Los Ursitory
los ángeles del destino
Matéo Maximoff
Kohelet
Título original: LES URSITORY – Les anges du destin
Primera edición en Editorial Kohelet: junio de 2024
Primera edición en francés en 1946
Copyright ©Matéo Maximoff (1988 tercera edición)
Copyright de la traducción ©Elizabeth Giuffré
ISNI 0000 0005 1423 4809
Copyright del prólogo ©Elizabeth Giuffré
Copyright de la biografía ©Nouka Maximoff
Derechos reservados para todas las ediciones en castellano:
©Editorial Kohelet
C/Circunvalación Encina 23, 7 C
18015 Granada (España)
www.kohelet.es
ISNI 0000 0000 7101 8807
ISBN:9788412813906
Depósito legal: GR 1183-2024
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.
Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar y escanear algún fragmento de esta obra.
Matéo Maximoff
Los Ursitory
los ángeles del destino
Colección Matéo Maximoff
Editorial
Colección Matéo Maximoff
La primera edición francesa de Les Ursitory fue publicada justo después de la Segunda Guerra Mundial, en 1946. Durante la guerra Matéo sufrió el horror de los campos de concentración, como muchos otros de su pueblo. Por eso pasaron muchos años hasta la publicación de este libro, escrito en 1938.
Matéo era parte del pueblo gitano, siempre viajando, en una época donde muy pocos sabían leer y escribir. Y él lo sabía. Como narrador tenía un gran talento y se atrevió a escribir.
Esta primera novela fue seguida rápidamente por otras dos: Le Prix de la liberté y Savina. En noviembre de 1961 Matéo tiene una experiencia espiritual que cambia su vida. Esto se descubre en sus obras posteriores. Matéo siguió siendo comunicador de la cultura gitana, y recorrió treinta y tres países dando testimonio de su encuentro con Dios.
Otras obras que serán traducidas y publicadas próximamente:
Le Prix de la liberté (1946)
Savina (1957)
La septième fille (1958)
Condamné à survivre (1984)
La poupée de Maméliga (1986)
Vinguerka (1987)
Dîtes-le avec des pleurs (1990)
Ce monde qui n’est pas le mien (1992)
Routes sans roulottes (1993)
Sobre el pozo hay un árbol.
De ahí vienen Urour,
Veroandi y Skulda.
Sabias que graban en
tablas de madera y
en troncos de árboles,
la existencia de los hombres
y así fijan sus destinos.
Prólogo
Matéo Maximoff nació en Barcelona en 1917. Con veintiún años escribió Les Ursitory, su primer libro. Abrir cualquiera de sus obras nos lleva al encuentro de un autor gitano, que escribe en francés, con apellido ruso. Dejemos que él mismo lo explique:
«Cuando mi bisabuelo fue al Registro Civil, medía 2’10 metros y pesaba 180 kilos. Cuando el empleado le preguntó qué nombre quería, él respondió: "El más grande" (Maximoff). Y así es como se ha llamado mi familia desde entonces».[1]
Años más tarde su familia salió de Rusia y atravesó Europa hasta llegar a Francia, donde Matéo viviría casi toda su vida.
Al pensar en explicar las novelas que he leído de Matéo Maximoff, lo primero que surge en mi mente es la escena donde Lucy atraviesa el armario y descubre Narnia, un mundo que, hasta ese momento no sabía que existía.
En este libro nos esperan los Roms, Matéo Maximoff siempre los nombró en mayúsculas. En lengua romaní, rom es el hombre de la comunidad de los roms, gitanos de los Balcanes y de varios países de Europa del Este. Rom también se usa como sinónimo de marido o esposo. El femenino es romni. He querido mantener esta manera de designarlos en todo el libro, porque creo que denota amor y respeto por este pueblo. Y desde este primer libro podemos descubrir entre líneas, la intención pedagógica de Matéo Maximoff explicando desde dentro las historias, costumbres y creencias de los roms; mientras resalta los diferentes roles que las mujeres desempeñan en la comunidad, al punto de hacernos pensar quiénes son los verdaderos ángeles del destino.
Este texto surge de su experiencia de vida, de la escucha atenta a las historias provenientes de la memoria de sus familiares y conocidos, recogiendo con una actitud precoz para su edad, una amplia colección de relatos orales, para ponerlos por primera vez sobre el papel. Y así, abre ante nosotros la oportunidad de entrar en su comunidad y conocer a los roms.
Matéo Maximoff tardó treinta y un días en escribir este libro mientras estaba en la cárcel. Fue su joven abogado quien lo animó a narrar los hechos que lo habían llevado a ser detenido. Esta dura experiencia duró ciento diez días, pero cuando el joven Matéo salió había cambiado: ahora era escritor. El primer escritor gitano en lengua francesa.
