Memorias del vigía ciego - Rodrigo de la Barra Ahumada - E-Book

Memorias del vigía ciego E-Book

Rodrigo de la Barra Ahumada

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En Memorias del vigía ciego, Rodrigo de la Barra plantea una interesante perspectiva sobre lo que se conoce como subconsciente o voz interior. El autor nos invita a una exploración tentativa que toma como punto de partida el apoyo de diversos estudios científicos que establecen la relación entre esa manifestación mental intangible y la sustancia misma de la neurología cerebral. Diversas analogías permiten que la narración sea clara y didáctica con explicaciones mediante ejemplos cotidianos, que hacen de esta obra un ensayo interesante y a la vez amigable para todo tipo de público.

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MEMORIAS DELVIGÍA CIEGO

Rodrigo de la Barra Ahumada

PRIMERA EDICIÓN Junio 2022

Editado por Aguja LiterariaNoruega 6655, dpto 132 Las Condes - Santiago - Chile Fono fijo: +56 227896753 E-Mail: [email protected] Sitio web: www.agujaliteraria.com Facebook: Aguja Literaria Instagram: @agujaliteraria

ISBN: 9789564090290

DERECHOS RESERVADOSNº inscripción: 2022-A-5388Rodrigo de la Barra AhumadaMemorias del vigía ciego

Queda rigurosamente prohibida sin la autorización escrita del autor, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático

Los contenidos de los textos editados por Aguja Literaria son de la exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente representan el pensamiento de la Agencia 

TAPAS Imagen de portada: Sandro TsitskhvaiaDiseño: Josefina Gaete Silva

A Daniela,que me invitó a disfrutar la tarde en medio del laberinto
Primero fue la inteligencia luego llegó el cerebro

Juan Arnau

ÍNDICE

Capítulo 1 La voz interior

Capítulo 2 El castillo ambulante

Capítulo 3 Tras la huella de Camelot

Capítulo 4 Un camerino dividido

Capítulo 5 El Ermitaño

Capítulo 6 El Vigía ciego

Capítulo 7 El Mayordomo

Capítulo 8 El Señor de la noche

Capítulo 9 Hay algo allá afuera

Capítulo 10 Con los pies en la tierra

Capítulo 1

La voz interior

En octubre de 2018, Koeberle Bull, una viuda, madre de tres hijos y residente en Nueva Jersey, USA, recibió un mensaje a través de Facebook con frases racistas contra sus hijos. El autor de estas era un desconocido que, además, luego de proferir las amenazas había bloqueado a Koeberle en la mencionada red social. El perfil de usuario del haters lo identificaba como Dylan Jarrel de Lawrenceburg, una localidad de Kentucky, a más de novecientos kilómetros de donde vivían Bull y sus hijos. Por la distancia en que residía el potencial agresor, la madre estimó que aquello no constituía un peligro inminente por lo que el incidente no pasó a mayores; sin embargo, la mujer comenzó a experimentar un profundo desasosiego e inquietud que copaba sus preocupaciones. Se percibía ansiosa, tal si un urgente estado de vigilancia se hubiese activado en ella, al punto que la dominaba una imperiosa necesidad de proteger “algo difuso” que sentía amenazado y que, racionalmente, sabía que no era su familia. “Algo en mi cabeza me decía que las cosas no estaban bien, que algo malo estaba ocurriendo", declararía más tarde. Por ello se comunicó con la Policía de Lawrenceburg, solicitándoles actuar. Ellos, frente a la inusitada insistencia de la mujer, se comprometieron a visitar y hablar con el hombre en cuestión. El día que la policía realizó dicha visita de rutina a la casa de Jarrel, lo sorprendió saliendo a la calle con un arma de fuego y una mochila en que portaba un chaleco antibalas, doscientas rondas de municiones y un plan escrito para atacar dos escuelas en los condados de Anderson y Shelby. Tras el arresto, las autoridades de Kentucky reconocieron que la “corazonada” de Koeberle Bull había evitado una tragedia. 

