Meditación contemplativa - Miriam Subirana Vilanova - E-Book

Meditación contemplativa E-Book

Miriam Subirana Vilanova

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Beschreibung

Este libro es una invitación a conocerse a uno mismo, disolviendo los espejismos y sombras que nos sumen en el sufrimiento, para llegar a lo verdaderamente real: el Ser. Basándose en cuatro décadas de experiencia personal y las guías maestras de Franz Jálics, representante de la más profunda tradición contemplativa cristiana, y Ramana Maharshi, seguramente el mejor exponente contemporáneo de la no-dualidad de corte hindú, Miriam Subirana nos introduce, de una manera sumamente asequible, en la esencia de la práctica contemplativa y meditativa. Aquella que nos aproxima al Ser.  El texto incluye ejercicios de meditaciones guiadas en audio.

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Veröffentlichungsjahr: 2020

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Miriam Subirana Vilanova

Meditación contemplativa

Presencia, gozo y silencio

Prólogo de Franz Jálics

Incluye audios de meditaciones guiadas por la autora

© 2019 by Miriam Subirana Vilanova

© 2020 by Editorial Kairós, S.A.

Numancia 117-121, 08029 Barcelona, España

www.editorialkairos.com

Composición: Pablo Barrio

Diseño cubierta: Katrien Van Steen

Pintura cubierta: Miriam Subirana

Imágenes, pinturas y dibujos del libro: Miriam Subirana

Primera edición en papel: Abril 2020

Primera edición en digital: Abril 2020

ISBN papel: 978-84-9988-755-5

ISBN epub: 978-84-9988-776-0

ISBN kindle: 978-84-9988-777-7

Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita algún fragmento de esta obra.

«Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.»

Juan 8, 32

«Lo único que se requiere es dejar la percepción de lo no verdadero como verdadero. Solamente tenemos que dejar dicha práctica. Entonces realizaremos el Ser como el Ser, es decir “ser el Ser”.»1

Ramana Maharshi

«Contemplar significa dirigir la atención en dirección al núcleo sano y en la percepción del presente. Del núcleo sano nos vendrá al encuentro tanta luz y tanta fuerza, que hallaremos coraje para seguir adelante.»2

Franz Jálics

«La meditación es el ejercicio diario y deliberado de discernir entre lo verdadero y lo falso y renunciar a lo falso.»3

