Migraaaantes o sobra gente en este puto barco o el salón de la alambrada - Matei Visniec - E-Book

Migraaaantes o sobra gente en este puto barco o el salón de la alambrada E-Book

Matéi Visniec

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Beschreibung

Migrantes a merced de traficantes, salones futuristas donde se anuncian seductores avances en alambradas, malvados que se aprovechan de la miseria y fragilidad de los más desvalidos: Matei Visniec en esta obra nos muestra con toda su crudeza el drama actual de la inmigración, recrudecido por el de los refugiados. Magia teatral que conmueve, disfrute para la imaginación y el pensamiento que, una vez acabada la obra, nos dejan una profunda amargura. Y tal vez, el deseo de hacer algo. Con su genio dramático, que nos lleva de lo grotesco a lo terrible, de lo irónico a lo poético, de lo real a lo fantástico, Matei Visniec, maestro del humor negro, nos hace hasta esbozar una sonrisa, una sonrisa muy amarga, ante la catástrofe humanitaria que nos presenta en esta obra hecha de cuadros dramáticos donde se alternan diferentes líneas argumentales.

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Título original: Migraaaants ou On est trop nombreux sur ce putain de bateau ou Le Salon de la clôture

© Del texto: Matei Visniec, 2017

© De la traducción: Evelio Miñano, 2017

© De esta edición: Universitat de València, 2017

© Del prólogo: Evelio Miñano, 2017

Coordinación editorial: Maite Simon

Fotocomposición y maquetación: Celso Hernández de la Figuera

ISBN: 978-84-9134-200-7

Índice

Prólogo

Migraaaantes… en el universo dramático de MateiVisniec, Evelio Miñano Martínez

Nota de intención del autor

MigraaaantesoSobra gente en este puto barcooEl Salón de la alambrada

Prólogo

Migraaaantes… en el universodramático de Matei Visniec

Migraaaants ou On est trop nombreux sur ce putain de bateau ou Le Salon de la clôture,1 es una obra reciente de Matei Visniec (Rădăuţi, Rumanía, 1956), que sigue la estela de otras creaciones suyas anteriores.2 En efecto, en más de una ocasión Matei Visniec ha presentado en sus obras los horrores de nuestro mundo, con un lenguaje teatral provocador. Nacido y formado como escritor en la dictadura comunista de Rumanía, sus primeras obras denunciaban del sistema autoritario en el que vivía. Eran obras donde la crítica era sutil, hecha de sugerencias, de alusiones, de ironías y símbolos, con el fin de sortear los controles. Aun así, esas obras no pasaron los filtros de la censura, ya que ninguna fue representada en Rumanía antes de la caída del régimen comunista, lo que contrasta con el entusiasta redescubrimiento de su obra allí tras el cambio de régimen. Una vez autoexiliado en París, donde reside desde 1987, la mirada crítica de Matei Visniec, mientras adoptaba el francés en su teatro y su lenguaje artístico evolucionaba, siguió ejerciéndose no solo sobre la sociedad autoritaria de la que había huido (L’Histoire du comunisme racontée aux malades mentaux, Richard III n’aura pas lieu ou scènes de la vie de Meyerhold), sino también sobre las lacras de la sociedad que lo había acogido y los horrores que sorprendían Europa. A modo de ejemplo, la sociedad consumista y su medios de comunicación perversos fueron apuntados en Paparazzi ou La chronique d’un lever de soleil avorté y la Guerra de los Balcanes, en Du sexe de la femme comme champ de bataille, que relata la terapia que sigue una mujer víctima de una violación colectiva, y en Le mot progrès dans la bouche de ma mère sonnait terriblement faux (2007), donde asistimos al retorno de los vencidos y a la dificultad de construir una memoria histórica justa tras la contienda. En realidad, no hay obra de Matei Visniec que no apunte, de alguna manera, a los conflictos que vive la Ciudad de los hombres, ya sean o no contextualizados con precisión, pues como dice Olga Gancevici (2011: 15): «Matéi Visniec n’écrit pas de pièces qui puissent servir à une urgence immédiate. Il cherche une problématique à résonance multiple, une situation dramatique qui soit universellement valable». Ya ocurría así en una de sus primeras obras, Les chevaux à la fenêtre, que pese a los conflictos concretos a que alude, es una denuncia de la guerra, de cualquier guerra, como ha vuelto a hacer Matei Visniec posteriormente en Le retour au pays (en Attention aux vieilles dames rongées par la solitude) o, más recientemente, en Pourquoi Hécube?

