de esta lógica de la segmentación. Por el contrario, reconoce la unidad del cuerpo en su coherencia global y sustituye el examen analítico, que a veces ignora esta coherencia, por un enfoque sintético.

La clave es identificar las disfunciones que afectan el cuerpo del paciente, y son responsables de una mala dinámica que produce un deterioro del equilibrio general del organismo.

Su objetivo es tratar estas disfunciones con el fin de restablecer el equilibrio funcional del cuerpo necesario para volver a crear una dinámica sana.

Mi camino hacia el método de las cadenas

En 1964, comencé mi vida profesional como monitor en un gimnasio especializado en musculación para deportistas y, sobre todo, en clubs de rugbi. Esta experiencia me aportó un primer contacto con el cuerpo humano y permitió financiarme los estudios.

En 1968, me diplomé en fisioterapia. Al no estar satisfecho con las competencias adquiridas (la formación de la época no tenía la calidad de la actual), decidí completar mis conocimientos. Abrí una consulta de fisioterapia y ejercí en una ciudad en la que había un club de rugbi del que yo era miembro. De nuevo, me tuve que enfrentar al mundo del deporte, que exige diagnósticos precisos y resultados rápidos. Paralelamente, un amigo médico me pidió que me encargara de la preparación prenatal y postnatal en su clínica. Esta experiencia en el mundo obstétrico y neonatal, que duró más de quince años, me enseñó la importancia de la parte emocional de la futura mamá y de su bebé mediante la atención, la cooperación y la confianza. Las especificidades de la maternidad y el parto también me enseñaron el papel central de la relación fisiológica «contenido-continente», que es la base del desarrollo del método. En 1975, entré en el Colegio de Osteopatía Sutherland. Estos fueron mis primeros pasos en la osteopatía. En 1977, seguí la formación Mézières con Françoise Mézières y Philippe Souchard.

Cursé paralelamente estas dos formaciones —colegio de osteopatía y formación Mézières—, que en parte se complementaban, pero también confrontaban conceptos. Aunque los profesores de ambas disciplinas eran remarcables, no había convergencia entre sus propuestas. Por un lado, la señora Mézières daba prioridad absoluta al músculo; juzgaban, por el otro, los osteópatas las cuestiones musculares con condescendencia. No obstante, la ventaja de estas actitudes, hasta cierto punto sectarias, era su respectivo rigor: ambas formaciones intentaban ir hasta el fondo de una lógica y una práctica precisas. Sin embargo, en el método que yo propongo, se trata de superar lo que, a mi juicio, las limita.

No obstante, el método de las cadenas fisiológicas les debe ciertos descubrimientos, principalmente a Françoise Mézières, por sus aportaciones sobre la cadena posterior, y a Godelieve Struyf-Denys, en lo que respecta a las cadenas musculares y articulares.

La cadena posterior de Mézières

Históricamente, Françoise Mézières fue la primera fisioterapeuta que tuvo en cuenta el trabajo en cadena. Son varios los métodos posturales que surgieron de sus enseñanzas, que se basan en un enfoque global del paciente. Más precisamente, ha señalado la existencia de una cadena posterior que va de la base del cráneo a los pies. Esta cadena incluía los músculos de extensión. En cambio, en su descripción no tenía en cuenta al resto de los músculos. Sin embargo, en la práctica ha ido más allá de los límites de su propia teoría. Cuando la veíamos trabajar, podíamos constatar que, intuitivamente, iba mucho más lejos y también trataba los músculos del plano anterior.

Las cadenas musculares y articulares de Struyf-Denys

Posteriormente, una colega, Godelieve Struyf-Denys, propuso una organización más completa que incluía varias cadenas, que ella llamó cadenas musculares y articulares. Para identificar y seleccionar los músculos de sus cadenas, se basó en la clasificación de los meridianos de la medicina china tradicional. Este concepto tuvo el gran mérito de ampliar el análisis de las cadenas integrando, por primera vez, las cadenas posteriores y anteriores. Pero si se analiza con atención su propuesta, no puedo estar totalmente de acuerdo con sus ideas por razones de coherencia anatómica y fisiológica.

La reeducación postural global (RPG) de Souchard

Por fin llegamos al método desarrollado en la misma época por Philippe Souchard con el objetivo de desmarcarse del método Mézières. La reeducación postural global (RPG), al igual que el resto de los métodos citados, resulta interesante, pero había que ir más lejos.

En 1979, me diplomé en osteopatía. Los directores del Colegio Sutherland me pidieron que me quedara a enseñar. Así que decidí impartir clases de:

– Organización y tratamiento de las cadenas musculares, que en un primer momento llamé ejes miotensivos.

– Organización y tratamiento del cráneo.

