Latidos en la sombra - Jota Rodríguez - E-Book

Latidos en la sombra E-Book

Jota Rodríguez

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Beschreibung

Latidos en la sombra es el abrazo que primero te rompe y después ordena esos trozos y los recompone. A través de casi sesenta poema, Jota Rodríguez nos muestra una historia de superación y aceptación de uno mismo, de asunción de nuestro lado más oscuro para poder aprender a querernos primero a nosotros mismos y poder aprender a amar, después, a los demás. Entre la luz y la sombra, este poemario deja al descubierto el lado más íntimo del autor, que remembra esas sensaciones y sentimientos que, al fin y al cabo, compartimos.

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Primera edición digital: febrero 2023 Campaña de crowdfunding: equipo de Libros.com Composición de cubierta: Paloma Munuera Maquetación: Álvaro López Corrección: Isabel Bravo de Soto Martín Revisión: Patricia Á. Casal

Versión digital realizada por Libros.com

© 2023 Jota Rodríguez © 2023 Libros.com

[email protected]

ISBN digital: 978-84-19174-99-4

LATIDOS EN LA SOMBRA

JOTA RODRÍGUEZ

Para ti, que miras a la oscuridad sin temor, para que mires a la luz con la misma confianza y valentía.

Índice

Portada

Créditos

Título y autor

Dedicatoria

Sin sombra puede haber solo luz, pero nadie la apreciaría

Silencio sombrío

Desde la oscuridad

La costumbre de caer

Lo llamamos (sobre)vivir

Viviendo en la herida

Alimentando al monstruo

Rey Midas

Obsolescencia programada

Muriendo en tinta

Días de tormenta

Dolorosa despedida

Inocentes juegos

En la piel

Epitafio perfecto

Corazón atrofiado

El lugar buscado

La facilidad de la felicidad

El abismo

Acercarse con cuidado

Al otro lado del espejo

Felicidad ciega

La venda

Litigio al corazón

Huellas en el viento

Del otro lado

Sol de otoño

Me duelo una vida

Lo siento

A través de la coraza

Quizás hoy sí

Desde las ruinas

Entre la espada y la pared

Lo que no me contaron

Quién sabe...

Vida (des)vivida

Nuestro tiempo verbal

Feliz falacia

Sinmigo

Un abrazo

Destellos bajo la piel

Amanecer del comienzo

Caricia a la herida

Corazonadas de aliento

Volver para quedarse

Habitando las sombras

Cicatrices

Naufragio en la seguridad

Redención

El deseo late(nte)

Perdido por el buen camino

Lo que merecimos

V(u)elo por mí

El lugar donde ser

El momento es ahora

Vida en la mirada

Hoy es sí

Quiero querer(me)

Mirando al cielo

Reescribamos la historia

Todo lo de dentro

Carta al nuevo rumbo

 

Mecenas

Contraportada

Sin sombra puede haber solo luz, pero nadie la apreciaría

Sentimiento Muerto - Sin sombras no hay luz

No hay un camino de la oscuridad a la luz. No te engañes ni me engañes, por favor. Existe un camino de reconocimiento puro en el que buscamos un grado intermedio que no deja pie a la penumbra. La luz nunca podría ganar a la sombra, porque, cuanto más fuerte sea esa luz, más oscura será su sombra. Podemos buscar ese grado intermedio en el que la luz, poco a poco, nos guía, y la sombra nos da el cobijo que necesitamos para asumir un día.

No es que se encuentre el Sol tras las nubes; es que, a veces, las nubes son las que tapan conscientemente el Sol. No es que la luz se pueda ver más allá de las sombras; es que, sin sombras, no podría vivir la luz.