Este libro ha sido traducido al inglés, sueco, alemán, neerlandés, italiano y griego. Nosotros tenemos el privilegio de traducirlo a castellano, catalán, inglés y ruso. Es nuestro reconocimiento a su legado, con intención de dar a conocer su obra a quienes no pudimos conocerlo mientras vivía.
Elizabeth Giuffré
Matéo Maximoff, escritor gitano
Matéo nació en 1917 en Barcelona, España, donde su familia, se refugió después de haber recorrido muchos países del Este y Oeste de Europa, tratando de escapar de la Primera Guerra Mundial. Algunos años más tarde, en 1920, sus parientes se instalaron en Francia, inicialmente como nómadas, sin domicilio fijo. Después, ya sedentarizados, vivieron en barracas de madera en Pantin, cerca de Paris, en lo que aún se llama «la zona».
Su padre, era un rom kalderash (calderero) que había salido de Rusia con toda su familia (alrededor de 200 personas) al comienzo del siglo XX para huir de los bolcheviques. Su madre, provenía de una familia de manouches de Francia. Antes de esto, sus ancestros habían vivido durante cinco siglos como esclavos en Moldavia y en Valaquia, principados de la actual Rumanía. Matéo nunca pisó una escuela. Su padre, que era calderero, hablaba mal el francés y su madre era artista de circo y analfabeta. A los cinco años él ya hablaba varios idiomas, pero no sabía escribir porque nadie le había enseñado. Su padre, que sabía leer y escribir un poco, le enseñó a contar (importante para el trabajo) y después le enseñó a escribir las letras del alfabeto. Esa fue toda su instrucción. El resto, lo adquirió solo. Totalmente autodidacta, se alimentó de todo lo que caía en sus manos: periódicos, revistas, novelas de baja calidad y de grandes autores clásicos.
Su madre murió cuando él tenía ocho años y su padre murió algunos años después. A los 14 años, era el mayor de cinco niños y tuvo que trabajar para alimentar a sus hermanos y hermanas. Inicialmente trabajó como calderero, igual que su padre. A la edad de diecisiete años, lo casaron con una mujer mayor que él, con la que tuvo un hijo, Bourtia. Pero el matrimonio salió mal, Matéo se separó y se distanció de su familia rom. En 1935, luego de esa separación, Matéo partió en busca de la familia manouche de su madre, que viajaba en caravana por el centro de Francia. Durante dos años, compartió la vida nómada con sus tías y tíos maternos y con sus primos. Fue a la vez feriante, vendedor ambulante y lo mejor: proyectaba cine de manera itinerante en diversas aldeas. El cine fue su nueva pasión y descubrió, entre otros, las películas de Harold Lloyd, Buster Keaton y Charlie Chaplin. Más tarde colaboraría primero como figurante, y luego como asistente de figuración en numerosas películas.
En esta época, cuando él tenía 21 años, un hecho dramático lo llevó a la escritura. En Auvergne, cerca de Clermont-Ferrand, dos familias manouches se enfrentaron violentamente por el honor de una joven. Una de esas familias era la de Matéo. Hubo numerosos heridos y varios muertos. Matéo, como otros miembros de su clan, fue arrestado y puesto en prisión bajo la acusación de asesinato colectivo. Pero Matéo no había matado a nadie, solo trató de proteger a los suyos. En la cárcel, Matéo le escribió una carta a su abogado, un joven becario llamado Jacques Isorni, que más tarde sería famoso por su defensa del mariscal Pétain. El abogado, sorprendido por la desenvoltura con la que se expresaba por escrito el joven gitano, le pidió que contase con detalle su versión de los hechos para poder fundamentar su defensa. Matéo lo hizo y en algunos folios describió lo sucedido esa trágica noche. El abogado Isorni, impresionado por la personalidad de Matéo, presintió que se hallaba ante un narrador genuino, talentoso y, posiblemente, un escritor. Lo animó a aprovechar su encarcelamiento para escribir. Finalmente, se desestimó el caso, pero la detención provisoria duró tres meses, durante los que Matéo no cesó de escribir todo lo que se pasaba por su cabeza: su propia historia, la de su familia, crónicas y poemas y, sobre todo, su primera novela Les Ursitory, que solo fue publicada varios años más tarde a causa de la guerra: era 1938 y ya se podía oír en Europa el ruido de las botas.
