Melanie Klein - Ricardo Antar - E-Book

Melanie Klein E-Book

Ricardo Antar

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Beschreibung

La obra de los grandes autores del psicoanálisis, Melanie Klein entre ellos, permea, no siempre advertidamente, al conjunto del pensamiento psicoanalítico ya sea a través de su aceptación, de su desarrollo, de su transformación, de su discusión. Melanie Klein comenzó su camino siendo una de las destacadas impulsoras del psicoanálisis de niños, cuestión polémica en su propia posibilidad de existencia en aquel momento. Se le impuso luego el estudio de las ansiedades y mecanismos tempranos, "psicóticos", siendo este el momento en el que deviene propiamente "kleiniana" al verse llevada a tener que forjar sus propios conceptos (fundamentalmente la cuestión de "las posiciones esquizoparanoide y depresiva") para dar cuenta de estos hallazgos. Posteriormente abordó temas, algunos de ellos polémicos aunque irrenunciables ante la evidencia clínica –como ser el de la envidia y gratitud— y otros que darían lugar a futuras y fecundas elaboraciones, como por ejemplo los mecanismos esquizoides. Es esta aventura de pensamiento la que intenta reflejar este libro que, originalmente, fue un curso y del que muestra sus marcas. Quizás aquellos que no han tenido oportunidad de tomar contacto con el pensamiento de Melanie Klein encuentren, luego de la lectura de este libro, un estímulo que los lleve al deseo de profundizar en el conocimiento de las ideas de la pensadora que nos ocupa. Se habrá logrado uno de los objetivos de este libro.

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Ricardo Antar • Susana Bidolsky • Gregorio M. Garfinkel • Betty Korsunsky • Pablo Slemenson

Melanie Klein

Surgimiento y vigencia de su pensamiento

PRIMERA EDICIÓN

Los autores

RICARDOA.ANTAR. Licenciado en Psicología. Psicoanalista. Miembro Titular con Función Didáctica de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA). Psicoanalista de niños y adolescentes de APdeBA. Exdirector del Departamento de Niñez y Adolescencia de APdeBA. Docente de la Especialización en Psicoanálisis del Instituto Universitario de Salud Mental (IUSAM). Docente de la Especialización y Maestría en Psicopatología y Salud Mental del IUSAM. Maestrando en Psicopatología y Salud Mental del IUSAM. Miembro del Comité Científico de la Especialización y Maestría en Psicopatología y Salud Mental del IUSAM. Miembro del Consejo Superior del IUSAM.

[email protected]

 

SUSANA BIDOLSKY. Médica por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Psicoanalista. Miembro Titular de APdeBA. Full Member de la International Psychoanalytical Association (IPA). Especialista en Psicoanálisis de Niños y Adolescentes por APdeBA e IPA. Directora de la Carrera de Especialización en Psicología Clínica de Niños y Adolescentes (2014-2017) en IUSAM. Directora del Curso programático “Abordaje Psicoanalítico del Niño y del Adolescente” (2010-2014) en IUSAM. Directora de la Carrera Especialización en Psicoanálisis de Niños y Adolescentes (2007-2013) en IUSAM. Coordinadora Curso a Distancia “Abordaje Psicoanalítico del Niño y del Adolescente”(2014-2018). Co-directora del Departamento de Niñez y Adolescencia de APdeBA (1996-1998). Vicepresidente de APdeBA (2004-2006). Socio Plenario de la Asociación Escuela Argentina Psicoterapia para Graduados (AEAPG). Profesora Titular del IUSAM de APdeBA. Profesora Titular de la AEAPG (1980-2000). Docente de la Unidad Hospitalaria Salud Mental II. Facultad de Medicina, UBA (1988). Docente del Servicio de Salud Mental Infanto-Juvenil Hospital Italiano (1993-1994). Profesora Titular de Posgrados en Psicoanálisis de la Universidad Nacional de La Matanza en Convenio con AEAPG (2001-2021).

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GREGORIOM. GARFINKEL. Miembro de Honor de la Asociación Médica Argentina (AMA). Miembro Titular de la Asociación Internacional de Psicoanálisis (IPA) y Fepal. Exmiembro Titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) con Función Didáctica. Exprofesor Titular del Instituto de Formación. Miembro Fundador de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA) con Función Didáctica. Exdirector General de su Instituto de Formacion (en tres períodos diferentes). Profesor del Instituto Universitario de Salud Mental (IUSAM). Coordinador de Equipos de Grupos de Psicoanálisis Multifamiliar.

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BETTY KORSUNSKY. Docente. Especialización en Psicoanálisis de niños y adolescentes (IUSAM). Docente de Psicología Clínica II de Adolescentes, Especialización en Psicoanálisis. IUSAM. Klein I. Directora en el Sistema de Educación a Distancia (SIED) del IUSAM. Investigación en “Perfiles subjetivos predominantes en la consulta clínica inicial”, Centro Liberman de APdeBA. “Cualidades Subjetivas que la condicionan”, Horacio Rotemberg y Eliseo Storani. Centro Liberman APdeBA-IUSAM. Co-coordinadora en los Grupos de contención y acompañamiento con migrantes.

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PABLO DARÍO SLEMENSON. Médico por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Psicoanalista. Miembro Titular con función didáctica de APdeBA. Full Member de la International Psychoanalytical Association (IPA). Socio Plenario de la Asociación Escuela Argentina Psicoterapia para Graduados (AEAPG). Magister en Psicoanálisis por la Universidad Nacional de La Matanza (UNLAM). Exinvestigador del Centro de Investigación en Metodología Borrosa Aplicada a la Gestión y la Economía (CIMBAGE), Facultad de Ciencias Económicas (UBA). Trabajos publicados sobre Inestabilidad contextual y sobre teoría de toma de decisión intuitiva en gestión. Profesor titular en la Maestría en Psicoanálisis de UNLAM-AEAPG en varias materias. Coordinador del Seminario de Integración del Psicoanálisis destinado a investigar la integración de las líneas teóricas y su inserción en la ciencia desde 2017 al presente. Jurado de tesis en la Maestría en Psicoanálisis de la UNLAM.

[email protected]

Presentación

Este libro comenzó siendo un curso de educación a distancia en el año 2007.

El Área de Educación a Distancia de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA) organizó una serie de cursos que apuntaban a dar cuenta de las ideas centrales de las distintas corrientes psicoanalíticas. Los mismos contaban con la certificación universitaria del Instituto Universitario de Salud Mental (IUSAM).

Se nos encargó que tomáramos a cargo el centrado en las ideas de Melanie Klein.

El proyecto comenzó a desplegarse convocando espontáneamente a los que hoy son los autores de este libro. Si bien nos conocíamos por nuestras distintas tareas institucionales y docentes, en algunos casos nos encontramos sorprendidos al descubrir nuestro compartido interés en Melanie Klein.

El programa tenía un eje cronológico y el particular interés manifestado por cada uno de nosotros por distintos aspectos de la obra de Melanie Klein nos llevó a hacernos cargo de las clases correspondientes.

El desafío era evidente. Aunque sumamente estimulante.

No constituíamos un grupo con una trayectoria previa en la que hubiéramos tenido oportunidad de conocernos en nuestros acuerdos y desacuerdos, en nuestras diferencias de énfasis, de percatarnos explícitamente de la riqueza que adquirían las ideas cuando eran abordadas por el otro coautor.

Confiamos en Melanie Klein y en nosotros mismos para entregarnos entusiastamente a la tarea.

Estas circunstancias permitirán al lector entender los distintos estilos de los capítulos, las eventuales superposiciones, posibles diferencias de perspectiva y su inocultable origen en un curso universitario.

Asimismo, confiamos en que aquellas cuestiones que queden abiertas, convoquen –quizás también a algunos de aquellos que hoy se encuentran entre nuestros eventuales lectores– a reflexiones que puedan llegar a plasmarse en futuros libros.

Es que los grandes pensadores siguen escribiendo en sus textos, que si bien permanecen idénticos en la letra, son redes arrojadas a lo desconocido pero intuido.

