Llevate bien con tu billetera - Tiffany Aliche - E-Book

Llevate bien con tu billetera E-Book

Tiffany Aliche

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Beschreibung

"Con esta guía invaluable, aprenderás a cultivar excelentes hábitos financieros y harás que tu dinero trabaje para ti. Comprende el panorama completo de tus finanzas con este fenómeno de ventas norteamericano y toma conciencia de todo lo que puedes lograr cuando te comprometes y pones manos a la obra."

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"Déjate guiar por Tiffany Aliche y no tengas dudas de que seguir estos consejos se verá reflejado en tu billetera".

Paulina Anguiano CEO de The Financial Detox

Best seller de The New York Times, Wall Street Journal y USA Today, este libro es un poderoso plan de acción de diez pasos para encontrar la paz, la seguridad y la armonía con tu dinero, sin importar cuán grandes o pequeñas sean tus metas ni cuán inestable pueda ser el mercado.

Con esta guía invaluable, aprenderás a cultivar excelentes hábitos financieros y harás que tu dinero trabaje para ti. Comprende el panorama completo de tus finanzas con este fenómeno de ventas y toma conciencia de todo lo que puedes lograr cuando te comprometes y pones manos a la obra.

Tiffany Aliche es la educadora financiera favorita de Estados Unidos. Best seller de The New York Times, nominada al premio NAACP Image Award y tapa de Money Magazine. Pionera en el ámbito de las finanzas personales, ha ayudado a más de un millón de mujeres en todo el mundo a ahorrar, administrar y pagar cientos de millones de dólares.

Aparece regularmente como experta financiera en el programa de entrevistas diurno The Real y es copresentadora de un podcast financiero de primer nivel, Brown Ambition. Tiffany también cofundó una escuela en línea, Live Richer Academy, que enseña a mujeres de todo el mundo cómo llevar sus finanzas al siguiente nivel y alcanzar sus metas personales.

A mis padres, Irondi y Sylvia Aliche, gracias por poner la vara tan alta.

A mis hermanas, que son mis mejores amigas y mis mayores animadoras.

¿Qué hace la gente sin hermanas?

A mis atrapasueños, ¡por fin he descifrado el código!

Este libro es mi carta de amor para ustedes.

Espero que sea una luz que guíe en el camino y ayude a iluminar los lugares oscuros durante el viaje hacia una vida más próspera.

Gracias por inspirarme a encontrar soluciones y compartirlas con alegría

Índice

Prólogo por Pau AnguianoIntroducciónCapítulo 1. Antes de comenzar. ¿Qué es la plenitud financiera?Capítulo 2. 10 % de plenitud. Construye un presupuestoCapítulo 3. 20 % de plenitud. Ahorra como una ardillaCapítulo 4. 30 % de plenitud. Sal de deudasCapítulo 5. 40 % de plenitud. Puntúa alto (en tu crédito)Capítulo 6. 50 % de plenitud. Aprende a ganar (aumenta tus ingresos)Capítulo 7. 60 % de plenitud. Invierte como un experto (jubilación y patrimonio)Capítulo 8. 70 % de plenitud. Entiende los segurosCapítulo 9. 80 % de plenitud. Fórrate de plata (o cómo aumentar tu patrimonio neto)Capítulo 10. 90 % de plenitud. Elige tu equipo del dinero (profesionales financieros)Capítulo 11. 100 % de plenitud. Deja un legado (planificación patrimonial)¡Felicidades!ApéndicesAgradecimientos

Prólogo

A lo largo de mi carrera como financiera siempre he sido fiel creyente de que el dinero no lo es todo en la vida, pero sí juega un papel fundamental en nuestra existencia. A diario me hacía las siguientes preguntas: ¿no sería maravilloso si pudiéramos dominar nuestras finanzas y aprovechar al máximo nuestros recursos? ¿Qué tal si aprendiéramos a hacer que el dinero trabaje para nosotros en lugar de que nosotros trabajemos para él?

En parte fue por eso que decidí compartir mi misión y visión de vida a través de mi marca personal The Financial Detox. Y en los primeros días de ese viaje, encontré los consejos de Tiffany Aliche, la autora del libro que estás a punto de leer.

Esa primera lectura fue reveladora, me ayudó a adecuar a mi realidad conceptos que no había identificado antes. Esto me hizo pensar en la poca educación financiera que recibimos en nuestro país y en cómo estamos poco acostumbrados a usarla en beneficio de nuestro bolsillo.

Me inspiró y me ayudó a confirmar que los ideales de Tiffany y los míos están totalmente alineados: las dos buscamos resarcir esa brecha y mejorar la calidad de vida de todas las personas que se acercan a nosotras con las mismas dudas que nosotras tuvimos alguna vez.

Porque en un mundo donde la incertidumbre financiera y las deudas parecen ser la norma, es fácil sentirte abrumado y desorientado cuando piensas en cómo comenzar a manejar tus finanzas, pues adquirir las herramientas necesarias para tomar decisiones inteligentes con tu dinero no es cosa sencilla.

Por fortuna, la de Aliche es una voz experta en finanzas personales. Como mentora ha ayudado a miles de personas a transformar su vida y en Llévate bien con tu billetera presenta su método práctico y accesible para tomar el control de tu dinero y construir un futuro económico sólido. No miento cuando digo que su guía es una de las más completas con las que me he encontrado: su enfoque integral abarca todos los aspectos, desde el presupuesto y el ahorro, hasta la inversión y la planificación para el retiro. Te orienta paso a paso para salir del ciclo de endeudamiento y empezar a construir un patrimonio realista.

Para Aliche, lo relevante no es tu punto de partida. Ya sea que estés sumido en deudas o simplemente desees mejorar tu situación financiera, este libro te invita a dar los primeros pasos hacia la estabilidad, prosperidad, seguridad, independencia y libertad.

Pero más allá de los consejos financieros, Tiffany también brinda un tesoro de sabiduría financiera. Con una combinación de experiencia personal, consejos prácticos y estrategias probadas, no solo se preocupa por la parte dura del método, también te enseña a transformar tu mentalidad para alcanzar las metas que tanto anhelas.

Su autenticidad y transparencia hacen que el libro sea aún más valioso, pues al compartir su propia historia de superación personal y cómo logró transformar su vida, te inspira a tomar medidas y a creer que también tú puedes lograr el éxito.

De hecho, su enfoque motivador y su mensaje de empoderamiento demuestran que no estás solo en tu lucha y que cualquier persona, sin importar su origen o situación actual, puede cambiar su destino financiero. Te ofrece un camino para superar tus creencias limitantes y desarrollar una mentalidad de abundancia y prosperidad.

Aunque el contexto económico y las cifras en dólares te puedan parecer alejadas de tu realidad, el libro de Aliche se caracteriza por su mirada empática, la que estoy segura de que encontrarás muy útil para enfrentar la falta de educación financiera y la ausencia de herramientas adecuadas para gestionar el dinero, desafíos específicos que enfrentamos en nuestra región y que suelen impedir que las personas aprovechen al máximo su potencial.

Por si fuera poco, esta edición en español llega en un momento crucial para la comunidad hispanohablante, cuando cada vez más personas están experimentando un despertar financiero y le dan mayor importancia a mejorar su relación con el dinero. ¿Has notado el interés de los jóvenes, y no tan jóvenes, en consumir contenido enfocado a la generación de riqueza o crecimiento de capital? ¿O la tendencia de mantenerse informados sobre todo lo que pasa a su alrededor en materia económica? ¿O que muchos incluso ya empiezan a invertir su dinero en distintos instrumentos financieros? Yo sí. Lo veo todos los días cuando interactúo con mi comunidad en redes, cuando resuelvo dudas o me piden que hable de ciertos temas.