Ese fue un periodo muy difícil para los gitanos. Pocos lo saben, pero los gitanos fueron perseguidos al igual que lo judíos, como indeseables y gente de una raza inferior y más de quinientos mil perecieron en los campos nazis. Por suerte, Matéo y su familia escaparon de la deportación hacia los campos de la muerte. Pasaron casi toda la guerra bajo arresto domiciliario en los campos de internamiento de Gurs y de Lannemezan en los Pirineos, en condiciones terribles que le dejaron secuelas físicas y psíquicas. A menudo recordaría en sus escritos su sufrimiento y el de su pueblo durante este periodo. Durante su internamiento en los campos, escribió numerosos relatos, borradores de novelas y poemas, basados en lo narrado por su tío abuelo Savka. La mayor parte de esos escritos, lamentablemente, han sido destruidos o simplemente se perdieron. Cuando terminó la guerra, él y su familia, así como centenares de otros roms y refugiados de todo tipo, españoles, italianos y otros, se instalaron en las barracas, en tiendas y en caravanas en el cinturón de Paris, en «la zona».
La primera novela de Matéo, Les Ursitory, fue publicada en 1946 en Flammarion gracias a la perseverancia del abogado Isorni, que se había hecho amigo del joven hombre. La novela tuvo un éxito inmediato desde su publicación. Ese joven gitano, que escribía con un estilo tan particular, agudo y vivo, intrigaba y seducía. No tardó en adquirir cierta notoriedad en los medios literarios: periódicos, la radio y la televisión de los años 50 le dedicaban artículos y emisiones. Durante un largo periodo él solo escribió para periódicos y revistas. En la década de los 50 retomó la escritura y publicó en Flammarion dos nuevas novelas: Le prix de la liberté y Savina. Encadenó entrevistas y conferencias sobre los gitanos y participó en la creación de asociaciones como Les Etudes tsiganes. El mundo del cine lo llamó frecuentemente por películas donde aparecían gitanos: Singoalla (1949), La caraque blonde (1953), Elena et les hommes (1956), Goubbiah mon amour (1956), Cartouche (1962), Les amants de Teruel (1962), Kriss romani (1963). En esta época se acercaron muchos productores para poner en escena Les Ursitory, pero ningún proyecto salió adelante.
En 1952, Matéo se casó con Jacqueline, una joven suiza con quien inició una relación epistolar y que se enamoró de él leyendo sus libros y cartas. Ella tenía una hija de un primer matrimonio llamada Carmen. Se instalaron juntos en Montreuil-sous-Bois, donde vivía la familia rom de Matéo. Jacqueline fue rebautizada por la familia como Tita y su hija Carmen como Savina. Algún tiempo más tarde, en 1953, nació de este matrimonio una niña a la que llamaron Nouka.
El comienzo de los años 60 marcó un giro decisivo en su vida. Hacía tiempo que él escuchaba hablar sobre un nuevo movimiento religioso que alcanzó a muchos gitanos: el movimiento evangélico. Tocado por la gracia, se convirtió y su fe era tan fuerte que en algunos meses llegó a ser pastor y misionero de la Mission Evangelique des Tsiganes de France. Consagró su vida a Dios y recorrió el mundo en busca de sus hermanos roms para llevarles el evangelio. Su nueva labor lo llevó a traducir la Biblia al dialecto kaderash de la lengua romaní, pero solo fueron publicados el Nuevo Testamento y los Salmos. Sin embargo, su compromiso religioso no puso fin a su actividad literaria, sino todo lo contrario. Escribió las novelas: La septième fille, Condamné à survivre, La poupée de Maméliga (novelas fantásticas), Vinguerka, Dîtes-le avec des pleurs, Ce monde qui n’est pas le mien y Routes sans roulottes, que es una autobiografía. Todos sus libros fueron publicados en francés y traducidos a una decena de idiomas. En 1986, su obra literaria fue coronada por la entrega de la medalla de Chevalier des Arts et des Lettres. Él mismo fundó, en 1983, el Prix Romanès destinado a promover la cultura gitana.
Matéo Maximoff no solo fue un conocido escritor sino también un narrador, poeta, cineasta, fotógrafo, reportero, militante de la causa de los roms y también un pastor. Su apasionante vida fue objeto de una biografía escrita por su amigo Gérard Gartner: Matéo Maximoff, «Carnets de route», así como de numerosos artículos en la revista Etudes tsiganes que en 2017 le dedicó un número especial de 160 páginas. Su nombre es citado en casi todos los libros que aparecen o han aparecido concernientes a los gitanos. Desde 2014 una mediateca en Paris lleva su nombre.
El primer objetivo de Matéo al escribir sus libros fue, sobre todo, dar a conocer la cultura gitana a los gadchés (los no gitanos) de todo el mundo.
También había hecho suya la misión de preservar esa cultura esencialmente oral, dejando una huella escrita y duradera que permitiese a las generaciones futuras llegar a conocerla. Posteriormente, tradujo algunos de sus libros en lengua romaní, pero nunca han sido publicados, básicamente por problemas técnicos con la transcripción de una lengua que no tiene escritura uniforme.