PRIMERA PARTE 1919-1932

Capítulo 1 De la escuela inglesa a la escuela kleiniana

Ricardo Antar

De Melanie Reizes a Melanie Klein

Melanie Reizes nace el 30 de marzo de 1882 en Viena. Su padre, Moriz, proviene en una familia judía religiosa (residente en una zona que actualmente es parte de Ucrania) que lo destina a ser rabino y dispone su casamiento con una joven elegida por sus padres, a la que conoce poco antes de su boda. No obstante, estudia medicina en secreto; al finalizar la carrera rompe con la tradición (aunque no con su familia) y comienza a ejercer su profesión. Era un hombre ilustrado que dominaba varios idiomas. A los 37 años se divorcia de su primera esposa.

Poco después conoció, en Viena, a Libussa Deutsch, varios años menor que él, que provenía de una familia culta, en la cual el padre y el abuelo eran rabinos. Se casan en 1875 y viven en Deutsch-Krentz donde nace la primera hija del matrimonio, Emily (1876), Emanuel (1877) y al año siguiente Sidonie. Luego la familia se trasladó a Viena, donde nace Melanie en 1882. Moriz se dedica a la odontología y Libussa instala un comercio para contribuir con la economía familiar.

Los primeros años de la vida de Melanie Reizes estuvieron marcados por episodios sumamente significativos.

En 1886, a la edad de cuatro años de Melanie, muere su hermana Sidonie, de escrófula. Fue ella quien la inició en la lectura y las matemáticas, expresando a Melanie el deseo de transmitirle esos conocimientos antes de morir (circunstancia de la que, esta niña de nueve años, parecía tener plena conciencia).

En 1887, a los cinco años de edad de Melanie, el padre compra una clínica dental, gracias a una herencia, lo que redunda en una mayor prosperidad para la familia. Este cambio es fuente de gratos recuerdos de esta época de la vida de Melanie.

La relación de Melanie con su padre no fue de mucha cercanía emocional. Cuando nace su cuarta hija, Moriz tenía más de 50 años de edad; por otra parte, guardaba para su hija mayor, Emily, una preferencia inocultable que no dejaba de producir intensos sentimientos en la niña Melanie. No obstante, estas vicisitudes emocionales no menoscabaron jamás la profunda admiración por los logros intelectuales de su padre, al tiempo que se constituyeron en un perdurable estímulo y modelo para su vida.

En cambio, la relación con su madre fue mucho más próxima. Melanie la recordaba como una mujer mucho más joven en relación a su padre, hermosa, decidida, activa y emprendedora. Fue el sustento económico del hogar en aquellos años en que la salud de su esposo declinaba. Falleció cuando Melanie tenía cerca de 32 años (1914) habiendo vivido sus últimos años muy cerca de su hija.

Otra figura importante en la adolescencia de Melanie fue su hermano Emanuel, quien le brindó un fuerte estímulo intelectual y la apoyó cuando, a los 14 años, decidió prepararse para estudiar medicina (Psiquiatría).

A los 17 años Melanie Reizes se compromete con Arthur Stephen Klein, un ingeniero químico amigo de su hermano Emanuel. El noviazgo transcurrirá con muchas separaciones a causa de los múltiples viajes que Arthur realiza por su trabajo. A sus 18 años, a principios de 1900, fallece su padre, físicamente disminuido desde algunos años antes.

Por esta época abandonó la idea de estudiar medicina (quizás por las restricciones económicas que atravesaba la familia) y asistió a cursos de historia y de arte en la Universidad de Viena. A fines de ese año se casó su hermana Emilie.

En diciembre de 1902 muere su hermano Emanuel, quien padecía de fiebre reumatoidea. La relación de Melanie con su hermano había sido emocionalmente intensa y compleja.

Melanie y Arthur se casan muy poco después del deceso de Emanuel, el 31 de marzo de 1903, habiendo cumplido Melanie 21 años el día anterior a su boda. Durante varios años la joven pareja vive en distintas ciudades de Eslovaquia y Silesia. En enero de 1904 nace la primera hija, Melitta; en 1906 nace Hans.

Fueron tiempos difíciles para la pareja, en los que Melanie Klein encuentra felicidad en sus hijos. Si bien se dedica a la lectura y estudia idiomas, extraña la vida intelectual que encontraba en Viena. Melanie se ve aquejada de sentimientos depresivos.

Budapest (1910-1920)

En 1910 Arthur consigue trabajo en Budapest, lo que resulta un cambio favorable también para Melanie, ya que encuentra en esta ciudad el clima intelectual que añoraba.

El 1 de julio de 1914 nace Erich, su tercer hijo, pero el 6 de noviembre muere su madre, con quien había logrado reencontrarse tras un prolongado distanciamiento. Se intensifican sus sentimientos depresivos. Es en este mismo año que Melanie Klein lee Sobre los sueños (Freud, S., 1901), hecho que constituirá en un hito en su vida ya que sintió casi de inmediato que “eso era aquello a lo que yo me dirigía, al menos durante los años en los que yo anhelaba intensamente hallar lo que pudiera satisfacerme intelectual y emocionalmente. Inicié el análisis con S. Ferenczi.”1

Budapest, ciudad de intensa vida intelectual, contó desde el comienzo con un fervoroso grupo receptivo al psicoanálisis. S. Ferenczi se había puesto en contacto con S. Freud en 1908, cuando lo visitó en Viena, y surgió entre ambos un fuerte vínculo de afecto y colaboración intelectual. S. Freud admiraba la rapidez de comprensión de sus ideas por parte de S. Ferenczi, así como el entusiasmo con que las difundía. S. Freud enviaba a S. Ferenczi los originales de sus trabajos antes de publicarlos y el grupo de Budapest tenía oportunidad de conocerlos con anticipación. Al comienzo, las reuniones de este grupo eran informales y es probable que M. Klein asistiera a algunas de ellas en 1914.2

A pesar de haber vivido muchos años en Viena, M. Klein no solo no conoció a S. Freud sino que no parece haber tenido noticias de

él ni de su obra durante este período. En varias oportunidades de su vida posterior lamentó no haberlo conocido antes.

Estalla la Primera Guerra Mundial y tanto S. Ferenczi como A. Klein se incorporan al ejército austro-húngaro. En 1916 el esposo de Melanie regresa como inválido de guerra, herido en una pierna. El matrimonio enfrenta graves dificultades.

El 28 y 29 de septiembre de 1918 M. Klein asiste al V Congreso Psicoanalítico Internacional que se celebra en Budapest y en el que S. Ferenczi es elegido Presidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional.3

La concurrencia a este Congreso no estuvo reservada exclusivamente a los psicoanalistas. Fue un Congreso en el que se destacaron tanto la calidad de los trabajos como la atmósfera entusiasta. Parecía inminente la posibilidad del reconocimiento oficial de psicoanálisis por las autoridades, al mismo tiempo que circulaba una petición para que se creara en la universidad una cátedra de Psicoanálisis a cargo de S. Ferenczi.

Las siguientes pueden haber sido las primeras palabras que escuchó de boca del mismo S. Freud:

“Nunca hemos presumido de que nuestros conocimientos y nuestra capacidad sean completos y concluyentes. Estamos ahora tan dispuestos como antes a admitir las imperfecciones de nuestra comprensión, a aprender cosas nuevas y a modificar nuestros métodos del modo como su perfeccionamiento exija.”4

Este Congreso, realizado en tiempos de guerra, causa una fuerte impresión en M. Klein y, según ella misma recuerda,

“Esa impresión fortaleció mi deseo de dedicarme al psicoanálisis. Durante el análisis con Ferenczi, éste me llamo la atención acerca de mis grandes dotes para comprender a los niños y de mi interés en ellos y alentó mucho mi idea de dedicarme al análisis de niños (...) No he visto (...) que la educación pudiera cubrir la totalidad de la comprensión de la personalidad y que, por lo tanto, tenga la influencia que uno desearía que tuviera. Siempre sentí que detrás había algo que nunca llegué a percibir.”5

Los acontecimientos políticos son sumamente cambiantes y potencialmente peligrosos por lo que hacia fines de 1918 y a instancias de su esposo, Melanie y sus hijos se radican a Ruzómberok (Eslovaquia), donde residen sus suegros, mientras que Arthur viaja a Suecia por razones de trabajo.