Por eso te invito a que te adentres con entusiasmo en estas páginas y te dejes guiar por Tiffany Aliche. No importa si eres joven o adulto, si estás sumergido en deudas o en una buena situación económica, este libro tiene algo que ofrecerle a todos. No tengas dudas de que seguir estos consejos se verá reflejado en tu billetera.

Recuerda que el dinero es un elemento importantísimo en la vida de todo ser humano. No puede dejarse a un lado por la simple y sencilla razón de que es necesario para todo… Cuidar tu relación con él te dará libertad. Imagina todo lo que podrías hacer con tu tiempo si logras que trabaje para ti.

El conocimiento es poder y en el terreno de lo económico esta frase no es la excepción. ¿Qué mejor que aprenderlo de la mano de una autora de talla internacional?

Así que, querido lector, te animo a conocer la sabiduría de Tiffany Aliche. Permítete soñar en grande y tomar acción, romper las cadenas de la inseguridad financiera y abrir las puertas hacia un futuro próspero.

En tus manos tienes la llave.

 

Con cariño,

Paulina Anguiano

 

CEO de The Financial Detox

Introducción

Metí la pata… y esta vez la metí hasta el fondo.

Hace unos diez años, estas fueron las palabras que se repitieron en mi cabeza mientras me sentaba a llorar y recoger mis cosas. Por distintas razones, no podía pagar mi apartamento y tenía que mudarme de inmediato.

Estábamos en medio de la crisis de 2008. Un año después, la recesión era como un monstruo aterrador que acechaba en cada esquina. Todos hablábamos de ella y varios amigos habían perdido sus trabajos por su culpa. Yo había asumido que estaba a salvo porque era maestra de preescolar y se suponía que los trabajos de enseñanza eran a prueba de crisis, ¿no es cierto?

Por desgracia, mi escuela era una organización sin fines de lucro, y las entidades corporativas que nos mantenían ya no tenían los fondos para hacerlo. Tres días antes me enteré de que, al igual que todo el personal, me había quedado sin trabajo. Como de costumbre, había estado viviendo de mis ahorros durante el verano (me pagaban cada nueve meses y tenía que planificar con antelación todo el año) y no había visto venir este despido. Esa fue una de las razones por las que ahora no podía pagar mi hipoteca y tenía que mudarme.

Pero permíteme hacer una pausa, me estoy adelantando. Pasaron muchas cosas antes de mi crisis. Permíteme volver al principio. Entra secuencia de música dramática…

Mis padres son increíbles. Nacieron y se criaron en pequeños pueblos rurales de Nigeria. Mi padre llegó primero a Estados Unidos. Tenía poco dinero y un sueño. Más tarde trajo a mi madre, el amor de su vida, desde una aldea vecina para que estuviera con él.

Gracias al trabajo duro, la disciplina y una ética de trabajo enfermiza, ambos obtuvieron dos títulos (mi padre obtuvo una licenciatura en economía y un máster en finanzas, y mi madre una licenciatura y un máster en enfermería). Tuvieron grandes trabajos (ambos están jubilados) y tuvieron cinco encantadoras hijas con estudios universitarios. Yo soy la segunda (y la más salvaje) de esas hijas.

Además, mis padres siempre han sido maestros a la hora de incluir lecciones financieras en nuestras actividades cotidianas. He aquí un ejemplo perfecto. La escena ocurre en Roselle, Nueva Jersey, en julio de 1986. Yo tenía 6 años y toda mi atención estaba en andar en bicicleta, jugar al aire libre y comer helado. Ya sabes, asuntos serios de gente de 6 años. Pero tenía tres hermanas (en aquella época), dos de las cuales también tenían un fuerte interés en el helado, lo que habría supuesto un gasto enorme para mis padres si nos hubieran dejado comprarlo a diario.

Así que mis padres idearon una forma única y responsable de que mis hermanas y yo pudiéramos disfrutar de estos gustos. Cada una de nosotras tenía un “día del helado” a la semana, lo que nos permitía pedir un dólar cuando pasaba el vendedor. Las otras podían comer de los helados de la tienda que guardábamos en el congelador.

Recuerdo una ocasión concreta en la que llegó mi día. Escuché el característico sonido del camión de los helados cuando venía por la calle. Y corrí rápido a la casa para recoger mi dólar.

−¡Papá, el señor de los helados está aquí y hoy me toca a mí! −dije emocionada.

−Odochi, el señor del agua se llevó tu dólar −dijo con cierta gravedad. Odochi, prounciado O-dou-chi, es mi nombre nigeriano.

Mi mente de 6 años corrió a toda velocidad. ¿Habían llamado a la policía? ¿Hubo algún herido en el robo? Si no fue un robo, ¿qué tenía que ver el señor del agua con el helado que había en el camión que se acercaba cada vez más?

Supongo que estás tan confundido como yo. Déjame retroceder un poco más y explicar el significado del señor del agua. A los 6 años, estaba obsesionada con el agua. Mi obsesión me llevaba a menudo a abrir todos los grifos de la casa para disfrutar del relajante sonido del agua corriendo, sin importar en qué habitación me encontrara en ese momento. Como puedes imaginar, este hábito no fue bien recibido por mi madre y mi padre, que a) pagaban el agua y b) tenían que administrar el dinero. Esto explica lo que dijo mi padre a continuación:

−Odochi, el señor del agua vino porque cada vez que dejas correr el agua hay que pagarla. Así que hoy he tenido que darle el dinero del día del helado.

Solo tengo un vago recuerdo de lo que sucedió después: evidentemente el trauma me hizo bloquear esa parte de la historia. Según testigos presenciales (mis hermanas), arrojé mi cuerpo al suelo de forma dramática en medio de una rabieta. Más tarde, esa noche, lloré hasta quedarme dormida, lamentando la injusticia de toda la situación.

A la mañana siguiente, mi padre me sentó y tuve mi primera charla consciente acerca del dinero. Aprendí que las cosas cuestan dinero y que las decisiones que tomo tienen un impacto directo en mi calidad de vida. En otras palabras, no existe una elección financiera menor. Debemos aprender a sopesar nuestros deseos a corto plazo con nuestros objetivos a largo plazo. La pregunta es: ¿elegirías el agua o el helado?

A los 26 años creía haber aprendido esta importante lección. Me sentía orgullosa de mis finanzas equilibradas y de mis frecuentes decisiones acertadas. Al fin y al cabo, había desafiado a las matemáticas y había conseguido ahorrar 40 mil dólares en poco menos de tres años, a pesar de que mi sueldo de profesor era de 39 mil dólares al año. Mi puntuación crediticia era de 802 sobre 850 (A++). Y un año antes, a la tierna edad de 25, había comprado el apartamento mencionado anteriormente.

¿Suena demasiado bueno para ser verdad? Es porque lo era…

Abróchate el cinturón porque se avecinan turbulencias.

Fraude(s)

Para 2007, había conseguido los ahorros y logros mencionados con anterioridad. Se podría decir que me sentía en mi momento de mayor responsabilidad financiera. Ciertamente me sentía segura de mi capacidad para administrar mi propio dinero. Tanto así que decidí que estaba lista para invertir más allá de la jubilación.

Y en lugar de pedirle a mi padre, experto en finanzas, un curso intensivo sobre ese concepto más sofisticado, me dirigí a alguien que tenía dinero y le pedí que me enseñara cómo hacer crecer la riqueza. Recurrí a un tipo al que llamaremos Jack, el Ladrón (JEL), por razones que serán evidentes en breve. JEL tenía un automóvil costoso, era dueño de su propio penthouse en Nueva York y siempre parecía tener dinero en efectivo a la mano. A mi edad no me daba cuenta de que se podían tener cosas caras sin poseerlas realmente.