La oscuridad debe ser como el silencio; cuanto más calla el mundo, más resuena el eco de nuestros pensamientos. La viva imagen que, sobre una superficie cualquiera, proyecta un cuerpo opaco. La intercepción de los dos rayos que se han colado justo dentro de ti, sin ningún tipo de éxito. La aparición mental de la persona ausente o, en su defecto, presente todavía. Esa falta de luz y conocimiento, que son dos supuestos que, quizá, nunca llegarían a existir (o sí). El asilo de un cuerpo que ya ha pasado demasiado frío. La defensa del que abandonó la guerra y se retira, indefenso, a su trinchera. El favor mezquino y sumiso de quien teme sentirse vivo. La apariencia o semejanza, aunque translúcida evidencia, de la figura opaca que a todos nos consuela y nos mata. Esa mancha que ensucia, desdora y deslustra. La trampa en la señal que se observa en el disco del Sol o la Luna. Los ojos de la cara oculta que se mira y vence contra cualquier fortuna. El arte hecho lienzo, la falta de luz dando volumen aparente a los objetos. La persecución clandestina; el desconocimiento conocido; la inconsciencia hecha ruina. Señales que parten de líneas muy finas. Hilos que se rompen o se descoordinan. La hipócrita transparencia que sirve, para muchos, de guía. La falsilla. El milagro palpitante y atronador de los oídos, sin tener en cuenta, uno por uno, todos los ruidos. La piedra hecha carne. El valiente que se cree inmortal y, por tanto, cobarde, por si desaparece la humanidad. O vuelve. O, simplemente, la ve pasar.

Creo profundamente que las hojas de un libro son el espejo y el reflejo de una persona. Este libro es él: Jota, con todas sus sombras y toda su luz. Él es de los pocos valientes que sabe verse en la penumbra, pero pocas veces ha visto la luz. Lo que él no sabe es que la luz se proyecta en él y, por eso, él solo ve la sombra que es causa de su cuerpo colocándose justo en medio. Pero, si mirase al cielo, se daría cuenta de por qué. Porque la luz ha entrado en él. Yo la he visto. He visto toda la luz atravesándolo por dentro y solo él ha sido testigo de su sombra. Hay que ser valiente para dejarse atravesar por la luz del mundo cuando la luz del mundo nos puede causar ceguera. Hay que ser valiente para volverse translúcido. Hay que ser valiente para cerrar las puertas a la opacidad y abrir la puerta del corazón para que este se deje ser con toda su verdad. Hay que ser valiente para dejar color en la humanidad, porque el color que dejamos no es el que deja la opacidad de la pared, sino lo que hay detrás, el color que no se ve.

Con él me doy cuenta de que las cosas rotas nos hacen volver a la tierra. De que el error hace que las cosas crezcan. De que el aprendizaje tiene más de volver al centro que de, algún día, poder llegar al cielo. De que somos raíces y esencia. Con él puedo darme cuenta de que, si la sombra es el reflejo de la proyección de la luz y no existiera nada ni nadie en este planeta, solo existiría la luz, pero nadie sería consciente de su existencia. ¿Y qué gracia tendría el mundo si nadie la viera?

Mónica Gallego

Silencio sombrío

 

Perdido en la herida,

sufriendo en silencio,

vendiendo los sueños

a cualquier otro viento,

pensando sincero en la soledad

como medio para el sanamiento.

Desde la oscuridad

Oscuridad en la que habito,

fría soledad que me abraza,

la nada me desdibuja

y, entretanto, yo me hago invisible.

 

Retumba en el silencio

el débil latir de un corazón

que no sé si busca ganar fuerza

o detenerse y poner fin a todo.

 

Una coraza opaca lo envuelve,

no como defensa para mí,

sino como jaula de aislamiento

de todo lo malo que yace dentro.

 

Mientras la esperanza languidece

en manos de los sueños olvidados

por el temor a que se hagan realidad

y no pueda llegar a controlarlos.

 

Tras avanzar, cargado con la culpa

sobre los punzantes recuerdos pasados

con la vulnerabilidad como pies descalzos,

finalmente terminé por detener mis pasos.

 

Así, perdido en mi rincón,

me fui poco a poco apagando

y ya no es que esté marchito

es que ni siquiera acabé estando.

 

Oscuridad en la que habito,

oscuridad que me acabó habitando.

La costumbre de caer

Llevo tiempo gritando en silencio,

no siendo por nadie oído,

haciéndome oídos sordos a mí mismo,

siendo yo mi peor enemigo.

 

Enmudeciendo que estoy roto,

prácticamente de muerte herido,

nadie acude a la llamada

solo la oscuridad del olvido.

 

Me arrastra a lo profundo

en un abrazo de cálido exilio,

y allí me acabo acomodando,

se ahogan mis gritos de auxilio.

 

Soy consciente de que es malo,

de que ese no es un buen lugar,

mas terminamos aceptando

lo poco que nos acaba por llegar.

 

Si no hay sonrisas ni miradas

ni una mano que poder aferrar,

cuando la vida te hace caer,

sirve cualquier sitio para aterrizar.

 

Pero tranquilo, estoy bien,