Esta elección sorprendió mucho al director pedagógico, ya que la relación entre los músculos y el cráneo no era evidente. Pero yo había llegado a una certeza: en nuestros tratamientos resultaba absurdo excluir al cráneo porque la dinámica de las cadenas afectaba e integraba íntimamente esta esfera cefálica. En 1979, todavía no estaba en posición de explicar cómo, pero estaba dispuesto a conseguirlo con los años, trabajando no solamente en la demostración de la organización muscular dentro de un sistema de cadenas, sino también en la demostración de la relación entre las cadenas musculares y el cráneo. Este fueel inicio de una bella y apasionante investigación.

En este punto, para comprender mi razonamiento, hay que tener en cuenta las observaciones siguientes. Tras mis años de formación, era más evidente que el funcionamiento del cuerpo humano estaba gestionado por un sistema de cadenas musculares. Pero, dado que no estaba del todo satisfecho con las propuestas existentes, no podía permanecer en una posición únicamente crítica, por lo que tenía que investigar y proponer otro modelo. Había llegado el temible momento de formular una respuesta convincente a los problemas que había descubierto. El proyecto era el siguiente: «Si las cadenas existen realmente, solamente podré demostrar su existencia mediante la lectura respetuosa de la anatomía».

Para descubrir las cadenas, me hacía falta encontrar una clave, un código de acceso, una brújula, para que no me perdiera. Y fue un libro el que me la dio: La coordinación motriz, de Suzanne Piret y Marie Madeleine Bézier, dos fisioterapeutas belgas. En este libro, las autoras hablan de una organización muscular a partir de «un sistema recto y un sistema cruzado». Inmediatamente, esa propuesta suscitó mi interés y, a continuación, intenté verificar si la organización muscular se inscribía de forma natural en estas líneas rectas (longitudinales) y oblicuas (cruzadas).

De hecho, después de numerosas observaciones, podía constatar que los músculos se encadenaban bien en dichos circuitos, en perfecta continuidad de dirección y plano. Era algo maravilloso. Los detalles, las peculiaridades de la anatomía encontraban al fin una justificación simple en el «encadenamiento funcional» de los músculos. De esta forma, ciertos músculos revelaban su verdadera función en la dinámica del conjunto. Para profundizar en este descubrimiento y preocupado por la posibilidad de caer en la abstracción, decidí «provocar a la anatomía» prolongando la dirección de las cadenas en las zonas que todavía no había analizado. Me decía: «Si existe el sistema de cadenas, la anatomía debe confirmar la continuidad del trayecto teniendo músculos que aseguren exactamente la prolongación». Y, cada vez, encontraba en la práctica una confirmación de esta hipótesis. De la cabeza a los pies, se verificaba. La brújula que me habían inspirado Suzanne Piret y Marie Madeleine Bézier parecía ser fiable más allá de mis expectativas. Incluso los músculos de los ojos y los músculos de las articulaciones temporomandibulares se integraban perfectamente en estos circuitos.

Una vez descifrada la anatomía de las cadenas, esto supuso una importante evolución en la práctica. El conocimiento de la anatomía de cada una de las cadenas me dictó diferentes maniobras mejor adaptadas. Instauré nuevas posturas que pueden parecer desconcertantes para un profesional acostumbrado a otras referencias, pero son coherentes y perfectamente naturales una vez que se integran en el método de las cadenas propuesto en este libro.

Durante este período de investigación, pude verificar la validez de mis descubrimientos en deportistas de alto nivel con traumatismos en los que los métodos tradicionales no conseguían mejoría. Obtuve resultados muy positivos aplicando mi método. Varios clubs italianos de fútbol empezaron a solicitar mis servicios. Todas estas experiencias me llevaron a escribir un libro dedicado a la pubalgia. Tras frecuentes contactos con los jugadores de grandes clubs europeos de fútbol, rugbi y baloncesto, terminé formando parte del equipo médico de la selección francesa de rugbi y del equipo del Stade Toulousain durante más de diez años.

Estos diferentes retos me obligaron a sumergirme todavía más en el análisis y el tratamiento de las cadenas. Quería, literalmente, «desmontar» los diferentes problemas que sufrían estos atletas. Mi consulta se convirtió en un auténtico laboratorio para poner a prueba mis ideas. Paralelamente, la preparación de los cursos me obligó a concretar todo lo aprendido, así que se instaló cierta sinergia constante entre la práctica de la consulta y la enseñanza, y ambas empezaron a nutrirse mutuamente. La enseñanza, lejos de desviarme de la investigación, me exigió ser lo más claro, justo y preciso posible; me esforzaba en apoyar mi curso en ideas que impusieran un rigor de construcción, práctica y escritura, lo que, a su vez, afianzaba mis conceptos. En la lógica de esta evolución, rápidamente se hizo necesario perpetuar estas ideas escribiendo libros con el fin de que las nuevas propuestas no se deformaran ni se volvieran incomprensibles. Escribir un libro supone una nueva etapa de verdad y honestidad. Exponemos todas las facetas de nuestra propuesta y las sometemos a la crítica de nuestros colegas. Es una etapa necesaria para probar la fuerza de estas ideas, para ver si son duraderas y fecundas.