Melanie Klein hace un viaje a Budapest para asistir a la reunión de la Sociedad Psicoanalítica Húngara del 13 de julio de 1919 en la que lee Notas sobre el desarrollo intelectual de un niño6 que se basa en la experiencia que viene desarrollando con su hijo menor, Erich (pero que en el texto es presentado como “Fritz, hijo de conocidos que viven cerca de mi casa”). Su calidad suscita interés, elogios y comentarios que la ayudarán a seguir desarrollando sus ideas. Después de leído el trabajo y por su calidad es elegida Miembro de la Sociedad Psicoanalítica Húngara. No obstante, su residencia sigue estando en Ruzómberok, donde vuelve luego de esta presentación en Budapest.

1920 es un año sumamente significativo en la vida de M. Klein.

Del 8 al 12 de septiembre de ese año concurre al VI Congreso Psicoanalítico Internacional realizado en La Haya (Holanda). Asiste a la presentación del trabajo Técnica del análisis de niños, de H. von Hug-Hellmuth, la principal especialista en psicoanálisis de niños del momento.

Pero el hecho destacado es que en ese mismo Congreso S. Ferenczi le presenta a K. Abraham (Presidente de la Sociedad Psicoanalítica de Berlín), quien se siente interesado por la labor de M. Klein y la invita a radicarse en Berlín para ejercer el psicoanálisis de niños. Debemos tener en cuenta que hasta ese momento solo había tenido un paciente (Fritz-Erich) y frente a esta invitación de K. Abraham se siente dispuesta a aceptarla.

En ese mismo año publica La novela familiar `in statu nascendi´7 y en diciembre lee en la Sociedad Psicoanalítica Húngara Contribuciones al análisis de la temprana infancia.8 Las fiestas de fin de año las pasa con sus suegros en Ruzómberok y luego se traslada a Berlín con sus hijos,9 pero no con Arthur, quien permanece en Suecia (luego obtendrá la ciudadanía sueca). Esta separación, aparentemente dictada por los hechos, culminará algunos años después en divorcio.

Detengámonos por un momento antes de adentrarnos en lo ocurrido en los años berlineses de M. Klein.

Los tres trabajos que hasta ese momento había escrito (Notas sobre el desarrollo intelectual de un niño, La novela familiar `in statu nascendi´ y Contribuciones al análisis de la temprana infancia) se refieren al mismo niño, Fritz (o sea, su hijo Erich). El primero de ellos recoge las experiencias de educación sexual, orientada psicoanalíticamente, iniciadas en marzo de 1919 en Ruzómberok (que continuaban para la época de la presentación del trabajo, en julio de 1919), probablemente a instancias de S. Ferenczi. La misma se basaba en el criterio de responder lo más ampliamente posible la curiosidad sexual expresada por el niño y observar los efectos de estos esclarecimientos.

En algún momento posterior, la experiencia que está llevando adelante con su hijo Erich adquiere un giro similar al de Juanito años antes: lo que era una observación psicoanalítica necesita devenir en tratamiento a raíz de la aparición de manifestaciones psicopatológicas: inhibiciones, síntomas y angustias.

El segundo trabajo se basa en un episodio puntual extraído de la experiencia que viene desarrollando. Es recién en el tercer trabajo de esta época (Contribuciones al análisis de la temprana infancia) donde aparece una referencia a la dimensión terapéutica de la experiencia que viene llevando a cabo. De modo que la invitación para que se radique en Berlín y ejercer el psicoanálisis de niños es fruto tanto de las dotes de M. Klein como de la perspicacia de K. Abraham para intuir rápidamente el talento de esta, por ahora, principiante y aún inexperta psicoanalista.

Berlín (1921-1926)

En enero de 1921 Melanie ya se encuentra en Berlín. El 3 de febrero presenta la Segunda Parte de El desarrollo de un niño que denomina Análisis infantil.10

Continua con su trabajo terapéutico con Erich, para lo cual suele consultar a K. Abraham cuando se presentan circunstancias problemáticas. Especialmente ante la aparición de intensas ansiedades. Melanie ya sabía que la aparición de ansiedades era lo habitual en este tipo de trabajo (que luego la interpretación aliviaba); pero por momentos es la intensidad de la ansiedad la que la perturba. Karl Abraham la insta a que continúe con la modalidad de trabajo que venía aplicando, ya que, si hasta ahora las ansiedades se habían aliviado con las interpretaciones, no había motivo para cambiar. La misma M. Klein señala, muchos años después, que ya en ese momento su trabajo se desviaba de algunas de las reglas establecidas hasta entonces, pues interpretaba lo más urgente del material, focalizándose en las ansiedades y las defensas frente a ellas.

Es posible que en esta época comience a llevar a cabo una experiencia similar con sus otros dos hijos. Asimismo, atiende niños (a partir de 1922) del Policlínico recientemente inaugurado por K. Abraham. Entre 1921 y 1922 presenta varias contribuciones breves extraídas de su práctica, de las cuales las siguientes son algunos ejemplos: Trastornos de la orientación en los niños, Algunas observaciones sobre la angustia latente, Algunas observaciones sobre una composición escolar, etcétera.

Entre el 25 y el 27 de septiembre de 1922 asiste al VII Congreso Psicoanalítico Internacional de Berlín. Tiene la oportunidad de leer ante S. Freud su trabajo El desarrollo y la inhibición de las aptitudes en el niño (será el núcleo de Análisis infantil que se publicará al año siguiente).

El 20 de febrero de 1923 es elegida Miembro Titular de la Sociedad Psicoanalítica de Berlín y sigue presentando breves trabajos surgidos de su clínica.

Pero el hecho destacado (que quizás pueda considerarse el comienzo del psicoanálisis kleiniano propiamente dicho) es que a mediados de ese año inicia el tratamiento de Rita (de dos años y nueve meses), que se prolongará hasta octubre de ese mismo año.11 Este tratamiento comienza en la casa de la niña. M. Klein acepta el uso de los propios juguetes de la niña e interpreta los juegos que despliega, del mismo modo que lo hacía con Erich. No obstante, ante las interferencias provenientes de algunos miembros de la familia, decide continuar en su consultorio, ofreciendo allí juguetes a la niña: lo que fuera una circunstancia espontánea deviene un desarrollo técnico trascendente de la mano de la perspicacia de M. Klein.12

Escribirá en 1955: “Este análisis era el comienzo de la técnica psicoanalítica del juego, porque desde el principio el niño expresó sus fantasías y ansiedades principalmente jugando y, al aclararle consistentemente su significado, apareció material adicional en su juego”.13

Confirma los hallazgos realizados con Erich al mismo tiempo que toma noticia de la presencia de una instancia crítica interna muy severa a una temprana edad, así como de fantasías sádicas anales y uretrales y situaciones de ansiedad específicas de las niñas. Estos hallazgos deben aguardar brevemente antes de aparecer publicados ya que los dos trabajos trascendentes que da a conocer en este año 1923 están todavía basados en materiales clínicos pre-Rita: El papel de la escuela en el desarrollo libidinoso del niño y Análisis infantil.

A principios de 1924 comienza a analizarse con K. Abraham y entre el 21 y 23 de abril asiste al VIII Congreso Psicoanalítico Internacional que se realiza en Salzburgo. Lee Sobre la técnica del análisis de niños muy pequeños, que se basa fundamentalmente, ahora sí, en la experiencia analítica que iniciara con Rita. Es probable que en esta versión mencionara la concepción oral del coito en los niños así como precisas referencias al despliegue de la transferencia en el análisis infantil.14

Ernest Jones, Presidente de la Asociación Británica de Psicoanálisis y de la Asociación Psicoanalítica Internacional,15 presente en dicho Congreso, queda sumamente impresionado ante el trabajo de M. Klein y la invita, para el año siguiente, a dar una ciclo de conferencias sobre el psicoanálisis de niños en Londres.