Al leer esta noticia reconozco que me quedé pensativo por un largo lapso. Las interrogantes en mi cabeza eran tan variadas y numerosas que me resultó dificultoso formular preguntas coherentes. Finalmente, decidí hacer el intento de desentrañar el intrincado acertijo, poner todas las ideas que tuviera sobre la mesa, antes de comenzar un análisis. ¿Qué me dice la situación?, fue lo primero que enuncié. ¿Qué fenómeno o mecanismo permitiría a Koeberle Bull identificar una amenaza real que ocurría a novecientos kilómetros de ella?, me pregunté, por último.

Si exploramos circunstancias similares o consultamos con nuestro grupo familiar o social más cercano su opinión sobre esta noticia, nos sorprenderá la multiplicidad de respuestas y micro relatos cotidianos relacionados a llamados interiores, voces, pálpitos, corazonadas, tincadas, presentimientos, etcétera. Es decir, una batería de conceptos que se refieren a personas que han recibido avisos o alertas desde dentro de sí para eludir peligros o amenazas.

Antes de intentar un abordaje más profundo de la cuestión, haré una moción de orden. Descartaré todo tipo de explicaciones o disquisiciones de orden religioso o espiritual sobre el origen de estos posibles avisos o alertas de procedencia interna. Así que quienes opten por la vía de la creencia pueden por cuenta propia llegar a puerto seguro con el solo uso de la fe para ello. No obstante, invito a los curiosos, entre los que me incluyo, a acometer una empresa temeraria en busca de certezas y constataciones que será más riesgosa, especulativa y de resultados totalmente inciertos. Exploraremos la posibilidad de que aquellas voces o señales sean un mecanismo real que habita en nuestra biología.

No dilatemos más la aventura e internémonos en la jungla, ciertos de que, parafraseando a Antonio Machado, solo haremos camino al andar hacia lo que desconocemos.

La primera aproximación será buscar referencias donde se relaten hechos en que personas hayan “sentido” una voz interior alertándolos, sobre todo en situaciones riesgosas de alta tensión emocional o extremas. Al respecto podemos encontrar diversas menciones en mitologías arcaicas, creencias religiosas, relatos espirituales y cuerpos filosóficos. 

Encontraremos la primera referencia hace unos cinco mil quinientos años en la mitología del antiguo Egipto, donde aparecerá la diosa Sia, que representaba la inteligencia intuitiva que se originaba en el corazón de las personas. Era la deidad que personificaba el entendimiento y hacía posible imaginar, nombrar y ordenar las obras creadas. Hoy se le puede encontrar en las pinturas jeroglíficas representada como alguien con una pieza de tela sobre la cabeza.

También hay abundantes menciones en la mitología griega. Se señala, por ejemplo, la existencia de nueve musas, hijas de Zeus, que bajaban del Olimpo a la tierra a susurrar ideas e inspirar a los mortales en las ramas artísticas y del conocimiento, quienes las percibirán como voces que les hablaban al oído desde dentro. 

Otra mención en la mitología griega es la historia de Casandra, una de las princesas de Troya. De acuerdo con el mito, Casandra era asombrosamente hermosa y poseía el notable don de predecir hechos trágicos o perjudiciales. No obstante, dicho don le había sido otorgado por los dioses con la cruel condición de que las personas nunca creyeran sus advertencias. De esta manera, cuando Casandra anunció graves consecuencias para los troyanos si aceptaban el caballo de madera que les ofrendaban como regalo sus rivales griegos, nadie le creyó, incluso su familia la castigó por dicho presagio fatalista. Finalmente, el caballo de Troya sería el desastre predicho por Casandra y como consecuencia la ciudad resultaría arrasada. De esta manera, el mito llegará hasta nuestros días a través de la caracterización del complejo de Casandra, acuñado por el filósofo francés Gastón Bachelard, en 1949, para referirse a las personas que, con una desarrollada intuición o habilidades premonitorias, hacen vaticinios que la mayoría de la gente prefiere ignorar. 

