Mitla - Nelly M. Robles García - E-Book
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Beschreibung

En esta obra Nelly Robles García presenta un estudio antropológico de Mitla, ciudad prehispánica del valle de Tlacolula. La obra abarca desde el los vestigios dejados por los primeros pueblos nómadas hasta las últimas investigaciones arqueológicas en la región. El enfoque utilizado es holístico por lo que, además de presentar a los principales monumentos de la zona, se hace un análisis de histórico y antropológico del origen y florecimiento de uno de los principales centros mercantiles de todo Mesoamérica.

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NELLY M. ROBLES GARCÍA es una antropóloga mexicana que ha participado activamente en la gestión del patrimonio arqueológico de México. Gracias a este interés, desde la década de 1980 realizó trabajos en Mitla y fue directora de la zona arqueológica de Monte Albán. En 2011 fue distinguida con el Premio a la Excelencia en el Manejo de Recursos Culturales de la Sociedad para la Arqueología Americana. Entre sus obras publicadas están Las unidades domésticas del Preclásico Superior en la Mixteca Alta y Proyecto Mitla: restauración de la zona arqueológica en su contexto urbano.

SECCIÓN DE OBRAS DE HISTORIA Fideicomiso Historia de las AméricasSerie Ciudades

Coordinada por ALICIA HERNÁNDEZ CHÁVEZ y EDUARDO MATOS MOCTEZUMA

Mitla

NELLY M. ROBLES GARCÍA

Mitla

Su desarrollo cultural e importancia regional

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA EL COLEGIO DE MÉXICO FIDEICOMISO HISTORIA DE LAS AMÉRICAS

Primera edición, 2016 Primera edición electrónica, 2016

Diseño de portada: Teresa Guzmán Romero

D. R. © 2016, Fideicomiso Historia de las Américas D. R. © 2016, El Colegio de México Camino al Ajusco, 20; 10740 Ciudad de México

D. R. © 2016, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

Comentarios:[email protected] Tel. (55) 5227-4672

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

ISBN 978-607-16-4051-2 (ePub)

Hecho en México - Made in Mexico

Índice

Presentación

Agradecimientos

Introducción

I. La región: aspectos físicos

II. Mitla en la prehistoria y la transición del nomadismo a la vida sedentaria

III. Mitla durante la etapa aldeana de Oaxaca

IV. Mitla y el estado zapoteco de Monte Albán

V. El abandono de Monte Albán y su impacto en la región de Mitla

VI. La importancia regional de Mitla

VII. El esplendor de Mitla durante el periodo Posclásico

1. Los conjuntos monumentales

a) Grupo de la Iglesia

b) Grupo de las Columnas

c) La especialización en el trabajo artesanal de la piedra

d) Las tumbas cruciformes

e) Grupo del Arroyo

f) Grupo del Adobe

g) Grupo del Sur

h) El sistema defensivo

VIII. Interpretaciones del asentamiento Posclásico

1. El sistema urbano-rural

2. Elementos marcadores de la integración regional

a) Arquitectura

b) Tumbas de Mitla

3. Aspectos de la antropología física y condiciones de salud

c) La tecnología de piedra y la arquitectura “tipo Mitla”

d) Fortificaciones

e) Ocupación posclásica en las cuevas

f) Terrenos agrícolas

4. La integración regional

IX. La Conquista llega a Mitla

X. Los zapotecos de Mitla sobreviven. La evidencia etnográfica

XI. Mitla y los orígenes de la arqueología oaxaqueña

1. Cronistas y viajeros de los siglos XVI al XIX

2. Primeras expediciones

3. La arqueología en México en el periodo de 1885 a 1910

4. Coleccionistas y precursores de los estudios antropológicos en Oaxaca

5. Las primeras exploraciones en Mitla

6. La arqueología científica en Mitla

Conclusiones

Bibliografía

Presentación

ESTE AÑO, EL FIDEICOMISO HISTORIA DE LAS AMÉRICAS de El Colegio de México cumple 25 años de haber sido creado. Durante este tiempo, ha presentado proyectos de investigación y divulgación de alto nivel, accesibles al estudiante y al gran público. A la fecha hemos publicado 157 estudios originales, de los cuales 126 son coediciones con el Fondo de Cultura Económica, merecedores de varias reimpresiones, traducciones y algunos premios.

