Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
Nomadismo por mi país es el diario de los talleres de poesía de Cecilia Pavón. Como en todos los diarios, podemos reponer el contexto en que fueron escritas las entradas, con los pensamientos y los sentimientos de la autora. El libro funciona, a su vez, como un potente faro con el que la autora ilumina con sus reflexiones y su ética literaria el campo de la poesía contemporánea. Desperdigados en las entradas hay poemas de las asistentes al taller, que forman una pequeña antología de poesía. Cecilia se prepara para dar cada taller, que son online, y se entrega a lo inesperado de la literatura que nace en su computadora, por la que se conecta con hacedoras de poesía de todo el mundo. Maestra de poetas, gran poeta ella misma, Pavón escribe un libro fundamental para quienes quieran escribir literatura en este tiempo, o para quienes simplemente quieran entregarse a la magia de la poesía.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 218
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
NOMADISMO POR MI PAÍS
Diario de taller
Cecilia Pavón
Cubierta
Portada
1 (2021)
1 de junio
2 de junio
3 de junio
10 de junio
12 de junio
13 de junio
21 de junio
24 de junio
28 de junio
29 de junio
8 de julio
9 de julio
12 de julio
13 de julio
15 de julio
16 de julio
17 de julio
21 de julio
22 de julio
23 de julio
24 de julio
27 de julio
2 de agosto
3 de agosto
4 de agosto
5 de agosto
6 de agosto
17 de agosto
18 de agosto
19 de agosto
20 de agosto
23 de agosto
7 de septiembre
10 de septiembre
16 de septiembre
20 de septiembre
22 de septiembre
23 de septiembre
24 de septiembre
13 de octubre
14 de octubre
15 de octubre
4 de noviembre
9 de noviembre
10 de noviembre
12 de noviembre
15 de noviembre
30 de noviembre
2. Nomadismo por mi país (2022)
17 de enero
20 de enero
5 de mayo
6 de mayo
13 de mayo
17 de mayo
18 de mayo
19 de mayo
20 de mayo
21 de mayo
25 de mayo
26 de mayo
28 de mayo
29 de mayo
30 de mayo
31 de mayo
1 de junio
2 de junio
3 de junio
7 de junio
8 de junio
9 de junio
10 de junio
11 de junio
15 de junio
16 de junio
17 de junio
18 de junio
19 de junio
20 de junio
22 de junio
23 de junio
24 de junio
25 de junio
26 de junio
27 de junio
29 de junio
30 de junio
1 de julio
2 de julio
7 de julio
8 de julio
12 de julio
14 de julio
15 de julio
16 de julio
17 de julio
19 de julio
20 de julio
21 de julio
25 de julio
26 de julio
27 de julio
29 de julio
1 de agosto
3 de agosto
5 de agosto
6 de agosto
10 de agosto
12 de agosto
13 de agosto
16 de agosto
18 de agosto
19 de agosto
20 de agosto
21 de agosto
22 de agosto
23 de agosto
25 de agosto
29 de agosto
30 de agosto
31 de agosto
1 de septiembre
3 de septiembre
4 de septiembre
6 de septiembre
8 de septiembre
9 de septiembre
12 de septiembre
13 de septiembre
14 de septiembre
15 de septiembre
16 de septiembre
17 de septiembre
18 de septiembre
21 de septiembre
23 de septiembre
27 de septiembre
28 de septiembre
8 de octubre
9 de octubre
14 de octubre
17 de octubre
18 de octubre
19 de octubre
20 de octubre
21 de octubre
22 de octubre
23 de octubre
25 de octubre
29 de octubre
31 de octubre
1 de noviembre
3 de noviembre
9 de noviembre
16 de noviembre
18 de noviembre
19 de noviembre
25 de noviembre
26 de noviembre
28 de noviembre
2 de diciembre
4 de diciembre
5 de diciembre
7 de diciembre
8 de diciembre
10 de diciembre
11 de diciembre
13 de diciembre
16 de diciembre
Índice de poemas citados
Cecilia Pavón en Blatt & Ríos
Sobre la autora
Créditos
Tabla de contenidos
