Más que gloriosas - Gloria Scappini - E-Book

Más que gloriosas E-Book

Gloria Scappini

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¿Qué historias vienen a la mente al pensar en las mujeres en Paraguay? ¿Dónde han estado, qué hacían, qué roles desempeñaron a lo largo de la historia del Paraguay? Con esta obra esperamos incentivar reflexiones que desafíen aquellas ideas a veces muy fijas sobre ellas, otras veces borrosas o, incluso, inexistentes. Más que gloriosas tomo I y tomo II buscan alentar la institucionalización y el desarrollo de la investigación histórica con perspectiva de género. El planteamiento no es agotar lo que se pueda escribir sobre historia de las mujeres en Paraguay, sino animar a conocer aquello que ya ha sido investigado, así como estimular a la realización de nuevas investigaciones sobre todos los temas explorados y aquellos que quedan aún por profundizar o conocer en este campo. A través del desarrollo de temáticas ya examinadas anteriormente en la historia paraguaya en cuanto a las mujeres, como a través de la exploración de nuevas temáticas, se busca entonces romper estereotipos acerca del rol de las mujeres en la historia, que en ocasiones se reducen a versiones/imágenes muy arraigadas en nuestra cultura por la tradición de una historia más concentrada en modelos relacionados con lo heroico y lo bélico.

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Más que gloriosas

Jazmín Duarte Sckell

Anahí Soto Vera

Victoria Taboada Gómez

(Coords.)

El libro Más que gloriosas, Tomo 1, ha sido elaborado bajo la responsabilidad de las autoras y los autores.

Coordinación

Jazmín Duarte Sckell

Anahí Soto Vera

Victoria Taboada Gómez

Edición Giselle Caputo

Diseño y diagramación Mauricio Villamayor

Imagen de portada: Arte de tapa a partir de tarjeta postal «Adolescente paraguaya aguatera», editada por Roberto Rosauer, c. 1901-1909. Colección Ana Barreto Valinotti.

Corrección Margarita Mendieta

Autoría

Gloria Scappini

Mary Monte de López Moreira

Ana Barreto

María Victoria Baratta

Beatriz González de Bosio

Claudio José Fuentes Armadans

Anahí Soto Vera

Paola Ferraro

Jazmín Duarte Sckell

Jazmín Sánchez Casaccia

Magdalena López

la mancha - Copyright © 2022

Derechos Reservados®. Esta publicación no puede ser reproducida total y/o parcialmente ni archivada o transmitida por ningún medio electrónico, mecánico, de grabación, de fotocopia, de microfilmación o en otra forma, sin permiso previo del editor.

isbn 978-99967-18-78-6

Agradecimientos

Expresamos nuestro profundo agradecimiento a las autoras y a los autores, quienes con su experticia y dedicación realizaron un aporte invaluable al conocimiento sobre la historia de las mujeres en Paraguay. De igual manera, agradecemos al equipo de edición, diagramación y diseño, el cual se ha involucrado y comprometido con este libro a través de su profesionalismo, sus aportes críticos y su constante apoyo.

También agradecemos por su colaboración con las imágenes presentes en esta obra a Ana Barreto y Claudio Fuentes Armadans, Gabriela Schvartzman, Mirtha Alfonso Monges, Fátima E. Rodríguez, el Centro de Documentación y Estudios, la Dirección de Memoria Histórica y Reparación, la Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas Conamuri, y al Comité Paraguayo de Ciencias Históricas, el cual ejerció un papel clave en la materialización de este proyecto.

Índice de contenido

Agradecimientos

Introducción

Contexto, redacción y forma de la obra

Limitaciones del libro y temas pendientes

Rostros visibles para las mujeres del Paraguay

TOMO I: Las mujeres a lo largo de la historia del Paraguay

Notas sobre este tomo

Mujeres desde la prehistoria hasta los albores de la Conquista: entre la supremacía natural y la subordinación social

Mujeres y fuentes escritas

Las mujeres en la prehistoria americana

Las mujeres de las «culturas medias»

La mujer en las sociedades cazadora-recolectoras

Mujeres cultivadoras: entre el prestigio y la jerarquía

El sistema sociorreligioso femenino y su aproximación local

Conclusión

Bibliografía recomendada

Mujeres de la conquista del Paraguay

A la conquista del territorio y de mujeres

Las intrépidas españolas

Las criollas

Las mestizas

Conclusión

Bibliografía recomendada

Mujeres de la Colonia

Paraguay: provincia mediterránea

El rol de la mujer en la Colonia

Transformaciones socioeconómicas, políticas y culturales. Fin de la Colonia

Conclusión

Bibliografía recomendada

Mujeres para la (In)dependencia de mayo

Roles ajustados; mujeres (in)funcionales

Conclusión

Bibliografía recomendada

Mujeres en Paraguay durante la Guerra contra la Triple Alianza

Fuera de las fronteras paraguayas: el conflicto paraguayo-brasileño y la invasión a Corrientes

Dentro del territorio paraguayo: economía de guerra y fervor bélico

Mujeres y niños primero

Conclusión

Bibliografía recomendada

Mujeres en el Paraguay de posguerra (1870-1900)

La mujer y la ocupación aliada: sufrimiento y solidaridad

Mujeres y sociedad en la posguerra: entre la educación y la caridad

Mujeres y economía: tradición vs. modernidad en el campo popular

Conclusión: la mujer protagonista de fines del Paraguay del siglo

xix

Bibliografía recomendada

Mujeres a principios del siglo

xx

(1900-1932)

La era del nacimiento de la militancia feminista

Mujeres de élite: la lucha por los espacios académicos y políticos

Mujeres populares y subalternas: la lucha por los espacios económicos, culturales y sociales

