Los sueños no tienen copyright - Cecilia Pavón - E-Book

Los sueños no tienen copyright E-Book

Cecilia Pavón

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Beschreibung

Reunidos por primera vez en 2010, esta reedición de Los sueños no tienen copyright agrega textos de la misma época y pone a disposición las primeras y felices invenciones de Cecilia Pavón. Las nuevas formas del arte, una concepción distinta del amor, el retrato de una escritora popular y de vanguardia, todo parece, todo tiene el brillo y la potencia de la novedad y el aliento de la frescura en este libro. La pregunta sobre qué es un cuento recorre todos los textos y, acaso, responde con otra pregunta: la literatura ¿no debería cambiar y hacerse algo más sensible, sensual, inteligente? Cuando nacía la época de las redes sociales y de las relaciones mediadas por las tecnologías, Cecilia Pavón vino, vio y escribió estos relatos para encontrar una forma de pensar y sentir los nuevos tiempos que se avecinaban y que hoy nos rigen.

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LOS SUEÑOS NO TIENEN COPYRIGHT

 

 

CECILIA PAVÓN

 

 

 

Índice

CubiertaPortadaNota de los editoresOnce surDiscos Gato Gordo o una nube con forma y color de moretónLos sueños no tienen copyrightCongreso, 1994I want to be fatMonjas, la utopía de un mundo sin hombresQuerida Kathrin:Querida Johanna:S/TBomarzoMi LugonesDurazno Reverdeciente IIJeanSwedenborg vs. KantPresupuesto irrestricto (Unlimited budget)Teoría postmarxista de la infelicidadSobre la autoraCréditos

Nota de los editores

“Mi Lugones” fue publicado en 1997 en el número 1 de la revista Nunca nunca quisiera irme a casa, que editaban Gabriela Bejerman y Gary Pimiento. “Bomarzo” apareció en el número 2 de la revista de Belleza y Felicidad, en 1999. “Monjas, la utopía de un mundo sin hombres” fue publicado en 1999 en el número 6 de la revista Nunca nunca quisiera irme a casa. “Querida Kathrin:”, “Durazno Reverdeciente II” y “Discos Gato Gordo o una nube con forma y color de moretón” fueron publicados en Caramelos de anís (ByF), libro que reúne relatos y poemas, en 2004. “Congreso, 1994” fue antologado por Juan Terranova en Buenos Aires / Escala 1:1, publicado por Entropía en 2007. “Querida Johanna:” fue incluido en la antología No hay cuchillos sin rosas (Eloísa Cartonera, 2007). “Teoría postmarxista de la infelicidad” fue publicado en Historias de mujeres infieles, antología al cuidado de Santiago Llach y Natalia Moret (Emecé, 2008). “Presupuesto irrestricto (Unlimited budget)” fue publicado en el Catálogo del Festival de Cine de Mar del Plata 2009. “Jean” fue escrito durante la residencia de la autora en “El lugar del hecho”, encuentro de escritores llevado a cabo en el Viejo Hotel Ostende. “S/T”, “Los sueños no tienen copyright”, “I want to be fat” y “Swedenborg vs. Kant” permanecían inéditos hasta la primera edición de este libro, en 2010. “Once sur” fue extractado de oncesur.blogspot.com, blog que la autora administró entre 2006 y 2012.

Once sur

el amor para mí es esto, por ahí me equivoco: yo me transformé en vos y vos te transformaste en mí y yo me transformé en vos y vos te transformaste en mí, y al final éramos diferentes y éramos iguales y nos dijimos chau with a smile y nos dijimos hola with a smile y nos dijimos chau with a smile y hola with a smile, sea donde sea que caiga la rueda de los colores en el hola en el chau en mí en vos.

Discos Gato Gordo o una nube con forma y color de moretón

Soy la dueña, fundadora y única capitalista de la compañía discográfica “Discos Gato Gordo”. El nombre está copiado de un sello británico underground, “Fat Cat Records”. El objetivo de mi empresa es registrar los sonidos nuevos, es decir, promocionar a los músicos experimentales de la ciudad de Buenos Aires.

Pero ¿es música lo que hacen?; abrí esta empresa con mucha esperanza y ahora me doy cuenta qué difícil es lidiar con los obstáculos del mercado. ¿Es difícil batallar con los obstáculos del mercado, o soy yo la que no hago bien mi trabajo?