Me puse en contacto con JEL y le pedí que me ayudara a invertir. No tenía ninguna deuda de tarjeta de crédito y me dijo que la mejor manera de invertir era con el dinero de otras personas, así que me aconsejó que abriera nuevas tarjetas de crédito e hiciera disposiciones en efectivo para utilizar el dinero de las instituciones financieras para crear mi propio patrimonio.

JEL tenía varias tiendas en Europa y el plan era utilizar el dinero para comprar mercancías estadounidenses de moda y enviarlas a sus tiendas. Teníamos un contrato (no era ninguna tonta, me decía a mí misma) y según Jack, el rendimiento de mi inversión de 20 mil dólares sería de 2 mil dólares a la semana durante dos años. Su plan me pareció sólido y, como parecía que siempre tenía dinero, no puse en duda de dónde lo había sacado ni cómo lo administraba.

Ya sé, ya sé. Debí estar loca. La verdad era que me cegaba un profundo deseo de ayudar a mis padres a jubilarse, pues habían sacrificado demasiado para que mis cuatro hermanas y yo fuéramos a la universidad. Mi lógica era utilizar el dinero que ganaría con esta inversión de 20 mil dólares para que ellos no tuvieran que seguir trabajando. JEL lo sabía, y ahora sé que se aprovechó de mi corazón de pollo. Bueno, de eso y de mi total falta de conocimiento en materia financiera.

Verás, antes de ese momento, ni siquiera sabía que se podía sacar dinero de una tarjeta de crédito. Lo que tampoco sabía es que las disposiciones en efectivo son lo peor. Es como si le pidieras dinero prestado a la mafia. La cantidad de intereses que pagarás por ese dinero es equivalente a tirar billetes por la ventana, pisotearlos, pasarles tu auto por encima y dejarlos a la intemperie… Las disposiciones de efectivo de las tarjetas de crédito son muy malas noticias.

Bien, esta es la parte en la que llegan las turbulencias que te anunciaba, porque seguí el consejo de JEL: fui al banco y pedí un adelanto de 20 mil dólares en las nuevas tarjetas de crédito que había solicitado. Recuerdo que los amables empleados del banco estaban preocupados por mí. Me tuvieron ahí por una hora mientras hacían todo tipo de preguntas para asegurarse de que esta decisión era voluntaria y consciente. Esto debería haber sido una gran bandera roja de alarma, pero la ignoré felizmente, ¡porque iba a ganar muchísimo dinero, cariño! Eso es lo que pensaba. Por fin conseguí el dinero del banco y se lo entregué de manera obediente a JEL.

 

PAUSA DE DESAHOGO

De verdad, le estoy gritando a la Tiffany de veintitantos: ¡No! ¡¿Por qué?!

 

Y… estamos de vuelta. Hemos llegado a la parte de mi historia en que las malas decisiones se ponen peor. Uh, sí… se pone aún peor. Parece que un fraude durante esa semana no era suficiente. Decidí utilizar mi nuevo crédito para seguir “invirtiendo” en mí misma. Siempre quise iniciar un negocio y uno de mis escritores financieros favoritos estaba anunciando un programa de capacitación y tutoría en línea precisamente sobre “Cómo iniciar un negocio” por la módica cantidad de (redoble de tambores, por favor) 15 mil dólares. ¡Y me pareció bien!

Mi razonamiento era más o menos el siguiente: pronto tendría dinero (los 2 mil dólares semanales previstos por JEL), e incluso dando una parte de este a mis padres, podría pagar esos 15 mil dólares en unos pocos meses. Después de eso, pensé que podría utilizar los 2 mil semanales para mantener el negocio que el curso me enseñaría a iniciar. Y ese negocio me ayudaría a mantener a mis padres.

Lo que sucedió, en cambio, fue que en menos de una semana pasé de no tener ninguna deuda en la tarjeta de crédito a tener un boquete financiero de 35 mil dólares. ¡Carajo! Y, además, mis padres, mi familia y mis amigos no tenían ni idea.

Tal vez te preguntes, ¿el programa de capacitación que compré resultó útil? Hasta cierto punto sí, pero no tan útil como 15 mil dólares. Sin embargo, ayudó a regar las semillas que ya había plantado para que el futuro proyecto de The Budgetnista, o La señora de los presupuestos, como lo llamaremos en español, echara raíces.

Puedo sentir tu conmoción por mi rápida y estruendosa caída en la desgracia financiera. Pero mantén tu cinturón abrochado, porque todavía se pone mucho peor antes de mejorar.

Como era de esperarse, Jack, el Ladrón, huyó con mi dinero sin dejar rastro. Sí, teníamos un contrato, pero no, no pude encontrarlo. Todo fue cuesta abajo a partir de ahí. Durante casi dos años me negué a aceptar la responsabilidad financiera de mis decisiones. Razoné que todo era culpa del Ladrón, no mía. Eso significaba que, aunque seguía siendo muy buena para ahorrar y hacer presupuestos, por lo que podría haberme ajustado y saldado la deuda en uno o dos años con mi sueldo de profesora, solo pagaba el mínimo de mis tarjetas de crédito mientras me dedicaba a cazar a JEL.

No fue hasta que cumplí 29 años que al fin acepté que el Ladrón y mi dinero habían desaparecido.

Ahora te sabes por qué hace diez años estaba sentada llorando en mi apartamento, diciendo una y otra vez que había metido la pata. Hasta el fondo.

Por entonces tenía un préstamo estudiantil de 52 mil dólares, una hipoteca de 220 mil y 35 mil dólares en deudas de tarjetas de crédito. Mis ahorros de verano estaban por agotarse y acababa de enterarme de que el empleo que amaba y en el que había trabajado los últimos diez años había terminado. También me estaba preparando para mudarme a casa de mis incautos padres. Para colmo de males, estaba soltera porque acababa de romper con un novio que había tenido durante siete años. Sí, no estaba en una situación financiera ni emocional especialmente buena.

Pero las cosas mejoraron, ¿verdad? Pues sí. Pero no todavía. Siento decirte que todavía no estaba en mi punto más bajo. Eso vino después.

Disfruté de una o dos semanas de felicidad cuando una amiga aceptó alquilar mi apartamento por 1 500 dólares al mes, lo que me permitiría pagar solo 160 dólares de hipoteca. Sin embargo, estaba tan emocionada ante la perspectiva de tener la mayor parte de mi hipoteca pagada que ignoré otra vez las enormes banderas rojas. Todo parece indicar que soy daltónica cuando se trata del color rojo. El día en que mi amiga debía mudarse, no tenía el dinero para el primer mes de renta. Me explicó que su anterior casero aún no le había devuelto el depósito. Quería creer que ella sabría manejar bien su dinero y, como era mi amiga, la dejé mudarse de todos modos. Por desgracia, se retrasó en el pago del alquiler todos los meses durante casi un año. Por eso tuve que gastar el resto de mis ahorros e incluso retirar todo el dinero de mi cuenta de jubilación para pagar mi hipoteca a pesar de no vivir en mi propio apartamento, porque no sabía cómo pedirle a mi amiga que se fuera.

Recapitulemos: tenía un condominio en el que ya no vivía y aparte un inquilino problemático. Tenía una gran deuda. No tenía trabajo ni contaba con ahorros y para colmo vivía en casa de mis padres. Ellos, aunque se portaron increíble, eran muy estrictos (tenía una hora de llegada, a pesar de tener casi 30 años). Y como mi hermana menor, Lisa, se quedaba en el dormitorio que había acondicionado para mí en el sótano cuando iba en secundaria, yo quedé relegada a una pequeña cama en lo que ahora era una especie de cuarto de invitados o segundo armario de mi madre. Ah, y todavía estaba soltera. Gran sorpresa.