Por su parte, el budismo enseña, como un aspecto central de su filosofía, a escuchar esa voz interior que nos señalaría cuando algo es correcto o no, ya que se trataría de un modo inconsciente de identificar lo mejor para cada cual, y que sería guiado por el amor o la emoción, más que por la razón. Más aun, enfatizando la importancia de aprender a escuchar tanto al cuerpo como a la mente, ya que un dolor de cabeza, ganas de llorar, una incontenible tristeza o un malestar estomacal podrían también ser avisos de orden interno.

La filosofía taoísta pone su atención en el interior del individuo, al proponer escuchar las áreas ocultas que hay allí y entender que todo lo que necesitamos saber para vivir bien la vida está presente ahí. Esta corriente filosófica reconoce con claridad la importancia de escuchar nuestra voz interior, enfatizando que nos habla muchas veces a través de las sensaciones. Al respecto, Lao Tsé, filósofo central del taoísmo, escribe algunos versos que son explícitos al respecto: “No importa dónde estés ni lo que te digan que debes hacer. /Siempre que tengas una duda descansa un momento y escucha lo que te dice tu voz interior. /Esta es la voz que te busca y guía”. Y si bien Lao Tsé escribió estos versos hace casi dos mil quinientos años, también hemos podido escuchar estos conceptos en la actualidad de parte de, por ejemplo, Steve Jobs, el fundador de Apple que declaró hace algunos años: “No te quedes atrapado en el dogma. No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz interior”. 

Las grandes religiones occidentales han aportado diferencias interesantes, toda vez que la mayoría se basa en la revelación de verdades por parte de un dios superior, pero a la vez externo, con lo cual se entiende que las voces divinas, en su mayoría, no provendrían de nuestro interior. 

De esta manera, encontraremos numerosas menciones históricas, religiosas y filosóficas sobre la voz interior, que no hacen otra cosa que generar gran confusión y se entrelazan en una amalgama cultural de intrincadas posibilidades. Es así como cada uno de nosotros por simple herencia cultural hemos escuchado hablar sobre la voz interior. Muchas veces aconsejándonos que la escuchemos, y es posible que otras tantas nos hayamos sorprendido a nosotros mismos tratando de acallarla. Esa vocecita que parece recordarnos que hay un mundo hacia dentro, desconocido e inquietante. 

Tenemos, por lo tanto, una herencia que revisar, un andamiaje heredado de mitos, historias y conceptos sobre un mundo interior desde donde podrían llegarnos los avisos y alertas que nos preocupan. En este punto debemos hacernos cargo de la pregunta que nos ronda: ¿Qué tan real será todo esto? Y tal vez, basándonos en un empirismo denudado, tratar de encontrar algunas referencias basadas en hechos más robustos que nos den pistas para una búsqueda más precisa. Por ello, tal vez la verdadera pregunta es: ¿Qué hay en todo esto que podamos constatar y refrendar? Y que nos pueda acercar a conocer ese mundo interior y a comprender esas extrañas señales internas. 

Por lo mismo, tal vez lo primero que se debe explorar es cómo estos fenómenos son experimentados por las personas. Al respecto, en 2019, en un estudio publicado por la revista Frontiers in Psychology, se analizaron las voces internas que experimenta la gente. Según Hélène Lœvenbruck, neurolingüista del CNRS (Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia) e investigadora jefe de este estudio, estas voces interiores se pueden clasificar en tres dimensiones. La primera es cuando un individuo vivencia esta voz como monólogo o diálogo. La segunda se refiere a lo detallado que puede llegar a ser ese hablar interior, ya que las personas pueden experimentarlo mediante palabras o fragmentos, pero también con oraciones o párrafos extensos. Finalmente, la tercera dimensión, y donde centraremos nuestra atención, corresponde a si el individuo percibe una intencionalidad en el habla interior, es decir, si el habla surge como una intención de la persona o en forma inesperada. Esto último es de gran importancia en nuestra búsqueda, pues a veces la mencionada voz interna comienza a hablar por sí misma y deriva hacia temas del todo aleatorios o en apariencia inconexos, como si un otro autónomo a nosotros, pero que radica dentro, declamara. De manera que, en este caso, nace de la pregunta: ¿Dónde se origina ese hablar?