Nisargadatta

Sumario

Prólogo

de Franz Jálics

Introducción

Recorrido

1. La llamada interior

2. Entrar y meditar

La postura y otros consejos para la práctica

3. Percibir

4. Tu mente ¿es tu amiga?

5. La entrega confiada, el compromiso y la determinación

Pautas para la práctica

6. Liberarse de la presión de ser eficaces

7. El desierto

8. La aceptación: lo que es, es

9. Apreciar, agradecer, asombrarse y admirar

10. Ser relacional

11. La referencia del yo

12. Del yo al Tú o ¿del Tú al yo?

La compasión

La confianza

13. La ofrenda

14. La relación con el mundo. Vaciarse

15. El núcleo sano tras los estratos oscuros

16. Ábrete, abraza y libérate

17. Céntrate en la vid en vez de en las uvas

Pautas para la práctica

18. El perdón te libera

La reconciliación con nuestros padres

El triángulo sagrado

Perdonar una y otra vez

19. La realidad del Ser

20. La unión y el gozo

Pautas para la práctica

21. Interacción entre la quietud y la actividad. Prácticas para el día a día

Dedicación comprometida

Amor y responsabilidad

Orientarse en dirección al núcleo sano

Independencia de los resultados

Inspirar y espirar

Gratitud. La alegría de haber nacido y celebrar que estás aquí

Practicar el interser

Sentido del humor

Lo que es, es

Páginas matinales

Actitud de servicio

Acompañar a otros

La etapa final: el principio

Apéndice 1. Prácticas creativas

Apéndice 2. Meditaciones grabadas

Notas

Bibliografía

Cubierta

Créditos

Créditos

Epígrafe

Comenzar a leer

Apéndices

Bibliografía

Prólogo

La oración nos acerca a la pura presencia, intento estar puramente presente sin nada más. La oración no es plantear preguntas, ni crearse problemas, ni dar explicaciones. No es una imagen, no es una palabra, no es un nombre. Es una Presencia. Es la presencia de Dios. Se trata de estar sin pensar. Estar presente para vivir el silencio interior, un silencio muy presente, muy vivo, pero sin palabras y sin explicaciones. Es como la presencia de ti misma, pero que es mucho mayor. Miriam me pregunta: «¿Cómo se conecta con esta Presencia?». No es que uno conecte, sino que la Presencia conecta contigo. Te puedes preparar para que pueda llegar, fundamentalmente en el silencio. Si estás en silencio, muy presente, entonces la Presencia viene lentamente. Sería muy bueno si siempre viviéramos en la Presencia. La presencia de Dios, la pura presencia y la presencia del silencio son las que nos llevan a una paz profunda. Se vive la presencia de Dios en el silencio interior. Un silencio donde yo estoy, pero no hago nada y no pasa nada: eso acerca a Dios. Aunque siempre pasen cosas, lo que pasa en el exterior pasa fuera y uno puede dejar de pensar en ello, retirarse y entrar en el silencio. Las cosas que pasan internamente, que nos causan problemas, son más difíciles de frenar. Aun así es posible llegar al silencio interior. Entonces uno avanza. Cuando tengo problemas, situaciones del mundo, los dejo fuera de mi mente y me voy al silencio, hasta que llego a la esencia y a la percepción de Dios. Llegar al silencio interior, esto es lo primero, lo importante y, después, una conexión con la presencia de Dios. Eso: es todo.

En la meditación no hay imagen ni palabra, es pura presencia. Para llegar a esta pura presencia, para llegar al silencio, hay que empezar con pequeños silencios. Si alguien tiene mucho trabajo, debería reservar algo de tiempo para la pura presencia. Al que nunca lo hizo, le recomendaría hablar con una persona que ya medita en presencia, que le explique cómo meditar. Para meditar iniciamos en silencio. Con pocas palabras. Con mucho silencio. Es posible que cuando mediten tengan muchos pensamientos. De hecho esto no es ningún problema. Es importante aprender a estar centrados en una cosa. Podemos centrarnos en algunas palabras, las necesarias, por ejemplo de agradecimiento a Dios, de oración a Dios. Tengamos presente todo lo que agradecer a Dios, a nuestros padres, a nuestros hermanos y a la vida. Es mejor quizá empezar con un nombre. Puede ser el nombre de Dios, una sencilla oración o una afirmación, una palabra que uno le dice a Dios. Repite esta palabra y después entra en el silencio. La buena oración es en silencio. Es estar muy, muy, presente en el silencio.

Para quien no es creyente, puede iniciar la práctica en el silencio. Se dará cuenta de que al principio tiene muchos pensamientos, y lentamente viene un momento en el que no hay nada, solo la presencia. Es necesario percibir que algo hay y algo está y que tenemos que conocerlo. Si uno lo toma en serio, entonces poco a poco percibe no solo al sí mismo, sino también percibe algo de la realidad, percibe lo que es. Si se profundiza en eso, uno percibe al sí mismo y poco a poco percibe la Presencia. En este libro recibirás recomendaciones para aprender, para practicar y para acompañar y compartir con otros.

Conocerse es estar y admitir lo que es y lo que uno es. Es ser uno mismo. Es una comunicación y un acercamiento a Dios. Uno se siente más y más cerca de Dios. Dios es tan grande que no se puede describir mucho con palabras. Puedo decir que sentí su Presencia, pero mucho más no puedo decir. Esta presencia se muestra en la comunicación con las personas. Uno entra fácilmente en comunicación con las personas. Cuando las personas solo critican y tienen mala comunicación, entonces allí no hay presencia de Dios.

Para vivir la Presencia, es muy importante amar a los padres, amar a la madre y al padre. Es fundamental amarlos teniendo en cuenta que hay una comunicación muy directa entre padres e hijos. El hijo ha nacido de su propio cuerpo, la conexión es muy íntima. Cuando los padres no quieren a sus hijos, estos sufren una confusión muy grande, porque son sus hijos. Si los hijos no aman a los padres, hay un bloqueo interior que dificulta el que puedan estar en presencia plena. Miriam explica en el libro cómo atravesar estas dificultades.

Durante el día volvamos lo más posible a la Presencia. Es bueno estar siempre algo conectado. Dios mismo nos ayuda a volver a su Presencia. El deseo de estar con Dios y la conciencia de estar con Dios es importante. Mi deseo para la humanidad es que las personas se acerquen a Dios. La presencia de estar en Dios es algo universal. Si la humanidad se acerca a su Presencia, habrá más paz en todos los seres humanos, y habrá mucho bien. Tener siempre presente la presencia de Dios. Esto sería lo más importante. Hay que aprender a estar con Dios y volver siempre a la Presencia.