Durante ese año de 1924 M. Klein continúa su labor clínica y sigue presentando varios trabajos, siempre de inspiración clínica: Efectos que producen las interrupciones del tratamiento en el análisis de niños, La actividad del Superyó en el cuarto año de vida de un niño, Manifestaciones infantiles del sentimiento de culpabilidad, etcétera.

El 11 y 12 de junio de 1924 se lleva a cabo la Reunión de Psicoanalistas Alemanes organizada por K. Abraham y M. Klein presenta Extracto de análisis de una neurosis obsesiva de una niña de seis años.16 Es en esta ocasión que K. Abraham pronuncia aquellas palabras que tanto impactaron a la misma M. Klein: “El porvenir del psicoanálisis está en el análisis de niños”. La impactaron porque ella se consideraba sinceramente la continuadora de las ideas de S. Freud y de K. Abraham, que sus ideas eran el reflejo de lo que descubría en la clínica con sus pacientitos basándose en las ideas de estos dos maestros y que cualquier analista podría corroborarlas con solo seguir el camino.

Pero muy otro era el clima entre los miembros de la Sociedad Psicoanalítica de Berlín con respecto a los desarrollos que M. Klein venía realizando. Más cercanos a Anna Freud, no aceptaban las ideas con respeto a la importancia del sadismo oral en el desarrollo temprano ni que M. Klein rechazara enfáticamente las medidas pedagógicas que propugnaba Anna como forma de contribuir al inicio y aún continuación del tratamiento psicoanalítico de niños. M. Klein obviamente percibe esta situación, pero sabe que cuenta con el firme respaldo de K. Abraham.

Continúa con su labor clínica. En diciembre de 1924 finaliza el tratamiento de Trude, encontrándose muy avanzados los de Peter y Ruth. Erna llevaba seis meses de tratamiento (restando todavía 18 meses más).

También durante 1924 presenta en la Sociedad de Viena el trabajo Principios psicológicos del análisis infantil, ante S. Freud y su hija Anna.

Alix Strachey, también analizada de K. Abraham, se interesa en las teorías de M. Klein. Hace llegar a su esposo, J. Strachey, noticias de los trabajos de M. Klein y por intermedio de este son informadas en la Sociedad Británica, en la que la posibilidad del análisis de niños era debatida con mucho interés. El 7 de enero de 1925 J. Strachey lee un resumen de la obra de M. Klein ante la Sociedad Británica de Psicoanálisis. En las actas de dicha presentación constan las críticas de E. Glover: hacer consciente lo reprimido en cualquier estadio de la evolución del niño puede tener resultados perjudiciales (aunque admite como excepción a los casos de aquellos niños que pueden llegar a desarrollar tendencias psicóticas).

En 1925 presenta Analogías entre ciertos crímenes y la fantasía de los niños en las habituales reuniones científicas de la Sociedad de Berlín y publica Una contribución a la psicogénesis de los tics que se basa en sus ideas de 1923 (es decir, sin incluir todavía los últimos desarrollos teóricos a los que la conducen los tratamientos de Rita, Trude, Ruth, Erna y Peter).

Un hecho aciago y de mucha trascendencia es que K. Abraham, su analista, mentor y firme apoyo a su trabajo psicoanalítico, enferma y debe suspender sus actividades en junio de 1925. Mientras M. Klein, como todos los miembros de la Sociedad Psicoanalítica de Berlín, esperaba su recuperación (que nunca ocurrirá),17 decide aceptar la invitación que el año anterior le hiciera E. Jones.

En el verano de 1925 viaja por seis semanas a Londres. Desarrolla una serie de seis conferencias (que constituirán la base de la primera parte de El psicoanálisis de niños) ante los miembros de la Sociedad Británica de Psicoanálisis que se llevan a cabo en la casa de Adrian Stephen. Obtiene una decidida aceptación, algunos miembros le solicitan que analice a sus hijos y E. Jones la invita a instalarse por un año en Inglaterra. Conoce a S. Isaacs y a J. Rivière, las que posteriormente serán sus colaboradoras.

Regresa a Berlín y continúa con sus actividades mientras espera la recuperación de K. Abraham, que no ocurre. En medio de un nuevo y penoso duelo, ahora sin el apoyo de K. Abraham, se le hace difícil su situación en la Sociedad Psicoanalítica de Berlín, por lo que reconsidera la invitación de trasladarse por un año a Londres.18 Concluye los análisis que tiene en curso y se traslada a Londres.

Aparece publicado en el International Journal of Psycho-Analysis Principios psicológicos del análisis temprano (versión más acabada de sus ideas que ya había comenzado a dar forma a través de presentaciones previas).19

Londres (1926-1960)

En septiembre de 1926 llega a Londres, con 44 años de edad, quien será una de las inspiradoras de la denominada Escuela Inglesa de Psicoanálisis. Su hijo Erich llega al poco tiempo, mientras Hans permanece estudiando en Berlín. Melitta, que se ha casado con W. Schmideberg, estudia Medicina en Berlín.

“En la década del veinte, cuando funda el International Journal y dirige con mano maestra la Sociedad Británica, Ernest Jones echa las bases de un gran desarrollo del psicoanálisis, donde aparecen ideas renovadoras y originales que comprenden el desarrollo psicosexual infantil, sobre todo la etapa anal, la sexualidad femenina, la teoría del carácter, la naturaleza de la angustia, el origen del Superyó y otros temas no menos importantes.

El punto de partida de lo que va a ser la escuela inglesa puede ubicarse en la convergencia de esas investigaciones con la llegada de Melanie Klein a Londres en 1926, invitada por Jones.”20

Estas palabras del Dr. Horacio Etchegoyen liberan de cualquier otro comentario adicional acerca de la trascendencia de este momento para el psicoanálisis.

En sus primeros años londinenses se origina en la Sociedad Británica de Psicoanálisis una fuerte corriente de interés por sus ideas, lo que justifica que en este momento su pensamiento psicoanalítico integre la denominada Escuela Inglesa de Psicoanálisis (diferenciándose del pensamiento psicoanalítico continental). Joan Rivière (analizada de S. Freud y con quien ella mantenía asidua correspondencia), S. Isaccs y P. Heimann; S. Payne, M. Brierly y E. Sharpe; A. Strachey, N. Searl, E. Glover, etcétera, se interesan por su pensamiento, al que hacen aportes clínicos, que M. Klein acepta.

Este grupo de estrechos colaboradores se preocupa, en esta época, por aportar argumentos teóricos adecuados a las convicciones de M. Klein, a la vez que la instan a que supere la reticencia con respecto a las nuevas ideas que iba gestando. Es en este lapso (1926-1932) que M. Klein también se dedica a preparar y redactar El psicoanálisis de niños, su primer libro y que será el más importante publicado, hasta ese momento, por miembro alguno de la Sociedad Británica.

Simposium sobre análisis infantil (1927)

En 1927 Anna Freud hace una exposición sobre la técnica del análisis infantil en la Sociedad de Berlín, siendo clara la oposición a las ideas de M. Klein. La contribución escrita que M. Klein enviara para esta oportunidad (todavía miembro de dicha Sociedad) no es presentada.

Por su parte, la Sociedad Británica organiza del 4 al 18 de mayo de 1927 un Simposio sobre Análisis Infantil.