Hoy es domingo hace mucho frío y estoy en la cama mirando el techo, como la canción de Flema que dice: “solo en la cama mirando al techo/ no está mi chica vive muy lejos”. La canción la conocí la semana pasada en el taller de escritura que doy en el programa Artistas x Artistas. Gonzalo la citó en un texto que hablaba de los cuadros de una compañera. Las cuatro sesiones del taller giran en torno a la idea de usar la poesía para hablar del encuentro con las obras de arte. Escribió que mientras intentaba encontrar la forma de decir algo sobre los cuadros de Brenda, el algoritmo de YouTube le recomendó esa canción. El texto de Gonzalo termina con una lista de todos sus compañeros del taller y Gonzalo preguntándose, uno por uno, si alguna vez en su vida habrán probado pegamento. La canción se llama “Más feliz que la mierda”, y Ricky Espinosa canta que hay tres cosas que lo hacen feliz cuando está solo en su cuarto: el vino en caja, la televisión y el pegamento. En mi caso, lo que me hace feliz no es ninguna de esas cosas, pero desde mi cama puedo ver la pantalla de mi computadora, y esta tarde helada y nublada de domingo siento la tentación de entrar al link de Google Meet donde durante la semana se desarrollan mis talleres para ver si hay alguien. Siento que mi cuarto en silencio está demasiado vacío, que los domingos también tendríamos que juntarnos a hablar de libros y leernos poemas. Ahora quizás los talleres literarios por Google Meet se hayan vuelto una droga para mí.
Hoy empiezo este diario de mis talleres de escritura por internet, que es lo único que hago en la vida. Además de limpiar la casa y escribir poemas muy breves en un cuaderno de tapas de falso cuero. Antes, cuando no se me había ocurrido usar la computadora para reunir gente, limpiaba la casa justo antes de que empezaran los talleres en mi living: pasar el trapo por el piso de cerámica con limpiador para pisos era una especie de ritual. Era fantástico recibir gente varios días a la semana cuando caía el sol. A veces, nos quedábamos hasta las once de la noche y mi hijo, que entonces era niño, tenía que esperar para cenar. (Yo solía dejarle una bandeja con varias provisiones en su escritorio y le decía que no saliera de su cuarto). Ahora, todo sucede en una pantalla de una computadora en una mesita rebatible frente a mi cama, “a screen of one’s own” in “a room of one’s own”. Cierro la puerta de mi cuarto y la casa sigue su rutina sin mí. Ahora mi hijo es adolescente y sabe cocinar, puede prepararse la cena. Puedo quedarme hasta la hora que quiera hablando de poesía o de cualquier cosa con gente que se conecta desde muchos lugares diferentes de la tierra: creo que eso fue lo más alucinante que me trajo esta pandemia.
Empezamos el mes de junio leyendo Bluets de Maggie Nelson. Siempre intento dar libros que sean inspiradores, que la primera reacción después de leerlos sea escribir. O quizás no, quizás lo único que busco en los libros que elijo es que den muchas ganas de hablar de ellos. A veces siento que el libro que analizamos es una excusa para encontrarnos, que un taller es como una ronda infantil donde las canciones son sólo una acompañamiento para esa forma de girar y girar y marearse. Un taller literario puede ser una forma de mareo.
Hoy Pablo dijo que al leer Bluets había sentido mucha envidia. Yo le dije que no dijera envidia sino “sana envidia’’. ¿Se puede sentir envidia ante una obra de arte? Me parece increíble que él sintiera eso porque yo sentí lo mismo mientras leía el libro, una sensación de “qué bien que escribe esta autora, qué envidia, nunca voy a poder escribir así”, aunque no se lo dije. Y ahora que lo pienso mejor, si un libro te genera envidia no debe ser tan bueno. Para mí, los libros buenos son los que te liberan, los que te hacen decir “qué fácil, yo también puedo hacerlo”, como ese disco de los noventa de Los Auténticos Decadentes que se llamaba Cualquiera puede cantar. El arte humano del futuro es fácil. A la literatura difícil que la hagan los robots. Como sea, después de escuchar a todos en el taller, entendí la razón por la que elegí el libro de Nelson para darles. No es un libro que me guste en particular, pero sí pienso que es la encarnación de un nuevo género literario que voy a bautizar “cuaderno de notas”. Creo que es un libro que eleva el cuaderno de notas –fragmentario, casual, parcial, incoherente– al estatus de obra de arte.
