Las luchas del deseo - Félix Guattari - E-Book

Las luchas del deseo E-Book

Félix Guattari

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as luchas del deseo. Capitalismo, territorio, ecología de Félix Guattari es un libro construido a partir de otros dos libros, Cartografías del deseo(Francisco Zegers Editor, 1989) y El devenir de la subjetividad (Dolmen, 1998). Ambos, fieles retratos de la preparación y visita que Félix Guattari haría a nuestro país en 1991. Se tratan, en efecto, de una suerte de «introducción» al público chileno de las ideas de Guattari. Y cabe señalar que, como Pólvora Editorial, retomamos con esta nueva edición cierta «posta» o «relevo» que interroga ese tiempo de «transición» a la democracia, a más de 30 años y adportas de un plebiscito para el cambio constitucional.

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Av. Luis Thayer Ojeda 95, of. 510, Providencia,

Santiago de Chile.

www.polvoraeditorial.cl

[email protected]

FÉLIX GUATTARI

LAS LUCHAS DEL DESEO

CRISTÓBAL DURÁN, MARÍA LUISA FIGUEROA

Y LUCAS SÁNCHEZ

(EDITORES)

(COLECCIÓN PUNTOS SINGULARES)

DIRECTOR DE LA COLECCIÓN

CRISTÓBAL DURÁN

ISBN: 978-956-9441-35-6

ISBN DIGITAL: 978-956-9441-53-0

© 2020, Pólvora Editorial

DISEÑO EDITORIAL Y PORTADA: CAMILA GONZÁLEZ S.

Diagramación digital: ebooks [email protected] .

Índice

Sobre esta edición

Félix Guattari en Chile:Sobre transiciones y captura, a más de treinta años

DE CARTOGRAFÍAS DEL DESEO (CHILE, 1989)

El Capitalismo Mundial Integrado y la revolución molecular

El capital como “integral” de formaciones de poder

Micropolítica del deseo

“Cracks in the Street”

Las luchas del deseo y el psicoanálisis

Las dimensiones inconscientes de los servicios asistenciales

Ciudad / Estado

Las nuevas alianzas

DE EL DEVENIR DE LA SUBJETIVIDAD.CONFERENCIAS, ENTREVISTAS, DIÁLOGOS(CHILE, 1991)

La producción de subjetividad del Capitalismo Mundial Integrado

Las tres ecologías

Antipsiquiatría, psicoanálisis e institución

Referencias bibliográficas

Sobre esta edición

Para comenzar, nos encontramos aquí frente a un gesto doble. En lo concreto se trata de un libro, hecho curiosamente a partir de la adjunción, traducción y montaje de otros libros. En rigor, quizá como cualquier libro que se precie de tal, ha sido construido a través de ensambles, montajes y desmontajes. Segundo, es un libro que inaugura una colección, pero donde “inaugurar” parece ser una trampa. Un libro hecho con otros libros en él y a sus costados, inaugura una serie de libros que de algún modo ya están implicados en él, como avant la lettre. Este libro ya está en medio, en medio de historias que pareciera urgente reconstruir. Una colección venidera se “inaugura” con un libro que consigna transiciones, que se abre para encordar más de treinta años que no dejan de dirigirse y distribuirse de maneras heterogéneas. Esta colección se pone en medio de un presente que no termina de enrollarse en su superficie.

Puntos singulares es una colección que busca abordar el problema de la singularidad de cada libro, de cada escritura, de cada enunciado, pero sin por esto empatar o reducir su potencia a una lógica de lo particular o lisa y llanamente individualista. Al contrario, se trata de un esfuerzo por mantener la paradoja que permite afirmar lo singular en una potencia común y en un cuerpo social. En esta lógica, como editorial damos la bienvenida a Cristóbal Durán, quien toma a su cargo la dirección de esta colección. Le deseamos largo aliento y libros por venir.

***

Los textos que componen este volumen dan cuenta de tonos y circunstancias diversas. Ambos suponen diferentes ejercicios de traducción, así como diferentes escenas de recepción posibles. En cualquier caso, se trata del resultado de un rescate, de un intento de abrir la memoria a un ejercicio de reactualización. Se trata de reunir, acogidos bajo la apariencia de unidad, escritos que vieron el suelo chileno antes y después de la muerte de Félix Guattari. Por un lado, un conjunto de escritos que fueron seleccionados por él y por su traductor Miguel Denis Norambuena, para preparar su visita a Chile en 1991, y por otro, conferencias impartidas aquel año, en lugares que se pensaba podrían activar un diálogo con los interlocutores chilenos.

En total, se trata de textos dirigidos a distintas audiencias, textos que se quieren encontrar con distintas escuchas. Frente a esto, habría que preguntarse por qué reeditar textos pertenecientes a dos volúmenes distintos en uno solo. Unos son textos publicados completa o parcialmente en libros de la autoría de Guattari, junto a conferencias y a escritos hechos para su lectura pública y para incitar inmediatamente a una discusión. El primero de los libros del cual se extraen los textos que conforman este nuevo volumen (Cartografías del deseo, traducido por Miguel Denis Norambuena y publicado en Santiago por Francisco Zegers Editor en 1989), guarda una gran distancia con El devenir de la subjetividad. Conferencias, Entrevistas, Diálogos (Chile, 1991), traducido por Cristóbal Santa Cruz y publicado en Santiago por Dolmen Ediciones en 1998. Ambas publicaciones están separadas por el tiempo, desde la visita a Chile y luego la muerte de Guattari en 1992. Si bien ambos libros son introducidos por Miguel Denis Norambuena, se trata de equipos de trabajo distintos que marcan, en esa distancia de nueve años, las transformaciones que se vivían en el Chile de aquel periodo. De hecho, y esto quizá sea lo más relevante para quienes damos hoy a leer esta “nueva” compilación, hay textos marcadamente diferentes en términos estilísticos y en las apuestas traductivas que promueven.