Tampoco hay que perder de vista que a finales del siglo pasado la psicología recién pudo constatar la existencia de personas que no procesan el mundo por voces o palabras, sino visualmente o a través de sensaciones o signos.  Russell Hurlburt, psicólogo de la universidad de Nevada, plantea entonces la pregunta: ¿Puede un ser humano no tener voz interior? O dicho de otra manera, ¿pudiera ser que lo que llamamos voz interior corresponda a un conjunto de expresiones sensoriales distintas entre sí?

Parece paradojal que “escuchar una voz” sea solo una acepción, pues podría referirse a un sentir o tensión nerviosa, a una sutil expresión corporal, una forma de señal o de una imagen mental fugaz, o una ensoñación difusa. Todas expresiones acompañantes o predecesoras de situaciones a las que se les asigna una significación de causa-efecto. Así como percibir algo de forma tan rápida que se anticipa o elude el razonamiento consciente de quien lo experimenta.

Para la famosa sicóloga clínica Mila Cahue, autora del libro El cerebro feliz, todos estos aspectos se circunscriben al campo de la intuición, la que corresponde a una señal cerebral instantánea que nos ofrece información primaria sobre el entorno; la que es percibida por la parte más arcaica del cerebro, que tiene la capacidad de producir reacciones a velocidades infinitamente más rápidas que la parte racional.

El 5 de febrero de 2015, Lin Ming-Wei, un empleado bancario taiwanés, subía junto a su esposa y su hijo de algunos meses a un vuelo de la línea aérea Transasia Airways para iniciar unas breves vacaciones fuera de Taipei, su ciudad de residencia. Lin se acomodó en los asientos ubicados junto al ala derecha, indicados en su billete de vuelo, y experimentó una profunda incomodidad. "Sentí que algo no estaba bien", declararía luego. Una vez producido el despegue solicitó al personal de cabina ser cambiados de lugar, él y su familia, a una fila vacía en la parte trasera del avión. A pocos minutos de hecho esto, se aferraba con desesperación a los restos del avión destrozado que flotaban sobre el río Keelung, en las afueras de Taipei. Él, su esposa e hijo eran parte de los quince sobrevivientes del accidente. La parte derecha de la aeronave había colapsado al estallar el motor de ese lado. El cambio de asiento hasta la parte trasera izquierda del fuselaje les había salvado la vida, y aquella incomodidad imperiosa de abandonar su ubicación original había sido un aviso que Lin no podía explicar. En este caso no fue una voz, sino un pálpito, había sentido simplemente la urgencia de salir de allí. Al respecto, algunos investigadores relacionan estas señales intuitivas con mecanismos de supervivencia y defensa inconscientes del organismo, al punto que se le considera una pre elaboración del cerebro arcaico, basada en arquetipos adquiridos durante la evolución de la especie y del individuo. 

Si bien una parte importante de los relatos sobre la voz interior se relacionan a historias de riesgo vital o tragedias, también estos avisos pueden impulsar a quienes los perciben a tomar decisiones que la gran mayoría consideren improbable o inconvenientes.  

En abril de 2019, Tiger Wood, el famoso jugador de golf, ganaba el Masters de Augusta en Georgia, USA; sin embargo, antes del inicio del torneo todo indicaba que no era el favorito para vencer. Y había diversas razones para ello: por una parte, Augusta era uno de los torneos más importantes del circuito y hacía once años que Wood no ganaba uno de ese nivel, por otra parte, había recibido cuatro operaciones de espalda que lo dejaron al borde de la invalidez, además, se encontraba recién retomando el juego luego de regresar del infierno de las adicciones. Por todas estas razones, el estatus de leyenda mundial del golf de Woods no había evitado que las casas de apuestas le otorgaran apenas un 14 a 1 de preferencia antes de iniciar el torneo, es decir que muy pocos apostadores creían que pudiera alcanzar el triunfo. 

