Las llamas de la culpa - Capítulo 5 - Inger Gammelgaard Madsen - E-Book

Las llamas de la culpa - Capítulo 5 E-Book

Inger Gammelgaard Madsen

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Beschreibung

Liv Løkke comienza a tener pesadillas cuando el incendio y su pasado irrumpen en su presente. Anne Larsen la contacta. La periodista ha visitado a su hermano y le genera tanta curiosidad saber qué quería de él, que acepta encontrarse con ella en un café de Randers, de mala gana. Pero las afirmaciones de la periodista la enfurecen y se marcha del café muy enojada. Pero al leer un periódico que el hijo de Johan Boje presenció el asesinato, va a la casa del amante de su madre para encontrarse con el niño, frente al memorial de su padre.

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Seitenzahl: 37

Veröffentlichungsjahr: 2019

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Inger Gammelgaard Madsen

Las llamas de la culpa

Capítulo 5

SAGA

Las llamas de la culpa - Capítulo 5

Original title:

Brændende skyld: Afsnit 5 Copyright © 2017, 2019 Inger Gammelgaard Madsen and SAGA Egmont, Copenhagen All rights reserved ISBN: 9788726233308

1. E-book edition, 2019 Format: EPUB 2.0

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

Las llamas de la culpa

Capítulo 5

El calor era insoportable. Transformaba la piel en ampollas que ardían cuando empezaban a supurar. Miraba sus manos con ojos en llamas; tendones y huesos se volvían visibles mientras la piel que las cubría se derretía lentamente. Oyó a su madre gritar; un grito que taladraba su sofocado cerebro. Sus piernas estaban inmóviles, como si se hubieran fusionado al suelo. Luego lo vio.

Villads. Entraba al fuego, despacio, determinado, sin que el fuego le hiciera daño. Quería gritarle que se quedara afuera, que se fuera a Copenhague y se quedara allí, pero su garganta también ardía, al igual que su estómago. Lo único que salía de su boca eran llamas, como un dragón. De pronto, el infierno la absorbía. Luchaba, se estiraba, pero no había nada a qué aferrarse. Llamó a Villads, llamó a su madre, pero estaba sola en el fuego que se había transformado en un monstruo gigante con ojos diabólicos y una lengua retorcida de fuego. La alcanzó con facilidad y comenzó a quemarla, parte por parte. Gritó.

Liv se sentó en la cama sobresaltada. El grito la había despertado. El sudor corría por su frente y sus manos estaban mojadas cuando con ellas intentó borrar los rastros del sueño de su cara.

Afuera estaba oscuro; los números digitales del reloj de alarma marcaban 1:35. De a poco, logró controlar su respiración. Había sido sólo un sueño, aunque hubiera sido tan real.

Las pesadillas habían comenzado de nuevo. Era su culpa, de John Boje. Se volvió a acostar en las sábanas transpiradas. Su manta estaba en el piso, pero tenía calor, así que la dejó allí. Miró al techo, horrorizada y temerosa de que el sueño volviera si cerraba los ojos.

Cuando la sobresaltó el sonido de la alarma, se dio cuenta que se había vuelto a dormir. Le costó sentarse y al pararse estuvo a punto de caerse sobre la manta que seguía en el piso. El reloj despertador siempre estaba sobre el estante al otro lado de la habitación así tenía que pararse a apagarlo. De no ser así, lo ignoraría y seguiría durmiendo.

¿Por qué lo había configurado tan temprano? Tenía el día libre. Debía sacarse sangre para unos exámenes en el hospital a las doce y treinta. Tenía muchísimo tiempo. De pronto se dio cuenta de que estaba congelada. Sólo llevaba puesta la ropa interior. Se había sacado el camisón empapado en sudor durante la pesadilla. Necesitaba una ducha. Olía mal.

Había comido dos rebanadas de pan con mucha mantequilla y una capa gruesa de Nutella y dos vasos de chocolate, cuando su teléfono comenzó a vibrar sobre la mesa. Lo tomó dubitativa. Siempre que recibía una llamada, generalmente era alguien de la tienda. O alguien del hogar donde estaba Villads. Tal vez le había pasado algo. No reconoció el número. Podía ser alguno de esos molestos vendedores o encuestas telefónicas, o de los centros de caridad que siempre llamaban.

—¿Sí?

—Hola, ¿hablo con Liv? ¿Quizás me recuerdas del otro día? Mi nombre es Anne Larsen. Soy de TV2 East Jutland.Soy la reportera. —Liv estuvo a punto de colgar de inmediato—. Lamento molestarte, pero visité a tu hermano el otro día. Siento mucho que esté discapacitado. No lo sabía. Entiendo por qué no quisiste hablar sobre eso, pero ¿cuán malo es? Tuve la impresión de que estaba intentando comunicarse conmigo. ¿Hola?

Se produjo un silencio mientras Liv consideraba si cortar o no, pero algo se lo impidió. ¿Cómo había sabido la periodista en qué hogar estaba Villads? ¿Por qué querría hablar con él?

—¿Cómo? —preguntó tensa, y su corazón comenzó a latir con fuerza nuevamente, aunque no tanto como la noche anterior.

—Me señaló el periódico para que lo mirara. Creo que es sobre Johan Boje. Sé que lo conoces, Liv. Era el novio de tu madre.