La era de la violencia: guerras civiles y mujeres

Conclusión

Bibliografía recomendada

Mujeres en el surgimiento del nacionalismo (1932-1954)

La guerra es de los hombres: las mujeres y la Guerra del Chaco

Educación femenina durante la guerra

Mujeres «rebeldes», la revolución de 1936 y la guerra civil de 1947

Conclusión

Bibliografía recomendada

Mujeres en la dictadura stronista

Cambios económicos, sociales y políticos en relación con las mujeres

Mujeres y el régimen: colaboradoras y opositoras

Conclusión: discusión sobre la situación de las mujeres en la época del régimen

Bibliografía recomendada

Mujeres en la transición y democracia en Paraguay (1989-2019): historia, política y lucha

Primeras elecciones de la transición: el Partido Colorado en el poder (1989-2008)

Disputa legal en el inicio de la transición. Mujeres, leyes y Convención Nacional Constituyente

Novedad (2008), crisis (2012) y protesta (2017): los desafíos institucionales de la democracia en ejercicio

La lucha por la representación política de las mujeres

La compleja situación de las mujeres en escenarios económicos muy desiguales

Conclusión

Bibliografía recomendada

Referencias bibliográficas

Coordinadoras

Autoras/es

Introducción

¿Qué historias vienen a la mente al pensar en las mujeres en Paraguay? ¿Dónde han estado, qué hacían, qué roles desempeñaron a lo largo de la historia del Paraguay? Con esta obra esperamos incentivar reflexiones que desafíen aquellas ideas a veces muy fijas sobre ellas, otras veces borrosas o, incluso, inexistentes.

Consideramos necesario que este ejercicio se vuelva colectivo y que recorra diferentes realidades sociales, permitiendo fortalecer espacios y narraciones, para alcanzar un entendimiento de la historia desde el cuestionamiento, la investigación científica y la urgente necesidad de comprender estructuralmente e históricamente el presente de las mujeres en Paraguay, quienes, en su diversidad, siguen viviendo situaciones de violencia y discriminación.

Con todo, gracias a los avances que han logrado las mismas mujeres dentro de la ciencia histórica, es posible abordar hoy aquellas otras historias. Algunas pioneras en la temática son Olinda Massare de Kostianovsky con La mujer paraguaya y su contribución a la Guerra Grande (1970); Idalia Flores de Zarza con La mujer paraguaya, protagonista de la historia, 1537-1870/1870-1932 (1987/1993) y Beatriz Rodríguez Alcalá con Residenta: una palabra exclusiva del léxico paraguayo (1974). Debemos a estas historiadoras la introducción de la mujer como sujeto histórico.

Pero, sin duda, con las investigaciones de Bárbara Potthast en Paraíso de Mahoma o País de las Mujeres. El rol de la mujer y la familia en la sociedad paraguaya durante el siglo xix (1996), de Line Bareiro, Clyde Soto & Mary Monte con Alquimistas. Documentos para otra historia de las mujeres (1993) y de Marilyn Godoy Ziogas con Indias, vasallas y campesinas. La mujer rural en las colectividades tribales, en la colonia y en la República (1987); dimos un salto cualitativo para romper mitos y conocer más sobre los roles sociales y la lucha de las mujeres en el siglo xix y xx. En los últimos tiempos, la historiadora Ana Barreto Valinotti, desde Mujeres que hicieron historia en el Paraguay (2011), también ha dado un nuevo impulso a la historia de las mujeres.

Del mismo modo, pero con un nuevo aporte, esta obra, que posee un amplio espectro temático y temporal, busca alentar la institucionalización y el desarrollo de la investigación histórica con perspectiva de género. El planteamiento no es agotar lo que se pueda escribir sobre historia de las mujeres en Paraguay, sino animar a conocer aquello que ya ha sido investigado, así como estimular a la realización de nuevas investigaciones sobre todos los temas explorados y aquellos que quedan aún por profundizar o conocer en este campo.

A través del desarrollo de temáticas ya examinadas anteriormente en la historia paraguaya en cuanto a las mujeres, como a través de la exploración de nuevas temáticas, se busca entonces romper estereotipos acerca del rol de las mujeres en la historia, que en ocasiones se reducen a versiones/imágenes muy arraigadas en nuestra cultura por la tradición de una historia más concentrada en modelos relacionados con lo heroico y lo bélico.

Por otra parte, la historia de las mujeres o women’s history es un campo dentro de la historia de género aún poco cultivado en Paraguay. Aunque existen varias obras antecedentes que marcan un hito en la investigación histórica y en el conocimiento que tenemos hoy sobre el pasado y la situación de las mujeres en nuestro país, insistimos en que en la actualidad la investigación histórica profesional con perspectiva de género y la institucionalización de esta disciplina dentro de la academia y las universidades requiere más aportes y discusiones. En este sentido, ¿cuál es la diferencia entre hablar de historia «de las mujeres» y de historia «con perspectiva de género»? Si bien la mayoría de las veces estas clasificaciones pueden superponerse, es igualmente importante poder diferenciarlas. Así, la historia de género contiene implicancias teóricas que han permitido «pasar de una historia de los sujetos a una historia de las relaciones» (Morgan, 2006, p. 11). El género se refiere a todos los roles asignados social e históricamente a las personas según el sexo con el cual han nacido. Estudios históricos con este enfoque analizan cómo y por qué se crean y se reproducen estos roles, así como la forma en que van cambiando en el tiempo. De este modo, se entiende que los roles asignados a un sexo biológico no son naturales, sino más bien construidos por la sociedad, y esto se puede visualizar claramente revisando la historia.