Iniciamos la Serie Ciudades —con la generosa colaboración del doctor Eduardo Matos Moctezuma— porque pensamos que la historia de México no se comprende sin el conocimiento del mundo prehispánico. Elegimos la ciudad como unidad de estudio porque arroja luz en torno al desenvolvimiento y a la función de las urbes prehispánicas respecto de su territorio y de otras urbes mesoamericanas.

La ciudad es la expresión evidente de sociedades complejas que llegaron a reunir a miles y miles de personas en un determinado espacio. En ella se asentaban los poderes y se manifestaban la división social y las relaciones que establecían sus habitantes; además, en su distribución interna se incluían espacios específicos de gobierno, de administración, habitacionales, de intercambio, religiosos, de vialidad y defensivos.

Desentrañar en lo posible la compleja función de las ciudades como centros religiosos, cabezas de reinos, centros de acopio, puntos de tránsito y goznes de grandes redes comunicantes y complementarias con jurisdicción sobre pobladores y amplios territorios es uno de los objetivos de esta serie.

Las urbes seleccionadas poseen diferentes características determinadas por su lugar de asentamiento: Tenochtitlan es una ciudad lacustre; Teotihuacan se encuentra en medio de un pequeño valle; Monte Albán está en lo alto de cerros cuyas laderas fueron aprovechadas intensivamente; Paquimé se halla en el árido norte; el Tajín, en los trópicos, vecina al mar; Chichén Itzá se desarrolla en planicies calcáreas; Tzintzuntzan está enclavada en la ribera oriental del lago de Pátzcuaro; Tula, en las goteras del valle de México; Palenque, en las laderas de la serranía selvática de Chiapas, y Mitla, al límite oriental del valle de Tlacolula, como punto de unión de diversas regiones.

Confiamos en que el lector recibirá este nuevo libro, Mitla. Su desarrollo cultural e importancia regional, con el mismo entusiasmo que los anteriores.

ALICIA HERNÁNDEZ CHÁVEZFundadora y presidenta del FideicomisoHistoria de las Américas

EDUARDO MATOS MOCTEZUMAInstituto Nacional de Antropología e Historia

Agradecimientos

EL LIBRO MITLA, que el lector tiene ahora en sus manos, es una obra largamente esperada por el público que goza de la arqueología mexicana, de sus zonas arqueológicas y de la lectura producto del razonamiento académico.

Como autora, me he sentido muy honrada con la invitación a de participar en la magnífica serie Ciudades de El Colegio de México y el Fondo de Cultura Económica, por medio del Fideicomiso Historia de las Américas, inducida por el siempre buen amigo Eduardo Matos Moctezuma, quien es, junto con Alicia Hernández Chávez, coordinador general de este gran proyecto.

Es justo reconocer que esta obra no habría sido escrita de la manera en que se presenta si el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) no me hubiera concedido el gran privilegio de trabajar en Mitla por un largo periodo desde la década de 1980, lo que me permitió conocer el sitio de muchas maneras, el cual sigo visitando constantemente. Tampoco existiría esta obra sin el estímulo decidido de Daniel Schávelzon, quien compartió siempre su enorme conocimiento sobre la historia de la arqueología, como docente y como colega, y de Salvador Díaz Berrio (†), quien apoyó en todo la propuesta académica del proyecto. Debo mencionar que en los trabajos que realicé en 1982-1983 fui acompañada por entrañables colegas en la restauración arquitectónica: Marcelo Magadán, Alfredo Moreira, Raúl Ancona (†) y Luis Zúñiga, a quienes debo largas conversaciones sobre la arqueología y la conservación de Mitla e interesantes aventuras entre el sitio y la Ciudad de México.