Nuestra labor ha sido dejar un testimonio de esa diferencia en este volumen. Por lo mismo, se trata de un volumen abierto, heterogéneo y arrojado al porvenir, entendiendo que aquellos dos primeros libros de Guattari publicados en Chile parecían abrir y cerrar un diálogo posible. Nuestro trabajo de edición obedece a una serie de premisas:

Quien lee, tiene ante sí un tercer libro. Ya no se trata simplemente de una reedición de Cartografías y de El devenir. Hemos recogido algunos textos y apartados otros, lo que exige preguntarse el porqué de las anteriores selecciones y qué relación mantiene con la que hemos hecho hoy;

Estableciendo un contraste entre las dos versiones previas de los contenidos, hemos optado por tratar de atenuar las diferencias radicales en términos estilísticos y en la traducción de conceptos que, desde los años 1990, se han revelado manifiestamente como centrales, y que ya han adquirido su carta de ciudadanía en el pensamiento de las últimas décadas. En ocasiones nos vimos en presencia de textos casi completamente distintos, casi como si se tratara de dos viñetas de los Ejercicios de estilo, de Raymond Queneau. Intentamos que textos que se leían muy distintos, en un intervalo de nueve años, pudieran ser leídos, más de 20 años después, estableciendo un diálogo entre ellos;

En este sentido, hemos optado por seleccionar textos que son de autoría exclusiva de Guattari, con dos importantes excepciones seleccionadas por el mismo Guattari para ser introducido en Chile: un fragmento de Mil mesetas (publicado originalmente en 1980, y escrito en coautoría con Gilles Deleuze), y el texto “Las nuevas alianzas”, coescrito junto a Toni Negri entre y publicado en 1985. Ambos resuenan fuertemente con los restantes textos del volumen, y poseen una actualidad indiscutible y urgente: hoy, quizá más que nunca, los diagnósticos y análisis diagramáticos impulsados por Guattari sobre las subjetividades neoliberales son extraordinariamente urgentes para interrogar y enfrentar nuestro presente.

***

Las luchas del deseo presenta algunos de los ensayos que habían sido contenidos originalmente en la edición de Cartografías del deseo (FZE, 1989). Dichos textos fueron sugeridos por Guattari. Si bien el plan inicial suponía traducir sólo textos pertenecientes a La révolution moléculaire (Éditions Recherches, 1977 / 1980), el texto era muy extenso y quizá muy acabado en su organización como para servir de “introducción” o de muestra amplia y panorámica del rango de preocupaciones que recorría el ojo guattariano. El primero de los textos que aquí presentamos “El Capitalismo Mundial Integrado y la revolución molecular”, no forma parte bajo esa denominación de La révolution moléculaire, pero una contribución con ese nombre fue presentada en unas jornadas del CINEL en 1981, y fueron luego recogidas en castellano en la revista Archipiélago: Cuadernos de crítica de la cultura, Nº 1, de 1989. El segundo texto, “El capital como ‘integral’ de formaciones de poder”, antes de su edición en el libro publicado en Chile en 1989, formó parte de la edición francesa de RM, y publicado antes de eso en la revista Recherches en 1980. El ensayo que lleva por título “Micropolítica del deseo” está contenido íntegramente bajo el título “Micropolitique du fascisme” en RM en la edición de 1980. El ensayo siguiente, “Cracks in the Street”, fue publicado en inglés en el número 135 de la revista de arte Flash Art, en 1987. También dio el título a una conferencia presentada en la Modern Language Association, en New York, el 28 de diciembre de 1988 en el Sheraton Center. Una versión en francés apareció en el libro de Guattari, Cartographies schizoanalytiques (Editions Galilée, 1990).

“Las luchas del deseo y el psicoanálisis” figura en RM, en el índice de la edición de 1977. El ensayo siguiente, “Las dimensiones inconscientes de los servicios asistenciales”, no está publicada en ninguno de los libros de Guattari, previos a su aparición en el volumen chileno de 1989. Según Miguel D. Norambuena, se trata de un artículo publicado en una revista de filosofía y política italiana de la época. “Ciudad/Estado” corresponde a un fragmento extenso del capítulo “Aparato de captura”, contenido en Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, escrito por Guattari y Gilles Deleuze, y aparecido originalmente en 1980 como Mille Plateaux (París: Les éditions de Minuit). “Las nuevas alianzas” es un ensayo más extenso, coescrito junto a Toni Negri entre 1983 y 1984, y publicado originalmente bajo el título Les Nouveaux espaces de liberté por la editorial Dominique Bédou, en 1985. Cerca de la edición que aquí publicamos se lo puede leer en inglés bajo el título Communists Like Us: New Lines of Alliance, New Spaces of liberty (Semiotext(e), 1990).

Por otro lado, optamos por seleccionar exclusivamente tres conferencias del conjunto del material que significó la visita de Guattari a Chile, y que fueron publicadas en El devenir de la subjetividad, a saber: “La producción de subjetividad del Capitalismo Mundial Integrado”, “Las tres ecologías” y “Antipsiquiatría, psicoanálisis e institución”. Estas tres conferencias fueron dictadas en Santiago (en RENACE, en el Instituto Chileno Francés de Cultura y en la Universidad Diego Portales). Además, corresponden a la primera parte del libro tal como fue publicado en 1998. Con la excepción de “La producción de subjetividad del Capitalismo Mundial Integrado” que fue publicada originalmente en el Nº 4 de la Revista de Crítica Cultural, estas conferencias llegaron a un público más amplio con El devenir. Por varios motivos hemos optado por dejar fuera de esta edición las entrevistas y diálogos, que sí fueron incluidos en El devenir: desde el punto de vista editorial que perseguimos, las conferencias fueron preparadas considerando a las audiencias que visitó, pudiendo marcar sus textos con los énfasis que el mismo Guattari querría para la discusión; por otra parte, existe un material más amplio y vasto de entrevistas y diálogos que no fueron publicados en El devenir que aún cabría por revisar para próximas publicaciones, y que abren preguntas sobre las elecciones, ausencias, olvidos u omisiones; y, también, porque en las conferencias ocurre un fenómeno curioso: son los traductores y editores de éstas quienes varios años después introducen una serie de subtítulos que orientan la lectura, que “presentan” a Guattari.

Por último, nos gustaría precisar cuestiones de carácter editorial. Por una parte, mantuvimos las notas de introducción realizadas por Miguel D. Norambuena y Francisco Zegers provenientes de Cartografías, así como las notas del traductor y subcapítulos que introdujo el equipo que trabajó en la publicación de las conferencias en El devenir. Las notas del traductor entonces corresponden a Miguel Denis Norambuena y a Cristóbal Santacruz, respectivamente. Además, agregamos las propias con el respectivo N. de los E., para marcar esta reedición. Así también, los errores de carácter “técnico”, como aquellas notas al pie que están inscritas como notas del traductor en Cartografías pero que pertenecen a Guattari, sea de RM u otra publicación de la cual fueron compiladas, han sido corregidas cuando es necesario. Finalmente, esperamos que el lector se encuentre con una edición trabajada cuidadosamente, con cariño y afecto, que busca relanzar la actualidad del pensamiento guattariano en nuestro país.