Enmarcamos, por lo tanto, esta obra en una historia de género porque entendemos el sujeto histórico «mujeres» como un sujeto implicado en relaciones de poder definidas por el género asignado social y culturalmente en una sociedad concreta. Sin embargo, no ignoramos que hablar de una historia de género sobrepasa al sujeto femenino como protagonista exclusiva. Nos enfocamos en las mujeres para visibilizarlas en la historia que tradicionalmente no las ha considerado protagonistas. Este enfoque nos ha permitido describir la diversa participación de las mujeres en la historia y también explicar la invisibilidad (o la visibilidad limitada) de las mujeres en la historia paraguaya, es decir, analizar la manera en que ambas cuestiones han sido estudiadas y narradas.

En este sentido, cada capítulo busca trabajar con una perspectiva interseccional, lo que implica que se consideran las diversas características que hacen a la posición social de una persona y la forma en que esas variables se entrecruzan permitiendo determinadas capacidades de acción y consideración social: clase social, raza, etnia, culturas políticas, creencias, orientación sexual, entre otras. La perspectiva interseccional permite realizar un análisis crítico de las diferentes dinámicas de poder y las desigualdades que operan sobre el rol de las mujeres en la historia.

Contexto, redacción y forma de la obra

Al igual que varias autoras y autores de este libro, observamos críticamente la imagen dominante que se ha construido acerca de la mujer y que se ha difundido a través de la narración, sobre todo tradicional, de la historia del Paraguay. Al enfocarse en las caracterizaciones de «víctima» o de «heroína», se ha difuminado la diversidad de roles que las mujeres han ocupado y se han «olvidado» los contextos y las relaciones de poder que podrían complejizar su figura más allá de los papeles de género más conocidos, e incluso más allá de prejuicios sobre sus aspiraciones.

Estos discursos hegemónicos sobre la mujer no se limitan al ámbito historiográfico: los vemos reflejados y en circulación en los medios de comunicación, en las relaciones sociales y en las representaciones simbólicas.

En este sentido, el título Más que gloriosas propone cuestionamientos sobre los discursos que reproducen e imaginan a las mujeres de una forma fija/estática y pretende compararlos con realidades tanto del pasado como actuales que interpelan aquella imagen gloriosa, que muchas veces propició el ocultamiento de la diversidad y la falta de derechos humanos para las mujeres paraguayas.

Siguiendo este espíritu, el libro nació de un esfuerzo colaborativo e interdisciplinario de varias investigadoras e investigadores. Como coordinadoras, buscamos abrir el abanico de voces presentes en el libro, y, basándonos en un proceso de revisión riguroso, apoyamos a las autoras y a los autores en sus trabajos, incluso sin coincidir completamente con todo lo planteado. Las autoras y los autores buscaron en cada artículo, desde sus áreas de especialización, dar un panorama general e introductorio del tema, para luego enfocarse en plantear una problemática específica y original, en la mayoría de los casos, sobre áreas en las que se encuentran investigando actualmente. De esta manera, nuestro objetivo es que las personas lectoras logren ubicarse temporal o temáticamente y que, además, puedan adentrarse en los contenidos a través de una problematización particular.

Cabe recordar, que el nivel de profundización se encuentra limitado por la cantidad de páginas disponibles para el desarrollo de cada capítulo; sin embargo, la bibliografía recomendada al final de cada trabajo ofrece la posibilidad de seguir los hilos de investigación propuestos por cada autora o autor y leer más sobre los diversos contenidos.

Por razones de organización, comprensión, y respondiendo a fines didácticos, existen dos tomos, uno organizado cronológicamente y el otro temáticamente. Sin embargo, debemos considerar ambos tomos como partes de una misma obra puestas en diálogo: las temáticas del tomo ii se encuentran conectadas entre sí y son, en su mayoría, transversales a todos los periodos históricos abordados en la primera parte.

Por esta razón, motivamos a leer ambos tomos de forma paralela o intercalada, cruzando temas y periodos históricos, formulando hipótesis propias o siguiendo alguna propuesta de la autora o autor que haya llamado la atención, y luego consultar las bibliografías recomendadas para seguir investigando.

Por último, dado que reflexionamos en términos de qué investigamos y cómo lo hacemos, la apariencia del libro no puede quedar fuera. Junto con el equipo de edición, diagramación y diseño discutimos sobre la estética: ¿por qué temas referidos a las mujeres se representan mayoritariamente con una estética determinada? ¿Qué imágenes validamos usando cierto tipo de tipografías para hablar sobre las mujeres? Siguiendo estos debates, tomamos la decisión de utilizar fuentes tipográficas diseñadas por mujeres, Edita, de Pilar Cano, para texto corrido y Elido, de Sibylle Hagmann, para complementarla, haciendo eco también a los juegos de (in)visibilización en el campo tipográfico.

Limitaciones del libro y temas pendientes

Quedan temas pendientes de exploración y/o profundización. Tanto en los capítulos del tomo cronológico como del tomo temático, cada autora y autor aporta una visión general pero introductoria, puntualizando en aspectos que consideró más relevantes para construir un relato panorámico de su contenido, pero no único, por lo que insistimos en seguir investigando.

Asimismo, quedan aún muchos ámbitos de la historia de las mujeres por explorar, entre los cuales nombramos algunos: pueblos indígenas, literatura, artes plásticas, música, teatro, ciencia, salud, niñez, economía y violencia. Este último tema nos ocupó particularmente, debido a que la tarea de reducirlo a un solo capítulo es compleja. Es así que múltiples formas de expresión de la violencia contra las mujeres se ven reflejadas en la mayoría de los capítulos, a veces latente y otras explícitamente.

