Las profundidades de Colosenses - Gustavo Castillo Montenegro - E-Book

Las profundidades de Colosenses E-Book

Gustavo Castillo Montenegro

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Beschreibung

Este libro es un maravilloso viaje espiritual a Las profundidades de Colosenses. El autor, un ministro de Dios con más de treinta años de trayectoria, comenta minuciosamente verso por verso este libro bíblico, que es una epístola escrita por el apóstol Pablo en la que aborda temas cruciales como la supremacía de Cristo, la plenitud espiritual en Dios y la conducta cristiana.  Dirigido tanto a ministros consagrados como a recién llegados al evangelio, este libro proporciona una guía integral para aplicar las enseñanzas de Colosenses a la vida cotidiana. Además, el autor comparte experiencias personales para enriquecer el análisis. Esta combinación de reflexiones profundas y vivencias propias ofrece una conexión única con la Palabra, invitando a los lectores a explorar la riqueza espiritual de esta epístola, a fortalecer su Fe y a vivir en el Espíritu.

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Gustavo Castillo Montenegro

Castillo Montenegro, Gustavo

Las profundidades de Colosenses / Gustavo Castillo Montenegro. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Tercero en Discordia, 2024.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga

ISBN 978-631-6540-93-5

1. Religión Cristiana. 2. Biblia. I. Título.

CDD 230.09

© Tercero en discordia

Directora editorial: Ana Laura Gallardo

Coordinadora editorial: Ana Verónica Salas

www.editorialted.com

@editorialted

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor.

ISBN 978-631-6540-93-5

Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723 de Argentina.

Comentarios

Mi esposo llegó a los caminos de Dios a la edad de 16 años, siendo muy joven. Recibió el llamado de Dios y nunca se ha apartado de los caminos del Señor.

A los 21 años, nos casamos, y Dios nos dio la bendición de ser padres de cuatro hijos, tres hombres y una hermosa niña. Gracias a su buen ejemplo y dedicación a la obra de Dios, nuestros hijos aún sirven al Señor, son sus colaboradores en la iglesia que ministra, donde es pastor desde 2001.

Desde hace dos años, siente una inquietud y un sueño de escribir el libro de Colosenses. Se inspiró en este libro después de orar por mucho tiempo y escudriñar las escrituras. Hoy, gracias a Dios, ya es una realidad.

Te invito a leer y a deleitarte en este magnífico libro, que será de gran bendición a tu vida espiritual.

Felicidades, mi amor.

Dania Leiva Rivera

Esposa

Este libro es el resultado de una vida dedicada al evangelio y la obra de Dios. Durante dos años mi padre se ha entregado a la oración para poder traspasar de forma única la visión que Dios le ha otorgado del libro de los Colosenses.

No hay duda de que, al leer este libro, podrás entender algunos misterios de Dios desde la creación hasta la manifestación de Cristo, explicados desde el punto de vista científico y contrastado con las Sagradas Escrituras.

Si eres alguien que está comenzando el camino del evangelio, o un ministro que ha caminado años en la senda, vas a ser beneficiado por los comentarios y las interpretaciones de un hombre con más de 40 años de trayectoria.

Te desafío a conocer las profundidades de Dios desde el libro de los Colosenses.

Gustavo Castillo Leiva

Hijo

Este libro es el resultado de la pasión por el evangelio que siempre ha caracterizado a mi padre, el pastor Gustavo Castillo, quien se ha dedicado desde 1980 a estudiar y atesorar la palabra de Dios, y a buscar la voluntad de Dios en cada cosa que hace.

Este libro ofrece una experiencia reveladora y edificante a los lectores a través de un análisis de la epístola del apóstol Pablo a los colosenses. El lector no solo adquirirá conocimientos teológicos sólidos, sino que también será desafiado y alentado a aplicar estas verdades en su caminar diario con Dios.

Sin duda, este libro es una herramienta excepcional para aquellos que buscan no solo comprender intelectualmente, sino también experimentar personalmente las verdades transformadoras de los Colosenses.

Josué Castillo Leiva

Hijo

En este magnífico libro de mi padre, el pastor Gustavo Castillo, te sumergirás a las profundidades del libro de Colosenses, donde los amantes de las Escrituras podrán profundizar en los escritos del apóstol Pablo, cuyos consejos de amor y devoción son de mucha bendición para nuestras vidas en estos tiempos. Te invito a leer este gran libro que enriquecerá tu vida y fortalecerá tu relación con Dios.

Isaac Castillo Leiva

Hijo

Es un orgullo que un hombre lleno de visión y amor, de corazón sincero y que ama a Jesús, haya escrito este libro, que es una gran herramienta de aprendizaje. Lo honro por cumplir sus sueños, y espero que inspire a muchos más en este camino. 

Te amo, padre.

Rachel Castillo Leiva

Hija

Prólogo

Introducción

Escribir este libro es para mí un sueño cumplido, un sueño maravilloso que llena de gozo mi alma. Desde hace años tenía esta inquietud de escribir un libro, y específicamente este maravilloso libro de Colosenses, ya que me apasionan y me intrigan mucho los mensajes profundos que el apóstol Pablo escribió inspirado por el poder del Espíritu Santo.