CRISTÓBAL DURÁN

MARÍA LUISA FIGUEROA

LUCAS SÁNCHEZ

Félix Guattari en Chile: Sobre transiciones y captura, a más de treinta años

Cristóbal Durán

Juan Luis Martínez: ¿La visita a Chile le ha dado una perspectiva nueva sobre el país, sobre la democracia? ¿Esperaba ver algún cambio?

Félix Guattari: Es muy pronto para contestar eso.

JLM: Personalmente, creo que no hay muchos cambios.

FG: Durante años se dijo que esto no cambiaría, pero la realidad lo ha desmentido. Y el cambio va a ser cada vez más acelerado…

JLM: Usted tiene todavía muchas esperanzas.

FG: Es una visión geopolítica global.

JLM: Creo que las cosas se van a acabar, lo que es mucho más importante.

FG: Desde luego, si las cosas siguen igual, la gente en Santiago va a morir ahogada, todo se va a terminar…

FÉLIX GUATTARI, CONVERSACIÓN CON JUAN LUIS MARTÍNEZ, VILLA ALEMANA, 19 DE MAYO DE 1991

Félix Guattari fue y sigue siendo un pensador singular, qué duda cabe. Y esto no sólo lo deberíamos advertir en el empleo de dicho adjetivo, que ya marca abiertamente una línea de inclinación para su pensamiento. Hoy consideramos que su visita a Chile, en mayo de 1991, da cuenta de esta singularidad de un modo excepcional; creemos que hay que volver a reconstruir la escena de esta visita, tomando distancia. Reconstrucción que ahora se muestra urgente, que requiere poner sobre la mesa hipótesis para las razones de esta visita y, sobre todo, para proporcionar nuevas entradas para recorrer los estratos y captar las fuerzas que animan nuestro presente, sus gérmenes y sus devenires.

Nacido el 30 de abril de 1930, el parcours de Guattari nunca se pudo resolver entre la militancia política y la salud mental. Si somos justos: se mantuvo en el medio. Analizado por Jacques Lacan y miembro de la École Freudienne desde 1969, nunca dejó de estar comprometido con la extrema izquierda antiestalinista. Jean Oury, fundador y director médico de la Clínica Psiquiátrica de La Borde, le abrirá las puertas en 1950, y le permitirá desarrollar un trabajo sistemático, en un entorno hospitalario caracterizado por la libre circulación de los enfermos, la rotación del personal y por romper la dicotomía impuesta por el poder médico. Esa orientación hacia la psicoterapia y el análisis institucional tiene como testimonio la fundación del Centro de Estudios, Investigaciones y Formación Institucionales (CERFI), que se mantuvo en operaciones entre 1965 y 1987), y que publicó la revista Recherches. Primero concentrado en la lucha contra la guerra de Argelia (fundó la “Voie Communiste”, que funcionó entre 1955 y 1965) y luego en el mayo francés, desde los años 1970 sus preocupaciones se volcaron a la defensa de militantes de la Autonomía Obrera italiana, a participar activamente en el movimiento de radios libres en Europa, y, desde los años 1980, como un activista comprometido con los movimientos ecologistas.

Todo lo anterior nos da una idea muy discreta de sus preocupaciones al momento de interesarse por Chile y llegar a visitarlo. Pero, es preciso recordarlo, aguardando, antes de su visita, hay un diálogo. Si bien este diálogo de Félix Guattari con Chile podría datarse con varias actas de nacimiento, y sin saber todavía qué quiere decir dicho “diálogo”, lo cierto es que hay un hecho crucial. Hecho que, precisamente, hace treinta años, imprime por anticipado el sentido del volumen que aquí presentamos. En 1989 aparece publicado el libro Cartografías del deseo, bajo el sello de Francisco Zegers Editor. Se trataba de una compilación de textos, de un trabajo editado “para presentar a Guattari al lector chileno”,1 asumiendo probablemente que Guattari era prácticamente un desconocido para quienes rondaban nuestras lenguas.

Hoy podemos decir, luego de pasados treinta años, que sus escritos han sido copiosamente traducidos a varios idiomas, entre ellos el inglés, el alemán, el portugués y el japonés. Las Cartografías fueron un primer gesto para Chile, pero no solitario, por probar la suerte de un pensamiento inaudito en nuestros territorios más próximos: es la segunda traducción de Guattari hecha en Latinoamérica en lengua castellana (en 1976 apareció Psicoanálisis y transversalidad, en Siglo XXI de Argentina y México, y en 1981 se había publicado una selección especial para presentarlo a los lectores brasileños, Revolução Molecular: Pulsações Políticas Do Desejo, una recolección de escritos especialmente reunidos y editados por Suely Rolnik en Editora Brasiliense). Con dificultades, sin hacer concesiones simples al marxismo o al psicoanálisis, se venía fraguando un territorio que todavía quedaba abierto en su trazado.

Cartografías del deseo contiene un conjunto de textos seleccionados y traducidos por Miguel Denis Norambuena, un chileno radicado en Ginebra, y formado por el mismo Guattari en la clínica de La Borde.2 Tal como señala Norambuena, el volumen “gozó de una total libertad de confección, libertad no sólo para la selección y recopilación temática, sino también para la traducción, pues Félix, que aborrecía los lazos de dependencia fantasmática o pragmática hacia su persona, sólo era abordable en un contexto empático de recíproca autonomía de vuelo”.3 Guattari se había interesado fuertemente por Latinoamérica y Chile, por razones evidentes. Por un lado, por lo que significó el gobierno de la Unidad Popular (1970-1973), con sus procesos inéditos a nivel social y político, y por la violencia impactante del Golpe de Estado que destruyó su proyecto. Por otro, por cómo se podía experimentar a nivel subjetivo y cuáles serían las implicaciones de ello en un escenario posdictatorial. Su relación de amistad con Norambuena de seguro lo mantuvo al tanto de la imbricación de estos procesos. Dada la inmensa sensibilidad y el cuidado de Guattari con la naturaleza heterogénea de los procesos de reorganización política, resistencia y recuperación de la democracia, su interés por Chile, más que orientarse a la política de las grandes relaciones de poder, lo llevarían a detenerse en los laberintos de una micropolítica.