Es necesario repensar también la delimitación temática «el Paraguay». Si bien la historia del Paraguay es el objeto de investigación, esto no implica que los límites nacionales conlleven a un desentendimiento del contexto regional y global de los procesos históricos. Además, a modo de evitar los vicios del «nacionalismo metodológico» (Wimmer & Glick, 2002), es necesario recordar que los procesos sociales e históricos no se restringen a los límites actuales de los Estados nación, los cuales han sido establecidos política e históricamente: las realidades varían dentro de los límites nacionales, al mismo tiempo que se extienden más allá de sus fronteras.

Esperamos que estas limitaciones incentiven al avance de la investigación sobre la historia de las mujeres en Paraguay y que los temas planteados en esta obra se constituyan en herramientas para seguir descubriendo y cuestionando nuestra historia y nuestro presente.

Rostros visibles para las mujeres del Paraguay

Cada parte del tomo ii es presentada con retratos de mujeres que hicieron historia en Paraguay. Con este humilde homenaje, queremos resaltar el rol activo de estas, sobre todo el de las mujeres campesinas e indígenas en la lucha por el goce pleno de sus derechos y de su autodeterminación. Si bien en este tomo no fue posible dar cuenta de todas las luchas, rostros y territorios, buscamos generar un aporte para el reconocimiento de estas, recordando que los esfuerzos por una vida libre e igualitaria de las mujeres continúan hasta nuestros días.

TOMO ILas mujeres a lo largo de la historia del Paraguay

Notas sobre este tomo

Esta primera parte de la obra propone un recorrido histórico cronológico, ya que se considera sumamente importante comprender la figura de las mujeres a través de diferentes periodos de la historia paraguaya. El viaje empieza desde antes de la conquista española, desplazando ese momento como «hito» o punto de referencia de inicio histórico, para así incorporar y resaltar el valor de la pre-historia, que es constitutiva de la historia paraguaya.

Así, el primer capítulo aborda el referido periodo y analiza la realidad de las mujeres en la región del Paraguay de aquel entonces. En esta tarea, se articulan herramientas y fuentes etnográficas, etnológicas, socioantropológicas e históricas que estudian la región para visibilizar a las mujeres y sus cosmogonías.

En el segundo y tercer capítulo sobre mujeres en la Conquista y la Colonia, se presenta a las mujeres criollas, indígenas, mestizas y europeas de la época, algunas con nombre y apellido, mientras que otras quedan anónimas, pero resistiendo al olvido gracias a su identidad colectiva, lo cual nos dice mucho sobre los importantes obstáculos y vacíos con los que debemos lidiar en el estudio de la historia de las mujeres.

En el capítulo sobre mujeres en la Independencia, a través de dos estudios de caso aprendemos no solo sobre las protagonistas de ese tramo de nuestra historia, sino, además, sobre los discursos alrededor de la independencia y los mecanismos con los cuales se delinean relaciones de género e ideales femeninos determinados. De este modo, entendemos las estrategias historiográficas que seleccionan la visibilización de las mujeres en este periodo.

En «Mujeres durante la Guerra de la Triple Alianza», un análisis multifacético de la guerra vislumbra el rol de las mujeres mucho más allá de la donación de joyas y resalta la profundidad de los impactos de la guerra desde una perspectiva de género. En el siguiente capítulo, referido a la posguerra, se profundiza en estos impactos y en el desempeño protagónico de las mujeres en los ámbitos de la educación, la caridad, la economía y la supervivencia misma de toda la sociedad.

El siglo xx es analizado en dos capítulos en los que volvemos a encontrarnos con ámbitos de acción múltiples de las mujeres, tanto de élite como del ámbito popular y subalterno. En este siglo, marcado por la violencia política y la Guerra del Chaco, se caracteriza a las mujeres que fueron víctimas de violencias específicas, a la vez que se desempeñaron en roles activos en la lucha por mejorar sus condiciones de vida.

En el capítulo referido a la dictadura stronista, se logra visibilizar la complejidad y diversidad de posiciones y circunstancias que tuvieron que gestionar las mujeres. El espectro se extiende desde la represión sufrida por estas, hasta los avances que se lograron en el acceso a derechos civiles y políticos.

El presente tomo cronológico culmina con un capítulo referido a la transición a la democracia, donde se recuentan los desafíos del proceso democrático en un contexto de lucha por la representación política de las mujeres y de extrema desigualdad social y económica, lo cual desemboca en graves deudas pendientes del proceso democrático.

Grabado «Pareja de carios» (1599)

Nota: Reproducido de Viaje al Río de la Plata (1534-1554), por Ulrico Schmidl, 1903, Cabaut y Cía.

Mujeres desde la prehistoria hasta los albores de la Conquista: entre la supremacía natural y la subordinación social

Por Gloria Scappini

Cuando intentamos hacer historia científica ¿hacemos acaso algo científico o también adaptamos a nuestra propia mitología esa tentativa de hacer historia pura?

Claude Lévi-Strauss

Asumir el ejercicio de descolonizar y feminizar la historiografía constituye un desafío que mucho tiene que ver con el arte del bricolage, concepto ideado por el etnólogo Claude Lévi-Strauss que designa el arte de responder a lo que uno está haciendo con lo que tiene o puede disponer (Lévi-Strauss, 1994). Refiere en un primer momento a la creación narrativa mítica, contrapuesta a la científica que elabora estructuras a partir de hechos brutos, mientras que la primera lo hace a partir de fragmentos o restos de estructuras anteriores que serán la base de otras nuevas: de esta manera no se las desecha, se las conserva, siguiendo el principio de que «de algo habrá de servir». De la misma manera, podemos conceptualizar el ejercicio de escribir una historia de las mujeres como una creación basada en fuentes escritas que ignoran, invisibilizan y subestiman el rol histórico de las mujeres en el desarrollo de las sociedades humanas, tomando de esas fuentes, sin embargo, elementos residuales que sirven para elaborar una narrativa con identidad femenina. Así, se trata de rejuntar alusiones marginales de una diversidad de tipos de fuentes, lidiar con una gran variedad de contextos ideológico-culturales de producción científica, e idear un código que impida la descontextualización de los elementos seleccionados y fomente el análisis de las características del relato científico androcéntrico, para luego mostrar en qué radica un nuevo discurso historiográfico crítico.

