Los hábitos de los ricos - anónimo anónimo - E-Book

Los hábitos de los ricos E-Book

anónimo anónimo

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Beschreibung

Tom Corley pasó cinco años estudiando a los millonarios de todo tipo, en especial a aquellos que no nacieron en familias con dinero y amasaron por sí mismos una fortuna. Descubrió que las personas que se hacen ricas se parecen en algunas cosas; tienen ciertos hábitos en común y evitan determinadas actitudes. Su investigación dio lugar a un libro "Los hábitos de los ricos" que, diez años después de su lanzamiento, se sigue vendiendo como pan caliente.

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Seitenzahl: 35

Veröffentlichungsjahr: 2019

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Introducción

La riqueza es evasiva, dice el autor de “Los Hábitos de los Ricos”. Algunas personas son ricas y otras nunca llegan a serlo: en Estados Unidos, sólo el 5% de las personas logra un éxito financiero real. En las escuelas no se enseña cómo ser financieramente exitoso, de modo que tenemos que buscar nuestro camino a fuerza de prueba y error.

El autor pasó varios años estudiando la conducta diaria y los hábitos cotidianos de las personas ricas, y en base a sus observaciones trazó lo que llamó “Rich Habits Program”, Programa de Hábitos de Riqueza, que según Tom Corley expresa “está diseñado para brindar una guía duradera y fácil de seguir sobre cómo conseguir éxito personal y financiero ilimitado1” . La riqueza, nos dice, no se debe únicamente a factores aleatorios como la herencia o la suerte, sino que es posible trabajar para obtenerla.

El autor es contador y planificador financiero de más de mil personas y empresas. Cuenta cómo nació la idea del libro, cuando uno de sus clientes acudió a él para pedirle ayuda. Su negocio crecía, y sin embargo le costaba hacer que los números cerraran. “¿Qué estoy haciendo mal?”, le preguntó el cliente, y resultó que la respuesta no era tan obvia. Durante un tiempo, el autor analizó todos los números de este cliente, y los comparó con otros del mismo rubro. No encontró ninguna causa que sobresaliera, ningún problema claro. En reunión con su cliente, se sinceró y le expuso que no sabía cuál era el problema. No era la respuesta que el cliente esperaba. En medio del incómodo silencio que siguió, el autor le preguntó qué hacía al volver a casa.

La respuesta del cliente fue el puntapié inicial para pensar en la riqueza o el éxito desde un ángulo diferente. Descubrió que el hombre en cuestión, en una noche de miércoles, por ejemplo, salía con chicas y tomaba vino a granel. No se trataba de un juicio moral sobre la vida del cliente, sino de la evidencia de que no había formulado las preguntas adecuadas. Todo este análisis derivó en un cuestionario de veinte preguntas, que hizo a sus clientes (ricos y pobres) y conocidos durante unos cinco años.

Este pequeño experimento lo llevó a una conclusión: existe una diferencia enorme entre los hábitos cotidianos de los ricos y de los pobres. El caso de su cliente le había permitido dar con un camino de descubrimiento de las herramientas del éxito financiero.

A continuación, el autor propone cuatro historias de fracaso personal y económico que servirán como disparador para hablar de un programa para el éxito.

El vendedor de seguros

Phoenix Upman, vendedor de seguros, se lamentaba en la barra de un bar mientras bebía una cerveza y fumaba cigarrillos. El barman le daba conversación, y Phoenix se quejaba: no se trataba de un mal día sino de una mala vida. Había tenido que decirle a su hijo que no podría pagarle sus estudios universitarios, ni siquiera en la universidad local que resultaba más económica para los residentes, porque no tenía los medios económicos.

Apiadado de él, el barman le invitó una cerveza y le preguntó a qué se dedicaba. Phoenix respondió que vendía seguros (o intentaba hacerlo). Se sentía un fracasado, y su estado general era lamentable. El barman le preguntó si estaba en auto, a lo que Phoenix respondió que sí, pero que vivía cerca. Phoenix pagó por lo que había tomado y se retiró. No quería volver a casa, pero era evidente que no iban a darle más cerveza.

Sentado al volante de su auto, encendió un cigarrillo mientras se calentaba el motor. Lo sobresaltó un golpe en la ventanilla. Había un hombre afuera del auto, que le hacía señas para que bajara la ventanilla. El hombre le dijo que había oído su conversación con el barman, y que quería ayudarlo. Le extendió una tarjeta y le pidió que fuera a verlo el lunes al mediodía. A Upman le resultó sospechoso: ¿de qué se trataba esa ayuda de un desconocido? El hombre le confesó que al escucharlo y verlo, le había parecido estar viéndose reflejado en un viejo espejo.