Viví así durante dos años. No salía. Evitaba a mis amigos y dejaba de responder llamadas telefónicas cuando se me acababa el dinero y la gente de cobranzas me buscaba. Al final, el banco embargó mi apartamento.

(Una pequeña actualización sobre Jack, el Ladrón, antes de continuar: una reciente y rápida búsqueda de su nombre en Google reveló que, al parecer, su estafa no terminó conmigo. Hoy está en prisión por robo de identidad y un montón de otros delitos. El gobierno federal le acusó de intentar crear pasaportes falsos utilizando la identidad de ciudadanos estadounidenses. El karma funciona de maneras misteriosas).

El nacimiento de La señora de los presupuestos

Tengo una buena amiga llamada Linda. Nos conocemos más o menos desde que nacimos.

Cuando mis padres emigraron de Nigeria se relacionaron con otras parejas nigerianas y formaron una comunidad. La madre de Linda y mis padres se hicieron amigos rápidamente, pues eran jóvenes que perseguían un nuevo sueño en un nuevo país.

Me encontraba en el punto más bajo de mi vida cuando Linda me llamó por teléfono. Llevaba meses evitándola. En nuestro grupo de amigos siempre fui la chica que tenía su vida financiera resuelta. Una gran parte de mi identidad se basaba en lo bien que administraba mis finanzas. Ahora que era un desastre con el dinero ya no estaba segura de quién era y me sentía avergonzada por eso.

Cuando por fin hablamos, intenté fingir que todo iba bien, pero enseguida me derrumbé y empecé a llorar. Le conté todo. Le conté que había perdido mi trabajo, de la estafa de JEL, del curso que compré, de la inquilina problemática y de la ejecución hipotecaria pendiente, de los préstamos estudiantiles que debía y de cómo había vaciado mis ahorros y mis cuentas de jubilación. Su reacción me sorprendió.

Linda contuvo la risa y me preguntó: “¿Eso es todo? Pensé que habías cometido un delito o algo así. Tiffany, todo el mundo tiene problemas con sus finanzas. Eso no te convierte en una mala persona. Solo te hace humana”.

Luego me contó que la mayoría de nuestros amigos seguían siendo un desastre en temas de dinero, que yo no era la única que intentaba resolver ese tipo de problemas. Normalizó mis errores y nuestra charla me permitió perdonarme a mí misma. Por eso, una vez que pude dejar de lado la vergüenza, pude centrarme en las soluciones.

Me di cuenta de que tenía todas las habilidades para resolver mi dilema. Empecé por anotar todas las estrategias que había aprendido a lo largo de mi vida: cómo hacer un presupuesto, cómo ahorrar, cómo salir de deudas y cómo administrar mi crédito. Son cosas que sabía hacer pero que olvidaba cada que todo se ponía difícil.

Cuando empecé a arreglar mis propias finanzas y a tomar impulso, mis amigos se dieron cuenta y empezaron a pedirme ayuda. Linda no se equivocó al ver que ellos también se tambaleaban por la recesión y los errores financieros que habían cometido. Pronto me encontraba asesorando a la mayoría de mis amigos. Luego sus amigos lo supieron y empezaron a pedirme ayuda también. Antes de poder asimilarlo, ya me sentaba con alguien cada fin de semana para hacer planes sobre cómo arreglar sus embrollos financieros.

Hay un refrán que dice: “Enseñar algo es aprender dos veces”. Eso fue lo que me pasó. Cuanto más enseñaba, más aprendía. Cuanto más aprendía, más enseñaba. Cada persona con la que hablaba me exponía a nuevos retos, lo que me hacía encontrar soluciones para problemas financieros nuevos y diferentes a los que se enfrentaba la gente.

Durante dos años, doné mi tiempo y ayudé a cientos de personas mientras cuidaba de niños, cobraba mi cheque de desempleo, alquilaba mi apartamento a un nuevo inquilino más confiable y aceptaba trabajos esporádicos aquí y allá para llegar a fin de mes. Mi hermana ya no tan pequeña, Lisa, empezó a llamarme “La señora de los presupuestos”. Me gustó la idea y decidí que, si alguna vez podía convertir mi asesoramiento financiero gratuito en un negocio, usaría ese nombre. Eso ocurrió antes de lo que podría haber imaginado.

Mi trabajo voluntario llamó la atención de una organización local, United Way, quienes me pidieron que creara un plan de estudios e impartiera una serie de clases financieras a la comunidad. Así nació mi negocio ¡y ese fue mi primer contrato! Volvía a las aulas, pero esta vez, en lugar de 15 niños gritones, ayudaba a los adultos a conseguir y mantener el rumbo financiero.

Mi primer grupo de estudiantes del United Way estaba formado por unas diez personas, pero gracias a la recomendación de boca a boca, entre amigos y luego mediante el poder de las redes sociales, empecé a recibir solicitudes de personas de fuera de la ciudad para asistir a mis clases, que luego venían desde fuera del estado y, finalmente, de fuera del país. Lo cual me tomó por sorpresa. No tenía ni idea de cuánta gente necesitaba ayuda.

Por desgracia, no todo el mundo podía viajar a Newark, la ciudad en Nueva Jersey donde se impartían mis clases. Esto me llevó a crear una versión en línea del plan de estudios de United Way, que llamé Desafío vive con más riqueza, o DVMR.

Me propuse el objetivo de conseguir que 10 mil mujeres se inscribieran en el reto. Me llevó un año, pero conseguí que esas personas aceptaran mi ayuda. Los resultados y la respuesta fueron tan sorprendentes que empecé a organizar desafíos como este cada año. Parecía que mi objetivo de ayudar a otros a alcanzar sus propios sueños se estaba haciendo realidad, así que bauticé a esas 10 mil personas originales como mis atrapasueños.

Llévate bien con lo básico

Desde que empecé la dinámica que bauticé como “Desafío vive con más riqueza” (todavía puedes inscribirte en www.livericherchallenge.com), más de un millón de atrapasueños han ahorrado y pagado cientos de millones de dólares en deudas, han comprado miles de casas, han invertido, se han ido de vacaciones, han pagado la universidad, han creado negocios y han aumentado su calificación crediticia. Desde que se convirtieron en atrapasueños y comenzaron a llevarse bien con su billetera, viven vidas más prósperas.

Pero no se equivoquen: mejorar la administración del dinero, ya sea para volver a la senda del éxito o para organizarse por primera vez, no es cosa de magia, sino de dominar los fundamentos básicos. Tampoco se trata de hacerse rico con rapidez o de retirarse en un yate privado en la costa de Mónaco, sino de conseguir lo que llamo “plenitud financiera”.

En las próximas páginas explicaré lo que esto significa, pero por ahora lo que necesitas saber es que conseguirla significa poner a funcionar diez áreas fundamentales de tu vida financiera y tener una imagen realista de dónde te encuentras en el camino para alcanzar tus sueños más salvajes.

Puedes alcanzar este estado independientemente de tus ingresos, ahorros, deudas o puntuación de crédito actuales. Al igual que yo, tú también puedes llevarte mejor con tu billetera y llegar a la plenitud financiera, incluso si ahora estás en la incertidumbre, perdiste tu trabajo y fuiste víctima de una estafa profesional. Recuerda que lo digo por experiencia.

