Las cuatro estaciones de la vida - Raúl Torres - E-Book

Las cuatro estaciones de la vida E-Book

Raúl Torres

0,0
12,99 €

-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.

Mehr erfahren.
Beschreibung

En Las cuatro estaciones de la Vida – Ushuaia en primera persona: Cumbres del Sur, Raúl Torres nos invita a acompañarlo en una travesía única por las montañas de Tierra del Fuego. A través de relatos íntimos y llenos de pasión, el autor comparte los desafíos, emociones y aprendizajes de sus expediciones, donde la naturaleza salvaje, la espiritualidad y el amor por sus hijos se entrelazan. Esta obra es una ventana al alma de un montañista que, cámara en mano, busca no solo conquistar cumbres, sino también encontrar paz y sentido en cada paso.

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB
MOBI

Seitenzahl: 175

Veröffentlichungsjahr: 2025

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



RAÚL TORRES

Las cuatro estaciones de la vida

Ushuaia en primera persona Cumbres del sur

Torres, Raúl Osvaldo Las cuatro estaciones de la vida : Ushuaia en primera persona cumbres del sur / Raúl Osvaldo Torres. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-6610-2

1. Narrativa. I. Título.CDD A860

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice de contenido

Introducción

Prólogo

Agradecimientos

Monte Olivia - Convirtiendo los sueños en realidad

Cerro Alvear - Una cima, a la espera de mi visita

Cumbre en la torre central del cerro Cinco Hermanos - Desafiando a las nubes

Alvear, ¡una aventura increíble! - Preparándonos para una difícil e inolvidable experiencia

Cerro Cortez - Enfrentando a la naturaleza

Laguna Esmeralda - Glaciar Ojo del Albino - Cumbre cerro Tres Mujeres

Travesía al cerro Torres - Buscando el silencio del glaciar

Sueño cumplido - Cumbre en el Monte Olivia. Por Agustín Torres

Cumbre y acampe en el cerro Alvear - Conquista al coloso

Logrando lo que siempre desee - Cumbre Torres de Rhino

TONELLI - El latido de la montaña

Naturaleza otoñal a pleno - Preparación para la Semana Santa 2025

Cordón Toribio - Una experiencia fraternal

Pirámide del Martial - Ascenso en solitario

El cerro de la Esperanza - Hacia la cumbre del ARA San Juan

“Cuando cuelgue las botas”

Biografía

Información general

Declaración de Asunción de Riesgos en Actividades de Montaña

INTRODUCCIÓN

La Isla de Tierra del Fuego, ubicada en el extremo sur de Sudamérica, es un paraíso natural que fascina con sus paisajes montañosos y su rica historia.

La cordillera de los Andes, columna vertebral del continente, se manifiesta aquí de manera singular, extendiéndose horizontalmente y creando dos ecosistemas contrastantes: la estepa patagónica y la majestuosa cordillera.

Montañas y cordilleras emblemáticas

• Cordillera Darwin: situada en el sector sudoccidental de la Isla Grande, en territorio chileno, alberga las cumbres más elevadas de la región.

• Sierra Beauvoir: al norte del lago Fagnano, marca la transición entre la estepa y la cordillera, ofreciendo paisajes únicos.

• Sierra Alvear: al sur del lago Fagnano, con cumbres de hasta 1500 metros, rodeada del Valle Carbajal, uno de los turbales más grandes de Sudamérica.

• Cordones Andinos: hacia el sur, se suceden los cordones de Andorra, Martial, de la Oveja, del Toro y Guanaco, entre valles de turba y lagos.

• Cordones Valdivieso: al este del lago Fagnano, destacan el cerro Vinciguerra, el cerro Cornú, Sorondo, Lucio López e Irigoyen, con alturas que disminuyen hacia el norte.

El legado glaciar y las costas

La intensa actividad glaciar en el pasado ha modelado el paisaje, creando valles en forma de U, como el del Canal Beagle y lagos como el Fagnano.

Las costas, de origen glaciar, presentan acantilados y paisajes escarpados, como los de Ushuaia y Gable.