Con Migraaaantes…, Matei Visniec añade, pues, un nuevo título a su teatro de denuncia de los horrores del mundo, indagando en un fenómeno actual: la crisis de los refugiados y la inmigración, agudizada tras la desestabilización de Oriente Medio y, en concreto, de la guerra en Siria. Pero además, desde estos hechos la mirada crítica de Matei Visniec se amplía a otros problemas, si no horrores, de nuestras sociedades occidentales, como es el uso perverso de los avances científicos y tecnológicos, la incapacidad o falta de voluntad real de la política para resolver los problemas, la falsedad de los discursos políticamente correctos, que fomentan la indiferencia y apatía de la ciudadanía, o la duda misma sobre el mantenimiento en Europa de los valores democráticos y humanistas que dice encarnar. La mirada crítica de Matei Visniec atraviesa, pues, en profundidad la crisis que supone para nuestras sociedades no dar una solución ni al problema de la inmigración y los refugiados ni, entre otras cosas, al crecimiento de la desigualdad global, desde los supuestos fundamentos y valores de nuestra convivencia.

Además, Migraaaantes… forma parte de una obra teatral de más de cuarenta títulos, un universo dramático amplio y de gran variedad, donde coexisten diversas tendencias, lo cual hace muy difícil asignarle una etiqueta. Y, de hecho, pese a su aparente realismo, siguen presentes, o al menos, latentes en esta obra, otras tendencias del autor, que la ligan con fuerza a ese universo dramático, como vamos a mostrar.

Matei Visniec afinó su escritura teatral dejándose impregnar por lo que se oponía a la literatura oficial del régimen bajo el que vivía: el realismo socialista. Su reconciliación con el realismo tuvo lugar mucho después, cuando ya no respondía a ninguna imposición del poder ni le era necesario escribir entre líneas para sortear la censura. Migraaaantes… es una buena prueba de ello, pues está inspirada en situaciones dramáticas vividas por los refugiados, que el autor ha conocido como periodista de Radio France Internationale o en sus viajes por el mundo. Pero Migraaaantes… no es una mera traslación dramática de las crudas situaciones por las que pasan refugiados e inmigrantes ilegales en la actualidad; el propio autor ha expuesto que comienza a escribir una obra cuando no solo sale de una urgencia sociopolítica, sino también de un credo estético y, además, de una proyección de la situación concreta a lo humano y universal (Gancevici, 2012: 37):3

Je commence seulement quand je suis profondément convaincu que la pièce n’est pas uniquement le reflet d’une urgence sociopolitique, mais qu’elle vient aussi d’un credo esthétique, d’un exercice stylistique, de la découverte d’une situation dramatique qui soit universelle-humaine.

En el credo estético de Migraaantes…, son rastreables algunas de las diversas corrientes que han marcado al autor, y que matizan el realismo con que se presenta a primera vista la obra.

Matei Visniec no ha escondido su admiración por Ionesco y Beckett, a los que ha dedicado, de hecho, sendos homenajes en De la sensation d’élasticité lorsqu’on marche sur des cadavres y en Le dernier Godot (en Du pain plein les poches et autres pièces courtes). El teatro del absurdo tuvo un efecto liberador en él, al tiempo que le ayudó a comprender la naturaleza humana, cuando se encontraba en la Rumanía comunista, como él mismo afirma (Visniec, 2010: 7):

À l’époque où je découvrais les pièces de Ionesco […] je découvrais en effet la liberté absolue et un outil extrêmement efficace de lutte contre l’oppression, la bêtise et le dogmatisme idéologique. Après avoir lu les pièces de Ionesco, je n’ai jamais eu peur de rien dans ma vie […] c’est Ionesco qui m’a aidé à comprendre l’homme et ses contradictions, l’âme humaine, la vie et le monde.