Franz Jálics

Budapest, septiembre de 2019

Introducción

Mientras vivimos como real lo que es falso, estamos atrapados en espejismos que nos llevan a sufrir. Creemos que lo que no es, es. Mi indagación se ha centrado y se centra en descubrir lo auténtico, lo verdadero, lo que nos hace florecer y nos da vida, y lo que da sentido al ser, al estar y al hacer en este mundo. De pequeña quería conocer a Dios y miraba al cielo y le hablaba. En mi preadolescencia recuerdo dibujar con colores la frase evangélica: «Entenderéis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8, 32).4 Le agradezco a mi madre que me pidiera escribirla para colgarla visible donde tenía sus reuniones dominicales, en un espacio cristiano de encuentro íntimo y sanador. Es la frase que resume mi búsqueda. Mi vida ha sido y sigue siendo un recorrido vital de indagación y exploración para encontrar lo que es Real, la esencia de vida en el silencio, en la conversación, en el diálogo, en la creatividad y en el arte.

Medito desde los inicios de mi adolescencia. Meditar, orar, contemplar, hacer ejercicios contemplativos, silenciar, cultivar atención plena, el mindfulness, el heartfulness… ¿De qué se trata todo esto? Todas las tradiciones religiosas consideran fundamental la práctica del silencio, de la meditación, de la contemplación, de la oración, de dedicar unos tiempos regulares a la introspección para estar con uno mismo e indagar en el ser y en la presencia de Dios. Podemos llamarle la Presencia, la presencia del Ser, de lo Real. Nisargadatta se refiere a Eso. En la práctica del yoga también es fundamental meditar. De hecho, en sánscrito yoga significa unión, y la vía hacia la experiencia de la unión es la meditación contemplativa.

Aprendí a meditar en escuelas que seguían corrientes orientales, y cuando posteriormente conocí la vía de la contemplación cristiana, me di cuenta de que hay mucha similitud con la práctica de la meditación oriental. Meditar en el cristianismo ha significado tradicionalmente reflexionar sobre un texto. En Oriente, meditar es salir del discurso mental, abrirse y ser receptivo a la Presencia. En este libro utilizo los términos meditación y contemplación indistintamente. Entiendo la meditación no como una reflexión sino como contemplación. Para mí, la meditación es una vivencia en la que me dirijo a un Tú trascendente. La meditación es relacional.

Podemos encontrar infinidad de definiciones sobre qué es meditar, muchas corrientes de meditación y muchos métodos que la enseñan. En la tradición cristiana, meditatio era la consideración de un texto, el reflexionar sobre él, meditar sobre su contenido. En la década de los 1960, con la influencia de la religión y la espiritualidad oriental en Occidente, la palabra meditación adquiere una dimensión más contemplativa. Desde hace unos años también se ha introducido la palabra mindfulness en el repertorio de las corrientes meditativas. Hay muchas maneras de practicar la meditación, desde la visualización, utilizando imágenes, hasta los mantras, utilizando palabras. Puedes centrarte en algo interno o en algo externo. O bien puedes centrarte en la respiración y dejar que los pensamientos aparezcan y desaparezcan sin hacer nada más. Centrarte en percibir y en el silencio. Entregarte a Dios. También se recomiendan diferentes posturas, en las que la posición de las manos es importante.

En los cuarenta y cuatro años que llevo meditando, desde 1976, experimentando e indagando, he transitado por muchas prácticas meditativas, contemplativas, de oración, de invocación y de silencio, y de diferentes tradiciones cristianas, budistas, yóguicas, hindúes y advaita (la adualidad, es decir la no-dualidad. La práctica vedanta advaita promueve la existencia de un ser unido a la totalidad de seres existentes, hasta tal punto que no puede hablarse de relación entre los distintos seres, sino de unidad total. Es la unión entre el sujeto que percibe y lo percibido). He practicado y compartido con grandes maestros, como Thich Nhat Hanh (en Plum Village, en Francia) o Franz Jálics (en Haus Gries y en otros lugares en Alemania y en Hungría). He estado en diferentes comunidades como en Ananda Village (en California, seguidores de Paramahansa Yogananda), en Brahma Kumaris (en la India y en otros países), en Kundalini Ashrams (en California), entre otros, y he leído a muchos grandes maestros que no he conocido porque ya murieron, como a Paramahansa Yogananda, a Sri Ramana Maharshi, a Sri Nisargadatta Maharaj, a John Main y a santa Teresa de Jesús, entre otros muchos.