Otra forma de pensar en el concepto de plenitud financiera es que logra romper el código sobre cómo dominar tu dinero y estar en paz con tus finanzas. Es a la vez el viaje y el destino. Este libro es el mapa que te ayudará a recorrer ese camino. Y voy a contarte cómo. Cada nivel de plenitud financiera tiene tres secciones principales: plan, acción y revisión.

El plan es una visión general del capítulo que te orientará y brindará una perspectiva de este.

La acción se refiere a los pasos que estás dispuesto a dar para obtener 10 de calificación en el tema del capítulo correspondiente. Para ayudar a garantizar que cada paso sea productivo, cada acción terminará con una tarea.

La revisión es un resumen rápido y directo de lo que acabas de leer. ¡Además, aquí podrás encontrar pequeñas oportunidades de recibir puntos extra!

Además he creado algo llamado “Kit de herramientas para llevarte bien con tu billetera”, también me refiero a este como “Kit de herramientas GGWM”, a lo largo del libro lo puedes encontrar de las dos maneras. Ahí podrás acceder fácilmente a los recursos que he compartido a lo largo del libro. Este kit gratuito y descargable incluye los sitios web que he mencionado, así como hojas de trabajo, de cálculo y cuestionarios. Puedes obtener acceso instantáneo a la versión más actualizada de todos los recursos de Llévate bien con tu billetera en www.getgoodwithmoney.com. Recuerda que todo el material solo está disponible en inglés.

Aquí también encontrarás información y consejos que he recopilado de mis propias charlas con asesores de confianza bajo el título Impulso de la Señora de los presupuestos. Me gusta pensar en estas inyecciones de información como un poco de crema batida extra en lo que he cocinado para ti. Un recuerdo de mis épocas como maestra es que siempre había alguien horneando panecillos para la próxima fiesta escolar.

Pero si hay algo que conservo de aquellos días es que a menudo les decía a los niños: “Nos vemos en la alfombra”. Era mi forma de estar ahí para recibirlos y ayudarlos en donde se encontraran, normalmente en una alfombra colorida en el aula. Mi trabajo era ayudarlos y crear un espacio acogedor en el que el aprendizaje fuera emocionante y atractivo. Al igual que aquella alfombra, este libro representa un lugar seguro que puede impulsar tus sueños, abrirte puertas y encender el potencial de tu momento presente.

Me alegro mucho de que estés aquí. Ahora, ¡vamos a llevarnos bien con nuestra billetera!

Siete años después de empezar mi negocio estaba ganando más dinero al mes que lo que ganaba en un año dando clases de preescolar. Tenía más que suficiente para vivir y fui capaz de desenterrarme del agujero financiero en el que estaba. Pagué los 35 mil dólares de deuda acumulada de las tarjetas de crédito a raíz de mi terrible encuentro con Jack el Ladrón y el curso de negocios sobrevalorado de negocios (¡lee la introducción si quieres revivir esas historias conmigo!). También pagué los 52 mil dólares que debía de mis préstamos estudiantiles. Una vez que estuve libre de deudas pude ahorrar casi el 70 % de mis ingresos y pagué en efectivo un automóvil (usado, pero como nuevo para mí), así como una casa nueva. La propiedad se ofrecía en ejecución hipotecaria y, por lo tanto, su precio era mucho menor al que habría tenido en el mercado. De todos modos, seguía siendo una compra con muchos ceros: 180 mil dólares. Incluso pude pagar los 120 mil dólares restantes de la hipoteca de mis padres. ¡Cualquiera podría decir que estaba viviendo el sueño!

Pero, aunque me iba muy bien, estaba más asustada que cuando era profesora y ganaba mucho menos. De hecho, a pesar de que ganaba mucho menos entonces, nunca había sentido miedo al manejar mi dinero. Entonces, ¿por qué estaba tan obsesionada con no tener deudas y almacenar dinero por si acaso?

La respuesta corta es que perder todo durante la Gran Recesión fue traumático, y aún llevaba conmigo esas cicatrices emocionales. Vivía en estado de terror financiero.

Naturalmente, mis propios temores financieros fueron provocados por eventos concretos (cosas que sucedieron en realidad y que podría haber manejado de otra manera), por lo que sentí que tenía motivo racional para temer un colapso financiero, pero en realidad se trataba de un miedo irracional de que me sucediera de nuevo. Muchas personas, incluida mi antigua yo, viven con un comprensible miedo financiero que hunde sus raíces en la posibilidad de un colapso financiero. Si la pandemia mundial de 2020 nos ha enseñado algo, es que lo desconocido e imprevisible ocurre: los empleos, los ingresos y la estabilidad pueden desaparecer por algo que viaja a través del aire.

Por eso, cuando experimentes la plenitud financiera que estoy por enseñarte, no tendrás que vivir con esos miedos. Vas a tener un plan para cada área de tus finanzas, de modo que todas ellas trabajen de manera constante en tu propio beneficio, sin importar en qué momento de tu vida te encuentres. La plenitud financiera no tiene que ver nada con tu categoría fiscal o tus ingresos. Cualquier persona, sin importar su nivel de ingresos o situación laboral (ya sea que ganes el salario mínimo o seas multimillonaria) puede y debe trabajar activamente para alcanzar la plenitud financiera, sus principios son relevantes y aplicables para cualquier caso. La estabilidad financiera no vuelve más estable un solo aspecto de tu vida financiera, sino todos ellos. Por eso te ayudará a administrarte mejor, e incluso a beneficiarte, durante esos momentos de trauma financiero.

La verdadera libertad de la plenitud financiera

Muchos asesores financieros predican las bondades de la libertad financiera, la idea de que es posible tener suficiente dinero para mantener tu estilo de vida sin tener que aumentar tu carga de trabajo. Suena bien, ¿no es cierto? Sin embargo, sé por experiencia que este tipo de libertad no es tan libre como parece. Aunque logré ponerme de pie luego de la recesión económica, me sentía más cómoda financieramente como profesora que con el floreciente negocio que me daba mucho más dinero y del que era propietaria. ¿Por qué? Porque cuando era profesora tenía una estrategia de ahorro, un plan de pago para mis deudas, una buena puntuación de crédito, un seguro con la cobertura adecuada para mi momento de vida, y sabía a dónde irían mis bienes en caso de fallecer (a mis hermanas). Tenía una cuenta de jubilación automatizada a la que aportaba el máximo permitido cada año. Tenía una cuenta de ahorros para emergencias e incluso tenía múltiples flujos de ingresos procedentes de la enseñanza, el cuidado de niños y las clases particulares.

Cuando me liberé financieramente tenía efectivo de sobra, pero no muchos otros pilares financieros vitales que necesitaba para sentirme segura de verdad. No había ajustado mi seguro para que cubriera mi nuevo estilo de vida, ni un plan de jubilación acorde con este. No había actualizado mi testamento ni tenía una forma de sostener y hacer crecer mi patrimonio más allá de limitarme a ahorrar dinero. No sabía a quién acudir para recibir asesoramiento financiero profesional. De hecho, estaba perdiendo dinero porque mi miedo me impedía invertir en formas que pudieran hacer crecer mi patrimonio más allá de mis propios ingresos. Te lo juro: un asesor financiero no pudo evitar reírse de mí cuando vio que tenía más dinero en el banco que en mi cuenta de ahorro para el retiro.

Estaba lejos de ser millonaria como profesora. Pero al menos estaba maximizando mis ingresos y tenía un plan en marcha para cada área de mis finanzas. Voy a decirlo de nuevo: me sentía más segura ganando 39 mil dólares al año enseñando en preescolar que como propietaria de un negocio ganando más de 39 mil dólares al mes. Esto demuestra que se puede construir una base sólida con mucho menos de lo que se piensa. ¡Y que la riqueza es mucho más que dinero en el banco!