En enero de 1980, aunque la profesión todavía no estaba legalmente reconocida en Francia, abrí mi propia consulta de osteopatía a tiempo completo. El esbozo de las cadenas musculares se me hacía cada vez más claro. Dos años después, publiqué mi primer libro sobre las cadenas musculares del tronco.

Sin embargo, en mi consulta, ciertos problemas seguían resistiéndose a mis teorías. Como si las cadenas se encontraran programadas de una forma aberrante, en los casos de escoliosis, deformaciones torácicas, actitudes antálgicas, periartritis escapulohumerales, desviaciones de rodilla, subluxaciones de rótula, pies rotados o, incluso, arcos plantares modificados, etc. ¿Dónde estaba la lógica de estas deformaciones? ¿Dónde estaba la lógica de esta aparente anarquía de tensiones musculares? ¿Había que contentarse solo con «quitar tensiones»? ¿Había que contentarse con enderezar deformaciones que a menudo se resistían? Los casos traumáticos eran fáciles de comprender, pero el resto, todos los casos crónicos, eran más oscuros.

De repente, me parecía absurdo querer enderezar a un paciente. No solo era autoritario, sino que también ignoraba la fisiología real que produce la deformación. Cuando se nos mete en la cabeza que hay que enderezar, la estrategia es «soltar» los músculos obligándolos a que se alarguen, a que se estiren. Pero antes de ponerse a estirar un músculo como un «dictador», es imperativo hacerse la pregunta más importante: «¿Por qué el sujeto no presenta de forma natural una buena estática?» Estas aparentes deformaciones, ¿son necesarias? ¿El cuerpo no tiene razones para ello? Es por esto que no podemos contentarnos con decir al paciente: «Le duele la columna vertebral porque tiene una mala postura. Voy a enderezarle». Un paciente que presenta una estática muy alterada en realidad ha adoptado la estáticamás ingeniosa e inteligente para compensar sus problemas internos. Me acuerdo de esta frase de mi amigo, el doctor Patrick Tépé: «Tenemos la estática que podemos, no la que queremos».

Pero faltaba una dimensión. Además de los ámbitos musculares y articulares, me parecía evidente que el plano visceral, intracavitario, desempeñaba un papel esencial, hasta el punto de que podría controlar cualquier cadena si se convertía en el asiento de las tensiones. Fue entonces cuando me decidí a trabajar para encontrar la relación entre las cadenas y la organización visceral; había que comprender, dentro de la fisiología general del cuerpo, cuál era la relación entre estos planos.

Esta nueva etapa me llevó a tener en cuenta las cavidades. En el transcurso de este estudio, descubrí la importancia de lo que he llamado la relación«contenido-continente». Este descubrimiento se ha convertido en la base sobre la que se ha desarrollado en profundidad el método de las cadenas como relación permanente entre el contenido visceral y el continente musculoesquelético. Por extensión, esta relación contenido-continente también se aplica a la relación psicosomática que tanto se cita pero que rara vez se explica, y que yo analizo como una relación «psico-víscero-somática». Las tensiones procedentes del nivel psicológico penetran en el cuerpo por el plano visceral para terminar reflejándose en el plano musculoesquelético. Pero no nos confundamos de proyecto y sigamos en nuestro ámbito de competencia. No se trata de sustituir el tratamiento psicológico o psiquiátrico. Si permanecemos en nuestro campo de especialización, es decir, en el ámbito del tratamiento manual de las tensiones somáticas, la relajación de las cadenas musculoesqueléticas y visceral tendrá, lógicamente, una repercusión sobre las tensiones psicológicas.

En 1986, hice un viaje de formación a los Estados Unidos de América en compañía de un grupo de osteópatas. Conocimos al Dr. Anthony Chila, en la Universidad de Athens, en Ohio, en su curso de fascioterapia, y al Dr. John Upledger, en Florida, en su formación de terapia craneosacra. De ahí extraje nuevas perspectivas para mi trabajo.

En 1986, al convertirme en el director del Colegio Sutherland, me di cuenta de la necesidad de enseñar las cadenas en otro marco, independiente de las teorías y de la filosofía tradicional osteopática. Fue entonces cuando decidí crear las condiciones necesarias para desarrollar el método. Invité a un amigo, Bernard Pionner, compañero de mi misma promoción del colegio de osteopatía que también había hecho la formación de Mézières, a que se uniera a mí. Tras conocer mi proyecto, y las evoluciones y novedades del método tal como quería defenderlas, las apoyó totalmente y se embarcó junto a mí en esta aventura, el primero de la cuarentena de profesores que se nos acabarían uniendo con el paso de los años.