El objetivo es aportar evidencia de la deconstrucción y efectuar un abordaje socioantropológico de la historia social con base en nuevos paradigmas metodológicos, lo que supone la articulación de cajas de herramientas, muchas veces más asociadas al trabajo de campo etnográfico que a la investigación bibliográfica. Por ejemplo, para aclarar compartimentos estancos como la prehistoria o arqueología de las mujeres, el estudio de las poblaciones autóctonas actuales resulta indispensable porque aporta mayor pertinencia al rol que ya tiene la etnología en la investigación arqueológica. No obstante, en este menester, las dificultades pueden llegar a ser de la misma índole: sortear los imaginarios, identificar los discursos, conjugar la descripción con el análisis.

Por ende, en la tarea en la que nos abocamos, y que abre con satisfacción aproximaciones cronológicas a una historia de las mujeres en el Paraguay, nos comprometemos a responder a las siguientes preguntas:

¿Cuáles son las características de las sociedades prehispánicas en el territorio que hoy llamamos Paraguay? Y ¿cómo encontrar a las mujeres en los relatos históricos disponibles? ¿Cómo figuran en ellos, en el caso de encontrarlas?, ¿es propiamente la historiografía la que nos permite hacerlo?

Mujeres y fuentes escritas

La historia de las mujeres plantea un problema de disponibilidad y legitimidad de fuentes históricas. ¿Podemos considerar a los datos arqueológicos, antropológicos o históricos completos, si no hablan de la situación de las mujeres? ¿Cuál es la diferencia entre las alusiones más comúnmente encontradas y una verdadera referencia?

Debemos recordar que el relato científico expresado a través de los lenguajes de cada disciplina (arqueología, antropología o historia) es una construcción mayoritariamente androcéntrica, en la que solo en contadas obras se vislumbra algún esfuerzo por reconstruir una visión desde las mujeres, en la que aparezcan como objeto de un análisis que vaya más allá del simple acompañamiento a las referencias centradas en la descripción de hechos conducidos por los hombres. Si bien existe el concepto de grupo social o grupo étnico, en el que se considera a las mujeres como miembros activos de estos, no por ello la información registrada y relatada permitiría hacer extrapolaciones que aproximen tanto la vivencia femenina como sus roles y funciones específicos en los procesos y fenómenos históricos. El problema que plantea la historia de las mujeres es el mismo con el que se encuentra la antropología a la hora de reconstruir la historia indígena y el mismo que ha llevado a la crítica antropológica a interrogarse sobre sí cuando intentamos hacer historia científica, hacemos acaso algo científico o también adaptamos a nuestra propia mitología esa tentativa de hacer historia pura (Lévi-Strauss, 1987). Por lo tanto, el ejercicio metodológico que implica establecer correspondencias, verificar lo que corresponde y no corresponde, entre otros procedimientos, en medio del desierto de datos y haciendo con lo que se tiene, permitiría quizás una mejor comprensión de lo que en realidad encierra el desafío de la ciencia histórica en materia de historia de las mujeres.

Las mujeres en la prehistoria americana

Establecer parámetros sobre las poblaciones primitivas de América, para desde allí inferir cuál hubiera sido la realidad cotidiana de las mujeres antes de la llegada de los españoles, es lo que nos proponemos aquí. Para una mejor integración de los datos, es importante presentar los tipos de fuentes que sirvieron a esta sumaria reconstrucción, teniendo siempre presentes las limitaciones expresadas anteriormente. El primer grupo de fuentes está constituido por obras de referencia en prehistoria y arqueología de América y en su especificidad regional, la que porta sobre las áreas y estratos geológicos sudamericanos. Estas fuentes serán articuladas con información etnográfica sobre las sociedades de las tierras bajas de América del Sur, en particular sobre la organización social de las sociedades cazadora-recolectoras de la selva tropical, y el proceso de transición de estas hacia la domesticación de plantas y el cultivo, abriendo así un nuevo escenario de las relaciones en la economía doméstica y colectiva. Cabe destacar que este punto es altamente pertinente en lo que respecta al rol y a la función de la mujer en dichas sociedades, y que ese análisis permitirá entender las dinámicas a las cuales estaba sujeta.

Las mujeres de las «culturas medias»

El poblamiento de América no es autóctono, todos los amerindios son inmigrantes y sigue siendo objeto de debate la datación de las diferentes olas migratorias y sus respectivas rutas (Canals, 1950; Susnik, 1983). Ahora bien, podemos referenciar la presencia de poblamiento en el continente ya hacia los 10 000 años a. C. y una intensificación de los movimientos migratorios desde la cuenca amazónica hacia el sur, entre los 3000 y 2000 años a. C., que darán lugar a la expansión demográfica sobre el área de interés, es decir, la cuenca del Paraná, del Uruguay y de la margen izquierda del Paraguay.