En este libro comparto contigo unos pasos para adentrarte en la realización del Ser a través de la meditación siguiendo principalmente la guía de Franz Jálics y de Ramana Maharshi. Durante muchos años, Jálics viajó a la India en invierno y pasó varias semanas en Tiruvanamalai, donde está el ashram (un lugar de convivencia y enseñanza espiritual) de Ramana Maharshi. Tuvo la sabiduría de trasladar las vivencias con Ramana a la práctica cristiana. Para mí ha sido clave el conocer y vivir esta conexión.

Elijo compartir a partir de estos dos maestros, porque uno expresa lo que son mis raíces cristianas, y el otro, la adualidad, el advaita, y ambos me acercan a lo que es real, al Ser. El unir la vivencia advaita, no dual, con la vivencia cristiana me asombra, me abre y me hace sentir en casa. Quiero compartir este camino, porque creo que la mayoría de los lectores tendréis raíces cristianas o viviréis en países en los que el cristianismo está muy difundido, como me ocurre a mí. Franz Jálics guía los ejercicios contemplativos a través de diez etapas, que se traducen en diez días en los retiros que ha facilitado durante años. Este libro está basado en ese recorrido que propone.

Conocí a Franz Jálics en Marienrode, en la ciudad de Hildesheim. Me recibió y tuve con él varios encuentros en 2015. Compartí con él palabras y silencios, paseos y almuerzos. Me bendijo cuando me confirmó que yo puedo dar los ejercicios de contemplación de diez días. Además fue muy específico, y me dio consejos prácticos, como que busque un lugar, de momento que lo alquile y que así ya tendré grupo y no necesitaré ir a formar parte de alguna otra comunidad en concreto. También me aclaró que si ahora escribiera de nuevo el libro de Ejercicios de contemplación, sería más claro en algunos aspectos de cómo y en qué meditar. Estaría mucho más cerca de la no-dualidad y de la vivencia del silencio. Todas las pautas que me dio verbalmente las he querido compartir contigo en este libro para que su legado continúe. Me bendijo, me abrió, me apoyó y me abrazó. Al despedirse en esa ocasión nos miramos a los ojos mucho rato. Me apretó mucho las manos. Me dijo que aunque esté lejos está cerca. «Te llevo en mi corazón», afirmó. Puso sus manos sobre mi cabeza. Luego me dio un fuerte abrazo, pecho a pecho, corazón a corazón.

En 2016 volví a compartir varios encuentros con él, esta vez en Haus Gries. El impacto de estos encuentros con Jálics es multidimensional. Releo los diarios que escribí después de verle. En septiembre de 2015 escribí: «Me siento bendecida, amada, protegida, libre, luminosa. Siento que pertenezco a Dios. Me abro a una esfera de luz y ahí estás, mi Dios, mi Amado. Siento mi ser limpio y cristalino. Me doy cuenta de que las contaminaciones de otros me son ajenas, son ruidos que no me pertenecen. Mi ser está en flor y el alma limpia agradece, el corazón sonríe. La calma impera en la mente, y la quietud en el cuerpo. Soy tuya, eres mío. Solo eso importa». A inicios de 2016 y, sabiendo que tenía un tumor en el vientre, escribí después de mis conversaciones con él: «Salen rayos de luz y alegría de la matriz, como fuegos artificiales. Esto es vida. Es una gran oportunidad para renacer en Ti mi Dios, mi Amor, mi Señor. Comunión, el cuerpo de Cristo en mí, yo en él. Liberación, libertad, dicha inmensa. Esto que me pasa es un pellizco en la inmensidad del universo, algo infinitesimal. Soy luz, estoy en la luz, todo es para bien. Dios está en mí, danzo en Ti. La sonrisa inmensa. La gran sonrisa: el gozo». Esos días anoté la esencia de algún salmo en mi diario (Salmos 23 y 27):

El señor es mi luz, es baluarte de mi vida.Mi corazón no teme, indícame, Señor, tu camino.Nada temo: Tú vas conmigo.El Señor es mi pastor.