Lo intenté hace unos 17 años y solo logré escribir unos pocos versos del capítulo uno, y quiero ser sincero, no tuve la capacidad de dar cuenta de esas cosas hermosas que contiene esta carta a los Colosenses. Sin embargo, en días de pandemia, cuando el trabajo había menguado considerablemente, me encontré con más tiempo en casa y entonces volvió a mi vida este deseo de intentar de nuevo abordar la escritura de este libro acerca de esa hermosa carta. Creo con todo mi corazón que esta es la voluntad del Señor Jesús, Él fue quien me inspiró a escribir, y Dios incluso me reveló cosas que yo no entendía ni sabía.

Mis tiempos son limitados, pero aprovechaba cada momento libre para dedicarlo a escribir y a escudriñar. Escribí estando en vuelos, en estadías de viajes, en casa y en cualquier lugar que tuviera el espacio. Era como si la palabra de Dios cobrara vida en mi ser. Mi mente se asombraba al entender los mensajes profundos del Espíritu de Dios, y asimismo deseo sinceramente que este libro sea una bendición para usted también.

Propósito del libro

No consulté con otros escritores para escribir, lo cual no debe parecerles arrogante, sino que más bien busco su aceptación y que pueda permitirse leer este libro. En esta obra no va a encontrar los pensamientos de otros grandes escritores. Aunque sí he transcrito algunos comentarios de otros autores en aquellos casos en que necesité reforzar mis pensamientos.

Cada palabra y pensamiento es lo que Dios me dio; cada vez que comenzaba la escritura, mi primer acto era orar al Señor Jesús y pedir su dirección.

En el desarrollo de este libro, voy comentando verso por verso, y no busco la conexión, que está ahí por sí misma, sino la profundidad de cada palabra escrita e inspirada por el Espíritu Santo, considerando tiempos, cultura, principios, que son muy diferentes a los del mundo actual en el que vivimos.

El propósito de este libro es edificar, y contribuir al crecimiento personal de cada hijo de Dios. Este libro también le entregará pautas para desarrollar predicaciones mucho más profundas que las que puedo expresar en este libro. Puede que, en algunos o todos los comentarios, usted no esté de acuerdo, y lo comprendo; sin embargo, mi propósito no es contender, sino edificar. No busco entretenerlo, al contrario, espero que lea este libro de principio a fin para fortalecer su fe y esperanza en la venida de nuestro amado Señor Jesucristo por la iglesia.

Conclusiones

A los 59 años de vida, y luego de haber vencido un cáncer en la zona bucal, reflexiono en que mi vida está en las manos de Dios. Cuántos años más Dios me concederá en esta vida no lo sé, solo digo que seguiré luchando para vivir y estar con los que amo, para continuar pastoreando además a esa hermosa Iglesia de Mauleón y proyectándome en la vida de negocios, donde además veo cómo Dios me abre puertas para crecer todavía más.

Mi vida en las manos de Dios ha sido maravillosa.

Doy testimonio de la gran misericordia del Señor porque Él me hizo entender a través de un sentir del Espíritu de Dios cuál es el lugar donde iré después de esta vida, ese lugar es de alto valor, nada hay en esta vida que se compare a la futura gloria de los hijos de Dios prometida por nuestro Señor Jesucristo. Durante la enfermedad tuve ese sentir de querer irme de esta vida porque mi espíritu había sentido lo maravilloso que es la vida eterna que tendremos junto al Señor.

Amados, amigos, hermanos, deseo que el Señor de toda gloria les conceda grandes bendiciones y que el fin de sus vidas sea junto a nuestro Dios en la eternidad.

Gracias.

Capítulo 1

1 Pablo apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo.

Poderosa presentación, nombre y título, y el respaldo de quien le dio su ministerio, Dios mismo. La forma de recibir su ministerio fue única, puesto que quien se le apareció en el camino fue el mismo Señor Jesucristo, y le reclamó su dura persecución, pero el Señor lo doblegó, lo arrojó al suelo y lo enfrentó: “Yo Soy Jesús a quien tú persigues” (Hechos 9:5).

Pablo defiende su ministerio, que le fue entregado directamente de Dios (Gálatas 1:11-12).

“Y el hermano Timoteo”. Para Pablo un hijo amado en la fe, cuya familia fue quien lo guío desde la niñez en la fe genuina, y ahora está en él. Timoteo es un valeroso y valiente de la fe. Es de gran valor y un privilegio nacer en una verdadera familia cristiana. Si usted tuvo ese privilegio, no lo desestime, valórelo y aprovéchelo.

Es tal el amor de Pablo por su hijo Timoteo, que le dedicó dos cartas llenas de consejos, reconocimiento y motivantes palabras para seguir en el camino de la fe (1 Timoteo 6:12 / 2 Timoteo 1:5).

2 A los que se encuentran en Colosas, hermanos santos y fieles en Jesucristo: Paz y gracia sean a ustedes de parte de Dios nuestro Padre.

La Iglesia de Colosas estaba compuesta principalmente por gentiles (1:21), se cree que su fundador fue Epafrás (1:7).