A partir de 1990, la idea era instaurar la cadena visceral. Dado que las relaciones entre el aparato locomotor y el sistema visceral estaban bien definidas, había que estructurar la práctica visceral para inscribirla en la lógica del método de las cadenas. El mérito de este desarrollo primordial del método es de Michèle Busquet-Vanderheyden, quien, después de haber hecho un estudio detallado de las cavidades, definió la descripción, el examen y el tratamiento específico de esta cadena tan importante. Primero, se centró en las cavidades abdominopelvianas (tomo VI, 2004) y, a continuación, en las cavidades del tórax, garganta y boca (tomo VII, 2008).

Nuestros intercambios cotidianos, en el marco de nuestras consultas, nuestros cursos y nuestros libros, no han dejado de nutrir la evolución del método desde entonces.

En 1994, la integración íntima de la cadena visceral en el funcionamiento de las cadenas nos permite descubrir la «interfaz» de la mecánica musculoesquelética. La biomecánica articular se hace más comprensible en sus diferentes compensaciones una vez integradas las influencias determinantes de la cadena visceral. Los conceptos que se quedan en un plano de interpretación puramente articular a nivel de la pelvis, la columna vertebral y los miembros superiores o inferiores nos parecían obsoletos y tenían que ponerse en duda.

En 1999, se trataba de completar el cuadro, dado que el cuerpo también está formado por vasos y nervios, una comprensión profunda exige un último plano de análisis: la cadena neurovascular, la estructura neuromeníngea está siempre escoltada por la estructura vascular (paquete vasculonervioso). Esta se inscribe de forma natural en el concepto de las cadenas e implica exigencias funcionales propias

En 1995 descubrí los remarcables trabajos de un colega australiano, David Butler, que abordaban principalmente el tratamiento del sistema neuromeníngeo periférico, pero en los que no se habían desarrollado las partes principales de esta cadena: el neuromeníngeo intracavitario visceral y el neuromeníngeo central en el cráneo. Ahora bien, las evoluciones del método sobre la cadena visceral y el cráneo permitían abordar de forma pragmática estos niveles primordiales.

Quien habla del sistema neurovascular también debe reconducir el análisiscraneal, cuya importancia yo ya conocía desde hacía tiempo. De hecho, las cadenas no se detienen en el cráneo, sino que continúan por trayectos anatómicos evidentes a nivel de la cavidad craneal. Tras haber publicado dos obras sobre el cráneo, La osteopatía craneal y Osteopatía y oftalmología, sentía que había que salir del ámbito puramente osteopático, para no encerrarme en un callejón sin salida, y romper en parte con el análisis y la práctica tradicionales propuestas por la osteopatía. Esta evolución no siempre ha sido comprendida por mis colegas más apegados a la tradición, pero en la lógica de mi investigación, se imponía. ¿No es un osteópata la persona mejor posicionada para, con total conocimiento de causa, realizar una autocrítica? ¿Hay que quedarse encerrado en nuestras tradiciones y hacer oídos sordos a las críticas argumentadas y a las incomprensiones? Es cierto que aquellos que proponen un replanteamiento atraen el sarcasmo de sus colegas «tradicionalistas». En los años setenta y ochenta del siglo pasado, varios osteópatas ingleses de renombre se negaron a enseñar la osteopatía craneal por considerarla poco creíble. Tras veinticinco años de práctica osteopática, tenía experiencia y perspectiva suficiente como para proponer evoluciones. En 2004, publiqué el tomo V de las cadenas fisiológicas sobre el «tratamiento del cráneo».

Esta nueva propuesta no era una traición, sino un acto constructivo. Aportaba un nuevo análisis y una nueva práctica de la esfera craneal. El contenido del libro fue objeto de varias conferencias en universidades médicas y odontológicas de Francia, Rusia y América. Estos congresos confirmaron que la nueva propuesta ya no generaba rechazo sino que, por el contrario, ofrecía una mejor comprensión de nuestros tratamientos y un auténtico interés como complementariedad terapéutica.

Con la visión de conjunto que empezábamos a tener, entre 2008 y 2012, nos pareció que el nombre del método, que hasta entonces llamábamos cadenas musculares, tenía que evolucionar. El término cadenas musculares era una formulación demasiado limitada para una descripción anatómica que comprendía, además de las cadenas dinámicas musculares, las cadenas estáticas, viscerales y neurovasculares. Por este motivo, optamos por la denominación de cadenas fisiológicas, que describe mejor la organización completa de las cadenas tal como la concebimos hoy en día.

Un método evolutivo no debe dispersarse, sino que debe profundizar en su propuesta con el objetivo de mejorar la integración de las ideas que propone. Las evoluciones tienen su lógica siempre que aporten una mejor síntesis: ese es nuestro motor constante.