Sin embargo, si nos atenemos a los rasgos del teatro del absurdo que apunta Martin Esslin (1966: 13), la obra de Matei Visniec en su conjunto no encaja plenamente en esa estética, salvo, quizás, en alguna creación muy particular como Les partitions frauduleuses.4 La historia y el argumento, los personajes, los referentes reales y el lenguaje no se descomponen, por lo general como lo hacen en el teatro del absurdo. Lo cual no impide que, en ocasiones, haya rasgos en las obras de Matei Visniec que recuerden a ese teatro. Es el caso de la degradación del lenguaje que aparece a menudo en sus obras. Una degradación que tiene la particularidad no de basarse tanto en una supuesta insuficiencia en sí del lenguaje, como en el uso que se hace de él en situaciones donde no existe cooperación entre los interlocutores para que haya verdadera comunicación. Ya lo había señalado Olga Gancevici (2012: 92):

Il y a de nombreuses scènes dans différentes pièces ou l’écrivain fait alterner les voix. Cependant, l’échange dialogique proprement dit n’a pas lieu et cela, principalement, parce que la dramaturgie de Matéi Visniec se caractérise par une crise de la communication, concrétisée, progressivement, par une décomposition du langage.

Y la razón de que esto ocurra suela estar en que se trata de situaciones donde el poder interviene, desequilibrando la relación entre los personajes, lo cual impide la cooperación necesaria para que haya verdadera comunicación. De alguna manera, lo absurdo del lenguaje se matiza en la imposibilidad de entendimiento auténtico en situaciones de falta de libertad o dependencia impuesta. Así ocurre en varias escenas de Migraaantes…, cuando los interlocutores son los traficantes y los inmigrantes que tienen a su merced en una patera, o bien el terrorista y su víctima, de cuya debilidad e ingenuidad se aprovecha el primero para que se inmole, convenciéndole de que, igual que Dios le ha dado a veces dos órganos para que pueda donar uno, también le ha dado dos vidas: «Esta vida, que es como es, y otra vida, que es bella y eterna…» (sic).

Además, Matei Visniec (2015: 1:12:50 – 1:13: 50) ha expuesto en más de una ocasión su particular percepción de lo absurdo:

J’ai vécu dans un monde jusqu’à l’âge de trente ans qui était, je peux le dire absurde; c’est le monde de l’utopie communiste qui a laissé derrière elle cent millions de morts, c’est l’utopie qui aurait dû résoudre tous nos problèmes et qui a créé en fait des problèmes pour un siècle. Par rapport au théâtre de l’absurde que j’ai beaucoup aimé, j’étais dans une relation de réalité absurde; donc pour moi le théâtre de l’absurde c’était du théâtre réaliste qui reflétait la vie chez moi.

Matei Visniec no tenía, pues, que ir muy lejos para encontrar lo absurdo: era la realidad misma en que vivía. Guardando las proporciones, hasta eso mismo se podría aplicar a Migraaaantes…: el autor solo necesita reflejar el modo en que se construye, desde las esferas del poder, un discurso políticamente correcto sobre el drama de los refugiados, para que nos invada una irreprimible sensación de absurdo.