Los diez pasos de la plenitud financiera

Aunque hace muchos años no doy clases en un aula, sigo pensando en términos de planeación y lecciones, este libro no es la excepción. Hay diez lecciones que debes aprender, diez áreas de tus finanzas que deben funcionar en sincronía para adquirir plenitud financiera. Cuando cada una de estas facetas esté en su lugar, tendrás una base financiera sólida. Eso significa que será más difícil hacerte tambalear.

La plenitud financiera ocurre cuando todos los aspectos de tu vida financiera trabajan en equipo hacia un fin común: tu mayor beneficio y una vida más próspera.

En las próximas páginas iremos avanzando paso a paso, pero por ahora te presento el panorama general. Estos son los diez pasos:

Construye un presupuesto:

Aprende a crear y semiautomatizar (como transferencias automáticas, pago de facturas, etc.) un presupuesto personal y abre las cuentas corrientes y de ahorro necesarias para sostenerlo.

Ahorra como una ardilla:

Tu objetivo de ahorro es igual a lo que necesitas para cubrir al menos tres meses de gastos esenciales de tu hogar. Una vez calculado esto, determina cuánto necesitas en cada categoría de ahorro: emergencias, metas e inversiones. Aprende a priorizar y automatizar las transferencias a tus cuentas de ahorro.

Sal de deudas:

Esboza una imagen clara de cuánto debes y a quién, anotando los componentes de tu deuda (es decir, la cantidad que debes, el tipo de interés, las fechas de vencimiento, etc.). Luego elige una estrategia de pago de la deuda y utiliza el pago de facturas automatizado de tu banco en línea para realizarlos.

Consigue una alta calificación de crédito:

Consulta tu informe y puntuación de crédito. Luego haz una lista de los factores que afectan tu calificación y elabora un plan para aumentarla.

Aprende a ganar (aumenta tus ingresos):

Enlista todas las formas en las que has aportado valor en tu trabajo durante los últimos años, de modo que tengas bases para pedir un buen aumento de sueldo. Descubre potenciales fuentes de ingreso paralelas haciendo una lista de las tareas que realizas en el trabajo, tu formación y tus habilidades actuales. Desarrolla un plan de acción que contenga lo que harás concretamente para aumentar tus ingresos.

Invierte como un experto (jubilación y patrimonio)

: Identifica tus objetivos de jubilación y patrimonio. Crea y aplica planes de inversión con ayuda de un representante de Recursos Humanos, un planificador financiero certificado, herramientas en línea o por ti mismo. Haz un compromiso de realizar aportaciones constantes a tu portafolio de inversión, aprende a dejarlo en paz y darle tiempo de crecer.

Entiende los seguros:

Debes tener una cobertura de seguros adecuada. Eso significa comprender y calcular tus necesidades en cuanto a salud, vida, discapacidad, propiedad y accidentes (por ejemplo, en tu casa y automóvil).

Fórrate de plata (o cómo aumentar tu patrimonio neto):

Aprende a calcular tu patrimonio neto (poseer más de lo que debes) y a conseguir, aumentar y mantener un patrimonio neto positivo. Crea una meta de valor neto y define las acciones que vas a tomar cada mes para lograrlo.

Elige a tu equipo de dinero (profesionales financieros):

Encuentra profesionales financieros confiables (como un planificador financiero certificado, un agente de seguros, un abogado especializado en planificación patrimonial, un contador público certificado, etc.) e identifica a tus implicados financieros.

Deja un legado (planificación patrimonial):

Crea y aplica un plan para lo que sucederá con tu patrimonio (dinero en efectivo, bienes inmuebles, joyas y otros activos) después de tu fallecimiento. Esto es importante independientemente del tamaño de tu cuenta bancaria y billetera (de inversiones, propiedades, acciones, bonos, etc.)

Wow, ¡¿cómo voy a hacer todo eso?! Bueno, tal vez parezca colosal, pero ¿y si te dijera que estos pasos han sido diseñados específicamente para ayudarte a crear la vida financiera que deseas?

Los primeros cinco pasos cubren los aspectos fundamentales. Su objetivo es ayudarte a crear estabilidad financiera. Piensa en ellos como tu cimiento. El truco está en llegar a un punto en el que el presupuesto, el ahorro, la deuda, el crédito y los ingresos se conviertan en algo natural, de modo que puedas concentrar la mayor parte de tu energía en los cinco pasos siguientes.

Los pasos seis al diez se encargan del crecimiento y protección de tu patrimonio. Su orden obedece a la forma en que debes invertir, ajustar tus seguros, hacer crecer tu patrimonio, buscar ayuda profesional y proteger un legado.

¿Te das cuenta de que acabas de recibir un mapa que te llevará a la vida financiera que te permitirá construir y sostener un brillante futuro? *Insertar suspiro de alivio*. Todo está aquí, con instrucciones detalladas. ¡Yo te guiaré por el camino y juntos llegaremos a la plenitud financiera!

Cómo mejorar tu mentalidad

Espero que estés entusiasmado por aprender ahora que has visto el alcance de lo que vamos a tratar aquí. Pero tengo otra cosa importante qué decir desde mis años como profesora: todo el mundo aprende mejor cuando su mente está abierta y preparada para recibir información. Por eso, antes de que empieces a trabajar en los pasos hacia la plenitud financiera, quiero hablarte de la importancia de revisar tu mentalidad con respecto al dinero.

Considera los cinco ejercicios que aparecen a continuación como una forma de entender un poco mejor tu actitud actual hacia el dinero, así como los orígenes de dicha actitud. No estoy diciendo que tengas que profundizar en todo esto como si estuvieras en una terapia profunda, pero créeme que un poco de exploración emocional será útil mientras das los diez pasos para estabilizar tu base financiera.¡Vamos a mejorar tu mentalidad para que puedas sacar el máximo provecho de Llévate bien con tu billetera!

Conviértete en una persona de toallas de papel

Fui una niña bastante torpe, y no pasaba un día sin tropezar, romper o resbalar con algo. Siempre podías encontrarme derramando cosas (en especial de las que dejan manchas) en el suelo, en la alfombra o los muebles.

Si ocurría delante de mi padre, se molestaba un poco y me pedía tener más cuidado. Luego desglosaba el costo económico de mi torpeza dentro del presupuesto familiar. Si ocurría delante de mi madre, solo cogía una toalla de papel y me la entregaba.

¿Alguna vez has cometido un error y, en lugar de solucionar de inmediato el problema, te pones a encontrar culpables?

“¿Cómo pude hacer esto?”

“Estoy tan enojada…”

“Esto es culpa de tal o cual…”

Sí, todos hemos pasado por eso. Sinceramente, creo que me parezco más a mi padre en cuanto a mi reacción frente a mis propios errores. Pero lo que he aprendido de mi madre (¡gracias, mami!) es a no detenerme en el error, sino a encontrar una solución rápida. Porque, ¿sabes qué ocurría cuando mi padre terminaba de estar enfadado? Me pasaba una toalla de papel.

Recuerda esta lección cuando utilices este libro para trabajar en tu plenitud financiera. No hay ninguna razón para castigarte por la leche derramada (o por el jugo de uvas que deja manchas, en mi caso), simplemente límpialo y sigue adelante. Concéntrate en la solución. Sé una persona de toallas de papel.

1. Reconoce tus influencias y patrones monetarios e identifica las consecuencias

Gran parte de nuestra mentalidad respecto al dinero (lo que constituye un gasto o un ahorro correcto, por ejemplo) no proviene solo de nosotros. A menudo proviene de nuestro pasado de manera sutil, pero directa.