Para poder entender las razones que lo llevaron a Chile, y que lo llevaron a conjeturar sobre su proceso, es indispensable tener en consideración su temprano vínculo con Brasil. Lo visitó repetidas veces, un total de siete visitas, y lo recorrió con una frecuencia cada vez mayor a medida que pasaban los años.4 En Brasil, como es bien sabido, Suely Rolnik jugó un papel fundamental a la hora de hacer presente la obra de Guattari. La relación de Rolnik con Guattari data de inicios de la década de 1970, cuando Rolnik escapa de la dictadura militar hacia París. Conoce a Guattari mientras asiste al seminario de Deleuze, y empieza a ser analizada por él y a participar en La Borde. Una vez que regresa a Brasil, traduce y publica una selección de textos de La révolution moléculaire5 bajo el título de Revolução Molecular: Pulsações Políticas Do Desejo. Sin duda, se trata de un primer intento por dar a conocer el pensamiento de Guattari en este rincón del planeta, poniéndolo explícitamente en comunicación con las producciones de subjetividad en Latinoamérica. Así mismo, el libro contribuyó a preparar el ambiente para las reuniones y discusiones que Guattari mantendría en Brasil durante los años siguientes con militantes sindicalistas, miembros de organizaciones de trabajadores y con personajes del entorno psiquiátrico y psicoanalítico de Brasil.6

El caso de Chile es muy interesante. Según lo documenta François Dosse de una manera muy sucinta, Guattari se interesa por la historia de Miguel D. Norambuena, a quien conoce hacia finales de la década de 1970, por mediación de David Cooper. Guattari viaja con Norambuena a Chile en mayo de 1991, y “poco después publican una obra en español, con una introducción de Norambuena, compuesta de una compilación de conferencias pronunciadas por Guattari en Chile”.7 Puntualmente, sobre las consecuencias de la visita de Guattari a Chile, Dosse entrevistó a Norambuena y a partir de dicha conversación pudo escribir que “las tesis del esquizoanálisis tuvieron un efecto innegable y notorio”.8 Si bien es cierto que el lazo que se estrechó entre Guattari —su persona, su pensamiento— y las realidades latinoamericanas, se formó a pulso en el intercambio singular con quienes buscaron hacerse camino ante la brutalidad de las represiones políticas y su concomitante destrucción de los tejidos sociales, y que, desde esos lugares, ello permitió abrir muchas de las ideas de Guattari hacia nuestras experiencias recientes, quizá todavía sea muy pronto para afirmar que estas ideas tienen “un efecto innegable y notorio”. Y quizá sea, recién hoy, que podemos empezar a advertir esta herencia.

***

Cartografías del deseo, el libro publicado en Chile en 1989, nace como resultado del intento de dar a conocer el pensamiento de Guattari en nuestro país, en un momento especialmente decisivo. El 5 de octubre de 1988 se votó el plebiscito nacional que hizo posible decidir si Pinochet seguía o no el poder hasta 1997. El resultado fue el “No”: a finales de 1989 se realizaron elecciones presidenciales democráticas, iniciándose la llamada transición democrática con el gobierno de Patricio Aylwin, desde marzo de 1990. Encontrándose con esa situación en Chile, Norambuena, quien vivía desde hace años en Ginebra, empieza a buscar quién podría publicar a Guattari en Chile. Ni el mundo académico, ni el político, ni siquiera el psicoanalítico, se mostrarán receptivos. Por medio de la escritora Diamela Eltit, Norambuena tomará contacto con Francisco Zegers, editor, publicista y pintor chileno, quien finalmente llevará a cabo la tarea de edición y publicación.

Como cuenta Norambuena en su “Introducción” al libro de 1989, su intención era originalmente traducir La révolution moléculaire, pero rápidamente se encontró con la necesidad de hacer un volumen más pertinente a nuestro continente y nuestra lengua. En una breve semblanza escrita por Norambuena, aparecida en el catálogo #30 Francisco Zegers Artista / Editor, en 2013,9 éste recuerda el interés de Guattari por la dictadura de Pinochet, la represión y el quehacer de los opositores. Decide entonces traducir y editar algunos textos de Guattari en Chile. La apuesta de Guattari para el Chile que iniciaba su “transición” ofrecía “una temática totalmente trasversal (sic) fuera de todo dogma. Un posicionamiento heterodoxo, que no gozaba en ese momento de ningún espacio de acogida, ni cultural, menos sicoanalítico (sic), como tampoco sociopolítico de parte de la intelligence Santiaguina” (s.n.)

Durante la década de 1980, la labor editorial de Zegers permitió sostener el trabajo de una serie de artistas y escritores, y publicar sus libros. Entre ellos, la misma Diamela Eltit, Lotty Rosenfeld, Carlos Leppe y Eugenio Dittborn. En ese concierto, la publicación de Guattari proporciona coordenadas de lectura que le planteaban fuertes exigencias al momento que se vivía en Chile. En su “Nota del Editor” del libro de 1989, Zegers nos propone una imagen de la que no tardará en extraer su fuerza política: el lector podría ser una máquina, máquina como siempre conectada a tantas otras, que experimenta desplazamientos y una paisajística que empezaba, a tientas, a quitarle crédito a ciertos códigos. El libro se le pedía a sus lectores que intentasen pararse en medio, es decir, donde ya no cabe detención alguna, puesto que se trata de un “gabinete de lectura móvil”, y así “sacar la cabeza por la ventanilla del tren”.10

Una nueva mirada sobre lo político, que implicaría a su vez a la salud mental y a las artes visuales, Zegers tiene muy presente, demasiado, la exigencia que Guattari plantea: si la política de hoy (¿1989? … ¿2020?) desborda sus marcos “para tener que retornar a su legalidad para hacerla avanzar en su institución -como un viajero inmóvil”, se trataría de recorrer las cosas de otro modo, de hacer otra política, una “política para hoy”. Pero no sería una labor sencilla: para ello habría que, en plena retirada de las teorías de la dependencia, advertir que ya no era suficiente con diagnosticar el modelo arborescente que ponía al Sur subordinado al Norte. Desde un principio Zegers veía claramente que con Guattari habría elementos de sobra para “interpela[r] al escenario político latinoamericano, que con tanto rigor e ingenuidad se aferra a los modelos arborescentes”.11

El trabajo de Guattari en Chile se inscribiría en paralelo, adyacente al proceso molar de transición democrática. Si la transformación que supone esta última implica captar procesos regulares y trascendentes a los flujos que componen al socius, y que interpretarían, entre otras, la recepción de los llamados movimientos sociales en una institucionalidad en gran medida anquilosada, nunca habría que perder de vista el carácter rizomático de las fuerzas en curso, no formadas ni consumadas. Tal como sucedió en el caso del libro preparado por Suely Rolnik en 1981, lo que estaba en juego era hacer sensible las revoluciones moleculares, de un modo plural y en su compostura singular. Para ello, habría que diluir los “cálculos renales” que, extendiendo la expresión de Zegers, parece que nuestras políticas siguen cargando, hoy, justo en el momento en que preconizamos haberlos abandonado. Ahora mismo, cuando el capitalismo parece saludar su fluidez, y empiezan justamente en Latinoamérica los retornos más o menos interminables de nuevas formas gubernamentales de fascismos (a falta de un término mejor), para mostrar la falibilidad congénita de la transición. A Zegers (y, como veremos, a Guattari) le interesaba la transición a la democracia, pero la necesitaba para entender en ella no un simple banal paso o momento de pasaje, ni mucho menos un cambio de un estado definido a otro.