Ushuaia y sus cerros icónicos

La ciudad de Ushuaia, única localidad argentina, detrás del otro lado de la cordillera de los Andes, rodeada de esculpidas montañas, ofrece vistas panorámicas impresionantes.

• Cerro Cinco Hermanos: con 1037 metros de altura, destaca por sus cinco pisos bien definidos y la ausencia de glaciares.

• Monte Olivia: el pico más alto de los alrededores de Ushuaia, con 1326 metros, fue conquistado por primera vez en 1913 por el padre salesiano Alberto María D´Agostini.

• Monte Susana: a 520 metros de altura, ofrece vistas panorámicas del Parque Nacional Tierra del Fuego, el Canal Beagle y los cerros circundantes.

• Cerro Martial: de unos 1319 metros, con su famoso glaciar de circo, debido a su forma de anfiteatro o semicírculo, ofrece una vista espléndida de la ciudad.

• Cerro Cortez: con sus 779 metros, nos ofrece otra hermosa perspectiva de Ushuaia, del Canal Beagle, los valles de Río Chico, Andorra y las impresionantes vistas de los cerros Portillo y Olivia.

La ruta de los Andes fueguinos

Esta ruta escénica de 212 kilómetros conecta Río Grande, Tolhuin y Ushuaia, atravesando paisajes diversos y la cordillera de los Andes, en un recorrido inolvidable.

PRÓLOGO

Un destino para explorar

Los invito a través de mis relatos, a descubrir las montañas, bosques, lagos y costas, donde la naturaleza salvaje y la historia se entrelazan en un destino único en el fin del mundo.

Desde mi llegada a Ushuaia, en el año 1972, mi amor por la naturaleza fue en aumento, a tal punto que desde hace 20 años llevo explorando los rincones de Tierra del Fuego, con pasión, paciencia, respeto, preparación física, técnica y mental, etc.

Acompañado siempre con mi cámara, buscando retratar los imponentes paisajes, he logrado plasmar en esta obra, espectaculares vistas para el deleite del público en general.

La pasión por el ecosistema, la sed de explorar diferentes lugares, muchas veces marcando mis propias rutas por lugares inhóspitos, me ha llevado a recorrer muchos kilómetros, entre valles, montañas, ríos y glaciares, buscando la paz interior, fotografiar los extraordinarios paisajes y compartir mis vivencias con el resto del mundo.

El libro “Las cuatro estaciones de la Vida - Ushuaia en primera persona”, en su Primer fascículo, “Cumbres del Sur”, es una obra que cuento las experiencias vividas en las montañas de la Isla de Tierra del Fuego.

Estas experiencias tienen en común, el amor por la naturaleza, su compromiso con el entorno, el respeto por la biodiversidad, etc., donde describo en detalle las rutas hacia las cumbres que he conquistado, con sus dificultades, relieves, climas cambiantes, etc.

Habiendo conquistado todas las cumbres de las montañas que rodean a la ciudad de Ushuaia, como también algunas más alejadas, entre las más significativas se encuentran los cerros:

Cinco Hermanos, Bridges, Seguí, Torres de Rhino, Tonelli, Cortez, Cloche, Portillo, Olivia, Alvear, Esfinge, Del medio, Susana, Roy, Godoy, Dos Banderas, etc.,

Cada una de ellos con sus particulares dificultades y desafíos, pero con un único fin en común, buscar la oportunidad de escapar del bullicio de la vida cotidiana y conectar con la naturaleza en su estado más puro.

La belleza de los paisajes, la tranquilidad del entorno y la sensación de libertad son experiencias únicas que valen la pena vivir.

Raúl Torres

AGRADECIMIENTOS

En primer lugar, mi profundo agradecimiento a Dios. Su ayuda constante en cada recuperación y la salud que me brinda me permiten emprender cada desafío en el corazón de la naturaleza fueguina, recorriendo sus cumbres majestuosas, glaciares imponentes, lagunas serenas, cascadas vibrantes, bosques ancestrales y ríos caudalosos.