Los maravillosos calificativos “santos y fieles” es algo que todos quisiéramos oír decir de nosotros de boca de uno de los más altos líderes de la iglesia como lo es Pablo. Es una combinación perfecta de actitudes que sin duda permitirán a sus poseedores la vida eterna. Ser santo no es libertad para hacer lo que se quiere, y digo esto porque muchas veces la santidad de Dios en la vida de las personas se usa de manera incorrecta, lo que arrastra a las personas a hacer cosas malas: “… solo que su libertad no sea pretexto para la carne…” (Gálatas 5:13).

Entonces, cuando a la santidad le sumas fidelidad, podrás permanecer y usar esa santidad para el bien de la obra de Dios. La fidelidad te sujeta al que te dio santidad. No olvidemos que no llegamos al Señor siendo santos, mas Él nos dio su Santo Espíritu, y ese poder nos da santidad, libertad, amor, entre otras cosas.

“Paz y gracia sean a ustedes de parte de Dios nuestro Padre”. Es la forma como escribía Pablo (Efesios 1.2; Corintios 1:2). Para lograr entender parte de lo que significa para él esta combinación de palabras, es necesario definirlas.

“Gracia”: es mencionada más de 90 veces en las cartas de Pablo, y para él representa la gratuita salvación de Dios. En él está impregnada la gracia, y demuestra que es un hombre agradecido, porque, después de haber sido un perseguidor y asesino de la iglesia, la gracia de Dios se le apareció, lo doblegó y lo perdonó, poniéndolo en el ministerio.

Todos somos salvos por gracia, y, de la misma manera, debemos reconocer todos los días que “por gracia somos salvos […] no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).

“Paz”: la gracia conlleva en sí misma la paz. Cuando éramos enemigos de Dios y hostiles con Él, vivíamos en constante pleito con Él y, por qué no decirlo, con todos los que nos rodeaban, estábamos, por naturaleza, alejados de Dios. Mas Él por su gracia nos llamó, nos perdonó y nos puso en paz con Él. Entonces Pablo menciona gracia y paz porque es el complemento perfecto para ser salvos. Esta gracia y esta paz son un regalo de Dios.

3 Damos siempre gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, y oramos por ustedes.

Damos siempre gracias a Dios. Mirar al cielo y decir “Gracias, Señor, por ser parte de tu iglesia” es ser una persona agradecida y que, por ende, demuestra amor a Dios y a los demás. La sensibilidad tanto humana como la de Dios está viva en ese corazón.

Hoy nos enfrentamos a un mundo cada vez más duro, egoísta e insensible, al que no le importan los demás, y es muy triste que esa insensibilidad entre en la iglesia. “Los cuales después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia…” (Efesios 4:19).

“Y oramos por ustedes”. No es una frase rutinaria ni falsas palabras de “Voy a orar por usted”. Para Pablo, como para otros apóstoles y muchos hermanos de la actualidad, es habitual orar por todo y por todos: “Oren sin desistir” (1 Tesalonicenses 5:17).

¿Imagina usted a Pablo diciendo “Estamos orando por usted” y muy pocas veces doblando sus rodillas para cumplir con lo dicho? Como fiel testigo de Dios, cuyo llamamiento fue directo de Dios sin intermediarios, y teniendo a Dios como testigo de su obra, Pablo era un varón de oración, al que no le era difícil prometer una oración por la iglesia.

4 Habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tienen a todos los santos.

La buena fama corre rápido, es más, nuestro Señor Jesucristo tenía una muy buena fama de ser un sanador. Esa fama llegó a Siria, un país que limita al norte de Israel (Mateo 4:24). Tener fe es una buena fama, si Dios te usa en poner las manos sobre los enfermos y que sean sanados, aleluya, va a correr como agua su fama.

También la mala fama corre, y ojo con la forma de llevar el evangelio, pues tenemos un acusador que echa a correr muy rápido los errores que se cometemos, con el fin de desprestigiar no tan solo tu vida, sino también el evangelio. Satanás apunta su tiro más alto y más lejos, y su mayor propósito es desequilibrar la iglesia para destruirla y que nadie más vaya a ella. Su odio por Dios y la iglesia lo motiva cada día a usar los errores y pecados de los hijos de Dios para desprestigiar la fe. Para él, estos errores y pecados son poco importantes, no le afectan. Él solo los usa para su propósito mayor.

Amar a los que nos aman, a la familia o a los amigos es habitualmente fácil, pues de ellos también recibimos lo mismo. Sin embargo, leer que los colosenses aman a todos los santos es mayor; amar a un desconocido es difícil, pero el detalle aquí es que a quienes aman es a los santos. Son un tipo de personas que tienen un sello desde su interior que los une, hay una fuerza, un poder que los atrae entre sí, y que les permite amar a todos por igual. Ese sello se llama Espíritu Santo. “Dios conoce a los que son suyos” (2 Timoteo 2:19).

5 A causa de la esperanza que está reservada en el cielo para ustedes, la cual escucharon desde el principio por la palabra de verdad del evangelio.

El motor para permanecer en la fe es la esperanza. Es sin duda una batalla diaria mantener la fe, nos enfrentamos a injusticias, abusos, provocaciones de todo tipo, sean materiales, sexuales o sociales, y esa batalla la ganan los valientes, escrito está: “El reino de los cielos avanza a pesar de sus enemigos. Solo la gente valiente y decidida logra formar parte de él” (Mateo 11:12).