En ese tiempo transité profesionalmente desde la arqueología tradicional mexicana a la arqueología americana y al mundo de la conservación arqueológica. El resultado de ese trayecto se refleja en este libro, que trata de balancear la importancia de los datos de la arqueología monumentalista —que será casi obligado buscar en estas páginas, por tratarse de Mitla— con la comprensión del desarrollo cultural de esta ciudad prehispánica en su contexto regional mediante el análisis de su profundidad histórica.

En suma, esta obra es un gran esfuerzo por hacer justicia a Mitla como la gran región donde se inició la historia antigua de Oaxaca y de México, y en la que, junto con Teotihuacan, se realizaron los primeros trabajos arqueológicos en el país.

A lo largo de estas páginas se plasman las razones por las que Mitla es considerada no sólo como la extraordinaria y representativa ciudad del periodo Posclásico que fue, sino —mucho más importante— como una de las cunas de la civilización en el mundo.

Sirva esto como una invitación al lector a adentrarse en sus páginas y a comprender la enorme importancia de Mitla, que va mucho más allá de sus palacios y sus grecas.

Agradezco infinitamente a mis colegas y amigos Gilberto Hernández Díaz, Jorge Ríos Allier y Luz Mirna Villegas Pérez la gran ayuda en la revisión del texto y en el acopio de gráficos. A Luis García Lalo le agradezco y reconozco su magnífico trabajo en las tomas fotográficas y en la preparación de la reprografía.

NELLY M. ROBLES GARCÍAEnero de 2015, Oaxaca, Oax.

Introducción

LOS DIVERSOS ESTUDIOS sobre la arqueología de Oaxaca, que se remontan a principios del siglo XX, han revelado que la ciudad prehispánica de Mitla, ubicada en el límite oriental del valle de Tlacolula, en la región de los Valles Centrales de Oaxaca, se desarrolló como parte de un contexto cultural sumamente importante para la comprensión de la antropología de Oaxaca y Mesoamérica.

Lo que hoy en día conocemos como la zona arqueológica de Mitla está constituida por los vestigios materiales de lo que fuera una soberbia ciudad de la época posclásica, cuyo surgimiento se enmarca en los eventos acontecidos por lo menos cinco siglos después del decaimiento y abandono de Monte Albán como la ciudad capital zapoteca, que en su momento dominó el territorio que hoy ocupa el estado de Oaxaca.

Sin embargo, los antecedentes culturales y el contexto de su ubicación regional proporcionan al área donde se enclava Mitla una importancia inusitada, pues la remiten a los orígenes de la presencia humana en Mesoamérica. Más allá de eso, los estudios arqueológicos modernos, iniciados por Kent V. Flannery en la década de 1960, nos muestran sin duda que hace aproximadamente 10 000 años, en la región donde se ubican las zonas arqueológicas de Yagul y Mitla, en los terrenos de comunidades modernas como Unión Zapata, Díaz Ordaz, Tlacolula y Mitla, se inició un proceso de experimentación con las plantas que permitió, después de varios siglos, alcanzar dos condiciones fundamentales para el desarrollo de la civilización: la domesticación de las plantas y animales que dieron origen a la dieta mesoamericana, entre ellas fundamentalmente la calabaza, el frijol y el maíz, y, consecuencia de la anterior, al cambio de vida de un estilo nómada (de cazadores y recolectores que pernoctaban en cuevas y abrigos semejantes) a uno sedentario, con lo que fue posible el desarrollo de asentamientos permanentes y con ello el origen de las grandes civilizaciones que caracterizaron a Mesoamérica (Flannery, 1986).

Este hecho es de tal importancia que no podemos entender el Yagul y la Mitla de la época posclásica sin comprender su profunda raíz histórica como fenómeno cultural. Por lo tanto, esta obra lleva al lector a los orígenes y al desarrollo de esa región a través de las épocas, haciendo énfasis en el esplendor de Mitla durante la época posclásica o Monte Albán V, y con algunas reflexiones sobre el proceso de destrucción que sufrió la ciudad a partir de la conquista española y sobre los cambios que fue obligada a ejecutar en su traza urbana, en sus costumbres y en su religión, hasta llegar a la Mitla de hoy, cuyos habitantes zapotecos son los orgullosos herederos de una rica tradición cultural que significó, sobre todo, su supervivencia a los avatares de las diversas condiciones históricas por las que les ha tocado transitar.