Mi cabeza está llena de dudas y da vueltas como un trompo mientras miro los barcos pasar. Barcos de carga, que quién sabe qué traerán y qué llevarán (mi oficina queda en un piso 29 muy cerca del Río de la Plata). ¡Ah! el aire del río, es lo único que me renueva mientras tengo que luchar con ellos, los artistas. Aunque en realidad abrí esta empresa para estar en contacto con ellos.

Ya he sacado tres discos que se venden moderadamente y me han permitido recuperar algo del capital invertido, pero se me hace cada vez más difícil promocionar a la gente con la que trabajo. La música electrónica tiene sus límites, no la quieren en cualquier parte, los clientes se acaban pronto, el nicho es muy pequeño. Sobre todo ahora que la música latina hace furor en Buenos Aires. Buenos Aires, que antes era tan cosmopolita, poco a poco parece ir quedándose sin rostro, perdiendo su identidad. Aunque quizás se trate simplemente de una transfiguración como cualquier otra. La cumbia villera, una especie de gangsta rap mal hecho, avanza a ritmos impensados, dejando un campo reducido de acción a las productoras vanguardistas como yo.

En fin, tampoco es que los artistas del disco rígido (todos los discos que he sacado han sido compuestos exclusivamente con computadoras) sean fáciles de tratar, y como ya dije antes, mucho menos de vender. Es una música sin estridencias, monótona, sin letras, sin cuerpo, sin rostros, y sin sexo –los videos están hechos sólo de animaciones con figuras geométricas de colores– pero es el futuro, aunque a la mayoría les cueste entenderlo. Por eso voy a insistir con mi proyecto. Pero si hasta a los mismos artistas les cuesta entenderlo, bah, entender no lo entienden, tampoco es que deberían hacerlo, (¿debe la música surgir de la reflexión?), es sólo que me apena ver cómo son producto de la misma alienación que hace que nuestra empresa no crezca. Hacen esta música pero están peleados con esta música. Es muy extraño, y me cuesta intentar definirlo. Quizás tenga que ver con el entorno. Dicen por ahí, creo que lo leí en un libro, “tu ciudad es tu mente”. Todos mis artistas viven en Buenos Aires o sus afueras, el Gran Buenos Aires. Una megápolis del así llamado tercer mundo, lo cual, por otro lado, no significa que no se pueda producir un sonido único, vital, en otras palabras original y que llame la atención a escala planetaria.

Buenos Aires no es una ciudad especialmente bella, los espacios verdes se redujeron de 17 m2 por habitante en 1912, a 4 m2 por habitante en 2002. La organización mundial de la salud recomienda unos 13 para obtener una calidad de vida respetable. Vivimos en un tapiz de cemento, una telaraña de asfalto, que crece día a día sin dirección ni control urbanístico, o al menos eso es lo que creemos porque con todos los problemas de la deuda externa, los funcionarios de parques y jardines no se toman el trabajo de informarnos de su labor. Hoy, por ejemplo, hubo un incendio en la Reserva Ecológica, esa mancha de vegetación que se encuentra antes de llegar a la ribera marrón y lodosa del Río de la Plata, el que por otra parte no está integrado a la ciudad de ningún modo bello o armonioso, como lo puede estar el Limmat que atraviesa Zurich o el Rhin que atraviesa Colonia. Dicen que el incendio fue intencional, provocado por emprendedores inmobiliarios ambiciosos, que quieren literalmente allanar el camino para que el predio se privatice y poder construir allí sus grandes torres de cristal con piscina y sauna privado. Buenos Aires no es una ciudad bella, porque vivimos, claro, del lado salvaje del capitalismo.

Una nube de humo negro atravesó el cielo hoy, la vimos desde la oficina. Las cenizas llegaron hasta el centro. Marisa Berquis y yo estábamos en medio de la audición de su último demo y allí apareció esa nube con forma y color de moretón. Al principio no sabíamos si reír o llorar. Aunque no lo dijimos, las dos pensamos que podría tratarse de algo tóxico, una guerra, un atentado, o el estallido de alguna fábrica en malas condiciones. Y a la vez, había algo fascinante en el modo en que esa masa se abría paso, pintando el cielo con formas absurdas en fracciones de segundo. Fue emocionante porque fue extraño, y enorme. Y fue en el cielo. ¿Cómo describir el clima que se creó cuando esa imagen se unió con la música de fondo?