Zegers nos decía que los gestos de lectura que Guattari nos proponía ya en esos años nos podrían dar la posibilidad de advertir, entre otras cosas, la naturaleza de los movimientos sociales. Movimientos estos, que ya no deberíamos entender, simplemente, como bloques homogéneos. No sólo rechazar el binarismo que reparte con fijeza entre izquierda y derecha, tan nebuloso para nosotros hoy, habitantes de neoliberalismos descarnados. Guattari nos pide que afinemos el oído, para captar los movimientos que germinan al interior de otros movimientos, y que ya no nos permiten identificar amigos y enemigos y ponernos de inmediato en el lugar que más nos convenga, y que más bien nos exigen estrategias, argumentos y cartografías, antes que herencias moralistas o trampas acomodaticias. Izquierdas y derechas al interior de los partidos, sea de donde sean y se reconozcan en la tradición que sea que lo hagan.

Hacia fines de los años 1970, Guattari empezaba a evaluar en detalle las transformaciones de la subjetividad, individual y colectiva, producto de las mutaciones de los mass media. Otros cuerpos, otras imágenes, otras distancias y velocidades, y desde luego, otros inconscientes. Eso se tendría que repetir en el libro mismo. Zegers decía, de la edición de Cartografías, que se trataba de un libro-máquina-de-acción, “disociante, convergente, zigzagueante, contra el libro-perspectiva-apa-rato-de-estado”, y tenía muy presente que no se trataba únicamente de una serie de textos propuestos, sino más bien de una “mirada pragmática de creatividad” con la cual habría que dejar abiertos los territorios de libertad que se van haciendo.12

Porque se trata de un libro sobre el deseo, una máquina deseante. Tantas veces queremos arrojarnos encima de lo espacios de lo real, y la interpretación colapsa los procesos. Y la inmanencia del deseo al campo social no implica que uno se deje subsumir o ahogar por el otro. La única chance de abrir una brecha es mapear relaciones de fuerzas, no seguir programando, no ceder ante las anticipaciones. Se precisan mapas, pero no de territorios que se presuponen o que se tengan como ya constituidos. Se trata de captar cómo las fuerzas, que siempre son relaciones, producen existencialmente sus referentes, sus reales. Las cartografías no pueden verse limitadas a representaciones extrínsecas; participan directamente del engendramiento de sus objetos. Como lo dice Deleuze, a propósito de Foucault, “el diagrama ya no es el archivo, auditivo o visual; es el mapa, la cartografía, coextensiva a todo el campo social. Es una máquina abstracta. Se define por funciones y materias informales, ignora cualquier distinción de forma entre un contenido y una expresión, entre una formación discursiva y una formación no discursiva”.13

Si se trataba de pesquisar líneas de fuga, de inestimable valor para descubrir la fuerza de escape que crece en cada movimiento, fuerza que porta altos coeficientes de creatividad, no es de extrañar que el ejercicio mismo de diagramar y cartografiar se haya encontrado con la persistente dificultad de tener que lidiar con núcleos de poder tan cristalizados, que repelían toda diferencia. ¿Pero acaso no correríamos hoy la misma suerte?

Un lugar casi inexistente

En la última página de la edición chilena de Cartografías, Justo Pastor Mellado se encargaba de consignar cierto aire de familia para el volumen, aparentemente para facilitar la recepción de Guattari en un escenario tan aislado como autorreferente. Proporcionaba “Una chilena biblio(carto)grafía”, con la cual parecía indicar implícitamente que se leyera a Guattari junto a otros textos determinados, para dar posibilidad a un encuentro. Efectivamente muy pocos de dichos textos acusaban recibo explícito de la existencia de Guattari, y se podría sospechar si compartían algún “aire de familia”. Todavía nos queda evaluar si hubo cita, si acaso algo así se puede especular.

El volumen publicado por Zegers fue un volumen urgido, movido y conmovido por la urgencia. En mayo de 1991, Guattari viaja a Chile junto a Norambuena, y Zegers junto a Guadalupe Santa Cruz coordinan e implementan su visita a Santiago, Valparaíso y Villa Alemana.14 Sus encuentros dan inmediatamente cuenta de donde quería apuntar Guattari. Durante un poco más de una semana de reuniones, hizo lazos con ONG de mujeres, con organizaciones de mapuche, con psiquiatras, estudiantes universitarios, artistas, escritores, y expuso o participó de discusiones sobre ecología, cambios sociales, la Amazonía, el capitalismo, economía, política y democracia, antipsiquiatría, comunidad y medicina, feminismo, entre muchos otros tópicos que se pueden encontrar como inquietudes más o menos insistentes a lo largo de sus años de reflexión. Una parte muy escueta del registro de la visita de Félix Guattari podemos encontrarlo en la publicación El devenir de la subjetividad, libro editado por Cristóbal Santa Cruz con la ayuda de Norambuena, y publicado por Ediciones Dolmen en 1998, el cual contiene algunas conferencias, entrevistas y conversaciones que Guattari sostuvo durante su paso por Chile en 1991.

Además de las conferencias realizadas durante la última semana de mayo de 1991 (que son reeditadas en este volumen) y de los diálogos (que contemplan intervenciones de distintos intelectuales chilenos y que Guattari sólo se limita a comentar, además de una conversación sostenida con el poeta Juan Luis Martínez en Villa Alemana, y de un texto leído de Pedro Lemebel leído como intervención en el encuentro de Guattari con alumnos de la Universidad ARCIS), El devenir publica en castellano “Para una refundación de las prácticas sociales”, escrito previo que reelabora luego de su visita a Chile, y que se publica póstumamente en la edición de octubre de 1992 de Le Monde Diplomatique. El devenir también contiene tres entrevistas realizadas en Chile, y publicadas el mismo 1991 en Revista de Crítica Cultural, Hoy y Página Abierta. El valor de éstas es que permitieron hacer públicas las posiciones de Guattari respecto a la situación de Chile y a lo que podría revelarse como fundamental para los años venideros.