Nada más poderoso para un ser humano que cree al evangelio es saber que, si se mantiene en la fe, va a ser parte y heredero de un reino celestial, y no es a causa del honor que significa ser parte de un reino y disfrutar de los privilegios que eso conlleva, sino por la real razón de estar con el Señor por toda la eternidad. Si en esta humanidad disfrutamos de su presencia de una forma maravillosa, inagotable, gloriosa, me faltan calificativos para expresar esa sensación de sentir su santo poder. Entonces nos imaginamos cómo será estar con otro cuerpo, uno inmortal, angelical, eterno, y vivir por los siglos de los siglos junto al Señor, sintiendo su amor, su presencia y viéndolo cara a cara, realmente magnánimo.

“La cual escucharon desde el principio por la palabra de verdad del evangelio”. Aquí entramos todos los responsables del evangelio, que hemos sido llamados a predicar el evangelio de la paz. “Id por todo el mundo y predicad el evangelio...” (Marcos 16:15).

Ellos tuvieron una actitud poco vista en esta época: ellos escucharon, creyeron y sirvieron.

Hoy en día solo se cumple la palabra de Dios: “y a causa del aumento de la maldad, se enfriara el amor de muchos” (Mateo 24:12). Debido a esto, cada vez es más difícil ver milagros de conversión a Dios como los que sucedían en los hechos apostólicos, cuando se convertían entre 3.000 y 5.000 personas por solo una predicación al evangelio.

No es buena la arrogancia ministerial, y en este comentario incluyo a todos los predicadores con o sin cargos o ministerios. Un alma es de gran valor para Dios, y para aquel líder que la tiene bajo su responsabilidad. A veces he escuchado decir “Que se vaya, de todas maneras, Dios traerá diez más”. Amados, estamos en los tiempos finales, y cada vez el corazón de la humanidad está más duro. Valoremos a las personas y cuidemos el rebaño del Señor.

6 El cual ha sido proclamado a ustedes, como también a todo el mundo, y crece y da fruto así también en ustedes, desde el día que escucharon y conocieron la gracia de Dios en verdad.

La palabra de Dios no es para algunos pocos, es para todo el mundo, es más, creo que, si todo el mundo se convirtiera de una sola vez a Dios, Él tendría poder para sellarlos y salvarlos a todos. “… de tal manera amó Dios al mundo…” (Juan 3:16).

El evangelio, las buenas nuevas, y en sí la palabra de Dios, son un ente 100 % activo. Cuando llegó el evangelio a los oídos de usted, este, desde ese mismo momento, comenzó a crecer. Conocer la palabra de Dios cada día nos hace más fuertes, y el fruto principal de la palabra de Dios es obtener fe, la fe viene por el oír la palabra de Dios (Romanos 10:17). Pero atención: ese fruto de fe crece cada día, aleluya, y así es como en el Señor podemos llegar a ver tales prodigios y milagros que impactaron al mundo (verán lo que no imaginaban) y beneficiaran a la iglesia (las almas llegan solitas a las capillas), y el Señor será honrado (tanto el creyente como el incrédulo darán gloria a Dios).

Cuando hay milagros, quienes se encargan de engrandecer a Dios son los mismos beneficiados.

He escuchado a veces decir “Lamento haberme apartado de Dios, ese tiempo lo perdí”. Y, en efecto, el tiempo fuera de Dios es tiempo perdido. Si ahora usted está en Cristo, aproveche el tiempo, ponga atención a la palabra de Dios, y aumente tu fe, crezca y conozca profundamente la gracia de Dios, que sin duda es una verdad innegable para la humanidad.

7 Así como aprendieron de Epafrás, nuestro amado consiervo, quien por ustedes es fiel ministro de Cristo.

Palabras de un hombre de Dios y un ejemplo del Señor, un apóstol lleno de humildad. Todos los títulos que Pablo tenía, su estatus dentro de la sociedad judía hacía de él un hombre notable, destacado, admirado.

“Circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos, fariseo, en cuanto a celo perseguidor de la iglesia, y en cuanto a la justicia que es según la ley, irreprensible” (Filipenses 3:5). Esto y mucho más hablaba de la grandeza ministerial de Pablo, y de que él renunció a todo por amor a Cristo. Quiero rescatar este texto para demostrar la capacidad escritural y espiritual y la valentía varonil de Pablo, y que, aun con su gran y extenso currículum, él mostraba humildad y respeto frente a sus consiervos, en este caso con Epafrás.

Epafrás se cree que fue el fundador de la iglesia en Colosas. Este además era enseñador y llegó a ser ungido apóstol de la iglesia. Fue un fiel amigo de Pablo, quien cuando supo que estaba en la cárcel en Roma por causa del evangelio, fue a él y estuvo prisionero juntamente con Pablo (Filemón 23).

La grandeza de un grande es reconocer a otro grande. Esto es algo difícil de encontrar en nuestra sociedad, donde pareciera que, cuando alguien sobresale, tratan de bajarlo y ponerlo más abajo de ellos. A veces se comenta negativamente y se hacen gestiones para evitar que otros crezcan. Sin embargo, si usted está en el propósito de Dios, tarde o temprano Él cumplirá su propósito en ti, y no va a importar quién o quiénes se opongan.