El tratamiento del bebé confirma esta evolución del método.

La fisiología del bebé encaja a la perfección en el esbozo de las cadenas fisiológicas. Han hecho falta muchos años de maduración para poder abordar la pediatría. Este importante trabajo lo llevó a cabo Michèle Busquet-Vander-heyden. Se presentó en el tomo VIII: El bebé en tus manos. Método de lascadenas fisiológicas.

Los profesionales tuvieron así acceso a la lógica del tratamiento del bebé. En la medida en que este tratamiento implica una formación específica, Michèle Busquet-Vanderheyden ha creado una especialización en pediatría con la participación de una pediatra y una psicóloga. En los años posteriores, esta formación se convirtió en un motor de progreso en este ámbito.

A finales de 2013, tras tres años de trabajo, terminamos de escribir el tomo I de Las cadenas fisiológicas. Y así vuelvo al principio de mi trabajo. Se cierra el círculo. Es estupendo ver que los fundamentos del método siguen confirmándose. No han envejecido, y siguen siendo fecundos, coherentes y relevantes porque respetan la anatomía y la fisiología del cuerpo humano, destacando su ingeniosidad. Los fundamentos se escribieron en un período en el que acababa de empezar mi camino como investigador. En los dos primeros libros de las cadenas musculares daba pistas sobre la dirección de mi búsqueda. Treinta años después, me encuentro en condiciones de retomar estas bases con el respaldo de un análisis global, reforzado por los trabajos de Michèle. Estamos en 2014 y hoy tengo cincuenta años de práctica. ¿Debería parar aquí mi carrera? Es tan importante para mí como la práctica musical para los músicos. Si «el cuerpo es un instrumento que hay que saber afinar para tocar lo mejor posible y durante el mayor tiempo posible su partitura vital», la necesidad de comprender mejor es, para mí, un motor de vida y serenidad. Relacionar, religare, al hombre con la ingeniosidad de su cuerpo, su armonía natural con el mundo que le rodea, es un acto de fe cotidiano.

Objetivos del método de las cadenas

Tratar las disfunciones

Las disfunciones aparecen cuando el equilibrio funcional se ve perturbado por las tensiones. Estas tensiones se experimentan en una o varias cadenas y desequilibran el funcionamiento armonioso del cuerpo.

El tratamiento tiene el objetivo de relajar las tensiones de las diferentes cadenas con el fin de permitir al organismo que recupere la plenitud de su funcionamiento fisiológico.

La postura de relajación es el denominador común del método para tratar las diferentes cadenas. Su objetivo no es estirar. Los estudios científicos confirman que las posturas de estiramiento pueden tener efectos negativos. La postura de relajación modifica «el patrón neuromuscular» que guía nuestros movimientos habituales. Favorece el retrocontrol para modificar el umbral de reacción de los receptores propioceptivos. Dentro del parámetro que cada uno de nosotros instaura en función de sus actividades, de su ergonomía y de sus emociones, el músculo se activa como guardián para «limitar» nuestros movimientos. Fuera del perímetro de estos circuitos habituales, el movimiento genera incertidumbres propioceptivas que facilitan reacciones neuromusculares y neurovasculares mal ajustadas: contracturas, esguinces y mala troficidad.

De ahí la importancia de las posturas de relajación para devolver a las diferentes cadenas una regulación del «patrón neuromotor» que mejore la estática, la movilidad y la troficidad.

Este tratamiento respeta la fisiología de cada edad, del bebé al adulto, y de cada condición física, del sedentario al deportista de alto nivel.

El método de las cadenas trata las disfunciones. No trata las patologías. En caso de problemas hereditarios graves, de traumatismos importantes y de patologías, el método simplemente persigue el objetivo de aliviar y mejorar el funcionamiento del paciente dentro de los límites de su potencial.

Los tres ejes del método

1. El examen:

– una anamnesis,

– un examen postural,

– un examen funcional de cada cadena.

2. La síntesis entre:

– Los antecedentes.

– Los motivos de la consulta.

– El examen.

– La síntesis es uno de los puntos claves que permite la comprensión de los problemas. De ella deriva la lógica del tratamiento.

3. El tratamiento manual específico basado en:

– las posturas de relajación o distensión tisular,

– las posturas de realineación,

– las técnicas de dinamización,

– las técnicas de propioceptividad.

Los fundamentos del método

LAS CADENAS DINÁMICAS: MUSCULARES

Figura 1. Extensión.

Figura 2. Flexión.

Figura 3. Apertura.

Figura 4. Cierre.

LAS CADENAS ESTÁTICAS: CONJUNTIVAS

Figura 5. Musculoesquelética.

Figura 6. Neurovascular.

Figura 7. Visceral.