No soslayamos la importancia de Mitla como uno de los lugares pioneros de la arqueología mexicana, que la llevó a ser uno de los sitios más visitados tanto por los cronistas religiosos del siglo XVI como por los viajeros del siglo XIX. Posteriormente, en 1901 y 1902 fue elegido por Leopoldo Batres para llevar a cabo las primeras exploraciones arqueológicas en Oaxaca.

En resumen, explicamos el sitio de Mitla desde una perspectiva holística, en la que consideramos su ubicación en el límite oriental del valle de Oaxaca, como una región que ha sido cuna de civilización, en la que sucedieron eventos comparables con los que dieron origen a las culturas autóctonas de la región del Nilo en Egipto, de la antigua Mesopotamia, del valle del Indo y de China. La antigua cultura originada en la región de Mitla ha experimentado un trayecto continuo desde la Prehistoria hasta nuestros días, pasando por todas las épocas del desarrollo de las culturas de América, proceso que constituye una condición extraordinaria en nuestra historia.

I. La región: aspectos físicos

SE LLEGA A MITLA por la Carretera Panamericana (hoy autopista Oaxaca-Istmo); en el kilómetro 39 del tramo Oaxaca-Tehuantepec se toma un camino de cuatro kilómetros que conduce a la población. El espacio que ocupa el asentamiento forma una especie de garganta en el valle de Tlacolula, condición que ha revestido especial importancia a través de las épocas. Debido a que Mitla se ubica en el límite del valle, constituye un lugar estratégico para el tránsito hacia las tierras más bajas de la gran región del Istmo de Tehuantepec. La moderna vialidad entre Oaxaca y el Istmo obedece a una lógica regida por la topografía natural de la región, pues significa la ruta terrestre de comunicación e intercambio por excelencia, por la que han transitado bienes, noticias, ejércitos y, en general, cultura, a lo largo de la historia.

El área donde se ubica Mitla, en el límite oriente de la región del valle de Oaxaca, pertenece a la subprovincia geológica denominada Sierra Madre del Sur, que está integrada por cuatro subcuencas hidrológicas de la vertiente del Pacífico, entre ellas la de Tlacolula, en cuyo límite oriental se sitúa la población.

La formación del paisaje natural rocoso de la región, que representó el nicho ideal para el abrigo de cazadores y recolectores en el periodo histórico más temprano de Mesoamérica, se originó en un proceso ígneo extrusivo (volcánico) que dio como resultado una toba ácida o de conjuntos piroclásticos, que a su vez contienen cuarzos (feldespato potásico y plagioclasa sódica), mejor conocidos como pedernales. La antigüedad del área se remonta a la Era Cenozoica —entre el Mioceno y el Oligoceno—, es decir, hace 30 o 40 millones de años (Martínez y Ojeda, 1996:40). Estas formaciones geológicas integran una serie de cuevas y abrigos rocosos de manera natural, espacios muy convenientes para la protección contra los elementos y los depredadores, que fueron utilizados tanto por diversas especies animales como por los grupos nómadas de cazadores y recolectores que habitaron la región hace unos 12 000 años.

FIGURA I.1. Localización de Mitla y otros sitios arqueológicos en la zona este de los Valles Centrales de Oaxaca.FUENTE: Arqueología mexicana, “Recorridos por Oaxaca, Valles Centrales”, junio de 2007, ed. especial, núm. 24. Redibujado por el Departamento de Geografía y Estadística de El Colegio de México.