Pese a ello, James Adducci, un comerciante de Wisconsin aficionado al golf, de treinta y nueve años, tenía un intenso presentimiento favorable a un triunfo de Wood en Augusta. Esta convicción la sostuvo pese a conocer todo lo que se decía en contra del famoso golfista. "No sé por qué, pero estaba seguro de que Tiger ganaría Augusta ese año", señaló Arducci con posterioridad. De esta manera, el intenso sentimiento se transformó en pocas horas en una convicción total. Así, el comerciante puso a la venta todo lo que tenía, juntó ochenta y cinco mil dólares, y los apostó en su totalidad, embolsándose de un solo golpe cerca de 1,3 millones de dólares. Como resultado del presentimiento se generó el premio de mayor valor que había tenido que repartir la empresa William Hill por una apuesta de golf.

A veces la voz interior aparece como una intensa sensación que para quien la percibe deviene como realidad y certeza. Pero también otras veces puede ser una imagen o señal visible. Esto es lo que ocurrió a Kwame Cross, un pequeño comerciante de Washington, en diciembre de 2020, cuando vio por casualidad una publicidad en televisión donde en una escena sin importancia aparecía la dirección de una casa, la que inexplicablemente se grabó en su mente, era el número “7314”. A partir de ese momento su día discurrió de forma distinta, ya que la cifra se quedó obsesivamente omnipresente en sus pensamientos. Sin cuestionar o intentar siquiera explicarse la situación, buscó entre los distintos juegos de lotería uno en el que pudiera jugar el número completo que lo habitaba, así encontró uno denominado “Pick 4”, que consistía justo en elegir una secuencia de cuatro números y que ofrecía un premio máximo de cinco mil dólares en caso de apuntar al número sorteado. Como el monto por apuesta le pareció bajo, decidió repetir la apuesta con la misma combinación 160 veces. Finalmente, el “7314” sería el número ganador de ese concurso, donde Cross obtendría un premio total de 800 mil dólares. Frente a la pregunta de por qué había elegido aquel número y no otro, su respuesta resultó simple: “Fue un presentimiento”. La particularidad en este caso es que se expresó en una imagen, en un número que se fijó en su mente, y respecto del cual se le generó la sensación de certeza e inevitabilidad. Kwame Cross solo buscó una situación cotidiana en que el número tuviera sentido, pues siempre tuvo la absoluta certeza de que lo que el código activara ocurriría inevitablemente. 

El aviso, señal o sentimiento que se activa frente a una imagen funciona como si nuestro cerebro nos llamara a poner atención sobre una idea específica que por no saber de dónde ha salido ignoraríamos con el mero uso de la razón. Así la intuición aparece como un flujo subterráneo e inconsciente de información. Es decir que, a medida que ingresamos información al cerebro, este puede vislumbrar patrones de respuesta que racionalmente nosotros no lograríamos ver, es entonces cuando el cerebro nos da las señales, algo así como una opinión, como si nos dijera: “Pon ojo con esto”. En este sentido, la voz interior se encarga de poner el foco cuando surge la duda, la pregunta o el obstáculo. 

Un caso interesante es el de la estructura del benceno. Esta sustancia química es un disolvente industrial de uso muy extendido y además muy estudiado. Es así como se sabe con precisión que su estructura química corresponde a un hexágono cuyos vértices poseen seis carbonos con una molécula de hidrógeno enlazada a cada uno de ellos, lo cual ha sido determinado con sofisticado instrumental de laboratorio. No obstante, lo particular es que dicha estructura fue descrita en 1865, cuando aún no existían dichos aparatos de laboratorio.