Cuando se trata de una huella profunda, es buena idea remontarse a los recuerdos infantiles. Si tus padres pasaron por momentos económicos duros y los escuchabas, es posible que ahora te aferres a tu dinero con uñas y dientes por miedo a correr la misma suerte.

En ocasiones, lo que aprendemos en la infancia nos motiva a hacer lo contrario: si tus padres eran ahorradores y meticulosos para comprarte cosas, como ropa para el colegio, incluso cuando sabías que tenían dinero, puede que ahora gastes más de la cuenta por despecho (incluso sin notarlo). O si ellos gastaban en exceso de una manera que te avergonzaba, puede que te obligues a vivir de forma austera como respuesta a eso.

La familia no es el único lugar donde recibimos ideas sobre el dinero. La sociedad también influye en nuestra mentalidad financiera. Desde temprana edad nos bombardean con mensajes sobre lo que importa. Los anuncios publicitarios lo hacen descaradamente, ¿verdad? Intentan hacernos sentir cosas asociadas con lo que tratan de vendernos.

Seamos o no conscientes de ello, interiorizamos los mensajes publicitarios sobre el estatus, el poder y la felicidad, en ocasiones, eso modifica nuestro comportamiento de maneras muy infelices. Al final, puede que esos zapatos nuevos te hagan caminar con mayor seguridad en ti misma, pero la factura de la tarjeta de crédito puede hacerte tropezar después.

Existen otras maneras más sutiles de incorporar los mensajes que escuchamos y vemos en la cultura pop: mensajes sobre el respeto, el amor, la influencia y la conexión. En concreto, ¡que tener dinero conduce a todas estas cosas!

Presta atención a la forma en que la amistad entre mujeres se representa en el cine y la televisión. Te darás cuenta de que, en muchas ocasiones, cuando las cosas se ponen difíciles en sus vidas, las amigas se van de compras. No digo que ir de compras juntas no sea una forma de estar conectadas, pero también es una forma de estar conectadas a la factura de la tarjeta de crédito. (Seguramente existen formas menos costosas e incluso más significativas de establecer esa conexión).

Lo que quiero decir es que muchas fuerzas pueden combinarse para formar tus hábitos y patrones monetarios, pero todas tienen consecuencias. Si tienes malos hábitos, las consecuencias pueden ser extremas: puedes echar a perder tus relaciones, perder tus posesiones más preciadas e incluso tener bastantes problemas para llevar comida a tu mesa. Las consecuencias también pueden ser menos obvias: si tus hábitos te llevan a tener una puntuación crediticia realmente baja, por ejemplo, podrías perder oportunidades de trabajo, ya que algunas empresas tienen en cuenta la puntuación crediticia a la hora de contratar, es una forma de juzgar si eres confiable o no. Pero no temas, ¡esas consecuencias no se producen de la noche a la mañana!

Tómate un momento: La clave para romper cualquier patrón es cuestionar su relación con un comportamiento. Piensa en tus hábitos financieros y anótalos. Debes ser honesto sobre su origen, sobre cómo te hacen sentir y cómo pueden desviarte de tus objetivos financieros. No se trata de hacerte sentir mal por tus hábitos actuales, sino de celebrar que has tomado conciencia de ellos. Saber cuándo, cómo y por qué haces algo es el primer paso para realizar cambios duraderos y positivos, ¡y eso es emocionante!

Si identificas algún comportamiento que no te ayuda a alcanzar la plenitud financiera, es momento de eliminarlo. Una forma de ayudar a eliminar los patrones improductivos es pensar dos pasos adelante. Por ejemplo: Si hago esto, entonces sucede esto. Si hago esto, entonces sucede aquello. Debes acostumbrarte a tomar un momento para reflexionar y hacerte algunas preguntas:

¿Qué me aportará ahora esta compra, cambio o decisión financiera?

¿Qué representará para mí dentro de un mes, cuando llegue la factura?

¿Qué haré cuando llegue la factura y el dinero que debía destinarse a una cosa tenga que destinarse a esta otra?

La respuesta a todas estas preguntas no siempre implica que debas evitar dicha compra, cambio o decisión. Pero si aplicas este ciclo de preguntas y reflexión a tu proceso de realización de gastos tomarás decisiones meditadas y, por tanto, mejores.

2. Busca tu propia voz financiera y utilízala para tomar las riendas

Ahora es momento de conectar con tu propia voz financiera. Para ello, me gusta empezar visualizando una versión nueva y mejorada de ti mismo. Empieza a imaginar a ese “tú” que se lleva bien con su billetera. Piensa en qué tipo de comportamientos tiene. Si te ayuda trabajar a partir de lo que conoces, dibuja este nuevo tú en tu mente utilizando características de personas que respetas o quieres emular. Imagínate la cuenta de jubilación de tu amiga Janet y la aparente capacidad de Sheila para financiar todas las cosas divertidas que quiere hacer sin pasar apuros, y mezcla esa imagen con la resistencia de Tanya a comprar cosas de marca. Estas son las voces que necesitas visualizar y emular, y dejar que se fusionen hasta que surjan como propias.

Ahora, ¡toma la iniciativa! Creo que demasiadas personas se quedan atascadas en la idea de que tienen que trabajar duro por el dinero en lugar de darse cuenta de que el dinero tiene que trabajar duro por ellas. A menudo nos enseñan que tenemos que ir a la escuela, trabajar duro para conseguir dinero, y que así es como se supone que debe ser la vida.

Si piensas así, es hora de cambiar tu relación con el dinero, es hora de decir: “Dinero, ahora vas a trabajar para mí”.

El dinero no es tu jefe, tú eres quien manda. En serio. Siempre digo que el dinero es como un niño pequeño que grita y reclama que se lo gaste en ese nuevo y costoso bolso, pero tú eres el adulto a cargo, tú eres el jefe, tú eres el que puede decir no. Puedes decirle al dinero: “No, este mes vas a mi cuenta de ahorros”.

Tómate un momento: Imagina la versión de ti mismo que se lleva bien con su billetera, y luego imagínala poniendo a trabajar su dinero. Cuando pienses en ti mismo como la persona encargada de decidir, empezarás a tomar decisiones diferentes.

3. Encuentra motivos para agradecer

Cuando tenía unos 14 años me dolían mucho las rodillas. Me dolían tanto que apenas podía subir las escaleras. Las del colegio eran lo peor, sobre todo cuando tenía prisa por llegar a clase.

Mi madre me tomó en serio y fuimos al médico. Estaba segura de que me ocurría algo terrible, pero para él se trataba de dolores de crecimiento que pasarían una vez que mis piernas crecieran a la par del resto de mi cuerpo. Me dijo que probablemente pasaría unos meses cojeando, lo cual era un fastidio, aunque descubrir que no me estaba muriendo era un alivio. Pero ese dolor tuvo algo de bueno, porque me dieron un permiso especial para subir al ascensor del instituto, de uso exclusivo del personal. Cuando nadie miraba, llevaba a mis amigos en ese ascensor porque, ¿quién no quiere dar un paseo en el ascensor prohibido?

¿Puedes ver la moraleja de esta pequeña anécdota? Esos dolores de crecimiento eran una señal de que mi cuerpo estaba cambiando, pasando literalmente de un estado a otro. Los privilegios en materia de ascensores eran una ventaja adicional agradable, pero el crecimiento era lo que pronto agradecería de verdad. Quiero que recuerdes esto cuando empieces a recorrer los diez componentes de la plenitud financiera que te esperan, porque no te voy a mentir, puede que sientas un poco de incomodidad mientras lo haces. Y eso está bien. Esa incomodidad es una clara señal de tu crecimiento. Y eso es algo que hay que agradecer.

