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Las páginas escritas por San Francisco de Sales sobre el Sagrado Corazón de Jesús son como un jardín de flores fragantes que nos cautivan con su belleza espiritual y su amoroso aroma. Es un viaje emocionante y profundo hacia el corazón mismo de la devoción cristiana, donde el amor de Jesús por nosotros brilla como un sol radiante que nos abraza y nos reconforta.
Imagina sumergirte en un océano de amor divino, donde cada página es una ola cálida que te envuelve en la ternura y la compasión de Cristo. San Francisco de Sales nos guía por este viaje, revelándonos las maravillas de un amor incondicional, un amor que late en el corazón de Jesús, listo para sanar nuestras heridas y llenar nuestros corazones de paz y alegría.
En estas páginas, descubrimos la profundidad del Amor Divino, un amor que trasciende el tiempo y el espacio, un amor que nos invita a confiar plenamente en Dios y a abandonarnos en su misericordia. San Francisco de Sales nos muestra cómo el Sagrado Corazón de Jesús late con un amor apasionado por cada uno de nosotros, cómo está dispuesto a guiarnos en nuestra vida diaria y a sostenernos en tiempos de tribulación.
Estas páginas nos invitan a contemplar el Sagrado Corazón como el epicentro del amor y la redención, un lugar donde encontramos consuelo, perdón y renovación. Es un regalo precioso de San Francisco de Sales que sigue iluminando nuestros corazones, recordándonos que en el Amor de Jesús encontramos nuestra fortaleza y nuestra esperanza, y que somos amados más allá de nuestra comprensión.
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Veröffentlichungsjahr: 2023
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Cervantes Digital
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Las páginas más hermosas de San Francisco de Sales sobre el Sagrado Corazón de Jesús y su Amor para con nosotros
San Francisco de Sales
PRÓLOGO
I. EL ESPÍRITU DE LA VISITACIÓN.
II. EL AMOR REVELADO EN LA CRUZ.
III. ASCENDER HASTA SU CORAZÓN LA ORACIÓN.
IV. EL AMOR AL PRÓJIMO.
EPÍLOGO
PRÓLOGO
En el Evangelio, hay una página que San Francisco de Sales debió leer y meditar a menudo... Es aquélla en que se ve a Jesús sentado, rodeado por sus discípulos y diciéndoles en un tono de confidencia “Aprended de mí.”. Los discípulos se acercan intrigados: “¿Qué va a enseñarnos?” “¿Algo personal?” “¿Íntimo?” “¡Seguramente!” Prestan oído con curiosidad. Y Jesús prosigue: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”.
Lo ha dicho todo. Ha desvelado lo que constituye la esencia de su ser, lo que le define, lo que él quisiera que fuésemos nosotros: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”.
¿No podríamos imaginar acaso que al pronunciar estas palabras el Señor debió ver de antemano al que se llamará, más tarde, el más manso de todos los santos, aquél a quien Vicente de Paúl consideraba como la imagen más perfecta de Cristo en la tierra? ¿Aquel que debía fundar sobre la roca de esta Palabra la orden de la Visitación?: nuestro santo Padre Francisco de Sales.
En los escritos de la Madre Ana-Margarita Clément, una de las primeras Superioras del Instituto, se pueden leer las líneas siguientes: “Nuestro bienaventurado Padre recibió la inspiración de fundar una Orden en la Iglesia para honrar el adorable Corazón de Jesús y las dos virtudes que más quiere, la mansedumbre y la humildad que son el fundamento de las Reglas y Constituciones de la Visitación.
Había Órdenes que honraban la predicación de Nuestro Señor, otras sus ayunos, algunas su soledad; otras su pobreza; pero la de la Visitación está establecida para rendir continuo homenaje a su Corazón y para imitar su vida oculta.
¿No podemos pensar también que cuando Francisco de Sales dedicaba así su Instituto al Corazón de Jesús, Dios iba preparando, por medio de Él, la cuna en la que iba a nacer, en el siglo siguiente, con Santa Margarita Maria, la devoción al Sagrado Corazón, devoción que iba a conquistar y renovar el mundo?
En los escritos de San Francisco de Sales abundan los textos en los que habla del Sagrado Corazón, tanto en sus cartas y homilías, como en el Tratado del amor de Dios, la Introducción a la vida devota o en las Conversaciones espirituales. A veces su lirismo se explaya en páginas enteras, a veces sólo es una frase, una alusión que aflora al correr de su pluma...