Son tres las principales corrientes de migración que llegaron a América, y las poblaciones que se extendieron por las regiones tropicales son consideradas tributarias de la tercera. Esta corriente concierne propiamente a las culturas neolíticas, con origen en el Asia Oriental, que habrían ingresado por el istmo de Panamá —pueblos mongoloides—, también llamadas culturas medias por contener aún en ellas atributos de las culturas anteriores del Paleolítico Inferior y Medio.

Las medias suponen un nuevo tipo de cultura basada en el cultivo del suelo, que viene a sumarse a las actividades de subsistencia tradicionales del Paleolítico: caza, pesca y colecta, en un contexto de nomadismo y de organización social basada en el grupo nuclear reducido. Ahora bien, ¿qué implica el desarrollo del cultivo para la organización social? Y ¿qué lectura tener de la situación de la mujer en este proceso?

La mujer en las sociedades cazadora-recolectoras

Según Claude Meillassoux (1977), referencia antropológica del estudio de la economía primitiva, las sociedades basadas en la caza y la recolección se fundan en una economía que toma la tierra como objeto de trabajo, no como medio de trabajo. Esto tiene implicancias en la vida social y en la organización de la fuerza de trabajo. Las actividades de subsistencia, sean estas la caza, la pesca o la colecta, requieren un tiempo mínimo de ejecución, el rendimiento es instantáneo y, si bien supone un tiempo dedicado a la fabricación de herramientas, armas o trampas, esta energía no resulta duradera y se emplea en formato de cooperación, de manera individual o colectiva en grupos no numerosos. Una vez acabadas las actividades, los frutos de estas tareas son repartidos o distribuidos a cada integrante y es ahí cuando se cierra el ciclo de producción, desligando toda responsabilidad posterior entre los miembros. Esto hace que las relaciones sociales dentro de la horda sean precarias, ya que las actividades son de corta duración y se siguen a lo largo de todo el día individualmente o por colectivos que se componen y recomponen permanentemente. No existe aún, por lo tanto, lo que llamamos el «grupo doméstico» y las relaciones entre hombres y mujeres no están sujetas a una cohesión orgánica ni al surgimiento de un liderazgo.

Tanto hombres como mujeres en las etapas púber y adulta se desplazan de una horda a otra sin mucho protocolo, por desentendimiento o por mayor atracción. Esta gran movilidad social es la regla de la reproducción social en estas sociedades y determina igualmente la precariedad de la unión entre los sexos. No existe una concepción del futuro patrimonial de los frutos de una unión y se enraíza en un presente en el cual es más importante retener a los adultos dentro del grupo que asegurar el futuro de los hijos. La procreación no da, por lo tanto, lugar a un control social estrecho y las mujeres viven la reproducción como un vínculo que la horda absorbería y no como la vigencia permanente de obligaciones entre dos personas. De igual manera, no existen diferencias de estatus, casta o rangos, sino que, según el contexto y la intención, la adhesión y participación son las únicas claves de la organización social.

Son estas las bases de la economía paleolítica que se ven radicalmente afectadas por la llegada de la tercera corriente de migración y con ella de la forma de vida de las culturas medias.

Mujeres cultivadoras: entre el prestigio y la jerarquía

El carácter más distintivo que separa a las culturas medias o neolíticas de las que le precedieron reside en su economía, a saber, la introducción de la nueva modalidad de producción artificial de alimentos, considerada como la primera revolución cultural. ¿En qué consistió esta revolución?

Aclaremos que las culturas medias fueron expansivas y difusionistas, un movimiento de avance de superioridad cultural sobre los pueblos, con economía de tipo recolector. Esto quiere decir que las poblaciones que se conformaron en este periodo de la prehistoria superponen características de ambas, mediante fusiones que se hicieron en primer lugar a través de la guerra y la captura de mujeres y niños de los pueblos vencidos, incorporándolos a sus poblaciones. Así es como se fundamentó —de alguna manera— el valor de uso de las mujeres: eran consideradas a la vez trofeos de guerra y garantes del aumento de la población de los vencedores. Así, la captura o robo de mujeres constituyó económicamente una ganancia en términos de mano de obra para seguir expandiendo la fuerza cultivadora. En este contexto, el aumento de la población supuso también la necesidad de establecer otro tipo de organización política y social, esta vez basada en el asentamiento en un lugar determinado que permita la puesta a disposición inmediata de tierra para la producción de más alimentos para una mayor densidad de población. Si bien esta dinámica, que se produjo con la adopción del cultivo, presenta las bases de la cultura neolítica con el sedentarismo y la economía de subsistencia a gran escala —esta vez tomando a la tierra como «medio de producción»—, estos elementos están lejos de ser los más importantes en materia de cambios.

El lugar de la mujer en la estructura social se vio totalmente transformado por su función de mano de obra y reproductora de más mano de obra para satisfacer las necesidades que implicaba el trabajo en un terreno con cultivo en aumento por la cantidad de población. En primer lugar, ella se torna central en la propia gestación de esta revolución cultural:

Es muy probable que, antes de que el cultivo del suelo se convirtiera en la forma económica característica de una determinada forma de cultura, más de una vez, y en los más distintos lugares, las mujeres hayan observado que depositando plantones, semillas o tubérculos de plantas comestibles en el seno de la tierra, aparecía una nueva plantación. Y decimos «mujer», porque dada la división sexual del trabajo existente en las culturas inferiores, en que es el elemento femenino el que allí procura la recolección de productos de origen vegetal, la agricultura ha de considerarse un invento de la mujer. (Canals, 1950, p. 451)

La división sexual del trabajo que asoció a las mujeres con la recolección y a los hombres con las actividades de caza y colecta subsistió en este nuevo tipo de cultura. No obstante, a la esfera de la mujer se sumaron las labores cultivadoras, mientras el hombre siguió dedicando su atención a su propio ámbito, que iría convirtiéndose en un complemento como afición o deporte. Si bien la preparación del terreno para el cultivo era realizada por el hombre, el sembrar o plantar en los suelos fertilizados con las cenizas del incendio (técnica de quema y roza), así como la conservación de las plantaciones y la cosecha, era trabajo de la mujer. Para estas labores, la herramienta —instrumento universal de cultivo— es un palo puntiagudo derivado del que utilizan las recolectoras para extraer las raíces tiernas del suelo. Las plantas que se cultivaban en América en el momento del arribo de los conquistadores fueron en su gran mayoría nativas del continente y podemos atribuirles a las culturas medias el haber traído el conocimiento del cultivo del suelo, y a la mujer la domesticación del patrimonio fitogenético americano, que constituye hoy también un gran aporte a la economía universal.