En diciembre de 2016, mi madre y yo vamos a la India, al ashram de Ramana Maharshi, en Tiruvanamalai. Sabemos que Franz Jálics está por allí en las mismas fechas, y vamos con la ilusión de reencontrarnos con él. Ramana ha sido y es uno de los maestros de Jálics, en quien se inspiró para los ejercicios de contemplación. Jálics ha estado yendo a Tiruvanamalai durante muchos años de diciembre a febrero. La experiencia en el ashram es de un silencio absoluto, de una presencia silenciosa que todo lo abarca.

Después de mis encuentros con Franz Jálics en 2015 y 2016, di un giro en los retiros de meditación que dirijo. Incorporé con mayor énfasis la mirada contemplativa, siguiendo los pasos de Jálics tanto en los contenidos como en el fluir del programa de los retiros. En 2019 viajé dos veces para compartir con Jálics ocho encuentros en los que percibí como está en comunión y en Presencia. En las conversaciones con él, me quedó claro que su ser vive en la luz y en la Presencia de Dios. A lo largo de este libro reproduzco muchas de las palabras que compartió conmigo. El prólogo de este libro surgió de esos encuentros, en los que revisé con él, capítulo por capítulo, el libro que ahora tienes en tus manos.

También a lo largo del libro comparto mi experiencia y la de otras personas a quienes he acompañado. Cito a varios autores que ofrecen miradas diferentes sobre un mismo tema, utilizan distintos lenguajes y nos ayudan a ampliar nuestra comprensión sobre el tema que se esté tratando. Cito a contempladores cristianos, como Franz Jálics y John Main, junto a meditadores de la India, como Ramana Maharshi y Nisargadatta, precisamente porque las fronteras entre las prácticas meditativas de Oriente y las de Occidente se están disolviendo, y estamos llegando a una unificación que nos lleva a vivir la Presencia independiente del entorno histórico-cultural-religioso de donde proviene o pertenece el practicante.

Cuando se trata de explicar qué es meditar, hay diferentes enfoques. Veamos cómo lo expresan algunos maestros:

Para Nisargadatta, «La meditación es un intento deliberado de penetrar en los estados más elevados de consciencia y finalmente ir más allá de ellos. El arte de la meditación es el arte de trasladar el foco de la atención a niveles cada vez más sutiles sin perder nuestro control sobre los niveles que han quedado atrás».5

Para el benedictino John Main, «El principal objetivo de la meditación cristiana no es otro que permitir que la misteriosa y silenciosa presencia de Dios en nosotros sea cada vez más no solo una realidad, sino la realidad de nuestra vida».6

Para Franz Jálics, «El camino sencillo, caracterizado por el contacto directo con Dios, se llama contemplación».7

Para Ramana Maharshi, meditar nos lleva a la realización del Ser. Para él, Ser es en mayúsculas porque es lo que somos, lo que es Dios, lo real que todo lo abarca. «La meditación es mantenerse como el Ser, atento sobre la naturaleza real de uno mismo y sin la sensación de que uno está meditando.»8 «La realización del Ser no se puede obtener como algo nuevo. Siempre está allí. Lo único necesario es descartar la idea “no he realizado”. Al comprender el Ser hay quietud y paz. No hay un solo momento en el cual no exista el Ser. Mientras haya dudas o la sensación de que no he alcanzado el Ser, se deberán llevar a cabo esfuerzos para deshacerse de dichos pensamientos. Estos mismos se deben a la identificación del ser con el no-ser.»9 Referente a los diferentes métodos, Ramana afirma: «En cualquier método que se adopte, la meta final es la realización de la fuente del “yo soy”, que es el dato esencial de nuestra experiencia».10 Él expone dos caminos para llegar al Ser Real. Uno es indagar en el yo hasta que desaparece el yo falso y queda el Ser. Otro es la entrega a Dios hasta que desaparece el yo falso y queda el Ser. Profundizo en ello en el capítulo 19, «La realidad del Ser».