Agradezco su protección en las adversidades, velando por mis compañeros de ruta y por mí cuando las circunstancias se tornan difíciles. Siento su acompañamiento y guía en mis pasos, especialmente en esos momentos de total soledad en la inmensidad natural.

Finalmente, le agradezco el regalo inestimable de mis maravillosos hijos, Cielo, Leandro y Agustín, quienes son mi inspiración constante para no rendirme jamás ante los obstáculos.

Mi gratitud se extiende a las montañas mismas. Agradezco profundamente que me permitan recorrerlas en toda su plenitud, experimentar su belleza y grandeza sobrecogedoras, y aprender de ellas lecciones valiosas sobre la vida, la perseverancia y el profundo respeto que merece la naturaleza.

A mis hijos, Cielo, Leandro y Agustín, quienes son el motor de mi vida, les doy las gracias de corazón. Su amor incondicional me fortalece en cada expedición y me impulsa a encontrar fuerzas donde parece no haberlas, solo para poder volver a abrazarlos.

A Mónica y Mabel, las madres de mis hijos, les expreso mi agradecimiento por su cuidado constante, su atención y preocupación por ellos en cada una de mis ausencias durante mis actividades.

Otro sincero agradecimiento a mis queridos amigos y compañeros de ruta: Fer, Violeta, Pablo, Gustavo, Vero, Ariel, Marina, Andrés, Martín, Norma, Jaime y Patricia.

Gracias por acompañarme a los diversos destinos, por su cuidado y ayuda incondicional en los momentos difíciles, y por enriquecer mi vida con sus valores y diferentes perspectivas.

Deseo expresar mi profundo agradecimiento al equipo fundamental que, con su absoluto apoyo, permitió la realización de los Encuentros de Montañistas de Tierra del Fuego: Lili, Lilya, Dany, Tano y Juan.

Su colaboración y espíritu de unión congregaron a diversos caminantes y entusiastas de la montaña, quienes continuamos disfrutando de la belleza natural de nuestra isla con gran entusiasmo.

Gracias a mi equipo de trabajo del Hospital Regional de Ushuaia, perteneciente a la Dirección General de Salud Digital, Luciana, Natalia, Fabiola, Leo, Beto, Cristian y Luis, por su actitud positiva todos los días, su apoyo incondicional y por su incansable dedicación.

Monte Olivia

Convirtiendo los sueños en realidad

Admiración total

Una montaña muy especial, deseada, admirada, respetada y súper valorada. No solo por los antiguos pobladores Selknam, sino por mucha gente que habita este suelo bendito. Entre ellos mi persona.

La misma, desde que inicié mis ascensos, en forma asidua, hace aproximadamente 20 años, en otras cumbres, la miraba y siempre me decía, algún día me gustaría estar en su alta cumbre.

Sabía que era algo súper difícil, muy técnico, por sus impresionantes paredes verticales. Las cuales requerían estar en un estado físico a punto y con una mentalidad fría y calculadora. Con mucha concentración, tanto para su ascenso como para su descenso.

La vida poniéndome en mi camino nuevos amigos montañeses

Con el tiempo fui conociendo personas especiales, las cuales me ayudaron a su manera, a prepararme para lo que vendría después.

Mi hijo Agustín, con apenas 12 años fue mi inspiración, a quien inicié en este camino de las montañas allá por el 2012. Con él logramos varios ascensos, lo que posibilitaron que con el tiempo vayamos adquiriendo muchas motivaciones, perdiendo el miedo a las alturas, disfrutando cada paso vertical.

Saltando las barreras sanitarias de la pandemia

En el año 2020 vino la maldita pandemia, donde nos tuvimos que “guardar”, para cuidarnos de este nuevo virus, llamado coronavirus. Pero pese a todos los pronósticos, y aunque parezca paradójico, fue el año que más salidas tuve a las montañas, más de 60. Y donde más kilómetros realicé, aproximadamente más de 1000.

Fortaleciéndome para nuevas oportunidades

Esto me ayudó a prepararme física y mentalmente para lo que vendría, sin saber a ciencia cierta que el Olivia estaba a la vuelta de la esquina.