Vamos a recoger algunas y enlazarlas en ramos agrupándolas en cuatro temas principales, para descubrir así las páginas más hermosas de San Francisco de Sales sobre este tema.
I. Dulzura y Humildad: Espíritu de la Orden de la Visitación de Santa María.
II. El amor revelado en la Cruz
III. Habitar en su Corazón. La Oración
IV. Un corazón como el de Dios. Amor al prójimo.
I. EL ESPÍRITU DE LA VISITACIÓN.
El día 24 de abril de 1610, antes incluso de la fundación oficial de la Visitación, mientras la baronesa de Chantal se disponía a salir hacia Annecy, Francisco de Sales le escribía, como en una visión profética:
Estamos en vísperas de embarcarnos para ir al puerto de gracia y de consuelo. He pensado esta mañana sobre estas palabras del Evangelio: "El que permanece en Mí y Yo en él da mucho fruto, pues sin Mí no podéis hacer nada". Estoy seguro de que no permaneceremos más en nosotros mismos y que, de corazón, intención y confianza habitaremos para siempre en el costado herido del Salvador, pues sin Él no sólo no podemos, sino aunque pudiéramos, no querríamos hacer nada. Todo en Él, por Él, con Él y para Él. Todo Él.
Francisco, Obispo de Ginebra 24 de abril de 1610
¡Cuántas veces, más adelante, recordará a sus primeras hijas la santidad que desea para ellas!Lo atestigua esta definición que se podía ver inscrita en los muros de cualquier Monasterio últimamente: Las Religiosas de la Visitación, que sean tan dichosas de observar su reglas, podrán llevar el nombre de Hijas evangélicas, fundadas particularmente para ser imitadoras de las dos virtudes mas amadas por el Sagrado Corazón, la mansedumbre y la humildad, que son la base y el fundamento de su Orden y que les procuran ese privilegio y gracia incomparables de llevar el nombre de Hijas del Sagrado Corazón de Jesús.
Y más aún:
La humildad y la mansedumbre constituyen, espíritu peculiar de vuestro Instituto, fundado sobre las bases de oro de la caridad, la humildad y la dulzura; y como lección primera y principal, esta hermosa palabra de Nuestro Señor: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”.
En efecto, para San Francisco de Sales, en estas dos virtudes de mansedumbre y humildad, se encierran los dos mandamientos del Señor: el amor a Dios y el amor al prójimo: Las Hermanas, decía, deben ejercer una profunda humildad hacia Dios y una gran dulzura hacia el prójimo.
Un año después de la fundación, el 10 de junio de 1611, en una carta a la madre de Chantal, Francisco de Sales dio definitivamente el Corazón de Jesús como armas y escudo de su Instituto.
Annecy, 10 de junio de 1611
Buenos días queridísima hija. Un convenio que tengo que conseguir esta mañana entre dos de nuestros pastores de Gex, me priva del consuelo de ir a ver a mis queridísimas ovejas así como alimentarlas yo mismo con el Pan de la Vida. Mr. Rolland va a suplir mi ausencia. No obstante, no es demasiado buen mensajero para llevaros el pensamiento que Dios me ha dado esta noche: que nuestra casa de la Visitación es, por gracia suya, suficientemente noble y digna de consideración como para tener escudo, armas, divisa y consigna de guerra propios. He pensado pues, querida Madre, si os parece, que es menester que tomemos como escudo un único corazón traspasado por dos flechas encerrado en una corona de espinas, y que este pobre corazón sirva de base a una cruz que lo remate y lleve grabados los sagrados nombres de Jesús y María.
Hija mía, os diré en nuestra primera entrevista mil pequeños pensamientos que se me han ocurrido sobre este tema; porque, en verdad, nuestra pequeña Congregación es obra del Corazón de Jesús y de María. Muriendo el Salvador nos ha dado la vida por la herida de su Sagrado Corazón, por tanto es muy justo que nuestro corazón permanezca siempre, mediante una esmerada mortificación, rodeado por la corona de espinas que ciñó la cabeza de nuestro Señor mientras el dolor le mantuvo atado al trono de sus mortales dolores.