En relación con Dios, hay muchos espejismos. Durante años me centré en Dios como un punto de luz, a quien en Brahma Kumaris denominábamos Baba, el padre. Llegó un tiempo de crisis interna, de replanteamientos y de darme cuenta de que centrarse en la imagen que uno tiene de Dios no es lo mismo que centrarse en Dios. Se me cayó la imagen. Dejó de tener el valor de Dios. Viví la experiencia de Dios sin la imagen. Desapareció el espejismo y, por un lado, fue una liberación, la alegría de ver y el gozo de vislumbrar el Ser, y por otro lado el darme cuenta de que había creído que el espejismo era la realidad me provocó tristeza. La tristeza de darse cuenta de que lo que creíste que es en realidad no es. Atravesé ese período sostenida por una Presencia invisible, a quien llamo Dios, y por la presencia de amigos y de mis padres. Me ayudó mucho la práctica de la indagación apreciativa, en la que uno se centra en lo que funciona, en lo mejor de lo que es, en lo que le da vida. En este libro introduzco varias prácticas de indagación apreciativa que ofrecen claridad para centrarte en lo que quieres y no en lo que no quieres, para vivir desde la abundancia de lo que es y no desde la carencia, desde lo que falta y lo que no hay.

Entiendo la meditación contemplativa como la práctica que combina el meditar y el contemplar partiendo de la percepción. Es la práctica con raíces cristianas y con fundamentos orientales. Esto no es nuevo. Abhishiktananda (Dom Henri le Saux, O.S.B) (1910-1973) fue un monje benedictino francés que vivió y trabajó en la India. Profundamente cristiano, entró en la vivencia mística hindú y advaita. Fue pionero de la oración mística, del misticismo interespiritual. Abhishiktananda conoció a Ramana Maharshi y posteriormente explicó el impacto de ese encuentro: «Una llamada que lo atravesó todo, lo partió en pedazos y abrió un poderoso abismo. Aunque estas experiencias eran nuevas, su dominio sobre mí ya era demasiado fuerte para que alguna vez pudiera rechazarlas».11

Este libro es una invitación a conocerse uno mismo, disolviendo espejismos y sombras para llegar al Ser real. «Conócete a ti mismo» es la conocida frase inscrita en el pronaos, en el frontispicio, del templo de Apolo en Delfos, de la antigua Grecia. El aforismo ha sido atribuido a varios sabios griegos antiguos, entre los que se incluyen Heráclito, Tales de Mileto, Sócrates y Pitágoras.

Conocerte a ti mismo no tiene nada que ver con las creencias ni las ideas que flotan en tu mente sobre quién eres. Es estar enraizado en el ser sin estar perdido en la mente ni en el cuerpo, ni en roles o etiquetas. Implica un proceso de des-identificación con todo eso para reencontrar tu esencia. Se requiere de atención hacia el sí mismo para llegar al autoconocimiento, ya que a menudo ocurre que «No prestas atención a ti mismo. Tu mente está con cosas, personas e ideas, nunca contigo mismo. Céntrate en ti mismo –aconseja Nisargadatta–, sé consciente de tu propia existencia. Ve cómo funcionas, vigila los motivos y los resultados de tus actos. Estudia la prisión que has construido a tu alrededor sin darte cuenta. Sabiendo lo que no eres, llegarás a conocerte a ti mismo».12

Para conocerse uno, debe indagar y bucear en el conocimiento, en la experiencia y en el silencio que le permitan ver, percibir y conocer todos los rincones de su ser: esencial-espiritual, mental, emocional y corporal. Este «buceo» interior te permite llevar el amor a tu discernimiento, para que tus decisiones surjan de un espacio de sinceridad y benevolencia y no de crítica, cinismo o juicios destructivos que separan, te separan y provocan rechazo. Para conocerte también es necesario bucear en el silencio, sentir la Presencia y quitarse capas de identidades que no son reales. En las próximas páginas te acompaño para que puedas recorrer este camino hacia ti mismo en Presencia.

Para conocerse uno mismo, es necesario darse espacios en los que uno no tenga nada planificado, para estar disponible a lo que emerja de dentro y de fuera, para estar en presencia y en silencio. Verse en su interior exige un esfuerzo de introspección.

Puedes preguntarte: ¿qué ocurriría en mi vida si me reservo algunas zonas libres de obligaciones, que permitan un vacío en el cual pueda escucharme y pueda aflorar lo que quiere nacer en mí? ¿Qué sucede conmigo cuando no rechazo el silencio, la soledad y la pasividad como algo inapropiado, sino que permito un espacio para estar en mí? ¿Qué se generará en mí si me guardo algunos espacios en blanco en la agenda, para estar disponible? Disponible para mí, para Dios y para lo que quiera manifestarse en mi vida.