Durante el 2020 fui conociendo nuevas amistades, seres especiales, con los que compartí muchas salidas. Y con cada salida mi mente, mi cuerpo y mis piernas se fueron fortaleciendo.

Si bien, en el 2019 sentía una fuerte conexión y deseo de cumplir mi sueño de hacer cumbre en el Olivia, no se cumplió hasta el 2020, cuando tuve la suerte, el privilegio y el honor de conocer a quien sería mi guía y mentor, para llegar a lo más alto de esta montaña.

Una persona muy preparada, quien ya había realizado la hazaña de haber llegado 7 veces a la cumbre de este icono fueguino.

Durante el transcurso del año, nos fuimos conociendo, y compartiendo salidas para practicar escalada en roca.

Este hombre, al cual admiro mucho, vio mis aptitudes en la roca y sintió que estaba en camino de lograr lo que tanto anhelaba.

Mi fortaleza, valentía y decisión para llegar a lo más alto, posibilitaron el accionar para emprender este gran desafío.

¡Superados muchos kilómetros caminados y escalado llegó el momento!

Luego de transcurrido casi todo el año pandémico, llegaron los preparativos para las fiestas de Navidad y Año Nuevo.

En mi cabeza, sentía la necesidad de escaparme del trajín de la monotonía y las presiones que conllevan estas festividades.

Fue así, que tomé el coraje y la decisión de irme el 24 de diciembre, bien lejos en solitario, hacia el paso Beban, en busca de lo que sería mi regalo de Navidad. Unas piedras de cuarzo transparentes, muy bellas.

Buscando la paz mental y una conexión especial

Una caminata que me demandó unas 9 horas, transitando por valles, lagunas, montañas, cascadas, ríos, etc. En donde me encontré conmigo mismo, y con Dios, con quien tuvimos una conversación muy sincera, donde me emocioné hasta las lágrimas.

En esa charla le dije de todo, pedí por la salud de mis hijos, las familias, amistades y por mí. También pedí por el amor, asimismo, también me enojé mucho por varias cosas que habían sucedido.

Pero en definitiva quedamos a mano y satisfecho por todo lo que logre en este periodo.

Sin saber aún que, a pocos días, estaría en la cumbre del Olivia, baje del valle para festejar la Nochebuena y la Navidad con mi vieja y mis hermanos.

Pablo me había enviado un mensaje advirtiéndome que me cuide, que después de las fiestas iba a tener mi regalo tan merecido. ¡Cumbre en el Olivia!

Llegó el gran día

Fue así que el 26 emprendimos el ascenso, donde nos pusimos en manos de Dios para que todo sea perfecto. Para que subamos y bajemos sin novedad de riesgo de ningún tipo.

Arrancamos a las 7 de la mañana, de un día soleado, algo ventoso, pero disfrutando cada paso. Fue algo increíble. Parecía un sueño. No podía creer que íbamos camino a su cumbre.

Encarando por la pendiente muy pronunciada

El ascenso fue muy difícil, debido a su alto grado de verticalidad, donde sentíamos que las piernas quemaban por tanto esfuerzo.

Hasta casi la mitad de la montaña, la gran cantidad de piedras sueltas hacían más difícil su subida.

El día, pese al viento, acompañó sobremanera. De lejos se venían de a rato, algunas nubes que parecían que traían lluvia, pero el choque con los rayos del sol, hicieron que se creara un hermoso arcoíris, el cual disfrutamos mucho en cada paso.

Alcanzando la mitad de la esbelta montaña

Luego de haber sobrepasado la zona de acarreo de piedras sueltas, vino la zona de rocas sólidas, grandes paredes donde había que ver muy bien por donde ascender. A cada trayecto y dificultad íbamos poniendo metas y objetivos a alcanzar, como fue la zona del embudo, donde bajaba un río debido al deshielo de la nieve que se iba descongelando más arriba.

Una vez alcanzado ese embudo, llegó la zona de la canaleta con nieve, donde Pablo, que siempre iba adelante, fue haciendo huellas en cada pisada para poder subir con más facilidad.