Las novelas y los cuentos de Matéo son de interés etnográfico para científicos e investigadores porque se sitúan en Rumanía durante el tiempo de la esclavitud (Le prix de la liberté), en la Rusia de los zares posterior a la revolución bolchevique (Vinguerka, Ce monde qui n’est pas le mien), en una Europa conmocionada por la Segunda Guerra mundial (Condamné à survivre), en los campos de internamiento (La septième fille). Las dos novelas autobiográficas: Dites-le avec des pleurs y Routes sans roulottes se acercan más al mundo contemporáneo. Todas sus novelas dan un enfoque particular sobre estos periodos de la historia de Europa y sobre la historia de los gitanos en Europa. Por otra parte, todas las historias que se desarrollan entre los gitanos aportan mucha información sobre las costumbres, tradiciones y creencias ancestrales de ese pueblo.
Matéo Maximoff murió el 24 noviembre de 1999 en Romainville. Sigue siendo hoy el primer y más célebre escritor gitano del siglo XX. Su personalidad fuera de lo común, su obra prolífera y su compromiso con los roms hacen de él un autor imprescindible de la literatura gitana en el mundo.
Nouka Maximoff
Primera parte
Tereina
Un día de fiesta
La historia que vas a leer es la más extraordinaria que los roms han conocido.
Es la víspera de Navidad. En el claro del bosque se reencuentran los roms para celebrar la fiesta según su costumbre.
Han traído vinos y otras bebidas, cerdos, aves de corral y harina, lo que les permitiría vivir dignamente hasta el año nuevo. Por la tarde, más de cincuenta carromatos acampan cerca del bosque.
Se han reunido muchos grupos de gitanos, algunos enemigos feroces, que debían olvidar sus rencores durante esta semana de fiesta.
Pero, lamentablemente, los rencores crecen en secreto en los corazones de los lobos y, cuando las fiestas acaben, despertarán de manera terrible.
En la noche que llamamos la noche de Juno, porque la han consagrado, sin saber por qué, a la mujer de Júpiter, los roms se juntan en la tsera (tienda) más grande para decidir el orden de la ceremonia.
Una vez puestos de acuerdo, los hombres van en cortejo de tienda en tienda hasta que, una por una, las visitan todas. En cada parada las romnia, las mujeres, les sirven aguardiente, mientras que las borayas, las muchachas, cantan y bailan.
Pero cuando hay cincuenta tiendas y en todas es necesario beber una bebida tan fuerte, los hombres no son capaces de llegar hasta el final. Muchos se detienen agotados por la fatiga y embriaguez.
Mientras, los niños casi desnudos, descalzos pese al frío y la tierra helada, se ocultan como pueden tratando de deleitarse con algunas botellas de alcohol.
Por la mañana, con el sol ya alto en el cielo, queda en pie una veintena de hombres bebiendo aguardiente en la última tienda.
¿La última tienda? No, y los roms lo saben. Hay una más donde nadie ha pasado, por donde nadie pasará.
Es la más próxima al bosque. Allí no vive ningún hombre, solo dos mujeres, una vieja y una joven.
La joven, enferma, reposa sobre su colchón de plumas.
Sí, nadie, ni una boraya, ni un shavoro, un niño, ha venido a desear felices fiestas a la vieja Dunicha, ni a informarse de la salud de Tereina.
Tereina es preciosa y no llega a los veinte años. Había vivido feliz hasta que, seis meses después de su boda, su marido, Frinkelo, había muerto bruscamente.
Los Minesti, parientes de Frinkelo, habían expulsado de inmediato a Tereina porque decían que su hijo había muerto por culpa de la vieja Dunicha. Saben, como todos los roms, que Dunicha es una drabarni (bruja) y que, de haber sido sabio, Frinkelo no se hubiera casado con la hija de la drabarni.
Si en su deseo de venganza los Minesti no habían matado a Tereina, solo fue porque temían a su madre.
Por eso, en el día de fiesta nadie tuvo ni la intención ni era necesario tenerla, ni el atrevimiento de ir hasta la tienda de las dos proscritas.
Tereina está a punto de ser madre, y fuera de la tienda, continua la fiesta en el frío día de Navidad.
Quienes beben, cantan y danzan son los Minesti. Han olvidado que hace solo tres meses Frinkelo murió. Tereina no lo ha olvidado. Hasta el último día ella conservará su recuerdo. El eco de los cantos y danzas llegan hasta ella, pero los cantos, a causa del aguardiente, se transforman en gritos. Estallan las peleas y hay hombres heridos.