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Madame Omega, una viajera incansable y amante sin tabúes, nos lleva por un recorrido de pasión y deseo a lo largo y ancho del mundo. Desde las playas nudistas de Grecia hasta las montañas de Argentina, cada relato es un encuentro vibrante y erótico que desafía los límites del placer. Con una pluma directa y sin censura, estas crónicas exploran la profundidad del deseo humano, celebrando la libertad sexual en su forma más pura y desenfrenada.
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Seitenzahl: 73
Veröffentlichungsjahr: 2024
MAGDA KURIGUER
Kuriguer, MagdaMadame Omega II / Magda Kuriguer. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-5527-4
1. Cuentos. I. Título.CDD A863
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
INTRODUCCIÓN
AMIGOS PARA SIEMPRE
ANTÍ–PAROS AISLAND
BARRANCAS DEL PARANÁ
CAMPEON DE CAMPEONES
CANAL DE SUEZ
CARTA A MARIANA
COLA LIGHT
COLEGIO MIXTO
DIÁLOGO ENTRE EL CABEZÓN Y LA GORDITA
EL ASENSOR DEL PLACER
EL VIAJE
HISTORIA DE UN ESPERMATOZOIDE
HOUSTON TEXAS
JUJUY, PURMAMARCA
LA PILETA DEL CLUB GAY
LAGO DE LOS CISNES
LLUVIA CON AMOR
MI JEFE Y YO
MI VECINO EL CABALLO
OSLO, NORUEGA
PICHINCHA
PISO DUODECIMO
PLACER DE DIOSES
SANTORINI
SECUESTRO DE PASION
TANGO PARA DOS
Madame Omega, una viajera incansable y amante sin tabúes, nos lleva por un recorrido de pasión y deseo a lo largo y ancho del mundo. Desde las playas nudistas de Grecia hasta las montañas de Argentina, cada relato es un encuentro vibrante y erótico que desafía los límites del placer. Con una pluma directa y sin censura, estas crónicas exploran la profundidad del deseo humano, celebrando la libertad sexual en su forma más pura y desenfrenada.
Soy Jorge, nacido en Chile para viajar al mundo entero…, primero soy nacido en el norte de Chile cuca del Valle de la Luna, al lado de Perú, mi destino fue conocer a Omega en un país lejano y hermoso y contarle mi historia… historia de amores lejanos, pero nunca olvidados. Le conté de un viaje que hice en Argentina desde Córdoba hacia Brasil, en el trayecto mi auto se descompone y por allí a campo traviesa encontré una cabaña habitada por una familia que rara vez veían personas extrañas de otros lugares. La familia estaba compuesta por el papá, la mamá tres hijas mujeres de edades 19, 20, 21, todas ellas sin conocer el amor, la de 21 años, una muñeca de polleras anchas, blusita atada en un nudo a la altura de la cintura y cabellos negros lacios hasta las caderas…
Cuando la vi me sorprendió su carácter y su belleza, quedé una semana hasta que me arreglaron el auto los técnicos… –¡¡ Qué semana mi Dios…!! Ella desde el primer día me buscaba a rabiar, se agachaba delante mío, se ataba y desataba sus blusas, me provocaba constantemente, hasta que me di por vencido y me entregué a sus encantos…; Lo raro de esto es que nadie en la casa se daba por enterado…
En la cabaña donde tenían los animales allí…hacíamos el amor, era terrible y placentero el que ella fuera aún virgen y tuviera el apetito sexual que tenía… se ve que había presenciado alguna vez algo así… porque yo varón insoportablemente mujeriego me volvía loco al tocar esa piel morenita tersa y con aromas a flores y sus cabellos azabaches y sedosos, llegue a pensar que allí quedaría todo el resto de mi vida…
Azucena, así se llama esta belleza me repetía que me quedara allí con ella y su familia, pero a mi me esperaban otros maravillosos momentos por vivir y que terminarían allí… donde están pensando en las entrepiernas de Omega, abrazado a ella y su gran belleza… la verdad que nadie atrape con tantos placeres amorosos como ella que te susurra al oído dulzuras que te eleven la temperatura y lo único que pensas es… cuando me comería tus dones… y allí en esa vorágine termine enredado galopeando sus caderas y absorbiendo sus goces, porque todo lo bello del sexo lo tiene Omega… jugosa…, dulce…, aterradoramente deseada… que te hace perder la cabeza…
Pero ella se fue un día de ese lugar lejano y hermoso que estábamos y me dijo a mi suerte, sin mirar atrás, de allí me fui a Italia a Roma a vivir con mis hijos que los extrañaba, a vivir extrañando mi vida pasada y con el aroma de Omega en mis sabanas y en mis ropas…
MADAME OMEGA
Fui invitada por unos amigos empresarios a pasar unas vacaciones placenteras en una isla griega llamada: Anti–Paros, en el Archipiélago griego, muy cerca de la isla mayor de nombre Paros.