“Epafrás, quien por ustedes es fiel ministro de Cristo”. El llamamiento era genuino, no fue puesto ahí por voluntad humana, es Dios quien lo puso como líder de la iglesia de Colosas. De la misma manera, amado, cuando Dios lo llame y lo ponga a cargo de alguna labor, nada ni nadie lo vencerá, porque será Él quien confirme su trabajo y ministerio.

La lealtad de Epafrás es sobresaliente: como comenté, fue en busca de Pablo cuando estaba en la cárcel y aceptó también ser apresado para estar con él, su consiervo.

Los verdaderos siervos de Dios son leales, pues, si no, miremos al Señor Jesús, quien dijo “No hay mayor amor que este: que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13). Jesús guardó a sus discípulos hasta el final de su vida terrena y luego siguió con ellos a través del Espíritu Santo.

Podemos confiar en un ministro fiel a Cristo, pues de la misma manera será fiel a los hermanos.

8 Quien nos ha dado a conocer de su amor en el Espíritu.

Pablo resalta a Cristo, de quien reconoce el amor que ha entregado a la iglesia. Imagino el corazón del Señor Jesús, lleno de amor y compasión, que mostró y entregó en muchas ocasiones, un varón sensible, amoroso hacia la humanidad. Entonces, si fueron formidables las demostraciones de amor del Señor, debemos estar más que felices porque Él ha perpetuado ese amor hacia la humanidad y a ustedes como hijos de Dios en el Espíritu Santo. Este Espíritu habitaba con ellos, pero luego habitaría en ellos (Juan 14:17). Estaba con ellos, porque el Espíritu Santo estaba en Jesús (Hechos 2:33). Pero luego estaría dentro de ellos (Hechos 2:38). Cuando viniera el Espíritu Santo.

9 Por esto, desde el día que nos enteramos, también nosotros no cesamos de orar por ustedes, y de rogar que sean colmados del conocimiento de la voluntad de Dios en toda sabiduría y entendimiento espiritual.

“Por esto”: es como un resumen de las razones por las cuales ellos iban a orar por la iglesia de Colosas: su fe, su entrega, su amor, su esperanza.

La oración era para que el conocimiento de la voluntad de Dios fuera abundante o rebosante en la iglesia. Cabe señalar que no conocer la voluntad de Dios es una frustración que se carga. Es como cuando intentas hablar con una persona que tiene otro idioma y tú no sabes hablarlo (he vivido momentos así), en un momento te desespera no poder entablar correctamente la comunicación. Así muchos en la vida no conocen a Dios, y, como no lo entienden, se frustran y terminan odiando a Dios, “entenebrecidos en su entendimiento, ajenos a la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos, y por la ceguera de su corazón” (Efesios 4:18).

Pablo denota dos conceptos en el proceso de conocer a Dios: sabiduría y entendimiento espiritual.

“La sabiduría es una cualidad atribuida a quien posee una gran cantidad de conocimiento y que los sabe usar con prudencia y sensatez”1. Entonces debemos entender que adquirir conocimiento en el tiempo te dará sabiduría, y, si hablamos de la iglesia, la sabiduría se basa en el conocimiento de la palabra de Dios, lo cual implica no solo leer mucho, que ya es muy bueno, sino también estudiarla, lo que conlleva investigar conceptos, palabras, sentidos, etc.

La abundancia de la palabra de Dios en esta vida terrena te da sabiduría, y seguramente el concepto de Pablo, un estudioso de la palabra de Dios en el judaísmo y luego en el cristianismo, lo impulsaba a motivar constantemente a la iglesia a que estudiase la palabra de Dios “hasta que se caigan de espaldas” (Isaías 28:13). “Que la palabra habite abundantemente en ustedes en toda sabiduría, enseñando y amonestando entre ustedes con salmos con cánticos e himnos del Espíritu” (Colosenses 3:16).

El concepto “entendimiento espiritual” me hace pensar en un nivel superior de sabiduría. Para entender lo terreno, tenemos cosas terrenas, y, para entender lo espiritual, ¿qué tenemos? Somos seres terrenos, ¿cómo comprenderemos las cosas de la dimensión espiritual? En esa atmósfera muchos alucinan y hablan como si hubieran estado ahí. “Pero éstos blasfeman contra las cosas que no conocen, y en las cosas que están persuadidos, por instinto se corrompen como bestias mudas” (Judas 10).

Entonces, ¿cómo es posible estar colmados de entendimiento espiritual? Todos podemos llegar a este nivel superior de entendimiento, y de esto depende que cada uno comience a transitar por el camino de la oración y la llenura del poder glorioso del Espíritu Santo. A través de su poder, entramos a la dimensión espiritual, y es ahí donde podemos entender las cosas espirituales (en un periodo de mi vida, viví estas cosas de las que hablo).

Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestras debilidades; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos (Romanos 8:26-27).

La constancia de vivir en la llenura del Espíritu Santo proporciona madurez espiritual, y es ahí cuando comienzas a recibir revelaciones, manifestaciones del Espíritu de Dios. Es más, creo que, si nos disponemos a buscar a Dios más de lo que lo hacemos, algo glorioso va a comenzar a suceder.