“Melanie Klein lo abrió con un trabajo riguroso sobre su técnica del juego, en el que campeaba un tono fuerte de polémica frente al libro de Anna Freud, Psicoanálisis del niño, recién publicado. Todos los que hablan en el Simposio, Joan Rivière, M. N. Searl, Ella F. Sharpe, Edward Glover y Ernest Jones, se declaran en favor de la técnica lúdica y reprueban la fase pedagógica propuesta por Anna Freud para poner en marcha el análisis de niños. Ya sabemos que Freud se molestó por la publicación de este simposio y, en septiembre de 1927, se lo hizo saber a Jones (Jones, 1955-1957, 3: 152).”21

Este Simposio marca claramente la diferencia de fondo entre Londres y Viena respecto del análisis de niños. M. Klein señala fenómenos de transferencia que se pueden observar en la primera infancia por lo que la situación analítica se puede desplegar como en el análisis de adultos. Por el contrario, A. Freud no acepta que pueda darse una reedición transferencial:

“Cuando todavía no está agotada la primera −esto es, la relación del niño con los padres− y que, carente todavía de superyó, el niño necesita que el analista sea también educador. El analista debe guiar al niño, atraerlo al tratamiento, hacerlo tomar conciencia de enfermedad; sólo entonces podrá analizarlo...

La idea de que tanto la transferencia positiva como la negativa deben interpretarse equidistantemente, según aparezcan y más allá de toda estrategia, es la base de la técnica kleiniana, no sólo en el análisis del niño sino también del adulto y el psicótico. Melanie Klein se declara partidaria de la interpretación profunda, busca tomar contacto con el inconsciente del niño e interpreta el complejo de Edipo exhaustivamente.

Según Klein el complejo de Edipo se inicia mucho antes de lo que Freud señaló y con él el Superyó, tanto más severo cuanto más temprano. Aquí la discrepancia es absoluta e irreductible. Anna Freud considera, como su padre, que el Superyó es el heredero del complejo de Edipo y sólo se instituye con su disolución (Freud, 1923, 1924). Melanie Klein no pone en duda que el Superyó se origina por la introyección de los padres edípicos; pero sostiene que el proceso es gradual y empieza mucho antes. Como en otros campos de su investigación, Melanie Klein prefiere adherir aquí a las teorías de Freud antes que construir las propias, si bien es cierto que, en este caso, carece todavía de los instrumentos conceptuales necesarios, esto es, una teoría del mundo interno y de los objetos introyectados.”22

En octubre de 1927 M. Klein es elegida miembro plenario de la Sociedad Británica de Psicoanálisis.

Viena-Londres

En septiembre de 1927 se lleva a cabo el X Congreso Internacional en Innsbruck. Ernest Jones lee El desarrollo temprano de la sexualidad femenina, M. Klein Estadios tempranos del conflicto edípico y A. Freud Sobre la teoría del análisis de niños. Quedan planteadas en esos textos las diferencias que sobre la sexualidad femenina y el análisis de niños separan a los analistas de Viena y de Londres.

En 1930 su hija Melitta, ya graduada, llega a Londres y participa activamente en la Sociedad Británica de Psicoanálisis. En 1932 es elegida miembro pleno de la Sociedad e inicia un análisis con E. Glover. Comienza a generarse, de parte de ambos, una oposición a M. Klein.

En abril de 1934 muere Hans (segundo hijo de Klein) en un accidente de montañismo. Esta vivencia, sumamente dolorosa, aparecerá reflejada en El duelo y su relación con los estados maníaco-depresivos ([1938] 1940).

Dado que las discrepancias entre Viena y Londres cobran una fuerte tensión se propone la realización de una serie de reuniones científicas. El 24 de abril de 1935 E. Jones lee en Viena La sexualidad femenina temprana, trabajo que plantea con precisión las diferencias de las dos escuelas en cuanto al desarrollo psicosexual de la mujer. En realidad, las opiniones de E. Jones reflejaban las de otros analistas del continente (K. Horney, M. Chadwick y J. Müller) así como las de la misma M. Klein.

Aprovechando su permanencia en Viena,

“Jones habló a Freud extensamente de Melanie Klein y de sus aportes al psicoanálisis, sin lograr convencerlo. El 26 de mayo de 1935, Freud le escribió: ‘Yo no considero que nuestras divergencias teóricas sean de poca monta, pero siempre que tras de tales discrepancias no se escondan malos sentimientos, no hay por qué temer consecuencias enojosas. Puedo afirmar decididamente que nosotros, en Viena, no hemos puesto ninguna mala voluntad en esta disputa, y, por otra parte, su amabilidad ha servido de reparación por la forma en que Melanie Klein y su hija se comportaron con Anna. Es verdad que en mi opinión su Sociedad ha seguido a la Sra. Klein por un camino equivocado, pero la esfera en que ella ha hecho sus observaciones me es ajena, de manera que yo no tengo derecho a tener ninguna convicción bien establecida’.” (Jones, 1955-1957, 3: 216).23

La segunda reunión científica se llevó a cabo en Londres. A ella viajó R. Wälder (noviembre de 1935). Para la tercera J. Rivière leyó en Viena (5 de mayo de 1936) Sobre la génesis del conflicto psíquico en la primera infancia, que fuera comentado ampliamente por el mismo Wälder (1937).

Afirma J. Rivière en su trabajo.

“Mientras los analistas de Londres piensan que disponen de instrumentos para conocer el primer año de vida, los vieneses se muestran escépticos, al par que consideran que ni los impulsos oral-sádicos ni los mecanismos de introyección y proyección tienen tanto peso como se pretende en Londres: ‘Las situaciones de ansiedad que surgen del interjuego de la agresión y la libido forman el punto de partida de una gran parte del trabajo de los analistas ingleses’.”

Y agrega que

“La mente del niño responde a su medio con una interpretación subjetiva de la experiencia, que lleva a cabo a través de mecanismos de introyección y proyección, base de su vida de fantasía. Para los vieneses, y desde luego para el mismo Freud, el Yo se va organizando poco a poco y no existe en el lactante −al menos como instancia capaz de esa supuesta vida de fantasía por demás compleja.

Visto con una perspectiva actual, se podría decir que la controversia radica en el primer año de vida y adquiere una valencia doble que cuestiona el método y el contenido de la investigación kleiniana... Las objeciones de Wälder siguen teniendo cierta vigencia, si bien el progreso de la investigación psicoanalítica de todas las escuelas nos ha ido aproximando de hecho a un mejor conocimiento del primer año de la vida.”24

Se incrementa el éxodo, comenzado en 1933, de los analistas continentales que se dirige principalmente hacia Inglaterra. La Sociedad Británica y E. Jones se habían ocupado de la situación de los analistas continentales. En 1938 estos constituían un tercio de la Sociedad Británica.

Ahora, la discusión Viena-Londres comienza a darse dentro mismo de la Sociedad Británica:

“En especial a partir de la presentación de Una contribución a la psicogénesis de los estados maníaco-depresivos en el XIII Congreso Internacional de Lucerna (1934), donde Melanie Klein empieza a construir hipótesis propias para dar cuenta de sus descubrimientos. La teoría de la posición depresiva se apoya sin duda en Freud (1917) y Abraham (1924), pero va más allá en su intento de ordenar el primer año de la vida, la etapa oral, en función del yo, de la angustia y la relación de objeto. Este esfuerzo se continuará con el XV Congreso (París, 1938), con El duelo y su relación con los estados maníaco-depresivos (1940). Estas afirmaciones significan un cambio teórico de gran envergadura.”25

En 1937 aparece Amor, odio y reparación, de M. Klein y J. Rivière.

Alemania invade Austria en marzo de 1938 y el 6 de junio S. Freud llega a Londres. M. Klein le hace llegar una nota de bienvenida y le expresa su deseo de verlo; S. Freud le responde con un agradecimiento por su nota, pero el encuentro nunca se lleva a cabo.