Presentación de las cadenas

Empecemos por el principio. El método de las cadenas se basa en una «descodificación» del funcionamiento fisiológico, en una cierta lectura operativa que permite comprender las funciones y disfunciones. Para poder descubrir juntos las cadenas, en primer lugar voy a exponer brevemente los resultados de esta descodificación y, a continuación, el camino que me ha conducido a ella.

El cuerpo es una organización genéticamente programada. Su programa se apoya en la anatomía y la fisiología. Las cadenas fisiológicas son autopistas anatómicas por las que circulan las fuerzas organizadoras del cuerpo. Estos circuitos anatómicos gestionan la estática, la dinámica y las compensaciones. Existen dos tipos de cadenas: las cadenas dinámicas y las cadenas estáticas.

Las cadenas dinámicas: musculares

– las cadenas musculares de extensión: CE

– las cadenas musculares de flexión: CF

– las cadenas musculares cruzadas de apertura: CCA

– las cadenas musculares cruzadas de cierre: CCC

Las cadenas estáticas: conjuntivas

– la cadena estática musculoesquelética: CEME

– la cadena estática neurovascular: CENV

– la cadena estática visceral: CEV

A partir de este boceto anatómico metódico, la organización se realiza mediante el programa de la fisiología que integra los sistemas de regulación y reequilibrado:

– la propioceptividad: Reequilibrado musculoesquelético,

– la homeostasis: Reequilibrado orgánico, neurovascular y neuroendo-crino.

El programa de base está genéticamente configurado para asegurar un buen funcionamiento, una buena salud.

Ahora abordemos el camino que me ha llevado progresivamente a esta descodificación. Lo importante en una investigación así no es pretender estar en posesión de la verdad, sino buscarla con total honestidad.

Voy a darle los criterios que he utilizado para averiguar los resultados de mi investigación. Estos mismos criterios pueden aplicarse de forma imparcial a todos los métodos basados en las cadenas musculares y hacer su propia selección.

Criterios que hay que respetar

Las cadenas musculares deben:

1. Presentar una continuidad anatómica y fisiológica de la cabeza a los pies.

2. Integrar todos los músculos de la cabeza a los pies.

3. Poder generar todos los movimientos de la cabeza a los pies.

Figura 8.

De esto deriva una serie de observaciones.

1. ¿Podemos hablar de un método global si tratamos a un sujeto decapitado?

El conjunto de los métodos relacionados con las cadenas musculares habla de un trabajo global de la cabeza a los pies. En realidad, el trabajo propuesto parte del occipucio a los dedos de los pies, pero no incluye un trabajo específico del interior del cráneo. Todo pasa como si estuviéramos ante un sujeto «decapitado».

También puede darse la situación contraria. Hay profesionales que dicen ser especialistas unicistas en el cráneo. Pero al limitar su práctica al cráneo, privan al paciente del tratamiento del conjunto del cuerpo. Este enfoque parcial es falaz y poco creíble.

2. ¿Podemos hablar de un método global si tratamos a un sujeto eviscerado?

En general, damos prioridad al tratamiento musculoesquelético. No le damos suficiente importancia al tratamiento de las cavidades. Sin embargo, las influencias profundas del plano visceral son determinantes para la organización de las cadenas musculares en las modificaciones de la estática (ver Las cadenas fisiológicas. Tomos II, V, VI y VII).

3. ¿Podemos hablar de un método global si no podemos tratar a recién nacidos, bebés y niños de menos de 8 años?

La mayoría de los métodos no pueden aplicarse al tratamiento de los recién nacidos. Las técnicas utilizadas no siempre se adaptan a los niños antes de los 8 o 10 años. Por lo tanto, hubo que retomar el estudio de la embriología, la neurología, la fisiología y la psicología del niño, así como su entorno parental para definir un enfoque y un tratamiento adaptado a los recién nacidos (ver Las cadenas fisiológicas. Tomo VIII). Está claro que no podemos esperar 8 o 10 años para empezar a tratar a los niños con problemas de estática, deformaciones o escoliosis. A esta edad, suele ser demasiado tarde para tener una acción preventiva, una acción profunda.

¿Acaso no podemos pretender mejorar desde el nacimiento las deformaciones del cráneo, la tortícolis, el estrabismo, las tensiones musculares vertebrales, las tensiones abdominales y torácicas, los problemas de succión, los problemas digestivos y los problemas de sueño?

Todas estas cuestiones convergen en una pregunta más global sobre la comprensión más general del cuerpo humano que debe hacerse el terapeuta. ¿Es el cuerpo humano el fruto de un big bang, el resultado del caos? O, por el contrario, ¿es la conclusión de un proyecto?

¿La forma de los huesos, las particularidades de cada músculo, de cada órgano, deben considerarse elementos yuxtapuestos o deben entenderse como un conjunto definido por el funcionamiento? Estas particularidades, ¿no son la firma de la ingeniosidad?