La oposición frontal de Matei Visniec al realismo oficial del régimen en su juventud, hizo que su obra, además de al teatro del absurdo, se abriera a lo que se oponía a ese imperativo o permitía, de algún modo, sortear la censura: lo fantástico, lo onírico, lo lúdico, lo simbólico y poético, lo irónico, lo grotesco y el humor negro han marcado desde entonces sus creaciones. Incluso el retorno al realismo, del que Migraaaantes… es un buen ejemplo, no ha terminado con esa diversidad de influencias. Ciertamente, Migraaaantes… está lejos de obras donde la fantasía domina ampliamente, como es el caso de L’histoire des ours panda racontée par un saxophoniste qui a une petite amie à Frankfurt, que explora las enigmáticas confluencias del amor y la muerte, o de Comment j’ai dressé un escargot sur tes seins (en Lettres d’amour à une princesse chinoise), un derroche de lúdico erotismo y finura. Lo fantástico puede incluso articular plenamente una obra, como ocurre en Trois nuits avec Madox (1994), donde se cuentan las nefastas consecuencias que tiene en la vida apacible de unos provincianos la llegada de un personaje que no puede evitar aparecer al mismo tiempo ante diferentes personas. Pero si hay un conjunto de obras donde la fantasía y la imaginación imperan –sin que realidades como la muerte estén ausentes de él– es en el teatro para niños que escribe Matei Visniec, cuyo último título –no publicado– basta para darnos una idea: Le bonhomme de neige qui voulait rencontrer le soleil (El muñeco de nieve que quería encontrarse con el sol).

No obstante, lo más frecuente es que las obras de Matei Visniec tengan un universo de ficción dramática complejo, donde coexisten varios de los ingredientes antes mencionados. Y Migraaaantes…, pese a su realismo a primera vista, no constituye una excepción. Así, lo fantástico u onírico están presentes en la escena de reserva 3, que relata el cruce por debajo del canal de la Mancha de Abena y Nolan, en el curso del cual se encuentran con una ciudad subterránea de migrantes y eternos viajeros, que se parece más que nada a una pesadilla.

El propio autor ha declarado que su primera vocación fue poética y que, decepcionado en su juventud de que sus poemas no cambiaran el mundo, su poesía se trasladó a las réplicas de sus personajes teatrales (Visniec, 2013: 7):

Et après chaque poème réussi, je souffrais encore plus, parce que je voyais que cela ne changeait de manière immédiate et radicale ni la marche de l’histoire ni la face du monde, comme je croyais que devait le faire normalement la POÉSIE. Je l’ai aimée avec furie, mais je ne l’ai pas aimée jusqu’au bout. Petit à petit, et sans que je m’en rende compte d’abord, ma poésie s’est transformée en théâtre, s’est retrouvée aspirée par mes pièces, a fondu dans les répliques de mes personnages…

Pero no solo hay réplicas poéticas o símbolos convertidos en ficción dramática en las obras de Matei Visniec, como se puede ver, a modo de ejemplo, en la enigmática lluvia de pan caído del cielo con que acaba Du pain dans les poches. Algunas de sus obras son también extensos poemas, por la depuración dramática que hay en ellos y su estilo. Es el caso de Comment j’ai dressé un escargot sur tes seins, que actualiza en su particular tono lúdico el tema de la poesía cortés medieval del corazón separado, o, más recientemente, en 2017, Palabras para Job –obra representada pero no publicada–, donde Matei integra de modo sorprendente la figura bíblica a su universo personal. La escena de reserva 4 de Migraaaantes…, en la que un coro de voces de migrantes se dirige a los occidentales, tiene mucho de poema dramático polifónico por su desnudez, su depuración de la acción, su ritmo y contundencia verbal. La presencia de este fragmento altamente poético y descarnado en una obra que oscila entre el realismo y lo grotesco no es sorprendente en Matei Visniec, pues él mismo considera, tal y como recoge Olga Gancevici (2012: 149), que se sitúa en la frontera entre lo grotesco y lo poético: «L’univers de mes pièces se situe à la frontière du grotesque et de la poésie, ces deux forces qui organisent de tout temps notre existence, d’une façon parfois si discrète qu’on vieillit sans même les “apercevoir”». ¡No sería de extrañar que el Caballero de la Triste Figura transite alguna vez por este universo dramático!