“El 3 de septiembre de 1939 se declara la guerra y veinte días después muere Freud. Klein se encuentra ya en Cambridge con Susan Isaacs y al año siguiente se instala en Pitlochry, donde tiene lugar el análisis de ‘Richard’ en 1941. En ese período Jones se retira al campo y E. Glover pasa a ocupar el primer lugar en la Sociedad Británica. En septiembre del ‘41 Klein regresa a Londres. A las polémicas en relación a puntos de la teoría se sumaban discusiones en relación a las condiciones de formación y al manejo político de la Sociedad.”26

Las Controversial Discussions (1943-1944)

Como una continuación de los intercambios Viena-Londres, la Sociedad Británica decide realizar encuentros mensuales (fueron 11) dedicados a la discusión de las diferencias científicas que tenían por centro las ideas de M. Klein y su grupo de colaboradoras. Estas reuniones se extendieron desde enero de 1943 hasta mayo de 1944 y son conocidas como las Controversias. Edward Glover pretendía que tanto M. Klein como S. Isaacs fueran expulsadas de la Sociedad Británica por haberse apartado de los conceptos básicos del psicoanálisis freudiano. Con gran dolor, M. Klein observa que su hija Melitta está de parte de E. Glover.

Melanie Klein y su grupo presentaron cuatro trabajos: Naturaleza y función de la fantasía (S. Isaacs); Algunos aspectos del papel de la introyección y la proyección (P. Heimann); Regresión (S. Isaacs y P. Heimann) y finalmente el 1 de marzo de 1944 M. Klein leyó La vida emocional y el desarrollo del Yo del lactante, con especial referencia a la posición depresiva. Estos escritos son la base de Desarrollos en psicoanálisis, libro publicado en 1952. Melanie Klein no publicó el trabajo que leyó en las Controversias pero fue la base de otros conocidos escritos, entre los que se destaca Algunas conclusiones teóricas sobre la vida emocional del lactante (1952).

Las discusiones se centraron en el trabajo de S. Isaacs que es una rigurosa fundamentación de ese punto central del pensamiento de la escuela kleiniana.

“Las Controversial Discussions dieron una nueva fisonomía a la Sociedad Británica, con tres grupos bien definidos, el de Anna Freud, el de Melanie Klein y el de los analistas independientes o middle group, el más amplio, donde se alistaron los que reconocían valores en la obra de Klein, pero no la aceptaban en bloque y se reservaban el derecho a criticarla y refutarla. Como consecuencia de esta gran polémica y gracias a las gestiones conciliatorias de Silvia Payne, el Instituto de Londres se reorganizó en dos grupos, el A con los analistas kleinianos e independientes y el B, de Anna Freud. Desde ese momento (...) ya no corresponde hablar de una escuela inglesa de psicoanálisis sino de grupos o tendencias, de pensadores originales que mantienen alto el prestigio de la Sociedad [Británica].”27

Como consecuencia del resultado de estas Controversias, E. Glover renuncia a la Sociedad Británica y Melitta se traslada a Estados Unidos.

Sus nuevos desarrollos

La creatividad de M. Klein continúa aportando nuevas contribuciones al psicoanálisis. Se destaca, entre otros, Notas sobre algunos mecanismos esquizoides (1946) (que dará fuerte basamento a los desarrollos poskleinianos) con el que se completa la “Teoría de las posiciones”.

En el Congreso de Ginebra (1955) presenta un nuevo desarrollo centrado ahora en el papel de la envidia en la vida psíquica que dará lugar en 1957 a su libro Envidia y gratitud.

En 1955 se edita un número especial del International Journal of Psicho-Analysis dedicado a los 70 años de M. Klein. Los artículos publicados en esa ocasión serán la base del libro Nuevas direcciones en psicoanálisis.

El 1 de febrero de 1955 se crea la Asociación Melanie Klein para fomentar su obra. Paula Heimann, a pedido de la misma M. Klein, renuncia a dicha Asociación. Se distancia a raíz de las teorías sobre la envidia primaria que M. Klein presentara en 1957, lo mismo que D. Winnicott.

Ernest Jones muere en 1958 y M. Klein queda muy apenada. Se encuentra aquejada de osteoartritis progresiva y luego se le declara una anemia. Se le detecta un cáncer de colon. La operan a principios de septiembre de 1960, pero sufre complicaciones y finalmente muere el 22 de septiembre de 1960.

11 Grosskurth, Ph. (1986). Melanie Klein. Her world and her work, London: Maresfield Library. Melanie Klein. Su mundo y su obra, Buenos Aires: Paidós, 1990.

2 Ibídem.

3 No obstante, S. Ferenczi se verá imposibilitado de desempeñar esta función dadas las condiciones políticas que sobrevendrían a la brevedad a raíz de la derrota del Imperio austro-húngaro el 31 de octubre de 1918. Ernest Jones asumirá provisionalmente esas funciones hasta el siguiente Congreso Internacional en que será elegido Presidente de la API.

4 Freud, S., Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica; ((1919 [1918]), AE, 17, pp. 151-163). No obstante, H. Segal señala que ya en 1917 M. Klein había sido presentada a S. Freud en ocasión de un Congreso que reunía a las sociedades psicoanalíticas de Austria y Hungría.

5 Prefacio de El psicoanálisis de niños.

6 Estas Notas constituyen la primera parte de El desarrollo de un niño que se denomina La influencia del esclarecimiento sexual y la disminución de la autoridad sobre el desarrollo intelectual de los niños, publicado en 1921 en alemán en Imago, v. 7, pp. 251-309 y en inglés en 1923 en I.J.P.A., v. 4, pp. 419-474. En estas publicaciones están incluidas las dos partes del trabajo. La primera leída el 13 de julio de 1919 en la Sociedad Psicoanalítica Húngara y la segunda leída el 3 de febrero de 1921 en la Sociedad Psicoanalítica de Berlín.

7 Internationale Zeitschrift für Psychoanalyse, 1920, 6: 151-155; Psicoanálisis, 1981, 3, pp. 301-307).

8 Mencionado en International Journal of Psycho-Analysis, 1920, I, p. 370.

9En enero de 1921 fija como su domicilio el de la Clínica Psicoanalítica de Berlín.

10 No es el trabajo homónimo de 1923. Precisamente este último recogerá tres trabajos que presentará en 1922 (uno de ellos lo leerá ante el mismo S. Freud en el VII Congreso Internacional de Psicoanálisis llevado a cabo en Berlín. No es un detalle menor que haya podido leer un trabajo ante él. Demuestra la importancia que los discípulos más allegados a S. Freud otorgaban a dicho trabajo, lo consideraban de tal valor que justificaba que ocupara un lugar en un Congreso de Psicoanálisis en el que se encontraba presente.). Estos tres trabajos se basan en material clínico surgido de los primeros análisis llevados a cabo en Berlín entre 1921 y 1922.

Por su parte, 1923 trae cambios importantes en la clínica de M. Klein que la llevará a nuevos descubrimientos de la mano de Rita y luego, en 1924, Trude, Ruth, Peter y, fundamentalmente, Erna.

11 El 7 de octubre de 1923 K. Abraham informará por carta a S. Freud de esta experiencia que estaba llevando a cabo a cabo M. Klein.

12 En La técnica psicoanalítica del juego: su historia y significado (1955) sostiene: “Al ofrecer como introducción a este libro un trabajo dedicado especialmente a la técnica del juego lo hice impulsada por la creencia de que mi investigación con niños y adultos, y mi contribución a la teoría psicoanalítica como un todo, derivan en última instancia de la técnica del juego que desarrollé con niños pequeños. No significa esto que mi labor posterior fuera la aplicación directa de la técnica del juego; pero la comprensión que obtuve acerca del temprano desarrollo, de los procesos inconscientes y de la naturaleza de las interpretaciones por las que puede abordarse el inconsciente, ha tenido una gran influencia en mi trabajo con niños mayores y adultos”. Asimismo, “me guiaron siempre otros dos principios del psicoanálisis establecidos por Freud, que desde el primer momento consideré como fundamentales: la exploración del inconsciente es la tarea principal del procedimientos psicoanalítico, y el análisis de la transferencia es el medio de lograr este fin.” En Nuevas direcciones en psicoanálisis, Buenos Aires: Paidós, 1965, p. 21.

Como se puede apreciar, la técnica psicoanalítica del juego, tal como la ha desarrollado M. Klein, implica mucho más que el mero uso de juegos o juguetes.