Creo que a veces las cosas se ponen difíciles porque van a enseñarte lecciones que se quedarán mucho tiempo en tu vida. Lo fácil no nos enseña mucho. Si recuerdas la introducción, una vez estuve en un lugar financiero (y emocional) bastante oscuro. En un abrir y cerrar de ojos había perdido mi trabajo, mis ahorros, el uso de mi apartamento, mi jubilación y a mi novio. Realmente sentía que no tenía nada a que aferrarme. Es decir, tenía mi Toyota Camry de 1999. Eso era algo, pero no era mucho. Recuerdo que pensé: ¿Cómo se puede construir algo a partir de “nada”?

Una parte de mí sabía que tenía que haber algo mejor más adelante. Y esta parte de esperanza me ayudó a ver todo lo que ya podía agradecer. Tuve que entrecerrar los ojos para verlo, pero me obligué a buscar el más pequeño ladrillo de esperanza sobre el cual construir. Empecé con frases sarcásticas como: “Estoy agradecida por esta maleta vieja que guarda toda mi ropa. Aplausos para Tiffany…”.

Incluso a través del sarcasmo, sentí que mi espíritu se sentía más ligero. Busqué otros motivos de gratitud. Tenía unos 50 contactos de correo electrónico en ese momento. Bien, pensé, ¡tenemos algunas direcciones de correo electrónico! Esto puede ser una oportunidad. ¿Por qué no le envías un correo a esas personas para ver si te contratan? Una cosa llevó a la otra y, como expliqué en la introducción, conseguí un contrato para impartir clases de finanzas en una fundación local. Y luego, cuando cobré ese contrato, pude salir de la casa de mis padres y tener una habitación propia en un departamento compartido. No podía pagar un apartamento completo, pero podía alquilar una habitación. Fue en esa habitación donde construiría el proyecto de The Budgetnista, la Señora de los presupuestos.

Tómate un momento: Debes saber que aprender cosas nuevas, lidiar con el dinero de manera diferente, hacer presupuestos, ahorrar e invertir mejor, no son cosas que sucedan de la noche a la mañana. Puede parecer difícil al principio, pero recuerda que lo difícil te está preparando para lo mejor. Estás a punto de subir de nivel, y los dolores de crecimiento son normales. Para mentalizarte un poco, quiero que encuentres un punto brillante o una oportunidad oculta (tu propia versión de la maleta vieja o las 50 direcciones de correo electrónico) y los anotes. Crea una lista de agradecimiento y encuentra nuevas cosas que añadir cada día.

(Lo que pongas en esa lista no tiene que ser especial, importante ni estar relacionado con las finanzas. Puedes decir: “Me alegro de haberme levantado hoy. Me alegro de que el libro de Tiffany esté en mi vida”. Es una broma. Lo que quiero decir es que yo sí te pondría en mi lista de agradecimientos: ¡estoy realmente agradecida de que estés aquí!).

4. Vivir para la alegría

Cuando tenía 14 años mis piernas crecieron. Cuando tenía 21, mi corazón se expandió. Me había graduado de la universidad y fui a visitar Nigeria por primera vez. Era el quincuagésimo aniversario de boda de mis abuelos, así que toda nuestra familia se reunió para celebrarlo.

Cuando llegué, me llamó la atención que ninguno de mis primos parecía depender de las “cosas” que todos en Estados Unidos estamos convencidos de necesitar. Tenían teléfonos, pero no estaban todo el día con ellos, y casi nadie veía la televisión.

Al principio me pregunté qué hacían todo el día. Luego lo descubrí. Jugaban, leían, hablaban entre ellos, se reían mucho, se visitaban. Suena cursi, pero mi familia de Nigeria se dedicaba a pasar tiempo de calidad juntos. Eran un grupo feliz, conectado y unido gracias a las cosas que les importaban. No era difícil ver que yo no tenía ese tipo de gratitud a pesar de todas mis posesiones materiales. Tenía cosas, pero no ese tipo de alegría. Fue entonces cuando decidí que iba a transformar el enfoque de mi vida hacia el servicio y el agradecimiento. Uno de los ejercicios que practico es comenzar y terminar el día con pensamientos de gratitud. A primera hora de la mañana y a última de la noche, hago una lista mental de al menos tres cosas por las que estoy agradecida. Veinte años después, aquel viaje a Nigeria sigue inspirándome para vivir una vida de gratitud y alegría.

Tómate un momento: Puede que tener más dinero te facilite la vida de muchas formas, que te haga más exitoso en cuanto a las apariencias, pero más allá de cierto punto no te hará más feliz. Aunque ahora mismo te encuentres en una situación difícil y sepas que hay mucho trabajo por hacer para encaminarte hacia la plenitud financiera, debes saber que no es un camino de espinas. Todavía hay amor, hay abrazos, hay sol… Todavía hay alegría.

5. Crea un ambiente positivo y responsable en torno tuyo

Ya hemos hablado del bagaje familiar en torno al dinero, así como de las formas en que la sociedad contribuye a formar tus actitudes hacia este. Pero las personas con las que pasas más tiempo seguramente también tienen una gran influencia en ti y en tus hábitos. Me refiero a las personas de tu círculo, tu grupo de amistades, tu pandilla. ¿Elevan o disminuyen tu nivel de vida? Es algo que vale la pena pensar mientras te preparas para iniciar los diez pasos hacia la plenitud financiera.

Te diré por qué es importante: cuando cuentas con el apoyo de personas positivas es más probable que tengas éxito. No es que no puedas hacerlo por ti mismo, pero es difícil tratar de mejorar de manera aislada. Y las personas negativas no solo no ayudan a tu causa, sino que pueden hundirte. A menudo, su propia inseguridad es un reflejo de su falta de confianza. A veces la negatividad de una persona es simplemente una proyección de sus propios miedos. Y puede que tus objetivos sean algo a lo que nunca se han atrevido a aspirar, por lo que tus ambiciones les confunden. Pero recuerda que su negatividad no tiene que ver contigo.

La clave para alejarse de cualquiera que no te anime o apoye de manera positiva es dejar de darle espacio, tanto emocional como físico. Aunque sea difícil de admitir, algunas de esas personas que no te apoyan pueden ser miembros de tu familia, por lo que evitarlas puede ser difícil. Pero hazte a la idea de que no tienen por qué estar involucradas o enteradas de todo lo que haces. Recuerda que tus objetivos consisten en tratar de hacerlo mejor cada vez. Y para tener una oportunidad real de triunfar, es posible que tengas que centrarte por completo en el trabajo duro. Después podrás compartirles tu historia. He aprendido que algunos de mis planes de mejora de vida deben compartirse solo con quien necesita conocerlos, ¡y eso no incluye a todo el mundo!

Me doy cuenta de que esto es muy difícil de hacer, en especial si ahora sientes que debes ocultar tus objetivos a personas cuyas opiniones significan mucho para ti. Pero si tus amigos o tu familia consideran que tus objetivos son extraños, puede restarte la energía necesaria para alcanzarlos.

Dado que tu objetivo con este libro es trabajar para alcanzar la plenitud financiera, es conveniente que intentes añadir a tu red únicamente a personas que no solo sean influencias positivas, sino también ambiciosas y que trabajen para elevar su propia posición financiera. Que trabajen en sus deudas y créditos, que traten de aumentar su valor neto, que busquen fuentes secundarias de ingresos… ¿tienes personas así en tu vida?

Si las tienes, es importante apoyarte en su positividad y devolverla al mismo tiempo. A este tipo de apoyo e intercambio mutuo le llamo asociación de responsabilidad