Llegando a la zona del Conejito

Mientras íbamos subiendo, Él me decía, después de esto vamos a llegar a la zona del Conejito, donde se encuentra la cumbre Norte. Ya para esto habían transcurrido unas 5 horas aproximadamente.

Con viento a favor, seguimos trepando con mucho valor

Lo increíble y loco de este tramo de subida, fue que el viento transitaba de abajo hacia arriba, como empujándonos de atrás. Lo cual en cierta medida ayudó al gran esfuerzo que venimos haciendo en el ascenso.

Con una vista privilegiada, nos preparamos para la parte más difícil

Una vez alcanzado esa zona, llegamos a un balcón, en donde ya se divisaba el otro lado de la montaña, y donde podían verse los otros cerros, entre ellos el Co. Cinco Hermanos y él Le Cloche.

Más allá de todo el extenuante esfuerzo realizado hasta esta zona súper concentrados en hacer toda la ascensión lo más perfecto posible, por nuestra seguridad, me acordé en ese momento que nuestras amigas, Vero, junto a su perrita Nina, también Pauli y Noe, realizarían una caminata hacia la laguna del Co. Cinco hermanos.

¡Encuentros lejanos, de seres muy cercanos!

Así que con el gran poder de zoom de mi cámara, apunté en su búsqueda, hasta que logré encontrarlas en plena subida súper vertical.

Si bien ellas no nos veían pudimos captar ese emotivo encuentro. Nosotros desde lo alto del imponente Olivia y ellas llegando a la hermosa laguna.

Continuando con el ascenso

Siguiendo nuestro recorrido, más o menos desde esta zona, ya íbamos divisando los anclajes, algunos con cordines, otros con chapas.

Y donde también Pablo fue colocando los empotradores en las grietas, para darnos más seguridad.

Desde la zona del Conejito hacia la cumbre era una zona donde, mientras se escalaba se transitaba por precipicios con vistas al maravilloso glaciar D`Agostini.

El tránsito fue ameno, muy seguro, con nuestras mentes listas y concentradas para avanzar los metros finales hacia la cumbre.

Viendo de cerca la cúspide

En un momento Pablo me dijo: “¡ahí está la cumbre!”, y yo no lo podía creer.

Mi corazón empezó a palpitar más fuerte por la emoción de estar tan cerca de cumplir nuestro objetivo soñado.

Percances en la seguridad, pero sin demasiado riesgo

Cuando estábamos a punto de alcanzar el punto final, transitando por la nieve, sin darme cuenta, se me desprendió uno de los crampones, quedando el mismo atrapado en la blancura.

En ese momento, Pablo me advirtió sobre lo sucedido, diciéndome que después de hacer cumbre, volveríamos a rescatarlo en el descenso.

¡Cumbreeee!

Una vez en la cima, ya encordados y asegurados al anillo de cuerdas, nos pusimos a sacar fotos para todos lados.

Esa cumbre nos bendijo y nos dio una oportunidad increíble de disfrutar cada bocanada de aire que circulaba por allí.

Disfrutando del sueño cumplido

En el aire se escuchaban las ráfagas fuertísimas de viento, lo cual nos preocupó un poco. Pero en ningún momento el viento molestó de alguna manera.

Esas ráfagas increíblemente circulaban más abajo. En la cumbre no existió ni siquiera una brisa de viento, Lo cual posibilitó que pudiéramos fotografiar lo que quisiéramos, filmar varios videos de saludos para mis hijos, amigos, compañeros de trabajo, etc.

Desde esa altura las vistas fueron impagables, se podían observar los diversos cordones montañosos, los cerros Cinco Hermanos, Le Cloche, Portillo, Cortez, Alvear, etc.

Como así también las maravillosas lagunas del Co. Cinco Hermanos, Arcoíris, Esmeralda, etc. Otras de las vistas asombrosas fue el Canal Beagle, la isla Navarino y la hermosa ciudad de Ushuaia.

También tuvimos la bendición de tener señal para poder hablar por tel. con mi madre, mi hermana, mis hijos y hasta con mi sobrina que estaba en Misiones.