13Análisis infantil recoge tres trabajos que presentó en 1922 (uno de ellos en el VII Congreso Internacional de Psicoanálisis llevado a cabo en Berlín en septiembre de 1922). Estos tres trabajos se basan en material clínico surgido de los primeros análisis llevados a cabo en Berlín entre 1921 y 1922.

Recordemos que es recién en 1923 que aparecen cambios importantes en la clínica de M. Klein de la mano del tratamiento de Rita y luego, ya en 1924, de Trude, Ruth, Peter y, fundamentalmente, Erna.

14 De este trabajo se cuenta un resumen publicado en el International Journal of Psycho-Analysis. El mismo es el antecedente de Principios psicológicos del análisis infantil (1926) en el que agregará las tesis referidas al comienzo del complejo de Edipo inmediatamente después del destete, así como la introyección del Superyó desde el comienzo mismo del conflicto edípico. En este texto definitivo M. Klein ya incluye material clínico no solo de Rita sino de Ruth, Trude y Erna (pacientes que comenzó a analizar en 1924).

15 Hasta este mismo Congreso, en el que es elegido K. Abraham como Presidente de la API.

16 En este texto se fundamentará el capítulo 3 del libro El psicoanálisis de niños.

17 Karl Abraham fallece el 25 de diciembre de 1925.

18 M. Klein no consideraba trasladarse de Berlín a no ser por los cambios que introdujo la muerte de K. Abraham. Su análisis personal era el motivo para tal actitud.

19 El 22 de abril de 1924 en el Congreso Internacional de Salzburgo; el 13 de diciembre de 1924 en una Conferencia en la Sociedad Psicoanalítica de Berlín y el 17 de diciembre de 1924 en la Sociedad Psicoanalítica de Viena ante Sigmund y Anna Freud.

20 Etchegoyen, Horacio, Notas para una Historia de la Escuela Inglesa de Psicoanálisis, Revista de la Escuela de Psicoterapia para Graduados, n. 6, p. 14, Buenos Aires, 1981, cursivas nuestras.

21Ibídem.

22 Ídem, p. 15.

23 Ibídem.

24 Ídem, p. 20.

25 Ídem, p. 23.

26Ídem, p. 25.

27 Ibídem, p. 25.

Capítulo 2 El desarrollo de un niño - I Una crianza basada en la actitud parental “fundada en una franqueza sin límites”

Ricardo Antar

En estas primeras experiencias de M. Klein comprobamos no solo algunos episodios del desarrollo de un niño sino también los primeros pasos de su propio desarrollo como psicoanalista. Estos muestran con claridad las coordenadas fundamentales que guían al pensador; coordenadas que la complejización posterior de la obra pueden dejar algo oscurecidas, haciendo necesario que se las rescate periódicamente.

Melanie Klein decidió emprender la experiencia de una “crianza fundada en conocimientos psicoanalíticos” que restringiera a un mínimo la “resistencia [a la autoridad] y sumisión [a la autoridad]” así como “evitar las consecuencias inhibitorias y perjudiciales para el desarrollo mental”1 que aún ese mínimo pudiera ocasionar. Es probable que esta experiencia con su hijo Erich comenzara en Budapest en el último trimestre de 1918 y que continuara en Ruzómberok en 1919.

Por lo que relata M. Klein, en la inquieta Budapest ya se desarrollaba uno de los tantos capítulos (que se seguirán eslabonando por lo menos hasta la actualidad) en los que se planteaba la necesidad de instruir a los niños sobre temas sexuales como forma de protegerlos, durante la pubertad, de los peligros cada vez mayores de la ignorancia.

Pero, los resultados del psicoanálisis, por su parte, ponían de relieve otros peligros que, si bien pueden pasar desapercibidos ante una mirada desprevenida, no son menos reales. Se trata de aquellos que surgen de la represión de la sexualidad y que se manifiestan en síntomas psíquicos tales como inhibiciones, desarrollos patológicos del carácter o dificultades en el desarrollo de la capacidad intelectual. Resultaba evidente, entonces, que los niños debían ser protegidos, dentro de lo posible, con información veraz y esta tarea podía ser llevada a cabo por la escuela. Pero, fundamentalmente, debían ser criados de forma tal que resultara innecesario, o casi innecesario, cualquier esclarecimiento especial. Y esta era una “tarea para el hogar”.

¿Cómo se lograría?

“Podemos evitar al niño una represión innecesaria liberando –primero y principalmente en nosotros mismos– la entera y amplia esfera de la sexualidad de los densos velos de secreto, falsedad y peligro, tejidos por una civilización hipócrita sobre una base afectiva y mal informada. Dejaremos al niño adquirir tanta información sexual como exija el desarrollo de su deseo de saber, despojando así a la sexualidad de una vez de su misterio y de gran parte de su peligro. Esto asegurará que los deseos, pensamientos y sentimientos no sean en parte reprimidos y en parte, en la medida en que falla la represión, tolerados bajo una carga de falsa vergüenza y sufrimiento nervioso, como nos pasó a nosotros. Además, al impedir esta represión, esta carga de sufrimiento superfluo, estamos sentando las bases para la salud, el equilibrio mental y el desarrollo positivo del carácter. Sin embargo, este resultado incalculablemente valioso no es la única ventaja que podemos esperar para el individuo y para la evolución de la humanidad, de una crianza fundada en una franqueza sin límites. Tiene otra consecuencia no menos importante: una influencia decisiva sobre el desarrollo de la capacidad intelectual.”2

Algunas puntualizaciones sobre esta cita.

a) Las represiones intrapsíquicas del niño guardarían estrecha relación con una actitud semejante en los padres, por lo que una modificación de la actitud de ellos es una precondición necesaria (pero no suficiente, como pronto lo confirmará la misma M. Klein) para la evitación de las represiones en los niños. El denominado “medio ambiente”, el “entorno” del niño, tiene en esta actitud parental uno de sus principales componentes, si no el principal.

b) Si bien menciona factores que podríamos denominar sociales (“los densos velos de secreto, falsedad y peligro, tejidos por una civilización hipócrita sobre una base afectiva y mal informada”) no centra en ellos ninguna acción destinada a modificarlos (lo cual no quiere decir que no sea deseable una modificación beneficiosa de los mismos, pero esto dependerá precisamente del accionar del individuo). Es el adulto3 el que tiene la responsabilidad de llevar adelante el esfuerzo de (tener el coraje de −dirá M. Klein más adelante en este mismo trabajo− liberarse de esos condicionantes).4

c) Esta actitud parental debe guardar una fina sintonía con los deseos y necesidades del niño para no funcionar como una actitud “esclarecida”, “poseedora” del conocimiento. Por el contrario, su función es estimular el desarrollo del deseo de saber (que implica saber ignorar y poder ignorar), es decir, el despliegue de pensamientos y sentimientos. Todo esto sería sinónimo de “evitar al niño una represión innecesaria”.

d) “Evitar una represión innecesaria” implica, entonces,

1) Sentar las bases para la salud, el equilibrio mental y el desarrollo positivo del carácter;

2) una influencia decisiva sobre el desarrollo de la capacidad intelectual (que es uno de los principales intereses de M. Klein en estos momentos). Es necesario destacar, asimismo, la originalidad del enfoque ya que determina la capacidad intelectual en función de las vicisitudes de estos mecanismos psíquicos.

A continuación, dice que “la verdad de esta conclusión extraída de las experiencias y enseñanzas del psicoanálisis quedó confirmada en forma clara e irrefutable por el desarrollo de un niño del que tengo ocasión de ocuparme con frecuencia.”5

Obviamente no transcribiremos la referencia completa de la experiencia con Erich (que se encuentra en el texto original que forma parte de la bibliografía) sino que trataremos de señalar las principales líneas de fuerza que la ordenan (aquellas “coordenadas” a las que nos referíamos anteriormente).

Melanie Klein comienza destacando la aparición, hacia los cuatro años y medio de Erich, de un período en que se manifiestan

a) un poderoso impulso a hacer preguntas y

b) un “sentimiento de omnipotencia” que lo lleva a creer que tanto él como sus padres conocían y podían todo.

