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Obra de teatro de Ana Diosdado. Un referente del teatro de la época, en la que se muestra el despertar de la sociedad española. Ana Diosdado. Hija de actores españoles, Ana Diosdado nace en Buenos Aires poco después de la guerra civil española, regresando con su familia a España en los años cincuenta. Compaginándolo con sus estudios, y con su carrera de actriz, escribe desde su primera juventud, colaborando con artículos y cuentos en diversas publicaciones, hasta que se edita en 1964 su primera novela, "En cualquier lugar, no importa cuándo...". Desde 1970 estrena con regularidad las siguientes obras de teatro: "Olvida los tambores", "El okapi", "Usted también podría disfrutar de ella", "Los comuneros", "Y de cachemira, chales", "Cuplé", "Los ochenta son nuestros" y "Camino de plata".
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Ana Diosdado
LOS OCHENTA SON NUESTROS
EDITAA. Machado Libros
C/ Labradores, 5. Parque Empresarial Prado del Espino 28660 Boadilla del Monte (Madrid)[email protected] • www.machadolibros.com
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© Ana Diosdado, 1988 © de la presente edición: Machado Grupo de Distribución, S.L.
REALIZACIÓN: A. Machado Libros
ISBN: 978-84-9114-132-7
Los ochenta son nuestrosfue estrenada en el Teatro Infanta Isabel, de Madrid, el 13 de enero de 1988.
REPARTO:
por orden de intervención
Mari Ángeles:
A
MPARO
L
ARRAÑAGA
Jose:
I
ÑAKI
M
IRAMÓN
Cris:
L
YDIA
B
OSCH
Rafa:
L
UIS
M
ERLO
Laura:
F
LAVIA
Z
ARZO
Juan Gabriel:
J
UAN
C
ARLOS
N
AYA
Chus:
V
ÍCTOR
M
ANUEL
G
ARCÍA
Miguel:
T
ONI
C
ANTÓ
Ficha Técnica
Escenografía e iluminación:
S
IMÓN
S
UÁREZ
Música original:
T
EDDY
B
AUTISTA
Dirección:
J
ESÚS
P
UENTE
Regidor:
R
ICARDO
S
UÁREZ
Jefe iluminación:
Á
NGEL
P
ALOMINO
Fotografía:
J
ESÚS
A
LCÁNTARA
Diseño publicidad:
J
OSÉ
G
ONZALO
Material iluminación:
J
OSÉ
L
UIS
R
ODRÍGUEZ
Maquinista:
L
UIS
J
IMÉNEZ
Realización decorado:
D
ECORUM
Coordinación general:
T
OMÁS
G
AYO
Ropa deportiva de ATP:
F
OX
Espacio escénico
Primer acto
Espacio escénico
Segundo acto
El espacio escénico representa el abandonado garaje de un chalé en la sierra de Guadarrama, y el jardín que lo rodea.
Se halla dispuesto sobre una plataforma separada del suelo del escenario.
Fuera de la plataforma, relajada y como observando con interés todo lo que en ella sucede, una niña de unos catorce o quince años, de aire infantil e inteligente. Viste un conjunto blue-jean y contempla, desde otro tiempo, la representación.
Al empezar esta, el recinto del garaje se halla en penumbra. En primer término de la plataforma, protegido por una pequeña trinchera formada por viejas ruedas de automóvil, Jose, vestido con un chándal, por debajo del cual asoma un jersey, escucha música, con religiosidad, o modorra, o las dos cosas, echado en el suelo sobre la colchoneta floreada de un columpio de jardín.
Tiene dieciocho años rebosantes de vitalidad, de agresividad contenida, lo que suele llamarse «una fuerza de la naturaleza».
Al garaje se le supone una puerta de bisagra, que se abre hacia arriba, al revés que un puente levadizo, y que preferiblemente no será real en la escenografía, al igual que las paredes del garaje.
La puerta se levanta chirriando, dejando entrar un poco de luz de día, y haciendo más nítida la parte visible del jardín, que es grande, antiguo y bastante descuidado, como un paraíso muerto. Quien abre la puerta es Cris, una chica bonita y resuelta, de diecisiete años. Viste un viejo pantalón vaquero y un cárdigan muy abrigado. Trae la cabeza llena de rulos. En la mano, una cafetera eléctrica, grande, de modelo antiguo, y un par de paquetes.
CRIS.–(Como para sí misma, lamiéndose una herida que se hace en la mano al abrir.)Joder...(Inmediatamente va a encender una luz que ilumina la totalidad del viejo garaje. Este ha sido rudimentariamente habilitado para servir de discoteca. A guisa de asientos, un par de viejos barriles pintados de rojo y puffs de esparto, bombillas rodeadas de tulipas estilo viejo oeste, un largo tablón sobre dos borriquetas, que sirven de barra, unas baldas de conglomerado, también pintadas y, sobre ellas, botellas y vasos.