Estas son las preguntas que me hice en los años setenta. Mi deseo de comprender, de verlo más claro, a veces se enredaba en la complejidad aparente de la anatomía, de la fisiología. Pero tenía la convicción de que las actividades y las funciones del cuerpo humano son tan diversas e interdependientes que debería haber más arriba un programa al mismo tiempo metódico y riguroso que todavía estaba por descubrir. La informática permite crear un mundo virtual a partir de un sistema binario, un mundo en el que hacemos volar y probamos aviones que no existen todavía, pero que se configuran en un programa informático. ¿No habría un programa informático como ese para el hombre?

En un primer momento tuve que intentar definir el proyecto, el programa en torno al cual la construcción del cuerpo humano resultaba lógica y coherente. Me puse en la situación de un ingeniero aeroespacial al que le han pedido que haga un nuevo avión. Normalmente se les da un «pliego de condiciones» en el que se definen las cualidades del nuevo aparato.

El primer trabajo de los ingenieros es detectar los posibles problemas técnicos que pudieran surgir durante la fabricación de este nuevo avión. Una vez que se establecen claramente dichos problemas, la etapa siguiente resulta determinante: encontrar las soluciones. Si el problema está bien planteado, la búsqueda de la solución genera el progreso y las soluciones encontradas siempre son respuestas ingeniosas a los problemas detectados.

Si transponemos este planteamiento ingenioso a la construcción del cuerpo humano: ¿cuál es el «pliego de condiciones» para el hombre? De hecho, el hombre debe dotarse de una libertad de acción importante, asociada a una gran autonomía de funcionamiento.

¿Cuáles son los problemas que hay que resolver? ¿Las grandes cuestiones que determinan su salud? Por el momento, identificaré cuatro principales:

1. La estática.

2. El equilibrio.

3. Los movimientos.

4. Las compensaciones.

A diferencia de los ingenieros aeronáuticos, nosotros no tenemos que crear nada, ya que el «modelo hombre» existe desde hace miles de años y funciona perfectamente. Solo tenemos que observar y comprender la ingeiosidad de esta máquina humana.

I. La estática

I. 1. Pliego de condiciones de la cadena estática

En el «pliego de condiciones» de esta cadena existen dos prioridades que hay que respetar.

Primera prioridad: la economía. Evidentemente, consideramos que el hombre, fuera del período de sueño, debe asumir su verticalidad entre doce y dieciséis horas al día.

La función estática debe evitar el agotamiento que aniquila todo deseo de activarse, de comunicarse con el mundo exterior. Esta necesidad de economía es una prioridad constante en la fisiología humana.

Segunda prioridad: la comodidad. La solución adoptada debe ser cómoda para no sobrecargar las vías propioceptivas.

El hombre busca una estática económica y cómoda. Debemos tener presentes estos principios para poder comprender la lógica de las diferentes soluciones adoptadas por nuestros pacientes.

La construcción del cuerpo humano implica diferentes materiales básicos:

– el tejido óseo,

– el tejido muscular,

– el tejido conjuntivo.

¿Se adaptan estos materiales al pliego de condiciones de la función está-tica?

El tejido óseo

La selección de este material es indiscutible. El tejido óseo es el armazón de la «catedral» del cuerpo humano. Me gustaría que los arquitectos nos ayudaran a descifrar la ingeniosidad del esqueleto. Una vez más, la forma de los huesos y la arquitectura del esqueleto parecen el resultado de un gran ingenio.

Figura 9.

¿Cuáles deben ser las cualidades principales del hueso? Lo primero que se nos viene a la cabeza es la solidez. Sin embargo, dado que la finalidad del cuerpo es el movimiento, hay que añadir una segunda cualidad esencial: la ligereza.

Pero la ligereza no funciona anatómicamente con la solidez, a no ser que añadamos una tercera cualidad del hueso: la plasticidad.

Solidez, ligereza y plasticidad son las tres cualidades esenciales del esqueleto. A la exigencia de ligereza responde la estructura alveolar o en «nido de abeja» del hueso, que presenta una funda periférica denominada periostio. De la resistencia de los huesos largos se encargan las trabéculas óseas, que son sinusoides de cadenas circulares que canalizan las tensiones y que actúan a modo de muelles o amortiguadores.

Veamos, por ejemplo, el fémur. Al andar, hemos observado, con ayuda de sensores, que la diáfisis se arquea durante el apoyo en el suelo y se expande en la fase siguiente de la marcha.

Por último, la plasticidad del hueso permite realizar durante la marcha un auténtico bombeo de la trama ósea. Este bombeo es indispensable para fijar el calcio y para la troficidad del hueso. Crea un «corazón periférico» para la circulación intraósea.