Entre ambos elementos se crea una tensión (”la lucha entre el principio de realidad y el principio de placer”) cuyas vicisitudes marcarán el desarrollo del niño.

Inmediatamente después aparecen preguntas sobre el nacimiento que, siguiendo el lineamiento propuesto para la experiencia en curso,

“eran siempre contestadas con la verdad absoluta, y, cuando era necesario, con una explicación científica adaptada a su entendimiento, pero tan breve como fuera posible. Nunca se hacían referencias a las preguntas que ya se le hubieran contestado, ni tampoco se introducía un nuevo tema, a menos que él lo repitiera o comenzara espontáneamente una nueva pregunta.”6

Estas preguntas sobre el nacimiento aparecieron bajo distintas formas: “¿Para qué se necesita un papá?”, “¿Dónde estaba yo antes de nacer?”, “¿Cómo se hace una persona?”

El niño muestra un cierto “displacer”, una falta de deseo de aceptar la respuesta que le da la madre, lo que lo lleva a dejar de formularle la pregunta para planteársela a la niñera, quien le respondió que “la cigüeña traía a los bebés y que Dios hacía a la gente, [respuestas que] lo satisficieron sin embargo solo por pocos días” por lo que volvió finalmente “más dispuesto a aceptar la respuesta de la madre como la verdad”.7 Es en este momento que Erich también logra captar “algunas ideas que habían sido repetidamente comentadas en el período precedente a las preguntas sobre el nacimiento, pero que tampoco, aparentemente, habían quedado del todo aclaradas.”8

Esto demostraba que los conocimientos no eran fácilmente asimilados ya que en torno a ellos se constituía el mencionado conflicto entre el principio de placer (que lo llevaba a preferir explicaciones mágicas que le permitieran sostener la omnipotencia propia y de su ambiente) y el principio de realidad (que le imponía explicaciones “menos bellas pero más plausibles y reales”). Se abre entonces un período en que Erich “revisa” con su madre aquellas ideas que “son cuentos” o se refieren a cosas inexistentes (la liebre de Pascua, Papá Noel, el Diablo, etcétera) y aquellas otras que son verdaderas y existen (por ejemplo, que los regalos de Navidad los traen los padres y que son ellos también los que hacen a los niños).

En este punto se le plantea a Erich una cuestión que podríamos formular así: “Existe lo que vemos, pero ¿todo lo que no vemos no existe?” Para resolverla deberá dar un sólido paso adelante en su desarrollo, al mismo tiempo que su madre deberá hacer algún ajuste en su posición frente al niño y en su relación con el padre.

Démosle la palabra al niño para tratar de captar los dilemas en que se debate:

“‘Los niños L. me dijeron que la liebre de Pascua no vino en la Pascua sino que fue la niñera quien escondió las cosas en el jardín’. ‘Tenían razón’, contestó la madre. –‘¿No hay liebre de Pascua, no es cierto?, ¿Es un cuento?’ –‘Por supuesto.’ –‘¿Y tampoco existe Papá Noel?’ –‘No, tampoco existe.’ –‘¿Y quién trae el árbol y lo arregla?’ –‘Los padres.’ –‘¿Y tampoco hay ángeles, eso también es un cuento?’ –‘No, no hay ángeles, eso también es un cuento’. Evidentemente estos conocimientos no fueron fácilmente asimilados, porque al final de esta conversación preguntó después de una breve pausa, ‘¿Pero hay cerrajeros, no? ¿Son reales? Porque si no, ¿quién haría las cerraduras?’.” 9

Más adelante:

“‘Mamá, veo lo que existe, y lo que yo veo está realmente allí, ¿no? Veo el sol y el jardín, pero no veo la casa de tía María, y sin embargo está ahí también, ¿no?’ La madre le explicó por qué no podía ver la casa de su tía María y él preguntó: ‘Mamá, ¿tú tampoco puedes ver su casa?’ Y demostró su satisfacción cuando ella replicó que no.”10

Toda la referencia a que hay cosas que no se ven y, sin embargo, existen así como la mención al “cerrajero que hace las cerraduras” (¡clarísimo simbolismo genital que a la M. Klein que todavía no ha terminado de advenir no se le escaparía!) nos hacen pensar que el niño está interrogándose (e interrogando a la madre) sobre el papel del padre en la cuestión de “¿Cómo se hace una persona?”, que a su vez implica las diferencias sexuales.

En medio de la elaboración de la cuestión del nacimiento surge esta pregunta: “¿Pero hay realmente Dios?”11 La respuesta de que solo existe lo que se ve y que Dios no se ve sigue sin satisfacer a Erich, ya que el niño sigue interrogado acerca de la casa de su tía María que si bien no se ve, no obstante, existe, cuestión que su madre le ha confirmado. Quizás no sea casual que sea el padre de Erich quien resuelva la situación, para alivio del niño y de su madre: “Mira, [...] nadie ha visto nunca a Dios y algunos creen que Dios existe y otros creen que no existe. Yo creo que existe, pero tu madre cree que no existe.”12

La evolución del niño, luego de esta explicación en la que ambos padres aparecen sosteniendo posiciones diversas ante un mismo problema, muestra que no se ha menoscabado la autoridad de ellos frente al niño y que éste no ha experimentado sentimiento de inseguridad alguno. Por el contrario, el desarrollo se ha estimulado y ahora sus indagaciones se han abierto a “la existencia en general”, ganando en amplitud:

“Cómo crecen los dientes, cómo se quedan los ojos adentro (en las órbitas), cómo se forman las líneas de la mano, cómo crecen los árboles, las flores, los bosques, etcétera; si el tallo de la cereza crece con la fruta desde el comienzo, si las cerezas verdes maduran dentro del estómago, si las flores que se sacan de la planta se pueden volver a plantar, si la semilla que se recoge inmadura madura después, cómo se hace una fuente, cómo se hace un río, cómo van los botes al Danubio, cómo se hace el polvo; además, sobre la fabricación de los más variados artículos y materiales.”13

A continuación, su curiosidad se centra en “penetrar en las profundidades”, es decir, se trata de la curiosidad (ahora sí reconocida por la madre) por “la participación del padre en el nacimiento del niño”, así como la “investigación sobre las diferencias sexuales”. Por ejemplo, pregunta si su madre y su hermana fueron siempre niñas, si él nunca fue niña, si el padre fue siempre varón, si el padre también creció dentro de su propia madre, también manifiesta interés por sus heces y su “pipatsch” (nombre afectuoso que da a su pene), etcétera.

Ahora, el siguiente paso en esta evolución consiste en los renovados

“esfuerzos por investigar la realidad y evidencia de cosas que hacía tiempo le eran familiares, de actividades que había practicado y observado repetidas veces, y de cosas que había conocido desde hacía años. En esta forma adquiere un juicio independiente propio del que puede extraer sus propias conclusiones.”14

“Por ejemplo, comía un pedazo de pan duro y decía: ‘El pan está muy duro’; después de comerlo: ‘Yo también puedo comer pan muy duro.’ Me preguntó cómo se llamaba eso que se usaba para cocinar y que estaba en la cocina (se le había escapado la palabra). Cuando se lo dije, manifestó: ‘Se llama hornalla porque es una hornalla. Yo me llamo Fritz porque soy Fritz. A ti te llaman tía porque eres tía.’ Durante una de las comidas no había masticado convenientemente un trozo de alimento y por esta razón no pudo tragarlo. Continuando su comida, dijo: ‘No bajará porque no lo mastiqué.’ Inmediatamente después: ‘Una persona puede comer porque mastica.’ Después del desayuno dijo: ‘Cuando revuelvo el azúcar en el té se va a mi estómago.’ Dije: ‘¿Es verdad eso?’ ‘Sí, porque no se queda en la taza y va a mi boca’. Las certezas y realidades adquiridas en esta forma le sirvieron evidentemente como patrón de comparación para nuevos fenómenos e ideas que requerían elaboración.”15