Podríamos decir que ambos volúmenes editados en Chile consignan ejercicios de experimentación, casos que ponían en conexión la actualidad chilena con sus energías potenciales, con sus cargas, y con sus energías liberadas. Pero constituyen tan sólo un botón de muestra para dar cuenta de la gran cantidad de intercambios que sostuvo Guattari en su visita a Chile, y que tendrán que ver la luz en los próximos años. Intercambios que podemos suponer extraordinariamente relevantes para comprender distintas dimensiones del proceso transicional. Lo interesante es que lejos de que podamos afirmar que el trabajo de Guattari tuvo, en Chile “un efecto innegable y notorio”, como Dosse parece leer en su conversación con Norambuena, parece que sus discusiones y encuentros permanecieron dormidos en el tiempo. Entre la publicación de Cartografías, que proponía preparar la llegada de las ideas de Guattari y la publicación de El devenir, que recogía algunos testimonios variopintos de su visita, encontramos escasas menciones explícitas. Una es la temprana aparición de Guattari en Cuerpo correccional de Nelly Richard, escrito en 1980 a propósito de la obra de Carlos Leppe, y editado por Francisco Zegers. Richard vincula el problema guattariano del significante en la institución con la posibilidad de leer en Leppe una labor semiótica que se emancipa “de las normas comunes de información verbal o visual, de contestación de la uniformidad totalizante de los patrones sígnicos lingüísticos.15

La cuestión de la minoridad o del devenir minoritario —y de los devenires—, así como la crítica del significante es un tópico que podemos encontrar explícita y tácitamente en los escritos de Richard, así como en los de Justo Pastor Mellado,16 quien tradujo además la conversación que mantuvo Guattari con Roberto Matta en 1987.17 Una tercera voz que recurrió a Guattari de manera temprana fue Willy Thayer. En La crisis no moderna de la universidad moderna (Santiago, Cuarto Propio, 1996), emplea el concepto de Capitalismo Mundial

Integrado para dar cuenta de uno de los rasgos decisivos de la transición chilena, y que mostraría cómo ella se basa en una unidad compleja de control informacional planetario, que se sostiene en un proceso recíproco de telematización del mercado y de mercantilización de la telemática.

Además de dichas menciones, es poco lo que se puede constatar en un nivel explícito sobre su recepción en nuestro país, en los momentos cercanos a su visita. La singularidad del pensamiento guattariano quizá no pudo ser atendida en su momento, y quizá incluso se pueda especular que su visita no produjo un gran impacto inmediato, un impacto que, sin embargo, ha tenido que irse elaborando paulatinamente en una serie de prácticas. Contra ello también conspira la sostenida obliteración o subrogación de la firma de Guattari debajo de aquella de Gilles Deleuze. Aun cuando sea cierto que la escritura firmada por ambos sea una multiplicidad en sentido estricto, siempre parece primar el nombre de Deleuze por sobre el de Guattari,18 incluso en los casos en que se apuesta a su complicidad.19 El lugar casi inexistente de Guattari no puede ser enfrentado sin apelar al hecho de que su visita fue escandida por su interés de los procesos dictatoriales y posdictatoriales en Chile. Casi podríamos imaginar a Guattari muy interesado con qué sucedería con lo que él advertía en su visita como una gran capacidad de inteligencia colectiva que constituía una posibilidad de resistencia inaudita para el Capitalismo Mundial Integrado.20 ¿Qué sería la transición, esa transición interminable que ha revelado ser la transmutación estabilizadora del régimen militar? ¿Qué habría podido ver Guattari de la captura de las Organizaciones No Gubernamentales, captura “necesaria” para asegurar el planteamiento de la transición?

***

Félix Guattari murió de un ataque al corazón la noche del sábado 29 de agosto de 1992, a los 62 años, en La Borde. Desde este otro lado del planeta, la transición a la democracia ya se encontraba en pleno, exactamente a dos años y medio de asumir Patricio Aylwin, figura moderada de la Democracia Cristiana y un reconocido opositor al programa de Salvador Allende y la UP. Hoy no hemos abandonado el régimen transicional, y hoy, más que nunca, el Capitalismo Mundial Integrado opera con un brazo armado implacable.21 Quizá sea preciso afirmar hoy, más que nunca, la urgencia de leer y discutir a Guattari, de volverse hacia su “caja de herramientas”. Pese a no verse explicitadas —pese a no fijarse y a pujar por su soltura—, sus tesis se aferraban a persistir. Volvían a quienes seguíamos asombrados por ellas, y a quienes las podíamos reconocer en otros lados: cuando se extenuaban las lecturas y las matrices, había que ponerse creativos, es decir, atentos a las fuerzas, a los movimientos, a lo que conectaba con los afectos, con los deseos.

En su visita quiso explorar los procesos de producción de subjetividad en el CMI en distintos dominios. En lugar de hallarnos frente a la imagen de un capitalismo controlador, lo que Guattari destaca es más bien la idea de un momento del capitalismo basado en la capacidad de producir la subjetividad, y sostenido en la capacidad de homogeneizar los modos de producción, circulación y control social. El CMI, basado precisamente en la capitalización de la subjetividad, se transformaba en un concepto excepcional para entender las capturas de los territorios existenciales y del cuerpo social. Integral por su potencia integradora e integrista, por su virtud in-dife-renciadora que logra, entre otras cosas, que por primera vez el destino de todo el planeta esté en manos de la especie humana… eso sella el fracaso patente del capitalismo.

Como lo definía en “Las nuevas alianzas”, escrito junto a Toni Negri a mediados de la década de 1980: el CMI es esta figura del mando/dominación que recoge y exaspera la unidad del mercado mundial sometiéndola a instrumentos de planificación productiva, de control monetario, de sugestión política, con características casi estatales. El Capitalismo Mundial integra en este proceso, junto a los países metropolitanos y directamente dependientes, al conjunto de los países del socialismo real y dispone además de los instrumentos de absorción de la economía de numerosos países del Tercer Mundo, cuestionando la antigua posición de éstos, denominada como de “dependencia periférica”. El mando/dominación estatal y los Estados nacionales están sometidos así a una verdadera desterritorialización. El CMI no se obstina en recomponer, de acuerdo con nuevas formas de unificación, los flujos y las jerarquías de los poderes estatales tradicionales. Engendra funciones estatales suplementarias que se expresan a través de una red de organizaciones internacionales, una estrategia planetaria de los medios de comunicación de masas, una rigurosa toma de control del mercado, de las tecnologías, etc.”.