Mientras tanto, un majestuoso cóndor sobrevolaba la cumbre, observándonos, controlándonos para ver qué es lo que hacíamos allá arriba.

Estar ahí arriba fue magnífico, nuestros corazones se llenaron de pura felicidad, por mi parte sentía que no me quería bajar más de ahí. El clima fue muy benévolo, disfrutable al 100 %.

Y de nuevo la naturaleza nos regaló otro espectáculo, apareció otro arcoíris. Esta vez entre los Cinco hermanos y el Olivia.

Foto va, foto viene, el tiempo pasó volando. Permanecimos como una hora arriba.

Luego de haber grabado varios saludos, de haber llamado por tel. a los familiares, de tocar la quena y la flauta, de brindar con copas, etc. llegó el momento de bajar.

Descendiendo de la gloria

El descenso fue algo complejo, sabíamos que nos esperaban varias horas para bajar. Tuvimos al principio que rapelar con una cuerda, la cual, una vez que bajamos, la cuerda se trabó y mi compañero tuvo que subir hasta la cumbre nuevamente a destrabarla.

Desde la altura, viendo el gran abismo debajo nuestro, no nos quedó otra que confiar nuestra seguridad en los anclajes, en haber colocado con precisión la cuerda y asegurar bien la misma a nuestros arneses.

Los primeros rapeles fueron por paredones muy altos, de alrededor de unos 30 metros.

Recuperando nuestro equipamiento, descendiendo con más seguridad

Habiendo sorteado satisfactoriamente esta primera parte, llegamos a donde había quedado el crampón perdido y logramos recuperarlo.

Luego los siguientes rapeles los íbamos realizando a dos cuerdas, para ganar tiempo y espacios de descenso. Ya que no es lo mismo rapelar cada 30 metros que cada 60.

Rapelar fue la forma más efectiva, segura y rápida de bajar de esta montaña súper vertical.

A medida que avanzábamos hacia abajo, las maniobras se hacían más seguras. Los diferentes anclajes posibilitaron que nuestro accionar fuera cada vez más fluido.

Realizamos más de 5 rapeles hasta llegar más abajo de la zona del embudo.

Sorpresas desagradables, poniendo en riesgo nuestra integridad y nuestras vidas

Una vez que llegamos a la parte baja del embudo, seguimos rapelando, hasta que de lo más alto nos llegó una sorpresa, avalancha de piedras lajas. Mientras Pablo, colgado de las cuerdas, descendía, sentí vibraciones y escuche un estruendo muy fuerte, sentí que la montaña se nos venía abajo.

Acurrucado detrás de una gran piedra, donde estaba el anclaje de cuerdas, me agache un poco más y veía cómo las rocas pasaban por encima de mi casco.

En ese momento le grité a Pablo, con todas mis fuerzas, que se cuide de las piedras lajas que iban hacia él.

Por alguna razón inexplicable, colgado de la montaña pudo esquivar esas grandes rocas y salvar su vida.

Superado ese gran inconveniente y deseando que no se repita ese evento, seguimos descendiendo.

Llegando a la zona segura

Ya de vuelta a la parte del pedreguero, se acabaron los rapeles, fuimos buscando la zona más segura para seguir bajando.

La verticalidad de la montaña no daba respiro. Las rodillas comenzaban a crujir y a doler un poco.

Los conocimientos de Pablo sobre la zona del descenso hicieron que pudiéramos bajar lento pero seguro.

Desde que iniciamos el descenso, tipo 5 de la tarde hasta que llegamos al auto, transcurrieron 6 horas aprox.

Una vez que llegamos a la zona del pasto, nuestros cuerpos sintieron un poco más alivio, aunque aún nos faltaba mucho por descender.

Anocheciendo en la ladera, superando nuestras barreras

El atardecer se iba oscureciendo cada vez más.

La noche acechaba con velocidad y estaba a minutos de dejarnos a oscuras en la ladera de la montaña.

Gracias nuevamente a la ayuda de Dios, pudimos alcanzar la zona de árboles y nos adentramos a ella.