Permitiéndonos espacios vacíos de actividad despertamos de la hipnosis social, que nos ha hecho confundir el tejido de nuestras obligaciones con la vida en sí misma, afirmó Alan Watts.

Disponte a indagar en ti. A estar presente, a silenciar y a descubrir la belleza que yace en ti y que eres tú. Este libro es una guía que combina las bases de la práctica, el conocimiento que la sustenta y los ejercicios en los que te acompaño con audios. En el siguiente apartado te explico el recorrido que propongo para avanzar en la meditación.

Al final de cada capítulo encontrarás una o varias prácticas creativas o meditativas, y en el apéndice 2 están transcritos todos los audios y prácticas para que puedas seguirlas.

Recorrido

Luz en el camino

En este apartado te explico brevemente el recorrido que propongo siguiendo la secuencia de los capítulos del libro. Es el recorrido en el que avanzas con la práctica de la meditación. Son diferentes etapas que atraviesas para llegar a estados más profundos, de mayor apertura, conciencia y realización del Ser.

Te invito a recorrer un camino que se inicia conectando con tu llamada interior (capítulo 1); con ser consciente de la disposición con la que empiezas la práctica de la meditación. Para acompañarte en ese conectar, te planteo algunas preguntas de indagación apreciativa (práctica creativa, pág. 42).

Entras en la meditación dando un paso, adentrándote en el no saber qué te vas a encontrar. En este capítulo 2 también encontrarás pautas para la postura y actitud para la práctica.

Una vez que hemos entrado, nos centramos en abrirnos a percibir (capítulo 3). Agudizar la percepción nos trae al presente y facilita estar en presencia.

Al practicar, nos damos cuenta de que los pensamientos nos distraen, por ese motivo es importante convertir nuestra mente en nuestra amiga (capítulo 4).

Dado que la mente nos saca del espacio meditativo, necesitamos una entrega confiada, con el compromiso y la determinación que nos mantienen en la percepción, y así entramos y permanecemos en el espacio meditativo. Te lo explico en el capítulo 5.

El siguiente escollo con el que nos encontramos es nuestra necesidad de ser eficaces y de obtener resultados inmediatos, por ese motivo es importante leer el capítulo 6, «Liberarse de la presión de ser eficaces».

Hasta aquí hemos conectado con nuestra intención, hemos entrado en el espacio meditativo, percibiendo lo que es y lo que hay. Nos hemos dado cuenta de que la mente nos lleva por otro lado y necesitamos, para estar presentes, una entrega confiada, sin presión por lograr resultados concretos. Ahora damos un paso más en el capítulo 7. Un paso que nos invita a adentrarnos en el desierto para caminar con nosotros mismos, para despertar y ampliar nuestra conciencia.

En la experiencia del desierto, aparecen otros escollos. Debemos aprender a aceptar que lo que es, es. Se trata de aceptar cómo ocurren las cosas y que lo que es y todo lo que está presente puede estar presente. Te lo explico en el capítulo 8. Debemos aprender a soltar la tendencia a querer tenerlo todo controlado.

La aceptación nos abre para acceder a nuestro potencial. La apertura se da también al apreciar, agradecer, asombrarse y admirar. Como leerás en el capítulo 9, el agradecimiento abre nuestro ser y nuestro corazón. Cuando agradecemos, estamos abiertos, y acogemos lo que es. Apreciar nos permite reconocer al otro.

En la apertura, nos damos cuenta de que no estamos solos. Todas nuestras relaciones, buenas y malas, beneficiosas y dañinas, nos acompañan de alguna manera. Nos damos cuenta de que sería bueno hacer las paces con todo y con todos, ya que somos seres relacionales. Aunque estemos en silencio y en soledad, con nosotros mismos, al meditar nos volvemos conscientes de todo nuestro mundo relacional, y de cómo nos influye. En el capítulo 10 veremos cómo nuestro ser relacional se manifiesta en la meditación.

En nuestro recorrido y con la práctica de la meditación, llegamos a ser más conscientes de la referencia del yo y de cómo esta nos lleva a un autocentramiento, a vivir en la dualidad, sintiéndonos separados y desde un egocentrismo que nos limita y nos aleja del Ser real. Vivir desde el yo separado nos mantiene en la rueda del placer y del sufrimiento, de la atracción y del rechazo. En el capítulo 11 veremos cómo atravesarlo y salir de la rueda del autocentramiento.