El mejor ejemplo de lo que es entender lo espiritual es el Señor Jesucristo. Él en su humanidad hizo cosas sobrenaturales, milagros extraordinarios, resucitó muertos, sanó enfermos, caminó sobre las aguas, multiplicó los panes y los peces, y eso solo es posible en la dimensión del Espíritu. Pablo, un hombre de oración, anhelaba que la iglesia de Colosas entrara en ese magnífico camino espiritual.

¿Usted está dispuesto a entrar?

10 Para que se conduzcan como es recto, agradando a Dios en toda buena obra, dando fruto y creciendo en el conocimiento de Dios.

En paralelo, tener sabiduría y entendimiento espiritual es portarse bien con Dios, es caminar con Él de una forma sincronizada.

No es posible agradar a Dios si no somos constantes en nuestras conductas, si dos o tres días hago lo bueno y otros tantos lo malo. “Dios no puede ser burlado” (Gálatas 6:7). Las buenas obras hablan, y quienes las practican dan luz al incrédulo.

Usted dirá que es imposible no pecar, porque está escrito que “no hay justo, ni aun uno” (Romanos 3:10), y digo amén a eso. Sin embargo, cada uno debe procurar cada día hacer buenas obras, y no solo por la iglesia, sino también por los extraños. “El pecado está en aquel que sabe hacer lo bueno y no lo hace” (Santiago 4:17).

Claro que sí puedes hacer lo bueno. El resultado de una buena conducta son los frutos, y los frutos hablan, y si ese fruto es dulce, suave y apetitoso, entonces será elogiado. Mas, si es amargo, duro, y de feo aspecto, será desechado. El buen fruto se cuida con abono, desinfectantes, para que crezca más y que cada año sea más abundante. Si usted está dando buenos frutos, procure el próximo año ser más abundante.

“Creciendo en el conocimiento de Dios”. He escuchado este dicho: “El saber no ocupa espacio”. Dios nos creó con un cerebro capaz de almacenar mucha información, y, desde el punto de vista de la informática, el cerebro es capaz de almacenar 100 terabytes, que equivale a 100.000 gigabytes.

Para que se haga una idea, en un terabyte se pueden almacenar 250.000 canciones, y eso multiplicado por 100 da como resultado 25 millones de canciones (podría cantar de memoria 25 millones de canciones).

Entonces, es técnicamente imposible llenar nuestro cerebro durante toda nuestra vida con información del conocimiento de Dios. Aleluya.

Me cabe en razón lo que Juan escribió: “Y hay también muchas otras cosas que hizo Jesús, que si se escribieran una por una, creo que ni siquiera el mundo bastaría para los libros que se habrían de escribir” (Juan 21:25). Son tantas las cosas que se podrían haber escrito y seguir escribiendo de lo que hizo y hace Jesús, que faltarían árboles que talar, canciones que escribir, 100 terabytes. Es decir que la capacidad mental del Señor Jesús en su humanidad estaba muy por encima del máximo; sin embargo, la mente de Dios es infinita, hay tantas cosas que están en la mente de Dios, que jamás con nuestra mente podríamos llegar a saber.

Creo que una de las cosas que hizo sobresaliente al Señor Jesús es que, aunque tuviera una mente humana, estaba recibiendo constantemente información celestial divina. “Yo y el padre somos uno” (Juan 10:30).

11 Y siendo fortalecidos con todo poder, en toda perseverancia, paciencia y gozo, según la grandeza de su gloria.

Si el universo existe a partir de la expansión de la materia y la energía, la gran pregunta es a qué se refiere con “todo poder”? ¡Este poder es según la grandeza de la gloria de Dios!

El poder de Dios es inexplicable e inimaginable, capaz de crear, transformar, modificar, volver a crear a pesar de lo dañado: “Hizo otro vaso como mejor le pareció” (Jeremías 18:4).

“Y las cosas invisibles de Dios, su eterno poder y deidad, son hechos evidentes desde que el mundo fue establecido, siendo entendidas en las creaciones de Él, para que no tengan excusa” (Romanos 1:20).

La creación nos habla del gran poder de Dios, que hizo lo que hizo de la nada, y creó desde la partícula más pequeña (quarks: materia indivisible) hasta la masa tangible más extensa de todo el universo.

Si el universo existe a partir de la expansión de la materia y la energía, ¿de dónde salió esa primera materia y de dónde vino esa primera energía para que se formara el universo y la vida en todos sus sentidos?

“Los cielos narran la gloria de Dios, y el firmamento declara la obra de sus manos” (Salmo 10:1). “Porque lo que de Dios puede ser conocido les es evidente, pues Dios se los hizo evidente” (Romanos 1:19). Nada existiría si no fuera porque Dios lo creó. Ángeles, potestades, galaxias, planetas, estrellas, vida terrestre.

Entonces, podemos comprender que ningún hijo de Dios debería dudar de la victoria que tenemos asegurada en el Señor. Es tal el poder de Dios, que ha hecho que nadie que viva en la fe del hijo de Dios deba sentirse derrotado jamás, a pesar de las pruebas y situaciones adversas. Al contrario, cada prueba, cada adversidad debería fortalecerlo más.

El poder de Dios es inexplicable e inimaginable, capaz también de transformar, perdonar, justificar y santificar a toda persona.