Si bien la aparición del cultivo transformó totalmente la naturaleza de las actividades femeninas otorgándoles más carga de responsabilidad, trajo también como consecuencia inmediata el aumento de su prestigio, pues de ella dependía proveer la parte más importante de la alimentación que se volvió progresivamente el eje de la economía. La influencia social que ejerció se expresará a través de nuevas estructuras en los sistemas de parentesco, y en particular en el modelo llamado matriarcado.

El modelo de organización social llamado matriarcado constituye una cuestión aún sujeta a discusión teórica: su definición como una estructura con características diferentes a las del patriarcado o como un conjunto de reglas de parentesco que equilibran las relaciones de género convierte al tema, más que en un concepto, en una herramienta de observación y análisis de las sociedades observadas y etnografiadas. Por lo tanto, no podemos aquí explayarnos con este debate que se merece un desarrollo extenso.

En materia de organización social, el poder económico que detentaba la mujer en la economía neolítica, y que vino ligado también a una fuerte carga de dependencia hacia ella, irá produciendo cambios en el núcleo primario de la organización social, a saber, la unión doméstica. Es aquí donde realmente aparece el matrimonio humano o familia nuclear (cónyuges y descendencia) como institución reguladora de estructuras que se desprenden de ella, tanto en el sentido de conservación de la especie como de garantía de reproducción y subsistencia de una población proyectada para aumentar. La función procreadora de la mujer adquiere a partir de aquí un nuevo sentido y recordemos que la aparición de descendencia no puede estar exenta de reglas. En materia de parentesco, son el derecho de sucesión y la regla de residencia los que determinan la jerarquía, y de alguna manera, el dominio político. Así, en las familias cultivadoras, fue la mujer la que marcaba la presencia sobre el suelo a ser cultivado, su administración y las tareas relacionadas, lo que inauguraba el mundo de lo doméstico a su cargo. Por lo tanto, esto da lugar a un sentido de propiedad del suelo ejercido por la mujer, expresándose en la institución del avunculado que asigna al hermano de la madre el poder en el círculo familiar: las herencias se transmiten por derecho matrilineal, pasando a los descendientes del hermano carnal de la madre. Vemos cómo de esta manera, el grupo familiar de la mujer-madre adquiere una importancia superior y puede, incluso, agregársele la regla de residencia matrilocal o uxorilocal, que supone la instalación física de la pareja dentro o próxima a la vivienda de la familia de la mujer.

A nivel ceremonial, el rol del tío materno es el de transmisor de los saberes y conocimientos, es él el que instruye en el mundo de lo mágico y ritual, y, por lo tanto, tiene más prerrogativas que el padre de los hijos. Si bien podemos decir que no es propiamente la mujer la detentora de ese poder que se gesta a través suyo, las mujeres sacerdotisas, chamanas o líderes de clanes familiares se han legitimado a través de la regla avuncular, no por la vía de los hijos, sino por la del sobrino.

En el mismo sentido, podemos citar otras dos prácticas derivadas del derecho matrilineal. La primera es el festejo de la llegada de la menstruación femenina, marcando así la llegada de la pubertad en los hijos, que anuncia la posibilidad de integración de nuevos miembros al círculo familiar y a la comunidad. Hasta tanto no se exteriorice de manera ritual el paso a esta nueva etapa, las niñas no son consideradas como ciudadanas futuras —lo mismo sucede con los niños en un contexto patrilineal—, como miembros útiles de la comunidad.

En los llamados ritos de iniciación femeninos, las futuras esposas y madres que representan las niñas púberes son introducidas en los secretos y deberes de la maternidad. A este mismo grupo de prácticas pertenece también la institución de la couvade, a través de la cual el marido se somete a ciertas reglas durante el embarazo de la mujer, en particular, la abstención de ciertos alimentos hasta que ocurra el nacimiento, momento en el que comúnmente el progenitor deberá guardar reposo tanto como la mujer en su puerperio. Dicho esto, el comportamiento dictado para el padre puede alargarse incluso durante la primera infancia, marcando tanto social como psicológicamente los vínculos entre el padre y su descendencia que, hasta en algunos casos, expresa una identificación mítica.

Otra institución que verá su gestación en este momento de la historia es la esclavitud. Menos alentadora para la igualdad social que las demás prácticas citadas, la esclavitud empezará a manifestarse a través del rapto de mujeres —en su mayoría púberes— por parte de un grupo local a otro, como parte de ofensivas expansivas o bien en periodo de guerra abierta. El rapto y secuestro de mujeres, a través del estatuto de prisionera, asegura la integración de más brazos para la economía del grupo en los terrenos de cultivo así como posibilidades de alianza/unión para la procreación, tanto en el caso de levantamiento del estatuto inferior de esclava/prisionera como a través de la violencia sexual, mediante la cual se reproduce el sistema jerárquico de las sociedades cultivadoras.