“Es una música densa, viscosa y caliente, como la cera que la depiladora deja caer sobre tus muslos cuando se aproxima el verano” dijo Marisa, y de repente la cera viscosa y caliente se apoderó del cielo. Y nos quedamos inmóviles.

Y con esto no quiero decir que esta música que trato de promocionar tenga este efecto, el de inmovilizar a la gente. En absoluto. Algunos la podrán interpretar así, claro, son los amantes de la cumbia villera, los amantes de las canchas de fútbol.

Marisa tiene 23 años y vive en un departamento de 18 m2 alfombrado de turquesa, que dice le recuerda el color del mar. No tiene otros muebles además de una cama plegable, y come sobre la alfombra. El resto del ambiente está ocupado por discos compactos sin tapas (baja todo de Internet) dispersos por el piso. La primera vez que entré a su casa tuve la sensación de estar en un acuario. (El baño también está alfombrado, y la puerta de madera se había hinchado, lo que le impedía cerrarse bien, y cada vez que se duchaba, siempre lo hacía con agua muy caliente, el monoambiente se llenaba de vapor).

Creo que es una de mis artistas más importantes y sus creaciones me emocionan hasta la médula. Su música me gusta porque es visceral, melancólica y leve en iguales proporciones. Me hace llorar cuando la escucho sola, con las luces apagadas. Al respecto, creo que todos los discos que edité deberían ser escuchados con las luces apagadas, en completa oscuridad.

Ninguno de mis discos tiene beats, y a veces me gusta verlos como piezas que propician largos viajes introspectivos o viajes al sueño, como si escuchar música y morir fueran lo mismo. Imagínense que todas esas grandes masas sumidas en la pobreza que escuchan cumbia villera escucharan la música de Marisa Berquis, como cera viscosa y caliente, acostados en la oscuridad, sin beber alcohol, sin moverse, ¿cuál sería el resultado?, ¿qué es lo que pasaría en nuestro país? O si en vez de fútbol, los domingos hubiera audiciones de música ambient en los estadios. Claro que esto no sucederá, pero me gusta imaginarlo: todos sedados por la música pegajosa de Discos Gato Gordo. Una utopía totalitaria pero a la vez pacifista, porque si algo odio es el fútbol.

Y a esto no tengo que explicarlo demasiado, porque cualquiera que esté leyendo este informe odia el fútbol, ¿verdad?

Los sueños no tienen copyright

Sería muy fácil convencer a la gente de mi visión, bastaría con hacer tours muy estratégicos por la ciudad, como llevarlos primero a una liquidación de Zara, con seres gritones y apiñados revolviendo antiestéticos cubos de madera prensada sobre los que descansan centenas de tristes pullóveres fabricados en Indonesia o Brasil. Aclaro que deberían ir sin dinero, por lo cual sólo les quedaría la única opción de sufrir ante un escenario perturbador como lo es el del consumo desenfrenado por parte de ciudadanos insatisfechos, sus pares. En el momento más revulsivo del shock, los sacaría de allí y los introduciría en la galería de arte más cercana. El cambio que experimentarían sería tan positivo que todos terminarían afiliándose a mi partido, de ser yo candidata a algo. Pero nunca seré candidata a nada. Porque mi programa es secreto, único, y personalista. Y lo personal no es político, sino al revés. Lo personal es, de hecho, el antídoto a la política y eso está muy bien, y es, también, el antídoto a la sociedad, y yo odio la sociedad. Pero no tengo otra opción que vivir en una, por eso me inventé un ritual inconformista que funciona como una máquina productora de radicalidad. Y es así: cuando salgo, sólo me dirijo a centros culturales, fundaciones y galerías. Los lugares pensados para la exhibición de obras de arte son espacios amplios y con una luz extremadamente agradable, y –lo más importante– sin gente. En Buenos Aires, hay al menos cien galerías de arte de todos los estilos, pero yo voy siempre a las mismas, las tres o cuatro “de onda” donde exponen los artistas jóvenes. No tengo nada contra los artistas maduros, pero para mí los únicos artistas verdaderos son exclusivamente los jóvenes, y esto no creo que necesite demasiada aclaración. Para mí los artistas jóvenes siguen aspirando al ser humano total, y yo les creo. Y ellos me transmiten su fe. Qué bueno sería que se murieran todos los habitantes de la Tierra y sólo quedáramos los artistas y yo. Yo me emociono con las obras de arte que ellos construyen. No me importa si están más o menos logradas, no me importan si son geniales o mediocres, lo único importante es que existen.