La temperatura promedio del área oscila entre los 18 y los 22 grados centígrados. La precipitación pluvial anual es de menos de 600 mm3 y la temporada de lluvias ocurre desde mediados de abril hasta octubre. El periodo de secas significa un recurrente estrés para las poblaciones por la resultante falta de producción en el campo; sin embargo, la supervivencia ha dependido de la capacidad de almacenar víveres y de continuar con la tradición de recolectar plantas y animales silvestres.

El área es barrida por vientos cuyas velocidades oscilan entre los cuatro y los seis metros por segundo. Todos estos factores configuran la categoría de un clima subhúmedo y templado, en la caracterización de Köppen (Martínez y Ojeda, 1996:40).

El sílex o pedernal y la toba son rocas características de la región, que adquirieron mayor importancia cultural que cualquier otro material natural en las diferentes épocas, ya que a la postre hicieron posible la supervivencia humana y, más allá de eso, permitieron desarrollar un estilo característico en la arquitectura de Mitla en la época tardía o posclásica.

El sílex fue la base de la tecnología de herramientas de corte y desgaste desde las épocas más tempranas de los cazadores-recolectores y de las aldeas tempranas hasta los periodos Clásico y Posclásico, en los que compartió la importancia con la obsidiana, material de importación de diversas procedencias. Por su parte, la presencia natural de las tobas posibilitó el desarrollo tecnológico de toda una tradición artístico-arquitectónica en las épocas tardías.

Con base en la toba volcánica, el sílex y el gran conocimiento originario de otros recursos, se desarrolló el extraordinario trabajo artesanal que sería una firma especial de los arquitectos y artistas de la Mitla posclásica, por el que se les ha identificado a lo largo de la historia. En esta región se han documentado vestigios tanto de la explotación de las canteras de toba volcánica como de la extracción y trabajo del sílex con propósitos eminentemente tecnológicos (Robles García, 1990).

FIGURA I.2. Paisaje camino a Mitla. Fotografía de Héctor Montaño, febrero de 2010 (colección del autor).

El territorio que abarca Mitla es parte de una de las cuatro cuencas hidrológicas que conforman el valle de Oaxaca, conocida como la Cuenca de Tlacolula, que está compuesta por ríos y arroyos, como el río Grande (Mitla), que atraviesa el pueblo, y el río Salado de Yagul; ambos nacen en la Sierra Juárez y vierten sus aguas en el río Atoyac de Oaxaca, que desemboca en el océano Pacífico. Esta área, de gran biodiversidad biológica, mantiene una vegetación característica de selva baja caducifolia o bosque tropical caducifolio.

Entre las especies de árboles se encuentran el pirú de cerro, el tepeguaje, el higo, el cacaloxúchitl, el cazahuate, el mezquite, la yuca y los copales; también se encuentra una importante variedad de cactáceas columnares y candelabriformes, bichibobos, órganos, nopal silvestre y pitahaya. Debemos recordar que Oaxaca se inscribe entre las áreas con mayor biodiversidad en el mundo; en este sentido, la región de Mitla representa un nicho bien conservado, ideal para el estudio de una enorme cantidad de especies vegetales y animales.

Un alto porcentaje de las plantas de la región tienen alguna utilidad como medicinas, alimento, forraje, utensilios, materia prima, bebidas, colorantes, combustibles, aceites, pegamentos, perfumes, jabones, madera y resinas (Martínez y Ojeda, 1996:8; Messer, 1978).

La fauna nativa se compone de diferentes clases y especies: mamíferos como conejos, ratas, ratones, liebres, venados, zorros, tlacuaches, cacomixtles, zorrillos, linces y gatos monteses; reptiles, con una gran variedad de víboras ratoneras, de cascabel y coralillos, además de vertebrados como iguanas y lagartijas; aves en gran variedad, entre las nativas y las migratorias. Para estas últimas la zona es una de sus reservas favoritas para pasar el invierno. Entre las aves nativas encontramos una variedad de aves rapaces, como águilas, quebrantahuesos y halcones, y carroñeras, como buitres y zopilotes. También se encuentran colibríes, aventurillas, gorriones, canarios y cenzontles.