El teatro de Matei Visniec suele hacer reír. Reír amargamente, pues lo más habitual es que esa risa se dé en ficciones dramáticas donde hay muchos ingredientes que nos conmueven en sentido contrario. Como lectores o público, podemos llegar a hacernos esta pregunta: ¿cómo es posible que me esté riendo, que hasta me esté divirtiendo, ante la crudeza del drama aquí expuesto, que más bien me produce piedad y compasión, si no miedo y hasta terror? A modo de ejemplo, Dorra y Kate, las protagonistas de Du sexe de la femme…, donde se habla de las violaciones colectivas en las guerras, nos hacen reír en una sorprendente escena en que se emborrachan ridiculizando los discursos que tienen unos pueblos sobre otros en los Balcanes. Como afirma Aurelia Roman (2005: 199): «l’auteur sait trouver d’une manière tout à fait inattendue la lumière de l’humour au cœur même du tragique le plus noir». Pero también ocurre lo contrario, que una obra más bien cómica nos deje al final con un sabor amargo. Así ocurre en Petit boulot pour un vieux clown, donde el jocoso encuentro entre tres viejos payasos que compiten por un mismo trabajo, tras matizarse progresivamente, acaba con una durísima revelación final.

El humor negro de Matei Visniec está muy ligado a su uso de lo grotesco: una voluntaria deformación del referente en que, por medios como la exageración o la unión de incompatibles, se consigue ridiculizar, ya hasta satirizar. La amargura se filtra porque ese referente suele tener una crudeza que también nos inclina a experimentar, como antes decíamos, piedad y compasión, si no temor y hasta terror. En Migraaaantes… abundan escenas de estas características. Así ocurre con las palabras de las seductoras azafatas del Salón de las nuevas tecnologías anti-inmigración, cuyas demostraciones nos hacen a la vez reír por su ridiculez y acongojarnos por las situaciones que evocan: «Captan ustedes la precisión de la grabación… Se diría, más bien, un espectáculo pirotécnico de gritos agudos, incluso sangrientos (…) Son los latidos del corazón de un niño de cuatro años en el momento en que su padre lo hace pasar por un agujero hecho en las alambradas» (sic). No les van a la zaga las azafatas del Salón de la alambrada, que hacen así propaganda de los nuevos dispositivos para protegerse de refugiados e inmigrantes: «Les rogamos que admiren la vertiente artística de esta obra. Este tipo de cerca no tiene nada malo, nada amenazador, nada ideológico… La podemos considerar más bien una obra de arte ambiental». Ni tampoco los mafiosos cuando discuten sobre quién han de echar a la mar, la cantante y la bailarina que justifican el velo que llevan, o el terrorista que hace uso de sus ridículos argumentos para convencer a su víctima de que se inmole, etc. La risa suscitada así tiene un extraño trayecto: en primer lugar, tendemos a reír de las víctimas, por ese arraigado principio de que el estúpido se merece lo que le ocurre; sin embargo, se nos quiebra la risa en la garganta al ver cómo el poder y la manipulación se están aprovechando de la ingenuidad, y hasta de los buenos sentimientos, de unas personas para hacerlas víctimas. Además, son tan ridículos los argumentos utilizados por los verdugos, que también reímos de ellos. Pero con una risa que se tiñe de temor, porque esos verdugos no son inofensivos, más bien todo lo contrario… En un sentido u otro, la risa y la congoja se encuentran. Y lo grotesco no solo afecta al mundo de los refugiados y los que se aprovechan de ellos, también al nuestro cuando comprobamos cómo se genera en él un discurso políticamente correcto que, a fin de cuentas, esconde bajo bellas palabras el fracaso de los políticos para encarar el problema o, más aún, su falta de voluntad para solucionarlo, llevados por el ansia de conservar el poder cueste lo que cueste. Hasta figuras concretas de la política no quedan inmunes, como le ocurre a Angela Merkel en la escena en que se da una lección de alemán básico a los refugiados, conducente a que acaben diciendo todos a la vez: «Das Herz… Angela Merkel hat ein gutes Herz… Angela Merkel hat ein groβes Herz…».

Aurelia Roman (2005: 186) ha recogido unas palabras de Matei Visniec que explican la persistencia del humor negro y la risa amarga de sus obras: «Nous étions maîtres de l’humour macabre. On pratiquait l’autodérision sans craintes et sans limites. Chez nous le rire était un moyen de survivre». Guardando las proporciones, parece que, una vez instalado en Europa Occidental y confrontado a otros problemas, la