Este libro también es un cuaderno de notas, no quiere ser más que eso y me encanta que así sea, me encanta haber dejado de sufrir por no poder “escribir una novela”. Además, por otro lado, quizás ya no necesitemos escribir novelas.
Hoy Azul contó que tiene los diarios de Alejandra Pizarnik en su mesita de luz, un libro enorme, como de tres mil páginas, dice ella; no sé si realmente serán tantas (para esta semana tenían que leer el poema “Mis bestias” de Olga Orozco, la maestra de Alejandra Pizarnik). Dice Azul que antes de abrir el libro de Pizarnik lo “intencionó” (es raro este verbo, creo que sólo existe en el lenguaje de Instagram y las redes sociales, no en el de la Real Academia Española) y al abrirlo lo primero que leyó fue la siguiente afirmación: “meditando todo es posible”. En el encuentro anterior Azul había contado que tenía el proyecto de escribir un libro entero de poemas relacionados con la meditación. Todos le dicen que Alejandra desde el más allá le está dando el visto bueno a su proyecto. Que Alejandra le dice: adelante, adelante, seguí escribiendo. (Un taller literario es también una sesión de espiritismo).
Verónica está escribiendo sobre las fiestas de los noventa. Sobre cómo era tener veinte años en los noventa y salir a bailar, sobre cómo era ser mujer y desear ser amada en la última década del siglo XX. En un diálogo recordado y transcripto desde el recuerdo, el chico con el que salía le pregunta varias veces “¿sos estúpida?, ¿sos estúpida?”. Yo también viví los años noventa como chica que quería ser escritora y muchas veces muchos hombres me dijeron estúpida. Tener un taller es de alguna forma constatar que a todos nos pasaron las mismas cosas, que todos escribimos el mismo poema, que los poemas y las experiencias se entrelazan como ondas en el agua y nuestros nombres particulares se borran y dejan de importar.
Como reacción al poema “Mis bestias”, de Olga Orozco, Abril (que está en Ciudad de México) trajo un relato sobre un toro que escribe el nombre “Guadalupe” con sus cuernos sobre el tronco de un árbol. ¿La Virgen de Guadalupe?, alguien preguntó. Puede ser, dijo ella, quizás cité a la Virgen sin darme cuenta.
Hoy al taller de las diez y media de la mañana vino de invitado Gael Policano Rossi (también conocido como Astromostra) para hablar de Olga Orozco. Gael y O. O. comparten muchas características: los dos son poetas y tarotistas. Y los dos le dedicaron un libro de poemas completo a su gato. Gael nos habló de una bruja que le tiene miedo a su propia brujería o algo así, una bruja a la que le fallan los hechizos, como la poeta a la que no le sale el poema; todo lo que dijo fue hermoso.
Me encanta entrar al taller de los jueves porque la mayor parte de la gente que viene está en el hemisferio norte y de alguna forma entrar a ese Google Meet es como viajar por unas horas hacia el verano. Marcos, Juli, Camila y Tatiana están bronceados y llevan remeras de mangas cortas. Este es el único taller que hago con cámara encendida. Juli, que está en las Islas Canarias, más precisamente en Lanzarote, trajo un poema sobre dos vírgenes. Carmen y Candelaria, que son las vírgenes patronas de las islas, en su poema son dos adolescentes que están en la playa y se envían mensajes por WhatsApp. Ese día, después de terminar el taller, me digo que sin falta tengo que buscar una virgen en alguna iglesia de mi barrio y hacerme devota de ella. El taller para mí es también un oráculo en el ciberespacio. Si dos personas ubicadas en lugares muy distantes escriben sin ningún motivo sobre vírgenes y lo leen en mi taller, siento que la poesía me está enviando un mensaje. Copio aquí el poema de Juli Mesa:
Carmen y Candelaria son vírgenes en la playa
tienen un grupo de whatsapp que se llama fumar juntas morir solas
donde se escriben cosas como
—¿qué haces hoy? vamos a la playa?
