Las llamas de la culpa - Capítulo 4 - Inger Gammelgaard Madsen - E-Book

Las llamas de la culpa - Capítulo 4 E-Book

Inger Gammelgaard Madsen

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Beschreibung

La Comisión independiente de denuncias contra la policía no tiene pruebas. Pero luego de interrogar a la esposa de Johan Boje y sus colegas, Roland Benito sabe que el policía no era un marido fiel. El asesinato podría haber tenido un móvil distinto a los que estaban manejando. Interrogan al hijo de Johan Boje, Lukas, que estaba más vinculado al asesinato de lo que habían pensado. La investigación da un giro cuando Anne Larsen busca a Rolando. Le cuenta lo que descubrió y sus sospechs sobre el interés personal de Johan Boje en el incendio.-

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Inger Gammelgaard Madsen

Las llamas de la culpa

Capítulo 4

SAGA

Las llamas de la culpa - Capítulo 4

Original title:

Brændende skyld: Afsnit 4 Copyright © 2017, 2019 Inger Gammelgaard Madsen and SAGA Egmont, Copenhagen All rights reserved ISBN: 9788726233315

1. E-book edition, 2019 Format: EPUB 2.0

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

Las llamas de la culpa

Capítulo 4

Roland Benito había encendido la lámpara de la mesa. La luz reflejada en el papel blanco creaba un cuadro de resplandor; el resto de la habitación permanecía a oscuras. Era tarde. Le ardían los ojos y se dijo por centésima vez que debía dejar el informe e irse a casa, pero sólo le faltaba una página.

Era una lectura trágica: una familia arruinada por una explosión de gas. Una chica de quince años vuelve a casa de la escuela con el tiempo justo para sacar a su hermano del fuego, mientras que su madre, Jeanette Løkke, muere. Si Johan Boje realmente había sentido amor por esa mujer, el leer el informe debía haber sido muy doloroso. Pero ¿por qué lo estaba leyendo si el caso ya estaba cerrado? No debería ser necesario. ¿Sería este viejo caso la razón del brutal asesinato? Roland no podía dejar ir ese pensamiento. Sabía que su tarea no era resolver este caso. Su única designación era encontrar a la persona que estaba manejando el auto. Ese era el motivo de la investigación, ningún otro.

Había insistido en quedarse leyendo el informe cuando Karina se fue a casa. Quería encontrar si había algún indicio de que Johan hubiera descubierto algo. Quizás el caso era un asesinato y no sólo una explosión de gas. ¿El asesino de Johan sabría lo que había descubierto? ¿Quizás un compañero lo sabría? Pero no había nada en el informe —ni en el informe del forense— que señalara eso. Jeanette Løkke había muerto en una explosión de gas, eso era todo lo que había en él.

Roland cerró el informe y se recostó en la silla. Cuando apagó la lámpara del escritorio, la oscuridad lo envolvió hasta que sus ojos se acostumbraron y la luz de la calle lo alcanzó.

Las oficinas de la Unidad independiente de denuncias contra policías estaban en el viejo edificio de Correos y telégrafos, que formaba parte de la estación central. Ya todos se habían ido a casa. Decidió que también era hora de que él se fuera. Así tendría tiempo para charlar con Irene y quizás tomar una copa de Barolo con ella antes de irse a la cama. Al día siguiente, él y Karina deberían volver a Silkeborg. Tenían que interrogar al último de los agentes de allí. No habían podido hablar con todos ese día; el único de ellos que conducía un auto similar al que atropelló a Johan, se había tomado el día libre. Pero estaría de regreso al día siguiente.

Roland se puso de pie, se desperezó y bostezó. Luego se puso el abrigo y salió del sistema con su código.

###

—¿Te quedaste hasta tarde anoche? —le preguntó Karina a la mañana siguiente mientras estiraba el cinturón de seguridad y lo observaba inquisitiva.

—No, tarde no —mintió—. Leí el informe.

—¿Sobre el incendio?

Roland asintió y maniobró el Mazda CX-5 negro de la UIDP en el tráfico de la mañana. A esa hora del día, se ponía terrible frente a la Estación central de Aarhus.

—Todavía piensas que ese viejo caso puede tener algo que ver con el asesinato de Johan —concluyó con una sonrisa escéptica y trabó el cinturón.

—Quiero eliminar esa posibilidad para poder enfocarnos en otras cosas.

—¿Y qué encontraste?

—Tú también leíste el informe.

Le cedió el paso a un camión amarillo que doblaba en una señal de pare frente a la estación. Las personas se movían en manada y apenas veían por dónde caminaban porque sus ojos iban pegados a sus celulares. Tal vez estaban jugando Pokemon Go temprano en la mañana. Podían atravesarse frente a un auto en cualquier momento. Mantenía su pie sobre el pedal del freno.