“En toda perseverancia, paciencia y gozo”. La fortaleza dispuesta de parte de Dios para sus hijos es permanente, Dios no se cansa de ayudar y restaurar a sus hijos para que lleguen a la perfección y logren la meta establecida.

Alcanzar la meta depende no de Dios, si no de usted. Cuando usted es perseverante, sin duda, y lo digo con absoluta seguridad, logrará sus metas. ¿Quiere que Dios lo use en hacer milagros? Persevere en la oración y en la búsqueda de Dios y Él le dará esa bendición. ¿Quiere ser sabio en las Escrituras? Persevere en la lectura y el estudio de la palabra de Dios y lo conseguirá.

“Paciencia”. Para lograr las metas, debe tener esta actitud. Ser paciente no se trata de una oración o de una lectura y ya, sino de hacerlo con paciencia, de ir avanzando poco a poco hasta alcanzar la meta propuesta, y aquí quiero comentar que las metas se las propone usted; Dios es realmente magnánimo, y, si Él nos pusiera metas de lo que podemos ser en esta vida, seguramente muchos se frustrarían y terminarían culpando a Dios por no poder cumplirlas. Pero quiero que piense en esto: cualquier objetivo que se proponga, a cualquier altura que quiera llegar, o cuánto poder quiere recibir de Dios para usarlo en bien de la humanidad, eso se lo propone usted, y, a partir de esa decisión, puede comenzar a buscar en Dios, pues de eso estamos hablando.

Ejemplo: Salomón oró, y Dios lo hizo el hombre más sabio de la época. Sin embargo, se debe reconocer que Salomón ya actuaba con sabiduría en su inicio de reinado, y lo que Dios hizo luego de la petición fue darle un corazón y una mente entendidos, aumentó lo que ya tenía, es decir, hizo que supiera la verdad de los asuntos y así pudiera juzgar de mejor manera las cuestiones complejas de su reinado. Después su sabiduría comenzó a incrementarse, en cuanto a la edificación del templo, la distribución de sus ejércitos y la administración general de su casa y de todo el pueblo.

“Gozo”. La perseverancia y la paciencia con este hermoso ingrediente hacen que el trayecto hacia la perfección sea agradable. En cada momento de espera, que puede incluso ser desilusionante, tener gozo es fundamental, pues no se va a enojar con usted mismo, ni con los que lo rodean ni mucho menos con Dios.

“Regocíjense siempre en nuestro Señor. De nuevo les digo: ¡Regocíjense!” (Filipenses 4:4).

“Según la grandeza de su gloria”: trato de entender esta expresión para poder expresar de alguna forma poderosa qué tan grande es la gloria de Dios.

Si lo llevamos al plano científico, podemos decir que el universo es inmenso y finito a la vez, pero que, fuera de esta extensión, existe otra dimensión superior e infinita donde Dios habita, donde no hay tiempo ni espacio que limiten la existencia. El Dios nuestro no tiene tiempo ni espacio, es un Dios que existe por sí mismo, que no tiene principio ni fin, y del que nosotros somos una muy pequeñísima parte.

Si lo llevamos al plano bíblico, podemos tomar como ejemplo el día en que Moisés pidió a Dios que le mostrara su gloria:

… y Dios dijo: Haré que toda mi gloria pase frente a ti, y proclamaré el nombre de Yahweh delante de ti. Y tendré misericordia, y tendré compasión del que yo tenga compasión. Y añadió: No podrás ver mi rostro, porque nadie puede verme y vivir (Éxodo 33:19-20).

Sin duda alguna la grandeza de Dios es insuperable.

12 Den gracias a Dios Padre, que nos consideró dignos de participar de la herencia de los santos en luz.

Dar gracias en todo, esta es la voluntad del Señor. Y el consejo es dar gracias por la razón más importante de la vida de un ser humano, ser considerados por Dios para recibir una herencia celestial.

No es exclusivo para ti y para mí, es una puerta abierta para todo el mundo, no es un llamamiento exclusivo, sino global, universal.

¿Qué hace la diferencia en que usted y yo seamos ahora partícipes de esta herencia? En que nosotros pudimos escoger entrar a participar de ella.

Dios ama a todo el mundo (Juan 3:16).

Dios murió por todos los pecadores (Romanos 5:8).

Estando nosotros muertos, Él nos dio vida (Efesios 2:5).

Quien desea que todos los hombres sean salvos (1 Timoteo 2:4).

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe (Efesios 2:8).

Entonces, esto de la aceptación de Dios para ser salvos lo entiendo así: oímos el evangelio, creímos y nos entregamos a su servicio, y, cuando estuvimos frente a Dios luego de la conversión, Él nos aprobó con algo muy maravilloso, lo mejor que nos ha pasado en la vida, su aprobación se concretó con el sello del Espíritu Santo. ¿Quién puede negar que ese sello nos identifica directamente con Dios?

Dios envía sus mensajeros, a usted, a mí, y a muchos, pero no olvide que cada uno decide servir o no a Dios; muchos creen en Él sin compromiso, pero fieles a Dios hay pocos. “Muchos son los llamados y pocos los escogidos” (Mateo 22:14). Todos los que creen y se arrepienten de todo su ser “son llamados, escogidos y fieles” (Apocalipsis 17:14).