En ese escenario, en un Chile todavía completamente sensibilizado por las heridas dictatoriales, no parece extraño que uno de los textos reunidos en Cartografías, precisamente el más extenso y quizá el que más apelaba a un registro estratégico, “Las nuevas alianzas” (coescrito junto a Toni Negri, por ese entonces exiliado en Francia y todavía acusado en Italia de ser el autor ser el autor intelectual del asesinato del primer ministro italiano Aldo Moro a manos de las Brigadas Rojas), haya omitido el subtítulo de su primer capítulo. La borradura sobre “Nous appellons communisme…” (“Llamamos comunismo…”) podría haber sido una toma de resguardo, pero no únicamente frente a los poderes, que todavía mantenían hacia finales de los años 1980 al nombre “comunismo” bajo un veto y una interdicción. También podrían haber buscado separar —puesto que hacían falta nombres en el Chile de fines de los ’80 para indicar eso que con “comunismo” se quería decir en los textos de Guattari— ese significante de sí mismo, y se haya buscado con eso preparar una circulación y recepción de sus ideas, a distancia tanto del régimen militar como del tejido de los Partidos.22

Ya en 1991, Guattari hablaba a sus interlocutores sobre la necesidad, en este escenario de fomentar el disconsenso, como modo de producir y liberar la alteridad, dado que las luchas en curso puestas en el CMI son luchas de subjetividades. Ese disconsenso sería “no sólo aceptar la diferencia del otro, sino que además desearle, trabajar para que esa diferencia se acentúe”.23 Eso sería parte de una política a la vez coherente y deseosa de la diferencia, de la singularización de las posiciones del otro”.24 El deseo de consenso habría sido, a sus ojos, una clara señal de un riesgo totalitario patente. Dado que “la subjetividad capitalista lo homogeneiza todo” se requiere “una revolución molecular [que] implica una heterogénesis de los valores”25 y de un análisis de los procesos de producción de la subjetividad que aspiren a construir “territorios existenciales”. Estos territorios existenciales no serían otra cosa que el objeto de una ecología que, ahora política, tendría que darse las condiciones de inventar su propia ecología social y mental, atenta a las microprácticas de todo tipo. Una ecología que no pasa únicamente por marcar el trazado de las relaciones entre especies y entornos, sino que también requiere la integración de una dimensión virtual e incorporal, de los acontecimientos que difícilmente se dejan captar en entramados relacionales entre individuos constituidos.

Algo similar a lo que podía observar en su conferencia “La producción de subjetividad del capitalismo mundial integrado”, cuando se refería a la visita que realizó a la “Casa de todos”, “centro ecológico de personas de la tercera edad, ubicado en Santiago”: “La gente describía el momento en que, a fuerza de verse, reunirse, tomar juntos iniciativas, se sentían perteneciendo a algo que trascendía su propio yo. Pero este ir más allá del yo, que implica un trabajo de años en una institución psiquiátrica, no es solo una subjetividad que nace entre individuos como fenómeno microsocial de grupo; es algo que compromete todo tipo de dispositivos: dispositivos de intercambio económico, dispositivos de diseño plástico en el espacio, aquello que yo denomino “ritornelos”, pequeños ritmos sociales”.26

Precisamente en ese sentido se dirigían los intereses de Guattari. Si en la misma conferencia podía preguntarse por el sentido que podría tener hoy seguir haciendo política, y constataba con ello las dificultades para discernir las diferencias entre los programas de los distintos sectores políticos y el profundo desinterés por la política partidos, que advertía tanto en su Francia natal como en Chile. “Es como si los poderes políticos tradicionales estuvieran completamente fuera de las mutaciones sociales fundamentales que están ocurriendo y que en definitiva le hubieran delegado al CMI la tarea de administrar las ciudades, la subjetividad, las universidades, etc.”.27 “El partido tradicional sólo se preocupa de las relaciones de poder. Es incapaz de pensar la multiplicidad de los territorios existenciales en el seno de los cuales hay circulación del deseo. Todo el problema consiste en encontrar un estatuto de coexistencia entre las instancias analísticas institucionales que trabajan la textura molecular de la subjetividad sin jamás centralizarla, jerarquizarla, y máquinas de afirmación social vinculadas a las relaciones de fuerzas molares. Me parece que éste es uno de los desafíos mayores de las próximas décadas”.28

Frente a ello, ya no bastaría con confiarse a los políticos, a los posibles intelectuales, o las guías que programen las relaciones entre la política y el socius. El interés de Guattari por Chile, recordémoslo, estribaba en que parecía ser un lugar excepcional para el desarrollo de dispositivos intelectuales colectivos. Como le respondía a Nelly Richard, a propósito de la imagen de un intelectual capaz de conmover los entramados institucionales: “La intelectualidad y la sensibilidad se desarrollan siempre más en el cuerpo social. Están llamados a tener un lugar cada vez más importante. […] Ahora vendrá el tiempo de la intelectualidad experimentadora, creadora, que tiene influencia por su eficacia real. […] Lo alternativo, lo menor, lo disidente se reencuentran constantemente en el interior de los procesos creativos. Los poderes recuperaron mucho el deseo, pero el deseo está en condición de fugarse siempre cuando agenciamientos maquínicos le permitan desplegar sus dimensiones ontológicas propias”.29

Días antes de regresar a Francia, y de volver a La Borde, Guattari le confiaba lo siguiente a Nelly Richard, en la entrevista que ya mencionamos:

Lo poco que conozco de América Latina me hace pensar que existen fuertes capacidades de resistencia a lo que llamo el laminado capitalístico de las subjetividades. Por tradición de lucha, por sobrevivencia étnica, por la enormidad de los problemas ecológicos, demográficos, urbanísticos, etc. Me he interesado, por ejemplo, en seguir la experimentación de una nueva forma de organización en Brasil con el Partido de los Trabajadores. No es algo perfecto, pero marca una voluntad de repensar las relaciones entre la acción política global y los problemas locales; las relaciones entre religión y laicidad entre hombre y mujer, blanco y negro, etc. Demasiado a menudo, los modelos ideológicos y de organización provinieron de Europa. Quizás ahora deba invertirse la dirección. No entiendo la fascinación de muchos intelectuales latinoamericanos por la cultura del ‘Norte’. Me parece que el laboratorio del futuro está en América Latina y que es aquí donde se debe tratar de pensar y experimentar.30

Los lectores y lectoras tendrán que evaluar y juzgar, en cada caso, en qué textos aquí contenidos coexisten o más bien en qué encuentros se pueden producir “territorios existenciales” que desafíen la integralidad del capitalismo y su modo de producir subjetividades. Encuentros que permitan cartografíar otros y diversos modos de existir. En un hoy lleno de estratos, pero también de líneas de fuga, muchas quizá todavía inadvertidas, esta tarea es urgente, a más de medio año de una sublevación sistemática y sin precedentes, en un Chile que pide con insistencia dignidad y justicia.

1 Francisco Zegers, “Nota del Editor”, en Félix Guattari, Cartografías del deseo (Santiago: Francisco Zegers Editor, 1989), 11.