—vamos
y otro que le dijo
—no me enamoro de chicos
¿y? no importa, soy otra cosa
lo que he encontrado es otra cosa
y no importa
Y se escriben más cosas, todas empezando hoy
vamos a la playa
tienen una canción para el verano
que dice
se pierde en la arena y el mar se ve tan tropical
pero de seguro equivocan oraciones
se escriben y se mandan un gif y muchos stickers
y escriben todo lo que se va al agua
todo lo que brilla y lo que hace ondas y lo que está debajo
todos los peces y lo que no es importante
todo lo que flota
y nada
ahora es tan así!
se bañan en el mar, se pierden en la Luz
y el de Abril Ramos
Toros mugrosos
El toro lloró después de hacer el amor hermosamente con la tora. Se recostaron en el pastizal, donde sea; toros mugrosos, a tomar el sol, platicar de cosas, rumiar.
hacían juegos de palabras
¡Cuernos! Alejaban a las moscas.
Pasada la tarde, cielo rojo, el toro regresó a casa
Toro robusto, vigor; pensaba en la tora
qué radiante qué bárbara, qué tremenda
pasó cerca de los demás toros y toras
toros en el agua
toros corriendo
doscientos toros
pasos de toro
toritos mamando
toros avergonzados
piel de toro
Recolectó unas cuantas piedras que encontró en la vereda y las guardó en un compartimiento secreto.
Se detuvo al pie de un maguey gigantesco, donde grabó en una de las pencas con su cuerno derecho - toro diestro - unas letras especiales
G U A D A L U P E
Llegó a casa a tomar la siesta de inmediato
Cayó dormido intentando soñar con el dios de los toros
Santo patrono
Retomé mi taller en inglés con Jenny y Robin. Robin se había ido de vacaciones a Hawái y habían pospuesto los encuentros por tres semanas. A veces me parece tan irreal dar taller en otro idioma… Ellas están en Los Ángeles, Robin se conecta delante de una ventana por la que siempre puedo ver una palmera. Para mí, los lunes a la tarde son los días en los que las consonantes explotan; siempre me digo que para mejorar mi inglés tengo que hacer que mis consonantes suenen más explosivas. Ninguna p dicha por una hispanohablante va a sonar nunca lo suficientemente explosiva como la de un hablante nativo del inglés o el alemán, por eso tengo que practicar. Además, hablar de poesía en otro idioma es como cambiar de identidad por dos horas, mi identidad de consonantes explosivas y vocales largas. Todos los lunes espero ansiosa sus historias. Ayer hablamos del libro El pequeño monje budista de César Aira, The Little Budhist Monk. Todos mis talleres consisten en el simple mecanismo de leer un texto y dejarse influenciar por él de alguna forma. Es un aprendizaje por ósmosis, me dice Jenny. En su texto de ayer, trataba a su poema como a un bebé: “let, this, baby, write, itself” decía en una parte. Yo también quise siempre que todos mis textos fueran bebés que se escribieran solos. Gracias, Jenny, por recordármelo.
El texto de esta semana era un cuento de Leonora Carrington que narra la historia de unos conejos carnívoros encerrados en un departamento de Nueva York. La consigna era usar material de un sueño sin contar un sueño. Carmín escribió que sus amantes eran como agentes de bolsa de Wall Street o robots; Carolina, que la perseguían monstruos en una galería de arte; Rita, que se enamoraba de una monja en cuatriciclo que cruzaba la ciudad vacía de noche.
Pienso en la literatura como una especie de medicina homeopática (“lo similar cura lo similar” dice el lema de la homeopatía). Hay en el universo un texto que cura tu enfermedad, sólo necesitás seguir leyendo hasta encontrarlo. No sé si los talleres servirán para curar algo, de alguna forma siento que muchos de los textos que leemos y escribimos en el taller son como esas microdosis medicinales, que alguna parte interna e inexplicable tocan y hacia alguna cura lenta e impredecible nos arrastran.