Usted se preguntará cómo es posible, por ejemplo, tomar el bautismo sin estar arrepentidos. Tenemos el ejemplo de Simón el Mago, que se bautizó, pero no estaba arrepentido de sus pecados, solo lo hizo por lograr más objetivos personales, y el apóstol Pedro lo reprendió, quedando con esto asentado que fue reprobado por Dios (Hechos 8:13,19-24).

Amados, Dios no puede ser burlado (Gálatas 6:7). Si lo aprobó, Él lo designará con un nombre de escogido y fiel simplemente porque usted tomó una decisión seria y verdadera de servirlo.

Entonces, que usted sea designado no significa que otros no lo sean también, pues esto haría creer que la salvación está limitada, determinada y sellada de antemano solo para salvar a los que Dios quiere, y contradiría lo que dice la Escritura.

“El Señor no se tarda en sus promesas, como algunos lo tienen por tardanza, sino que es paciente por causa de ustedes, no deseando que ninguno se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9). Si no se han arrepentido, es por decisión propia, libre elección: “Escoged hoy vosotros a quien servir” (Josué 24:15). Y Dios espera que lo hagan.

Porque algunos hombres han obtenido acceso, quienes desde el principio estaban inscritos de antemano para esta condenación, hombres impíos que convierten la gracia de Dios en abominación, y niegan a Aquel que es el único Señor Dios. Nuestro Señor Jesucristo (Judas 4).

Judas apóstol se refería a algunas personas que habían entrado a la iglesia como convertidos; sin embargo, él los descubrió y mostró el grado de maldad que había en ellos. Ellos entraron a la iglesia no por arrepentidos, sino que en sus corazones llevaron la maldad para sacar provecho y dañar la fe de los verdaderos hijos de Dios, ellos decidieron entrar y seguir de esta malvada manera la fe, lo cual les daba mayor condenación.

La predestinación individual no corresponde aquí, debido a que sería un acto contradictorio a los otros textos antes mencionados donde Dios muestra su amor para salvar a los pecadores que van camino a la condenación eterna. Lo que Judas menciona es saber que, para todo ser humano, la condenación está determinada desde el principio de todo y para todos los que no acepten a Jesucristo como su Señor y Salvador. El pecado entró en el mundo y, por consiguiente, la muerte también, porque todos pecaron.

“Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiréis un juicio más severo” (Santiago 3:1). Si consideramos esta escritura, es posible que haya mayor condenación, y, si querer ser nombrados y reconocidos como maestros (orgullo y arrogancia) ya significa una mayor condenación, piense usted cuánto mayor condenación hay para los que entran a la iglesia solo para hacer daño.

Como ha dicho Matthew Henry2: “Nadie es excluido de la oferta de la salvación del evangelio, sino los que obstinadamente y malvadamente se excluyen a sí mismos”.

13 Y nos liberó del dominio de las tinieblas, y nos trasladó al reino de su Hijo amado.

Los que no nacimos en el evangelio nacimos en esclavitud. Y los que nacieron en el evangelio por la fe de sus padres nacieron libres.

El niño Timoteo fue hijo de Dios desde su nacimiento, desde la niñez él escuchó y practicó la palabra de Dios, la cual él debía seguir cuando ya era ministro para que lograse ser salvo (1 Timoteo 3:15).

Los que nacimos en hogares no cristianos estábamos bajo el dominio de las tinieblas, lo que significa que la tendencia al mal era y es mayor, pues no hay nada que ayude a un niño o joven a seguir lo bueno si no hay nadie que lo guíe.

El Señor lo entendía muy bien, pues se enfrentó a sus discípulos para reprenderlos porque Él quería desde niños darles su bendición. Qué importante es presentar a los niños al Señor. Si usted no asiste a ninguna iglesia cristiana, de igual manera puede presentar a sus hijos al Señor para que sean bendecidos, pero no bautizados, debido a que el bautismo es para el perdón de pecados, y los niños aún no cometieron esos actos.

“El dominio de las tinieblas”: todos los que están ahí son personas sometidas, o esclavos de las obras de las tinieblas. “Éramos tinieblas” (Efesios 5:8). “Las obras de las tinieblas son sin fruto y son abominables, son desenfrenos, embriagueces, lechos impuros, envidias, altercados” (Efesios 5:11-12; Romanos 13:12-13).

La eterna lucha del bien y del mal, de la luz y las tinieblas. Desde que se halló maldad en luz bella, comenzó esta lucha, pero que no es eterna, pues Satanás tiene los días contados, él y todos los que lo siguen y llevan a cabo sus obras perversas de las tinieblas serán condenados al fuego eterno. “Y el adversario que los había seducido fue echado al lago de fuego y azufre, donde están también la bestia salvaje y el falso profeta, y serán atormentados día y noche por eternidades de eternidades” (Apocalipsis 21:10).

Sin embargo, la luz de Dios es eterna.

Las declaraciones del Señor Jesús en Juan 10 nos muestran el paralelo de no recibir la verdad, pero sí recibir la mentira. Al que era el buen pastor no lo aceptaron, pero sí a los asalariados. “Yo he venido en nombre de mi padre, y no me han recibido, pero si viniera otro en su propio nombre, a ese recibirán” (Juan 5:43).