Las cuevas constituyen un extraordinario hábitat para varias especies de aves como búhos y golondrinas. Estos pájaros también han ofrecido históricamente una alternativa alimenticia para el consumo de proteínas.

Es decir, Mitla se ubica en una región con gran abundancia de recursos naturales, cuya explotación racional, al lado de la comprensión de sus ciclos y características, hicieron posible no sólo la supervivencia humana como originalmente sucedió, sino un nivel de confort entre los primeros pobladores como para atreverse a llevar a cabo la experimentación necesaria con las especies vegetales comestibles para dar origen a una incipiente agricultura.

II. Mitla en la prehistoria y la transición del nomadismo a la vida sedentaria

DURANTE LA DÉCADA DE 1960, la arqueología que se realizaba en Oaxaca tenía el enfoque tradicional de la propuesta nacionalista orientada hacia los monumentos y los sitios. La arqueología se centraba en el estudio y exposición de las zonas monumentales, como se había hecho en Monte Albán desde la década de 1930, en Yagul y Dainzú en los cincuenta y en Mitla en los años sesenta, además de que en esta última década se exploraron sitios como Monte Negro en la Mixteca Alta.

Los nuevos estudios realizados por Kent V. Flannery mediante su proyecto enfocado en la ecología cultural significaban un cambio radical en los enfoques de la arqueología. Principalmente en los Valles Centrales de Oaxaca, se dio paso a las investigaciones orientadas hacia los modelos teóricos que apoyaban la llamada nueva arqueología de los Estados Unidos. Esto, toda vez que los arqueólogos norteamericanos desde tiempo atrás habían reconocido la profundidad histórica de Oaxaca, al mismo tiempo que la entidad ofrecía, mediante los trabajos de Alfonso Caso, Ignacio Bernal y John Paddock, una plataforma temporal y espacial muy bien definida para relacionar prácticamente cada sitio del valle de Oaxaca.

La aparición de estas nuevas tendencias teóricas y metodológicas representó una importante innovación en la manera tradicional de hacer y entender la arqueología en Oaxaca; fue un cambio de enfoque, del tradicionalmente monolítico concepto de sitio, al de región y paisaje, con los consecuentes retos para incluir la adaptación humana entre los recursos existentes.

De esta manera surgió, con un enfoque diferente del de la arqueología mexicana tradicional del momento que se basaba en los conceptos de sitio y cultura, una nueva tradición científica en la arqueología, reconocida como ecología cultural. En 1965, el investigador de la Universidad de Michigan Kent V. Flannery y su grupo de trabajo —en el que se encontraban Joyce Marcus, Robert Drennan, Stephen Kowalewski, Marcus Winter, Michael Whalen, Gary Feinman y Richard Blanton— iniciaron el proyecto Prehistory and Human Ecology of the Valley of Oaxaca, en el que aplicaron modelos teóricos basados en el concepto de cultura procedente de la ecología moderna, que la caracteriza como un sistema completo para explicar su evolución. Este enfoque fue el resultado de las nuevas teorías de evolución cultural, abanderadas por Leslie White y retomadas por Lewis R. Binford, en su explicación del cambio cultural con los conceptos de la ecología humana (Willey y Sabloff, 1980:206).

El proyecto de Flannery fue concebido para llevarse a cabo con un trabajo de campo y de laboratorio intensivo con apoyo de las ciencias duras, que se diseñó para realizarse en los Valles Centrales de Oaxaca y cubrir toda la secuencia de los cambios culturales. Se desarrolló de 1965 a 1981 y se basó en reconocimientos intensivos del cien por ciento del terreno y en la recolección selectiva de materiales arqueológicos; posteriormente se procedió a la excavación en los sitios que se consideraban de mayor interés.

Este nuevo enfoque abrió un gran campo de investigación para el estudio de las ocupaciones humanas en el contexto de la utilización de la tierra, el agua, la flora y la fauna y otros recursos, tanto en el pasado como en la actualidad, y de la capacidad humana para adaptarlos a los distintos medios.