En ingravidez, esta dinámica ósea no existe. Esto explica los problemas óseos de los primeros cosmonautas: alargamiento del esqueleto, dolores óseos y desmineralización.

Si comparamos la construcción humana con la construcción automovilística, percibimos la adopción del mismo ingenio. Los coches de competición deben ser sólidos para proteger al piloto, pero también ligeros para ser rápidos. Para la carrocería, los ingenieros han optado por materiales plásticos en nido de abeja que, además de la coherencia que aportan al chasis, garantizan la deformabilidad necesaria para una mayor adherencia al suelo y una mejor protección del piloto en caso de choque. Podríamos aconsejar a las escuderías de fórmula 1 que añadieran el equivalente a las trabéculas óseas a la carrocería dándoles las direcciones teniendo en cuenta los diferentes tipos de choques posibles.

De la plasticidad del hueso se encarga otro factor nada despreciable: la temperatura de 37 °C del líquido que lo baña.

Cuando aprendemos anatomía, manipulamos huesos secos, totalmente rígidos y casi desmenuzables, que no reflejan la dimensión plástica y deformable de este material.

Observemos una rama de árbol agitada por el viento. Los movimientos de la rama confirman la flexibilidad de la madera cuando está viva, «vascularizada» por la savia. La misma rama, cortada y seca, se vuelve extremadamente rígida. Pasa lo mismo al comparar el hueso vivo sumergido en líquidos a 37 °C y el hueso seco que presenta una rigidez cadavérica.

Debemos tener presente este potencial plástico del hueso vivo cuando estudiemos la pelvis, el cráneo y las deformaciones óseas.

El tejido muscular

¿Vamos a activar los músculos para asumir la función estática? Nuestra respuesta espontánea sería SÍ.

Estos serían los argumentos que apoyarían esta respuesta. En los libros de fisiología, los músculos suelen clasificarse en dos categorías: los músculos estáticos, que se encargan del mantenimiento del cuerpo, y los músculos fásicos, que se ocupan del movimiento.

– Los músculos estáticos son rojos, tónicos y son capaces de ejercer contracciones sostenidas necesarias para la actividad postural. Son músculos monoarticulares que ejercen una acción proximal sobre las articulaciones.

– Los músculos fásicos son pálidos, actúan por etapas y son capaces de efectuar contracciones potentes, pero se fatigan más. Estos músculos poliarticulares son los motores del movimiento.

Siempre nos han dicho que «necesitamos buenos músculos para tener una buena estática». Esta evidencia está tan grabada a fuego en nosotros que incluso nos impide reflexionar. Por el contrario, a esta misma pregunta, ¿es el músculo un material adecuado para la función estática? Podríamos decir que NO.

Estos son algunos de los argumentos fisiológicos que hacen que el músculo no pueda asumir la función estática: en los libros de fisiología se demuestra que el trabajo muscular es de tipo alternativo, rítmico. Por lo tanto, la denominación «músculo de la estática» es totalmente contradictoria con la fisiología muscular. En el capítulo siguiente veremos su vocación real, que no es la estática.

Un trabajo estático es antifisiológico para un músculo. El modo continuo y permanente de un trabajo muscular de este tipo desemboca en un estado de tensión constante, de contractura y de atrofia programada. La alternancia de contracción-relajación es indispensable para la vascularización y la buena troficidad del músculo.

Figura 10. La programación estática de los músculos hace que la movilidad se ponga en huelga.

Observaciones

Cuando observamos un músculo atrofiado, tenemos que hacernos las preguntas siguientes:

– ¿Está atrofiado por falta de trabajo (inactividad o parálisis)?

– ¿Está atrofiado por exceso de trabajo constante?

En concreto, yo suelo pensar en:

– los músculos paravertebrales de las zonas rígidas, de contracturas,

– los cuádriceps, que, a pesar de una reeducación de calidad, pueden seguir presentando una atrofia de los vastos,

– los deltoides glúteos en caso de coxartrosis, en los músculos del periné…

Cuando el músculo está atrofiado y débil por un exceso de trabajo constante, la musculación y los ejercicios serían un contrasentido. La estrategia terapéutica debe ser diametralmente opuesta. La prioridad debe ser eliminar las tensiones que producen este trabajo estático.

Un músculo no está hecho para un trabajo estático prolongado. Por lo tanto, no puede ser el material de base para nuestra función estática.

Pero ¿puede realizarse la función estática sin el músculo? Condicionados por nuestra forma de pensar habitual, suponemos que sin músculo es imposible. Pero sigamos reflexionando sobre la estática y dejemos el músculo a un lado. Todo problema bien definido tiene una solución, así que busquémosla aquí sin ideas preconcebidas. Solo este replanteamiento nos permitirá descubrir la ingeniosidad de la anatomía.

El tejido conjuntivo