Desde que salí del puerto de Piréas en el transportador, me mecía al alma las comidas afrodisíacas del barco y… unos marineros griegos que me hacían arder el corazón…, la mente… y mi sexualidad. Cuando fui al bar a pedir algo de beber, me recibieron un par de ojos verde olivo, con perfil griego y unas manos que parecían las de un Dios…, grandes, fuertes…, gruesas…, pero aterciopeladas…; Pensé inmediatamente en su “quinto miembro…”, si así eran sus manos…, así era lo que más me gustaría de él…; de él, de las 2 camareras…, y del mayordomo.
¡Así…, tal cual lo suponían…! hasta llegar a Paros tuve un…, Muy placentero viaje…!; No fue ni más ni menos, que una fiesta DIONISIACA… en pleno Egeo, hacia la Gran Paros, donde abundan, como en toda Grecia, buenos vinos y ricos mariscos, esas ostras que se comen crudas tan solo con algunas gotas de limón, se SUCCIONAN… sus “lengüetas…”, y se… saborean dando rienda suelta al exuberante y afrodisíaco sabor en la absorción de estos manjares, que invitan a saborear el sexo… de la misma manera….
Cuando llegué a Anti–Paros, me esperaban…, viejos amores…, compañeros de diferentes lugares del mundo…, pero todos grandes amantes…
Me hospedé en el hotel de uno de ellos, donde se “vive…” absolutamente todo…, sus paredes son excepcionalmente transparentes, de cristal en todas sus habitaciones y baños; La cocina y sus trabajadores están detrás de paredes de ladrillos de vidrio, desde donde se nota la desnudes de los que están allí, vestidos tan solo con delantales amplios que se cruzan en sus cinturas, sus gorritas de cocineros y llevan zapatillas de color blanco. Las mucamas y los valijeros están solo con unas pequeñas “cola–les…” y pequeñitas blusitas en azul y blanco, esto para que nadie se sienta cohibido al mostrar su desnudes detrás de las paredes de cristal que los hospedaran, todos cuerpos privilegiados…
Allí los dioses del Olimpo renacen todos los años para las fiestas de la “vendimia griega”, y con ellas toda la majestuosidad de la pasión…, del erotismo…, y las extravagancias… del sexo…
Por ejemplo, de mis 36 días allí, puedo afirmar que valen por 36 meses de placeres…, no hubo un día que no gozara el erotismo de una manera diferente cada día.
Sí era de madrugada, cuando regresábamos de algún Pab, en velero desde la isla Madre, desde Paros, la mar se llenaba de grandes y apasionados susurros…, de gemidos…, de alaridos pasionales…, unos pedían más…, otros reclamaban algo…, y muchos dormitaban entre bellas piernas de Afroditas y de Adonis…
Si era al medio día, el calor invitaba a la playa nudista, donde gozabas a Poseidotas haciéndote el amor, entre las límpidas y salitrosas aguas del mar; Las comidas eran desde ya todas adecuadas y afrodisíacas…
Allí en el velero una noche volví a encontrar al “Dios griego de los ojos verde olivo”, según él, había venido en mi busca, porque quería que desarrollara toda mi pasión tan solo con él…, y así fue…
Nos encontrábamos en la playa todas las tardes que duró mi estadía a pleno sol entre el agua del mar y la costa de finas piedras con rocas alrededor, nos hacíamos el amor, ¡Si…! Así realmente “el amor…” me lo exigía él, cual si fuera Zeus que imponía su voluntad y fervor amoroso…, su pasión… y me quería tan solo para él…, se transformaba en un manantial de erotismo, me ponía de espaldas a la costa con el mar delante de mis piernas abiertas…, mientras él, con la maestría de la sabiduría succionaba mis pechos…, bajando dulcemente hacia mi pubis y lamía mis encantos … cual si fuera la más sabrosa y jugosa ostra…; Parecía que no existía en los alrededores…”Nada…” ¡Ni nadie más que este Dios griego y mi “ostra…” en su boca…!
Podríamos haber quedado allí una vida entera, mientras, favorecida por la brisa del mar…, mis orgasmos… eran infinitos…, pero también respondía a su amor, mejor dicho a su sexo…, dándolo vuelta y volcándolo sobre la costa, apenas mojado hasta sus hermosos glúteos con el agua, succionaba yo, su majestuosidad y en realidad parecía como en un sueño…, ya que mi conquista desaparecía con el caer del sol…, para volver a encontrarnos al medio día siguiente y volver a comernos cual dos bellos y sabrosos mariscos…, lamiendo y succionando…, meciéndonos y gozándonos…
MADAME OMEGA