Los martes doy dos talleres. Uno a la mañana, que reúne a diez mujeres que están en los siguientes lugares: Buenos Aires, Rafaela, Olivos, Brooklyn y Austin. Otro a la tarde al que vienen nueve personas de Buenos Aires y una persona de Ciudad de México. Entre el taller de la mañana y el taller de la tarde presenté mi libro de cuentos Little Joy en la Kunstverein de Nuremberg. Después de terminar el taller a la una, comí una ensalada que compré en la panadería de la esquina, me maquillé (en el último año y medio sólo me he estado maquillando para las presentaciones de libros) y a las dos entré al Zoom para hablar con cuatro panelistas alemanes. De alguna forma, cada vez que entro a una sala de videoconferencia siento que me desmaterializo, y después me lleva horas regresar del ciberespacio y habitar nuevamente mi cuerpo normal…
Tantos lugares pasando por mi pantalla y yo siempre en mi silla giratoria de cuerina amarilla, sentada en la mesita rebatible ubicada junto a la puerta-ventana de mi dormitorio que da al jardín. Qué raro ha sido este año haber viajado a tantos lugares sin moverme de mi cuarto. Me acuerdo de una frase de José Lezama Lima: “no viajo, por eso resucito”. Cuando empezó la pandemia leímos Voyage autour de ma chambre de Xavier de Maistre, un libro de 1794. Al final esos viajes que parecían tan excepcionales se volvieron la característica de este nuevo mundo que habitamos. De repente, me acuerdo de otra canción de los noventa: “Roam around the world/ Without wings, without wheels/ Roam if you want to” cantaban los B-52’s… Viajá si querés sin nada más que el amor que sentimos, terminaba el tema. Los talleres literarios en la pantalla de mi computadora son una forma de viajar sin ningún tipo de vehículo más que el amor.
Hoy hablamos de ecología, Marcos dijo que la ecología y la identidad estaban relacionadas y leyó un poema sobre las vides y los terrones de tierra (no me acuerdo de si era terrones la palabra, ahora voy a ir al mail a buscarla).
Hoy decidí seguir con este diario y volverlo un texto más largo. Creo que como pasa con los sueños, si no registro al menos una parte de todas estas conversaciones que son mi vida, voy a olvidarlas a todas. Hay cosas de los talleres de hace varios años que recuerdo, como cuando Ana, una chica neoyorquina, recibió un llamado en medio del taller. Era su madre que le decía que su abuela tenía un tumor en el cerebro y que tenía que viajar lo antes posible de vuelta a su país. Fue muy raro porque justo estábamos leyendo Hospital Británico de Héctor Viel Temperley, un libro que habla de estar muriéndose en un hospital con un tumor en el cerebro. Son los misterios de la poesía y el azar. Otro evento que recuerdo de un taller de hace muchos años –cinco o seis– es que mientras alguien leía un texto que hacía referencia a un collar de perlas, entraron decenas de perlas por debajo de la puerta de mi casa, tintineando. Todos se quedaron en silencio. Fue bastante extraño. Lo que había pasado era que a alguien que bajaba del ascensor –la puerta de entrada a mi departamento en planta baja está justo al lado de los ascensores del edificio– se le había roto un collar de perlas y las cuentas habían rodado por el piso. Mi puerta, por otra parte, no llegaba hasta el suelo y había una franja de un centímetro que permitía que pasaran pequeños objetos. Me apuré a agarrarlas y eran todas perlas de plástico. Abrí la puerta para ver quién era la dueña del collar, pero ya había salido del edificio.
Antes de escribir, limpiar la casa. Siempre es lo mismo, sentir que si no limpio no tengo derecho a sentarme a escribir, pero hoy por primera vez me esfuerzo y digo: es al revés, primero escribir y después limpiar, primero escribir y después limpiar, primero escribir y después trabajar, primero escribir y después amar.
11 de julio
Ayer Teté García Bravo trajo este poema sobre la limpieza:
Lavame Sucia
NOTICIA: El reconocimiento por hijo para jubilarse es la oportunidad para mejorar el sistema previsional. Desde la Anses se anunció la posibilidad de lanzar el “Programa Integral de Reconocimiento de Períodos de Servicio por Tareas de Cuidado”. Este sería un programa de reconocimiento de aportes jubilatorios para mujeres con hijos de entre 59 y 64 años de edad. Se sostiene que hay muchas mujeres que no pueden jubilarse porque no tienen suficientes aportes debido a que tuvieron que salir del mercado laboral por la maternidad.