2 Norambuena se radicó en Suiza, luego de ser exiliado por la dictadura cívi-co-militar de Pinochet en 1973. Previo a su partida, militaba en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y realizaba una labor de apoyo a los comuneros Mapuche en el sur de Chile. Años después, en Ginebra, fundaría el Centro Racard en 1981, y luego, en 2005, el Centro Dracar.

3 Miguel Denis Norambuena “Introducción”, en Félix Guattari, El devenir de la subjetividad (Santiago: Dolmen, 1998), 10.

4 François Dosse, Gilles Deleuze y Félix Guattari: Biografía cruzada (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2009), 622.

5La révolution moléculaire es el segundo libro publicado por Guattari, y recoge diversos artículos y ensayos. Una primera versión apareció en 1977 en Éditions Recherches, y una segunda apareció en 10/18 en 1980, que considera otros textos aparecidos hasta ese año. Es importante mencionar que ambas versiones no sólo incluyen textos diferentes; además, cuando se presentan los mismos textos se los hace con grandes modificaciones. En 2012 apareció, en Les Prairies Ordinaires, una edición que reúne el material de ambos libros. En 2017 apareció una traducción castellana, basada en esta última, por Errata Naturae.

6 Sobre la experiencia brasileña, se editó en 2005 Micropolítica: Cartografías del deseo de Félix Guattari y Suely Rolnik (Madrid: Traficantes de Sueños); también existe una versión más extensa, publicada en 2013 en Buenos Aires por Tinta Limón, que incluye las diversas entrevistas y encuentros sostenidos durante cada visita. La edición brasileña original data de 1999.

7 Dosse se refiere evidentemente a El devenir de la subjetividad, publicado en 1998. Sin embargo, a continuación (Dosse 2009, 627), comete el error de mencionar a Norambuena como autor de la introducción al volumen publicado en Argentina en 1995, por La marca, donde figura como compilador y prologuista Gregorio Kaminsky y titulado de la misma forma que el libro aparecido en Chile en 1989. Es importante mencionar que, en el volumen argentino, que recoge casi los mismos escritos que el libro chileno, se reconoce la antecedencia de este último, aparecido 6 años antes, pero que lamentablemente contó con una distribución muy reducida.

8 Dosse, Gilles Deleuze, 627. Esta afirmación es hecha a partir del testimonio que Norambuena entrega luego de una visita a Chile en 2005: “‘Si Deleuze y Guattari fueran hoy a Chile, no podrían creer lo que ven’, afirma Miguel Norambuena a su regreso de Chile, a fines de 2005. Invitado por tres universidades para hablar de esquizoanálisis, en cada una de ellas se encuentra con salas repletas de estudiantes” (Dosse 2009, 627). Norambuena nos comenta que este comentario fue hecho a partir de la nutrida acogida que se le hizo en la Universidad Bolivariana y en la UMCE, cuando viajó a Chile ese año.

9 Miguel D. Norambuena, “Pancho, un alegre y jovial paradigma rizomático”, en Catálago #30 Francisco Zegers Artista/Editor (Santiago: D21 Arteproyecto, 2013). https://issuu.com/departamento21/docs/cat_30_zegers

10 Francisco Zegers, “Nota del Editor”, en Félix Guattari, Cartografías del deseo (Santiago: Francisco Zegers Editor, 1989), 11.

11 Zegers, “Nota del Editor”, 12.

12 Zegers, “Nota del Editor”, 13.

13 Gilles Deleuze, Foucault (Barcelona: Paidós, 1987), 61.

14 Esta información fue señalada por Miguel D. Norambuena.

15 Nelly Richard y Carlos Leppe, Cuerpo correccional (Santiago: Francisco Zegers Editor, 1980).

16 Mellado es parte del equipo de edición de Cartografías. Véase http://www.ceda.cl/antecedentes-comprender-la-no-realizacion-del-trabajo-propues-to-gonzalo-diaz-participar-seminario-trabajos-intervencion-del-espacio-ur-bano-organizado-i/. También se puede consultar el libro de Mellado, Escenas locales: ficción, historia y política en la gestión de arte contemporáneo (Córdoba: Curatoría Forense, 2015).

17 Félix Guattari y Roberto Matta, “‘El oestrus’. Primera parte”. Revista Estudios Públicos 44 (1991) y Félix Guattari y Roberto Matta, “‘El oestrus’. Segunda parte”. Revista de Estudios Públicos 45 (1992).

18 La obliteración reiterada de la obra de Guattari y de su relación con Chile (pese a la importante visita de 1991) cuenta sólo con una excepción. Paulina Varas viene a hacer justicia a ese silencio de décadas, para recordar la figura de Guattari en su vínculo con Chile, aunque ello se haga desde una veta sobre todo testimonial, donde se recuerda a Guattari a través de Norambuena, “Transversal Polyphonies: A Reflection with Miguel D. Norambuena on Félix Guattari’s Trip to Chile”. Deleuze and Guattari Studies 13 (2019): 377-394.

19 Sergio Witto, “La comunidad interrumpida. Deleuze & Guattari”. Actuel Marx Intervenciones 4 (2005).

20 Félix Guattari, “La revolución de los deseos”, entrevista realizada por Roberto Brodsky, Página “Cultura”, Revista Hoy (edición del 20 al 26 de mayo de 1991), en El devenir de la subjetividad (Santiago: Dolmen, 1998), 79.

21 El 27 de febrero de 2020, Amnistía Internacional publicó un informe titulado “Los derechos humanos en las Américas: retrospectiva 2019”, donde se consigna que “Chile cerró el año 2019 con la peor crisis de derechos humanos desde la dictadura cívico militar del general Augusto Pinochet”. Más de 13 mil personas heridas durante los dos primeros meses de protestas, 2.500 denuncias por violaciones a los derechos humanos, registradas por la Fiscalía Nacional, 31 muertos en el marco de las protestas.

22 Sería muy interesante confrontar esta idea con la tachadura de los nombres de personeros comunistas (Sanfuentes y Baltra, junto al también tachado nombre del nuncio Einaudi) en Sueños Privados, Ritos Públicos, de Justo Pastor Mellado, publicado en enero del mismo 1989, en ocasión de la muestra de Lonquén 10 años, de Gonzalo Díaz (Santiago: Ediciones de la cortina de humo, 1989).

23 Félix Guattari, “¿Qué se hace con la revolución?”, entrevista realizada por Ignacio Iñiguez, Revista Página Abierta (Edición del 27 de mayo al 9 de junio de 1991), en El devenir de la subjetividad (Santiago: Dolmen, 1998), 72.

24 Félix Guattari, “La revolución de los deseos”, en