Podemos ver entonces, gracias a esta primera exposición de las raíces arcaicas de la organización social, cómo se han modificado patrones en los roles y funciones de los sexos que han dado lugar a su vez al nacimiento de instituciones basadas en el poder, en la jerarquía y en intereses de dominación, como la guerra expansionista, que no existía en la era paleolítica. La mujer, ella, en esta nueva configuración que inauguran las culturas medias o culturas del cultivo, presenta una situación un tanto contradictoria que irá adquiriendo más tensión a través de las épocas. Si bien su poder es legítimo en cuanto a garante del sostén y de la reproducción, tanto de la vida familiar como colectiva, a través de sus roles económicos, esto es cada vez más regulado por la masculinidad y sus instituciones sociales.

El sistema sociorreligioso femenino y su aproximación local

A continuación, indagaremos en el mundo simbólico ligado a la mujer y, en particular, aplicado a la cultura tupí-guaraní, la más extendida del área cultural a la que pertenecen los descendientes de esta tercera corriente migratoria que fue adquiriendo identidades propias según el contexto geográfico en el continente. Es relevante introducir aquí la importancia del mito como fuente histórica, no solo de un inconsciente colectivo, que puede llegar a ser incluso universal en ciertos aspectos, sino como registro de la representación y, por ende, del valor arcaico de la feminidad, que fue desplazada o relegada al mundo simbólico y religioso habiendo podido tener raíz material en un pasado antiguo.

Para poder sumergirnos, necesitamos, no obstante, localizar el ejercicio en una cultura dada, ofreciendo datos también sobre el lugar de la mujer en la organización social, de manera a dar continuidad al reflejo en prácticas ya citadas.

LAS MUJERES EN LA ESTRUCTURA SOCIAL GUARANÍ

Si bien el territorio hoy comprendido por Paraguay forma parte de dos áreas culturales —la chaqueña y la oriental— con sustratos culturales diferenciados, tratamos aquí el mundo simbólico con base en una introducción a la estructura social y religiosa guaraní, ya que será esta la que entrará en coalición de manera más determinante con el sistema de representación de la Conquista, la posterior Colonia, y será protagonista del proceso de mestizaje.

La cultura tupí-guaraní es referencia para el tipo neolítico amazónico que se dispersó siguiendo la red fluvial del río Paraguay, desde el Alto Paraguay hasta tierra adentro, y luego por afluentes hasta el río Uruguay, ocupando gran parte del área rioplatense, a partir de los 3000 años a. C. El primer tipo de organización territorial fue el del tey'i, aglomeraciones de casas comunales que no llegaban a fusionarse territorialmente, sino que subsistían de manera exclusivista en la tierra que les brindaba abundancia y bienestar. Es así que bajo el concepto de teko porã (tierra y vida buena) en contraposición al yvy mara (tierra y vida mala) migraban de manera regular, como agricultores itinerantes, movidos también por ideales religiosos mesiánicos, sin aspirar a conquista de tierras ni guiados por figuras de poder centralizado. A partir de los 500 años a. C., la organización fue cambiando paralelamente al crecimiento demográfico y a fenómenos naturales que determinaron el comienzo de una aglomeración: el elemento aldeano aparece así con los teko'a en un solo lugar y con una mayor extensión de roza que implica una nueva organización de la colaboración entre grupos familiares (Susnik, 1982).

En esta nueva configuración toma sentido la guerra y a través de ella el rapto de mujeres, como ya habíamos mencionado, y así también la poligamia con los fines de aumentar las redes de solidaridad e intercambio que permite la alianza con el grupo familiar de la mujer: el tovaya o cuñado refiere a la relación avuncular. Las alianzas sociopolíticas se vuelven imprescindibles y el poder comienza a concentrarse en la figura de un líder socioterritorial: el mburuvicha. De esta manera, la búsqueda de parientes se vuelve la regla de la reproducción social y las mujeres encarnan la piedra angular del crecimiento de los teko'a, tanto en poder económico como político.

LA SIMBOLOGÍA FEMENINA EN LA RELIGIÓN GUARANÍ

Paralelamente a los elementos de organización social descriptos, tanto la arqueología simbólica como la antropología religiosa permiten ver aspectos poco conocidos de los fundamentos religiosos de las prácticas sociales. Nos detendremos aquí en dos de ellos, a saber, el ciclo vital de la mujer a través de los ritos de iniciación y los elementos femeninos o sus derivados presentes en cierto corpus mítico. Ya hemos afirmado anteriormente que los ritos de iniciación femeninos toman importancia para marcar el paso a la edad de procreación de la mujer y que reviste un sentido importante en la lógica socioeconómica de las sociedades cultivadoras. Ahora bien, ¿cuál es el significado profundo de las iniciaciones femeninas? ¿Qué ámbitos de la cosmovisión activan?

Las iniciaciones femeninas están, en general, menos documentadas que las masculinas en las descripciones etnológicas alrededor del mundo. Esto se debe, según Mircea Eliade (1975), a que estas se llevan a cabo de manera individual, y no colectiva como sucede con los jóvenes varones. La iniciación femenina marca una ruptura, anunciada por la llegada de la primera menstruación y se expresa con la segregación de la joven: separándola de su grupo familiar, por una extensión de tiempo que varía según la cultura. De este modo, las jóvenes constituyen un grupo y celebran entre ellas su iniciación regularmente en una casa ceremonial aislada, guiadas por las más ancianas quienes las instruyen en los secretos de la fecundidad, la sexualidad y las tradiciones religiosas accesibles a las mujeres, se trata de la educación religiosa como revelación de la sacralidad femenina.