Teté yo no te crie así
digo en voz alta
mientras limpio la cocina
imitando la voz santiagueña de mi mamá
Para hablar como mi mamá
tengo que ajustar mucho la garganta y pegar la lengua contra el paladar
Así la voz me sale más chillona
y con la lentitud precisa que va marcando la redondez de cada sílaba,
una manera de decir el deber cansino con el que estás cumpliendo.
La cocina no da más de manchas superpuestas
el café de la mañana y de muchas tardes
goteado en la hornalla de adelante
alguna miga de pan quemada rodando hace días hacia adelante y atrás
en un balanceo permanente que la lleva a rozar un grano de arroz calcinado y seco
bajo la olla que sigue llena de agua usada
sobre la hornalla más grande
restos de fideo duro y pegado en la loza blanca
seguro que se cayó ahí directamente del paquete
y se fue quemando de a poco
la loza blanca manchada de tuco
qué impulso toman las burbujas de salsa al hervir
¡y cómo llegan desde la olla hasta la pared de la cocina!
Antes de volver a cocinar
voy a limpiar un poco, me digo.
Y tomo la esponja de acero y el antigrasa
y le doy al gatillo
fshh
fshh
fshh
Y friego, friego
hasta que la mugre afloja
y queda toda un agüita marrón y uniforme que seco con la rejilla
y luego con rollo de papel.
cuando la tengo a mano, la última capa es de lavandina.
Si mi mamá me viera hacer la comida en la cocina toda sucia me diría:
Teté, yo no te crie así.
Después de decir eso en voz alta
agrego:
Si la abu Tere viera así esta cocina, me deshereda
Para ese momento, abandono el soliloquio y le hablo a mi hija
que por suerte no me escucha porque tiene puestos
unos auriculares nuevos y los usa a todo volumen.
Los lunes a las cuatro p. m. de Argentina, mediodía de Los Ángeles, es mi encuentro semanal con Jenny y Robin. Son dos alumnas que me consiguió Chris Kraus, tomaban clases particulares con ella y por un viaje tuvo que dejarlas, entonces me preguntó si yo quería reemplazarla. Al principio me pareció una locura dar taller literario en inglés, pero ya hace tres meses que nos encontramos todos los lunes y funciona. Todas las cosas que ellas me dicen me parecen interesantes, somos de diferentes culturas y sus maneras de ver las cosas me hacen ver el mundo desde otro lugar. Es la fascinación de lo distinto. Por ejemplo, Jenny dice que es misanthropic (misántropa), y lo dice con toda la levedad del humor. Entonces me doy cuenta de que siempre censuré a la gente misántropa sin razón, que al final ser escritora es ser siempre un poco misántropa, porque una se ubica por fuera del resto de la humanidad a observarla. Que ser poeta es estar siempre sola de alguna manera, estar enamorada de la soledad. Pero hace falta que Jenny lo diga riéndose con esa levedad, “I am misanthropic”, para que yo me dé cuenta de que no es nada malo, incluso me doy cuenta de que mi novio, Claudio, el amor de mi vida, también es misántropo y yo siempre lo critico por eso. Quizás los misántropos tengan la razón y sean más sinceros que los que se dicen “no misántropos” como yo, que me pretendo sociable, fiestera, buena onda. Quizás toda mi voluntad de abrir espacios para invitar gente, organizar eventos de arte y poesía, etc., etc., no haya sido más que una forma de negar mi propia misantropía. Más allá de eso, fue un hermoso encuentro el de ayer a la tarde. Jenny dijo que le gustaría que un texto fuera como una caminata conversando con una amiga, donde las palabras se fueran escribiendo sobre una tela y luego quedara un cuadro, el poema, que reflejara los movimientos de esa charla.
En el taller de hoy hablamos de David Antin, que en su libro what it means to be avant-garde decía que la vanguardia era estar en el presente. A diferencia de las vanguardias europeas que pensaban en el futuro, agrego yo. Me encanta el presente, para mí el presente es todo. La consigna de hoy era escribir usando una lista. Camila trajo un poema titulado “Lista de las mejores fiestas a las que fui” que terminaba en inglés: “To be continued… or not” (“Continuará” es mi final favorito de poema).